Mercado Mágico Ilegal.

[Zoella Triviani]

La Triviani se encontraba parada tras el puesto que llenaba constantemente su bóvedas dentro de Gringotts, diferentes testaferros eran pagados por ella para guardar su gran fortuna producto de las ventas realizadas a lo largo de su vida. Poco era lo que realmente hacía la mujer de forma legal justo ahí, en medio del MMI, la Triviani comenzaba a prestar servicios especiales a todo aquel mago y bruja que se atreviera a contactarla.

 

Desde sicarios hasta secuestro exprés, la mujer movía una gran cantidad de influencias dentro del bajo mundo europeo, siendo buscada en más de un país pero logrando siempre escapar de los enemigos que pedían su cabeza a toda costa. Ese día, era uno de ellos. La mujer observó cómo un grupo de investigadores encubiertos merodeaban su local de ventas y pedían hablar con la hermosa dama qué lideraba la famosa red de tráficos londinense.

 

- ¿Un café antes de que los asesine? - soltó la mujer, a penas el par de hombres cruzaron la puerta de la pequeña oficina que tenía el lugar...

 

Horas más tarde...

La Triviani yacía en el suelo, con la sangre corriendo por un costado de su cuerpo gracias a un hechizo lanzado por uno de los matones que venía a ella. Ambos, por otro lado, se encontraban muertos y desangrados en el suelo de la oficina. La Triviani estiró su brazo lo más que pudo y tomó su varita, tocando su marca tenebrosa. Por su mente sólo pasó llamar a Jeremy, su hermano. Con quien estaba peleada actualmente, pero confiaba en que a pesar de todo, acudiría a socorrerla.

Editado 27 de Enero del 2020 por Zoella Triviani

[Fengari M.]

Ice McTavish

 

Ice había escuchado el rumor de un nuevo local clandestino, uno con una particularidad que atraía su curiosidad con energía, la venta de objetos ilegales. Aquel rumor movía su interés de gran forma, ya que estaba dispuesto a echarle un par de ojos a la mercancía en búsqueda de algún artefacto inaudito, o una pieza de arte perdida en la historia, ambas serian bien recibidas por la directora del museo de arte mágico.

 

El mago entró al local, su porte de marine, el cabello al ras y la mirada peligrosa le daban un aire aterrador, que siempre ayudaba a cerrar los tratos con los cazarrecompensas, y es que el McTavish abrazaba con gran fervor su educación militar en la marina. El desorden y los vidrios rotos alertaron sus instintos, por lo que desenfundó una glock antes que una varita y paseó el corredor hasta llegar a una oficina cuya puerta estaba entreabierta. La escena lo decía todo.

 

El vampiro se acercó a la bruja y la alzó con cuidado rebuscando sus amuletos de curación para ayudar a la mujer—. ¡hey! No te duermas.

[Oliver Gaunt]

El Gaunt pago con galeones la información de donde estaría puesto el mercado ilegal donde vendía productos que no se podía conseguir de forma licita. El hombre lo miro con cara de muy pocos amigos, y Oliver le devolvió la misma expresión. No tenia miedo de que es lo que pudiera pasarle. Estaba entregado a encontrar una muestra de un dragón azul para confirmar las sospechas que tenia hacia mucho tiempo. Estaba obsesionado con hallar las respuestas que tanto buscaba, se había vuelto parte de su día a día visitar bibliotecas escondidas, pagar por información a personas ilegales, para que lo dejaran espiar dentro de documentos clasificados y hasta se había vuelto experto en el arte del regateo en comercios que aparecían entre terrenos baldíos de un día para el otro.

 

-Si precisas huevos de dragones puedo conseguirte unos cuantos a precio muy bajo, si ofreces un diez por ciento de adelanto -Comentó el hombre con una sonrisa compradora. Su mano iba sopesando el volumen de los galeones dentro de la bolsita

 

-Le avisare si preciso alguna otra cosa -Respondió Oliver conociendo el juego. Si se movía, el hombre iría tras el acusándolo de alguna cosa y queriéndole robar lo que traía encima.

