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Meteorología


Kahlan Blackthorn
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La Atlántida era un mito dentro del mundo muggle, pero para los seres mágicos coquetear con la idea de su existencia era un mangar difícil de digerir. Empero, pero para la Nigromante, atreverse a retar a ciertos mitos, si que le resultaba una aventura extrema sin duda. Entrometerse en lo que muchos consideraban sólo una alucinación, figuraciones que no tenían, ni pies ni cabeza, locuras que rayaban en lo absurdo y derivarían en la enfermedad mental de ultima moda.


— Veamos si se arriesgan a mojarse un poco, aunque tal vez mis planes vayan mucho más allá—siseó entornando sus ojos hacia un barco que estaba dentro de una botella. Parecía ser un viejo navío de la armada inglesa, recuerdo de uno de sus tantos viajes a su amado Londres. Ahora habitaba dentro de Nueva Zelanda, ya que su cargo de Primera Ministra, el sacaba más tiempo del debido y eso le limitaba un poco el placer de viajar por donde le diera la gana. Pero ahora su atención estaba centrada en emplear la magia que poseía en beneficio de unos cuantos, jamás se considero un ser benevolente y esa situación no haría la excepción.


— El bien es para quien ha crecido con el y yo, no tengo el más mínimo acercamiento con cosas como esas—calzándose una chamarra de piel, alistaba todo para su nueva clase. Le resultaba interesante esa clase de interacción, posiblemente se enriquecería con los conocimientos que se aportaran por ambas partes. Ella llevaría la batuta, pero no por eso limitaría la participación de sus queridas alumnas. Sus ojos se mantenían fijos en el oscuro firmamento, controlando una parte de este con el izquierdo, aquel que tenía una tonalidad un poco más clara que el derecho, causando un desajuste en el clima todo a causa de su heterocromia del iris. No le molestaba esa pequeña cualidad, ya que le ayudaba con su habilidad como Metamorfomaga.


— El estado del tiempo se altero un poco, pero en manos de esas tres mujeres estará poner todo en orden —chasqueando la lengua se dispuso a desaparecer rumbo hacia la Isla de faro donde se encontraba ubicada dicha edificación. El sitio que se vio azotado por la madre naturaleza, provocando que con su poder el faro de Alejandría se viera reducido a nada o al menos eso cuentan las leyendas, para ella eran solo chismes que pasaban de boca en boca y no tenían un origen fidedigno o veraz que los sustentará del todo. Desaparecieron en medio de una ventisca gélida, enviaba el mensaje a sus alumnas, apresurarse y darle alcance en el sitio pactado.




@ @ @ Nerón Blackthorn

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Aunque muchas veces amaba su condición de híbrida aquél momento no le agrabada mucho, su piel cálida y el exceso de frío no era bueno para nada cuando debía ir a una clase para colmo llovía. En si esos climas eran sus favoritos pero cuando estaba encerrada en su hogar, envuelta con frazadas y su esposa dándole calor con su cuerpo.

 

-Porque- lloriqueo a su elfina Mar.

 

La criatura estaba acostumbrada a sus ataques de berrinche pero ya era la segunda vez que cursaba aquél conocimiento, la primera había sido por poco que la pasaba pero todas habían aprobado menos ellas y esta vez estaba dispuesta a hechizarla de ser necesario para que fuera a clases e hiciera lo necesario para aprobar. Mar sólo la miró pero no le dijo nada solo le tendió su abrigo grueso para que se apresurara.

 

Con los ojos en blanco y molesta, Alessandra se colocó los pantalones de algodón azul, una polera de cuello alto, más un suéter, más de un sueter y arriba de todo su abrigo y al final se puso su piloto negro y sus botas de agua del mismo color, parecía un oso por tanta ropa puesta pero nunca estaba de más prevenir.

 

Caminando como pingüino llegó al salón de la mansión Delacour y desapareció rumbo donde su profesora les aviso. Estaba en una isla y cerca de donde había aparecido vio a su profesora de meteorología.

