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Prueba de Oclumancia #16


Aailyah Sauda
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Las luces del alba comenzaban a colorear el punto más alto de la pirámide que albergaba en su interior el portal de las siete puertas, lugar donde los aspirantes de las habilidades arcanas se presentaban para demostrar que eran dignos de llevar los anillos que les vinculaban a aquellas magias tan poderosas. Sauda se apareció directamente en la entrada de la pirámide y examinó el lugar por el que llegaría Mía, cuando sorteara todos los inconvenientes que ella había preparado en su camino hasta aquel lugar. Tras unos instantes así, penetró en el lugar.

 

Cuando Mía llegara a la orilla del lago, encontraría una balsa individual con un solo remo. Debería cruzar el lago montada en ella, y la magia no le funcionaría para nada. Debería cruzar remando.

 

Al alcanzar el otro extremo del lago, se adentraría en el bosque que la separaba de la pirámide y encontraría algunas hadas que intentarían engañarla con su magia. No eran excesivamente poderosas, pero si numerosas y podrían hacerla caer en su trampa. Naturalmente Mía sabría cómo superarlas sin hacerles daño.

 

Más adelante tendría que pasar por entre unas plantas exóticas que despedían un aroma dulzón muy agradable para el olfato y que, a la vez, tenía un poderoso efecto somnífero.

 

Si conseguía zafarse de todo aquello, aparecería junto a la entrada de la pirámide, donde tendría que dejar todas sus pertenencias mágicas en un cesto de mimbre que la arcana había dejado. Una vez dentro, Sauda la estaría esperando con su habitual sonrisa. Aquel momento era el más bello para cualquier alumno, pero también para ella por todo lo que significaba. Una nueva futura oclumante se abriría camino por aquel lugar en pocos minutos, y la arcana se sentía entusiasmada. Era un orgullo para ella saber que cada vez había más personas interesadas en aquella rama de la magia.

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Por fin había concluido su proceso de enseñanza-aprendizaje con la arcana, era momento de prepararse para presentar la prueba que la vincularía a la última habilidad que enseñaban en ese momento dentro de la Universidad. Sabía que no sería sencillo, pero confiaba en tener las capacidades suficientes para enfrentarse a todos los obstáculos que le pusiera su tutora. Pensando en eso, esbozó una media sonrisa y únicamente llevó consigo su varita mágica, puesto que sabía que poco o nada de magia podría usar durante su trayecto por el bosquecillo que bordeaba la pirámide de las siete puertas, el cual la esperaba.

 

En cuanto se apareció a unos metros del bosque, respiró profundamente y con un rápido movimiento de su varita mágica se desprendió de la capa de viaje que cubría sus hombros, quedando únicamente con una sencilla túnica de color negra a juego con unas botas, su atuendo era sencillo, pero práctico, así que sin pensarlo más dio un respiró e inició su camino a través de los árboles verdes, y sin siquiera darse cuenta siguió un camino montado previamente, para que ella lo siguiera, así que suponiendo que era de esa manera, simplemente siguió hasta que llegó hasta un pequeño río.

 

—El primero. —susurró con tranquilidad.

 

Subiendo a la lancha, observó como se encontraba a una distancia considerable de la otra orilla y pensando durante unos segundos en usar la mágica para conseguir sortear aquello, negó con lentitud. Eso no era lo que se esperaba de ella, así que al prestar atención a su entornó, notó la presencia de un par de remos, ¿tendría que usarlos? Al parecer era de esa manera, así que soltando un suspiró se sentó sobre la lancha y tomó los dos pedazos de madera, uno con cada mano y comenzó a moverlos a destiempo, uno y después otro, así estuvo durante algunos segundos, hasta que notó que esa no era la manera correcta.

 

Intentando nuevamente, movió los dos de la manera más sincronizada posible y de ese modo, comenzó a avanzar. No supo cuando tiempo estuvo remando, pero a ella le pareció que solo fueron unos cuantos minutos que consiguieron sacar un poco de sudor de su cuerpo. Era cansada esa actividad, motivo por el cual en cuanto llegó a la otra orilla, abandonó la balsa sin dudarlo. Dándose un pequeño para posteriormente ingresar a la espesura del bosque, continuó avanzando en su camino hacía la parte superior de la pirámide.

 

— ¿Hadas? —si esa era la segunda prueba a vencer.