 

-Nada mas que hablar, sabes donde encontrarme, chico -Continuó el hombre dándose por vencido y retirándose del lugar a paso rápido.

 

Oliver se quedo unos minutos mas por allí vigilando toda la extensión de la cuadra. Cuando no detecto nada inusual, pudo caminar hasta las calles mas concurridas para perderse entre la gente. Ya tenia la dirección que precisaba para poder continuar con su investigación.

[Thomas Clairmont]

-¿Cual es su carta, señorita? -Preguntó Thomas a la mujer que tenia frente a el, en medio de un grupo de curiosos que estaban viendo el espectáculo callejero que había montado para recaudar algún dinero extra.

 

-El dos de corazones.

 

-¿Era la carta que había tomado? -Preguntó el pelinegro confundido.

 

-No, no lo es -Negó con la cabeza la mujer, con gesto apenado, mientras algunas carcajadas empezaban a expandirse.

 

-Eso es porque la carta no esta aquí -Admitió con sonrisa picara señalando a la multitud con un dedo culpable, un total de cinco personas le prestaban atención- La tienen todos ustedes.

 

Las personas se miraron entre ellos confundidos y riéndose por lo bajo. Thomas sin embargo ya había usado la varita mágica verdadera para replicar la carta de la mujer sobre la palma de la mano derecha de cada persona. El Cinco de trébol lucia perfecto e imborrable como un tatuaje. Las vibraciones del aire le indicaron que la reunión debía acabar pronto. Tenia que cuidar que no superaran el nivel permitido para activar su rabia de sangre.

 

-Si miran su mano derecha encontraran la carta de la señorita -Proclamó en medio del denso silencio - Gracias por la colaboración -Saludó con una reverencia, dando por terminado el show. Dos personas aplaudían, una otra le lanzaba un galeón al sombrero de copa alta que reposaba en el suelo.

 

Terminado el espectáculo callejero, el joven mago se encamino a su nuevo trabajo. La tutora que lo apoyaba, desde que había cursado Hogwarts, le había dado un stand para vender productos únicos. Thomas para la ocasión había creado unos mazos de cartas especiales que se convertían en diferentes cosas. Si la suerte estaba de su lado, podría vender unos cuantos para engrosar su mesada del mes. En la entrada al bajo mundo de la delincuencia, se quedo parado viendo la inmensidad del lugar. No contaba con que las habría miles de personas dando vueltas. En medio de su espanto, empezó a correr hasta darse de frente con un hombre.

 

-Disculpe -Tartamudeó nervioso.

 

 

@@Oliver Gaunt

Editado 29 de Enero del 2020 por Thomas Clairmont

[Oliver Gaunt]

Buscar transporte para dar con el lugar, fue lo mas difícil para Oliver. Las indicaciones eran precisas. Nadie debía saber del lugar por lo que en el papel las direcciones cambiaban constantemente marcando diferentes sitios. Le parecía espectacular el grado de magia para conseguir que todo un lugar pudiera moverse de un sitio a otro, solo a voluntad de quien disponía el mando. Lo mas estresante era que a cada segundo las vías que comunicaban con el lugar en cuestión, cambiaban, llevándolo a retroceder varias veces y tomar transporte de mas.

 

Al llegar lo primero que noto fue que la seguridad era máxima. Muchos hombres custodiaban el recinto. Vigilantes y esperando entrar en acción ante cualquier suspiro de mas. Era una suerte que solo llevara su varita, galeones y un anotador viejo, para no tener que estar prestando atención a los carteristas. Supuso que allí estaría lleno de oportunistas que buscaban quedarse con el dinero ajeno. Contaban con que de seguro, no habría denuncia al final del día. Nadie admitiría haber estado en un lugar completamente ilegal. Un chico lo saco de sus pensamientos al chocar contra él.

 

-¿Estas bien? -Fue lo primero que se le ocurrió preguntar a Oliver, al ver el rostro de pánico del joven - ¿Necesita ayuda?

