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Cacería de Brujas.


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Garden City, Utah.

 

El viento helado bajaba desde las montañas aquella noche provocando que las ramas de los grises centinelas se mecieran y entrechocaran entre si produciendo un extraño sonido que se asemejaba a miles de murmullos que se extendían por el oscuro bosque.

 

El grupo trabajaba silencioso en el claro, solo los gritos, súplicas y llantos de la mujer quebraban la tranquila atmósfera. De largo cabello rojizo y ensortijado se encontraba de pie atada a un largo y ancho poste de madera que se enterraba profundamente en el suelo negro del bosque.

 

-¡No! ¡por favor! – Su cuerpo se agitaba incontrolable mientras sollozaba -¡No soy una bruja! ¡Por favor! – repitió por enésima vez mientras pisoteaba con fuerza la plataforma de madera en la que se encontraba parada con desesperación. Las cuatro personas encapuchadas que se movían alrededor derramando aceite sobre el abundante heno seco que cubría la superficie tanto por encima como por debajo, jamás levantaron la vista hacia la mujer que rogaba por ayuda, es más parecía que ni siquiera sentían su presencia, estaban absortos en su labor.

 

Otro grupo de alrededor de veinte personas todas con largas túnicas blancas y cubriendo sus rostros debajo de puntiagudas capuchas, sostenían largas y delgadas velas negras mientras mantenían la vista clavada en sus pies formando un círculo entorno a la pira.

 

Solo una figura tenía ojos para la mujer que sufría, se mantenía de pie frente a la estructura de madera y parecía estar pendiente de cada palabra, gesto y facción de la pelirroja pero no mostraba intención alguna de interactuar con la cautiva.

 

Cuando terminaron de echar el aceite que cargaban los cuatro encapuchados se dieron medio vuelta ocupando sus lugares en el círculo humano y el observador encapuchado se giró hacia el grupo y habló.

-¡Hermanos y Hermanas, siervos del señor! - su grave voz llenó el claro y logró acallar las desesperadas súplicas de la mujer maniatada al poste detrás de él.

 

-El diablo puso sus ojos sobre nuestro pueblo y sus seguidores caminan entre nosotros, demonios, herejes que venden su alma por poder abandonando el camino de la luz y haciendo el mal al prójimo -

 

-¡Brujas! ¡Magos! - el encapuchado elevó su voz casi en un grito mientras señalaba a la mujer que sollozaba y negaba a su espalda -Practicantes de las artes sobrenaturales nos amenazan a nosotros, a nuestros vecinos, a nuestras familias, y esta mujer… esta bruja, es uno de ellos -

 

-No por favor, ¡Ayuda! ¡Ayuda! - el lamento desgarrador de la mujer era en vano.

 

-La prueba - exigió el encapuchado girándose hacia el expectante público. Uno de los seguidores le tendió la vela que sostenía a la mujer a su izquierda y levantó una caja de madera que se encontraba entre sus pies.

 

Manteniéndola lo más lejos de sí como sus brazos le permitieran avanzó en silencio hacia el hombre que dirigía aquella reunión y le cedió con sumo cuidado el objeto. -He aquí el instrumento maldito que esta bruja utilizaba para realizar prácticas retorcidas y antinaturales - vociferó el hombre mientras abría la pequeña caja y extraía de ella un delgado objeto.

La caja cayó al suelo en tanto el pregonero alzaba ambas manos al cielo y la luz plateada de la luna se reflejaba en la pulida superficie de madera de la varita que sostenía por ambos extremos.

 

-No más - apenas fue un susurro pero todos fueron capaces de oirlo seguido por el “crack” de la madera al quebrarse. El líder arrojó la varita partida a la pira e hizo un gesto con la mano e inmediatamente todo el grupo avanzó con las velas en la mano. Una a una todas fueron arrojadas a la pira y esta encendió inmediatamente.

 

La bruja comenzó a gritar incoherencias mientras su cuerpo se agitaba violentamente presa de la desesperación, cuando el fuego lamió sus pies las súplicas se volvieron espantosos gritos de dolor que crecían a medida que fuego reptaba por su cuerpo. Al final el fuego la envolvió completamente poniendo fin a sus alaridos dando paso al atronador sonido del crepitar de las llamas alimentándose que inundó el claro mientras decenas de pares de ojos observaban en completo silencio el tétrico espectáculo.