 

Respirando profundamente, cerró un par de segundos sus ojos y se concentró totalmente en su interior. Cerrando por completo su mente, protegiéndola de la magia de aquellas criaturas que intentaban penetrar en su interior para atacarla. Al ser varías creían poder tener la magia suficiente para conseguir que la matriarca Black Lestrange, perdiese el control, pero no era así, porque podía sentir como estaban intentando entrar a su mente y con ayuda de la legilimancia, habilidad que poseía, podía leerlo en sus mentes. Así que con una sonrisa, negó con lentitud y mantuvo sus defensas, mientras continuaba caminando con tranquilidad, disfrutando de todo aquello que la rodeaba. La vegetación era una cosa divina en aquel lugar y era algo que no podían olvidarse de apreciar cada vez que pudiesen realizar aquel recorrido.

 

Considerando, que quizás sería la última vez que hiciese ese camino. Se relajó un poquito y prosiguió con su andar, hasta que llegó a un pequeño prado en donde podía notar la presencia de algunas flores de diversos colores, moradas, rosas y amarillas, ¿por qué tenían esos colores tan vivos? Con esa dura en la mente, continuó caminando durante algunos segundos, hasta que sintió como sus piernas comenzaban a pesarle un poco y con ellos, sus ojos amenazaron durante un segundo con cerrarse. ¿eran plantas mágicas con alguna especie de somnífero? Parecía ser que sí, así que negando con lentitud, soltó un suspiro y sacó su varita mágica, pero esta no le sirvió, y eso era obvio así que la volvió a guardar.

 

—Tercer prueba. —siseó antes de que con un movimiento rápido llevará sus manos a su nariz.

 

Con las mangas de su túnica cubrió su nariz y de ese modo, sintió como el aire que respiraba estaba menos contaminado, pero no era suficiente, así que negando con lentitud, supo que era momento de comenzar a correr y así lo hizo durante algunos minutos, hasta que dejó atrás aquel paramo con las flores que causaban sueño.

 

No había sido sencillo, porque aún podía sentir los efectos de aquellas plantas en su organismo. Tenía el cuerpo pesado y un poco de sueño, sin embargo, no era momento para prestarle mucha atención a ello, de modo que con eso en la mente continuó caminando hasta la parte superior de la pirámide, sitio en el que se encontraba Sauda.

 

—Un placer volver a verla Arcana. —saludó a la bruja con una pequeña cabezada y una sonrisa en los labios.

 

Si, una vez más estaba frente a las siete puertas de las habilidades. Había conseguido superar exitosamente a seis de ellas, ¿podría hacerlo con la séptima? Confiaba en que sí, así que esperando unos segundos las indicaciones de la bruja, respiró profundamente, eliminando de sus sistema la pequeña sensación de nerviosismo que segundos atrás había experimentado a consecuencia de la expectativa por vincularse con aquella habilidad.

 

Era momento de esperar indicaciones y de ese modo pasar a la parte final de la prueba.

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Sauda recibió con una cálida sonrisa la llegada de su aprendiz, luego de que ésta atravesara con éxito todas las pruebas que había puesto en su camino hacia la pirámide. La Arcana era consciente de que la Black Lestrange había superado con anterioridad todos los obstáculos que habían diagramado las brillantes mentes de sus colegas, maestros de otras tantas habilidades que hacían al poder de los magos y brujas. Le fue fácil percibir en los verdes ojos de la mujer la pesadumbre que las esporas de las mágicas plantas habían producido en su organismo. Sus párpados decaídos amenazaban con cerrarse por completo.

 

-- Bienvenida nuevamente a la prueba de los portales, alumna.- le dio la bienvenida con tono afable, acercándose unos pasos a ella.- Sabía que no serían un problema mayor para una bruja de tu talento.

 

La Arcana golpeó firmemente el suelo con la base de su vara de cristal, produciendo en tal acto mágico una ligera onda expansiva que se extendió hacia todos los rincones de la sala levantando pequeños rastros de polvo a su paso. El efecto de la magia fue inmediato, limpiando la sangre de su alumna de cualquier rastro de ponzoña somnífera. Su sentido de justicia era inquebrantable y sabía que someter a Mia al portal sin poseer uso pleno de sus facultades rozaba lo injusto; una bruja adormecida no resistiría la dificultad de la prueba y no podría enfocarse en crear el muro mental necesario para resistir los intentos de penetrar hasta lo profundo de su subconsciente. Sauda se acercó a ella.

 

-- Te recuerdo que debes dejar todo objetos mágicos ajenos al anillo de habilidad dentro de la cesta.- le recordó sin descuidar su tono amable, mientras recogía el contenedor de mimbre del sitio donde lo había depositado con anterioridad - Sé que podrás valerte de tu habilidad y de todo lo aprendido para superar con éxito la prueba. Es imperioso recordarte que solo tienes una oportunidad de lograr tu objetivo una vez atravesada la puerta ¿Estás lista?