 

 

@@Thomas Clairmont

[Thomas Clairmont]

Thomas se deshizo de los brazos del hombre que lo agarraban. Podía sentir que el descontrol estaba muy cerca de la superficie. Las vibraciones de cientos de personas mágicas en un mismo sitio estaban colapsando sus sentidos. Desesperado cerro los ojos un momento y respiro profundo para intentar calmarse. Logro acoplar su respiración al bombeo tranquilo del corazón del hombre. Podía oler que era un humano. No tendría mas que una treintena de años y estaba en forma.

-Estoy bien -Contestó abriendo los ojos para fijar la mirada en el rostro del hombre - Me llamo Thomas Clairmont ¿Tú necesitas ayuda? Estaba buscando el stand donde debía trabajar unas horas, pero es mejor que no lo haga.

No veía sentido explicarle a un pobre humano todos sus problemas que tenia con su condición de vampiro. Ademas ni siquiera estaba seguro de entender que le sucedía por completo. Apenas estaba en tratamiento descubriendo un mundo nuevo. Que difícil era la vida fuera del circo donde había nacido.

-¿Te molestaría si te acompaño? No conozco a muchas magos en el país. Solo a mi gemela, que no esta disponible, y a los tutores de la escuela ¿Como te llamas?

@@Oliver Gaunt

[Jeremy Triviani]

Una patada termino por destrozar los dientes del cadáver, luego ya estuvo libre para recoger las piezas dentales del suelo y resguardarlo dentro de un tubo de ensayo con una solución congeladora que lo mantendrían en optimas condiciones hasta poder utilizar el material para hallar respuestas del experimento fallido. Porque para eso lo quería el vampiro. El cadáver, era el de un hombre de mediana edad, que había consumido, voluntariamente, reiteradas veces los hongos mágicos producidos por la planta que Zoella había ayudado a crear.

 

Aunque todo estaba en fase de experimentación, Jeremy estaba encantado con los resultados. Las ventas del CRAA seguían incrementándose junto a las de Zarathustra y mucho era producto de lo mismo. La calidad de la mercadería que manejaban los Triviani. El vampiro anoto con un rotulador negro el horario de la muestra y el numero del sujeto. Ante de guardar el tubo dentro del monedero Moke. Un dolor en el brazo le hizo apretar la mandíbula con fuerza. ¿Que co.ño quería? La calva lo estaba llamando y no le quedaba otra que asistir al encuentro. La marca tenebrosa no era algo para tomar a la ligera.

 

El Triviani rápidamente se fijo que sus anillos y amuletos mágicos adquiridos por los libros, estuvieran en su lugar, luego se puso la mascara de bronce color plateado que cubría solo la parte superior de su rostro, dejandole libre todo por debajo de la nariz. Segundos después apareció en medio de una oficina con Zoella herida y un hombre sobre ella.

 

-¡Cinaede! -Dijo con furia.

 

El hombre (Ice McTavish) sufriría los efectos del poderoso hechizo. Un gas venenoso entraría en su sistema respiratorio, obstruyendo la garganta y provocando asfixia, si no lograba curarse, el veneno pasaría a la sangre para terminar con su vida, de una forma por demas, cruel.

 

 

@@Zoella Triviani @

[Zoella Triviani]

La Triviani cerró sus párpados cansada y dejó caer su varita, sentía la soledad y el silencio de lugar, aunque lograba escuchar a lo lejos las voces fuera de su local. Esperaba no ocurriera una trifulca y ser robada dentro de sus propias instalaciones. Tembló levemente, el frío comenzaba a aparecer en su cuerpo. Recordó como la última vez que estuvo en aquel estado las cosas salieron de forma negativa.

 

La bruja estuvo inmersa en sus pensamientos hasta que sintió una voz masculina hablarle y alzar su cuerpo levemente - No estoy durmiendo, sólo descanso mis ojos - susurró para abrir levemente los ojos y ver una figura totalmente desconocida. Se dejó atender por quien fuera que estuviera a su alrededor sin mucho esfuerzo, la debilidad no la ayudaba mucho para defenderse y si moría en serio, ya tenía su testamento preparado para sus hijos y prometida.

