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|-|-|-| Familia Strange |-|-|-| (MM B: 114067)


Oliver Gaunt
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La familia Strange surgió de la noche a la mañana. Eran un grupo de personas con diferentes apellidos, nacionalidades y culturas, que habían decidido unirse para tener los mismos derechos con los que contaban todas las familias de Ottery. Aquello les traía beneficios no solo económicos, sino que sociales y les daba un rango de estabilidad dentro de la sociedad mágica. Ya no eran mal vistos por la gente con dinero. Sus miembros distaban muchos de ser pobres, ya que cada uno traía lo que tenían y aportaban una mera cuota social para mantener los impuestos de la pensión al día.

Un hombre fallecido les había donado un gran terreno con una casita de madera rodeada de plantas descuidadas y pedazos de chatarra vieja. Cada nuevo ingreso tenía una sección donde construía su pequeño refugio con los materiales que le daban la gana. El aspecto era más bien descuidado en la parte de estructuras, pero contaban con un gran estanque propio con ilimitada cantidad de vida marina debajo rodeado de frondosos árboles que creaban un ambiente selvático lleno de seres vivos.

Un vallado con maderas semiderruidas delineaban los límites del terreno. Todo miembro de la “familia” o invitados, debían pasar por la tranquera para poder caminar libremente por el gran terreno escarpado. Una de las construcciones principales, era una cabaña de dos pisos que contenía una cocina gigante, un taller de pociones, baño vestidores y un gran hogar en el centro donde abrigarse del frío en las noches heladas. Las demás habitaciones variaban en su contenido según los poseedores del terreno.

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Oliver Gaunt - Ficha - Bóveda N°113148

Frankie Triviani - Ficha - Bóveda N°112585

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Generación 0

Oliver Gaunt - Ficha - Bóveda N°113148

Leviathan Ulrich - Ficha - Bóveda N°113254

Frankie Triviani - Ficha - Bóveda N°112585

Hermano de Frankie

Thomas Clairmont - Ficha - Bóveda N°112570

Compañeros de Piso

baylieweasley1 - Ficha - Bóveda N°

Luna21 - Ficha - Bóveda N°105516

La Nómada

Arlet Malfoy - Ficha - Bóveda N°113604

El Holandés Errante

Maekar Baelfire Peverell - Ficha - Bóveda N°114111

Guardian Leviatán

Riuu - Ficha - Bóveda N°144920

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Servicios Ministeriales:

Inicialmente estos campos deberán dejarlos en blanco.

Mascotas: --

Objetos y Pociones: --

Bóveda de Gringotts:

Link al Topic de Registro: http://www.harrylatino.org/topic/113748-familia-strange/

Editado por Oliver Gaunt

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  • 2 meses más tarde...
Con cierta pereza para buscar la tranquera de entrada, brinqué la valla que franqueaba todo el perímetro del terreno de un ágil salto. No sabía como podía el Gaunt pensar que aquél vallado podía servir para mantener a cualquier intruso fuera siendo que las tablas incluso se estaban cayendo y en algunas partes podía ver que ya estaban en el suelo. Junto a los detalles de ubicación que días antes me había enviado, recordé que Oliver había comentado que había aún mucho trabajo por realizar para hacer habitable aquél lugar, pero me pareció que se había quedado corto en exagerar.
Un terreno escarpado cubierto de piedras, tierra y maleza seca se extendía colina arriba algunos doscientos metros antes de volverse todo verde. La extensión semi oculta del terreno ofrecía una vista agradable a pesar de su descuido, dando la sensación de estar en una zona campera de verano que se te antojaba para huir un tiempo del mundo real. Una floresta de pinos y árboles de altos y esbeltos troncos rodeaban un estanque de agua azul extenso en sus formas. La cabaña vecina a él, junto a toda una colección de chatarra vieja, proporcionaba al paisaje la sensación de estar en un lugar hechizado por el tiempo.
Me acerqué a la cabaña, ignorando el camino principal, y decidiendo caminar por entre los árboles. La paz que podía sentir allí era sumamente placentera y prometedora, y sin darme cuenta me encontré divagando en todo el trabajo que estaba dispuesta a hacer por aquél lugar, lo cual me auguraba que podría llegar a disfrutar de todo aquéllo muy a pesar de la compañía, que finalmente debía admitir no era tan mala. Lo malo era el lazo que nos unía.
—Y bien, ¿donde estará? —lancé la pregunta al aire, buscando señales del Gaunt.
Un cielo poblado de blancas y esponjosas nubes dibujaba sombras sobre todo el lugar, y una brisa agradable agitaba los pocos mechones rubios que se habían soltado del moño en el que, sin empeño alguno, había recogido mi cabello. Llevaba puestos unos vaqueros de aspecto gastado, y una camisa sin mangas que hacía juego con mis ojos. La capa colgada en la mochila que pendía a mi espalda, repleta de algunas cosas que había decidido llevar al lugar que me prometía un hogar.

