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Santuario de Criaturas Scamander


Zoella Triviani
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La peliazul me quitó de la mano el ultimo trozo de chocolate que iba a meter en mi boca. La vi con cara de reproche y escuché lo que decía. Resople un poco y chupe mis dedos llenos de chocolate. Mis nervios habían mermado un poco, pero me mantenía alerta. Por su parte. Lucrezia apareció y a los segundos Jeremy. Me giré en su dirección y les shitee, indicando que se quedaran callados. Escuchaba a mi izquierda las hojas moverse. Estaba cerca.

 

Guardé la llave africana en mi bolsillo, la bestia en cualquier momento aparecería frente a nuestros cuerpos y debía mantenerme alerta. Decidí que si, justo como decía Tauro deberían esconderse, si ellos estaban cerca quizás se aturdiría y no dudaría en atacar. Esta criatura era bastante quisquillosa he inteligente, y en sus ojos podía observar como analizaba a cada mago y bruja que estaba conmigo.

 

- Escondanse - Pedí, mientras veía la sombra de la gran melena del cachorro pasar entre los árboles. Los nervios volvieron, como cada vez que me acercaba a él desde su llegada. A pesar de ser un cachorro su tamaño triplicaba el mio y su rugido era más feroz que el de un León. Me quedé quieta a la espera. Y cuando no sentí la presencia de los demás a mi espalda salió, acercándose a mi lentamente pero observando a todos lados, precavido. Estiré mi mano, y contuve mis movimientos, quedándome quieta.

 

La impresionante criatura estaba parada a unos metros, observándome. Con mi otra mano lentamente tomé la llave que estaba en mi bolsillo, esperando.

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La marcha del día continuaba Antoni parecía seguir teniendo alguna habilidad especial para encontrar fragmentos extraños realmente cuando yo miraba asía los lados no logra ver nada lo único que podía a ser era seguir y confiar en que las cosas salieran bien me daba un poco de preocupación que las criaturas con lo pequeñas que son ya las uniera picado alguna criatura más grande eso y mucho más pasaba por mi cabeza mientras fijaba mi mirada en Antoni resultaba que en menos de lo que me esperaba a hora estaba metido en esta situación a hora debía de ir en escoba para continuar la búsqueda que mal todavía no domino el volar ni siquiera como vampiro.

 

Antoni decidió dejar la escoba sobre la mesa y empezar a ver si podía morder algo realmente no era muy necesario pero necesitábamos tener energía para seguir buscando me pregunto si otros magos ya abran encontrado algún animal miniatura total mientras Antoni tomaba sus alimentos decidí confrontar mis fracasos pasados me párese muy buena idea aunque yo seré el que piloteara la escoba de echo es fácil es subirse empezar a ascender y estrellars.. sabes que creo que mejor si piloteas tu, me lleve aún no supero las amargas experiencias Bueno no importaba supongo -_-

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Unos minutos hice memoria...sabia que Apolo lo había mencionado en la clase, pero nunca creí que de verdad alguna vez lo necesitaría !...que equivocado estaba, me toque la sien e hice presión...casi tenía en la punta de la lengua el hechizo...solo entonces sacudí mi brazo para que "Cobra" se deslizará a mi mano, y aplique el calor necesario usando el encantamiento...lento, solo para que el queso se fundiera. Al estar listo le di su parte a Alukar y yo tome la mia y me fui a sentar en el suelo recargandome en el muro comiendo mientras pensaba, me preocupaba que Alukar aún no me contestará, aunque siempre a sido un chico solitario y reservado...¿debía pedirle que me respondiera?

 

 

Que nos retrasáramos un poco no lo pensaba malo, después de todo, sobre la escoba iríamos más rápido. Pensé en la joven que se llevo la cadena y que dijo que era propiedad del Concilio...y bueno, eso me llevo a la Magic Mail, donde compre mi halcón peregrino y otras tantas criaturas, por eso es que relacione una cosa con la otra...seguramente el Concilio traía las criaturas y la reserva era un buen sitio para albergarlas, así que volví a pensar en la cadena...con las piezas me podía dar una idea ¿no?

 

 

La miré la parte diminuta que tenía y entonces tras comer aquel almuerzo, pensé que era ya momento de partir ya que de no hacerlo así, no podríamos ayudar a la búsqueda de las criaturas perdidas. Me levante de nuevo pero ahora más decidido, fue cuando al fin hablo mi amigo y sin esfuerzo le sonreí cuando aceptó por cuenta propia, que no le iba bien con el vuelo en escoba.