Editado por Syrius McGonagall

 

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Salen - Templo del Tiempo

 

La orden del Nox se había reunido por primera vez con los arquemagos, para discutir un problema con una posible amenaza, era momento que sus integrantes tomarán partido en dicho predicamento, aunque sus líderes (@@Crazy Malfoy y @@Mackenzie Malfoy )no habían estado muy dispuesto a dar la cara, pero si a ocuparse de sus órganizaciones, fue por ese motivo que se enviaron invitaciones a todos los integrantes (@@Sombok @@Beltis @ ) era posible que cada uno de ellos tardará en llegar. En aquel sitio se encontraba protegido de los seres sin magia y para aquellos que no fuera parte de algunas de esas dos órdenes.

 

A partir de una media hora de inicio había llegado, quizás era un simple aprendiz pero aun así había sido invito, había escuchado el rumor que invitaría a las otras organizaciones en un sitio neutral pero no estaba del todo seguro. De igual forma, nuestros espías habían relatado como se pudiera celebrar en éste pais internacional sobre el aniversario de la caza de brujas y magos, así como firmar nuevos tratados para hacer una colisión contra aquellos que intentaba atacar a los seres con magia.En ese sentido se había invitado a los italianos (Lucrezia Di Medici ), españoles (@ ), a la organizadora de eventos (Alessandra G. Delacour ), entre otras personalidades internacionales. Y aunque en ambas reuniones se discutiera el mismo tema era posible que no supiera que habían agentes infiltrados no mágicos con intenciones de matarles ¿Cómo era es posible? Se rumorea que estaban alianza con un poderoso mago o bruja o que de alguna forma le doblega la voluntad.

 

Por otro lado, el MACUSA estaba al ojo del mundo por sus declaraciones neutrales y el apoyo prestado a la Orden del Fénix en Gran Bretaña, el caos y desconfianza le restaba imparcialidad para estos momentos y más que el secreto internacional de la magia había sido expuesto y por esa razón se le daba a la caza a magos y brujas americanas era algo que debían dar explicaciones.

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Matt Ironwood.

 

Honolulu, Ohau.

 

 

 

Desde la mesa de madera que eligieron se podía ver la ciudad extendiéndose debajo, estirando sus dedos hacia las montañas y besando al mar en el lado opuesto. El sol brillaba con fuerza en un cielo sin nubes pero una fresca brisa soplaba desde el océano haciendo que el calor no se sintiera.

 

-Gracias – sonrió Matt a la morena camarera que llegó con las dos pintas de cerveza helada que pidieron, a lo que la mujer respondió devolviéndole la sonrisa antes de regresar nuevamente al foodtruck por los camarones.

 

-¿Y que dices? – preguntó Alan desde el otro lado de la mesa. El Ironwood se tomó todo el tiempo del mundo antes de contestar, se llevó su pinta de cerveza a la boca y dio un largo trago que le refrescó todo el cuerpo.

 

-Que estas loco – sonrió a su amigo mientras baja la pinta y aguardaba por la perorata del otro auror, que no se hizo esperar.

 

-Vamos hombre, hace mas de medio año que terminaste tu relación, suficiente duelo – el otro mago dio un corto trago a su cerveza – Anne Marie es prima de Amanda, es sanadora y se muda desde Portland la semana que viene, es linda, inteligente, divertida – comenzó a enumerar con sus dedos –No entiendo porque no aceptas aunque sea un café –

 

-No conozco a esta chica, ella se acaba de mudar a Hawaii con todos los enormes cambios que eso implica y lo primero que hacen es arreglarle una cita con un completo desconocido - el castaño negó con la cabeza antes de tomar nuevamente su cerveza y darle un segundo tragó.

 

-Amanda dice que ella acaba de salir de una relación complicada y que para este nuevo cambio de vida que esta realizando conocer a otras personas le haría bien, entonces ¿que dices Matt? –

 

-Que el próximo viernes estoy libre –dijo al final el mago, quizás no fuera una mala idea, después de todo ¿Qué podía salir mal?.

