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|-|-|-| Familia Strange |-|-|-| (MM B: 114067)


Oliver Gaunt
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Maekar se dejó caer sobra la cama de su dormitorio completamente extenuado y con los músculos del cuerpo hechos gelatina. Tras una larga carrera por los terrenos del castillo, había hecho más de cien abdominales en el suelo, seguido de cien flexiones de brazos y otra carrera sin moverse de su sitio cuando volvió a su cuarto; mientras recuperaba el aliento, una lechuza aterrizó en el alféizar de la ventana con una pequeña nota en el pico.
Se levantó de un saltó, y se acercó hasta la ventana para tomar la carta. Iba medio desnudo: solo bóxers y zapatillas deportivas. La música llenaba la habitación con rock fuerte que contenía una extraña furia que correspondía a su estado de ánimo aquél día, creyendo que su entrenamiento debía ser tan enérgico como aquél sonido. Le era funcional, siempre le hacía sacar fuerzas para no detener a la mitad su rutina de ejercicios y era tan ensordecedor que no dejaba espacio para sus engorrosos pensamientos.
El remitente de la nota le hizo cambiar de expresión. Era de parte de Oliver Gaunt, a quien hacía unos días atrás había conocido en una grata casualidad cuando se citó con su vieja amiga del colegio. Le sorprendió un poco que la carta fuera de él y no de ella, pero no por eso la recibió con menos agrado, aunque al pensarlo un poco se dijo a sí mismo que tenía más sentido que el mago reafirmara su invitación a quedarse en los terrenos de su residencia como le habían propuesto.
Miró hacia el reloj de arena que había sobre una repisa situada sobre la puerta de la habitación; siempre era muy rígido con el tiempo que le dedicaba a su ejercitación pero pudo darse cuenta que había hecho más de lo normal. Sonrió, dando unas cuantas zancadas hasta la ducha para quitarse de encima el cansancio y el sudor, además de vestirse de forma más apropiada. No tenía más planes para aquélla tarde, y al día siguiente comenzaba el fin de semana, de modo que podía hacer una visita a los Strange sin estar limitado de tiempo.
Al localizar los terrenos gracias a las indicaciones de Oliver, el Frisio pasó por encima del cercado medio derrumbado que rodeaba todo el perímetro y anduvo por el terreno irregular que anticipaba un extenso terreno boscoso de lo más agradable que terminaba en un bonito estanque de buen tamaño. Con el calor que aquejaba en aquéllos días, no tardó en imaginar dándose un chapuzon o esquiando en la superficie; cercanos a él, podía ver una edificación derruida al lado de una tienda, y la presencia de dos personas. Una de ellas era Sinistra.
Se acercó dando carrera a sus piernas mientras el suelo crujía bajo sus botas —!Sinne! io venir tan pronto como saber llegar, no poder imaginar lo mucho que aburrirse en Hogwarts éstos días. —Sus brillantes ojos amarillos se enfocaron en su amiga y después en su compañía: un joven de buen aspecto, cabello negro y profundos ojos azules a quien le sonrió amablemente — Hola, ioo ser Baelfire —se presentó, extendiendo una mano hacia él —¿Dónde estar Oliver?

 

 

@@Thomas Clairmont @@Frankie Triviani @@Oliver Gaunt

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Oliver aprovecho estar dentro de la carpa para dar ir en busca del Farikal. Si Thomas se quedaba tal vez querría probar un poco. Ademas de que di Bael se unía, tendría de sobra para ambos. Le tomo unos minutos darse cuenta que estaba actuando con nerviosismo. ¿En serio iba a cocinar escondido en la carpa mientras Frances se encargaba de tranquilizar a su hermano? ¿Esa clase de esposo quería ser? No, desde luego que no. Si hasta minutos atrás había confirmado que enfrentaría a un ejercito de Trivianis por ella y ahora abandonaba el campo de batalla por nimidades. Volvió a colocar la tapa en la olla y con decisión se dirigía hacia fuera. No volvería a plantearse semejante idioteces. Frunció el ceño con molestia a la hora de volver a salir al sol.

