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Edmund vs Asenath


Asenath
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El lugar seleccionado no distaba mucho del anterior. La única diferencia era que aquel risco no tenía árboles a su alrededor ni un lago cerca; solo habían rocas y restos de lo que alguna vez fueron hogares de poderosas tribus. A la guerra le habría encantado pasarse lo que quedaba del aprendizaje de Edmund contándole las hazañas y atrocidades acontecidas en ese mismo sitio siglos atrás. Incluso hubiese podido recrear un par de escenas a través de proyecciones astrales extraídas de la memoria de los sobrevivientes. Pero, como siempre, existía un labor primordial que se interponía.


Asenath se aseguró de arribar al risco varias horas antes de la citada. El viento frío de la madrugada ayudó a que despejara sus pensamientos, que de por sí llevaba tiempo encapsulando. La guerra mágica entre las naciones no parecía ceder pese a las advertencias de los profetas y expertos en batallas. Su pueblo, naturalmente, tenía prohibido formar parte de tales situaciones, pero eso solo alimentaba sus ansias por contribuir.


<< Estoy haciendo mi parte >> trató de convencerse, extrayendo su espada de la vaina que llevaba colgada a su espalda. Se acercó más al precipicio, donde las rocas más grandes yacían clavadas en lo profundo del suelo y, sin previa meditación, blandió la hoja sobre la superficie dura, creando un corte casi perfecto que la partió por la mitad. La guerrera se desplazó rápidamente hacia la mitad partida, y antes de que cayera cuesta abajo, usó un encanto simple para hacerla levitar y arrojarla hacia atrás, donde su alumno o ella misma pudieran hacer uso de ésta si lo encontraban necesario. << Los estamos preparando para las verdaderas guerras >>.


El amanecer ya pintaba el cielo de morado y naranja cuando Asenath, por fin, decidió envainar su espada después de repetir el proceso varias veces. El sudor se encargó de bañar su frente, el cabello y su pecho, mientras que en sus manos podían apreciarse pequeñas marcas de sangre seca. La empuñadura de su arma estaba recubierta por espinas que crecían a medida que su potencial aumentaba, pues el poder siempre debía estar conectado con el sacrificio impuesto para obtenerlo.


Asenath asintió apenas notó la presencia de su alumno. Hasta ese momento le había demostrado ser un mago eficiente y muy conectado con las batallas, por lo que presentía que ambos disfrutarían de lo que pasaría a continuación.


--- Bienvenido, Edmund. Te he citado tan lejos principalmente por el espacio. Este tipo de enfrentamientos suelen requerirlo, aunque me imagino que lo sabes ya. Aparte, como verás --- señaló las ruinas --- me aseguré de que no hayan árboles cerca tampoco, así evitamos que terminen incendiados. ¿Estás listo?


La mujer no esperó respuesta. Bajó la capucha de su túnica rojo oscuro, con la intención de tener claro todos los flancos, y sacudió su varita. Se le oyó decir Cinaede, hechizo que hizo nacer un gas invisible alrededor de Edmund. Recordó entonces la escena de la chita agonizante, aunque dudaba mucho que el mago se dejara vencer tan fácil.


--- Siéntete libre de usar cualquier magia – apuntó enseguida. Los separaban tan solo unos pocos metros, por lo que pudo apreciar su rostro siendo afectado por el veneno ---. ¡Pero enfócate en los hechizos que practicamos!


Asenath se llevó la mano al pecho y toqueteó el amuleto de resurrección. La esmeralda lanzó un destello de luz verdosa espléndido cuando el sol empezó a iluminar el risco. Se preguntó si Edmund llevaba el suyo. Quizá lo necesitaría.




.....................



  • No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece.
  • Duración del duelo: Del 20 de Octubre (inclusive) al 27 de octubre.
  • Nos guiaremos por las reglas de duelos existentes.
  • Hechizos: Neutrales, Graduados y de los Libros de Hechizos hasta el Libro del Equilibrio (con especial énfasis en este último).
  • Están prohibidos los Off. Consultas, dudas o sugerencias, al topic correspondiente.



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Si algo es cierto, es que Edmund es bueno en duelos.

 

Y aún así, estaba nervioso, como si de su primer duelo se tratase. ¿Cómo no estarlo? Se iba a enfrentar a una Guerrera Uzza cuyo poder mágico era impensable para él todavía. Sí, no estaba a su altura y eso tenía que reconocerlo. Después de todo, siempre se había enfrentado a magos comunes, si es que podía utilizar aquella palabra para definirlos, claro. Pero sí, Asenath no era una bruja común, no. Era una hechicera que dominaba las magias guerreras desde tiempos que el mago desconocía. Y él apenas las estaba aprendiendo.

 

Aún recordaba su primer duelo y era la misma sensación que tenía aquel día. Manos sudorosas y miles de pensamientos en la cabeza. No obstante, con su mirada serena escondía todo aquello. Su primer duelo había sido en Hogwarts contra Evarela en frente de las casas Gryffindor y Slytherin, y sus profesores de duelo. La bruja le había lanzado un encantamiento paralizante que él había evitado gracias a unas aves que había invocado, luego le había lanzado un encantamiento aturdidor que Evarela había absorbido con un escudo de protección. Así estuvieron un rato hasta que Browsler hizo caer a la Black con una zancadilla. Evarela, por consiguiente, no le habló por unos tres meses enteros y tampoco le escribió una carta en navidad.

