Ministerio Zombie

[Fengari M.]

Que tauro confiara en mí y contara sobre su madre y su particular relación, me ayudo a comprender que tal vez había llegado el momento de hacer lo mismo, de asimilar en voz alta todo el asunto relacionado a mis padres, de contárselo a una amiga, de descansar de tantos conflictos emocionales que solo carcomían mi cabeza y me ataban a ese asunto como una soga, dejándome creer que podía avanzar, para luego ver la realidad, que solo retrocedía al llegar al límite, sin dar ningún paso más adelante. Sentí que podía entender a la peliazul tanto como a mí misma.

 

La relación con mi madre adoptiva tampoco había sido la mejor, siempre me comporté ajena a ella y a su familia, aunque lo cierto era que realmente los amaba como si fuéramos de la misma sangre, a excepción de aquella vez… cuando la Evans adivinó que era del bando mortífago, cuando acepté que era la oveja negra, la gran decepción, después de años de educación. Pero ya era demasiado tarde para adoptar sus ideales. «Y estuvo tan decepcionada de todo, que nos abandonó, y sin darme la oportunidad de explicarle como me sentía, como me siento». Suspiré removiendo la cucharilla en el yogurt.

 

De pronto, levanté la vista sorprendida por la propuesta de la Munter— ¿Con los Munter? ¿No sería problema?

 

La propuesta fue tan impensada que un suave cosquilleo en la espalda me cerró la garganta. Tomé el yogurt y lo bebí lentamente, contando mentalmente las inspiraciones que necesitaba para no asfixiarme. Cuando estuve segura de no morir, cerré los ojos pensando cómo esa situación podría empeorar o ayudar a que me acercara a los Munter, pero aún no estaba segura de sí quería hacer eso, ni siquiera estaba segura de enfrentar a Anne. A pesar de que las últimas veces que estuvimos reunidas, tuve la impresión que ya sospechaba quien era, no era seguro en absoluto, y si lo fuese, ella lo sabría y no me estaba buscando «no me estaba buscando». Otro suspiro.

 

—realmente aprecio mucho tu invitación, pero no creo que sea correcto, no quiero incomodar.

 

 

 

 

 

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[Tauro M.]

Por supuesto que no esperaba que aceptara a la primera, estaba consciente de que no era una propuesta cualquiera y esperaba ese no por respuesta, ella en su lugar también lo habría pensado así. Cuando estás o más bien te sientes sola en el mundo, crees que no perteneces a ningún lugar aunque desees hacerlo, pero sin darte cuenta te privas de las posibilidades de tener a alguien, quizás por miedo, o por evitar relacionarse con alguien a quién probablemente no volverás a ver. Cuando pasas demasiado tiempo solas te acostumbras a construir barreras con cada persona que conoces, no las dejas entrar, no les permites ser parte de tu vida aunque se note que quieres gritar que sí, que por primera vez quieres sentir que no te van a dejar. Todas esas emociones humanas Tauro las aprendió y aunque se esforzó por simularlas frente a la sociedad, una vez las experimentó.

— No me des un no definitivo, te invito a que lo pienses mientras platicamos y si al final aun crees que es mala idea, no pasa nada —le dijo para tranquilizarla —Pero en lo personal no tienes nada que perder, mi familia no tendrá problema en recibirte, más bien te pediría yo disculpas de ante mano por su comportamiento. Somos una familia... digamos que peculiar, vivimos en un ático, así que ya te puedes imaginar —Para Tauro ese era el mejor lugar en el mundo, sobre todo porque allí podía ser ella misma y tener todo cuando quiso en anteriores viviendas —Es más, hasta tengo mi propio invernadero, laboratorio de pociones, entre otras cosas, nunca te vas a aburrir y ni siquiera tienes que socializar con los demás si no lo deseas.