 

-Hola profesora- saludo con la voz ahogada a causa de la cantidad de ropa que llevaba -entraremos al faro? O esperamos a las demás?- quizo saber.

 

-¿Por cierto donde vamos?-

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¿Y si no vamos a clase?

Trato de persuadir a su esposa a la que había prometido tomar un curso de Metereologia, pero el tan solo viajar a Castelobruxo ya era demasiado para él. El consideraba que quizás por aquel simple detalle ya merecían haber aprobado la clase, sin embargo, al parecer la dirección del ateneo de conocimientos pensaba una cosa completamente distinta. Aries llegó a preguntarse cómo es que los directores no pensaban que si a la gente le costaba llegar caminando al ateneo en Londres les iba a costar lo triple llegar a las aulas de otra de las escuelas de magia y hechicería lejos del lugar donde ellos vivían.

Se volvió a tapar la cabeza como tratando de dar el mensaje que él no se iba a mover de aquel lugar, pero casi enseguida la amenaza de su esposa le hizo quitarse las cobijas de encima.

Está bien, está bien… ya estoy… —repetía mientras salía de la cama ya sin ropa para entrar al baño y darse una ducha. La ducha no se extendió más que lo necesario, cuando salió del baño ya estaba a medio vestir, sólo le hacía falta ponerse una playera pues ya tenía unos pantalones de mezclilla puestos.

Estoy listo, ¿a dónde vamos? De casualidad sabes quién es el titular de la clase…

Al momento de preguntar realizaba algunas florituras con su varita como si estuviera dirigiendo una sinfónica, en su lugar guardaba varias cosas en la maleta que iba a llevar al viaje. La mayoría de los objetos que llevaba en la maleta eran por el embarazo de Kaori, si la dejaba ir sola seguramente haría su santa voluntad y no se lo iba a permitir.


morsmorde

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Kaori M.

—Debemos ir… ya hemos pagado y tú siempre te quejas cuando pago por algo y no voy —Le recordó a su esposo mientras riendo intentaba quitarle la sabana con la que se había vuelto a tapar la cabeza.

—Bueno si no vas… iremos SOLOS — Había dejado de forcejear con él, cruzo los brazos y enfatizó en la ultima palabra que obviamente incluía a Sammael y a ella.

Como había previsto la sola idea de que pudiera cumplir con su amenaza lo hizo ponerse en pie como si fuera un resorte. Con una sonrisa que reflejaba su triunfo lo siguió con la mirada hacia el cuarto de baño, iba desnudo así que era un deleite para su vista y si no fuera por el hecho de que ella ya se encontraba bañada y lista para salir, lo más probable es que lo hubiera seguido hasta el cuarto de baño.

—Vamos a un faro que esta en una isla de la Atlantida — dijo leyendo con el ceño fruncido la nota. ¿no se suponía que estaban perdidas? Ni idea, en todo caso eso aumento la curiosidad de la pelinegra. —Firma Juv Malfoy — le respondió a las preguntas de su esposo que andaba tan solo con unos pantalones de mezclilla que lo habían ser muy sexy.

Había estado esperándolo sentada en la cama y él que la estuviera tentando de esa manera le parecía una tortura, tortura que quizá merecía por obligarlo a ir a una clase a la cual en realidad no deseaba acompañarla. Le pasó una playera para que se la pusiera, al ver la cantidad de cosas que estaba guardando comentó.

—No me quiero ni imaginar como serás cuando Sammael nazca y lo saquemos a pasear —Se había acercado a donde él estaba, lo abrazo por la cintura y se puso de puntitas para poder robarle un beso —Vamos mi sobreprotector favorito —Bromeo.

Teniendo como guía el pergamino que la profesora les había enviado, Kaori creo un lindo portal usando el fulgura nox, este los llevaría al punto de encuentro. Al ser una clase de meteorología la bruja había imaginado que quizá se iba a mojar así que había optado por ponerse un pantalón de mezclilla con unas botas negras de caña alta a juego con un buzo de rayas negras y blancas que se amoldaba a su figura, resaltando su pancita.

