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La reunión de aquel día estaba pronta a llevarse a cabo y la bruja tenía que admitir que por primera vez, se sentía sumamente nerviosa por lo que estaba llevando a cabo por su cuenta y sin siquiera pedir autorización previa a su superior a cargo; tenía que admitirlo, últimamente estaba haciendo demasiadas cosas por su cuenta y sin enterar a Matt pero es que ni siquiera lo había encontrado en casa y cuando le preguntaba a Heliké al respecto, bueno... parecía cambiar el tema o mostrarle algo acerca de su niña que daba el tema por perdido

Y se había tomado las libertades de empezar a guiar el departamento lo mejor que podía en aquella transición, intentando continuar mantenerlo pegado y tan unido como siempre aunque era algo difícil desde que sus miembros sencillamente parecían ya no querer regresar a trabajar por el momento y no los culpaba.

La inseguridad se palpaba en el aire como una mala gripa a la que se le había dado por mutar y hacerse contagiosa al grado que no había vacuna todavía que ofreciese resistencia.

No precisamente el mejor ambiente para trabajar.

Pero ellos todavía lo intentaban, la vampiro todavía quería aferrarse a que ellos podían hacer algo por cambiar la situación, por mejorar todo lo que les rodeaba sin depender de si el Ministro actual o los demás trabajadores de los otros departamentos volvían algún día o no; y estaba segura, de que no era la única que pensaba en ello, casi ponía las manos en el fuego por asegurar de que en los demás países muy probablemente, el resto de Departamento de Accidentes pensaba igual.

Ya había enviado lechuzas a algunos y había recibido de las más variadas respuestas, desde las más serias y severas hasta algunas que casi podía sentir que había sido Amya quien las había escrito a pesar de que no.

Empezando por el "Daisuki, Hayame-san" que había recibido de su contraparte Miyuki Tachibana de la filial japonesa, Oficina de Magia Indebida en el Departamento de Accidentes japonés. Había sido la carta más adorable hasta el momento, otra vampiro como ella pero de aquella isla y con un pergamino veteado en flores de sakura y con un ligero perfume que reflejaba la energía de la chica.

Y así había nacido en parte, lo que había preparado para ese día:

Había mandado secretamente cientos de pergaminos con invitaciones directas a los Directores y empleados de los Departamentos de Accidentes alrededor del mundo mágico, a los encargados en Francia, España, Hungría, Bulgaria, Italia, Japón, Rusia, China, Korea, Vietnam, Congo, Checoslovakia, Suecia, Suiza y en fin, a todos los países aliados o enemigos de Inglaterra mágica en esos momentos, a los que pertenecían a los Departamentos de Accidentes solamente, esperando que si bien sus países se habían vuelto locos por una profecía al menos, ellos teniendo un algo en común pudieran llevar a cabo sus propias pláticas de paz y de cómo resolver aquella situación entre sus tierras.

Si los demás no querían escuchar, qué impedía que los distintos Departamentos de Accidentes hciieran su parte y se unieran como un frente, para oponerse a la guerra y apoyarse los unos a los otros?

Ya tenía preparada la sala de juntas, había decidido que lo que fueran a hacer se hiciera en lo que solía ser el antiguo Departamento de Accidentes porque era la zona que todavía guardaba su energía, lo que era más personal para ellos, lo que formaba parte de su alma y lo que todavía reflejaba esa energía de familia que poseían originalmente los miembros de ese departamento; sentía que era casi una obligación moral, un abrazo a sus amigos de otros países de su parte para que se diesen cuenta de que no había falsedad en su petición y en su mano extendida en medio de tanta desconfianza y por eso, quería que se pudiese reflejar el verdadero espíritu de los Accidentosos en toda la palabra.

Suspiró

Y fué mientras preparaba café, té, jugos y diferentes panecillos y postres de los distintos países que se reunirían con ellos que alguien tocó a la puerta y la abrió, antes de que la Snape tuviera tiempo de reaccionar adecuadamente.

