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|-|-|-| Familia Strange |-|-|-| (MM B: 114067)


Oliver Gaunt
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Oliver asintió en un gesto sonriente la aceptación del desafío por parte de la bruja, sintiendo inesperadamente dentro de su pecho un orgullo difícil de explicar con palabras. Aquel sentimiento se mantuvo mientras siguió a Triviani, con una prudente distancia de un metro y medio, recorrer los límites de la cabaña.


El castaño disfruto de ver las expresiones de la mujer con cada obstáculo que encontraba a sus pasos. Ninguna fue tan celestial como la que mostró cuando dió con el poste central que mantenía todo unido. ¿Sabía Frankie que casi la misma proporción de alto que tenía la madera, lo tenía enterrado bajo tierra protegido y pegado al concreto? Era un detalle que no le diría en esos momentos.


Cuando el castaño escucho la propuesta de los dos golpes, aprovecho para sacar su varita, y estar preparado para invocar una protección que les impidiera llenarse de suciedad con el polvo que caería del techo. Sabía que iba a ganar. Estaba confiado, tanto, que ya pensaba cuál sería el deseo que le cumpliría la bruja y que él disfrutaría el doble de lo normal.


-Te encantará cumplir mi deseo -La provocó con un guiño - puede que después de "hacerlo" se vuelva una costumbre entre nosotros. ¿No sería hermoso?


La sonrisa de Oliver se amplió. No había duda que estaba disfrutando de la compañía de Frankie y eso le traía un conflicto interno que debería de evaluar con sumo cuidado. El peligro era muy grande.



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Me le quedé viendo durante un momento con el ceño fruncido en respuesta a sus palabras. Quise preguntar si con "hacerlo se vuelva una costumbre entre nosotros" se refería a concederle deseos o al deseo en sí, pero me aguanté las ganas. No importaba de cualquier forma si todo acontecería tal y como mis cálculos me aseguraban; no obstante, una parte muy pero muy en fondo de mi interior se hallaba presa de una inquietud que me era muy poco habitual.
—Si, claro —lancé, secamente. Mis azules ojos pasaron de su rostro al grueso Atlas que sostenía la cabaña. Enderecé mi postura, aspirando una bocanada de aire mientras mis pies avanzaban en círculo a su alrededor conforme examinaba una vez más las fortalezas y debilidades del estoico anciano. Ya había identificado minutos atrás dónde sería mi primer golpe, pero ante lo que estaba ahora en juego no me podía permitir errar.
Por fin, localicé el punto apropiado, reafirmando mis cálculos sin variación alguna. Le dediqué una fugaz mirada al castaño, advirtiéndole que estaba preparada, y volví a concentrarme en el punto en la corteza que necesitaba golpear con la suficiente fuerza para partirlo en dos. No era muy difícil, pero tampoco era trabajo para un humano común; afortunadamente, yo no lo era, y no hablaba solamente de mis dotes mágicos.
Pocas veces tenía la oportunidad de hacer gajes de mi condición vampírica, así como de los talentos que su propia naturaleza traía consigo bajo el brazo. Generalmente no me gustaba actuar con ventajas, deseando medir mis capacidades en relación a las de quienes solían estar a mi alrededor. Eso suponía una mejor comprensión y mayor diversión ante cada circunstancia, pero en aquel momento no iba a lograr lo que me desafiaba hacer sin hacer uso de la verdadera naturaleza de mi fuerza.
Di un paso atrás, colocando un pie delante del otro mientras doblaba ligeramente mis rodillas. El punto que había elegido para golpear me sacaba una cabeza de altura, por lo que sería menester dar un salto. Cada uno de mis músculos se tensaron antes de doblar un poco más las rodillas para utilizarlas como resorte y levantarme en el aire con facilidad mientras mi cuerpo giraba sobre su propio eje, lanzando una fuerte patada en la cruz que había marcado con mi mente. Un fuerte crujido se escuchó, y el tronco cedió ante mi golpe.
Aterricé en el suelo un segundo después con la frustración encendida en mis ojos. Había golpeado más fuerte de lo que había querido, y en cuestión de segundos pude ver que el grueso mástil no solo se había partido donde mi pie se había hundido en su corteza, sino que el peso había hecho ceder en la parte inferior y se había fragmentado en dos partes. Por lo visto, el poste era mas largo en la parte profunda. Ante la menor variación de soporte, la cabaña entera comenzó a crujir, lanzando polvo y restos de madera antes de venirse completamente abajo sobre nosotros; reaccioné, lo suficientemente rápido como para tomar el brazo de Oliver y sacarle de allí a tiempo.
Estando ya a salvo en el exterior, pudimos observar como la estructura superior caía completamente sobre el primer nivel, y como éste se desmoronaba bajo todo su peso, provocando una gran oleada de polvo tras el estruendo y crujir de los maderos que en cuestión de minutos se disipó en el aire. Hasta entonces, di un fuerte respingo; no debí haber dejado de abrazar mi teoría del principio que conllevaba un solo golpe. Miré a Oliver de reojo, y tras un segundo sonreí ampliamente y con cierta superioridad. Después de todo, no había utilizado más de dos impactos y la cabaña ya no era más lo que era.
—¿No te había dicho un solo golpe?