 

Pero sus ojos se posaron en un hombre colorado y se le trasformo en rostro en una sonrisa. Habia llegado su invitado. Las piezas empezaban a encajar en el lugar adecuado. Contemplo los rostros de los gemelos que expresaban tranquilidad, por lo que supuso que la peor parte de la tormenta ya había pasado. Se acerco a saludar con cuidado de no estar muy cerca de Thomas, pero si de Frances, aunque como estaban juntos fue un movimiento arriesgado. Sin embargo no se movió. Recibió a Bael con una nueva sonrisa.

 

- ¡Ya era hora! -Exclamo con entusiasmo - Tenemos mucho trabajo aquí por hacer. Así que mas gente, es menos trabajo para cada uno, porque si. Los pondré a trabajar. Pero antes de eso tengo unos Farikal recién hecho sobre la mesa, por si gustas -Continuó como si nada extraño sucediera, aunque corrigió su propuesta extendiéndola a su cuñado - Por si gustan. Están deliciosos.

 

Les hizo señas para que lo acompañaran al interior de la tienda, donde abrió la puerta para que pasaran los hombres, pero detuvo a Frances con un brazo para que ella se quedara afuera con él. Sabia que con eso se estaba jugando el bienestar de su brazo bueno, pero valía la pena intentarlo por unos minutos a solas, para encontrar algunas respuestas sobre la situación en la cual estaban. No quería no saber si estaban caminando sobre vidrio frágil.

 

-¿Esta todo bien con Toby? -Pregunto sin perder tiempo - Llame a Bael para que nos ayude en caso de complicaciones. Aunque también era una excusa para que viniera a ver el lugar y nos diera una mano -Confesó.

 

 

@@Frankie Triviani @@Thomas Clairmont @@Maekar Baelfire Peverell

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Lentes oscuros, blusa corta justo bajo el disimulado busto de color turquesa, junto a unos ajustados jeans que realzaban las amplias caderas de la Malfoy. Su vestimenta de ese día cumplían un objetivo claro, crear dudas en la mente de Frances y así lograr, quizás, que desconfiara de ella, cosa que la mujer planeaba con gran esmero. Aunque se alegraba por el Gaunt de estar enamorado, las cosas no le daban mucha seguridad, debía conocer a la mujer que se encontraba rondando sobre su amigo, antes de siquiera aceptarla.

 

Su entaconado calzado sonaba con cada firme paso que daba en los suelos de Ottery, en su mano relucía la dirección escrita por Oliver y a su espalda llevaba su mochila viajera. En su cuello el pequeño relicario en forma de corazón donde la foto de ella y sus padres descansaba y justo enrollada casi cerca del hombro, como un brazalete, se encontraba Medusa, la pequeña pitón de mascota.

 

Detuvo sus pasos, frente al castillo Medici y lo meditó ¿Debía cambiar su rumbo y reencontrarse con su familia? Alejó sus pensamientos y siguió caminando, hasta encontrarse frente a los terrenos Strange. Observó el inmenso lago donde podría nadar y analizó la carpa, donde dos cuerpos se encontraban fuera. Entre ellos identificó la figura de Oliver.

 

Sonrió con suavidad, sabiendo que aquella que estaba a su lado era Frances. Y mientras comenzaba a contornear sus caderas al caminar, un chiflido salió de sus labios, llamando la atención de ambos - Llegué - gritó, para rodear con ambos brazos el fornido cuerpo del Gaunt. No despegó su cuerpo de él pero se giró a la bruja - Tu debes ser Frances - estiró la mano, con amabilidad, para estrecharla con la bruja mientras una suave sonrisa aparecía en su rostro - Arlet Malfoy - se presentó.

 

Si, estaba actuando, pero Oliver no sospecharía de aquello, aunque quizás la Triviani si. Pero poco le importaba.

Editado por Arlet Malfoy

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Sonreí ampliamente al escuchar que mi hermano por fin cedía, y aceptaba quedarse. Quedé inmersa en aquél par de ojos azules por un par de segundos, mientras mi mente sopesaba toda la nueva información: mamá ya había hablado con él. Había cumplido con lo que yo le había solicitado, y eso me tranquilizó un poco en el fondo, aunque claro ahora tenía que averiguar cómo lo había tomado Thomas y lo que estaba sucediendo en su cabeza al respecto.



