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La misión


Cissy Macnair
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Había muerto hacía cuatro años y revivido hacía meses, así que había perdido todo lo que tenía: sus negocios, su puesto de trabajo en el Ministerio, su posición dentro del bando. Tenía suerte de no haber perdido su familia, su fortuna o sus contactos, que era algo que en aquel momento la estaba sacando del pozo en el que se había metido cuando había dejado que la mataran en aquella playa.



-Señorita Macnair, pase por pavor- una mujer menuda, de cabello color caramelo y ojos avellana, vestida con un traje ocre y zapatos cerrados de tacón en negro, la hizo pasar por la puerta doble de madera que comunicaba la recepción del edificio con la oficina de la persona a la que iba a visitar-. Espere aquí y alguien vendrá por usted- agregó, retirándose luego para dejarla sola.



Se encontraba ahora en una oficina de pisos de alfombra marrón y paredes de madera, enormes bibliotecas con libros sin nombre que los ocupaban y un escritorio con un sillón forrado en cuero que hacía juego con la sobriedad y cuasi lugubridad del lugar. Una única silla estaba frente al escritorio y fue la que ocupó. Apenas acomodarse, la puerta a sus espaldas se abrió y un hombre calvo ingresó, vestido con traje y con mirada sombría; detrás, de unos sesenta años, el maduro hombre la observó y sonrió mientras se acercaba a ella. Llevaba el cabello gris corto pero de forma elegante, un traje de seda hecho a medida, camisa italiana en color azul oscuro y corbata púrpura. Sus zapatos lustrados parecían nuevos. Seguro que tenía cientos de pares.



-Sybilla- dijo pronunciando el nombre de la bruja con un marcado acento extranjero y luego acercándose para estrecharla entre sus brazos.



-Yakir- respondió la bruja, estrechando al hombre con el mismo cariño y luego dejando que él la examinara de cerca, como a una hija a la que no se ve desde hace tiempo.



-Estás igual que hace treinta años... Más delgada, pero por lo demás, no has envejecido ni un día- la halagó.



-Tú tampoco- bromeó Macnair-. ¿Cómo está tu padre?- preguntó, poniéndose seria ahora.



El hombre hizo lo mismo.



-Mejor... ese anciano vivirá más que todos nosotros- suspiró, antes de invitarla a sentarse, rodear el escritorio e indicarle con un movimiento de la cabeza a su guardaespaldas que se fuera. El hombre le dirigió a Cissy una mirada cargada de antipatía y desconfianza que la bruja devolvió con una media sonrisa malévola, pero se fue-. Ajj, no le des importancia a Askar, está paranoico. Ya le dije que eres una amiga de la familia, no representas un peligro para nosotros- hizo un movimiento con la mano que indicaba total confianza hacia la mujer y luego se recostó contra el respaldo-. Pero no quiero quitarte valioso tiempo, Melek- era el apodo que él le había puesto y que en turco significaba "ángel"-. Necesito de tus servicios para encontrar y eliminar una amenaza.



Macnair se sentó un poco más derecha. No esperaba aquella propuesta de uno de sus más viejos amigos. Yakir Yilmaz era el hijo de Aslan Yilmaz, a quién Sybilla había salvado de una guerra civil en Turquía cuando Aslan no tendría más de cuatro años. Sus padres habían muerto en la trifulca y el pequeño había quedado a su suerte, por lo que la mujer se había encargado de criar al muchacho, conseguirle un buen colegio y hacer un hombre de él. Su imperio comercial lo había levantado gracias al empuje económico de su madrina, Sybilla Macnair. Toda la familia Yilmaz estaba en deuda con ella y durante años habían hecho tratos para favorecerla económicamente a ella y su familia. Pero jamás había recibido una propuesta de aquel tipo.



-No comprendo tu pedido, Yakir. ¿Quién te está amenazando?- preguntó, intrigada.



-Un rival empresarial- la mujer alzó una ceja antes esa respuesta, por lo que Yakir prosiguió-. Han querido comprar nuestra empresa desde hace años y mi padre se los ha impedido, pero al envejecer al recrudecido sus... medidas persuasivas- apretó la mandíbula-. Han hundido nuestros cargamentos, robado otros pocos.... Eso puedo superarlo Melek, puedo solventarlo. Pero hace una semana, intentaron matar a mi padre cuando estaba en el hospital recuperándose de una operación de cadera- su mirada se puso fría y la de Cissy hizo lo mismo.



-¿Cómo estás seguro de que fueron ellos?- preguntó.



-Capturamos al hombre que intentó liquidarlo... Y lo persuadimos de hablar- su mirada decía "tortura" claramente-. Nos dio un nombre y eso fue suficiente... Jian Wang Kang. Nuestro principal rival y quien ha intentado comprarnos- se inclinó y marcó una clave en uno de los cajones del escritorio, acto seguido sacó una carpeta de allí y se la extendió a Sybilla-. ¿Nos ayudarás, Melek?- preguntó.



