Infernus

[Jeremy Triviani]

Jeremy siente la mano de Tauro que lo ayuda a llegar hacia la puerta. Por más que tratara de concentrarse en el presente, su mente volvía una, otra y otra vez al pasado. Abriendo las heridas que pensaba había curado hacía mucho tiempo. Pero no. Aun seguían doliendo. Sabía que debía dejarla allí porque no podría continuar de un momento a otro. No iba a servirle.

 

-No podemos seguir llevándola -Dijo con un hilo de racionalidad -Tengo que dejarla aquí… Mamá… -Carraspeó negando con la cabeza, no quería volver a ver a la gitana, no estaba preparado para eso - Candela la cuidara. La dejare aquí, y ella vendrá por Zoe. ¿Vendrá verdad? -Preguntó totalmente conmocionado. Él estaba entrenado, como cualquier soldado, para jamás abandonar a ningún hombre, pero ahora debía hacerlo - Lo siento, lo siento mucho -Murmuró con los ojos llenos de lágrimas, mientras acomodaba el cuerpo de su hermana muerta al lado de la puerta oxidada, poniéndola como si estuviera sentada descansando.

 

Luego se arremangó y utilizo la marca tenebrosa para llamar a la Matriarca Triviani. Antes de ponerse de pie, decidido a hacer lo que debía por el bien de todos. ¿Tenía recepción el llamado mortífago en el infierno? ¿Cruzaría la gitana la habitación de la culpa para ir a buscar a su hija? Jeremy esperaba que sí. Sino, lo demás seria en vano. Sin mirar hacia atrás, apretó la varita con fuerza antes de seguir a la peliazul.

 

Detrás de la puerta había silencio y oscuridad. Jeremy tardó solo unos segundos en que sus ojos se acostumbraran a ella. Solo los sentidos del olfato y el sonido parecían estar activos. Escuchaba un goteo, antes de que Tauro empezara a colapsar frente a él. Se arrimó a su lado, antes de quedar en trance viendo recuerdos que no le pertenecían. Sintiendo el dolor de la mujer en su propio cuerpo y la ira que salía en formas de lágrimas por sus ojos.

 

-No llores -Ordenó con brusquedad, queriendo no sentir nada. ¿Porque tenía que pasar por todo eso? La furia empezaba a inundarle el pecho. -Tenemos que continuar.

 

Un grito que salía desde el interior de las paredes, llenó el silencio de la habitación aturdiéndolos con su volumen, era un lamento, una agonía en forma de sonido. El vampiro sabía que era la voz de Zoella.

 

 

@ @@Candela Triviani @

[Tauro M.]

[justify] No llores -las palabras de Jeremy llegan para hacerle recordar que de nuevo, todo ocurre en su cabeza, que las emociones son reales, que sus recuerdos lo son también, pero que ninguno de los protagonistas de esa historia, a excepción de ella, están ahí. Rachel está a salvo y su padre... bueno, jamás supo de él, pero a diferencia de lo que la mayoría hace, ella jamás se llenó de esperanzas y en su momento aceptó que él ya estaba muerto.

 

- No me vuelvas a decir que hacer —le responde, tajante, está a punto de replicar algo, pero el mismo sonido que escucha él, lo escucha ella y sabe que deben darse prisa. Es consciente de que han pasado mucho tiempo allí abajo, pero aun les falta una prueba final, quizás la más dificil de todas, porque están a punto de entrar a la habitación donde todos los sueños se hacen realidad. ¿Y por qué es peligrosa? Porque si terminas por creer lo que ves allí, no vas a querer volver y entonces pasarás a ser parte de ellos, un alma más en pena que se lamentará por el resto de la eternidad.

 

De inmediato Tauro se seca las lágrimas, no es momento para llorar, sabe que algún día tendrá la venganza que tanto busca, pero de momento no. Están allí por algo que va más allá de sus intereses personales, se trata de Jeremy y su hermana y aunque no se siente cercana a él ni hay nada que los una, algo en su interior le dice que lo tiene que ayudar. Ella puede que sea desconfiada con las personas, pero se puede decir que su instinto si es de fiar.

 

— Tienes razón, tenemos que ir. Una habitación más y la encontraremos.