—No recuerdo la última vez que me sentí tan optimista y feliz, ¿sabes, Tommy?. Las cosas van a mejorar mucho ahora. —dije, volviendo a abrazarlo.


Mi agudo oído percibió los pasos de alguien mas subiendo por la escarpada, justo como cuando Thomas había llegado momentos atrás. Solté a mi hermano para mirar hacia el camino tras nosotros, percibiendo los encendidos cabellos de Baelfire agitándose contra el viento mientras se acercaba corriendo. Me sorprendió verlo, pero recordé de inmediato que Oliver le había ofrecido alojamiento días atrás, lo que aún me tenía admirada.


—Teniendo en cuenta el tipo de diversiones que prefieres, entiendo perfectamente lo aburrido que debes estar. —solté, dejando escapar una risa suave y divertida mientras me enganchaba del brazo de Thomas con mucha familiaridad —Bael, él es mi hermano Thomas —le indiqué, al ver que le extendía una mano y se presentaba con él. Alcé la vista hacia mi gemelo —. Tommy, él es un viejo amigo mío de cuando estudié en Durmstrang, él también se estará quedando con nosotros.


El pelirrojo preguntó por Oliver, pero el castaño ya estaba saliendo de la tienda para encontrarse con nosotros. Lo recibió, y tampoco dudó en invitarlo a comer mientras nos conducía al interior de la tienda. Yo dudé, mirando a Thomas, sabiendo que un Farikal, por muy delicioso que estuviese, no entraba en su dieta, pero antes de que pudiese decir algo al respecto Oliver me detuvo en la puerta.


—Tommy —le corregí riendo, deslizando mi brazo fuera de su mano hasta que la mía quedó en ella y la apreté suavemente. Estaba tan complacida que ni siquiera me percaté de ello —. Todo está bien, espero que no te moleste que le haya ofrecido quedarse aquí aunque bien, debe volver a la clínica por ahora. Baelfire será de gran ayuda —agregué, conforme con la presencia del pelirrojo.


Un visitante más había llegado, pero ésta vez no me había percatado de su presencia hasta que un chiflido cortó el aire y llegó a sus oídos. Una joven bruja se acercaba a nosotros, era muy guapa y por la forma en que caminaba me dije que estaba muy bien enterada de ello. La versión femenina de Baelfire, sin duda. Incluso tenía el cabello de un color vivo, como él, lo cuál me hizo pensar en aquélla vieja frase que decía: un pelirrojo a bordo es un mal augurio, dos son un evento cósmico.


—Puedes decirme Frankie —respondí, extendiendo mi mano para tomar la suya y apretarla suavemente —. Me alegra conocerte, Oliver ya me había avisado que vendrías, y espero podamos llevarnos muy bien. ¿Tienes hambre? Oliver preparó farikal y Baelfire seguro no querrá comer solo —me dirigí al castaño, alzando mis ojos a los suyos —, si no te importa llevaré a mi hermano a... explorar un poco. —no dije cazar, tratando de no ser insensible por si alguno de los presentes era un declarado protector de los animales... o de los humanos.


No sabía si mi gemelo tenía hambre, pero aprovecharía el momento para que pudiéramos ponernos al día con las noticias y averiguar un poco más de sus planes con los Triviani ahora que él sabía quiénes eran —Volveremos pronto, mientras pueden aprovechar para ponerse al día. Y no comiencen a trabajar sin nosotros —le guiñé el ojo al Gaunt, llamando a Thomas a mi lado, levantando una mano hacia él para que la tomara —¿Vamos?



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-Yo también siento eso, Frankie. Las cosas van para mejor -Secundó el deseo de su hermana, recibiendo otro cálido abrazo que termino demasiado pronto. Un hombre alto se acercaba a ellos.