Sybilla abrió la carpeta y leyó la primera hoja. Bueno, tenía que intentarlo. Aslan había sido como un hijo para ella... Y había que cuidar a la familia.

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Mantenía los ojos cerrados meditando. El ambiente en aquel antiguo templo japonés era de paz y tranquilidad. Nadie, o más bien casi nadie conocían el sitio de reclusión del vampiro, uno que había heredado de su antigua maestra y amiga Chiharu. Aquel era uno de los secretos mejor guardados. Abrió los ojos para observar como las flores de Sakura caían lentamente tras una tenue brisa. Escuchaba el riachuelo, los pájaros y se enamoraba cada vez más del silencio. “Respiró” profundamente dejando que el vital gas pasara pro sus inertes pulmones vampíricos. Su mente estaba en blanco, no había nada en ella mas que completa serenidad.

 

Vestía su kimono negro. Había pasado demasiado tiempo desde que había usado aquella vestimenta. Generalmente usaba su túnica negra de gala, su flux negro con diferentes colores de camisa y sus zapatos pulidos, o la túnica que solía usar para trabajar tanto en San Mungo como en el departamento de misterios del ministerio de magia londinense, no algo cómodo como aquello. Estaba acostumbrado al ruido, al caos y al ajetreo de Londres, a sus viajes a Grecia, y a los diferentes países donde sus encuentros con gobernantes, la realeza y gente de cualquier tipo y calaña eran el pan de cada día. Su máscara, la de ser respetable, su verdadera ocupación, hacer el trabajo sucio que nadie quería hacer, ser un asesino a sueldo, un mercenario que no fallaba, un traficante sangriento y despiadado que conseguía lo que deseaba sin importarle que o los métodos que debiera usar.

 

Cerró los ojos nuevamente. Solo que esta vez, no había paz en su mente, solo una imagen y una petición muy especial. Jian Wang Kang había contratado sus servicios hacia unos días, cuando el asesino que había contratado para matar a un viejo extranjero turco dueño de una empresa que el chino deseaba con ansias había fallado y seguramente muerto. El Sr. Wang había ofrecido triplicar la suma que usualmente el vampiro solía cobrar para aquellos casos. Este, no lo pudo rechazar.

 

Había memorizado y destruido aquella información que podría comprometer su nueva misión.

 

***************

 

Se encontraba a bordo de un Boeing 747. El gigantesco avión había iniciado el descenso atravesando unos espesos nubarrones y ahora se disponía a aterrizar en el aeropuerto de Hamburgo. La fría lluvia de noviembre teñía la tierra de gris y hacía que los mecánicos cubiertos con recios impermeables, las banderas que se erguían sobre los bajos edificios del aeropuerto, las vallas que anunciaban los BMW, todo, se asemejara al fondo de una melancólica pintura de la escuela flamenca.

 

-<<Vaya, otra vez en Alemania>> -pensó.

 

Tras completarse el aterrizaje, se apagaron las señales de “Prohibido fumar” y por los altavoces del techo empezó a sonar una música ambiental. Era una interpretación vulgar de Norwegian Wood de los Beatles. La melodía lo hizo entristecerse como siempre. No, en realidad, le aturdió; le produjo una emoción mucho más violenta que de costumbre. Para que no le estallara la cabeza con tantas imágenes, se encorvó, se cubrió la cara con las manos y permaneció inmóvil cual vampiro era. Al poco rato se acercó una azafata alemana.

 

-Señor, ¿se encuentra usted mal? -pregunto.

 

-No, creo que es un ligero mareo -mintió.

 

-¿Seguro que está usted bien? -preguntó la azfata de nuevo.

 

-Sí, gracias -dijo de la manera más convincente.

 

La azafata sonrió y se fue. La música cambió a una melodía de Billy Joel. Levantó la cabeza, contemplo las nubes oscuras que cubrían el Mar del Norte, pensó en la infinidad de cosas que había perdido en el curso de su vida. Pensó en el tiempo perdido, en las personas que habían muerto, en las que le habían abandonado, en los sentimientos que jamás volverían. Siguió pensando en aquello hasta que el avión se detuvo y los pasajeros se desabrocharon los cinturones y empezaron a sacar sus bolsas y chaquetas de los portaequipajes. El Ragnarok podía oler la hierba, sentir ya el viento en la piel, oír el canto de los pájaros. Volvió a acercarse la misma azafata de antes, se sentó a su lado aun preocupada por el cainita

 

-Señor, ¿se encuentra usted mejor? –pregunto con voz preocupada.

 

-Estoy bien, gracias, de pronto me he sentido triste, es sólo eso -dijo para después sonreírle.