 

Una vez su pupila dejó allí todas sus pertenencias con cualidades mágicas, Sauda retrocedió unos pasos hacia la puerta que tenía grabado el llamativo e imponente símbolo de la Oclumancia. Su confianza hacia la Black Lestangre era plena e incuestionable, sabiéndola de espíritu fuerte y actitud decidida. Alzó con delicadeza su mano libre y extendió sus dedos, dejando contemplar sobre la palma el cristalino anillo que le pertenecería a la aspirante durante aquella prueba. Aquel objeto circunstancial vincularía a Mia tanto con la Arcana como con la habilidad que deseaba afianzar, transformándose luego en un aro de habilidad si y solo si superaba la hostilidad a la que se enfrentaría. Sauda hizo un leve gesto con su cabeza, invitando a la otra bruja a tomarlo.

 

-- Este anillo nos mantendrá comunicadas, de ser necesario. Es menester que sepas que no puedo intervenir en el desarrollo ni influir en lo que la Puerta tenga preparada para ti. Puedo confirmar, casi con seguridad, que te llevará a algún punto del pasado para intentar dominar tu mente en base a recuerdos que reprimas, pero cada prueba es diferente ¿Te arrepientes o aun deseas avanzar?

 

La Arcana no guardaba espacio a la duda, sabía muy bien que su alumna aceptaría tal reto sin pensárselo dos veces; familiarizada con los posibles escenarios proyectados por los otros seis portales sabría sortear lo que éstos le propusieren. Sauda juntó ambas manos sobre su vara de cristal y acarició con la yema de sus dedos la áspera madera de su propio anillo de Oclumancia, que la delataba como una sabia de tal técnica. Una de las tantas cualidades extraordinarias de aquel objeto, dada su naturaleza arcaica, era el asignar a su portadora un poder de persuasión potenciado. No dudó en dejar que éste fluyera hacia Mia, instándola a aceptar el reto con la convicción de superarlo. Aguardaría con suma paciencia, en el interior de aquella pirámide, a que ambas volvieran a reunirse al finalizar la tarea.

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La entrada a la pirámide no era tarea sencilla, sabía que una vez que se encontrará frente a la entrada de la puerta de la habilidad de oclumancia, tendría que enfrentarse a una prueba que determinaría su capacidad para manejarla o no. ¿Estaba nerviosa? Mentiría si dijese que sí, porque era todo lo contrario estaba consciente de que tenía la capacidad mágica necesaria para vincularse con el anillo de la habilidad y demostrar que era una poseedora legal de la habilidad. Pensando en eso, le regaló una sonrisa a la arcana Sauda y se encaminó hasta la puerta indicada.

El portal blanco, la deslumbró por completo. No estaba acostumbrada a ver tanta luz, pero no le molestó porque si bien en alguna otra ocasión le causó desconfianza, en esa ocasión le generó tranquilidad. Esperó unos segundos a que terminará de aclararse por completo y así poder visualizar el sitio en el que se encontraba, era una habitación extensa que reconocía bastante bien, el que era su despacho en Gringotts, o el que había sido su despacho en la institución mágica hasta ese día. ¿Tendría alguna reunión previa a retirarse de aquel lugar? Podría ser que si, no le sorprendería de ser así por lo que únicamente respiró profundamente.

—Hera, ¿tengo algún pendiente antes de irme? —preguntó a una de las duendes, que estaba segura tendrían que renunciar en los próximos días.

Esperando la respuesta, negó con lentitud y de sus labios salió una ligera risotada. Se sentía tranquila, estaba conforme con todo lo que había logrado en el banco durante su estancia en ese sitio, así que atendería de la mejor manera aquella última reunión, así podría decir que se fue con todo en orden y dando lo mejor de sí. Con eso en mente, le regaló una mirada inquisidora a la criatura quién de inmediato respondió.

—Si señorita Black Lestrange, los clientes de Alemania están aquí. —con un movimiento de la mano, le indicó que los hiciera pasar.  

—Bienvenidos, ¿puedo ayudarlos en algo? —preguntó con la sonrisa en los labios, dándose cuenta que no eran clientes ni emisarios.

En cuanto las personas, ingresaron a su despacho y se colocaron delante de ella, pudo notar como un pequeño hilo de magia dorada comenzaba a viajar por toda la oficina, ¿era legilimancia? Al parecer sí, por lo que sin siquiera dudarlo, comenzó a poner resistencia mental. Colocó las barreras mentales necesarias para que no pudiesen entrar en su mente, y obligarla a realizar o decir cosas que no deseaba.

—Gracias por su amabilidad señorita Black Lestrange. —respondió el alemán— Vaya, no será tan sencillo como pensábamos.