Thomas lo estudio con detenimiento recorriendo con los ojos cada centímetro de su piel. Su postura desinteresada, cómoda en su andar. Con la confianza de alguien que sabe que caerá bien porque ese es su rasgo principal. Podía sentir los latidos del corazón del hombre en sus oídos retumbando sin prisa. La sangre que entrelazaba las hebras de sus músculos finos, firmes y perfectamente distribuidos. Lo ultimo que advirtió fueron sus ojos dorados que lograban opacar al sol. Tenia el cabello del color necesario para nunca pasar desapercibido.


El Clairmont no supo responder el saludo. Se sentía un poco acomplejado. Si fuera humano, se notarían sus mejillas coloradas, pero como no lo era no ocurrió nada en su piel. Entre abrió los labios para presentarse, pero no tuvo que decir nada. Frankie lo presentó, así que solo tuvo que hacer una mueca afirmando su nombre. Con sumo cuidado estiro la mano para hacer contacto con la de Baelfire en un apretón firme. La piel del mago estaba tibia. Thomas corto el apretón de inmediato.


-Un gusto -Dijo en voz tan baja que apenas se escucho con la salida de Oliver a recibir a Baelfire como grandes amigos. Su mente viajo al colegio francés donde había cursado un mes de clases. Lo suficiente para aprender las letras del abecedario. Fue ahí cuando solía ver grupos de personas amistosas reencontrándose y planeando acontecimientos para esa misma tarde. No le desagrado la imagen, eso mismo, era un signo de normalidad en su presente.


Se limito a sonreír a Oliver aceptando el Farikal que no comería. Pero simularía en la mesa que estaba rico sin tocarlo. Desde ahí podía oler la olla con la col encerrando los pedazos de carne. Intercambio una mirada con Frankie intentando que no se preocupara por su cena, antes de seguir a Oliver que los dejo pasar al interior de esa carpa que parecía pequeña desde afuera. El interior era grande y cómodo.


-Farikal suena a una comida... ¿India? -Preguntó a Baelfire al quedarse a solas en la sala. Oliver se había demorado con Frankie. Les daría unos momentos - Hueles rico -Le dijo el cumplido con voz calmada. Estaba sorprendido del auto control que estaba logrando desde temprano - Oh no te vayas. En seguida vuelvo, Baelfire -Agregó al ver la señal de Frankie. Corrió hasta ella, tomando su mano en el camino, pero sin bajar el ritmo de su marcha. De reojo había visto a una mujer de cabellos rojos. Luego tendría tiempo de saber quien era.




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Oliver disfruto de la calidez del gesto de Frances al unir sus manos. Inesperadamente, ella se había vuelto mas amorosa en presencia de su hermano, haciendo que pudiera ver una faceta diferente de la bruja, que le gustaba mucho por la diferencia a lo que estaba acostumbrado. Asintió aceptando la corrección del nombre del mago. Tommy le quedaba mejor que Toby. Sin duda alguna. Podía escuchar las voces amortiguadas dentro de la tienda, aunque no así la conversación que estaban llevando. Parecía ser que habían acertado con invitar a Baelfire. Estaba seguro que la presencia de él distendería cualquier malentendido o escena tétrica de familia ensamblada.

 

-Puede venir cuando quiera, no te preocupes. Es tu hogar y tu familia esta invitada todo el tiempo que quieras -Dijo, sosteniendo su mirada acercándose para besarla, hasta que se interrumpió por un silbido agudo, muy femenino. Arlet estaba en casa.

 

La presencia de la bruja era muy notoria. Siempre solía reír a carcajadas, gritar, bailar o hacer lo que le naciera al instante, sin preocuparse lo que piense el resto de las personas que solían estar en el sitio. Oliver dejo de sostener la mano de Frances para rodear a la recién llegada en un sentido abrazo. Se alegraba mucho de que hubiera aceptado la invitación decidiendo pasarse de una vez sin titubeos. Escucho el intercambio de saludos entre las mujeres y no llego a notar antipatía. Tal vez las cosas salieran mejor de lo que esperaba.