 

-También a mí me sucede a veces, le comprendo muy bien -contestó ella mientras erguía la cabeza, se levantaba del asiento y le regalaba una sonrisa resplandeciente

 

-Le deseo un buen viaje. Auf Wiedersehen -le dijo

 

-Auf Wiedersehen! –repitió el Ragnarok despidiéndose…

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12 meses antes

 

No era fan de estarme congelando el trasero en Copenhaghe pero la verdad es que no tenia de otra. En mi linea de trabajo siempre habia cierta estratificacion de prioridades en cuanto a clientes y la verdad es que este tenia suma prioridad, basicamente porque sostenia una base quid-pro-quo muy ventajosa (yo diria principal) para mis negocios. Para variar este asunto no tenia que ver extrictamente con la magia era mas bien una componenda comercial y aunque no mediase dinero duro de por medio sabia que en cuanto a influencias tenia mucho que ganar una vez se terminase el trabajo. Si, evidentemente no me habian localizado solo para una buena charla de amigos, nos conociamos lo suficiente como para saber que esas familiaridades estaban de mas ante las amobiciones de las partes.

 

Asi llegue al lugar señalado y gracias a que iba ataviado para la ocasion no tuve que ingresar furtivamente por la puerta de atras o por una de las ventanas del despacho privado, no, esta ves entraria en ese evento benefico de personajes de nariz estirada. Por lo que habria que actuar, desdoblarme en el papel acorde a mi personaje, uno de esos escasos nuevos ricos con buen porte y nada de vulgaridad. Sabia no lo haria mal, era demasiado critico y serio con mis trabajos para eso, y puede que hasta me encontrase una perla entre las chicas del evento...pero antes y mediante señal convenida tendria que hablar con el. Asi pasaron al menos dos horas de tediosa etiqueta, de dejar que mis comentarios sobre la economia y estado del mundo me granjaran cierta simpatia entre la representacion masculina de la audiencia y claro, todo unido a algunos halagos y comentarios bien dirigidos para rubiosar a mas de una chica. Fue en ese momento que percibi la señal, por lo que interrumpiendo educadamente una conversacion sali en direccion a unos pasillos dejando mi copa de champagne supuestamente para ir al baño...pero cuello destino era una oficina algo mas familiar.

 

Tome varios giros en esos interminables pasillos, deleitandome del buen gusto de las obras que colgaban en las paredes y que de no ser de quien eran podria robar hasta alcanzar una puerta custodiada por dos mastodontes que supuse guardaespaldas. Al llegar estos parecieron recibir una orden en el audifono que llevaban y me abrieron la puerta. Y ahi estaba el pez gordo de todo este asunto que dandome la espalda miraba varios monitores donde se podia ver el desarrollo del baile.

 

-Ya veo que no has perdido tu encanto habitual Sean. -dijo una figura esbelta y atletica que al girarse dejo ver a un hombre blanco de unos cuarenticinco años, de nariz recta, menton firme, profundos ojos azules y un cabello rubio casi blanco cortado con elegancia. Toda una exuberante personalidad con una confianza en sus ademanes que dependiendo de su estado de animo podria ser el totalmente encantador o la peor pesadilla de cualquiera. -y tu tan maniatico del control como siempre, espero que esa chica que me dio su direccion no sea tu...pareja.

 

Por un momento me detuve esperando su reaccion y al verlo tomar bebida de una botella que por el nombre muy pocos podrian pagar y despues sonreirme aligero el estado tenso que se respiraba, me indico que tomara asiento y me entrogo una carpeta que tenia encima de un buro de caoba cubana.

 

-Sabes que no te llame para lios de faldas, necesito de tus habilidades.- de un bolsillo saco una cigarrera sacando de ella un fino havano, el cual encendio para dar dos bocanadas...y esparcir el aromatico humo por la habitacion. Mientras decia eso logre abrir la carpeta cuya presentacion se dividia en dos, por una parte estaban los Yilmaz y en la otra....Jian Wang Kang. Mientras absorvia la informacion mi interlocutor continuo. -Ante ti tienes los agentes de una disputa comercial que ya lleva algun tiempo, lo clasico....Jian Wang Kang quiere la empresa de los Yilmaz pero estos no venden...y se comenta que el primero esta utilizando otros metodos de persuacion para llevarse su premio.

 

-Y tu quieres que gane....???? -no termine de decir alguno de los contendientes porque no veia el porque el estaba interesando en eso. O sea, aunque se fusionasen ambas empresas aun les faltaria mucho para ser en verdad competencia- Yo quiero que las dos pierdan, y manejar eso desde las sombras es un juego atractivo. Claro, despues comprare las sobras a precio de ganga-respondio

 

Aquella respuesta me tomo por sorpresa, aunque claro una parte de mi sabia a lo que se referia respecto a eso del "juego". Ademas asi comprendia tambien mi parte en el plan, amaba el caos y la idea de crear una escenario asi de caotico me hacia danzar las neuronas mil.

