Jump to content

Prueba de Videncia #21


Sajag
 Compartir

Publicaciones recomendadas

La familia Malfoy había cimentado su historia pisoteando la de otros a lo largo y ancho de su árbol genealógico, sólo algunos de ellos se habían escrito en sus ramas como seres mágicos que respetaban su contexto, su entorno. Las habilidades estaban hechas para este tipo de personas, y, por mucho que el Arcano dudase de cada una de las personas que venían a verlo por el don de la Videncia, sabía que el mago que tenía al frente, estaba destinado. No podía, no debía, y siendo honestos, tampoco quería, darle mayores pistas acerca de la prueba que lo esperaba cruzando el portal, a alguien que se preciaba de conocer tan bien la historia de su pueblo y su propio presente, sólo había una cosa que podía quebrarlo.

 

Mientras con una mano indicaba a Crazy que se adentrara en la pirámide, de cierta manera sus acciones responderían algunas cuestiones que aún pululaban en la cabeza del Arcano, aquello no sería del todo fácil. Aunque él supiera la respuesta, aunque lo hubiera visto ya todo, algo en su interior lo tentaba a mover los hilos del destino y debía amarrarse las manos. Pocas veces en su larga existencia había sentido tal tentación. Sobre su dedo se materializó al Anillo de Videncia con un tono aún pálido, un espejismo de lo que podía obtener con todo su poder al finalizar la prueba.

 

Cruzando el portal de la prueba de Videncia, en la sala circular, el mago vería el resultado u origen de sus decisiones actuales y dependía de él, identificar cuál era. Ottery parecería el resultado de alguna fiesta pagana, había basura dispersa, junta en montoncitos, retazos de pergaminos, avisos pegados en las paredes, nombres de brujos y magos conocidos con precio sobre sus cabezas, ninguno aparentemente valía más de trescientos galeones. Algunos tenían una X cruzándoles el rostro, apellidos viejos de Londres tenían a su lado palabras como: “Traidor a la sangre”, “Squib”, “Sangresucia”,etc.

 

Y al final de la calle, una niña, con unos ojos verdes y rasgados que Crazy conocía a la perfección, sin embargo, aquello no era posible, porque, esto era el futuro, ¿no? Sin embargo, esos cabellos y ese rostro ovalado, aunque estuviera en la faz de una infanta de tres años asustada, lo reconocería hasta en el infierno. Estaba sentada, abrazando sus rodillas y limpiando en su sucia túnica, algunas lágrimas que se había permitido liberar. Él quizá no lo notaba, pero la pequeña temblaba, la presencia del mago imponía. Por debajo de sus pies descalzos se podía adivinar una escota hecha pedazos, la niña había intentado huir.

 

— ¿Us-us-té pede ayullarme? —logró balbucear la pequeña con voz entrecortada y mostrando una faceta muy distinta a la hija que había criado.

 

¿Podría ayudarle? ¿Cómo es que esa pequeña quedaba como la aparente única sobreviviente del pueblo mágico que tanto se habían esforzado en proteger? ¿Quiénes habían sido los culpables? ¿Por qué sentía tanto miedo la pequeña? Si las primeras opciones eran ciertas, pronto se convertiría en alguien difícil de impresionar.

 

La respuesta estaba justo detrás de ella, aunque él no lo viera aún, los rostros destruidos y apilados de magos y brujas que habían caído.

 

En el cielo, pronto se sintió un graznido poderoso, fuerte, que retumbó entre las pocas ventanas que quedaba enteras en el paisaje. Un fénix adulto surcaba el cielo gris, aquello aterró a la niña, que se tapó las orejas como si el sonido fuera a quebrarle los tímpanos. ¿Qué decisiones del Malfoy lo habían llevado a ese lugar? ¿De qué manera podía ayudara? Esas respuestas las tenía en su interior, y serían la llave para obtener la Videncia como una de sus más confiables habilidads.

 

Lejos de aquella tétrica escena, Sajag sonreía escuetamente de lado. Generalmente el pasado llevaba consigo una lección que de no ser aprendida, se volvía a repetir en un futuro. El "¿quién eres?", enlazaba sin remedio el "¿Quién fui?" y "¿Quién seré?". El dominio de los tres daba el acceso.

 

m1Q3ONE.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...
  • Respuestas 4
  • Creado
  • Última Respuesta

Top participantes en este tema

Crazy se adentró en la pirámide para encontrarse con un Ottery muy cambiado. La ancha calle que atravesaba el pueblo, otrora llena de vida y jardines pulcramente cuidados, estaba ahora solitaria y llena de maleza y basura. Un silencio ominoso se cernía sobre el pueblo, que parecía un cascarón vacío y abandonado a su suerte. Pasó junto a un montón de escombros carbonizados que eran todo lo que quedaba de una imponente construcción, ¿No había sido aquella la casa de los Diggory? ¿O eran los Lovegood? Le resultó difícil orientarse con todas las mansiones faltantes y el estado ruinoso de las que habían conseguido sobrevivir.