 

 

--Ok, ok...no hay problema, yo piloteo y tu miras del flanco izquierdo y yo al derecho, así "peinaremos la reserva" ...pero si encontramos nundu que creo es el que está rugiendo, no bajaremos, solo avisaremos a alguien. En marcha! --Tome la escoba y ambos nos marchamos afuera, unos minutos tardamos en ponernos de acuerdo y montar la escoba para luego ascender y dirigirnos hacia la montaña.

 

 

No alce mucho la altura para poder ver sin que el follaje de los árboles nos tapara la vista...fue aminorar varias veces la velocidad, eso si, pero los rugidos fueroon de ayuda eso si, así que siguiendo la dirección en que se escuchaban hacia allá fuimos buscando y ¡eureka! dimos con aquella criatura, justo como una vez nos contó Cindy que era...(Bueno a mi y a unos amigos) no podíamos tomarnos a la ligera el capturarla, a pesar de que fuese una cría...fue que en mi cerebro se abrió a la luz de entendimiento...aquella cadena, era la llave... si...con un león...león es a África...¡Äfrica! ¡el nundu es de Äfrica! ahora estaba seguro, tenía que ser esa.

 

 

Solte el aire para calmarme, la criatura estaba por el momento quieta, pendiente de la misma chica que tomo la llave propiedad del concilio y nosotros sobrevolando sobre ella con tal suavidad que aún no nos divisaba, nosotros viendo la escena donde la joven @ está frente a la criatura y pensé si lanzar un incarcereus serviría...empece a hacer gestos para llamar la atención de la joven y me indicará si le parecía bien que interviniéramos con ese o inmobilizando a la criatura...después de todo tengo las semillas de hielo!

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Después de comer por fin emprendimos vuelo Antoni y yo surcábamos la isla en busca de algo la noche nos persigue aunque todavía falta tiempo para que oscurezca realmente me preocupa una vez de noche será más difícil por no decir casi imposible que encontremos algo aunque eso sí Antoni era el ojo de halcón me pregunto si comerá zanahorias, mirando podía contemplar como a nuestro paso las hojas caían suavemente asía el suelo un espectáculo muy bueno a todo esto me pregunto que fue de mi elfo Zigfrid a estas alturas apárese de la nada realmente me perturba esa habilidad que tiene los demás magos también la tendrán no lo sé.

 

Cuando volví la mirada asía Antoni parecía exaltado por algo mencionó algo de un ñandú? No entendí muy realmente me avía hipnotizado la vista tal parece avía una joven donde la criatura Antoni estába pensando aparentemente en un plan pero que se trae planes? En algunas ocaciones hay que actuar de inmediato es el momento de por fin confrontar mi fracaso.

 

LEROY YENKINS!!!! ( salta de la escoba para transformarse en murciélago (no lo logra))

 

Podría clasificar esto como otro glorioso fracaso al menos lo intente (se embarra contra el suelo )

Antoni Ni se te ocurra venir a ayudarme lo único herido es mi orgullo (T-T)

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Por sobre el lomo del Nundu esta Anthony junto a otro mago, sobrevolando en una escoba. Me hizo un gesto y señalo su varita, yo negué lentamente mientras aún mantenía la atención de la bestia. Su creciente melena amarilla se movió al momento de el moverse, su majestuosidad y belleza era algo que jamás había observado tan de cerca. En estos momentos, era cuando más adoraba mi decisión de cambiar al Concilio.

 

Intenté acercarme, nuevamente. Cuando vi el cuerpo del mago tambalearse y caer. La bestia se giró y prosiguió a atacarlo. Como pude maniobre quedando frente a él. Con mis ojos cerrados y ambos brazos extendidos.

 

Nada, no sentí más nada que un empujón y un peso encima. El Nundu me había tirado al suelo y tenía su pata sobre mi pecho. Clavando un poco sus uñas.

 

- No te muevas - susurré al mago (@@Emi Cris Ryvak Dracony) quién estaba siendo observado por el Nundu. La criatura desvío su vista y la bajó hasta mi cuerpo, me mantuve estática, sentía el alma salirse por mi boca otra vez...