 

-¡Eso! – el otro mago festejó la decisión de su compañero –No te arrepentirás, verás qu… - Alan se interrumpió a mitad de frase y se observó el bolsillo de su pantalón, Matt también lo sintió, fue como si algo le quemara seguido inmediatamente por una igualmente veloz sensación de frescor. Sabía muy bien de que se trataba, era su placa del FBI, algo pasó y los estaban llamando.

 

-Tenemos trabajo – dijo Matt mientras se levantaba del banco y dejaba unos dolores para pagar por la cerveza a medio tomar y los camarones que jamás probaría, de seguro se enojarían pero al menos dejaban una buena propina.

 

 

 

Oficina del FBI en Honolulu.

 

 

 

 

-Tienen trabajo de campo, en Utah – fue la primera frase que dijo el director de la oficina en Honolulu del FBI, Eric Jacksonpoint – Una serie de homicidios contra magos y brujas están sucediendo desde hace un mes en el pueblo de Garden City al este del estado -

 

-El método que utilizan los homicidas es la quema en una pira, clásico ataque de odio contra magos y brujas desde hace siglos, no es la primera vez que sucede en este país, y ni siquiera en ese pueblo… como verán en el otro archivo en los años 70s siete magos y brujas murieron quemados en la hoguera, tres meses duraron los ataques y después de aquello simplemente se desvanecieron-

 

-Nunca se encontró culpable alguno y el caso se clasificó como inconcluso, hasta ahora –

 

-¿Piensan que se repetirá el patrón? – preguntó Matt mientras leía el informe sobre los tres homicidios actuales.

 

-No estamos seguros, pero ya ven tres homicidios en un mes y no queremos otra cacería de brujas en este país – Eric sentenció mientras se sentaba frente de los tres oficiales elegidos.

 

-¿Rastreadores? – cuestionó Alan levantando la vista de sus informes.

 

-Posiblemente, la oficina del FBI en Salt Lake City solicita ayuda a las otras oficinas en el país para investigar el caso y ponerle un fin antes de que se llegue a repetir una masacre como la de 1970, el MACUSA también se encuentra preocupado por el caso y enviara un congresista, John Lestrange a investigar en la zona, se encontraran con él en Salt Lake City antes de partir a Garden City-

 

-Agentes Ironwood, Bay y Lee son los elegidos por la oficina del FBI en Hawaii para participar del caso, partirán hacia Utah en una hora – finalizó el mago antes de levantarse de su silla, desearles buena suerte y salir de la pequeña oficina contigua al despacho principal del director.

 

-Utah… el estado mormón… ¿Sabes? No me sorprende para nada que una secta de enfermos religiosos este de cacería allí – se encogió de hombros Alan y Matt no pudo mas que reír.

 

 

@@Edmund Browsler

 

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Cheryl

Garden City, Utah.

Cuando la niña abrió los ojos por aquella mañana, jamás se imaginó el destino que a poco le aguardaba.

 

Cheryl tenía tan sólo diez años pero comprendía muchas cosas a su temprana edad gracias a su inteligencia. Sus padres no creían que esto fuera así, pero era porque pasaban muy poco tiempo con ella como para ver las cosas que ella podía hacer. Y cosas fuera de la común.

 

La niña comprendía muy bien lo que sucedía en su pequeño pueblo. Mujeres eran acusadas de ser brujas y eran ejecutadas por un señor que visitaba su casa por lo menos una vez al mes. ¿Qué era lo que buscaba? Ella tenía poco conocimiento de ello, así que se mantenía lo más alejada posible de él pues sus intenciones para con la familia no le parecían buenas. De hecho, no sabía porque sus padres le daban tanta cabida en su hogar, a tal punto que dejaban que el hombre maligno -así era como le llamaba para sí misma- merodeaba y hurgaba entre sus cosas. Algunas veces se quedaba a dormir también. Noches en las cuales Cheryl no pegaba un ojo pues temía que el hombre maligno ingresara a su habitación.

 

Las cosas fuera de lo común que hacía Cheryl eran cosas que se mantenía para sí misma. No quería contarlas, especialmente por lo que sucedía en el pueblo. Ni siquiera a sus padres. La niña podía hacer elevar objetos, hacerlos desaparecer también y hablar con las serpientes.