—Hola… primosa…—Saludo con entusiasmo al ver a la Delacour —Sentimos la demora…—Se disculpó con la mujer que sería su tutora en esa clase.

 

Expecto Patronum

Editado por Valkyria Karkarov B.L

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El mar era impredecible en todo momento, jamás se podía reconocer la reacción que este tendría al ser regido por la madre naturaleza. Pero los magos tenían a su favor un arma sumamente poderosa, cargada de magia y conjuros que le permitirían al conocedor de estos regir a placer cada uno de los cuatro elementos. Ella en particular, casi siempre usaba el fuego para devastar zonas que lo necesitaban reduciendo a cenizas arboles de enorme tamaño y grandes zonas plagadas de vida


— Iremos al fondo del mar, espero que traigan ropa cómoda y lo necesario para pasar un largo rato debajo de aguas plagadas de diversos peligros. Aprenderán a como se puede originar un remolino, además de intentar descubrir que provoco que la Atlantida y todos los que habitaban en ella, desaparecieran en un abrir y cerrar de ojos —hablaba tras la aparición de sus alumnos. Era interesante la forna en que la puntualidad se aplicaba a los magos y brujas que habitaban dentro de Londres. Su reloj biológico y personal, estaba sincronizado con la hora de Nueva Zelanda, no le importaba restar un poco de tiempo a toda aquella faena.


— No ha sido demasiado tiempo, no hay porque disculparse —asintió murmurando un hechizo inaudible para los presentes. Cubriendo su cabeza con una fina capa transparente, no era un casco burbuja como tal, pero si le ayudaría a mantenerse lucida debajo del mar. No necesitaba aire para respirar debajo de este, pero no era el mismo caso con sus pupilos. Sumergiéndose en el inmenso cuerpo de agua, esperaba que le siguieran sin demorarse más de la cuenta.


— Corpo, aquarius, vitale, protecto, mortalis—recitó para proteger a todos los que estaban con ella, nadando con pericia hacia donde estaban las ruinas de tan invaluable monumento. Dentro de los libros se mostraban fotos que casi siempre, distaban mucho de la realidad. Colores que no plasmaban la verdadera belleza de esas obras creadas para ser admiradas hasta el final de los tiempos, lastimosamente para la civilización Atlante la naturaleza y sus elementos, no les dieron un final del todo benevolente.


Estaban ahí para desenmarañar todo aquello, empleando el poder de la meteorología e impedir que las aguas se enturbiaran en su contra. Sintiendo la serenidad en su respiración extrajo de su chamarra de piel una pequeña brújula encantada, siempre le señalaba el sitio correcto y nunca era errática en su lectura. Activando su sentido de alarma, prefería esperar por los jóvenes que le seguían y no perderlos de vista. Delante de ella pedazos de roca atrapados entre la arena, sepultando debajo de está vidas nocentes, aunque ante sus ojos no eran nada más que la prueba de que todo principio tiene un final.


— Eternus, Revitale, Terra, Corpo, Humane, Condenae—terminaba su conjuro invocando a las almas de los caídos, dándoles la potestad para enseñar lo que los llevo a la ruina. Suceso que quizás inicio en el suelo marino y se elevó fuera de este, si un maremoto se desató en ese sitio ella sin duda lo sabría en un momento.


@ @ @ Nerón Blackthorn


Morsmordre

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-Kao!- chilló feliz de ver un rostro familiar en la clase después de haberle preguntado a la profesora si esperaban a los demás alumnos.

 

Claro que donde iba su prima Kaori iba Aries, era muy gracioso verlos juntos para todos lados y que el Black lestrange concintiera a su prima en sus antojos. Una punzada en el pecho le recordó a su esposa y sus hijos que estaban en Rumanía.

 

Cuándo su profesora comenzó a hablar se horrorizó, ¿Al fondo del mar? Sus ojos y su boca se abrió en una enorme o y ella que pensaba que bailarian alguna danza para que deje de llover o aprenderian alguna forma de parar la tormenta de la isla donde estaban pero se había equivocado.