 

Los segundos corrían, nadie decía o hacia nada más que observar. El Nundu sólo me observaba con sus ojos rutilantes mientras ejercía más presión a mis costillas con su pata. Un crujido sonó y un fuerte dolor llegó a mi. Una fractura de costilla seguramente, sentí la sangre correr por mi pecho, producto de las garras de la bestia. Pero me mantuve inerte, inexpresiva, observándolo a los ojos justo como él hacía.

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Me olvide de susurrar en voz baja a mi amigo Alukar lo que inteba hacer, tomando la varita me alistaba a actuar en cuanto la joven me hiciera alguna señal que me diera pista sobre lo que prefería que hiciera para ayudarla, al menos eso era lo que pretendía, nunca imagine que Alukar se anticipará ¡y de que forma! no solo grito (Que yo por eso hacia ademanes y gestos...tratando de no hacer ruidos que molestaran o asustaran a la criatura XD!) sino que además pretendió volar para ir a capturar a la criatura...??? era el momento critico de actuar con rapidez, así que me decidí por usar las semillas de hielo, arrojandolas sobre la criatura que se volvía precisamente hacia Alukar...

 

 

--¡Semillas de hielo! --Dije de inmediato, mientras veía como Alukar caía en picada al suelo...--¡Te vas a abrir la cabeza!--Le reclame enojado por su locura, aunque tenía razón...ser vampiro es que de algún modo se es inmortal, pero el dolor de semejante caída si la sentiría. estoy seguro. Las semillas actuaron como se espera, congelando a la criatura sin lastimarla, fue cuando descendi que pude ver su gran tamaño que hasta dude de que fuera una cría...

 

--¡Rayos! es enorme....¿y crecerá más?--Pregunte un tanto angustiado, no quería tener un encuentro con un nandu adulto...

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Lucrezia no tardó en notar el brillo natural de la llave que Zoella no tardó en guardar; por fin la había encontrado, aunque Di Médici se aseguraría de que la prensa no pasara por alto tamaño fallido en la seguridad del evento. De inmediato hizo caso a la advertencia de la Triviani de guardar silencio y se colocó lentamente en cuclillas, procurando no hacer ni el más mínimo ruido. Fue en ese instante, cuando se vio a si misma ocultándose del animal, que la fugaz idea llegó a su cabeza como un mensaje directo de su subconsciente. Una sonrisa que denotaba con autenticidad el orgullo de saberse tan inteligente se dibujó en su rostro.

 

La bruja decidió hacer uso nuevamente de su monedero de piel de moke y desató las doradas cuerdas entrelazadas que lo mantenían cerrado. Escabulló su mano en el interior de aquel objeto mágico hasta que sus delgados dedos rozaron una suave textura sedosa que su sentido del tacto reconoció al instante. Tomó aquella tela con la punta de sus uñas y extrajo nuevamente la mano hacia el exterior. Las hebras color guinda que predominaban en aquella prenda de reconocidas cualidades mágicas relucían frente a los rayos del sol que con dificultas atravesaban la espesura de las copas de los árboles. Con un movimiento fluido extendió la capa y cubrió con ella sus delgados hombros, invisibilizando el tramo desde su cuello hasta sus tacones.

 

Lucrezia se había colocado aquella prenda con suficiente pericia para que, en caso de emergencia, su varita no se quedase atascada entre la tela y pudiese apuntar directamente al presunto atacante. Sus azules ojos, como dos centelleantes zafiros esperando ver sangre fluir, se clavaron nuevamente en la espalda de Zoella. El movimiento en los arbustos que rodeaba su posición no pasaba desapercibido y fue allí cuando la presencia del Nundu se volvió obvia. La imponente figura de la enorme bestia se dejó ver entre la confusa maleza y la blonda italiana sostuvo en su garganta un alarido de admiración. Nunca había tenido la oportunidad de presenciar un ejemplar de esa majestuosa criatura frente a frente. Como era de esperar, los libros ilustrados poco respondían a la realidad de aquel enorme Nundu de melena dorada.