Las palabras salieron segundos después de sus labios, así que supo que si querían jugar con su mente de alguna manera, pero ella no se los permitiría.

—No, no lo será. —soltó con diversión.

Comprobando una vez más, que a veces en el mundo de los negocios y en la banca mágica, se luchaban batallas mucho más feroces que en las guerras o los mismísimos duelos. Así que con eso en la mente, se giró unos segundos para buscar su varita mágica y pedirles que abandonarán la sala porque entendía que sus intenciones no eran de negocios. Sin embargo, esto le fue imposible de hacer, porque justo cuando cometió el error de darles la espalda sintió como un hechizó golpeo en su espalda, dejándola inconsciente.

Los alemanes, en cuanto consiguieron dejar fuera de batalla a la matriarca Black Lestrange, la tomaron entre sus brazos y usaron la red flú para salir de allí. Nadie se preocuparía por la directora o ex directora del banco en esos momentos, al menos no si tenían registro de que había usado por ultima vez aquella ventaja de tener la red flu a su disposición. Limpiando por completo el despacho de la rubia, no dejaron rastro de ella, para que pareciese que se había marchado sin decir adiós.

El sitio al que la llevaron, fue el sótano de una construcción antigua que se encontraba abandonada. Una vez allí, la ataron a un par de cadenas y le impidieron el movimiento, esperando a que despertara. No supieron cuanto tiempo pasó inconsciente, pero una vez que comenzó a recobrar el conocimiento, intentó mantener su respiración serena y no dar señales de vida aún. De ese modo, pudo usar su habilidad de legilimancia para saber que seseaban obtener información de algunas cuentas inglesas de personajes relevantes del mundo mágico, ¿por qué? No pudo saberlo, porque sintió como nuevamente aquel hilo de magia dorada intentó penetrar su mente, así que respirando profundamente, colocó una barrera de color negra delante de él, impidiendo que entraran a su mente.

—Estás despierta Mia, pensé que te tardarías más. —soltó el alemán con despreció en su voz— Te consideran una bruja sobresaliente, pero te tienen en un pedestal porque, sino ¿cómo explicas que fue tan sencillo traerte hasta aquí?

Con esas palabras, de los labios de la nigromante salió una sonrisa, que resonó por todo el lugar.

—Diría que a todos nos pueden tomar con la guardia baja, pero no van a conseguir nada. —respondió.

Ante eso, el alemán se enojó y Mia pudo sentirlo con el cambio de sus emociones y con el color rojo del hilo de la legelimancia que intentaba entrar a su mente.

— ¿Estás segura? —se acercó a ella y le dio una bofetada— Nadie sabe que estás aquí, todos en Londres están seguros de que te estarás tomando una pequeño descanso.

El golpe causó que su labio se partiera y comenzará a sangrar, mientras sus palabras penetraban su interior. Pudiese ser que tuviese razón, pero eso no le importaba, porque existía alguien que la buscaría; León. Sabía que le daría unos días de descanso, pero después sino aparecía o si nadie sabía de ella, intentaría usar cualquier tipo de vinculo que pudiese llegar a unirlos para encontrarla.

—Puede ser, pero eso no me importa… todos somos desechables en esta vida, pero la información que quieren de mi, no la obtendrán. —añadió con la sonrisa aún esos labios.

Eso, no le gustó nada a su captor.

—Veremos si sigues pensando lo mismo después de esto. —sacando su varita mágica el alemán, la levantó y apuntó hacía ella —Crucio—el hechizo cayó en su cuerpo, y la hizo jalar un poco sus muñecas de las cadenas.

Sin embargo, cerró los ojos y se mantuvo firme en sus barras mentales. No supo cuanto tiempo, la estuvieron torturando con aquella maldición del dolor y con algunos golpes, así como con electricidad. Su cuerpo, comenzaba a cansarse y rendirse, pero su mente continuaba firme, era algo que tenía que proteger, pero no sabía como continuar consiguiéndolo sin derribarse, estaba al borde del cansancio.

Cada segundo, comenzaba a costarle más trabajo. Era una prueba y tenía que mantener su voluntad, pero el dolor y el cansancio no estaban colaborando en su cometido, se sentía débil y con pocas ganas de luchar. Pero, no se daría por vencida, al menos no de momento, porque contrario a lo que muchos podrían esperar disfrutaba de lugares tétricos y eso, en vez de generarle mayor temor, le generaba tranquilidad y fuerza necesaria para imaginarse en otro escenario.

—Voy a cooperar. —soltó sin pensarlo mucho.

El alemán, sin duda no se esperaba eso así que mirándola nuevamente a los ojos, se acercó hasta su posición y la tomó del cabello, jalándola un poco.

— ¿Pero qué voy a ganar? —añadió con curiosidad.