 

No estaba completamente solo, sentía fugaces signos de la presencia de otras personas, el ligero ruido de alguien que se escabullía por un callejón o el movimiento de una cortina agitándose en una polvorienta ventana. De forma que el holocausto no había sido tan terrible. ¿Estaba en el futuro o en el pasado? Era difícil discernirlo, pues las guerras mágicas habían provocado destrucción en el pasado y, sin duda, volverían a producirla.

 

Unos carteles llamaron su atención, esbozaban algunos rostros conocidos pero avejentados por la edad que eran buscados por delitos como "traidor a la sangre" o "sangre sucia", tras caminar un poco encontró otros similares, pero esta vez los delitos mencionados eran "mago tenebroso", "mortífago" u "opresor". No le sorprendió encontrar su rostro devolviéndole la mirada en uno de ellos, estaba todavía más viejo si cabe y una gran cicatriz vertical recorría la parte izquierda de su rostro, atravesando un ojo ciego.

 

- Todas mis visiones del futuro me muestran tuerto - murmuró - Tendré que encargar monóculos

 

Casi al final de la avenida descubrió por fin el primer signo de vida que no huyó de él. Una niña pequeña agazapada en el suelo, vestida con harapos y ajena al paisaje desolador bañado por el crepúsculo que la rodeaba.

 

- ¿Qué ha pasado aquí, pequeña?

 

La niña levantó la cabeza para mirarlo y Crazy se sintió como si lo hubiera golpeado un relámpago al ver aquellos ojos verdes ovalados. ¿Qué diablos? ¿Aquello era el futuro o el pasado? Se sintió repentinamente mareado y la realidad pareció estremecerse a su alrededor, como una vela agitada por el viento.

 

- ¿Us-us-té pede ayullarme? - dijo la joven Mackenzie -

 

Crazy se agachó, incapaz de controlar su emoción a pesar de ser consciente de que aquello solo era una visión.

 

- ¿Quién te ha hecho esto? - mascuyó con furia - Le haré conocer los fuegos del infierno

 

- No... No más lucha por favor - respondió con voz trémula teñida de miedo -

 

Antes de que pudiera responderle, un horroroso graznido atravesó la tarde y ambos pudieron ver un enorme fénix surcando el cielo salpicado de nubes bañadas por el rojizo resplandor el sol moribundo. A lomos de la criatura viajaba un mago vestido con una túnica de color claro, no pudo distinguir su rostro a aquella distancia pero sí que iba pertrechado para la guerra, con un peto de piel de dragón y la varita proyectando un haz de luz que iluminaba el suelo a sus pies. Comprendió que estaba cazando magos y los carteles de recompensa cobraron sentido.

 

- Sembraste la guerra durante toda tu vida

 

Era su hija la que había hablado, pero no con su voz infantil sino con un tono grave, adulto y carente de emoción.

 

- Ahora recoges tu cosecha de muerte

 

El haz luminoso del mago, probablemente un integrante de la Orden del Fénix, se enfocó en la pequeña Mackenzie mientras el fénix profería de nuevo aquel grito pavoroso. La realidad fluctuó de nuevo a su alrededor y esta vez se transformó. El sangrante resplandor del atardecer fue sustituido por un sol radiante, que bañaba con calidez un Ottery en paz. Las calles estaban repletas de familias de magos que se apresuraban en sus quehaceres diarios, las mansiones estaban en excelentes condiciones y en los jardines de la calle principal florecía una pléyade de flores que llenaban la mañana de una fragancia exquisita.

 

Frente a él estaba de pie Mackenzie. Ya no era una niña, sino una mujer en la cincuentena. Tenía las sienes encanecidas y algunas arrugas aquí y allá, pero sus ojos verdes resplandecían bajo el sol mañanero como solo en los sueños podían hacerlo. Lo observaba erguida y orgullosa, pero con una sonrisa amable.

 

- Padre, lo hemos logrado - dijo con tono eufórico -

 

- Estás... No te han...

 

- Tenías razón, los muggles estaban destruyendo la tierra, envenenándola con nuestro silencio cómplice

 

Continuó su hija, como si no lo hubiera escuchado, extendiendo los brazos a su alrededor para mostrarle el cielo limpio.