 

-La Atlantida- exclamó sorprendida, aquéllo la emocionó y a la vez le preocupó.

 

Y si se topaban con algun calamar gigante? O el Kraken? Pero al final se mordió el labio y observó a su profesora hacer unos hechizos que no llegó a escuchar pero a su alrededor una burbuja cubrió su cabeza <<¿casco burbuja?>> pensó pero había recitado varios hechizos solo para un simple casco burbuja. Cuando vio a su profesora ingresar al agua ella sacó su varita y se apuntó a sus ropas.

 

-Impervius- murmuró pero su profesora hizo el mismo hechizo que usó antes para hacer el mismo casco que usaba ella.

 

Alessandra se sumergió al agua junto a su profesora y nadaron hasta llegar a unas ruinas que no conocía, había escuchado mucho sobre la Atlantida pero no era una historia que le llamará mucho la atención, había vivido toda su niñez viajando y como el monstruo del Lago Ness no lograba entender el interés de la gente por el lugar.

 

El lugar donde se detuvieron estaba lleno de estatuas viejas con musgo como las rocas que rodeaban el lugar, el agua había gastado todo lo que alguna vez había sido blanco para sustituirla con plantas acuáticas que crecían enredandose a todo lo que podían. Su profesora se detuvo y comenzó realizar un encantamiento, gracias a sus oídos semivampiro logró escuchar de ellos sólo se acercó más a sus primos.

 

-Que creen que quiera hacer?- les preguntó.

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— Me agrada su curiosidad —murmuró al escuchar la interrogante de Alessandra. Siempre era bueno tener alumnos que se interesaran por el plan de trabajo a desarrollar dentro de la clase— Deseo despertar a las almas que se perdieron tras la caída de la Atlantida, no hay mejor testimonio que el que puede ofrecer el que sufrió tan cruel desenlace —le señaló una de las lapidas lastimadas por el agua salada, aquella que estaba cubierta de musgo y corales.


El suelo marino retumbo por un breve instante, no le quedaba la menor duda de que su petición estaba siendo respondida. Esbozando en sus labios una lóbrega sonrisa, no debía pasar por alto, salvaguardar a sus alumnos y evitar a toda costa que resultarán heridos de algún modo. Sus ojos destellaron con malicia, percibiendo un choque eléctrico que le ascendió por el cuello hasta la corteza cerebral, conectándose con sus sentidos más bajos y elementales.


— La meteorología nos permite conocer los cuatro elementos, siempre irá asociada con el beneficio o daño que puedan causar dentro de la naturaleza o la sociedad. No por nada, suele decirse que la madre naturaleza es cruel o benevolente, pero eso se aplica según sea el caso— nadaba con pericia hacia donde estaba lo que semejaba ser un partenón o eso vislumbraba a lo lejos. Sintiendo que la Delacour la seguía, no le quedo nada más que lanzar una protección en favor de Aries y Kaori.


Posiblemente se vieron tragadas por agua mala o algo mucho peor, no se podía descartar el ataque de algún tiburón. Por muy seres mágicos que fueran, sino se reaccionaba justo a tiempo se perdía la vida por un descuido que rayaba en lo insignificante. Encogiéndose de hombros, le indicaba a la rubia que la siguiera, para continuar con su aventura.


—Ánima, Corpo, Protecto, Vitale, Aquiarius, Mortalis, Hechicerius—recitó asegurándose de que todo estaba en aparente calma, topándose con un par de entes esqueléticos que le daban la bienvenida. Vestidos con plantas marinas, corales y estrellas de mar que se aferraban a dichas osamentas, tal y como lo hacia un simio bebé al pecho de su madre, quizás buscando un remanso de paz o alimentarse al verse amenazado por el hambre.


— Nos tocara darles un poco de pelea, lastima que los hechizos como el sectusempra, no les hagan ni cosquillas.Pero, ya veremos que se puede hacer a nuestro favor —musitó enarcó una ceja repasando su arsenal de batalla. Debía usar la estrategia adecuada, porque de no hacerlo las cosas podrían complicarse más de lo debido.


