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Libro de los Druidas


Badru
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Aun no se acostumbraba a aquella nueva ubicación, le había costado mucho el acoplarse a la comunidad Londinense que ahora le generaba tanto malestar el tener que estar a mitad de la Selva Africana en espera de sus alumnos. Aquella tarde sólo debía esperar por uno de los miles de magos que creían tener el derecho de que él les enseñará la magia de su comunidad por el simple hecho de haber adquirido un libro y pagado por una matrícula. Sería quien se encargaría de desmentir aquel hecho si querían que fuera él quien les enseñará como utilizar los poderes del libro del druida, primero tendrían que salir ilesos del primer reto que les iba a llegar mediante una lechuza.

 

El guerrero Uzza escribió unas cuantas líneas en el pergamino que enviaría a su alumno, eran instrucciones precisas de cómo recolectar polen de varios lirios de fuego que crecían a las orillas del cráter volcánico más cercana a su ubicación. El volcán apagado Trindade ubicado en la Isla de Boi a varios kilómetros de donde se ubicaba el colegio de Magia y Hechicería Uagadou.

 

Edmund iba tener que hacer uso de alguno de los poderes de los libros que había cursado con anterioridad para que Badru se apareciera en el mismo lugar en el que el se encontraba. Al recolectar el polen del primer lirio de fuego, una Criatura 3X aparecería tratando de impedir que se lleve el Polen, en cuanto se deshiciera de aquella criatura, la figura de un mago no mayor a unos 35 años de complexión delgada se iba a ser presente, este mago le atacará con un desmaius. Si el mago no conseguía que Edmund dejara de recolectar polen, un runespoor aparecería para lograrlo. Sólo después de que su alumno pudiese controlar al Runespoor, Badru aparecería para dar inicio a la clase, para ese momento, Edmund tendría el frasco lleno de Polen de Lirio de fuego.

 

 

@@Edmund Browsler

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Edmund no se dejaba de recriminar el hecho de que había perdido unos cuantos años en Asia, los cuales hubiese aprovechado para aprender toda la magia que estaba aprendiendo en aquel momento. Los guerreros Uzza no sólo eran sabios sino expertos en batallas también y esa era la magia que más le gustaba aprender al mago.

 

Había recibido una nueva carta de Uagadou, la escuela de magia que estaba ubicada en África. Esa vez le escribía el guerrero Uzza llamado Badru. Browsler había visitado el continente africano recientemente dado que había estado descubriendo la magia del libro del equilibrio con la guerrera Asenath. Ahora estaba preparandose para el libro de los druidas, que había adquirido recientenente del Magic Mall de Londres. Pasó toda esa semana estudiando el libro, aprendiendose los hechizos e intentando conjurar uno que otro siempre que le fuera posible.

 

Llegar hasta el volcán apagado Trindade en la Isla de Boi había difícil, pero lo había conseguido.

 

Badru le había solicitado encarecidamente que recolectara polen de los lirios de fuego. Después de un rato de buscar, los detectó, y se dispuso a la recolección cuando un Ashwinder salió de la nada y comenzó a sisearle amenazadoramente. Browsler conjuró un Orbis Bestiarum para que al anillo dorado cercara a la serpiente y le hiciera obedecerle. La orden había sido que se alejara lo más posible y no le atacase.

 

Entonces un mago salió de nada. Había algo interesante en él y era que no tenía rostro. Al lanzar encantamiento aturdidor, Browsler conjuró una Salvaguarda Mágica que le protegió, haciendo que su cuelpo se volviera intangible por un momento y así le rayo le atravesase. Edmundo, con una floritura de varita, contraatacó con un Cinaede, afectando al mago sin rostro porque sus vías resporatorias iban a comenzar a verse comprometidas.

 

Finalmente, un gran runespoor de tres cabezas apareció para impedirle la recoleta de polen de lirios de fuego. Edmund creó un cerco de materia lumunosa a su alrededor y, cuando la bestia quiso atacarle, esta desapareció en el acto gracias al Obsistens que había conjurado. Hechizo que recientemente había aprendido del linbro de los druidas.

 

Tan pronto como el runespoor desapareció, Badru apareció. Browsler le saludó y se presentó, quedando atento a las próximas directrices.