 

- Se ha roto el estatuto de la magia, forzamos a los muggles a someterse a nuestras reglas, a respetar la vida, y ahora la sociedad mágica vive en paz - se detuvo, indecisa - Es una pena que no hayas vivido lo suficiente para verlo

 

La realidad se agitó de nuevo, cambiando rápidamente del Ottery en ruinas al Ottery bello y pacífico, como si ambas realidades pugnaran por imponerse a la otra. Comprendió entonces que el ojo interior estaba intentado transmitirle los posibles resultados de su vida, y que ambas eran todavía posibles como una moneda que gira en el aire sin saber sobre que lado caerá. ¿Traerían sus decisiones la guerra y la destrucción del mundo mágico? ¿O la paz y la salvación del planeta de la contaminación que lo asolaba? Algo le dijo que había cosas que ni siquiera el futuro tenía claras, que permanecían solo como posibilidades en el tejido del tiempo, como si el universo contuviera el aliento a la espera de que la moneda dejara de girar.

Sapere Aude - Mansión Malfoy - Sic Parvis Magna

e9fce1927d8e31c2469fa7dab945ea54o.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

¿Por qué se mezclaban las realidades que veía el Malfoy? Sajag sonrió desde su posición, a diferencia de cualquier otro, el aspirante a vidente no se veía ni confundido, ni desesperado. Parecía haber entendido los conceptos que interrelacionan los tiempos. La videncia era una ciencia mucho más exacta de la que la gente promedio siempre aceptaba, sin embargo, casi siempre había una puerta a medio abrir. Sabiendo el resultado de su prueba, Sajag pudo sencillamente darle el anillo de videncia y evitarse estas horas que podían haber servido de meditación y descanso, sobretodo lo último, que jamás le era suficiente. Sin embargo, él debía ver cómo finalizaba el camino hacia una habilidad que continuaría destacándolo en la Comunidad Mágica. Descubrir que era capaz de aprender del pasado para descubrir su futuro, tomar los caminos correctos en medio de un cruce de decisiones, ¿preferir el bien personal, familiar o el común?

El futuro, con la videncia no era incierto, lo incierto radicaba siempre en la decisión del Vidente. ¿Podía Sajag decidir culminar la prueba en ese instante y negarse a ampliar el círculo de videntes? Si, podía. Pero no debía, uno jamás podía sucumbir a las tentaciones que implicaban conocer el resultado, podían alterar no sólo su propio destino, sino en el un amplio rango de vidas, el mundo, el futuro. Esa era la verdadera fortaleza del vidente.

¿Era realmente lo que le decía la Mackenzie del futuro lo que deseaba? ¿Someter al completo a los muggles? Crazy había trastabillado una milésima de tiempo al ver a su hija maltrecha y angustiada por los efectos de la guerra, cuando era niña, aún consciente de que todo eran producto de sus visiones, de su ojo interior intentando revelarse ante él. ¿Sufriría esos mismos tropiezos ahora que conocía lo que podía suceder en el futuro? ¿Creía a ciegas en la supremacía sobre los muggles?

@Crazy Malfoy

m1Q3ONE.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La realidad comenzó a difuminarse lentamente a su alrededor, el rostro sonriente de su hija se desdibujó y flotó un instante nebuloso como llevado por el viento antes de desvanecerse. Pero tan pronto la escena perdió sus formas comenzó a reconstruirse como parte del mismo movimiento, transportándolo a un paisaje familiar.

 

Se encontraba en Londres, en una de las amplias avenidas en las que los muggles habían tejido sus edificios con aspecto de colmena. Pero a su alrededor no fluía el acostumbrado río de gente y coches, rellenando el paisaje de acero y carteles luminosos. Las calles estaban sumidas en el caos, con la mayoría de las edificaciones en ruinas, aquí y allá ardían fuegos que nadie se molestaba en controlar. De vez en cuando se escuchaba alguna explosión lejana, pero en aquella calle los únicos signos humanos eran los cadáveres que salpicaban el asfalto, observando desmadejados el cielo con expresiones de furia o terror petrificadas.

 

A pocos pasos de distancia escuchó un quejido, y el corazón le dio un vuelco al descubrir a su hija tumbada en una esquina, agonizante. Respiraba lentamente, absorbiendo el aire a bocanadas como si temiera quedarse sin él.

 

- Colmillo - dijo con voz triste arrodillándose ante ella -

 

- Estamos perdiendo, papá - respondió con voz monocorde -

 

- ¿Ha sido un error entonces? ¿He traído la desgracia sobre el mundo?

 

Mackenzie negó con la cabeza, pero más que una respuesta pareció solo una forma de expresar su confusión.

 

- Dímelo, ¿Podemos ganar? ¿Existe otro futuro posible?

 

Sin embargo su hija no respondió. Su pecho se había quedado inmóvil y sus ojos miraban sin ver el suelo repleto de escombros. La realidad a su alrededor parpadeó de nuevo, girando sobre sí misma y transformándose para forjar a su alrededor un paisaje mortecino apenas iluminado por un resplandor grisáceo. El cielo estaba completamente cubierto por un velo oscuro y la tierra estaba seca y agrietada, siendo los únicos signos de vegetación unos paupérrimos hierbajos marchitos y amarillentos. Hacía un calor infernal, como si se encontrara sentado al lado de una hoguera y el horizonte era una monótona extensión de similares características.