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Oliver se sorprendió de la respuesta de Frances. No esperaba que asintiera, y mucho menos esperaba detectar ese brill extraño que despedian sus ojos. ¿Que ocurria? Los pensamientos en su mente empezaron a volar sospesando varias probabilidades sobre arrepentimiento del reto, e incomodidad sobre alguna cuestión que evidenciaba quererle ocultar.

 

-¿Pe... -Se mordió la lengua al instante, autoprovocandose una tos que oculto su error.

 

Se recompuso al momento que la bruja se giraba para empezar el destrozo de su nuevo hogar. Lo bueno de todo eso, es que podrían formar uno a su propio estilo. Pero... ¿Cual era el estilo de Frances? Oliver conocía la inteligencia superior a la media que poseía la bruja, había estado a su lado cuando tomaba decisiones difíciles y enfrentaba los problemas que ellas acarreaban. Sabia que mantenía su mente aceitada metiéndose en problemas y su físico a punto, huyendo de ellos. Conocía muchas cosas de los momentos que habían compartido pero aun le faltaba conocer varios mas... como su forma de ser cuando estaba triste, sus ataques de cursileria, la sonrisa que despertaba luego de un gesto inesperado de alguien para con ella. No sabia porque era importante eso mismo ahora, pero lo era.

 

La mirada de Oliver se detuvo en las partes bajas de la espalda de la Triviani y eso le quito de momento toda linea de pensamientos. Se quedo observando la perfección que había por allí en proporciones justas. No sabia si su corazón se había saltado un latido, pero de repente sintió que le faltaba el aire y que un calor brotaba por su cuerpo hasta colorearle las mejillas. Fue tan repentino aquello, que no vio el golpe de la bruja a la madera principal, pero si empezó a ver que las partículas de tierra llenaban el aire y los crujidos empezaban aumentar por todos lados, como pequeñas explosiones.

 

-¡Tenemos que salir! -Gritó alarmado.

 

Frankie era mas rápida que Oliver, lo saco del peligro unos segundos antes de que la primera planta se viniera abajo. La nube de polvo se disipo a los pocos segundos, dejando a la vista la cabaña casi por completo destruida. El castaño noto que en la parte de la cocina, el techo en forma de cono había caído sobre un costado, pero dos de sus paredes aun estaban en pie. Le devolvió la sonrisa con suma satisfacción. Seria una lucha terrible que aceptara eso.

 

-Empatamos -Concluyo, mientras se sacudía la ropa para quitar los restos de polvo. Luego se doblo desde la cintura hacia adelante para poder sacudirse con los pelos con las dos manos y crear una pequeña nubesita de vapor - Ahora ayúdame a quitar todas las maderas inservibles. Creo que es mas rápido si hacemos un fuego controlado -Mientras hablaba, Oliver se fue acercando hasta Frankie hasta quedar frente a la bruja - ¿Estas lista? -Preguntó y se lanzo al agua de una vez, tomo el rostro de la Triviani entre sus manos y le rozo los labios con los suyos en un pequeño beso, antes de alejarse y caminar a la ex cabaña.

 

Darle la espalda a Frances era el riesgo mayor para Oliver, pero ya había saltado al agua, ahora debia nadar o ahogarse y la segunda opción estaba descartada.