 

Sí, Cheryl era una bruja. Y muy en el fondo, ella lo sabía. A pesar de que no tenía una de esas varas de madera con las que acusaban a las mujeres de brujas antes de llevarlas a la horca.

 

La pequeña bruja siempre iba con sus padres a las ejecuciones pues estos eran fieles seguidores del "líder" de las mismas. Era el predicador de la iglesia a la que asistían. Escuchaba atentamente el discurso que ella consideraba retrógrado dado que ella creía en la diversidad. Si existían magos y brujas, como aquel hombre decía, pues para ella eran bienvenidos a convivir con ella. Cheryl no sabía cuantas ejecuciones habían pasado desde entonces, es decir, sí había contado a las que ella había asistido, unas cinco, pero desconocía el total porque no sabía cuáles habrían sucedido antes de eso. A pesar de que a ella le hubiese gustado verlas, no por gusto, sino por empatía hacia las mujeres condenadas; no obstante, su madre siempre le cubría los ojos para que no pudiese verlas.

 

Y con los ojos cerrados, muchas se concentraba queriendo romper la soga con su mente pero nada sucedía. Regresaba a su casa decepcionada pensando que tal vez no era una bruja después de todo. O que nunca iba a ser una bruja poderosa.

 

Aquella mañana, la niña se alistó y salió a desayunar como siempre. El hombre maligno llegó poco después. Su mamá ya le había dicho que iba a ir a desayunar.

 

- Esta noche tendremos una nueva ejecución, espero verlos allí -dijo con su voz grave-. Estamos erradicando a las brujas de Utah, pronto podremos librarnos por completo de esa plaga.

 

- Ellas no son una plaga, son personas -dijo Cheryl, sin poder contenerse.

 

Los padres de la niña le lanzaron miradas asesinas.

 

- ¡Cheryl! -exclamaron al unísono-. ¡A tu cuarto!

 

- Mamá, es la verdad, él no puede hacer eso... ¡Es contra la ley! -Y cuando exclamó eso, el vaso que el hombre maligno tenía en sus manos explotó, ocasionándole algunas incisiones en su mano derecha.

 

Hubo un largo momento de silencio y el hombre se levantó de la silla, caminando hacia ella.

 

- ¿Y qué tenemos aquí...? Una pequeña bruja.

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Emily
Garden City, Utah.
En horas de la tarde.

 

—¡Emily…! no seas imprudente niña. —se quejó el hombre alto, de cabello entrecano. Que Regañó a la joven con el ceño fruncido mientras cerraba con llave la puerta. —Guarda eso o juró que te la vuelvo a quitar —la amenazó.

 

—Perdón...perdón. —respondió la chica que se apuró en guardar la varita en su bolso.

 

Desde hace unas semanas sus tíos se estaban comportando de una forma muy extraña o bueno, más extraña de lo que normalmente eran. No la dejaban salir sola de casa, la iban a dejar y a recoger de la casa de su amiga Anna, querían saber cada uno de sus movimientos y le tenían absolutamente prohibido realizar cualquier tipo de magia. Incluso le habían dado un celular, si, a ese extremo de paranoia habían llegado.

 

Siguió a su tío Ben hasta el auto haciendo muecas por la forma en que miraba alrededor, como si temiera que pudieran descubrirlos haciendo algo ilegal.

 

—El cinturón— dijo él poniendo ya en marcha el vehículo.

 

Permanecieron en silencio, no quería hacer enojar a un más a su tío y que al final decidiera no dejarla ir a casa de su amiga. Esa tarde tenía planeado verse a escondidas con Will y por nada del mundo pondría eso en peligro, ya que finalmente le podría demostrar que era una bruja. Una sonrisa tonta apareció en sus rosados labios tan solo de pensarlo.

 

—… a las siete…Emily. ¿Me estas escuchando? —preguntó su tío que estaba un poco exasperado.

 

—Si. Vendrás a verme a las siete. No puedo salir sin la compañía de alguno de los padres de Anna y no puedo hacer magia fuera de su casa. —recitó como si lo supiera de memoria —De verdad no entiendo por qué están así, no he hecho nada malo para que me tengan castigada — dijo molesta.