 

La manera en cómo le estaba vendiendo su hogar era como un posible escondite, donde no estaba obligada a dar explicaciones, se podía saltar la hora del desayuno y la cena, ella lo hacía todo el tiempo y terminaba llevándose la comida a la habitación. A veces pasaban días sin ver a su familia, pero eso era normal, pero cada vez que coincidían en los pasillos tenían algo para decirse y actuaban como si apenas hubiesen pasado horas. El otro pequeño detalle que de momento omitiría era el grave problema de alcoholismo, usado como vía de escape para todos los problemas que aun tenían entre ellos, como por ejemplo la relación de Madre-Hija de la bruja que aun no lograba solucionar.

 

— ¿Qué mejoraría la oferta? Algo que finalmente te anime a venir conmigo. No estás obligada a quedarte, te puedes ir cuando quieras, pero creo que de momento no te viene mal.

 

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[Fengari M.]

Miré a Tauro consciente de lo que decía, cuando la observaba, podía notar que en ella había cierto sentimiento compartido que me era familiar, y por primera vez, consideré que tal vez ella podría tener una relación no tan perfecta con su madre, o con otro familiar, una relación rota o deslucida como la mía. Sonreí apenas mirando mi charola y debatiéndome si quizás estaba siendo demasiada terca o masoquista encerrándome en mi propia burbuja. Tauro había sido una amiga leal desde el primer momento que nos reencontramos.

 

—Está bien —respondí finalmente, convencida de que me agradaba mucho la idea— lo pensaré, como lo pintas suena como una oferta irrechazable. Un invernadero y un laboratorio de pociones suenan fascinante—confesé, pues amaba las pociones, casi tanto como el arte.

 

Realmente la peliazul se había convertido en una gran amiga, y un extraño lazo me unía a ella, algo que no podía explicar pero que intuía estaba relacionado con mi madre. En ese momento cierto sentimiento se coló en mi cuerpo, remordimiento. Mordí mis labios y abracé entre los dedos una galleta, concentrándome en no desmoronarla, esforzándome por ignorar la nostalgia y la culpa que crecían conforme más trataba de ignorar el hecho de que Anne era mi madre, y que Tauro, parte de su familia y mi amiga, no lo sabía.

 

Entonces suspiré, bajando un poco la vista, cansada por llevar toda esa carga en los hombros. Cerré los ojos y bebí un poco de jugo, tratando de reponerme—. Cuéntame más sobre tu invernadero.

 

 

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[Tauro M.]

A Tauro le entusiasmó que Fengari demostrara interés en el laboratorio de pociones ya que para ella era algo demasiado importante y pocas veces encontraba personas igual de apasionadas que ella, pero más importante era que ella hubiese aceptado considerar su oferta. Le devolvió una gran sonrisa que al poco tiempo se borró cuando la notó algo extraña, como melancólica. Acostumbrada a respetar el espacio de los demás decidió no hacer de momento ningún comentario al respecto, sino que le siguió la conversación si eso la hacía sentir mejor.

—En el invernadero tenemos de todo un poco, es bastante grande y cuenta con buena iluminación. Tenemos plantas de todos los tamaños y tipos, espacios dedicados para la elaboración de pociones y experimentación, así como un estante envidiable de libros, los más actualizados y unas que otras anotaciones de mis propias creaciones —como amante de las Pociones a Tauro lo que más le gustaba era experimentar, crear nuevos antídotos, pociones, incluso venenos, y ahora que estaba tratando de ayudar un poco a la naturaleza, las criaturas mágicas se habían vuelto también un objeto de estudio —Cuando estaba en la Universidad fui profesora de pociones y me gustaba enseñar, pero jamás encontré a un aprendiz digno —le comentó —¿Te gustaría ayudarme un poco con mi investigación? —Aquello era sin duda el proyecto más importante en la carrera de la bruja, la razón principal por la que había vuelto a trabajar para el Ministerio.