 

 

 

@@Oliver Gaunt

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El día había empezado al amanecer para Oliver. Ni bien se levantó en su nuevo hogar, empezó la rutinaria tarea de espantar a los pájaros que preferían hacer nido en las tirantes del techo que en los árboles. Allí estaban más cómodos, con alimento al alcance del pico. No había faltado oportunidad que uno de ellos se lanzará osado al desayuno del castaño para robarle una holgazanes de pan recién horneado.


Aunque no era precisamente por aquello que se había levantado tan temprano, sino era porque debía acompañar a su amigo Leviatán a tomar un traslador con destino desconocido. Oliver no había querido preguntar, dónde iba ni cuando era su fecha de regreso. Sabía que el destino los volvería a juntar para vivir más aventuras juntos. No había reclamos ni despedidas con lágrimas. El correo seguiría estando entre ellos. Como siempre.


No le llevo mucho tiempo disfrutar esas últimas horas con su amigo antes de volver al terreno donde formarían su hogar. El desastre de las vallas de entrada debería de solucionarlo en cuanto tuviera tiempo, no era urgente, ya que su mente estaba aún pensando en cerrar los huecos del techo que tenía la cabaña principal para que no ingresarán más las aves a formar su nido.


Se cambió la vestimenta formal por una remera con agujeros color gris, unos pantalones desgastado con costuras desilachadas, y las botas de trabajo con punta de acero. Oliver solía usar la magia en ocasiones especiales o donde lo limitaba su destreza física. Pero clavar maderas en agujeros, no era problema. Con un cinturón de trabajo abrochado sobre el pantalón, se subió con una escalera hasta el techo y empezó el lento trabajo de clavar tablones en los espacios abiertos.


Fue desde arriba, donde vio llegar a Frankie a su nuevo hogar. Le sorprendió el rostro complacido de la bruja, claro mensaje que no le desagradabla el lugar y esperaba encontrar un ambiente mucho peor.


-¡Ey! -Le grito poniéndose de pie para que pudiera verlo - ¡Sube! Tengo que tapar unos agujeros... No creerás las cosas que ingresan por ellos -Sonrió al notar el pelo rubio de la bruja, que se escapaba por algunos lados - La escalera está por el costado.




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Tuve que hacerme sombra con una mano para poder levantar el rostro en dirección a Oliver, quien estaba trepado en el techo de la estropeada cabaña. El sol se había descubierto de nubes, posándose justo a la cabeza del Gaunt y haciendo apenas visible su figura a contra luz. Me invitó a subir, no supe si era para hacerme ayudarle con las reparaciones, o simplemente porque no quería distraerse de su trabajo. En cualquier caso, no me iba a quedar allí parada sin nada que hacer.


Me descolgué la mochila de la espalda y la dejé des preocupadamente sobre una mesa de picnic que se hallaba al lado del pórtico de la entrada; di unos pasos hacia la escalera, justo al doblar por uno de los cantos del edificio, y subí peldaño tras peldaño con rapidez hasta llegar al techo. Al estar allí noté los agujeros. Estaban por todos lados.


—Parece que al antiguo dueño sentía pasión por los tragaluces, ¿no te parece? —comenté, divertida, conforme me acercaba a donde estaba el mago. Noté que algunas tablas crujían bajo mi peso, por lo que no se tenía que ser adivino para predecir futuros agujeros. El Gaunt se encontraba a unos metros de distancia, justo al lado de una saliente rectangular que parecía ser una chimenea —Habría sido más sencillo quitar todo y ponerlo todo nuevo, estas vigas están débiles y mohecidas...


Solté una risa muy impropia de mi cuando casi resbalo con una tabla suelta —Esto es un desastre, Gaunt. Nos vas a matar —exclamé, cuando llegué hasta él. Entonces me fijé en su atuendo, y en el cinturón de trabajo que llevaba alrededor de las caderas, lo que me hizo recordar ese afán suyo que tenía por las destrezas manuales, y lo superior que le hacía sentir prescindir de la magia de vez en cuando. —¿Necesitas ayuda?.


Y esperaba que él recordara lo similares que éramos en ese aspecto.