 

-Ademas de controlador estas adquiriendo un matiz retocido que te asienta-dije mientras me acomodaba en la comoda silla- tu solo dejame a mi....sientate y disfruta del espectaculo...ahh eso si...ya sabes mis honorarios.

 

Me levante lentamente y inclinando la cabeza hacia mi mecenas sali de la habitacion guardando la carpeta bajo el saco del traje . No hacia falta explicar mucho mas, el ya habia dejado ante mis ojos el escenario, ahora tenia yo que mover adecuadamente las piezas y..bum....que comenzace el show.

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El Ragnarok podía ver aquel prado en sus pequeños detalles. Observaba el verde profundo y brillante de las laderas de la montaña, donde una lluvia fina y pertinaz barría el polvo acumulado durante el verano. Las nubes largas y estrechas coronando las cimas azules, como congeladas, de las montañas. El cielo estaba tan alto que si alguien lo miraba fijamente le dolían los ojos. El viento que silbaba en aquella pradera agitaba suavemente sus cabellos. Las hojas de las copas de los arboles susurraban y, en la lejanía, se oía ladrar un perro. Era un ladrido tan tenue y apagado que parecía proceder de otro mundo. No se oía nada más. Ningún otro ruido llegaba a sus oídos vampíricos y aquello era extraño. No se había cruzado con nadie. La única presencia, dos pájaros rojos que alzaban el vuelo de aquella llanura, como espantados por algo, se dirigían hacia el bosque.

 

-<<La memoria es algo extraño>> - pensó mientras estuvo allí.

 

Apenas presto atención a algo más de aquel paisaje. No le pareció que tuviera nada de particular y jamás hubiera sospechado que, muchos años después, estaría parado allí repasando hasta el más mínimo de sus pequeños detalles en la memoria. A decir verdad, en aquella época le había importaba muy poco el paisaje. Pensaba en la hermosa mujer que caminaba a su lado.

 

El vampiro dibujo una mueca mientras caminaba lentamente recorriendo el sitio en un radio de 360 grados. Parecía que estaba solo y que nadie lo observaba, aun así, no podía confiarse en lo más mínimo. Dio unos cuantos pasos mas adentrándose un poco en la arboleda. Unos segundos después “desapareció”.

 

****************

 

Aquella era una de las muchas casas protegidas con un encantamiento fidelio que poseía el Ragnarok. Se sentó frente a la chimenea mientras repasaba su plan. En la hermosa mesa de madera. Si bien podía matar al turco con magia, lo mejor era causar una distracción a la vieja usanza, por lo que tenía todo tipo de armas muggles. ¿Quién iba a sospechar que algo así podría ser obra de un mago mercenario?, pero él estaba seguro de algo, la seguridad de aquel hombre seria máxima, y habría contratado a los mejores para cuidar sus espaldas. Una lástima que no lo habían “llamado” a él.

 

Dibujo una mueca divertida mientras la luz de la chimenea iluminaba los rincones a los que llegaba.

 

-Un poco mas y serás hombre muerto –susurro divertido.

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En algun momento dle pasado.

 

Lo bueno de la carpeta que se me habia dado es que contenia informacion muy util recopilada con esmero por mi asociado. Y como en el mundo muggle la infomacion es poder y mi colega en cuanto a poder tenia mucho, saber al dedillo esos pequeños y importantes detalles de las rutinas de mis probable victimas era una ventaja con la que desde ya partia. Basicamente en la guerra como en el amor todo valia y utilizaria cualquier treta para llevar al limite a ambas empresas. Claro para eso primero tendria que, vincularme de alguna forma a estas y comenzar a tejer mi red. No me gustaba utilizar el simil de una telaraña, pero sin duda era lo que mas se parecia. Por lo pronto la idea era ubicarme en posiciones estrategicas y actuar, no de accion sino de teatro.

 

Herramienta no. 1

 

La rutina de Zhao Chen era muy estricta y sin muchos agujeros como para lograr una incursion satisfactoria en su totalidad. Dada su importancia, mano derecha de Jian Wang Kang y director de operaciones de la empresa del primero, tenia fama de tener pocos escrupulos y de no temer el ensuciarse las manos si se daba el caso. Un tipo peculiar, muy inteligente y que dominaba a la perfeccion el arte de la manipulacion. Ademas tenia un buen grupo de guardaespaldas, en el cual recidia el eslabon que utilizaria. Basicamente seria el guardaespaldas de confianza de Zhao. Estudiarlo no fue dificil, ni tampoco su aficion a los masajes con exactamente el mismo chico en un rico y exclusivo spa de Shangai.

 

Primer paso....suplantar identidad del masajista. No fue dificil, pero mientras estuviese yo en accion lo deje fuera de radar bajo la influencia de una fuerte desmemorizacion. O sea recordaria el masaje que no dio pero tendria mas presente una noche de juerga que le habia dejado dolores de cabeza que dejaba borrosas muchas cosas.