 

-Vente adentro conmigo, te presentare al famoso Bealfire y mas famoso aun... mis Farikal -Bromeó, volviendo a mirar a Frances para que pudiera ir - Muestrale al norte, ahí los arboles están muy juntos y se "encuentran" cosas fabulosas para ver -Indicó sutilmente - No empezaremos sin ustedes, eso seria ahorrarles el trabajo y no, señorita. No vamos a complacerlos con eso -Sonrió a su guiño.

 

Thomas apareció de repente llevándose a su esposa en lo que Oliver tardo en parpadear, dejando una pequeña brisa que movió sus cabellos. Siguiendo con su plan de alimentar a todo los invitados, el castaño le abrió la puerta a Arlet para que pasara antes que él. Dentro, Bael ya estaba sentado cómodamente en la mesa esperándolos para comer. Tenia suerte que los platos ya estuvieran puestos, aunque no recordaba si los había puesto en su ataque de nerviosismo de unos minutos atrás, o si el Peverell había colaborado en ello. Sea como fuere, la mesa estaba puesta para dos personas.

 

-Arlet te presento a Baelfire, el Holandés Errante, Beal te presento a Arlet, La Nómada -Hizo las presentaciones, corriendo la silla para que Arlet pudiera sentarse cómodamente en la mesa frente a Bael - Les traeré la bebida -Comentó como buen anfitrión destapando la olla en el centro de la mesa, donde estaba la comida.

 

El camino al frigorífico fue corto. Sacó directamente una caja con seis cervezas artesanales en temperatura justa para refrescar la garganta. Frances no había querido beber, pero dudaba que los demás siguieran su ejemplo. Dejo sobre la mesa la caja para que se sirvieran y tomo asiento para acompañarlos mientras comían.

 

 

@@Frankie Triviani @@Thomas Clairmont @@Arlet Malfoy @@Maekar Baelfire Peverell

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La pregunta quedó en el aire. Todos giraron la cabeza en dirección del mago que salía del interior de la tienda y no dudaba en acercarse al grupo mientras le daba la bienvenida al Frisio nada menos que con la promesa de haber mucho trabajo. Maekar rió por lo bajo, y saludó al Gaunt de forma amistosa. Aceptó la invitación a comer con agrado, sin mencionar lo hambriento que estaba por haberle dedicado al ejercicio la mayor parte de la tarde.
—Que bien sonar Farikal, estar seguro que tú cocinarlo porque recordar a Sinne no saber hervir agua —bromeó, siguiendo al hombre hasta la tienda y sin dejar de estar pendiente de las manos de la rubia, que bien podría lanzar un golpe. Era fácil percatarse de lo unida que estaba a su hermano, enganchada todo el tiempo del brazo del chico. Apenas la Triviani lo había presentado como su hermano, Maekar prestó mucho más atención a sus rasgos tratando de encontrar el parecido con su amiga, y vaya que lo encontró, pese a la diferencia del color en sus cabellos.
Entró en la tienda, aspirando el aire que la comida impregnaba con su aroma. El interior de la carpa era muy lujosa, y se le parecía mucho en dimensiones a la tienda que su familia tenía cuando era apenas un niño pequeño; recordó cuando solía ir de acampada con su hermano menor cada verano durante sus vacaciones del colegio, y lo mucho que disfrutaba con él aquéllos días. El frisio sacudió la cabeza, alejando los recuerdos que tan mal le ponían y sin pensarlo se acercó a la cocina.
—Creo ser de comida de Noruega —respondió a Thomas, percatándose que se había quedado con él a solas, y Sinistra se había quedado con Oliver fuera de la carpa. Esbozó una sonrisa maliciosa, recordando que eran marido y mujer, y seguramente aprovechaban cualquier momento de intimidad. Sus amarillos ojos se posaron en el hermano de su amiga con curiosidad, no había pasado inadvertido que el hombre era un vampiro, él ya sabía cómo reconocerlos —¿Te lo parece?... gracias, creo jamás ioo recibir tal cumplido de un vampiro.
Sonrió, excedido de confianza, y sin querer esperar se acercó a probar un bocado directo de la olla que le supo delicioso, estaba por darle un poco a Thomas cuando éste se disculpó y salió de la tienda para atender al llamado de su hermana. El pelirrojo quiso seguirlo, pero en vez de ello trasladó un par de platos a la mesa, sirviendo comida en uno de ellos que engulló en segundos. La carne estaba deliciosa, y no estaba tan caliente como para impedírselo. Justo cuando estaba por servirse de nuevo una bruja que no era Sinistra entró a la casita junto a Oliver.
Reconoció a la mujer de inmediato, aunque esperó a que el Gaunt los presentara para saludarla, levantándose de la silla como buen caballero cuando ella se disponía a unirse en la mesa, como siempre gajes de su buena educación frente a cualquier mujer hermosa —Gusto en verte, Arlet. Estar juntos en clase en Hogwarts ¿me recuerdas?, aunque no tener placer de hablar.
Antes de volver a sentarse, y mientras Oliver acudía por las bebidas, Maekar sirvió comida en el plato de la bruja, y volvió a rellenar el suyo. El mago volvió con varias cervezas, y el pelirrojo no dudó en tomar una para descorcharla y ofrecérsela a Arlet, tras lo cual descorchó dos más para el Gaunt y para él.
—Ser agradable coincidencia —continuó —Esperar que Sinne haber comido suficiente porque no encontrar más comida cuando ella regresar. Estar delicioso, Oliver —apuntó, hundiendo el cubierto en una jugosa patata, y delatándose a sí mismo de haber empezado a comer antes que ellos entraran.