-TADAIMAAAAA!!

Miyuki llegó con expresión feliz mientras levantaba una mano y luego, corría a abrazar a la vampiro que parecía dar un salto de sorpresa cuando su amiga japonesa tan solo fué y se comportó de esa manera, algo antinatural realmente para las personas de su nacionalidad; pero bueno, Miyuki siempre había sido un caso especial y se notó cuando el hombre que ingresó detrás de ella, suspiró y negó un par de veces murmurando en japonés por lo bajo mientras observaba con desaprobación el comportamiento de su empleada

Por detrás de este, estaban los otros dos jefes de oficina japoneses que se asomaban a la sala de reuniones con interés pero hacían lo más posible por disimular

-Me disculpo por el comportamiento de mi empleada -suspiró el director de Accidentes del Ministerio Japonés, Oshida Kuze -creo que le ha ganado su entusiasmo por ver a su amiga -dijo

-Ohayo Gozaimasu, Kuze-san -saludó la Snape inclinando la cabeza suavemente para luego, palmear levemente la cabeza de Miyuki que no la soltaba -está bien, al menos en este departamento en este sitio, este tipo de expresiones no son tan raras a pesar de lo formal- Por favor, tome asiento -les ofreció con un movimiento de mano, esperando que pronto los demás miembros de los demás Departamentos de Accidentes llegasen también

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Nerfertitis At Ut

 

Me encontraba la sede internacional contra Inglaterra, cuando desde ese país recibimos todos los directores un comunicado sobre cierto evento e inmediato surgió la polémica sobre si se debería o no actuar en acoger su llamado, curiosamente @@Lucrezia Di Medici Di Medici era la delegada de Italia, un país que aún no elegía bando, igualmente los franceses, estos europeos eran tan diplomáticos que enferman, de igual forma, ocurría con españa ( @ ) por lo que el momento en la orden del día estaba si se iba a participar en el llamado.

 

-Esté punto no tiene sentido. - Expreso el búlgaro. -Inglaterra es enemigo. - En ello el de Brasil contra posición llamó a la razón. -Pero si eso arriesga el Secreto de la Magia es bueno escuchar. - En cuanto al Colombiano. -No estoy del todo seguro en referencia que ello perjudica al Secreto Internacional de la Magia y pienso igual que el búlgaro que ésto sea una treta.- En ello el representante de países africanos responde. -Una comisión se puede mandar con los países que no se han declarado.- En ello clavo mirada a los peruanos, argentinos y venezolanos. -Seria prudente tomar acciones y espionaje al respecto del progreso de los británicos en referencia de la búsqueda de aliados.

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Ministero de Magia

DEPARTAMENTO DE ACCIDENTES


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Los brujos recién llegados estaban tomando asiento según los iba acomodando la bruja y parecía bastante animada para luego, mostrarles un paquete de pergaminos que habían llegado hacia poco; entre ellos se podía notar la caligrafía estilizada de los japoneses por lo que el director de Accidentes de Japon parecía bastante satisfecho

-Los directores de Accidentes de los demás países han aceptado en buena fé... creo que nuestro departamento en sí, ha sido bastante amigable -comentaba la Snape hacia los que acababan de llegar mientras que aprovechaba para servirles el té tradicional de ellos -he recibido carta del Director de Accidentes Italiano, otra vez con sus disculpas por lo ocurrido con Lisette y hasta ahorita la gran mayoría vendrá porque tampoco están felices con las decisiones de sus propios Ministros

Se quedó pensativa por unos segundos y permaneció con la mirada perdida antes de volver a acomodar la tetera en su lugar

-Mi propio director aún no llega pero tengo la esperanza de que lo haga en algún momento, cuando estén algunos aquí podemos iniciar las charlas y les explicamos a los demás cuando vayan llegando

Comentó. El director de accidentes japones asintió y pareció hacer una mueca de disgusto

-Es como en la época del shogunato japonés -frunció el ceño -había bastantes facciones que no iban por la misma linea y teníamos que cuidarnos los unos a los otros de la mejor manera que teníamos -su voz sonaba tensa y severa mientras que Miyuki a un lado junto con los otros dos jefes de departamento tomaban su té y se veían bastante tranquilos -tendremos que tomar medidas extremas?