 

— Puedes incluso usar el invernadero para ti, lo único es que debes ser cuidadosa con la planta carnívora, tiene un humor bastante peculiar —le advirtió. En ese momento no le dio más detalles sobre la planta ni cual era su misión, los secretos de la Munter estaban reservados para únicamente los miembros de la familia y si Fengari decidía aceptar su propuesta, entonces ya se enteraría.

 

La bruja guardó varios minutos de silencio, se había quedado reflexionando sobre algo que no dejaba de darle vueltas en su mente. Intentó escoger las palabras adecuadas antes de hablarle a Fengari y cuando no se resistió más, le dijo lo que pasaba por su mente.

 

— No sé si te parece extraño, te conozco de antes, pero es como si hubiese algo que nos conectara. Sé que lo de las pociones podrá parecer algo normal, pero no lo es, puedo ver en tus ojos una auténtica pasión y no es solo eso... Hablo en general —Tauro no podía dejar de sentir una conexión especial con la bruja y como era de las que decía lo que pensaba, no dejó pasar la oportunidad.

 

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[Fengari M.]

Mi mente empezó a maquinar todo lo que podría hacer en ese laboratorio, y no solo eso, sino también los libros a disposición que podría tomar para leer. La idea me entusiasmaba mucho, imaginar despertar y poder acceder a un laboratorio y un invernadero a cualquier hora del día, estudiar más o simplemente disfrutar de la naturaleza y sus bondades... Todo aquello era aire fresco para mi mente. Sonreí ampliamente y recobre nuevamente el semblante, miré la galleta que tenía en la mano, aquella que trataba de controlar las ganas de presionarla, tanto como hacia conmigo misma; así que la observé apenas y decidí dejarla sobre un plato, empezaba a sentir un poco de náuseas en el estómago por los nervios.

 

Hace mucho que no disfruto de la magia, de las pociones como tal, es decir, de hacer mis propias de pociones, de abonar la tierra de las plantas y recogerlas para fabricar algún antídoto o veneno. Tal vez desde la academia admiti forzando mi memoria.

 

Extrañaba aquello años, donde todo era más sencillo. Tomé un poco del yogurt y dejé que mi mente se pusiera en blanco. Estaba cansada de tantas vueltas, de tanto desconcierto, que incluso sin hacer nada físico, me sentía rendida, por la velocidad con la que mi cabeza cavilaba el caos que se armaba alrededor de mi madre. Era absurda la cantidad de tiempo y ánimo que gastaba entorno a eso. Bebí más yogurt y me centré en la peliazul, su propuesta se me hacía más tentadora, era un cambio de aires, un nuevo comienzo.

 

Sería un placer ayudarte en tu investigación, de hecho, creo que me harías un gran favor permitiéndome aprender de ti.

 

Fue así que poco a poco comprendía mejor la pasión de la peliazul por las pociones y las criaturas, y el cariño con la que se relacionaba con la naturaleza. Entonces, en un giro de la conversación, Tauro mencionó aquello que también había percibido antes, una conexión agradable, cómoda, pero inexplicable.

 

Yo también lo percibo, es interesante, no lo crees?

 

 

 

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[Tauro M.]

Y Fengari había dicho que sí, después de mucho intentar y darle motivos para considerar y posteriormente aceptar su oferta, la idea de las pociones, el invernadero y el laboratorio la terminaron de convencer. Tauro sonrió ampliamente, aún después de haberle hecho aquella confesión que esperara no tensara la relación entre ellas. Por suerte ella lo había percibido de la misma manera, aunque no parecía tan sorprendida como Tauro.

 

--Es bastante interesante, sí, quizás por eso no tenía hacerte la oferta, capaz así pueda descubrir que es eso que nos une --le comentó. Tauro terminó de comer lo que traía en la bandeja, dejando sin tocar lo que había traído para Oliver, a quien buscó con la mirada para saber si se había arrepentido y regresado. >>Espero que esté bien<<. Pensó.