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El Nefir apareció a pocos metros de donde se encontraba Edmund, llevaba solo un taparrabos y un velo en el rostro que solo dejaba ver sus ojos color negros. Estaba sonriendo por la sorpresa de encontrarse a alguien que realmente se estaba tomando enserio las enseñanzas de su pueblo, era una lástima que justo el mago no pudiera ver aquella mueca en su rostro. Badrú comenzó a caminar para descender del volcán, bien podría haber aparecido un portal y llegar al lugar donde deseaba que fueran, pero por un momento pensó que mientras caminaban podría tener una conversación con su alumno.

Te vi usando el Obsistens. —inició la conversación de aquella manera. No hubo presentación de su parte, quizás en un futuro y si el propio mago le preguntaba podría decirle quién era. Tampoco le preguntó por su nombre, en ese momento no le interesaba en lo más mínimo, estaban ambos ahí para nutrirse en conocimiento o al menos esa era su primera intención. —Lo que me hace pensar que has estado leyendo el libro de las Druidas. —hizo una pausa momentánea y continúo hablando. —Eso quiere decir que sabes para qué funciona el frasco de polen de lirios de fuego.

Iban a la mitad del camino cuando el volcán en el que estaban comenzó a generar pequeños temblores, pero a los segundos de aquellos movimientos leves de placas tectónicas, comenzó un movimiento más severo el cual provocó el despertar del volcán. Trindade comenzó a emanar primero exhalaciones de ceniza, conforme estaba llegando a la erupción, expulsó cuerpos calientes que empezaban a quemar la vegetación del lugar.

Va siendo el momento idóneo de poner en práctica lo que has leído.

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Después de que el runespoor desapareciera, y antes de la aparición del guerrero, Edmund se dispuso a recoger todos el polen de lirios de fuego que le fuera posible. Lo cierto es que no era nada difícil, tan sólo estaba siguiendo al pie de la letra las instrucciones del Libro de los Druidas que había adquirido recientemente. Con el paso del tiempo, llenó todo el frasquito que el libro había traído consigo, así que se lo colgó en el cuello. Suponía que lo difícil había sido los obstáculos para obtenerlos, ¿serían siempre así o eran pruebas del puelo Uzza como tal? Además, ahora que lo recordaba, creía que estos se reponían por sí solos dentro de aquel frasco encantado. Si era así, ya no habría runespoor alguno del cual debiera preocuparse de ahora en adelante.

 

El guerrero Uzza que apareció carecía de vestimenta.

 

- Edmund Browsler -se presentó-. Es un placer conocerle guerrero... ?

 

Su nombre era Badru.

 

- Sí, si usé el hechizo - respondió rápidamente mientras le seguía la marcha-. Lo aprendí del libro. Y también sé para que sirve el polen de lirios de fuego. Sólo se me dificulta es crear la pomada... Aunque supongo que es falta de práctica.

 

A media marcha, el volcán comenzó a hacer erupción. Primero hubo un gran estallido, seguido de leves movimientos de la tierra sobre la que caminaban. El Uzza no parecía sobresaltado en absoluto, ¿acaso había ocasionado aquella erupción? Si era así, Edmund le admiraba, pues él no era capaz de crear aquella magia. La lava había comenzado a descender por el volcán y a quemar toda la vegetación a su paso. Badru hizo un comentario, aunque Edmund sólo pensaba en utilizar las semillas de hielo y evitar aquel desastre natural. Pero no, era una prueba y no podía dejarse llevar por sentimentalismos. El mago esparció el polen de lirios de fuego sobre su cuerpo para protegerlo del fuego y luego aspiró los mismo para también proteger sus órganos internos.

 

Luego los cogió y sopló una gran cantidad sobre Badru, para protegerlo también. Aunque no estaba seguro de si el Uzza iba a necesitar de aquella protección. De lo que sí estaba seguro, era de que él la necesitaría.

 

Edmund cerró los ojos ante lo que se le avecinaba, esperando morir, pero nada sucedió.

 

- Fantástico -murmuró, observando su cuerpo ileso.

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Mientras todo en la isla parecía estar en caos, gracias a la erupción del volcán, el Guerrero Uzza miraba a Browsler para ver cómo utilizaba los recursos que tenía a la mano. Uso ese momento para tomar su varita, reunir la magia necesaria para abrir un portal usando el Fulgura Nox que les permitiera poder salir de aquella isla que en minutos desaparecería por aquel fenómeno natural.

Entra. Nos veremos en un segundo. —dijo el Nefir señalando el portal que se mantenía frente a ellos.