 

De alguna forma, que Lucrezia intuía relacionada al balanceo pendular de la llave, la Triviani parecía controlar con inesperada eficacia a la bestia, cuya lentitud al avanzar se volvía desesperante. La mortífaga se sorprendió del despliegue de habilidad de su compañera de bando y sería algo que no dejaría pasar fácilmente de cara al futuro de su relación, si es que luego de aquel día seguía habiendo uno. Notó entonces la presencia de otros dos magos montando una escoba, uno de los cuales se precipitó violentamente al suelo por algún acto de fallido heroísmo y alterando así la tranquilidad del Nundu. Éste no tardó en abalanzarse salvajemente contra el recién caído sin dejar a los presentes capacidad de reacción. La intervención de Zoella para proteger al ignoto hombre cayó en la aristócrata como un balde de agua helada. La brusquedad con que su compañera golpeó el suelo y el crack de sus huesos que resonó en su cabeza la hizo incorporarse de un salto. Había perdido la mesura y la racionalidad con las que superaba ese tipo de situaciones.

 

- ¡Hey, tú, tonto! - le gritó con palpable furia al Nundu, asegurándose de captar por completo toda su atención. - Suéltala o te mato.

 

La Médici dejó que la Capa de Invisibilidad que la cubría se deslizara por su espalda hasta caer a la tierra, dejando nuevamente ver su delgado cuerpo ataviado en un vestido de diseño renacentista. Se colocó en posición defensiva y alzó su blanca varita en el aire, apuntando directo al hocico de la criatura y apretando sus dedos contra el mango. La criatura alejó sus dientes de Zoella, a quien había estado olfateando para encontrar el mejor sitio para comenzar a devorarla, y se desvió hacia la desafiante italiana. Sin embargo, aquellos segundos previos a un inminente ataque se vieron interrumpidos por una lluvia de semillas de hielo. El feroz Nundu joven se vio congelado por la inesperada magia Uzza de uno de los jóvenes que se habían sumado minutos atrás. Un tanto aliviada, pues no poseía un plan para enfrentar al animal, dejó su posición y se acercó rápidamente a la Triviani. Se agachó con cuidado a su lado, observando los hilos de sangre que recorrían su abdomen.

 

- ¿Cómo te encuentras? Esto te pasa por ser tan torpe, Zoella. - le dijo sonando igualmente compasiva, palpando con extremo cuidado la magullada zona donde la bestia había colocado sus garras.

 

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Había mucho que pensar pero sería en otra ocasión, el peliverde echo su capa oscura hacia atrás en un reflejo de impaciencia, esto por motivo de lo que era eminente, ayudar a la joven bruja que se definió como integrante del Concilio, ahora ella estaba con un nundu congelado encima y la sangre revelaba encontrar se con una herida grave. Ahora era momento de estar agradecido sobre continuar sus estudios mágicos en la universidad mágica, de sus ropas saco el colgante dorado que brillo intensamente sobre su pecho. El ojimiel se inclinó para poner la rodilla en tierra y sobreponer sus manos sobre la chica al momento que se concentraba y canalizaba la magia del colgante de curación hacia la bruja tumbada al suelo por la fuerza de aquella impresionante criatura de melena dorada.

 

--¡Curación!-- Un brillo dorado cubrió a la joven...de poseer el conocimiento de primeros auxilios, su participación sería más eficaz pero al menos cerraron sus heridas sangrantes y el dolor de los huesos rotos disminuyo considerablemente. El joven peliverde entonce levanto el rostro para hablar a la rubia joven que se interesa por la joven valiente, le habla deseoso de que comprenda la situación aunque posiblemente sea una de esas mujeres que no aceptan sugerencias de alguien más joven...

 

--Ahora hay que quitarle la criatura de encima y hacer algo para contenerla de manera segura antes de que recobre la normalidad, no se va a quedar como estatua de hielo por mucho tiempo. ¿hay cerca alguien que nos ayude?--Pregunto el ojimiel mientras toma su varita dispuesto a utilizarla para liberar a la joven del eminente peso que soportaba la bruja debajo de aquella peluda criatura.

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Mis costillas dolían a más no poder. Mi cabeza palpitaba al ritmo del segundero de mi reloj. Mi pecho y abdomen arañados sangraban mientras el Nundu por su parte olfateaba mi cuerpo. En sus ojos un sentimiento nuevo comenzaba a aparecer. Con los días que había pasado custodiando su jaula, había aprendido a leer sus movimientos, pero este por primera vez florecía de su interior.