 

 

@@Frankie Triviani

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Mis labios se torcieron en una mueca cuando él declaró el empate; estuve a punto de debatirlo al ver que un par de paredes de la cocina se habían mantenido en pie pudiendo derribarles con el golpe faltante, pero una fuerte brisa proveniente del sureste hizo el trabajo por mi. La oportunidad se me fue de las manos. Al igual que él, me dediqué un momento para sacudirme el polvo y escombro que tenía sobre la ropa y el cabello.
—¿Por maderas inservibles te refieres a TODO? —inquirí con sorna, pensando que era mucho mas sencillo si nos disponíamos a separar la madera que aún podía servir, y luego prenderle fuego a todo lo demás.
Volví a mirarle para registrar la expresión de su rostro, percatándome de que se había estado acercado a mi y ya le tenía enfrente. No lo esperaba, y mis cejas se arquearon ante la sorpresa —Claro que lo estoy —respondí, logrando atisbar en sus verdes ojos la resolución que en ese momento estaba tomando. No obstante, no le creí capaz, así que me quedé quieta. Oliver sabía lo que podía hacer si se atrevía y habíamos hecho un trato previo... y yo podía confiar en él... ¿Podía?... Ya estaba demasiado cerca, y entonces sentí sus manos que ya tomaban mi rostro...
Solté una fuerte espiración cuando sus labios dejaron de presionar los míos y me soltó. Me quedé mirándole, sin poder dar crédito a lo que había sucedido, mientras el se alejaba; con la mirada clavada en su nuca, pude pensar en al menos una docena de maldiciones con las cuales podría hacerle bastante daño. Sin embargo, un pensamiento de diferente carácter cruzó mi mente durante un breve segundo ¿tan malo era dejar que me besara?... Sacudí la cabeza, !por supuesto que lo era!.
Y no, no debía dejar que pensara que podía llegar a hacerlo sin sufrir consecuencias, de modo que saqué mi varita y le hice una zancadilla a sus piernas. Al instante perdió el equilibrio y cayó de bruces al suelo... o mejor dicho de cara. Mientras hacia el esfuerzo por levantarse, caminé en su dirección y le pasé de largo, dejándole atrás a él y a las ruinas de la cabaña hasta llegar al estanque; me quedé parada allí durante un momento, tratando de aclarar mi mente confusa y airada, y dado que no funcionaba, decidí quitarme los zapatos, remangar los jeans y meter los pies dentro del agua.

 

 

@@Oliver Gaunt

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Oliver estaba sonriendo como tonto, mientras caminaba hacia los restos de la cabaña. Quitaría los restos de tablas buenas, para que Frankie no se quejara, aunque en el fondo sabia que tenia un poco de razón al decir ese argumento. Las maderas sanas y podridas se borraron de su cabeza cuando cayo con fuerza sobre el suelo, levantando un poco mas de polvo del que había en el aire. Unas ramas mantenían sus piernas atrapadas. La zancadilla era muy efectiva para esos casos. Se giro para quedar boca hacia arriba y poder apreciar el cielo mientras esperaba el remate. Pero pasado unos segundos, no llego nada, o si, el diablo rubio paso por su lado sin echarle ni una mirada.

 

-Que bien empezamos... -Murmuro el castaño sentándose y apuntando su varita a las piernas - Finite incantatem -Las cuerdas desaparecieron dejándolo en libertad para ponerse de pie. Otra vez tuvo que sacudirse el polvo que se había acumulado en su ropa.

 

Sus ojos buscaron a la bruja y la visualizaron en el lago, empezando a desvestirse. Eso le trajo un montón de probabilidades a la mente de Oliver. Todas y cada una de ellas terminaban en situaciones fantásticas, que eran improbables que ocurrieran. Se negó a terminar en el suelo por segunda vez en un dia. Sin embargo, pese a que sus instintos le decian que no lo hiciera, Oliver se acerco a donde estaba Frances.

 

-Dicen que debajo del agua esta lleno de Grindylow Y Lobalug, tendría cuidado de ser tu -Recomendó antes de estirar su mano, de forma amistosa, para ayudarla a salir - Lamento haberte besado, pero aveces es irresistible el no hacerlo.

 

Confesar que lo atraía no era una buena estrategia para lograr que ella colaborara. Oliver sabia que podía aprovecharse de eso, si quisiera,pero dudaba que lo hiciera. Frances era capaz de largarse para siempre del país con tal de no enfrentarse a la pequeña posibilidad de que el sentimiento fuera mutuo. Como ella parecía no estar decidida a aceptar su mano, el Gaunt se acerco al borde del estanque y se empezó a quitar la ropa. Una practica forma de que ella lo pensara mucho mejor. Con cuidado dejo el cinturón de herramientas muggles en el suelo, y continuo abriendo la cremallera del pantalón, mientras que se quitaba los zapatos de trabajo utilizando los propios pies como apoyo para esa tarea.

