Deseaba con todo mi ser que no hubiesen liberado a la bestia, aquello podría desencadenar muchas tragedias para todos y conllevaría a mi despido seguro. Bastante me había logrado entrar en el Concilio, y más aún escalar hasta quedar dentro de la Logia para que todo se arruinara en menos de tres horas. Los visitantes ya comenzaban a organizarse, las criaturas babys podían estar haciendo travesuras por ahí y la llave extraviada no podía caer en cualquier mano.
Escuché una voz a pocos pasos, Lucrezia había escuchado lo que tanto deseaba ocultar. El aire desapareció de mis pulmones y rápidamente me acerque a ella, quedando a poca distancia de su rostro y manteniendo mi rostro severo - Espero calles lo que acabas de escuchar, información clasificada es - Me alejé un poco, sintiendo la histeria crecer en mi interior - Ayúdanos en vez de quedarte ahí. Ya sabes que sucede y debo mantenerte bien vigilada - Me alejé de su lado y seguí hasta entrar en el espacio de los Aethonan.
Relincharon al vernos pasar, me acerqué a uno y le propiné una caricia sobre su cabeza hasta llegar a su lomo. Regresé mi vista a ambas mujeres y comencé a buscar por los matorrales que ahí estaban.
- Busquen cualquier cosa que vean fuera de lugar - Dije por lo alto, mientras removía porciones de arbustos - No se que buscamos, pero algo encontraremos. La llave es de aspecto rustico - agregué, para levantarme de donde estaba y caminar a la otra esquina.
- Si aquí no hay nada, iremos por cada espacio de cada criatura que su nombre contenga una "A" esta nota debe ser pista de algo - Finalicé, sintiendo la frustración y el nerviosismo a flor de piel. Era conocida por ser organizada en mi trabajo, además del compromiso y la responsabilidad que había demostrado, no deseaba tirar todo por el caño sólo por la jugarreta de alguien.
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