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Alessandra se ruborizó porque su profesora la escuchó pero en vez de enojarse por no preguntarle directamente parecía alegré de responder. La Delacour se mordió el labio para evitar decirle que aquéllo era mala idea, saber que iban a hablar con el alma de un atlante fallecido no le alegraba en lo más mínimo.

 

Quién sabe que alma decida ir para atormentarlas en pleno fondo de mar pero su profesora parecía no inmutarse por lo que pudiera pasar sino que le señaló una lápida. El temblor hizo que Alessandra se estremeciera y nada tenía que ver con el frío sino con lo que estaba por pasar, apretó su varita cuando su profesora le siguió explicando sobre la materia.

 

Le hizo una señal para que la siguiera, Alessandra se impulso con sus pies y brazos hacia adelante a su vez su profesora seguía recitando lo que había escuchado antes y cuando desvío su mirada de Juv vio unos entes esqueléticos esperando por ambas, al final tendrían que luchar bajo el agua, se dijo.

 

-Podríamos crear un huracán pero ¿se podrá controlar bajó el agua?- le preguntó a su profesora ansiosa de usar sus defensas para evitar que las ataquen.

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— No hay porque temerles, ya están muertos y lo único que podrían intentar hacernos es lanzar esas roídas armas plagadas de musgo. No, nos harán ni cosquillas despreocúpate por eso—señalo las defensas mínimas que portaban esos seres. Ella no temía batirse a duelo con cada uno de ellos, romper sus cuerpos en miles de pedazos, aunque se decantaba por la idea de reducirlos a simple polvo que moraría sobre la arena. Cualquier tipo de defensa mágica era valedera, quizás era momento de que Alessandra sacará a la luz sus dotes mágicos y colocará un poco de sal y pimienta a todo aquello.
— Tienes vía libre para atacarlos, sólo piensa bien el daño que deseas causar. Tu sugerencia sobre el huracán es viable. Empero, creo que me gustaría mucho más verte emplear el poder de la tierra contra ellos, no olvides que tienes todo el suelo marino a tu disposición y debajo de este habitan diversas especies que pueden serte útiles—indicó señalando con su mirada la superficie sobre la que flotaban.
Ella conocía a la perfección los peces abismales que habitaban en las profundidades del inmenso mar, no era malo intentar tentarlos y ver de lo que eran capaces de desencadenar. Sus ojos se cerraron de golpe, volviendo a perderse en un cántico que abrazaba su mente como lo hace un crió que dormita entre los brazos de su madre. El calor que brotaba de ese pecho abrigador, aunado a los latidos que le obsequiaban el órgano vital que mantenía con vida a esa mujer.
Estableciendo una conexión estrecha con todos los marinos que habían sucumbido ante los embates de esas oscuras aguas, curiosa la forma en que un elemento es capaz de dar la vida y arrebatarla con la misma facilidad. Aprendió a no tomarle demasiada importancia a detalles como esos, sólo centrarse en emplear sus dones, cuando fuera necesario y en favor de quienes ella consideraba merecedores de sobrevivir muy a pesar de carácter lapidario y destructivo.
— Estamos por finalizar todo esto, unamos fuerzas y acabemos con ellos—asintió tomando con firmeza su varita. Abriendo de par en par sus ojos, aquellos que destellaron con un aire arrogante y malicioso, centrando todo su poder en contra de esos seres, apareció en su mano una daga del sacrificio —Immolo Oppugnare—se estaba sacrificando para agredir a los huesudos que estaban delante de ella, esperando el accionar de Alessandra, no se guardó su siguiente golpe.
—Salvaguarda Mágica —cualquier tipo de daño que desearán infringir en su persona, solamente quedaría en un vago intento. Al verse traspasada por cualquier objeto o arma que desearán lanzar contra la Nigromante. Las cosas estaban poniéndose mucho mejor de lo que imaginaba y como nunca se estaba disfrutando una clase de conocimiento por primera vez en mucho tiempo.

 

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Editado por Juv Malfoy Croft

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