 

 

@@Frankie Triviani

 

 

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El agua estaba fría y agradable cuando entré en ella, dejando que me cubriera un poco arriba de los talones. Dejé que mi cuerpo conectara con el lago, cerrando los ojos y llenando mis pulmones con el aire puro de la naturaleza que me rodeaba mientras la vitalidad del agua subía por mi cuerpo como un escalofrío y me relajaba de pies a cabeza. Podía sentir el sol escociéndome la mollera, haciendo lo propio, por lo que estando conectada con cielo, agua y tierra, el enojo fluyó fuera de mi cuerpo.


Me quedé de pie allí un rato, hasta que decidí abrir los ojos y deleitarme con el paisaje hasta que el Gaunt terminara de acercarse. Pese a mi renuencia, admití para mis adentros que debíamos esclarecer lo que pasaba entre nosotros, fuera mucho o poco. No podríamos lograr una convivencia armoniosa si él creía que podía invadir mi espacio cada vez que le viniera en gana hacerlo, y yo iba a estar enojada cada vez que así fuera.


Sentí su cercanía, y por el rabillo del ojo noté que me extendía una mano para hacerme salir del agua, queriendo convencerme con una advertencia sobre Grindylows. Yo no me inmuté, y seguí con la vista clavada en el azul del agua; ni siquiera cuando se disculpó sentí la necesidad de reaccionar, pese a la declaración que sus palabras implicaban. Cuando volví a mirar por el rabillo noté que estaba desvistiéndose con la intención de entrar al agua, fue entonces que me giré hacia él.


—¿Que demonios estás haciendo? —inquirí, mientras salía del agua y me acercaba para subir yo misma su cremallera y cerrar sus pantalones, ignorando cualquier reacción de su rostro —. No hay tiempo para nadar...


Me hice a un lado y volviéndome de nuevo hacia el estanque me dispuse a sentarme en el suelo. Levanté la mirada hacia el castaño, y palmeando el lugar a mi lado, le invité a sentarse junto a mi. En ese momento las nubes ocultaron el sol, llenando el prado de frescas sombras que se cernieron sobre nuestras cabezas; aspiré el aire una vez más.


—Esto me hace recordar a esos breves almuerzos que teníamos en la reserva de Tromso ¿lo recuerdas? —pregunté, levantando la mirada del agua para recorrer los pinos y árboles que le franqueaban —. A diferencia de que el fiordo siempre estaba a medio congelar, habían dragones en vez de árboles y, por supuesto, teníamos el almuerzo ¿como era que llamabas a esos bocadillos que tu mismo preparabas? —entorné la vista hacia él un segundo, dirigiendo mis azules ojos al agua un segundo después —Como sea... creo que extraño esos tiempos —agregué, en medio de un suspiro.




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Oliver se quedó congelado cuando escucho que la bruja decía demonios, ese vocabulario impropio de una dama le molestaba mucho y estaba a punto de regañarla, cuando sintió el tirón en la cintura de los pantalones mientras volvía la cremallera a su lugar. Abrió los ojos azules con sorpresa sin esperar que ese gesto tan delicado, se volviera tan íntimo.
-Estaba por meterme al agua -Explicó el castaño, mirando a la bruja que volvía al estanque, pero esta vez a sentarse cerca de él, sin meterse dentro. Hasta lo invito a unirse mientras comenzaba hablar.
Oliver no dudó en ir a sentarse a su lado. Se sentó en forma de indio, mientras sonreía y su mente empezaba a viajar tiempo atrás, cuando parecía que las cosas eran más fáciles pintadas con los pinceles de la añoranza. Recordaba el frío del lugar, las mejillas sonrosadas de ambos producidas por el viento helado, las bromas que llenaban de vapor su aliento y lo bien que la pasaban juntos, a pesar de estar rodeados de dragones apenas amistosos.
-Recuerdo el frío y que ni dos puloveres con una chaqueta lo podían combatir -Hablo sin dejar de sonreír abiertamente- Aunque de a ratos ya no se sentía la helada cuando los dragones empezaban a echar fuego queriendo rostizarnos -Lanzo una carcajada disfrutando la visión de aquello antes de retomar el hilo - Los bocadillos eran Sarmale. Los prepare por primera vez en Rumanía, hojas de col envueltas que poseen carne especiada con cebollas, morrón, setas, arroz, y la salsa especial a base de tomate con cimbru. Era realmente delicioso. Y ya me dieron ganas de volver a comerlos.
Oliver volvió al presente, y noto que sus manos habían estado arrancando hojitas del césped mientras hablaba, aunque ni lo había notado en aquel momento. Fijo su mirada en los ojos de la bruja, tan parecidos a los suyos.
-¿Cuando fue que empezamos a cambiar? -Preguntó intentando no sonar acusador, pero apenas consiguiéndolo.