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-Me gusta creer que se ponía borracho estando con mujerzuelas y empezaba a dar tiros al techo con su escopeta de doble cañón -Agregó sonriendo Oliver, mirando como se acercaba la bruja. Podía ver que las maderas crujían bajo sus pies - Ten cuidado, no quiero que termines en el lavado de la cocina -Estiró una mano para agarrar a Frankie, al momento que perdía un poco de equilibrio, queria que llegara a salvo a las maderas mas sanas donde estaba parado él mismo. Que aunque parecian las mas sanas, también tenían mil años de vida a la intemperie en ese techo podrido que ya había cumplido su ciclo.

 

Una vez que la Triviani estuvo mas firme en el lugar, el castaño pudo pensar la razón que tenia el regaño amistoso. No les vendría mal quitar todo el techo para poner uno nuevo que durara unos largos años. Hasta que un Oliver viejo, gordo y sin pelo no pudiera subir a cambiar tablones por otros mas nuevos. Tuvo una súbita idea que podía ayudarlos a tener tablones suficientes en poco tiempo. Aunque deberían de combinarlo con algo que duplique su calidad de vida.

 

-Por primera vez, tienes razón en que nos vamos a matar aquí arriba -Dijo asintiendo con la cabeza para darle la razón - Pero tengo una idea, ya que vienes a ayudarme, quitaremos todo el techo y pondremos todo nuevo. Nos llevara la mayor parte del día, porque lo haremos sin magia -Sé quito otro martillo del cinturón de trabajo, para dárselo a su amiga y acentuar sus palabras con hechos- Ten, vamos a quitar todo esto y lanzarlo al suelo. Cuando terminemos, utilizaremos la Maldición Geminio para duplicar uno de los tablones sanos y así tendremos unos cuantos sin gastar galeones...-Empezó a contarle mientras se acercaba a uno de los bordes del techo para empezar arrancar la canaleta de metal que estorbaba - ...pero el problema de ese hechizo es que aveces la calidad de los duplicados tiende a durar menos que su original, así que... ¿Con que podemos combinarlo para que los nuevos tablones no sean alterados por estas propiedades de la maldición?

 

Oliver estaba entusiasmado con todo la labor que tenían por delante. Ademas, la compañía de la bruja era un punto que hacia mucho mas interesante el día de trabajo. Habia visto con sus propios ojos lo que Frankie era capaz de hacer con sus propias manos si tenia la varita cerca y una placa de Petri. Una maravilla sin dudas.

 

 

@@Frankie Triviani

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¿Por primera vez tenía razón? Puse los ojos en blanco mientras le escuchaba parlotear y apropiarse de mis sensatas palabras para presentarlas como una idea propia. Me pasó un martillo que sacó de su cinturón de trabajo, el cual tomé con una expresión divertida en la cara. No estaba en contra de deshacernos de todo el techo, pero era evidente que al quitarlo saldrían a relucir todas las demás imperfecciones del edificio. Base, postes, vigas, e incluso las paredes y demás estructura; no hacía falta ser arquitecta para darse cuenta.


De nada serviría reconstruir el techo si los soportes andaban mal, así que se avecinaba un trabajo arduo que tomaría más que solo la mayor parte del día. Además, me daba cuenta de que no contábamos con los materiales necesarios ¿en serio quería utilizar la maldición gemino para duplicar las tablas buenas? Aquélla "brillantez" era de temer... en serio. Pero así eran la mayoría de los hombres que había conocido a lo largo de mi vida. Sumamente prácticos, tratando de arreglar sólo las superficies sin ver el trasfondo de todo, creyendo que lo pueden hacer todo con lo mínimo y, desde luego, avaros hasta los codos. No se me había pasado el comentario de las mujerzuelas que había lanzado hacía unos minutos atrás.


Suspiré y me puse de nuevo en pie mientras el castaño comenzaba a echar abajo la canaleta oxidada del desagüe. En un pestañeo, aparecí de nuevo en el suelo, donde él podía ver claramente que ya no estaba consigo sobre el techo. Jugueteé un momento con el martillo en mis manos, mientras le miraba con el ceño fruncido en un claro lapsus reflexivo. Cuando sus verdes ojos se encontraron con los míos arqueé una ceja y le hice una seña con la mano —Baja un momento, Gaunt. Voy a salvarte del desastre que estás por hacer...




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-Si encuentras la solución, ya podremos terminarlo hoy. La Maldición Geminio es muy practica... -Siguió parloteando mientras terminaba de arrancar toda la canaleta para poder liberar los tablones podridos del borde. Lanzo los restos del metal al vació, mientras se giraba para continuar con la charla interesante que estaba entablando con Frankie, pero ella ya no estaba.