Tenía que negociar, eso era algo que nunca dejaría de hacer, aunque estuviese al borde de la muerte o del desgaste físico.

—Podrás irte, si la información es de utilidad. —ofreció.

Meditando unos segundos más, soportó un par de crucios más y asintió con tranquilidad. Cerrando los ojos, comenzó a bajar sus defensas mentales.

En su mente comenzaron a aparecer los nombres de las familias más ricas de Ottery, eso era lo que querían y estaban obteniendo, los Weasley, los Delacour, los Evans McGonagall, los Ollivander y los Moody, así como los magos más influyentes en la banca mágica… esos demoraron más, pero fueron apareciendo.

—Bien Mia, estás coperando bastante bien. —soltó felicitando el alemán, sin darse cuenta que la Black Lestrange estaba alterando sus recuerdos, protegiendo la información real de él.

Le estaba otorgando conocimiento, pero información que no era real y que de nada le podría servir, porque aquellas familias no eran ricas y sus patriarcas menos. Aunque si, todas eran partidarias de la Orden del Fénix.

—Tenemos la información. —soltó el alemán girándose, y dándole la espalda a la rubia, después de un par de golpes más.

Con eso, no perdió más tiempo. Pensó en un salvaguarda mágica, consiguiendo que su cuerpo se volviera intangible y con eso, se liberará de las cadenas, y sacando del ligero una varita mágica de respuesta apuntó rápidamente y siseó un

Haz de la noche—con lo cual, consiguió abrir un portal, que la sacaría de aquel.

El portal, lo atravesó sin dudarlo ni un segundo. Olvidándose que estaba con el vestido dañado y con un aspecto deplorable. Pero, la magia de la pirámide curó sus heridas y restauró su vestimenta, porque en cuanto se dio cuenta ahora se encontraba nuevamente en la entrada de la puerta de oclumancia.

—Lo conseguí. —soltó mirando a Sauda y regalándole una sonrisa. Había mantenido siempre fuerte sus defensas mentales y eso era lo único que le importaba de momento, así que con eso esperó la respuesta de la arcana, aunque tenía entre sus dedos una pequeña prueba de que el anillo de aprendiz, ahora era el de la habilidad.

Estaba vinculada, le había costado, pero lo consiguió.
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Cuando la blanca luz que conformaba el portal abrazó por completo la silueta de Mia, Sauda se posicionó justo frente a aquel arco con la esperanza de recibirla. La arcana de la Oclumancia era consciente de la habilidad y del esfuerzo que la bruja se había impuesto durante el desarrollo de las prácticas que llevaron a ese momento. Debía concederle un ímpetu inquebrantable que había quedado expreso en la facilidad que había tenido para superar los obstáculos que llevaban a la imponente pirámide. Pocas veces en su historial como instructora había sentido tal satisfacción por una alumna.

 

Aailyah llevó los dedos índice y pulgar de su mano diestra hacía la superficie oscura de su propio anillo de habilidad arcano. Deslizó la yema de sus dedos sobre el gélido onyx y activó todo el potencial de su poder, que se vinculaba mediante un hilo invisible al que portaba Mia dentro del impredecible portal. La Arcana se convirtió en ese instante en una testigo exclusiva de aquella prueba, cuyo desarrollo se proyectaba en su impenetrable mente con extrema fidelidad. Sauda, quien nunca había visto su cabeza invadida por ninguna fuerza exterior, disfrutaba observar desde una posición privilegiada lo que la Puerta preparaba para sus alumnos. Las mentes de los magos y las brujas que acudían en su búsqueda le resultaban maravillosas.

 

El Banco Gringotts, donde Mia resultó servir como directora, funcionaba como un contexto reconocido para que la invasiva fuerza mágica del portal se sumergiera en la mente de su visitante. Aailyah, cuyos ojos mantenía cerrados para conducir mejor sus pensamientos, se preguntó si la escena que observaba era ficticia o bebía de un hecho real sustraído de sus recuerdos. El poder del ente que controlaba las puertas escarbaba en lo más profundo de la psiquis de los aspirantes, recogiendo partes de ésta y presentando ante sus ojos un escenario muchas veces alterado. Un realidad conocida y a la vez diferente, un coctel perfecto para engañar a los espíritus más débiles.

 

Un escalofrió recorrió toda la extensión de su espina dorsal cuando Mia se vio sometida a incontables y reiterados maleficios torturadores, que hacían que su cuerpo se contorneara con dificultad dada las cadenas que la apresaban. La Prueba presentada por el portal estaba siendo de una dureza que remitía a la Arcana a la suya, llevada a cabo hacía décadas. El muro de contención que la alumna había establecido en su mente parecía ceder de a poco ante las hostilidades que sufría su maltrecho físico pero lograba resistir la constancia de los ataques. Sauda dibujó en sus labios una sonrisa de satisfacción cuando notó como Mia utilizaba una de las técnicas que había compartido con anterioridad, básica para ser un excelso oclumante: elaborar pensamientos falsos para engañar al intruso.

