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El cetro


Jank Dayne
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EL CETRO



- ¿Por qué nos detenemos? – preguntó Jank, desperezándose. La siesta había durado todo el día.


El conductor no le respondió y salió disparado por las puertas desplegables del Autobus Noctámbulo. Los demás pasajeros lo siguieron. Él se asomó por la ventana y se percató que apenas iban por Aberdeen, muy lejos de su destino. La plaza donde habían estacionado estaba abarrotada de gente.


Cuando la última pasajera, una mujer anciana que cubría su cabeza con una pañoleta de lila, pasó a su lado, Jank le hizo la misma pregunta. Ésta no le miró el rostro cuando le respondió antes de perderse junto al resto.


- La magia, joven. ¡La magia se extingue!


El hombre arrugó el ceño. Por un momento recordó a su abuelo, quien durante los banquetes que celebraban las familias mágicas de Oslo solía deleitar a los invitados con sus derivaciones y profecías milenarias. Aun así, el comentario hizo mella en él, más que todo porque su abuelo casi siempre terminaba teniendo la razón.

Apenas puso un pie en el suelo, la marea de gente se encargó de trasladarlo a la zona más importante. Habían dos canales igual de llenos: unos iban hasta el centro de la plaza, cargados de emoción y miedo. Pero los otros solo regresaban llenos del segundo sentimiento.


- ¡Mi cabello! ¿Qué le pasa a mi cabello? ¡Mamá, míralo! ¡Se está volviendo castaño! ¡Ayúdame!


La muchacha se desplomó al suelo, frenética, restregando uno de sus mechones contra los dedos, intentando que todo volviera a la normalidad. La mujer a su lado se agachó junto a ella y la abrazó, conteniendo el sollozo. Jank podía notar el esfuerzo que hacía para contener las lágrimas. Eran casi idénticas, a excepción clara de las arrugas y, por supuesto, que la mayor tenía una melena color gris.


Quiso detenerse y compenetrarse con la historia de las brujas, pero como ellas habían cientos de personas a su alrededor, sollozando, gritando y lanzando maldiciones impronunciables. A Jank le costaba entender el acento escocés, aunque no había que ser demasiado listo para atinar el descontento general. Lo que en realidad quería saber era qué ocasionaba tal cólera.


Pasaron varios minutos para que pudiera presenciarlo. A simple vista, o al menos como Jank lo percibía, se trataba de un simple cetro dorado con incrustaciones de rubíes y esmeraldas, bastante anticuado. La esfera principal, sin embargo, se destacaba por un brillo intenso, casi imposible de apreciar sin que ardieran los ojos. Pero lo que más llamaba la atención era el halo de luz que caía desde el cielo e iluminaba al objeto desde arriba, que levitaba encima de una fuente plana. El agua de ésta se había tornado blanca como la leche, y los pájaros parecían disfrutarla pese al escándalo y la agresividad que los rodeaba.


Cuando quiso avanzar para observarlo de cerca, la misma anciana del autobus lo detuvo por el brazo.


- ¡No pases el borde de luz! ¡También te afectará! - chilló. Fue entonces que el mago notó que la luz proveniente del cielo iba creciendo poco a poco, haciendo a la gente retroceder cada cierta cantidad de segundos. Para cuando él llegó, todo el centro de la plaza estaba desocupado, solo habitado por animales o criaturas.


- Solo es un cetro – dijo para sus adentros, lo suficientemente fuerte para que un señor a su lado lo escuchara.


- Apareció hace menos de una hora. Dicen que…


Una explosión de fuego morado a unos pocos metros interrumpió la explicación. Un anciano de barba recortada, cuya varita estaba insertada en un viejo bastón de madera negra, se hizo notar levitando por encima de la multitud. Llevaba una túnica púrpura con detalles bordados en oro. Su voz retumbó por todo el recinto, haciendo incluso que los niños tuvieran que cubrirse los oídos.


- ¡Alejarse del Cetro Maldito! ¡El infierno espera por nosotros los herejes, hechiceros, hijos de Lucifer! ¡Nuestro tiempo ha concluido! ¡Es hora de que los más fuertes se salven y aseguren el futuro de la magia!


Antes de que nadie pudiese intervenir, el hombre ardió en las mismas llamas que lo habían hecho materializarse. Se escucharon gritos de pavor y de risa, casi en las mismas proporciones.


-Esto no es ninguna señal divina – exclamó un joven que se subió a una roca para estar a la altura de todos, mientras presionaba con su varita la garganta -. ¡Esto es un arma de los enemigos! ¡Esto viene de Bulgaria, de Italia o de la mismísima China!


El público pareció apoyar la moción, aunque la conmoción siguió aumentando.


- ¿Entonces tocaste el cetro?– escuchó preguntar a una mujer a su espalda, la cual anotaba en una libreta distinta al mismo tiempo que su vuelapluma escribía en paralelo. Tuvo que observarla de frente para comprobar que se trataba de Claire Barnes, la misma encargada de todo el caso Spellman y Snegovik. Supo entonces que eran cuestión de minutos para que todo el Reino Unido se enterara.


- Sí, sí… - respondió un chico de unos dieciocho años --. Estaba junto a mis amigos cuando descendió del cielo. A-apenas lo toqué sentí una fuerza que me jalaba hacia el vacío, y me caí al agua. Mis amigos trataron de tomar el cetro usando hechizos en forma de cuerda e imanes… Pero también sintieron lo mismo. La gente en la plaza di-dice haber sentido lo mismo cuando la luz los iluminó, pero ya se sienten mejor. Pe.. Pero yo..


---… Pero tú perdiste tus poderes.

Editado por Jank Dayne

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La Radio, La Voz Alternativa. Antes de la aparición o los sucesos ocurridos con el cetro.

 

Ingresaba al establecimiento y en esa semana seguía la advertencia de los arcanos de que la magia se iba acabar ¿Acaso Sajag se había equivocado en su profecía? Esto era algo que el gremio de los adivinos debían discutir y aun así señales se observan ante los ojos de los arquemagos y fulguramagos, por ese motivo le había pedido a @@Sombok una reunión en las instalaciones donde laboraba. En contra parte le había escrito a @@Mackenzie MaLo y sobre el último reporte de que los sitios de Magia Antigua, es decir, esos depósitos se encontraba menguado y que el abuso del uso de portales estaba degradando ese poder ancestral y por ello acudí a @@Crazy Malfoy, el líder de la Orden del No, quizás el poseía una alternativa.

 

sin embargo, la funcionalidad de la magia en la estación se encontraba en resguardo por depósitos ocultos a la vista, estos eran recipientes sagrados y oculto a la vista del mago o bruja común, solo alguien de la orden de arquemagos sería capaz de hallarlo. Además, lo había ocultado bajo encantamiento.

 

Y luego de iniciar con la transmisión del día, la señal es interrupida por un agente desconocido y ante ese ataque suspendo la transmicción, el locutor en turno se asusta y me confronta, le expresó que eso es sólo una amenaza, que no existe objeto capaz de lograr aquella amenaza ¿Acaso sería un objeto de los ancestros? Inclusive algo de los Uzza. Y fue que me había quedado meditando, quizás el tiempo diera señal de lo que fuera a ocurrir.

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