 

Extrañaba aquellos tiempos pero no era momento de ponerse melancólico.

 

Había llegado al sitio al que había sido citado y observó a su alrededor atentamente, cosa que hacía en todos sus duelos. Estaban al borde de un risco, aunque no tan cerca, en el cual habían varias rocas grandes. A Edmund le pareció que la Uzza las había colocado allí mediante magia, porque la posición no parecía natural en absoluto. el sitio carecía de vegetación. El mago caminó y se ubicó del lado contrario al risco, por lo que la Uzza estaba más cerca al mismo, a un par de metros. Browsler pensó que no le tenía miedo a caerse de allí, seguro podía hasta volar y él no lo sabía. No, tenía que enfocar su ataque en algo diferente.

 

Debajo de sus ropas tenía el amuleto de la resurrección. Confiaba en sus habilidades pero estaba seguro de que lo necesitaría en un futuro. La guerrera, a unos cuantos metros de distancia de él, le miraba con cautela y había comenzado una breve introducción al duelo.

 

Browsler no tuvo tiempo de responder. Ya podía sentir el gas tóxico de los pétalos del pensamiento entrar en su sistema. Sin embargo, alcanzó a conjurar su hechizo.

 

- ¡Cinaede! -logró decir. Ahora Asenath iba a comenzar a sentir los mismo efectos que él estaba sintiendo a causa de el veneno en forma de gas. Era casi imperceptible a la vista, pero altamente potente. Ya el mago sentía como se le estaban cortando las vías respiratorias y se le estaba parando el sistema nervioso y circulatorio. A pesar de estar acostumbrado a los efectos de los hechizos sobre su cuerpo en un duelo, aquel en particular era demasiado fuerte. Unas gotas de sangre comenzaban a salir de la nariz y a caer el suelo. A la Uzza le sucedía exactamente lo mismo que a él. El mago pensó en un Anapneo para destapar sus vías respiratorias mientras esperaba por el siguiente movimiento de la guerrera.

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- Arena de Hechicero!


Se apresuró a pensar Asenath, inmediatamente después de que Edmund conjurara el gas dañino a su alrededor. Su ataque, mientras tanto, dejó ciego a su oponente unos segundos antes de que usara magia para destaparse las vías respiratorias. A esas alturas de su vida la guerrera había generado bastante resistencia al sufrimiento ajeno; en el campo de batalla no cabían la piedad ni los escrúpulos. Si los alumnos estaban interesados en dominar las magias de la guerra, debían acostumbrarse a las situaciones de una primero.


Entonces llevó la mano hacia su garganta. Asenath sacudió la varita y apuntó a su garganta, y sin mover los labios conjuró un Anapeo que hizo brillar la punta de un lila pálido, lo que sirvió para destapar sus vías respiratorias. Tomó una larga bocanada de aire cuando las hubo despejado. Detestaba la sensación de sentirse oprimida. La escena le trajo recuerdos de sus primeros combates, tan sangrientos como desesperantes, aunque prefirió desecharlos para enfocarse en el presente, como siempre.


Aprovechó el tiempo de respuesta para detallar el rosto de su oponente. A juzgar por su semblante requería de un par de curas más para sobrellevar el enfrentamiento. A ella le hubiese gustado llevarlo a cabo en igualdad de condiciones, pero ningún enemigo en la vida real tendría esa clemencia. <<Deben adaptarse para sobrevivir>> se dijo a sí misma <<De otra forma estarán perdidos>>.


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Todo se había tornado oscuro nuevamente.

 

Edmund ya estaba acostumbrado a perder alguno de los sentidos mientras tenía un duelo. Especialmente, porque sabía que muchos hechizos afectaban los mismos. Supuso que la guerrera había conjurado las arenas del hechicero y también supuso que luego se había curado del cinaede.

 

- Morphos -conjuró. La vaina de la espada de la guerrera, la cual era gruesa y amplia, pues guardaba una espada grande, la misma espada con la que Asenath había cortado las rocas tiempo atrás sin que el mago lo supiera, se convirtió en una serpiente krait. La misma mordió la espalda de la Uzza inmediatamente para inyectarle su veneno letal, que era quince veces más potente que el veneno de una cobra. Justo después de esto la serpiente krait se envolvió alrededor del cuello de la guerra y lo apretó con fuerza con la intención de asfixiarle y, al mismo tiempo, impedirle el habla.

 

El veneno del cinaede aún parecía afectarle, por lo que conjuró una curación que le ayudaría a mantenerse de pie un momento más. Ahora tan sólo le iba a hacer falta curarse una última vez para poder recuparse por completo de aquel hechizo. Evidentemente él se había visto más afectado porque la guerra tenía mucho más poder que él.

 

- Arenas del Hechicero -pensó, aún sin poder ver.

 

El resultado de los huesos cristalizados de un mago que ha muerto mediante fuego mágico atacaron a Asenath y le ocasionaron el mismo daño que ella le había causado a Browsler segundos atrás . Al lanzarla al aire cegó a la guerrera, dejándola solo con la capacidad de realizar hechizos de tipo efecto e invocaciones que no requirieran puntería durante un tiempo.

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