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Cerca del edificio del MM:

 

Sentada en aquella terraza, con un café agrio en la mesa, con las gafas de sol puestas y la capa verde oscura ribeteada en dorado cubriendo todo mi cuerpo, con la capucha tapando cualquiera de mis rizos, con un tono de piel oscurito que recordaba a la de Morena, la hija de Babila (en realidad, había pensado en ella al usar mi Habilidad de Metamorfomagia), pocos dirían que era Sagitas quien estaba allá presente. Con una mano de uñas muy blancas y roídas, tomé un sorbo y arqueé los labio en un gesto de desagrado. Si quería que mi disfraz no fallara, no podía añadir los mil sobrecitos de azúcar que solía añadir a mis bebidas.

 

Dejé de nuevo la taza en la mesa cuando sentí los pasos. Dos hombres, también con gafas oscuras puestas, se acercaban presurosos aunque no exentos de precauciones. Solté una risita al reconocer a un antiguo amigo, el Director Español de Accidentes, alguien con quien había corrido muchas juergas en el pasado cuando yo aún era directora del mismo puesto aquí, en Londres. Me levanté para darle un abrazo. Estaba segura que él me reconocería, a pesar de mi aspecto de negrita de pelo muy rizado.

 

-- ¡Martínez! Me preocupó saber que venías a Londres en estos días aciagos. -- Toqueteé con mis dedos los anillos que llevaba puestos, gracias a los Uzza por permitirme tener salvaguarda contra oídos indiscretos y detección de Enemigos, así como el de escucha, con el que rastreaba las conversaciones de las mesas vecinas. -- ¿Qué tal está el Sr. García? ¿Sigue de Primer Ministro Español?

 

Ya sabía que sí pero me gustaba ser atenta. Miré a los lados de forma despreocupada pero, en realidad, estaba alerta. En este momento, ser encontrada junto a un miembro del Ministerio de España en una situación de crisis bélica como la actual, no era lo más conveniente para mi persona, ya algo tocada con el caso Zabini y su maldito pergamino del libro de Toth. Pero yo nunca desoigo los ruegos de un amigo, fuera cual fuera su nacionalidad. Mi sonrisa, sin embargo, desapareció en cuanto me presentó a su acompañante. A punto estuve de sentarme de golpe al saber que era el Director Búlgaro del Departamento de Accidentes. Sentí que mi pelo se desrizaba por el golpe que me había hecho bajar la guardia. Rehíce mi fuerza de voluntad de mantenerme en aquel disfraz que había adoptado de negrita.

 

Tragué saliva antes de unir mi mano con la suya en señal de saludo, muy occidental.

 

-- Encantada de conocerle, Sr. Lazar Abadjiev. No sé... No sé cómo ha tenido el valor de venir a Londres con... -- hice un gesto ambiguo y la mano negra de palma blanquita se movio con nerviosismo mientras señalaba la entrada al Ministerio.

 

-- Dice que no todos los búlgaros están de acuerdo con la forma de actuar de su Ministro, Sagitas -- tradujo mi amigo español, ante la contestación de "Не всички българи са съгласни с действията на нашия министър, госпожице..." que había soltado el búlgaro. Era inútil. Tenía Idiomas y, aunque hacía mil años que no lo hablaba, había entendido sus palabras. -- Respondemos a una llamada de su hermana Vladimir. Suponíamos que usted estaría enterada y nos ayudaría a entrar en el Ministerio para acudir a su cita.

 

Mi sonrisa volvió a florecer aunque era más falsa que los galeones de los leprechaut. ¡Iba a matar a Hayame en cuanto me la cruzara! Pero no lo iba a confesar en público ante un extraño y encima enemigo del país que me acogía. Como me pillaran ahora, seguro que me acusarían de espía aunque, algo me lo decía, aquel ser que tenía delante tenía la misma habilidad que yo de pasar desapercibido. Los crímenes de la familia quedan en familia, así que la mataría sí pero sin testigos.