[Zoella Triviani]

El horrible hombre se encontraba sobre mi, lanzando cachetadas y ahorcandome cada tanto. Gritos ahogados junto a tos era todo lo que me permitía soltar. Sabía que quería me rindiera y rogara piedad o mi muerte. Poco me faltaba para hacerlo, la tortura que estaba infringiendo sobre mi dolía mas que mil apuñaladas. Lo sentí soltar mi cuello y mis pulmones tomaron aire rápidamente. Hasta que una oscuridad llego a mis ojos, volví a gritar que me soltara, amenace con matarlo con mis propias manos a penas lograra soltarme. Pero nada sirvió.

 

Un pitido ensordecedor llego a mis oídos junto a una inmensa pesadas. Abrí mis ojos y aparecí en una cama, con un brazo sosteniendo mi cintura. Ese aroma, Jeremy me sostenía fuertemente contra su cuerpo, nuestros cuerpos desnudos cubiertos por una sabana. Intenté levantarme, logrando me liberara y lo vi, mi vientre crecido. Mis ojos se cristalizaron, ese anhelo que él me había arrebatado al no volver estaba siendo ilustrado ante mis ojos. No reconocía el cuarto, pero su rostro calmado mientras dormía me recordó a todas las noches en las que lo observé descansar.

 

Caí de rodillas, llorando desconsoladamente mientras acariciaba mi vientre. Siempre añoré pasar mi vida a su lado pero él se encargó de romper mis ilusiones al no volver. Grité, grité tan fuerte como nunca lo había hecho, grité sintiendo ese fuerte dolor reaparecer en mi pecho. Grité, lamentándome por no decirle de mi embarazo la ultima vez que lo vi.

 

Nuevamente todo se volvió negro y cuando me orienté me encontraba suspendida sobre el suelo, siendo sostenida por mis muñecas desde unas cuerdas. Me moví un poco pero nada, de mis ojos las lagrimas salían a borbotones junto a pequeños sollozos. Lo odiaba, lo odiaba con toda mi alma, pero mas odiaba que a pesar de todo le amaba, como el primer día en que nos juntamos en el lazo de sangre.

 

Y fue ahí, en medio del Tartaro donde me sentí más rota que nunca, herida, lastimada, destrozada. Deseaba acabar con esto, pero me lamentaba no haberme despedido de Dennis antes de morir, pero ya era un hecho, nadie vendría por mi alma en pena. Mi cabeza caía hacia adelante, rendida totalmente. En mi campo de visión reapareció la misma figura que había estado a mi alrededor durante todo este tiempo. Se sentían como meses, meses de tortura inigualables a los de mi adolescencia.

[Jeremy Triviani]

Jeremy ni se molestó en disculparse. Las lágrimas de la mujer ya le hacían sentir un poco culpable por haberle hablado en mal tono. Levantó la mano para agarrarla, pero decidió que no era el momento. Estaba empezando a sentir que frío en la herida que le había dejado el demonio debajo del ombligo. No sabía si era normal. Pero… ¿Que era normal en esos momentos? Estaba en el infierno. No había nada lucido en eso.

 

-No, espera… -Le dijo a Tauro antes de que abriera la puerta - ¿Está muerto? ¿El hombre con el bebé?

 

Jeremy empezó a sentir miedo. No sabía bien porqué, pero no quería cruzar la última puerta. A pesar que saber que Zoella estaba después de eso, su cuerpo se negaba a seguirlo. Nunca le había faltado valor para nada, para hacer nada, pero esta vez, la furia no estaba empujándolo a actuar, sino que lo mantenía estancado en el mismo lugar. Volviéndolo prudente.

 

-Tenemos que encontrar a Zoella y pase lo que pase, quiero que te lleves de aquí su alma y la pongas en su cuerpo -Dijo rompiendo el denso silencio que se había creado - Tráela a la vida.

 

Otros gritos desgarradores volvieron a dejarlos sordos. Esta vez parecían más altos y desesperados. ¿Ellos también sentían que se acercaba el desenlace?

[Tauro M.]