 

Segundo paso, masajear al guardaespalda....aunque en esta ocasion tuve que improvisar pues al parecer el tipo duro tenia aficiones un tanto intimas con el masajista. No fue agradable el masaje pero antes de pasar a algo que sacara los colores al personal, logre dejarlo inconsiente, ubicarlo en un baul al estilo Barti Crouch y hacer uso de una pocion multijugo. En ese ambito intimo nadie interrumpio y ya me meti en el personaje. Claro aproveche a algunos asociados de confianza(mediante maldicion imperius) para llevar a mi suite el baul.

 

Paso tercero....hurgar en las memorias del guardaespaldas para una mejor interpretacion de mi papel....con delicadeza buscar esos detalles que me harian verosimil ante Zhao. Evidentemente casi 10 años como desmemorizador me daba suficientes herramientas para lograr un buen estudio del personaje.

 

Cuarto paso...Ser verosimil ante Zhao.....aun asi de no darse siempre quedaba el imperius. Por suerte no hizo falta...por ahora. Primer punto critico logrado, ahora tenia acceso indirecto a informacion relevante de los movimientos de la empresa. Y claro, con el acceso a Zhao podria incluir magicamente alguna que otra idea en el director...y de ahi directo a Jian.

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Cuatro semanas después

 

 

La operación de cadera de Aslan había salido como se esperaba, aunque el cuadro era alentador, la edad del hombre le pasaba factura. Por eso, cuando Cissy le ofreció un método alternativo para curarse, el turco no lo pensó dos veces y aceptó. La poción crece-huesos era buena también para enmendar operaciones muggles y aunque los médicos no entendían cómo es que había sanado tan pronto, asumieron que se debía a un excelente procedimiento de su parte y dejaron estar el tema.

 

-¿Por qué tenías que viajar? Podrías haber enviado a Yakir y listo- la bruja miró a su hijo adoptivo a través de los anteojos de lectura que había comenzado a utilizar, más por moda que porque los necesitase-. Podríamos habernos quedado descansando otras dos o tres semanas en Dubai y ahora mismo tendría un hermoso color dorado en mi piel- la mujer se estiró en el cómodo asiento del avión privado y pestañeo por la luz del sol que se filtraba por la ventanilla.

 

El hombre llamado Aslan, un turco anciano y menudo con una melena canosa, nariz aguileña y mirada penetrante, observó a la mujer y bajó el periódico que había estado leyendo.

 

-Los buenos negocios, sobre todo los que se hacen con posibles socios, deben hacerse en persona. Yakir es bueno, en efecto, pero mientras viva yo mismo me haré cargo de cerrar tratos estrechando la mano de la persona indicada- también se estiró y tomó un poco de agua de un vaso que tenía sobre la mesa frente a él, donde momentos antes había estado jugando la décimo tercera partida de ajedrez que, claro, había perdido-. Podrías haberme enviado la escolta. Yo creo que Yakir exageró con eso del asesino. Kang no sería tan im.bécil de volver a atacarme... No al menos de la misma forma. No tenías que venir si no querías, Sybilla- el turco la observó fijo.

 

La bruja frunció los labios.

 

-Soy tu jefa de seguridad por un muy buen motivo: soy tu madre, Aslan. Quizá tenga en apariencia cincuenta años menos que tú, pero tengo dos mil cuatrocientos cincuenta más vividos y conozco a la raza humana, sus ambiciones, sus miedos... su codicia- la mirada esmeralda de la vampiresa se recrudeció tras aquellos ojos y el viejo pudo ver a la mujer que había conocido hacía setenta y largos años atrás, cuando lo había salvado de morir en la guerra. Aquel recuerdo era tan vívido a pesar de los años. Aslan le debía a esa mujer su vida y su fortuna, sin embargo ella jamás le había pedido nada a cambio. Lo había acunado entre sus brazos de pequeño, lo había regañado de adolescente y lo había empujado durante su juventud a conocerse a sí mismo y a seguir un camino que le fuera fructífero. Había estado durante su primer casamiento, durante el nacimiento de Yakir, luego en el velorio de su primera esposa.

 

-¿Por qué nunca me has pedido nada, melek?- preguntó el viejo, observando más detenidamente a la mujer-. Siempre has dado pero nunca has pedido...

 

Cissy guardó silencio y miró hacia la ventana, la pequeña hendija que dejaba entrar la luz del sol.

 

-Todo lo que pedí me lo diste, Aslan- dijo, finalmente-. Sólo quería criar a un hijo... Y fuiste ese hijo- ni siquiera sonrió cuando lo hijo.

 

<<Criar a un hijo>>. La vida le había arrebatado a todos los que había amado a lo largo de los años, incluso a los inmortales.