 

-- ¡Por supuesto que lo sabía! Hayame me cuenta todo, somos como uña y carne. -- Las uñas que le iba a arrancar una por una por ponerme en peligro. -- Aunque no me esperaba que aparecieran. Me pareció tan locura que acudieran ambos a Inglaterra, al mismo seno de Londres...

 

¡Una verdadera locura! ¿Es que Hayame había perdido el poco conocimiento que aún poseía? Mi sonrisa no desapareció cuando dejé billetes de varias libras en la mesa, sostenidos por el café amargo que no me había tomado.

 

-- Entraremos. Tengo formas de entrar en el MM sin ser vista ni pasar por el control de la varita. Por algo fui Warlock. Síganme -- ordené con una serenidad interior que no tenía. En realidad, la puerta de acceso que iba a usar era una de las múltiples que Amya había descubierto en sus andares por el Ministerio para eludir sus andanzas con novios no reconocidos y la entrada de material y animales que no hubieran sido permitidos de usar los lavabos. Suspiré algo contrariada. Menos mal que me había disfrazado de negrita embutida en un pantalón negro y un jersey del mismo color, con cuello alto. Nadie reconocería que Sagitas entraba en el MM por un callejón lateral, dentro de una portería totalmente muggle.

 

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DEPARTAMENTO DE ACCIDENTES


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-Ustedes los ingleses siempre tienen que tener tantos problemas?

La voz jocosa de un hombre rubio se percibió mientras era seguido por tres jóvenes igual de rubios y que vestían de forma extraña, con una especie de túnicas parecidas a vestidos y parecían bastante incómodos con el encantamiento de alargamiento de cabello que se habían hecho; en cuanto entraron en la sala de reuniones, todos sacaron sus varitas y los orientales observaron por unos momentos y con algo de desconfianza a los recién llegados pero estos, ignorando las muestras de tensión cambiaron sus ropas por unas más cómodas y que incluían lo que parecía unas largas capas de mezclilla

Definitivamente, esa era la comitiva americana y el Director de Accidentes japonés apoyó el rostro entre las manos. Esos gringos estaban locos

Hayame dejó escapar una buena risa mientras se ponía de pie y se dirigía a saludar a los recién llegados que parecían bastante animados y se acercaban a la vampiro inglesa, siendo uno de los americanos que compartía los ojos rojos de la Snape; evidentemente, ese era un vampiro igual que ella a pesar de ir con aquel grupo y por su insignia también debía de ser el Jefe de la Oficina de Magia Indebida

-John Doe -saludó al director de Accidentes Americano que le guiñó un ojo antes de que este hombre fuese a donde estaba el Director de Accidentes japonés para darle una palmada en la espalda, casi tumbándole el té sobre la mesa

-Kuze!... finalmente te diste tiempo de venir a una de estas amenas reuniones?

-Defina "amena", Doe-san -sonrió el japonés mientras que el hombre rubio volvía a reír y movía una mano hacia sus muchachos que platicaban animadamente y se sentaban al lado de los demás jefes de oficina

-Mis muchachos de este año!

-Son trabajadores, no zapatos -suspiró el japonés pero sabía que el americano ni siquiera le pondría atención. Hayame por su lado se sentó de regreso en su silla y miró a los recién llegados con interés

-Dejenme adivinar: se disfrazaron de Veelas para pasar los controles, verdad?... unas Veelas masculinas muy atractivas, debo de decir -halagó a los rubios que solo rieron y un par chocaron sus manos, orgullosos de ello

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Entro en el MM:

 

Hoy la casa estaba vacía. Todos había salido demasiado rápido, dejándome en la mesa junto a los niños, jugando a ver quién se comía antes el almuerzo. Babila estaba algo nervioso, descalzo como siempre, con una camisa larga que le llegaba hasta las rodillas, con las piernas al aire. Aunque lo más extraño de su indumentaria era una corbata gigante de color amarillo con pequeñas lagartijas verdes. Era tan grande que la podría usar de chal.