Tauro no desea retomar aquella conversación y mucho menos tenerla con Jeremy. Detesta el hecho de que él haya tenido acceso a sus recuerdos sin ella haberle dado permiso, pero detesta más la idea de que al conocer esa parte de su vida de alguna manera lo use en su contra. Su vulnerabilidad ante los sentimientos no son algo con lo cual se sienta muy cómoda.

 

— Yo.. no quiero hablar de eso contigo —le responde, con el rostro neutral, no quiere volver a pensar en el dolor, revivir aquella escena de nuevo cuando ya había tenido suficiente de ello. El paradero de su hija Rachel es desconocido incluso para ella, porque esas habían sido las instrucciones después de haberse visto en la boda. El tema de su hija es algo que se toma muy en serio y no está dispuesta a brindar ninguna información al respecto.

 

Escucha con atención las palabras de Jeremy y asiente, sin estar muy segura de por qué se siente tan comprometida a ayudarlo.

 

— Haré lo que sea necesario para traerla a la vida, pero necesito que continuemos, ella está al otro lado, lo prometo.

 

Los gritos llegaron como si todas las almas en pena estuvieran sufriendo al mismo tiempo, pero estos solo correspondían a alguien en específico. El alma de Zoella estaba sufriendo. Y mucho. La urgencia se había transformado en un asunto de vida o muerte, de manera muy literal y sea lo que sea que encontraran en la otra habitación lo tenían que afrontar.

 

— Vamos, hemos atravesado mucho como para que te rindas ahora mismo, no le hagas esto a tu hermana —sin saber si aquello va a causar alivio o más bien culpa, ella quiere encontrar la manera para que el vampiro encuentre las fuerzas para seguir adelante. La puerta se abre y en el otro lado, les espera una luz que los deja ciegos por un momento en lo que se acostumbran sus ojos, pero al abrirlos se encuentran con la escena más hermosa y cruelmente irreal que alcancen a imaginar.

[Jeremy Triviani]

Había llegado el momento de cruzar. El vampiro lo sabía, y las palabras de Tauro le confirmaron que Zoella estaba del otro lado. Los gritos desgarradores ya no le estaban afectando, más bien, estaba seguro que pronto él sería uno de los que gritara de aquella forma. Le costó poner en movimiento. Aun le dolía la herida del demonio, pero no tanto como su corazón roto. ¿Alguna vez volvería a ser feliz?

 

 

La luz detrás de la puerta lo dejó por unos segundos. Era blanca y de una espesura, que rápidamente se diluyó como el viento, mostrándole algo que no esperaba ver. Zoella reía, viva y plena bromeando con Matthew cerca de la chimenea. Estaban en el Refugio Askar. Parecía ser una reunión familiar a la que habían llegado tarde. Anne radiante con una sonrisa, se acercó al vampiro con un niño en brazos. Repitiendo la primera vez que la viera, aunque el niño no era su nieto. Tenía cabello blanco como ella, y ojos azules como los de él.

 

 

-Llegas tarde -Le reprocho antes de besarlo y pasarle al niño.

 

 

Jeremy con el alma triste, se vio sosteniendo a un niño, mientras caminaba hacia la mesa larga donde había más personas. Pudo ver a Callum y su melliza Cyrsse, en una de las puntas, hablando con tranquilidad. El Askar llevaba una botella en su mano y una rosa que hizo aparecer en la otra para la dama que tenía al lado con cabello rosa, que resulto ser Mery.

 

 

-Tengo que… -Empezó a decirle a Anne, pero se vio interrumpido con la entrada de Candela de la mano de ¿Aaron? Sí, eso parecía, sin poder evitarlo sonrió ante lo absurdo de aquello. Pero la risa jamás llego a salir cuando Rachel apareció en escena. Estaba con el cabello suelto en compañía de uno de los elfos beduinos del Refugio.

 

 

-Prueba el Borsch, tiene un toque exótico en las hierbas -Recomendó, tomando asiento - Kam me paso la receta.

 

-¿Kam está aquí? -Preguntó Jeremy mientras, acomodaba al niño en el regazo de Anne, para poder comer.

 

 

-Todos están aquí –Respondió Anne, mientras lo ayudaba con Beltos.