 

 

@@Frankie Triviani

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Reí quedamente al recordar lo susceptible que era el Gaunt ante el frío y lo mucho que le hacía molestar cuando, de manera intencional, salía de mi tienda cada mañana sin abrigo alguno mientras que él tenía que usar capa tras capa de ropa; pensaba en lo bien que la pasábamos juntos, y lo rápido que habíamos creado un lazo de amistad desde el primer día en que había puesto un pie en la reserva, pese a mi nulo interés social, siendo parte de sus muchas cualidades hacer sentir bienvenido a cualquiera.
Escucharle reír de aquélla manera me trajo de vuelta al presente, sintiendo una sensación extraña mientras observaba el brillo en el azul de sus ojos mientras hablaba y la jovialidad que de pronto su rostro recuperaba al evocar todos aquéllos recuerdos. Incluso pude notar cuando una sombra cruzó su rostro, cambiando de pronto su semblante, reconociendo el momento en que la nostalgia comenzaba a dejar una estela de amargura a su paso. Escuché su pregunta, y el reproche en su voz.
—Ambos sabemos cuando fue —respondí, apartando la mirada de sus ojos un par de segundos para mirar sus labios, delatando el recuerdo que evocaba mi mente. La primera vez que nos habíamos besado... o mejor dicho, la primera vez que yo lo besé.
Sintiendo la fuerte necesidad de levantarme y caminar lejos de allí para evitar el rumbo en el que se dirigía la conversación, aparté la mirada y me refugié en la apacible quietud del lago y en la etérea ilusión que creaba de un segundo cielo al reflejar las nubes y el sol sobre nuestras cabezas en su superficie. Aspiré el aire y le retuve en mis pulmones durante un instante hasta que exhalé y me animé a expresar mis pensamientos en voz alta.
—Supongo que fue mi culpa —mis hombros se encogieron en un gesto involuntario —. Siempre he sabido que hay algo dentro de mí que no funciona como debería y, para ser franca, jamás he sentido la necesidad de repararla. No sabría cómo, de cualquier manera —no esperaba que Oliver siguiera el hilo de mis palabras, pero sentía su mirada en mi rostro y sabía que escuchaba cada una de ellas —. Con esto yo solo quiero decir que, no me arrepiento de lo que pasó entre nosotros... yo deseé que pasara, y por eso pasó.
—Hay otra frase muggle que puedo enseñarte hoy y es "el león cree que todos son de su condición" —mis labios sonrieron levemente pero no perduró más de un segundo —, y creo que aplica demasiado a mi caso. Pensé que estaría bien "experimentar" lo que era estar al calor de alguien más y que la otra persona lo disfrutaría de la misma forma que yo sin inmiscuir otro tipo de sentimientos... y no sé que sucedió, pero una mañana amanecí casada y con una terrible resaca... y yo... no quise manejar eso —ahora era yo quien cortaba pasto con las manos.
—Pero sabía lo que significaría quedarme, y enfrentar el compromiso que había obtenido contigo con esa parte de mi que no funciona y que al final terminaría estropeándolo todo de una peor manera y creo que me importabas lo suficiente como para no desearte eso —suspiré, y levanté la mirada hacia él —¿eso tiene algo de sentido para ti?

 

 

 

@@Oliver Gaunt

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Oliver escucho las palabras de la bruja y sintió un vacío extraño en el pecho. Frankie hablaba como alguien a quien no habían querido en tanto tiempo, que había desarrollado una especie de escudo para protegerse. Mantuvo el silencio mientras sus palabras se volvían música para él. Miro su bello perfil pensando lo injusto que era el haber pasado por todo eso. Se preguntaba cuanto había sufrido para llegar a esa conclusión sobre que estropearía todo si se quedaba a su lado.


-Bueno, no voy a negar que me sorprenden tus revelaciones y que si le encuentro sentido. A pesar de que huyeras, no fue tu culpa por completo. Yo apenas fui detrás tuyo. No insistí y continué con mi vida, como si nada hubiera pasado -Respondió con seriedad buscando sus ojos - Pero repetiría todo otra vez. Me gustó estar contigo, lo disfruté en la cama, y me gusta pensar que tenemos una unión especial -Levanto las manos antes de que lo interrumpiera - Puedo entender que no quieres esa clase de relación amorosa, pero somos amigos y unos buenos. Así que te ofrezco eso y sexo. ¿Que te parece?