 

- ¿A dónde vas así vestido, Babila?

 

El negrito me contestó que la tía Sagitas le había dicho que se pusiera una camisa limpia y elegante.

 

- ¿Y los pantalones? - Solté una gran risa, que fue acompañada por la de los niños, cuando me contestó que Sagitas no le había dicho nada de llevar pantalones. Iba a ser muy interesante y como no quería perderme su cara, decidí acompañarle. Hoy quería acabar de vaciar mi despachito de Accidentes para ocupar la nueva oficina que nos habían puesto tras las reformas.

 

No pude sacarle el punto de encuentro con ella pero ambos íbamos al MM. Para evitar el rídicul.o que iba a pasar con las pintas de Babi, decidí que nos apareceríamos en la entrada del MM, vería la reacción de la Tía Sagitas, me reiría de ella y después me iría a la tercera planta del Ministerio. Abracé la mano de Babila (es muy grande) y nos desaparecí.

 

A la entrada del Ministerio, ninguno veíamos a Sagitas. Me iba a quedar sin verla cuando sentí su aroma. Era inconfundible era aroma de canela. La busqué pero no la vi, aunque su aura estaba presente en los alrededores. Ella no estaba, debía de haberse ido hacía muy poquito porque el lugar lo ocupaba una chica de color y dos hombres de aspecto extraño. Los seguí con la mirada pero se perdieron en un rincón lateral. Puse la mano en la cintura de Babila.

 

- Mejor la esperas dentro. Aquí llamas mucho la atención así, Babi. Si te citó aquí, seguro que estará en Accidentes. Vamos a la tercera planta, ¿te parece?

 

Entramos al Ministerio sin ningún problema, nadie se metía con la figura gigante de Babila. Al llegar a la tercera planta, vacía, grité para hacerme notar.

 

- ¿Hay alguien? Llegó Xell y el peligroso Babila descalzo.

 

Había luz en la Sala de Juntas. Seguro que estarían la tía Hayame y la tía Sagitas, así que corrí hacia allá, para saludarlas y enseñarles los pantalones de Babila.

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Dentro del edificio del MM:

No fue nada difícil entrar en aquella portería. Mi corazón iba a cien ante la presencia de aquellos dos funcionarios extranjeros que me seguían muy rápido. Nos apretujamos entre los contadores de la luz bajo la escalera. Sentí una mano palpando una parte blanda de mi cuerpo y me puse la mano en la boca para no soltar el insulto que subía a mi boca. Una vecina bajaba la basura a un paso lento, muy l e n t o... Aguante hasta que la portería se cerró de nuevo y salté hacia el exterior.

 

-- ¡Una cosa! Al próximo que me sobe le doy un guantazo -- exclamé, enfadada.

 

-- Perdona, Sagitas, es que el hueco era tan estrecho que no sabía donde colocar la mano. Disculpa -- me dijo mi ¿amigo? el director de ACC español.

 

Le dirigí una mirada de "cuidadito que soy dueña de una reserva de criaturas mágicas que estarían encantados de comerte un poquito" pero después sonreí.

 

-- Vale, pero la próxima vez, le tocas a él, ¿vale?

 

Abrí la puerta de los contadores del agua con un movimiento de varita. Miré las escaleras y toqué los ladrillos de la pared derecha. Al instante, una apertura mostró un pasillo estrecho con una par de velas casi consumidos, que dio un aspecto tétrico al espacio.

 

-- Usted primero, Sr. Lazar Abadjiev. -- El Director búlgaro tropezó con un peldaño y se agarró a mí. Murmuró un "извинете ме" y pasó. Arqueé una ceja y sentí claramente la risa de los dos directores mientras avanzaban por el pasillo. Arrugué el morro, enfadada. ¿A quiénes se les ocurría invitar a mi hermana? -- Os lo digo en serio, me voy a transformar en erizo y os vais a enterar.

