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Melrose Moody
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—¿Richard?

 

Abre los ojos, pero al principio no ve más que fuego. Fuego de invierno, sobre una piel nívea. Son los rizos aureorojizos, la piel clara pero sonrojada por el flujo de sangre. Solía pensar que un pelirrojo podría hacerla sentir viva, pero, aún besado por el fuego, sólo era un humano. Uno extraordinario, sí, incluso para tratarse de un brujo... pero un humano. Mantuvo aquella farsa durante mucho tiempo, aunque olvidó informarle a Richard que no habían sentimientos de por medio; olvidó explicarle que no era nada personal, que se trataba de su maldición, de su naturaleza. Quizá en alguna ocasión pensó en decírselo, pero las pláticas le aburrían por aquel entonces. Le pareció que la mejor forma de hacérselo saber sería desapareciendo: yéndose a descansar sin avisar cuándo ni dónde. De cierta forma, liberarlo. Genuinamente creyó que, como el resto de los humanos, seguiría con su vida. Incluso se le ocurrió que, mientras ella y sus hermanos descansaban, él encontraría un final.

 

Pero ahora es evidente que estuvo equivocada... Y que, además, Richard no captó —o no quiso captar— la indirecta. Por lo menos les ayuda a deshacerse de Aylin Stark, aunque es una lástima que no pudiera sacarse de encima a la "documentadora". Quizás es por eso se da cuenta de que ya no tiene sentido confesar nada. Si está aquí nuevamente y sus hermanos parecen tener interés en él, ¿para qué enturbiar las aguas? A lo mejor algo entretenido podía resultar de todo aquello.

 

Alda se incorpora en el asiento, sin estar segura de qué fue lo que pasó pero sin mucho interés de saberlo, en verdad. Intenta sonreírle a Richard, como recuerda que hacía cuando era humana y veía a alguien a quien quería, y con suavidad le pasa una mano por el cabello rojo; los ojos, sin embargo, se mantienen fríos, muertos. El pelo es suave, pero no siente nada más.

 

—No recordaba a su sobrina. Mándale mis saludos, cuando la vuelvas a ver —musita, sin darle mucha importancia al tema de la vampiro parisina, aunque percibe que Vincent y Reagan lo creen algo importante. Ellos saben que Richard no les dirá nada más, si intentan hacer algo contra el "reencuentro"; sin embargo, no es por ayudar a sus hermanos que decide darle cuerda al asunto—. Y a Pandora, ¿cierto?

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Nasha Montpellier

 

Nasha está sorprendida por ese giro de los acontecimientos. Horas atrás, cuando dejaba un último mensaje en la casa matriz londinense de Talamasca, la ilusionaba la idea de encontrar vampiros más antiguos que los que habían poblado las historias de su niñez en Nueva Orleans. Su propuesta de acompañarlos ha sido aceptada, pero además, un auténtico ladrón de cuerpos se ha sumado a la travesía.

 

¿Qué podría resultar de ello?

 

De los tres presentes en la sala, es Alda la que más le preocupa, aun cuando es ella la que (aparentemente) menos muestra de desquicio violento o sangriento ha mostrado. Y es que lo ha visto, la manera en que esa vampira, mucho más que sus hermanos, está reticente ante la idea de tener que ser más "que solo ellos tres" como han sido siempre. Los meses que ha pasado, intentando especializarse en esos seres que la fascinaron desde antaño, le ha dotado de la sabiduría suficiente para saber como son ellos, mucho más que los humanos (aunque pudiese ser difícil de creer) esclavos de sus obsesiones y de la propia fascinación que ejercen en los demás.

 

Por el momento, todo lo que tiene a su favor es la novedad de conocer la dinámica del nuevo mundo al que han despertado, algo que ni siquiera Richard Stark con toda su sofisticación y manipulación es capaz de ofrecer, pues es un alma sin tiempo como ellos, aunque por razones distintas.

 

La búsqueda de la medio vampiro también puede ser una oportunidad excelente para explorar la vida cotidiana de estos tiempos mis señores— su voz modulada para no ser ni alta ni baja, suena casi como una caricia al oído— Se sorprenderían de ver todo lo que los muggles han podido avanzar en estos años, y de qué manera los magos han respondido a ello.

 

¿Podrían esos vampiros tolerar la vida entre los mortales actuales? Incluso si eran pocas horas las que llevaban, Nasha tenía ya una idea de la forma como otras criaturas empezarían a morir para saciar las necesidades de los tres, y de que ellos tomarían regidos por los esquemas que habían primado en su tiempo. Sobre lo que no se hacía una idea aún, era sobre de qué manera les impactarían las políticas y jerarquías establecidas en los últimos años, la segregación, y en última instancia el ostracismo al que los vampiros habían sido condenados en amplias esferas de la vida mágica de diversos países de Europa.

 

¿Tendrían ellos capacidad para modificar eso?

 

— Haremos lo que nos de la gana— soltó de repente Reagan, sin dejar de observar con abierto desapego a Richard— así que más te vale conocer de antemano tu lugar Stark. Lugar que, te recuerdo, aunque pasen los siglos no va cambiar. No creas que no sé porqué has hecho semejante despliegue para entrar a la habitación. Pero te advierto que será la primera y última vez que lo toleraré, por Alda por supuesto, no por ti.

 

La noche, pensó Nasha, iba ser larga.

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Richard Stark

 

 

La mirada de Richard se centra en la expresión de Alda. Como siempre, al igual que la de Reagan, su mente es impenetrable. No es que intentara así como así inmiscuirse en la mente de un vampiro antiguo, tampoco. Nasha por otro lado, es casi un libro abierto pero no tiene razones para sacarla de allí, de hecho es más bien una ayuda tener una humana y por tanto posible aliada en cuanto a sobrevivencia, al verse rodeado de vampiros.

 

Su mirada se dirige entonces, quizá, al otro posible aliado: Vincent. Lo odia, no se va convencer de lo contrario pero no de la forma en que lo hace Reagan. Vincent no lo desprecia por ser humano, si no por el tipo de humano que es. Richard se limita a asentir ante la diatriba de Reagan, después de todo ¿qué otra opción tiene? No está allí por ellos.

 

—Pandora murió —acotó con tono vacío.

 

Sus ojos se mantienen vivos en los de Vincent, quizá, el único de ellos que podría haber sabido algo sobre su hermana, siendo vampiro, cuando él mismo no sabía. Quizá, fuese el propio Vincent, quien se lo hubiese dicho a Alda y Reagan en algún momento, para que ahora ella pueda preguntarle sobre su hermana, que él había creído muerta si no hasta hacía apenas unos años y que ahora realmente lo estaba. Los ojos de Alda... son los de su raza. Intenta no pensar demasiado en ello, no importa, no importa.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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