El castaño contuvo la risa esperando la reacción de la bruja. Probablemente le daría un golpe que le dolería y le produciría un hematoma que le tardaría varios días en desaparecer, pero valía la pena si con ello hacía que no se sintiera melancólica. Era raro verla confesar sus inseguridades pasadas que involucraban sentimientos o la falta de ellos. Era una confianza que a Oliver le agrado al instante. Le gustaba poder hablar con honestidad sobre cualquier tema.


-Mira el matrimonio no tiene porque ser una carga. En mi pasado ya hubo uno, y fue genial. Terminó. Pero duro lo que tuvo que durar - Confíó intentando restarle dramatismo - Tampoco cambiaría nada de aquello, porque me hizo crecer y darme cuenta que prefiero experimentar las cosas a no hacerlo.


El Gaunt intento evaluar la mirada de la bruja pero no tuvo mucho éxito, lo desconcentraba pensar que era muy guapa. Asi que cuando sus pensamientos tomaron un rumbo diferente al que pretendía, desvió la mirada al conjunto de maderas que aun esperaban por el trabajo.


-¿Quieres que montemos la tienda y comamos unos bocadillos? -Preguntó sonando demasiado inocente. Casi parecido a un contrato con letra chica.







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Al conectar con su mirada pude notar que había algo diferente en la forma en como aquéllos orbes azules me observaban pero no me gustó en nada la sensación que me provocó. Me sentí un poco incómoda, sin saber exactamente porqué, y me vi repasando en mi mente las palabras que habían salido de mis labios para identificar cualquier cosa que él hubiese interpretado de forma errónea, pero al cabo de sus palabras me enfoqué mejor en lo que éstas me respondían.


—Yo no estaba buscando que me siguieras... —le interrumpí un segundo, pero él continuó hablando. Iba a hacerlo una segunda vez, pero no me lo permitió y me mordí el labio inferior para reprimir una sonrisa cuando me detuvo. Por un momento parecía adivinar mis pensamientos, pero esperaba que realmente no fuera así.


Mis cejas se arquearon cuando escuché su proposición, sorprendida por tan descarada lanzada, pero me encontré más divertida que irritada y me quedé muda tratando de contener la risa. Era extraño notar que la tensión de antes se había diluido un poco a nuestro alrededor, y por un instante sentí que de verdad no había pasado el tiempo entre nosotros; en otras palabras, me encontré disfrutando brevemente aquél momento.


El castaño continuó hablando, y mencionó su primer matrimonio. Yo estaba enterada de aquéllo, pero en el pasado el jamás había mostrado intención alguna por mencionarlo, ni yo de entrometerme; me pareció que realmente estaba tratando de venderme la idea de que podría disfrutar de aquéllo si me lo permitía, pero yo aún no lograba entender qué esperaba ganar él al intentarlo conmigo. ¿Amistad y sexo? Un hombre tan sociable como él, podría obtener aquélla combinación con cualquier chica que quisiera, así que ¿por qué insistir conmigo?.


Seguí el curso de su mirada, observando la cabaña destruida y todo el cúmulo de trabajo que estábamos ignorando; noté la insinuación bajo el disfraz de inocencia en su voz y me reí, cortando al fin con mi silencio —Es muy temprano para montar la tienda, y hay mucho trabajo que hacer —sentencié, regresando la mirada a su rostro mostrando aún una sonrisa en los labios.


—No quiero que me malinterpretes, Gaunt, dije que lo había disfrutado en el pasado pero realmente no tengo ningún apetito sexual ahora que quiera satisfacer contigo... o con alguien más. Sin embargo —agregué, antes de que él pudiese interrumpirme a mi —, no voy a cortarte las alas diciendo que jamás volverá a pasar porque realmente no estoy en contra de la idea. Me agrada esta... ¿como lo has llamado?... "unión especial" que existe entre nosotros porque siempre me pareció fácil hablar contigo, como lo estoy haciendo ahora, y me hace bien tener alguien con quien pueda escuchar mis pensamientos en voz alta...


Una corriente de aire proveniente del lago esparció un agradable rocío que refrescó nuestros rostros y agitó los mechones sueltos de mi cabello, atrayendo mi ojos nuevamente hacia el agua conforme el hilo de mis pensamientos se condensaban en mis incapacidades ya mencionadas —, pero no tengo nada más que ofrecerte, Oliver. Quizás te iría mejor con alguien más... mucho mejor, creo yo.



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