 

Por mucho que fueran "invitados extranjeros" de mi hermana, les iba a tener que demostrar que eran unos frescos. Suspiré y abrí la puertecilla del final del pasillo, poniéndome detrás de la puerta para que no pudieran tocar nada más. Después les llevé hasta la tercera planta por las escaleras junto a los elevadores.

 

-- Fue fácil entrar -- dije en voz alta, pensando que Hayame estaría cerca y se los llevaría. Sin embargo, lo que encontré fue un Babila en paños menores como si acabara de salir de la cama y a una Xell trotando mientras gritaba algo por los pasillos de la tercera planta. Me volví hacia los dos funcionarios extranjeros. -- Bueno, verá... Los Accidentosos ingleses no han mejorado sus modales desde la última vez que nos vimos, ¿verdad, Martínez?

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La bruja abrió grandemente los ojos con la sorpresa de escuchar las voces de aquellas personas que se acercaban a la sala de juntas hablando en voz alta como si aquello fuese una especie de fiesta; estaba bien que la sala de reuniones estaba protegida contra los sonidos para que ninguno saliera pero eso no era lo mismo a que estuvieran haciendolo en voz alta por los pasillos de lo que había sido el antiguo piso de Accidentes

Eso solo podía significar que quienes estaban ahí en esos momentos, no se enteraban de que habían cambiado de locación con las nuevas reformas y eso podía traerles problemas

-Nos falta un poco de seguridad, eh? -bromeó el jefe del departamento de Excusas americano, sonriéndole a su contraparte japonesa que intentó disimular

-Gracioso Roberts, muy gracioso -gruñó la Snape poniéndose de pie mientras que se dirigía a la puerta -seguramente son más de nuestros invitados, permítanme un momento en lo que aclaro esto

Dijo y saco la varita para salir de la sala de juntas y casi darse de bruces con Xell, que acababa de llegar la mar de animada con... Babila. Dioses del mundo, porqué había llevado a Babila a una reunión como aquella?? tenía que admitir que estaba un poco nerviosa por si acaso pero sabía que él podía entender que la situación aunque animada, era delicada también.

Negó un par de veces con la cabeza y tomó los hombros de su sobrina

-Intenta no hablar muy alto, se supone que no hay casi nadie en este piso, se supone que mudaron el Departamento de Accidentes a instalaciones nuevas -le explicó y luego señaló la sala de reuniones -ahí estan los directores y jefes de oficina de Accidentes de Japón y Estados Unidos por si gustas hablar con ellos en lo que recibo a los demás... no sabes a dónde diablos está Matt?... se supone que es nuestro director!

Exclamó y entonces, se sorprendió al ver que Sagitas llegaba con dos nuevos invitados que observaban de forma extraña a babila y la manera en la que vestía

-Me alegra que hayan logrado llegar a salvo y de la mano de una de nuestras antiguas directoras -saludó la Snape acercándose para saludar educadamente a los directores búlgaro y español de Accidentes -es un placer tenerles aquí y que hayan venido a nuestra pequeña reunión

Sonrió para luego, ver la forma en la que su hermana la observaba y se paró a su lado mientras guiaba a los recién llegados con una venia de mano

-Ahora qué?... vienen como diplomáticos invitados, no les van a poner un dedo encima y preparé no menos de quince de las viejas salidas de emergencia de Amya por si tenemos que emprender huída por los túneles del departamento de Misterios con salida hacia un bote mágico en el rio con apariencia de lancha deportiva -le susurró a la Potter Blue con seriedad -me alegra que hayas venido, fuiste directora de Accidentes así que tu opinión tiene mucho peso también...