 

No se quedó a escuchar las escusas de Ben, se las sabía de memoria y no las creía ni por un segundo. Ya en el interior de la casa, Anna lo tenía todo bajo control y preparado para que ella, como todos los días desde que había llegado, saliera a hurtadillas. Sin embargo, algo marchaba mal cuando llegó a la apartada banca del parque en donde acostumbraba a encontrarse con Willian. Él nunca llegaba tarde. Pasó cerca de media hora hasta que el joven pelinegro apareció de entre los árboles, llevaba gafas a pesar de que no estaba haciendo mucho sol.

 

—Pensé que no llegarías…—dijo contenta al verlo. Él sonrió, pero no era esa sonrisa vivaracha a la que estaba acostumbrada —¿Pasa algo? —preguntó.

 

—Nada. ¿Y lograste que tu tío te la devolviera? —preguntó.

 

Cuando Emily saco la varita de su bolso, la movió unas pequeñas bombas de colores aparecieran de la nada. Ella sonreía de oreja a oreja, pero Will se mantenía sería y por un momento creyó ver algo de miedo. ¿Acaso se había equivocado en confiar en él?

 

—¡Guárdala! rápido… Tienes que irte... —Dijo él repentinamente nervioso —Ve donde Anna y espera a tu tío... —Entonces el nerviosismo se convirtió en miedo y luego del miedo vino la cara de culpa —Lo siento ... —Lo escuchó decir justo en el momento en que un pañuelo le tapaba la nariz y la boca y unos brazos fuertes la sujetaban.

 

A la mañana siguiente.

 

 

— ¡Cheryl! ¡A tu cuarto! — fue lo primero que pudo escuchar con claridad.

 

El efecto de lo que sea que usaran para dormirla estaba desapareciendo poco a poco y la mente de Emily empezaba a aclararse. Todo el cuerpo le dolía, no tenía ni idea de donde estaba, sus ojos estaban vendados con una tela blanca que a duras penas la dejaba distinguir figuras borrosas. Las manos y los pies estaban amarrados y la posición en la que la habían dejado era tan incomoda que había empezado a dejar de sentir el brazo izquierdo.

 

Trató de pedir ayuda, pero sus labios estaban tapados con una cinta, el único ruido que salía eran unos gemidos que estaba segura no podrían escuchar. Estaba aterrada. ¿Por qué le hacía eso a una chica de 17 años? ¿Por qué William le haría eso? ¿Por qué no le había hecho caso a su tío Ben? Eran algunas preguntas que rondaban la mente de la joven y que había empezado a temblar.

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JOAN ARMSTRONG

Agencia Federal de Vigilancia Encubierta y Obliviación de No-Majs

Esa mañana hay otra noticia de Garden City, Utah. Es el tercer asesinato en un mes, con el mismo modus operandi: quema en una pira. Para la comunidad mágica aquel método tiene un gran significado: recuerda a los temibles juicios de Salem, a los posteriores crímenes de odio contra presuntos magos y brujas. Lo cierto es que en una gran cantidad de ocasiones eran los nomajs las víctimas de la intolerancia y el odio de sus iguales; habían magos que lograban escapar, mientras que los nomajs no tenían escapatoria. Pero esta ocasión es diferente. El Magicongreso confirmó, ante la insistencia de los medios, que las tres víctimas eran magos. Y como era de esperarse, aquello provocó una oleada de artículos y manifestaciones anti-nomajs. Joan aborrece lo que sucede tanto como cualquiera de sus iguales, pero incitar al odio no es la solución. Ella no desea muertes ni de magos ni de nomajs, tampoco quiere ver manifestaciones satanizando la magia o la ausencia de ésta.

 

A veces se pregunta si la solución no sería abolir el Estatuto Internacional del secreto y unir ambas comunidades. Es una bonita fantasía, pero sabe que es una utopía. En ambos lado hay resentimiento, prejuicios e ignorancia. «Y hasta que no cambiemos, no habrá otra solución más que seguir ocultándonos».