 

Fue en el momento que advirtió que Mia realizaba un Haz de la Noche cuando Sauda por fin separó sus párpados, recibiendo de lleno la luz exterior en sus pupilas. Esperó unos segundos para recibir a su alumna luego de tan complejo desafío. Nada pasó. El portal seguía cerrado y la bella Black Lestrange no se encontraba en ninguna parte. La vasta experiencia de la Arcana frente a la Prueba de las Puertas hizo que entendiera en menos de un segundo lo que sucedía ante sus ojos. Consideraba a aquella fuerza mágica muy terca, sin dudas. El portal aun no consideraba a Mia acta para vincularse con la Oclumancia; ella seguía adentro, viendo alterada su realidad para demostrar que era digna de portar el anillo que la designaría como una bruja poderosa en la defensa de la mente.

 

-- El Portal aun no te cree apta. Debes continuar, Mia.- advirtió, tratando de ocultar en su voz todo signo de preocupación.

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  • 2 semanas más tarde...

Lamentablemente, el portal fulgura nox que había creado para llevarla hasta la pirámide de las siete puertas con la arcana había resultado un fracaso. No se encontraba ni cerca de estar allí, era la primera vez que la habilidad demostraba o le ponía una prueba más antes de poder vincularse con ella, así que intentaría hacerlo ahora sí del todo bien o demostrar de manera mucho más integra cuáles eran sus capacidades para poder salir de allí, porque a decir verdad, sentía que llevaba demasiado tiempo perdida entre el espacio y el tiempo.

 

La sensación de sentirse perdida, contrario a generarle interés comenzaba a ponerla nerviosa y un tanto estresada porque era una persona que solía mantener el control de cada una de las situaciones que la rodeaban y esa no estaba en su total control. Así que experimentando por primera vez en mucho tiempo ese sentimiento, inhaló y exhaló al menos unas diez veces, intentando conseguir serenar nuevamente su mente y cuerpo, demostrando que estaba preparada para cualquier posible situación que se le presentará.

 

Después de haberse relajado, miró el sitio en el que se encontraba y le pareció extrañamente familiar, ¿era la casa de Hilvolt en Boston? Sí, era la propiedad que durante años había pertenecido generación tras generación a la familia Thawne, no entendía el motivo de su presencia en aquel lugar pero al sentirse en un sitio conocido y con el poder suficiente para enfrentarse al hombre que marcó su vida de tantas formas, decidió comenzar a explicar o buscar a alguno de los sirvientes.

 

Recordando en esos momentos, que su apariencia no era la más adecuada se preocupó unos segundos pero la magia de aquel portal era tanta que se encontraba vestida con un elegante vestido verde olivo que combinaba a la perfección con sus ojos y rubia cabellera, mientras que sus pies se encontraban enfundados en unos tacones plateados que aumentaban su estatura. Estaba vestida para un evento importante y eso no le agradó poco o nada, tendría que improvisar así que sin dudarlo inició con rápido camino por las escaleras que la condujeron hasta el piso inferior, en donde se encontró a un elfo doméstico.

 

—Avisen que estoy lista. —ordenó sin siquiera dudarlo, mirando su atuendo en un espejo.

 

-Señorita, el señor Thawne ordenó que la lleváramos con él en cuanto estuviese lista, acompáñeme por favor. -con una referencia le indicó el camino.

 

En cuando comenzó a caminar por uno de los pasillos de la derecha supo que se dirigían hasta el despacho privado del padre de su hijo y eso le causó molestia porque malos recuerdos venían a su mente en ese lugar, sin embargo, ya no era la misma bruja inexperta de 18 años que vivió durante dos años con ese mago, no ahora era una bruja totalmente diferente y preparada que se encontraba lista para enfrentarse a cualquier mago que se pusiera delante de ella, había desarrollado sus habilidades y capacidades para siempre resultar vencedora, además de que ahora contaba con el apoyo de su prometido, el cual recordó al mirar el anillo que descansaba en su diestra.

 

Con ese pensamiento, consiguió calmar los nervios que amenazaron con embriagarla y tras soltar un suspiró en sus labios apareció una sonrisa que demostraba suficiencia y tranquilidad. Con ese gesto, ingresó al estudio y miró al hombre que tantos años atrás le había salvado la vida y que tanto la había deslumbrado por su ambición e inteligencia, pero que a la vez la había obligado a hacer cosas, que no se creía capaz de realizar por sus principios morales.