Al otro lado del portal. Se podía ver una edificación penitenciaria de un poblado muggle al este de los Estados Unidos, una de las más seguras de ese poblado. Edmund aparecería al interior de una celda, sin embargo, el Uzza se ubicaría a las afueras de aquella cárcel de alta seguridad en espera de que su alumno saliera airoso de aquel sitio. Sólo esperaba que el mago londinense no quisiera hacer uso del haz de la noche para salir de la penitenciaria ya que no le había dicho donde lo vería.

Edmund no iba a tener una tarea sencilla, ya que la celda donde había aparecido se encontraba un hombre de unos 40 años de edad, de complexión robusta, tez morena con ojos color miel que, si bien no parecía estar prestándole atención ya que se encontraba acostado en un catre leyendo un pequeño libro, estaba al pendiente de todo lo que estaba realizando el joven mago.
Pasaron unos minutos hasta que el hombre se dirigió al Browsler.

¿Qué te trajo a este lugar? Eres nuevo, haz llegado mientras dormía, ¿qué no? —preguntó el hombre mientras se sentaba en el catre mirando a las rejas. —Ni lo intentes, nadie ha salido de aquí. —le dijo como si pudiera leer sus pensamientos. No es que pudiera leerlos, era que todos los hombres que llegaban ahí por primera vez planeaban escapar, pero sin éxito. Él había sido uno de esos hombres que en su primer día vieron un desafío y trataron de huir de aquella cárcel.

Por otro lado, Badru se encontraba justo al otro lado de la celda observando a detalle cada movimiento de su alumno. No tenían tiempo para que la noche cayera y su compañero de celda fuera a los brazos de Morfeo, por lo que esperaba que hiciera buen uso de todos los amuletos que habían estado a lo largo de sus cursos de los libros.

Browsler, muévete más rápido que te quedas ahí. —dijo el guerrero como si su alumno pudiera escucharlo.

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El destino de la isla en la que habían estado no era problema suyo, por lo que atravesó el portal sin importar lo que dejaba atrás. Era un pena pues Edmund pensaba que era una isla muy bonita y seguro el Uzza habría podido salvarla. Él no, aún no contaba con el poder mágico suficiente para ello. De pronto Badru lo había decidido así puesto que no estaba bien ir en contra de la naturaleza.

 

Al abrir los ojos, Edmund notó que había alguien más con él y le llamó la atención el traje naranja que vestía. Eso sí que había sido una sorpresa. Un cambio de escenario totalmente drástico en un par de segundos. Él también era un reo. Y a juzgar por el acento del hombre, estaban en América.

 

- No tengo ni idea -replicó el mago-. No debería estar aquí.

 

- Oh si, eso decimos todos al principio... Luego aceptamos lo que hicimos.

 

Browsler comenzó a observar a su alrededor pensando en formas de salir de allí. Bien podría intentar crear un portal, aunque no había podido crear uno antes. Tal vez hacer su cuerpo intangible y atravesar las paredes pero eso sólo lo complicaría todocon los guardias. O bien podía hacer volar todo y salir de allí por las malas, aunque eso solo iba a dejar a todos los reos en libertad y un gran problema con el MACUSA en cuanto se enterasen. El prisionero parecía saber lo que él estaba pensando por el comentario que realizó. Edmund sonrió.

 

- Oh, pero verá usted que no soy un hombre común -dijo con sorna-. Soy un mago.

 

Y activó su amuleto contra las defensas carcelarias.

 

El amuleto le guió como si tuviese capacidad propia de razonar. Hizo a Edmund caminar hacia el pasillo, haciendo que los barrotes se movieran como si estuviesen hechos de goma y luego regresasen a su posición original. El hombre intentó salir, pero no pudo, los barrotes eran inamovibles para él. Antes de continuar, Edmund le borró la memoria con una floritura de varita. Así evitaba meterse en problemas.

 

El resto del camino fue sencillo. En algunas oportunidades podía atravesar paredes, en otras hacerse invisible, en otras que no le pudiesen escuchar ninser detectado por cámaras. Era como si el amuleto pudiese controlar todas las defensas de esa cárcel y darle pase seguro a su portador hasta la salida.

 

Allí vio a Badru, fuera de la instalación penitenciaria.

 

- ¿Puedo hacer los honores? -dijo refiriendose a la creación del portal.

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