 

Como agente de la AFVEO, Joan debe investigar la evidente ruptura del Estatuto. Si el asesino es un nomaj como presumen, ¿cómo averiguó que sus víctimas eran magos y brujas de verdad? Honestamente, espera que aquello sea obra de nomajs pues la alternativa de los rastreadores, un rumor que se comenta en la comunidad, le parece mucho más macabra. Por los momentos es la única agente asignada al caso. Como le ha informado su superior, viajará a Salt Lake City donde se encontrará con agentes del FBI y dicen las malas lenguasun congresista del MACUSA.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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CONCILIO DE LAS ERAS

Lugar Desconocido


Es una agrupación fuera de toda percepción, legal y gubernamental, a pesar de que los sacerdotes y sacerdotisas constituyen una raza aceptada socialmente, pocos saben realmente el alcance de aquellas personas, el resto los percibe como afines con la naturaleza, las pociones y los elementos. Lo cierto es que además de ello, algunos tienen dones, que junto con el hecho de ser magos y brujas se desarrollan a tal extremo de conciderseles un peligro para la sociedad y el mundo mágico, ni hablar de los muggles. Por otro lado esta la añadidura de que algunos de los sacerdotes y sacerdotizas, pertenecientes a clanes por todo el mundo, tienen la sagrada misión de resguardar objetos, pociones, lugares y secretos que revelados o entregados a magos indebidas y/o líderes gubernamentales crearían un caos y el mundo como se le conoce dejaría de existir.

El Concilio de las Eras agrupa, protege y resguarda a cada uno de esos magos y brujas con dones sacerdotales desde su nacimiento, inclusive; es un trabajo arduo y casi nunca reconocido, pero tiene que hacerse por el bien común, por el bien del equilibrio y por la raza misma. Muchos de los "elegidos" ni siquiera saben de sus dones y herencia sacerdotal, hasta edades avanzadas, pero los miembros del Concilio, donde incluso se dice que comulgan arcanos con dones precisos de videncia, legilimancia y otros, si lo saben y vigilan su evolución, interviniendo solo cuando es necesario y cuando la preservación de la vida lo requiere.

Últimamente algunos de estos "elegidos" han sido capturados y desaparecidos del plano físico, y se sospecha que alguien más tiene conocimiento no solo de los actuales sacerdotes, sino de quienes serán a futuro estas personas que aun no han florecido o lo que custodiaran a futuro.

Las alarmas se han prendido cuando una de las sacerdotisas fue capturada y quemada en una pira en el estado de Utah, en la localidad de Garden City, lamentablemente fue demasiado tarde para rescatarla, por eso tras una revelación se ha emitido una alerta a todas las sacerdotisas y sacerdotes del mundo, para que se mantengan en guardia. La élite o guardianes del Concilio planean hacer acto de presencia en aquel poblado para proteger a unos pocos magos y brujas en peligro que aun no conocen su potencial.

Utah, Garden City

La magia sacerdotal de Cye siempre es más fuerte al abrigo de la naturaleza, por eso su presencia se materializa tras uno de los árboles en el lago Bear Lake, a cierta distancia del pequello poblado, que justamente se erigió a orillas de este lago.

Una vez que el cuerpo de la suma sacerdotisa del Concilio de las Eras toca tierra la bruja de cabellos dorados hace un paneo visual, nadie esta cerca y por ende nadie la nota, y aunque no es la mejor hora del día para camuflarse, tampoco es la más transitada, pues apenas en las casa se esta sirviendo el desayuno.

La Lockhart extiende su mano derecha en la que "Belisama" su varita de arce con grabados druidas, se encuentra sujeta y ejecuta entonces un par de floritura mediante las cuales su acostumbrada túnica blanca ha sido sustituida por ropajes propios de la localidad.

Luego enfoca su mente en algo más importante, un llamado que surge y fluye sin lechuzas o pergaminos, (medios completamente rastreables y capturables) comunicación mental con sus iguales, para pedirles apoyo y presencia.

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@, @@Edmund Browsler, @, @@Reena Vladimir, @@Xell Vladimir Potter Black
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Matt Ironwood.

 

Salt Lake City, Utah.

 

 

Cuando era niño amaba viajar por la red flú, no había nada más emocionante cuando sus padres anunciaban que irían a determinado lugar por la chimenea, Matt sentía que era alguna especie de ente capaz de controlar el fuego y viajar a cualquier parte que quisiera, sin agregar claro esta lo divertido y emocionante que resultaba el trayecto.