 

****

 

Aterrizaron horas más tarde en Hamburgo, donde sería llevada a cabo la reunión de negocios. Ataviada con un traje digno de la CIA de Estados Unidos, Cissy caminaba junto a Aslan, tomándole el brazo, mientras su séquito de guardaespaldas caminaban detrás y a los lados, observando todo alrededor, incluso a los tejados, ventanas y balcones de los edificios circundantes. Si alguien se hubiera fijado con extrema cautela quizá hubiera visto que la joven guardaespaldas no portaba arma muggle alguna, no que se pudiera ver al menos. Cissy tenía armas que otros solían podían soñar, como los mejores disfraces del mundo o las mejores bebidas alucinógenas.

 

Eran casi las diez de la mañana cuando se ubicaron en una oficina de la empresa, una que poseía ventanas de espejo, para que no se pudiera ver desde fuera, aunque era algo extremo dado que se encontraban en el piso veinte. Mientras todos los guardaespaldas habituales esperaban fuera de la oficina, Cissy se había sentado a la derecha de Aslan, mientras que a la izquierda se encontraba el contador y el abogado de los Yilmaz. Frente a ellos, Hans Hendrich, el dueño de Industrias Hendrick S.A., empresa de tecnología que estaba compitiendo fuertemente en el mercado, observaba a la bruja con cierto desdén en su mirada, como si la presencia de ella le molestara. Por supuesto, Cissy había notado que había pocas mujeres en puestos de importancia dentro de la empresa y dudaba que fuera exactamente por falta de profesionales... quizá fuera más bien por misoginia de sobra. Pero no dijo nada. Cuando Aslan comprara una gran parte de las acciones de la empresa, controlaría la junta directiva y Cissy le sugeriría incorporar mujeres en puestos de importancia.

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En algun momento del pasado.

 

 

Estaba sentado frente a Hans Hendrich, los archivos no mentian este seria el proximo paso de aquellos a quien embaucar. Sin lugar a dudas era una compañia tecnologica de una fuerte proyeccion en el mercado, pero como todas siempre habia un precio o punto de presion al cual acudir para mover el arbol y ver que manzanas caerian.

 

-Entiende entonces que debe hacer? -fue mi pregunta a Hans que me miraba con unos ojos altaneros que no entendia como yo, un visiblemente poco conocido del entramado empresaria viniese con exigencias.

 

De seguro en su mente estuviera la contrradiccion expresa del desafio dado su caracter. O al menos asi habia estado hasta que le habia mostrado ciertas cartas de presentacion que lo pusieron mas dosil que un perro casero. Sin dudas mi mecenas sabia jugar sus cartas y para nada ofrecia infimas regalias...con el todo era en grande.

 

-Si. -contesto Hans. -Dado el momento dar prioridad a los Yilmaz en vez de a Jian Wang Kang.

 

Asenti y sonrei por un momento mientras me inclinaba en la comoda silla que acomodaba mi cuerpo. La idea era bastante simple, tanto una como otra empresa tenian la vista en el negocio de Hans por un importante motivo, los Yilmaz para afianzar su posicion y estatus y poder avanzar en el rango que ostentaban. Jian Wang Kang lo queria por una cuestion opuesta. Ya habia torpedeado, no sin ayuda indirecta de mi mecenas, algunos cargamentos y rutas de los Yilmaz..para obligarlos a vender....si se hacia con lo de Hans los pondria en posicion dificil y lo sabia. Momento para otra oferta...tal vez una que no pudiesen rechazar.

 

-Entonces esta hecho....espero no nos volvamos a ver. -Sin mas me levante para dejar las oficinas. Que se puede decir el desagrado era mutuo.

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-- ¡Estás muerta! ¡Estás muerta!

 

Grité desesperada en mi sueño y golpeé la cama con un puño cerrado. Eso debiera haberme hecho despertar en situaciones normales pero esta noche, no. Esta noche seguí en medio de aquella maldita pesadilla, sin poder escapar de ella. Sentía la humedad de la hierba en los pies desnudos. El frío de la noche era demasiado para el débil camisón de tirantes que llevaba puesto, que lucía acartonado sobre mi cuerpo. Temblaba, aunque tal vez más por el disgusto de saber muerta a mi amiga Cissy que por la temperatura mínima en aquel cementerio. Los tres hombres oscuros y el presumiblemente capellán que llevaba a cabo la inhumación parecían no verme, a pesar de mis gritos de rabia ante aquella lápida tumbada que esperaba el final del acto para erigirse sobre la tumba.

 

Cissi Macnair.

2014

 

-- Estás muerta...

 

Ahora mi voz salió casi apagada, como una mera afirmación, más bien aceptación de la información que tenía. Me arrodillé en el suelo mientras tiraba tierra sobre el hueco en cuyo fondo descansaba un féretro barato, de madera mal cortada y con huecos por los que se detectaba un vestido negro de época victoriana. Seguí contemplando el entierro. Cuando acabaron de colocar todo y abandonaron el lugar, me levanté.