 

Olió el aroma del Triviani y escuchó el hechizo pronunciado, siendo soltada por aquel mago que desconocido. Un quejido salió de su garganta al sentir el choque con el suelo y simplemente bufó - Estabas tardando - pronunció a su hermano, cerrando sus ojos mientras aún contenía la herida en el lado contrario de donde aguardaba su cicatriz de Azkaban. Un quejido fue soltado nuevamente y levantó sus párpados para llevar sus mirada apagada al Triviani - Ayudame, me lanzaron un hechizo que me quitó la fuerza y el poder de cicatrización - la Triviani ignoró al hombre que se ahogaba en gases, mientras intentaba incorporarse bajo quejas de dolor.

 

@@Jeremy Triviani @

[Thomas Clairmont]

El mago se estaba tardando en responder. Thomas de inmediato pensó que no quería hablar. Por lo que se quedo observándolo con suspicacia unos minutos para ver si reaccionaba, pero no tuvo suerte. El mago estaba sumido en sus pensamientos y no reaccionaba a ningún estimulo por parte del entorno. No podía culparlo, aveces uno cargaba con tantos problemas que simplemente se iba a resolverlos en algún rincón de su mente.

-¿No tienes nombre? Que curioso -Dijo antes de darlo por perdido. Se alejo del hombre para darle espacio, rehízo el camino original que estaba siguiendo hasta la salida. Esperaba llegar al centro antes de que la luna estuviera en el horizonte.

El joven estaba por salir cuando el aroma de su hermana llego hasta su olfato. No le pareció extraño que estuviera por esos lares, ella era conocedora de ese tipo de ferias ilegales, pero si le hacia ruido que no lo interceptara. Retrocedió sobre sus pasos buscando la fuente del aroma. La ilusión ya empezaba a brillar en sus ojos. No esperaba encontrar el rastro en el hombre que había dejado hace dos minutos.

-¿Donde esta Frankie? -Preguntó con vehemencia - ¿De donde la conoces? ¿Quien eres tu y porque me estas siguiendo?

@@Oliver Gaunt

Editado 30 de Enero del 2020 por Thomas Clairmont

[Fengari M.]

A continuación ocurrió todo deprisa. Los ojos ce Ice terminaban de cerrarse y en su mente solo recordaba el último pensamiento, buscar algo de valor para el museo de su querida amiga «Fengari» pensó el vampiro entre cortados alientos. En ese instante, casi a una respiración, una brisa batía un aroma afrutado, conocido por el vampiro, increíble para el momento. Una mujer de rasgos innaturales se materializó en el salón, su cabello plateado ondeaba libremente en su espalda, su piel nívea y los grandes ojos claros llenos de curiosidad y frialdad le daban una expresión de muñeca de porcelana, fría y voluble.

 

Fengari batió sus largas pestañas rebuscando al soldado, ignorando la turbulencia que siempre le provocaba teletransportarse de un lugar a otro, pues en ese momento toda su preocupación recaía en el McTavish; acudió rápidamente en auxilio del vampiro, no sin antes echar una mirada enfurecida a quienes se encontraban en la oficina con su amigo—. ¿Cómo pasó esto? ¿Quién lo hizo?

 

La mujer estaba arrodillada a lado del marine, arrancándose los amuletos de curación para ayudar a su compañero, sus ojos parpadeaban incrédulos ante el acto de tener que curar al brujo, pues siempre había pensado que sería su amigo quien cuidase de ella— pronto estarás bien, Ice. Solo relájate y deja que la magia haga su trabajo —dijo la hechicera estirando sus manos sobre los pulmones del mago, hasta que éste normalizó su respiración.

 

El marine rápidamente se puso en pie azotando el pecho del Triviani contra el muro, sosteniéndolo del cuello de la camisa con una mano y apuntándole con la otra su varita negra—. Cabrón, yo estaba ayudándola pedazo de i******.

 

—¿Jeremy tú lo atacaste? —los ojos de la hechicera lanzaron una mirada de furia hacia el demonio, la suma de toda la cólera que sentía hacia el hombre se hizo presente en su aparente frágil cuerpo— claro. Siempre tan preciso.

 

 

@@Jeremy Triviani@@Zoella Triviani