 

Años después aún seguía disfrutando aquel medio de transporte, le resultaba más mágico que la desaparición aunque esta resultara más útil y con una mayor cantidad de opciones, pero el encanto de la Red Flú era insuperable.

 

Las llamas de un brillante color verde que lo envolvían desaparecieron en cuanto sus pies dejaron de girar y se apoyaron sobre un leve capaz de cenizas frías dentro de la enorme chimenea en el hall de entrada a la Oficina del FBI de Salt Lake City.

 

El Ironwood pudo sentir el crepitar de otras llamas a su lado, señalándole que sus compañeros también llegaron sin problema. Se quitó las pocas cenizas que tenía sobre la ropa y con cuidado salió por la enorme abertura de la chimenea hacia el amplio pasillo de mármol blanco veteado del otro lado.

 

No había palabras para describir lo arquitectónicamente bello y elegante que era aquel lugar, un amplio y largo pasillo de granito blanco pulido conducía desde de una dorada puerta de entrada hacia un enorme mostrador de madera donde se podía ver a un mago trabajando, paredes y largas columnas acanaladas de mármol veteado se estiraran hacia un altísimo techo en relieve.

 

Del lado izquierdo 7 chimeneas con aperturas de hasta dos metros y medios brillaban con una capa de pintura dorada del otro lado y en medio de cada juego de columnas unas delgadas ventanas reglaban unas vistas preciosas de la ciudad, se podía ver que recientemente había estado nevando.

 

-Espero que nunca visiten nuestra oficina en Ohau – bromeó Alan a su derecha.

 

-Si esto te parece impresionante, visita la oficina en DC – sonrió Jessica Lee, una hermosa bruja de largo cabello oscuro y delicadas facciones.

 

-Mejor no hagamos esperar a un senador – apremió Matt mientras alzaba una mano en señal de saludo al hombre que se encontraba tras el escritorio en la recepción.

 

Luego de presentarse y recibir el pase que los señalaba como agentes colaboradores de Hawaii fueron conducidos a una pequeña pero elegantemente amueblada habitación para su primera reunión con el director del FBI estatal y con el senador enviado por el MACUSA, John Lestrange.

 

 

-Buenas noches señor Senador – estiró su mano el auror para estrecharla con el político –Agente Especial Ironwood, de la oficina en Ohau – se presentó para después repetir el saludo con el director adjunto.

 

Mientras tomaba asiento entorno a la mesa central y un agradable fuego crepitaba en la pared, el anfitrión informó que dentro de unos minutos se les uniría una enviada de la Agencia Federal de Vigilancia Encubierta y Obliviación de No-Majs, fue decir aquello cuando el picaporte de la puerta giró.

 

 

@@Edmund Browsler @

 

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El Concilio de las Eras, lugar desconocido:

 

Mantener el equilibrio interior es algo que me costaba mucho últimamente. Teniendo clara mi percepción de la vida tal como se daba en el pueblo, en la actualidad, me costaba mucho delimitar qué estaba bien y qué estaba mal, hasta el punto que podía justificar alguna acción por la finalidad a conseguir. Era ese momento en que no te importa hacer algo que, en otras circunstancias, podrías tachar de imperdonable. Ese deseo injustificado de hacer algo mal crecía y crecía. Lo reconocía, las ganas de matar a esa persona y acabar con todo problema eran cada vez más ansiables; muerto el perro, se acababa la rabia, decía un refrán muggle.

 

No me podía permitir ceder a esos impulsos. Me conocía, era tan explosiva que podía quemar medio pueblo de Ottery antes de darme cuenta de lo que hacía. Es por ello que ahora estaba allá, en el templete de la mansión Vladimir, junto al árbol sagrado que había mandado plantar Reena, mi compañera sacerdotisa de antaño que ahora había dejado el hogar en manos de su novata hija Xell. Allá estaba, sentada y con los ojos cerrados, intentando mantener equilibrados aquellos sentimientos insanos y tan atractivos, para poder conservar la poca pureza sacerdotisal que aún me quedaba. Muchos habían sido mis pecados pero de todos me había arrepentido ante las Sumas de Avalon, a dónde había acudido, compungida por el peso de acciones buenas, malas, no tan buenas, pecaminosas, y donde me habían permitido volver a ser yo, la sacerdotisa que un día acudió a sus orillas en busca de protección y se fue convertida en Suma Sacerdotisa.