 

Demasiadas incongruencias.

 

El nombre era Cissy, no Cissi. Era un diminutivo así que la debieran haber inscrito con su nombre completo. No ponía el año de nacimiento (el cual yo no conocía, por cierto) y ella era una mujer muy rica cuando fuimos amigas, cuando compartimos vivencias y negocios. No descansaría en aquel cementerio perdido del mundo ni llevaría un vestido tan antiguo. ¿Dónde estaban sus amigos, sus familiares, la gente que la conocía, la gente que se dejaría ver en un entierro de un miembro importante de Ottery aunque sólo fuera por lucir pose en la foto social?

 

¿Y cómo podría haber muerto en aquella época si yo sabía que tenía negocios activos y un puesto como miembro de la Logia de Mercaderes?

 

¿Y por qué soñar ahora que había muerto hacía tiempo...?

 

Ahora sí, me desperté, con la luz del alba cruzando por la ventana en rayos tímidos que aligeraban la oscuridad de mi cuarto. Desperté, con el aliento entrecortado, con la mirada aún turbia y el pensamiento lleno de cementerio. Aspiré varias veces el aire cálido de la habitación y acabé corriendo hacia la ventana para sentir el frío de la mañana que empezaba.

 

Cissy no estaba muerta. Puede que no me recordara o puede que no quisiera hablarme pero... Debía cerciorarme que ella no estaba muerte. Que era imposible que hubiera muerto en el 2014. Acudiría al Concilio. Seguro que me tiraría de allá con cajas destempladas (y espero que vacías; no quisiera tener que sufrir la ira de algún animalillo asustado que tuviera dentro) pero al menos sabría que aquello no había sido una visión sino una pesadilla.

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El vampiro tenía todo listo, sus armas, su plan, cada detalle lo había repasado a la perfección, conocía el lugar y sabía que era lo que debía de hacer y que no, las rutas de escape, absolutamente todo estaba contemplado. Dibujo una mueca mientras el sol golpeaba en su cara. Bueno, más bien, en la que había escogido para aquella ocasión

A las afueras de Hendricks S.A. todo estaba en calma. Si los rumores eran ciertos aquella misma mañana podría terminar con el trabajo que debía hacer, recibir su paga y desaparecer como siempre lo hacía. No era necesario apurarse, debía trabajar con paciencia, quizás no ese día, quizás otro, pero de algo estaba claro, aquel turco no estaría mucho tiempo en la tierra, él lo mandaría a visitar otro lugar, uno al que el vampiro le estaba prohibido ir. El mundo de los espíritus. Cuando el reloj dio las 10 observo aquellos automóviles aparcar. Sonrió, Aslan era definitivamente tan puntual como le habían informado.

-<<Un punto a tu favor podría decir>> -pensó para si mismo mientras mantenía su fachada- <<unos minutos mas y serás mío, total, ya sabemos que eres muy puntual y a esta cita con tu muerte dudo que quieras llegar tarde, ¿no es así?>>

Aguardo en silencio. Nadie se había dado cuenta de su presencia o más bien, de aquella extraña persona que merodeaba por allí con tranquilidad. La calle estaba abarrotada de gente que pretendía hacer sus compras en las muchas tiendas que abrían a esa hora. Era final de noviembre y aunque pareciera tonto, algunos ya estaba pensando en los regalos de navidad para sus seres queridos, otros desayunaban en un pequeño café en la esquina, aunque la mayoría entraba en los diferentes edificios de oficina para atender sus asuntos, aquella era una de las avenidas principales de Hamburgo, el punto perfecto para un asesinato.

Cuando vio a los primeros integrantes de aquella comitiva se dispuso a actuar, había tomado el tiempo, unos segundos más y todo llegaría a su fin, sin embargo, cuando observo a aquella mujer fue como si el tiempo se detuviera o fuera mucho más lento. la presencia de la Macnair lo había sorprendido y peor aún, lo había tomado con la guardia baja.



***************

Muchos años antes…

-Te dije que te convencería –dijo el Ragnarok divertido mientras desataba a Cissy a quien había logrado atrapar y atar para jugar con ella y así convencerla de pintar su habitación de un color que ella detestaba- y no me digas que fue trampa, sabes que en el amor, en la guerra y en esta relación todo se vale –rio divertido- además Macnair, jamás dije que jugaría limpio.

Observaba el puchero que Cissy tenía en aquel momento mientras se sentaba en la cama y lo miraba tatamente “cansada”. Si es que una vampiresa sexy y apetecible se podía cansar. Se acerco a ella lentamente sin saber si esta terminaría golpeándolo en venganza o haría alguna otra cosa, aunque estaba claro algo, Cissy jamás se quedaría con aquello, era consciente del poder que ejercía en el vampiro y sabia como aprovechar cada una de las ocasiones que se le presentaban para jugar sus cartas y vencerlo en su propio juego.