 

--¿Has pensado ya en buscar algún trabajo? Tengo un experimento en mente que no sé si te interese, pero mejor te comento cuando estemos en la Munter. Sé que acoplarse no es fácil, por eso me gustaría ayudarte. Se sentía demasiado protectora, quizás porque veía en ella cosas que ella misma tenía, o quizás por la misma razón de la extraña conexión, como fuese quería ayudarla y de paso, conocer más de ella.

 

--Hasta el momento te he dicho lo que me gusta, ¿qué hay acerca de ti? @

Editado 25 de Noviembre del 2019 por Taurogirl Lavigne

[Fengari M.]

Después de comer todos los dulces que había llevado en la bandeja, a excepción de la fruta, decidí que necesitaría algo más para darme por satisfecha— espérame un momento, iré por un sándwich, hoy tengo mucha hambre —le dije sonriendo, dirigiéndome nuevamente a la mesa donde estaba servido el buffet. Busque algunos sándwiches y tome dos, por si Tauro también quería uno, además elegí dos vamos de jugo de naranja «aunque no es sangre» pensé traviesa imaginando traer mi vaso personal de sangre con sorbete y adornitos, tipo coctel al ministerio.

 

Regresé a la mesa y puse el vaso de jugo para la peliazul— ¿sed?

 

Me acomodé y mordí un poco del sándwich, no podía hablar pero estaba atenta a lo que decía. Seguía con atención poco a poco su explicación sobre un experimento que tenía planeado, al parecer aun no lo había hecho, pero su invitación a ser parte de él me conmovió. Asentí. Tauro era de las pocas personas con las que había logrado una conexión desde hace muchos años, y en mi retorno a la comunidad mágica, se había convertido en una de las amigas más leales y comprensivas que tenía.

 

En ese momento me puse a pensar seriamente sobre el parentesco que podría existir entre Tauro y yo. recordaba la ultima vez que había estado reunida con los Munter, por invitación de ella, parecía una reunión familiar donde también estaba Anne, pero no sabia a ciencia cierta los lazos que existieran entre todos ellos. esa consciente que la peliazul era parte de esa familia, ¿pero que tan cercana era Tauro a mi madre? ¿cual era el lazo entre ellas? Terminé de comer y sonreí.

 

—te agradezco por considerarme para tu experimento. Yo estaré encantada de ayudarte, pero no quisiera ser una traba en el desarrollo del mismo. Porque no tengo mucha experiencia en el campo…

 

 

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Editado 27 de Noviembre del 2019 por Fengari Naberrie Black

[Tauro M.]

Aunque cuando Fengari anunció que iría por algo de comer Tauro no había sentido hambre, ahora que la mujer volvía con un Sándwich para ella también sintió el estómago rugir, porque claro, hasta el momento no había comido algo que se considerara comida, sino chucherías. Asintió ante el ofrecimiento del zumo porque sí, de tanto hablar le había dado sed y para su sorpresa era su favorito. ¿Cómo sabía que le gustaba el jugo de naranja? Bueno, podría ser una coincidencia nada más, pero ella apreciaba esos pequeños detalles aunque no dijera nada.

 

--Si, muchas gracias por ambas cosas, la verdad me hacía falta comer algo que me asentara mejor el estómago y de paso el jugo para la sed --Después Tauro evidentemente siguió hablando y Fengari solo la escuchaba. Hizo una pausa para poder llevarse un bocado del Sándwich a la boca y decidió que se callaría durante los próximos minutos, o quizás más que eso. Mientras mantuviera la boca ocupada enseguida se perdía en el hilo de cualquier conversación que previamente estuviera dirigiendo.

 

--¡No importa! No hace falta que tengas experiencia, mejor para mí --agregó de nuevo muy animada, consciente de que estaba a punto de soltar otro discurso, agradecía que Fengari fuera un excelente público --Puedo aprovechar y recordar mis tiempos de profesora de Pociones, siempre me gustó hacerlo y mientras aprendes te platico sobre lo que quiero hacer, así nos ayudamos mutuamente. No quiero excusas, no te permitiré que me digas que no --comentó muy segura de sí misma.