 

No presumía de mi rango. En realidad, no se puede alardear de ello, más bien es una carga con muchas más obligaciones de las que se prevén cuando lo adquieres, más del que te avisan cuando te ponen la túnica blanca de ribetes dorados y tu hoz se transforma en un objeto dorado, cuando adquieres la vara que te acompañará hasta el final de los días. Ser Suma Sacerdotisa no es un regalo; en un honor y un orgullo pero también un compromiso.

 

Por ello, allá sentada delante del árbol sagrado de la mansión, cuando me llegó la llamada del Concilio de las Eras, me sentí preocupada. Pocos eran los dignos a ser llamados pero esta Llamada no se podía ignorar. Significaba mucho: obligación, demanda de auxilio, protección. Compromiso. Además, sin dudarlo, reconocí la mano de Cye y eso dispersó cualquier duda que hubiera tenido. Mi cuñada no usaría esa Llamada sin un motivo. Era mi primera vez, y no iba a fallar. No le fallaría nunca a ella.

 

Me levanté y miré a mi alrededor. Me hubiera gustado despedirme de mi familia. Pero no había tiempo que perder. Llevaba puesto el sayo marrón e invoqué mi vara de cedro blanco. No miré más que el árbol y me diseminé. Sí, es algo muy inusual pero sí, una forma elegante de partir, de abandonar el calor de mi hogar para acudir a una llamada de un futuro incierto. Pero sí, me desaparecí de casa de mi sobrina para llegar a ...

 

-- ¿Dónde estamos, Cye? -- dije, cuando la sensación de nausea desapareció de mi estómago.

 

No me gusta Aparecerme. Prefiero medios más tradicionales.

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Era un día extraño. No hacía frío aunque agradecí la chaqueta fina de color azul que me trajo Taga para pasear por los jardines. Algo se mecía en el ambiente, algo intangible pero que hacía que se me erizara el vello de los brazos. Me sentía intranquila, el viento traía perfumes aciagos que no conseguía identificar.

A lo lejos, la silueta de la tía Sagitas delante del árbol sagrado, aquel tejo que mi madre había traído de culturas antiguas y que había plantado en aquel templete en los jardines de la Mansión Vladimir, para otorgar la espiritualidad a la familia, cuna de grandes sacerdotisas.

No quise molestarla. Sé que esos momentos son muy privados, cada una consigo misma. Además, la tía Sagitas lucía rara en estos días, como si algo le atormentara, como si llevara un Demonio dentro. Suspiré, para pasar de largo y lo más silenciosa posible, para no interrumpir su meditación pero cerca por si quería hablar con alguien. Parecía sentirse sola.

Algo cruzó el aire. Por unos instantes pensé que alguien me había arrojado una piedrecita o algo de poco volumen pues el golpe había sido duro aunque no molesto, como si el primo Ithi intentara llamarme la atención. Después noté la presencia de la tía Cye a mi alrededor, su perfume, su dulzura, la sensación de sentirme muy acogida... Desperté de aquella sensación con la idea de que algo no iba bien (lo que había notado durante todo el día) y que la tía necesitaba ayuda.

- ¡Tía Sagis! La tiita Cye...

Corrí hacia ella, chillando en su dirección. La vi levantarse, estirarse el hábito de sacerdotisa, mirar a los lados y al árbol. Intuí lo que iba a hacer.

- ¡Tía, espera, voy contigo! -

Supe, supongo que fue un instinto, que ella sabía aquello que le sucedía a la tía Cye y que iba en su ayuda. Me lancé hacia ella y desaparecí al tocar en el último instante su ropa.

Tosí.Hacía fresco. Menos mal que llevaba la chaquetita azul puesta sobre el vestido, también azul.

- Yo también quiero saber dónde estamos, tía Cye - Me levanté del suelo y me abracé a ella. ¡Tanto tiempo sin verla!


Y llegué a este concilio de las Eras, lugar desconocido para mí.

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