-¿Un chocolate? –pregunto con cara de inocencia.



***************

Maldijo por lo bajo cuando el turco entro en aquel auto junto a la Macnair. Había fallado en aquel intento, había perdido la oportunidad perfecta, ahora debía usar un plan B, pero antes, buscaría la forma de acercarse a ella. Negó con la cabeza, no podía permitirse distraerse de aquella forma. Aunque había pasado demasiado tiempo, sabía que dudar de aquella forma era demasiado peligroso. Aunque debía averiguar la relación que tenían la Macnair con aquel hombre.

Por un segundo se sintió celoso…

-<<Ahora si vas a morir>> -pensó en tono desafiante para un segundo después desaparecer de allí sin dejar ningún tipo de rastro.

El vampiro sin más se movió hasta la siguiente locación para vigilar a aquel hombre y a su acompañante.

 

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Editado por Hades Ragnarok

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En algún momento del pasado

 

 

Hans Hendrich había recibido una carta que le había preocupado, justo a una semana de cerrar el trato con uno de sus más importantes socios de la industria electrónica. Quien se dirigía a él le había indicado que mantuviera una reunión privada con un "asesor" suyo y así fue como lo hizo.

 

-Si - contesto Hans-. Dado el momento dar prioridad a los Yilmaz en vez de a Jian Wang Kang- respondió a la pregunta de su interlocutor, asintiendo una única vez antes de que el hombre que lo interpelaba se retirara de su oficina.

 

Hans respiró profundo cuando el invitado se fue, pero no pudo evitar sentir el temblor en sus manos, así que las cerró en un puño mientras giraba la cabeza para mirar por la ventana. Él no tenía ni iba a tener ningún trato con Kang pero no porque aquel hombre se lo hubiera pedido, sino porque no tenía interés alguno en la oferta del oriental. Yilmaz le ofrecía mucha más estabilidad y mejores precios para los procesadores que él utilizaba en telefonía y computación. Los de Kang, si bien eran buenos, no poseían una aplicación tan práctica y el rendimiento era más bajo. Además, Yilmaz era su socio comercial desde hacía treinta años y no iba a arruinar ahora el mejor trato al que su compañía había llegado en años.

 

¿Por qué estaba aquel tipo tan interesado en que aceptara a Yilmaz y no a Kang? No quería verse envuelto en ningún trato sucio.

 

 

*****

 

Sybilla Macnair

 

 

Hans la miró y Cissy le sostuvo la mirada.

 

-¿Tiene algo para decirme, señor Hendrich?- preguntó con voz dulce, arrastrando un poco el acento alemán.

 

-Nada en absoluto, señorita- respondió, mirando nuevamente a Aslan y poniendo un gesto tan sutil de desprecio que hubiera pasado desapercibido para todos, pero no para Cissy, que igualmente no hizo ningún comentario al respecto.

 

Los abogados se enfrascaron en una conversación legal sobre el contrato, los contadores les seguían el paso y, de vez en cuando, Aslan Yilmaz y Hans Hendrich hacían algún paréntesis o comentario para que se agregara a los papeles. Finalmente, ambos socios firmaron la carpeta llena de papeles y se dieron la mano antes de que Aslan se retirase de las oficinas de Indrustrias Hendrick S.A. acompañado por su séquito de guardaespaldas y su madre adoptiva, a quien hacía pasar por tu ahijada.

 

-Detesto a ese tipo- susurró Cissy en el ascensor, mientras se acomodaba contra la pared, apoyando el hombro-. Cuando comiences a meter mano en la junta directiva, quiero que busques gente que de verdad merezca el puesto que tiene, sin importar su sexo, raza u orientación- dijo la bruja-. Si lo haces, invertiré parte de mi fortuna en este negocio y lo llevaré a nuevos horizontes- agregó, pensando en la forma de que algunos de esos artefactos sirvieran para experimentos mágicos de ser posible. Quizá algún trato con el Concilio de Mercaderes.

 

Aslan rió.

 

-Oh, querida, pude notar claramente la aversión mutua entre Hendrich y tú- y fue lo único que dijo antes de que el ascensor se detuviera en la Planta Baja y comenzaran a salir a los autos preparados que los esperaban en la calle para llevarlos hasta el Hotel.

 

Fue entonces cuando Cissy sintió que los pelos de la nuca se le erizaban y ella siempre hacía caso a sus instintos. Subió a Aslan al auto y miró alrededor, buscando quién había causado aquella sensación, pero sólo le pareció ver a una persona que se alejaba del lugar... Claro que, había tantas personas que difícilmente podría haberlo visto bien. Frunció los labios, preocupada y subió junto a su hijo adoptivo al auto.

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