 

 

 

El tazón tenía un rojo bastante profundo, el vampiro podía oler todos sus condimentos, se le hizo agua la boca. Sonrió a su prometida. Estaba tan preso de la fantasía, que en ningún momento se le dio por buscar a Tauro. ¿Dónde estaba?

 

 

 

@

[Zoella Triviani]

El hombre me observaba expectante, con esa sonrisa tenebrosa y de dientes putrefactos. Lo miré con mis ojos chispeantes de furia y sólo pude escupirle, cayendo mi saliva en todo su rostro. Su expresión fue severa, y una risa brotó de su garganta, risa que presumí se escuchó en todo el infierno. Tomó mi cuerpo y lo desató para dejarme tirada en el suelo. Intenté levantarme y no pude, sentía cada porción de mi alma como gelatina. Observé como aquella figura masculina se alejaba y comenzaba a buscar detrás de una gran roca.

 

Giré mi vista a todos lados y sentí ahí el resonar de su estridente voz - Ni se te ocurra seguir viendo posibles escapes. Tú alma está inmovilizada y poco a poco me estoy consumiendo tu energía vital. Una vez termine contigo, poseeré tu cuerpo e iré por tu hermano... Tú padre me debía un favor y como no ha saldado su deuda, te tomaré a ti por pago - Una ultima mirada me dio, antes de seguir buscando.

 

¿Mi padre? Jamás había escuchado cosa alguna del mago encargado de poner la semilla en Candela, semilla que tiempo después daría fruto a mi nacimiento. Meses llevaba tras su búsqueda, y ningún indicio de aquel hombre había llegado a mi. La incertidumbre reinó en mis pensamientos, distrayéndome de la repentina cercanía del gran hombre. Me tomó por los brazos y pasó mi cuerpo sobre su hombro. Sentí temblar cada parte de mi piel, que comenzó a erizarse.

 

Al cabo de segundos sentí un fuerte dolor en mi cabeza junto a una sensación de dureza bajo mi cuerpo. Miré, y le vi con un cuchillo en su mano, intenté alejarme pero nuevamente estaba siendo sostenía contra la mesa.Y ahí, le vi acercar el cuchillo a mi abdomen con la clara intención de abrirme.

[Tauro M.]

En cuestión de minutos Tauro se acostumbra a tanta claridad, después de haber pasado por sitios con tan poca luz es normal que se sienta en el exterior, inclusive. Su instinto le dicta que primero debe buscar a Jeremy, pero al minuto siguiente ese nombre le deja de parecer conocido. Sus pensamientos se ven distraídos por el bullicio que proviene de ¿la cocina? De inmediato siente curiosidad y sin más persigue el sonido. Al entrar a lo que confirma que es la cocina, se encuentra con la reunión más feliz y agradable que haya podido presenciar.

 

Por un lado se encuentra su hija, Rachel, acompañada de un hombre que luce como ella, él está a su lado, con actitud protectora. Tauro le sonríe y él le sonríe de vuelta, ella está feliz de que Padre e Hija por fin estén juntos. Por otro lado Beltis se encuentra allí, sin ninguna copa en la mano, hablando animadamente con alguien a quién Tauro no logra identificar de inmediato, pero por el cual siente cierta familiaridad.

 

— ¡Sophie! —por supuesto que ella está ahí, ¿de qué otra forma podría ser? Se aproxima a ella y la envuelve en un fuerte abrazo. Aprovecha la ocasión para presentarlos a todos, pero lo cierto es que ellos ya se conocen, de hecho han estado hablando sobre ella y compartiendo cada una de sus experiencias. Quedan en hacer aquella reunión por lo menos una vez al mes, sin importar sus obligaciones. Por fin es la hora de que Tauro conozca a la otra persona.

 

— Tauro, creo que ya sabes quién es —se adelanta a decir Beltis.

 

La charla se convierte en risas entre ambos, no hay rencores, no hay preguntas demasiado incómodas y pronto seguirán llegando más miembros de su pequeña familia, incluyendo a su hermana. La cocina parece el mejor lugar para hablar, ninguno quiere irse a otro lado y lo cierto es que ella tampoco. Pocas veces se ha sentido así, verdaderamente feliz, completa. Voltea a mirar de nuevo a Rachel y al Demonio que la acompaña.