 

 

@@Oliver Gaunt @@Thomas Clairmont @@Frankie Triviani @@Arlet Malfoy

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Thomas vino a mi encuentro, y desaparecimos del lugar dejando atrás tan solo una estela de viento y polvo. En segundos nos adentramos en el bosque que cubría gran parte de los terrenos, y seguimos corriendo mas allá hasta que los pinos y árboles comenzaron a espesar, teniendo que esquivar algunos de ellos en el camino a una gran velocidad. Poder correr de aquélla manera representaba un agradable desahogo de energías al no tener que estar siempre controlando la velocidad y fuerza de cada uno de mis movimientos; era completamente libre.
Apreté suavemente la mano de mi gemelo para indicarle que podíamos detenernos, habiendo atisbado algunos cien metros atrás un pequeño prado que ofrecía un lugar tranquilo para tumbarnos durante un momento. Se trataba de un bello claro con forma de media luna, no muy grande, pero con suficiente espacio para un día de campo; una alfombra de azucenas blancas y lirios rodeaba un pequeño estanque de agua de algunos metros de largo, que albergaba una comuna de pequeños peces de colores.
Del otro lado, se hallaba un peculiar círculo de rocas, con una aureola del único terreno plano sin pasto. —Mira eso —apunté, soltando la mano de mi hermano para señalar el lugar mientras me acercaba —, debe de haber una madriguera de Mooncalfs cerca ¿alguna vez los has visto danzar a la luz de la luna? Seguramente lo hacen aquí. Mira las pisadas. —agregué, mientras improvisaba un baile gracioso alrededor del círculo, notando otro par de figuras geométricas unos metros adelante.
Dejé que Thomas se acercara y observara, satisfecha de mostrarle algo de interés cuando realmente era él quien me mostraba cosas de ese tipo. Su larga vida por el circo, estilo de vida a veces precaria y los viajes por muchos lugares le hacían un gran conocedor de la naturaleza silvestre, algo que me encantaba de mi gemelo. Era probable que ya sabía de los mooncalfs pero era tan cortés que seguramente no lo diría.
—Tommy, ¿tienes hambre? —pregunté finalmente. El motivo de apartarnos, después de todo, era para darle una alternativa mejor para comer y aprovechar para hablar un poco —¿Quieres que cacemos algo?.

 

 

 

@@Thomas Clairmont

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La velocidad a la que iban corriendo los gemelos creaba una brisa de viento que movía sus cabellos con suavidad. Thomas reía sintiendo la libertad, la pequeña resistencia que ponía el aire en su contra, que le agradaba mas aun con cada movimiento para esquivar pinos, plantas altas o conjuntos de piedras puestas en horizontal uno sobre otras. Se detuvo a la señal de Frankie. Habían llegado a un claro donde predominaban las flores. La vegetación producía un olor perfumado que rodeaba todo el ambiente llevado por las ráfagas de aires.