 

- Hemos perdido - susurró una voz femenina a su lado -

 

Se giró para encontrarse nuevamente con Mackenzie. Esta vez le costó reconocerla, estaba muy avejentada, con la espalda encorvada y las mejillas llenas de hollín surcadas por goterones de sudor. Sus preciosos ojos verdes reflejaban una expresión de inmensa tristeza.

 

- Permanecimos demasiado tiempo ajenos a la plaga que asolaba el mundo - susurró -

 

- ¿Y la magia? - preguntó Crazy, aunque intuía la respuesta -

 

- Funcionó durante un tiempo, mantuvimos zonas del mundo limpias, pequeños refugios - se detuvo un instante para toser con fuerza - Pero tú me enseñaste que la magia tiene límites

 

Crazy no supo qué pensar. La cruzada en la que llevaba inmerso toda su vida se basaba en la creencia inamovible de que los muggles estaban envenenando poco a poco el planeta. En no pocas ocasiones había propuesto a los sucesivos concilios que se rompiera el estatuto de la magia y se forzara a aquella plaga devoradora a cambiar su forma de vida, a respetar aquel mundo que se veían obligados a compartir. Pero la respuesta, tras una soporífera retahíla de disertaciones, siempre había sido la inacción, la cobarde determinación de taparse los ojos ante la realidad.

 

Su tío Abraxas le había enseñado que la guerra era la continuación de la política por otros medios, y por eso había estado dispuesto a empuñar la varita para defender sus ideales. Pero el futuro que le revelaba la pirámide era contradictorio, por un lado parecía confirmarle que la lenta destrucción de la tierra culminaría en la muerte de la vida, por otro que ganar aquella guerra traería paz y un futuro, y en todos ellos que aquella guerra, independientemente del resultado, traería muerte y destrucción para su propia familia y aquellos que le rodeaban.

 

¿Era aquello lo que quería transmitirle su ojo interior? ¿Que para salvar el mundo tenía que estar dispuesto a sacrificar todo lo que amaba? Algo en su instinto le dijo que así era, que no había otro camino, y eso fue lo más doloroso.

Sapere Aude - Mansión Malfoy - Sic Parvis Magna

e9fce1927d8e31c2469fa7dab945ea54o.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...

Sagaj masculló unas palabras ininteligibles en aquella sala. No estaba seguro de si el Sr. Malfoy era consciente de que había entrado en el Portal y que éste había aprobado sus decisiones. Para el Arcano, le hubiera gustado mantenerlo más tiempo allá dentro, enfrentándose a la decisiones de su Yo-Pasado, viendo tambalearse los ideales del Yo-Presente y preguntándose si las visiones de su Yo-Futuro serían ciertas.

 

Como había dicho más de una vez a sus pupilos, esperando que la idea cuajara en ellos, la Videncia era una ciencia Exacta, la inexactitud quedaba en las interpretaciones del vidente que, por inmadurez e inexperiencia muchas veces, por no aceptar lo que veía otras veces y entrar en fase de negación, o por querer cambiar lo que veía, daban la mala fama a tal poder del Ojo Interior.

 

Sin embargo, el Sr. Malfoy se mostraba reflexivo sobre las Visiones que tenía en el interior del Portal, aprendiendo de ellas y valorando su significado, a pesar de que fueran contrarias con sus convicciones. Esa madurez se daba pocas veces entre los novicios que entraban en él para su última prueba. Aunque también era muy irregular la forma en que su prueba se había desarrollado. Sin seguir la linealidad de las pruebas de todos los pupilos que le habían precedido, Crazy Malfoy acababa de pasar la Gran Prueba del Portal. En su dedo, el anillo rosado refulgía con fuerza, mostrándole que el Portal le consideraba apto para ser considerado Vidente.

 

No era una sorpresa para el Arcano, lo supo desde el primer momento que lo vio en la Academia. Lo había sabido en visiones anteriores y posteriores. Lo había visto en el carisma que rodeaba su figura. Por ello, no dudó, a pesar de la forma tan extraña que el Portal había decidido que pasara su prueba, en darle el anuncio correspondiente:

 

- Puede volver a esta realidad, Sr. Malfoy. Bienvenido al mundo de los Videntes, acaba de vincularse a todos nosotros y, a partir de ahora, su visión del mundo habrá cambiado. De usted depende si para Bien o para Mal, y si Bien o Mal para quien. Sus decisiones le marcarán de por vida, como creo que ya ha descubierto ahí dentro.

 

El Arcano quedó callado. Era un hombre parco en palabras y, por ahora, ya había hablado demasiado.

m1Q3ONE.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.