 

—Querido, un gusto verte tan arreglado. —soltó a modo de saludo mirando el smoking con el que estaba vestido.

 

En cuanto él se giró y posó su mirada en ella, sintió repulsión por la mirada tan descarada que recibió de su parte, observando fijamente cada parte de su cuerpo y arregló.

 

-Los años lograron volverte más hermosa de lo que incluso podría haber imaginado. -recibió el cumplido- Gracias por aceptar venir, necesito demostrar que aún conservo buenas relaciones con la madre de mi hijo, el que por cierto consiguió limpiar su nombre en este país, ingresando con tu apariencia.

 

Las palabras que le soltó, no le sorprendieron porque conocía los movimientos de su hijo. De hecho, era el único que había conseguido hacer una copia tan fiel a ella con la metamformagia que solo aquel mago o bruja que la conociera profundamente, podría adivinar que no se trataba de la matriarca Black Lestrange, sino de un impostor.

 

—Lo sé, es brillante Eobard. Me alegró que pueda pisar cualquier suelo internacional cuando así lo quiera, y dime… ¿por qué es tan importante tenerme aquí? —preguntó con fastidio.

 

-Quiero ser primer ministro de Estados Unidos y solo lo conseguiré demostrando toda la diplomacia que poseo a nivel internacional y tu querida eres la cereza del pastel. -reveló.

 

En esos momentos Hilvolt, comenzó a utilizar su poder con la legilimancia para intentar ingresar a su mente, de manera cauta y lenta. Pero Mia, consiguió comenzar con la utilización de la oclumancia, para evitar que interfiriera con sus emociones y pensamientos.

 

-Eres una bruja poderosa e importante. Podrías estar a mi lado, como mi primera dama… ¿no sería algo interesante y bueno para ti? -añadió mirándola a los ojos.

 

Podría sentir como la habilidad de su ex pareja, comenzaba a intentar a persuadir sus sentimientos y pensamientos para hacerle creer que eso era lo mejor para ella. Pero, sus barreras mentales continuaban firmes, permitiendo saber que era lo que realmente quería y pensaba, estaba usando correctamente la oclumancia.

 

—No, no sería bueno. Podría admitir que quizás interesante si pero no bueno, me gusta mi vida en Londres y no quiero cambiarla. —su respuesta fue tajante.

 

-Pero Mia, soy el único hombre al que has amado y tu eres la única mujer con la que he podido ser yo y nuestra magia junta es imparable… serías mi esposa.

 

Con su última palabra, en su interior se removieron sentimientos negativos que únicamente consiguieron aplacarse en cuanto pensó el nombre de León, su prometido.

 

—No te equivoques, no eres el único al que he amado y no, no quiero ser tu esposa. Recuerda que nunca quise serlo y menos ahora.

 

Con eso, el poder de Hilvotl para intentar entrar en su mente y sentimientos se incrementó, pero las defensas mentales de Mia comenzaron a trabajar, trayendo recuerdos de su tiempo juntos, como todo era discusiones y quedar únicamente bien ante la sociedad que los rodeaba, aparentar que eran la pareja perfecta, que estaban felices y como tal, por eso estaban juntos, no porque él la tenía amenazada y no la dejaba volver a su país, hasta que escapó.

 

-Siempre lo quisiste, solo que no eras lo suficientemente buena para serlo, -escupió al ver esas imágenes en la mente de Mia- Pero ahora es diferente, creciste y eres toda una mujer, talentosa y poderosa, me necesitas a tu lado, ¿dónde más encontrarás a alguien como yo?

 

Una risotada salió de los labios de Mia, mientras por un segundo se arrepintió de haber aceptado la ayuda de Thawne hacía unos veinte años… pero, de inmediato negó con lentitud, porque gracia a eso, había nacido Eobard y de eso, si no se arrepentía, aunque durante años lo hubiese abandonado a merced del hombre que se encontraba delante de ella.

 

—Quizás en algún momento lo quise, pero no ahora. —respondió con tranquilidad— Encontré a la persona con la que si deseo compartir mi vida y que no solo me ve como una fuente de poder e influencias y me voy a casar con él. —reveló mirándolo a los ojos— Si acepté venir, es para dejarte en claro que te quiero fuera de mi vida y de la de Eobard.

 

Tras sus palabras, sintió como algo en su interior se liberaba y comenzaba a crecer un sentimiento más fuerte de control mental. Aceptar que quería al Crowley y que sería parte habitual y permanente de su vida, había conseguido tranquilizar su mente y generar aún mayor control mental de lo que hubiese imaginado poseer. Por lo que en esos momentos, comenzó a proyectar recuerdos inventados de diversos amoríos que había sostenido con amigos del hombre que tenía delante de ella, burlándose del amor y de la protección que en su momento él le había otorgado.