 

Oliver utilizo su mano izquierda como visor para comprobar que la bruja no estaba en el techo. Una vez que lo hizo, su frustración creció hasta que sintió una mirada desdeñosa sobre él. La Triviani estaba en el suelo con los pies sobre la tierra, a salvo del peligro estructural del techo. Le sonrió cuando sus ojos se encontraron. Estaba preparándose mentalmente para ser rápido y poder esquivar el martillo que había empezado a tener un aspecto amenazador entre sus manos. Pero no paso nada, ella simplemente le hizo un pedido.

 

-Ahí voy -Respondió y al contrario de bajar por las escaleras, se lanzo al suelo desde el techo. Habia aprendido a caer desde grandes alturas sin hacerse daño. El truco estaba en expandir el impacto del golpe por todo el cuerpo, dando una vuelta en el suelo. Eso fue lo que hizo antes de ponerse de pie y empezar a sacudirse el polvo de la tierra. No todo había salido bien, el cinturón de trabajo estaba vacío y sus herramientas estaban todas desperdigadas por la tierra - Bueno, aveces no sale tan bien.

 

El castaño no tardo en inclinarse para empezar a juntar sus cosas. Lo hizo rápido maldiciéndose interiormente por querer demostrar tonterías frente a la bruja. ¿Que le pasaba? Eso no era normal. Debería detenerse y pensar en ese asunto mas tarde. Cuando todo estuvo en su lugar saco la varita y de una sacudida aspiro toda la tierra de los materiales para que no se echaran a perder. Sabia que si guardabas cosas con polvo, tarde o temprano acelerabas el proceso de oxidación del metal y cuando eso ocurría, ya no había vuelta atrás.

 

-¿Que desastre dices que haré, Frances? -Preguntó volviendo al tema que le importaba. Ya la vergüenza se le había ido, y su corazón había retomado el pulso normal entre latido y latido -Si seguimos perdiendo tiempo, la noche nos atrapara sin techo y deberemos dormir en mi tienda de campaña -Estiro el brazo para quitarle el martillo, no quería correr riesgos de muerte.

 

 

@@Frankie Triviani

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Aguardé un momento, esperando que él bajara del techo; lo que no había esperado fue la forma en que lo hizo. Mi mente lo ralentizó todo, como una especie de cámara lenta, desde el momento en que se puso en pie y, cuadro por cuadro, ver como se generaba aquélla idea y la resolución que brillaba en sus ojos al momento de lanzarse hacia el vacío, hasta aterrizar en el suelo con una voltereta. Por supuesto, toda la herramienta de su cinturón se había dispersado por todo el suelo.


¿Debía aplaudir? ¿festejar aquélla brillantez que salía a relucir nuevamente?... ¿Debía arreglarle la cabeza con el martillo en mis manos?. Surgían tantas incógnitas en mi mente que al final no hice nada, solo me quedé observándole mientras recogía sus cosas del suelo. Esperé a que pusiera todo en orden y guardara nuevamente la varita.


Hice un aspaviento con una mano al escucharle mencionar los contratiempos que causaría mi pequeña intervención, y esquivé su brazo con un sutil movimiento para evitar que me quitara el martillo —Me quedaré esto, por si vuelvo a escucharte llamarme Frances. Y no me importa tener que dormir en la tienda cuantas noches sean necesarias —apunté, mientras lo tomaba del codo y suavemente lo atraía a mi lado, para que observara lo que yo estaba mirando —, lo que me importa es hacer esto bien, Oliver. Tu intención no es mala pero, ¿has escuchado la expresión muggle de que "el burro trabaja doble"?


La idea principal de mudarme a ese lugar era para colaborar en una investigación a la que se me antojaba dedicarle mi mayor atención. Si en aquél plan comenzaban a intervenir una serie de reparaciones que no tendrían fin entonces comenzaría a perder la paciencia; de tal modo, tendría que hacerle entender a él lo que yo miraba en aquél cúmulo de tablas que, de un momento a otro, podría ser nuestra tumba. Figurativamente hablando.


—Mira bien ese cuchitril —le invité, tras lo cual una traviesa sonrisa curvó la comisura de mis labios —¿Cuánto apuestas a que lo tiro abajo de un solo golpe?





Editado por Frankie Triviani

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Oliver desistió de querer quitarle el martillo cuando ella le desvió el brazo. Intentaría estar atento a los movimientos que hiciera por si decidía darle un martillazo. Era muy capaz y no se sorprendería de que eso ocurriera mientras hablaba para distraerlo, tal como hacía en ese momento. En su expresión se pintó la sorpresa cuando lo agarro del codo y lo movió hacia ella. El castaño se inclinó para recibir el beso que nunca llego. La bruja solo tenía las intenciones de mostrarle como la cabaña se estaba por venir abajo y él había mal interpretado las señales de nuevo. Aun le dolía la quijada del último beso que se habían dado.