 

--Nunca se deja de aprender, yo misma hasta me sorprendo con pequeños descubrimientos y tengo la impresión de que también aprenderé mucho de ti.

 

Terminó de engullir el Sándwich y beberse el jugo, la conversación cada vez se volvía un poco más profundo.

 

--Sobre el otro día... La vez que conociste a mi familia. ¿Conocías ya a alguno de ellos? No sé, pero me pareció verte tensa al principio o quizás fueron ideas mías. ¿Sucedió algo?

 

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[Fengari M.]

Sonreí y miré encantada como la bruja comía el sándwich y disfrutaba del jugo, que había sido también su favorito. Parpadeé escuchándola y con el estómago satisfecho, me acomodé en la mesa colocando mis brazos sobre el borde de la misma, había cosas que realmente me apasionaban, y las pociones eran por distancia una de ellas. Así que aunque inventara mil y un razones para negarme, aquella propuesta sobre practicar pócimas era irrechazable.

 

—ok. Como lo plantas no puede negarme —sonreí algo avergonzada, bebiendo un poco de jugo para evitar reír— realmente será un placer acompañarte en tu experimento Tauro.

 

Entonces, un cambio en la conversación me desencajó y me quede unos segundos en silencio asimilándolo. Sonreí, como sonreímos cuando tratamos de mostrar seguridad, de esas sonrisas practicadas, y bajé la mirada hacia la manzana que aún no había tocado, la miré un poco y la mordí volviendo mis ojos a la peliazul, mientras tanto, mi cabeza ya estaba buscando las palabras que usaría para responderle. No quería mentirle, odiaría hacerlo, pero tampoco estaba lista para contarle “eso” que no me dejaba dormir tranquila.

 

—si. Claro, es decir, me uní muy joven a cierto grupo de magos que tú y yo sabemos. En ese entonces Beltis era una de las líderes, la conozco de ahí y por supuesto jamás habíamos hablado antes. Y lo mismo con… Anne—mordí nuevamente la manzana y observé a Tau—. ¿Son tu familia? —pregunté esperando no confirmar mis sospechas.

 

 

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[Tauro M.]

Tauro quiso cerrar el acuerdo con un brindis o algo que se le pareciera, pero en cambio prefirió darle un apretón de manos, como si hubieran cerrado un trato entre socias. La conversación al final le había servido para conocer un poco más sobre Fengari, de tal manera que no parece una entrevista ya que esa nunca fue su intención. Pero el silencio que vino después a raíz de su pregunta hizo que todo lo conseguido trastrabillara por un breve momento, logrando que Tauro se arrepintiera casi de inmediato por lo directa que había sido.

 

Fengari hizo lo mejor que pudo, le dio datos ciertos que no levantarían sospecha de nada, porque para todos los que pertenecían a las filas de los Mortifagos conocían quiénes eran sus líderes, las cabecillas, aunque eso no siempre fuera algo bueno. Fue por eso que procuró acercarse más a ella, porque aunque ya no perteneciera a ese grupo, tenía miembros de su <<familia>> que todavía seguían siendo parte de ellos.

 

-- Sí... ellas son mi familia --la forma en la que lo dijo dejó entrever que era un tema con el cual aun no se sentía del todo cómoda, no por el hecho de que Beltis fuera su madre, su relación no tenía nada que ver en estos momentos, pero sí Anne, a quién apenas reconocía como hermana y le costaba aceptarlo -- Beltis es mi madre y Anne es... mi hermana --era la primera vez que lo decía en voz alta y la verdad es que no sabía cómo sentirse al respecto, por lo que permaneció con expresión neutral --Por eso te decía que tenía una familia bastante peculiar --añadió, en aras de restarle importancia.

 

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