 

—Nunca te ame, quise casarme si por la comodidad que representaba estar a tu lado en este país, era una adolescente que poco o nada sabía de la vida. Pero no te equivoques, nunca fuiste el único cariño. Así que ahora, te diré que no te ame y todo lo que hice fue por mi y no por ti o por agradecerte, me puse a prueba contigo y eso me enseñó que soy incluso más poderosa que tu, me necesitas.

 

Las imágenes aparecían continuamente en la mente de Mia, dejando en claro de manera creíble como sin ella varios de sus grandes inventos hubiesen fracasado. Era la causante y la que debería tener la gloria por todo lo que era él siendo mago, y eso era lo que proyectaba en su mente para que él lo leyera. Era difícil, pero gracias a la concentración y capacidad mental que poseía conseguía mantener su bloqueo mental, hacía lo que realmente pensaba y sentía, porque nadie conseguiría entrar en su mente, a menos que ella lo deseará.

 

—Así que si me disculpas, es momento de irme. —no pensó que pudiese irse, pero al parecer si era de esa manera, porque un portal estaba apareciendo delante de ella.

 

Sabía que la prueba no había sido fácil, pero había aprendido que la concentración, el control y la perseverancia eran las armas clave para controlar la habilidad. No podía dejarse dominar por el miedo, el nerviosismo o cualquier emoción o de lo contrario sus bloqueos mentales podrían llegar a flaquear y debilidad su capacidad.

 

En cuanto, ingresó al tunel una luz la deslumbró y notó como ahora si, conseguía salir del portal, se encontraba en la pirámide de las siete puertas frente a Sauda.

 

—Arcana. —fue todo lo que dijo, mientras miraba el anillo de aprendiz que conservaba en su diestra.

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Sonrió como hacía mucho tiempo no lo hacía o, al menos, como hacía tiempo no se lo permitía. Ser una antigua Arcana la obligaba a mantener una actitud serena y parsimoniosa al estar frente a los cada vez menos numerosos y entusiastas aspirantes a conocer en profundidad la complejidad de un arte tan viejo como la Oclumancia. Sin embargo, tanto en el transcurso de las lecciones como en aquella oportunidad, la bruja que ahora tenía nuevamente en frente había resultado una excepción a esta última regla: la naturalidad para aprender y aprehender los conocimientos impartidos y su pericia innata para hacer uso de la habilidad eran dignos de mención. Por tal motivo, le había sorprendido la decisión de aquel ente mágico de perpetuar varios minutos más su experiencia dentro de la difícil prueba del portal.

 

Al seguir con la mirada como Mia abandonaba la mística puerta y ésta se cerraba con un estruendo tras sus primeros pasos, Aailyah la recibió con los brazos apenas extendidos a ambos lados a la altura de su cintura. Dejó su rojiza vara de cristal levitando armoniosamente en el aire y se acercó para cruzarla con mayor presura. La miró directo a los ojos, atravesando con su mirada aquel brilloso verde como si pudiese leer en él cada mínimo pensamiento que atravesaba su cabeza y, de hecho, sus habilidades mágicas le permitían hacerlo. Sin embargo, la Arcana de la Oclumancia se dejó llevar por lo superficial en ellos: extrajo de su expresión la característica seguridad de la joven, sabiendo que la a veces impredecible dureza del portal no había doblegado su ser. Frenó cuando llegó junto a ella.

 

-- Bienvenida, Mia. - su voz, poco permeable a demostrar emociones fuertes, esta vez denotaba una genuina felicidad. - Cumpliste tu objetivo con creces ¡Enhorabuena! Te has vinculado exitosamente con la Oclumancia y el anillo lo demuestra.

 

La mirada de Sauda descendió progresivamente por el brazo de su alumna hasta encontrarse con el anillo de aprendiz, que ahora no era tal: al abandonar su portadora el portal airosa, éste se había convertido en un anillo de habilidad con características estéticas similares al que portaba la Arcana. Aailyah lo había descubierto al segundo inmediato a que Mia abandonara el portal, pero siempre recibía con cierta satisfacción la expresión de sorpresa y felicidad que solía embriagar a quienes superaban la Prueba. Simplemente dejó que la decidida mujer pasara a su lado, tomo nuevamente del medio su vara de cristal de tono rubí y la acompañó hasta la salida de la pirámide, sabiendo que no volvería a visitar el lugar hasta instruir a más inspirantes en la habilidad.

 

-- Una vez más, felicidades.

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