 

-Creo que esa expresión te la acabas de inventar, Fran...kie -Cerró con decisión haciendo una mueca. No quería abusar de su suerte - Si te fijas bien, tardaremos un siglo en tirar abajo la cabaña y volverla a construir, sin contar todas las instalaciones que deberemos hacer en el proceso... electricidad, agua, gas. ¿Te imaginas el tiempo que dormiremos en la tienda? Luego no querremos mudarnos.

 

Ella lo invito a mirar de nuevo la cabaña, y Oliver luego de responderle la sonrisa como un tonto, lo hizo. Se concentró en mirar las vigas carcomidas por termitas, las bases de los postes principales que sostenían la estructura tenían la madera hinchada por la humedad que parecía estar goteando internamente por algún lado. Definitivamente tapar eso con maquillaje no los salvaría cuando se viniera todo abajo. Frances tenía razón, tenían que empezar de cero. Pero no se lo diría en esas palabras. Asintió al desafió después de un breve silencio.

 

-Veamos cuantos golpes necesitas con esos bracitos para tirarlo abajo -Respondió apretándole el bíceps para comprobar los musculitos - Si logras hacerlo en menos de cinco golpes, empezaremos a diseñar una nueva cabaña desde cero.

 

¿Y si no lo lograba? En ese caso el saldría victorioso y tendrían que... construir una nueva cabaña de todos modos, pero no le diría eso. Aún no.

 

 

 

@@Frankie Triviani

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Ignoré todos sus alegatos que no eran mas que exageraciones. Nadie tardaba un siglo en echar abajo y reconstruir una edificación... bueno, quizás él si, pero era precisamente lo que le estaba tratando de evitar. No volví a pronunciar palabra alguna, esperando que hiciese lo que le había pedido, sonriendo con cierta satisfacción al ver que me complacía.
Noté como algunas líneas de expresión se marcaban en su rostro mientras se concentraba en descubrir todo lo que yo veía, teniendo que desviar la mirada hacia otro lado cuando noté que algo se removía en el interior de mi estómago. Me tomé un par de segundos en admirar el cielo mientras una renuente brisa se empeñaba en revolver los mechones de mi cabello suelto; la fragancia mezclada de los pinos y la vegetación que nos rodeaba impregnaba el ambiente, haciendo imposible que alguna cosa pudiese perturbarme en aquél momento.
Finalmente, Oliver rompió el silencio para aceptar mi desafío. Enarqué una ceja al escuchar cómo subestimaba mi fuerza, y le regalé una sonrisa arrogante. Me dio ventaja de cinco golpes, pero yo pensaba tirar abajo aquélla cabañucha con uno solo. Desde luego, no hice ninguna réplica ya que no deseaba quedar como tonta si por alguna razón yo erraba mis cálculos.
—Hecho.
Me tomó tan solo un par de minutos dar una vuelta alrededor de la construcción desvalida por el tiempo, y un par de minutos más para examinar el diseño del interior, sin tocar absolutamente nada. Pude notar que algunas vigas aún estaban fuertes, pero no eran suficientes para retener todo el estropicio que los años, la humedad, las termitas y una lista larga de cosas habían causado en ella. Los muebles y utensilios no se quedaban atrás. Había muy poco que se podía rescatar, pero era aún mejor reemplazar.
Pude descubrir que un gran poste de madera de al menos cuarenta centímetros de diámetro, al centro de toda la construcción, servía aún como soporte para toda la estructura de vigas en ambos pisos. Un estoico Atlas, en toda la expresión de la palabra. No obstante, las termitas ya habían anidado en su interior, y pude notar todo su padecimiento —Que gran trabajo has hecho, gracias —murmuré, con una mano sobre su corteza en un gesto de reconocimiento. Si, estaba reconfortando un tronco.
Estaba tan concentrada que no me había percatado de que Oliver había estado detrás de mi durante todo el recorrido, por lo que al girarme y encontrarme con su mirada mis mejillas se encendieron levemente; sin embargo, agradecí en silencio que me hubiese ahorrado el esfuerzo de ir a buscarlo. —Dos golpes —rectifiqué, con toda seguridad —Si llegara a necesitar otro mas, te concederé un deseo —agregué, guiñando un ojo. Así de segura estaba en mi cálculo.

 

 

@@Oliver Gaunt

Editado por Frankie Triviani

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