 

Después del turbio silencio, escuché la conocida voz de la Italiana. Lucrezia se acercaba a paso seguro al Nundu quien levantó su pata, liberando mi cuerpo de su gran peso, y se giró hasta ella. La iba a atacar. Comencé a incorporarme como pude para volver a llamar la atención de la bestia cuando unas semillas de hielo lo congelaron.

 

Por primera vez, lamentaba no haberme sobrecargado con los amuletos Uzzas que normalmente llevaba encima. Todos salieron de sus escondites, Anthony admiró la imponente figura congelada del Nundu, mientras Lucrezia de acercó hasta mi.

 

- Me encuentro de maravilla. Peores cosas me han sucedido dentro del Santuario - Solté, sosteniendo mi torso mientras comenzaba a pararme - ¿No haz escuchado el refrán de “hierba mala nunca muere"? Recuérdame contarte la vez que un Dragón casi me engulle - Con la sangre corriendo por mi cuerpo, pensé en un Episkey para detener el sangrado ya pronto lograría tratarme la costilla.

 

El cachorro no duraría congelado mucho tiempo, y estaba segura que luego de que pasara el efecto su furia sería inmensa - ¿Alguien con el examen de aparición aprobado? Necesito la ayuda de todos para llevarlo hasta su jaula - Pedí, elevando la voz.

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Mientras intentaba reconocer mediante su intuitivo tacto cual de todas las costillas de Zoella había roto el considerable peso del Nundu notó que el joven que volaba en la escoba había descendido. El chico, en cuyo pelo florecía un llamativo color verde, se arrodilló del otro lado de la Triviani y colocó sus manos sobre ella. Lucrezia observó como del amuleto Uzza que colgaba del cuello de Antoni emanaba una magia invisible y perceptible a la vez, que se canalizó en todo su esplendor sobre el cuerpo de la mortífaga convaleciente. Las heridas comenzaron a cerrar progresivamente, dejando como huellas de su existencia la sangre absorbida por la tela de la ropa que vestía Zoella y las marcas que habían quedado sobre su piel.

 

- Pues tu aspecto no parece de maravillas. Nunca lo parece de hecho, pero ahora menos.- le comentó, con un tono entre burlón y amigable que delataba la creciente confianza entre ambas. - No hagas mucho esfuerzo.

 

La joven aristócrata se incorporó rápidamente y acomodo los mechones de su cabello que se habían alborotado durante su corrida hacia su “amiga”. Alzó nuevamente la blanca varita que aun sentía la tensión de sus dedos y con un ligero movimiento pendular realizó un hechizo reparador: las hebras quebradas, los hilos y consigo la tela de su vestimenta comenzaron a unirse hasta hacerla lucir nueva. Más allá de las heridas que aun cubrían su cuerpo, la estética tenía una importancia similar en la escala de valores particular de Di Médici. La acompañó hasta que ambas quedaron junto al congelado cachorro de Nundu, cuya garra había quedado elevada en el aire de forma peculiar. El hielo comenzaba a mostrar sobre su superficie las primeras señales de descongelamiento.

 

- Tengo algo mejor que un examen aprobado, Zoella. - comentó ante su propuesta, dejando notar en su pálido rostro una sonrisa pícara. - Tengo dinero.

 

Lucrezia volvió a hacer uso de su monedero de piel de moke, jactándose en su fuero interno de lo inteligente que era al portar una útil variedad de objetos siempre a su alcance. Desprendió por tercera vez las cuerdas doradas que sellaban aquel violáceo objeto, metió sus delgados dedos y las puntas de éstos se encontraron casi al instante con el frío de aquella piedra preciosa. La tomó con firmeza en su puño y la sacó de aquel mágico contenedor, exhibiéndola con orgullo a los presentes: una brillante gema azul, similar a un zafiro, encandeció la vista de los observantes. Este objeto parecía absorber toda la luz solar y en su interior, por momentos, se podía apreciar el danzante movimiento de una corpórea manifestación de energía mágica. La alzó en su mano libre, haciendo desaparecer su monedero nuevamente, y se acercó a la bestia congelada.

 

- Una Gema de la Desaparición. La compré en una subasta hace años. Es bastante más poderosa que las imitaciones que siempre quiere venderme Zoella en el Mall. - le comentó a Antoni, sabiendo claramente que la Triviani escuchaba su comentario jocoso - Vamos, acérquense y nos transportaré a la jaula.

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