 

— Demonio... —repite, esta vez en voz alta. La sola palabra hace mella en su cabeza. ¿Qué está pasando?

[Jeremy Triviani]

La sopa estaba deliciosa tenía el punto justo de cocción además de un ingrediente secreto, que resultó ser un poco de jengibre en su preparación. Jeremy terminó la sopa en silencio, mientras su familia hablaba, reía y rememoraban viejas épocas. No había rencor y la mayoría de los Triviani irradiaban tranquilidad. Lejos de la neurosis que caracterizaba a su familia.

 

 

-¿Qué ocurre? -Le preguntó Anne al verlo pensativo.

 

 

-Siento que algo no está bien -Murmuró Jeremy mirándola a los ojos.

 

 

-Prometimos no hablar de trabajo hoy, es la hora -Le recordó, mientras volvía a pasarle a Beltos, para ponerse de pie con la copa en la mano y golpear al cristal para que todos le prestaran atención.

 

 

Jeremy acomodo al niño en su regazo, mientras le daba un beso en su cabecita plateada. A Pesar de ser su hijo, el niño parecía ser tranquilo, sentía que lo amaba. ¿Sus otros hijos? Busco a Zoella con la mirada, y la vio sentada cerca. A su lado estaban Frankie, Thomas y Ada. Sus niños grandes. Todos miraban expectantes hacia Anne, así que él los imito.

 

 

-Quiero informarles que decidimos tomarnos un tiempo de descanso en familia y nos iremos a Rusia, están invitados a venir cuando quieran –Informó de forma natural, acostumbrada a dar discursos frente a muchas personas. Todos estuvieron felices con la noticia, sabían que Jeremy anhelaba retomar la vida en el bosque donde se había criado.

 

 

El vampiro sonrió uniéndose con su copa, al brindis que propuso Aaron por la búsqueda de más nietos con sangre pura para poblar la comunidad mágica. Instintivamente sin motivo, los ojos del rubio se desviaban hacia Zoella, buscando algo que estaba lejos de entender.

 

[Tauro M.]

No tiene tiempo para procesar lo que su mente intenta hacerle entender, porque en ese momento el padre de Rachel se aproxima para tomarla por la cintura y depositar un suave beso en su mejilla. Tauro le sonriie, está feliz de verlo ahí, de saber que está bien y aunque no estén juntos sentimentalmente hablando, lo suyo duró lo necesario, lo suficiente para que Rachel fuera la prueba del gran amor que alguna vez tuvieron.

 

— Realmente no cambias, sigues siendo igual de coqueto que antes —le comenta. Siguen conversando y riendo sin parar, hasta que nuevos bocadillos son repartidos al igual que bebidas para los presentes. Parece que la noche no va a tener final o que los temas van a sobrar, todo es tan perfecto y maravilloso que Tauro tampoco nota como uno de los demonios de esa habitación le pasa la lengua por la mejilla, como quién saborea a su presa. Y no es el único.

 

Poco a poco los van rodeando, no diez, sino cientos de ellos que hacen el rol de las personas que ellos creen están viendo. De seguir atrapados en la fantasía se olvidarían de cumplir necesidades básicas como comer, dormir, su capacidad de raciocinio inclusive, y llegado el día, en el que finalmente despierten, ya sería demasiado tarde.

 

La bruja de cabellos celeste tiene otro momento de ''despertar'', cuando al preguntarle a su antiguo amor sobre qué había pasado luego de haber estado vagando por el bosque, este no le supo responder.

 

— ¡No sé de qué hablas! Jamás hemos estado en ese bosque. Anda, mejor siéntate, que creo que la champagne se te ha subido un poco a la cabeza.

 

El demonio que ella conoce jamás la habría tratado de esa manera, no habría insinuado que está loca o que lo que dice es producto del alcohol. Él no era así.

 

— No. Algo está mal —piensa en voz alta. Es ahí cuando logra ver su verdadero rostro.

 

— Tú... —empezó a decir, intentando conectar las ideas —¿Qué edad tenía Rachel en ese entonces? — la respuesta era que ni siquiera