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Atum Fadil había recibido aquel pergamino aquel día y compartía mirada con los otros tres jefes de su departamento, dos hombres y una mujer de intensa mirada verde que parecían compartir con él ese mismo pensamiento de que aquello sonaba a una locura pero al mismo tiempo, era algo que parecía que habían estado esperando desde que comenzaran las hostilidades en todos los países y que ellos hubieran permanecido en silencio mientras intentaban dedicarse a sus propios trabajos sin intervenir y sin dar más opinión de la requerida en medio de tantos asuntos problemáticos que no tenían que ver con Accidentes Mágicos.

Y el haber recibido aquella invitación les dió una gran esperanza porque significaba que no todos en ese mundo mágico ya estaban siendo arrastrados por la contaminación del odio y que todavía había personas que como muchos de ellos deseaban prosperidad y bienestar entre sus países sin importar lo que los líderes directos dijesen.

El director de Accidentes en Egipto había dado su discreta aprobación.

Y como el viento de Ra que los protegía los cuatro personajes utilizaron sus poderes de animagia para poder viajar hacia las tierras inglesas, las tierras nórdicas donde sus dioses sentían que el paraíso no era nada más que peleas eternas, algo bastante apropiado si pensaba que justamente Inglaterra era el país con más guerras en el mundo mágico, algo que no le traía satisfacción al hombre de piel dorada pero se sentía contento de saber que no todos los humanos como ellos eran iguales de cerrados para pensar que todo lo resolverían encerrando personas o matándolas.

Los departamentos de Accidentes a nivel mundial siempre tenían un código con el cuál, se volvían una familia unida y se recibían sin importar de donde viniesen o a dónde fuesen y nada de eso había cambiado con los años.

Y fué una niña encantadora la que los recibió por una entrada secreta, para guiarlos hasta que pudieron encontrarse en una habitación que parecía que había sido abandonada hacía poco, como si las remodelaciones estuvieran incompletas pero la sonrisa acudió a la boca del alto hombre egipcio al ver a sus homólogos español y búlgaro, significaba que la amistad de sus departamentos seguía tan firme como siempre.

-Que la calidez de Ra esté con ustedes

Saludó el director Fadil a Martinez y a Lazar y luego miró a la mujer pelirroja que los estaba recibiendo y guiando y luego miró al hombre moreno que parecía estar también con todos.

-¡Ah! Babilá. Lo recuerdo de un pasado no muy lejano, me alegra ver que él también se encuentra bien


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DEPARTAMENTO DE ACCIDENTES


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La bruja realmente estaba bastante nerviosa con todo aquello pero al menos podía notar que el ambiente se había calmado un poco y no solo eso; la cordialidad entre los directores de los departamentos de Accidentes alrededor del globo se seguía viendo tan cálida y amable como siempre, lo que siempre había sido representativo de aquel grupo en sí y realmente parecía que sin importar el punto del mundo en el que viniesen, siempre serían recibidos como iguales

Y no solamente eso, era de tal magnitud la unión que representaban que incluso aceptaban arriesgarse lo necesario con tal de reunirse con sus iguales para hablar de los temas que les preocupaban en ese momento y por lo que se reflejaban en sus ojos, también les tenían inquietos.

Hayame se hizo el cabello hacia atrás y asintió antes de hacerles una seña para que pasasen a la habitación de reuniones y entonces, se viró a la entrada principal y un par de las secundarias a los elevadores; sacó la varita y comenzó a sellar aquellos pases y entradas, con un gesto serio mientras maldecía y taponaba lo único que podía ser incomodo a pesar de que las salidas de emergencia ya estaban preparadas en caso de cualquier contingencia.

Había soltado todas las cartas sobre la mesa al hacer aquella reunión y no pensaba en olvidarse de que todos en ese punto, estaban en sus manos

Y eso, revolvía el estómago

-Ahh! parece ser que después de todo la valentía puede ser contagiosa en ciertas circunstancias -el Director de Accidentes japonés intentó bromear aunque por su tono de voz se notaba, que tenía dificultades en hacerlo. Pero de todas maneras se había puesto de pie para recibir a sus homólogos con una sonrisa -es un placer verles a los tres -inclinó la cabeza y se movió a un lado mientras les brindaba la mano también -cómo va la situación en sus países?

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