El Clairmont se acerco a observar lo que Frankie le señalaba. Efectivamente las pisadas eran de grandes pies planos. Se distrajo mirando la reproducción del baile por parte de su hermana, que hacían los animales en luna llena. Se río a carcajadas e imito el gesto con facilidad. Rodeándola a ella como si fuera el conjunto de rocas que podían ver detrás del lago.


-Sabias que ese baile es para aparearse ¿no? -Preguntó con una sonrisa picara con la intensión de molestarla, antes de responder - Si, quiero comer. Hace mucho que solo me alimento de sobres que me provee la clínica. Los Mooncalfs no se que gusto tendrán, pero podemos rastrearlos si quieres. O buscar algo mas sustancioso -Señalo su propio cuello - ¿Quieres sangre de vampiro exclusivamente vegano, Frances Sinistra?


Mientras esperaba la respuesta de su hermana, Thomas se sentó en el suelo en forma india, antes de acostarse de espaldas para mirar el cielo. La vegetación funcionaba como un colchón muy cómodo para su cuerpo. Pero Frankie se estaba tardando, así que se sentó y le abrazo las piernas para hacerle perder el equilibrio y que cayera al suelo de forma amortiguada. La soltó cuando estuvo a su lado. Esta vez, se recostó sobre sus codos para no perderse ninguna vista.



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Detuve mi baile de Mooncalf ante su comentario, mirándolo con los ojos entrecerrados —Touché.


Sin embargo, seguí bailando, alzando las manos hacia el cielo y ondeándolas parsimoniosamente, mientras mi espalda se arqueaba de diferentes formas y mis pies se deslizaban por todo el claro, en una especie de danza gitana. No siempre tenía la oportunidad de hacer ese tipo de cosas que ni en mil años haría en público, pero al estar con mi hermano nada me detenía... incluso lo disfrutaba.


—Deja a los Mooncalfs tranquilos, me gustan esos bichos. —exclamé, deteniéndome al fin al llegar al estanque. Pude ver mi reflejo en el agua, y mis cabellos rubios casi sueltos por completo al no poder sujetarse al moño tras mi bailoteo. Terminé por soltarlo completamente, alisándolo con mis dedos sobre mi hombro derecho. Me giré, y volví con mi hermano, que ya se había tirado al suelo y parecía muy cómodo observando el cielo.


Me acerqué despacio, tomando mi tiempo para aspirar la fragancia de las flores impresa en el aire que cruzaba el claro y se elevaba para agitar las ramas de los árboles, produciendo un relajante murmullo —Si, pensaba en algo más sustancioso... pero no de tu sangre vegana, estas loco. Seguro ya debes saber a lo mismo que esos sobres que te dan. !Ugghh!.


No logré advertir a tiempo cuando me hizo una zancadilla con sus brazos y caí a su lado en el suelo. Lo empujé ligeramente en protesta, pero ya me estaba riendo junto a él y acomodándome a su lado para ver el cielo de la tarde poblada de nubes. Suspiré profundamente —Ojalá pudiéramos hincarle los colmillos a algún muggle perdido, pero creo que nos alejamos demasiado del camino como para ir por uno —fruncí el ceño, recordando que mi último trago de sangre había sido hacía mas de una semana.


—¿Tú que opinas? —pregunté, desviando la mirada hacia él. Desde aquélla perspectiva podía ver el perfil de su rostro dibujado a contraluz, dándole una apariencia tan etérea que casi me hace pensar que había regresado en el tiempo, soñando despierta de nuevo con tenerlo cerca. Alcé la mano, acariciando su cabello tan solo para hacerlo tangible y alejar aquélla sensación de mi cuerpo —Cuéntame —susurré, ansiosa por indagar en sus pensamientos —, ¿que piensas ahora de nuestros padres?. ¿Cómo te sientes ahora que sabes?.



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