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DCAO - Meteorología


Kahlan Blackthorn
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El destino era demasiado caprichoso y a veces empecinado en cruzar los caminos de las personas. No le quedaba la menor duda de ello, ya que volvía a tener como alumno a su querido sobrino Eobard, curioso sería verlo en una nueva andanza junto a Black Lestrange y el señor Ryvak. Para la mala suerte de ambos, ninguno de los conocimientos que estaban por cursar estaban relacionados, no a simple vista, pero quizás con la astucia de la rubia inmiscuida en todo aquello la cosa cambiaría de una forma bastante radical.
Infinidad de objetos malditos pululaban por su oficina dentro de Castelobruxo, jamás dejaba que ojos ajenos a los suyos se posaran sobre ellos. No por nada su colección de volvió una de las más codiciadas dentro del mundo mágico, atiborrada de maldiciones a diestra y siniestra, cada una de ellas invocada dentro del Departamento de Misterios, sitio del cual fue directora por muchos años. Cuadros de magos bañados por la sangre de sus enemigos, guardaban en sus tinturas secretos que solo le habían sido revelados a la custodia actual de ellos.
— Quién lo iba a decir, termine quedándome con el valioso guardapelo de Slytherin o eso es lo que me aseguro el sujeto que lo puso en mis manos—recordando vagamente el costo que pago por el, pero si valió la pena dicha inversión. Para su buena suerte pudo deshacerse del sujeto sin tener que armar toda una masacre, solo hincándole los dientes y secándolo hasta dejarlo como las áridas arenas del desierto del Sahara. Guardando la preciada joya en la bolsa de su chamarra de piel, comenzaba a sospechar que la clase sería más que un simple intercambio de información entre profesora y alumnos.
Empacando algunos libros malditos y otros que le ayudarían a obsequiarle al señor Black Lestrange una forma eficaz de repeler las artes oscuras, no olvido echar algunos objetos adicionales para ayudar con material visual al joven. En cuanto a su otro alumno, conocía a la perfección los hechizos que debía emplear y ante todo enseñarle a comprender como era la naturaleza de la magia que influía en la meteorología. Muchos magos tenía en don de controlar diversos elementos, dentro de ellos se encontraba el fuego y el agua, siendo esos dos parte fundamental para que sus contrapartes la tierra y el aire, pudieran equilibrar los fenómenos naturales que azotaban a la comunidad mágica y muggle.
Aunque ella poco le importaba la suerte de los muggles, porque jamás los considero merecedores de habitar el mismo mundo que los magos. La barrera que los dividía era demasiado final, semejante al hilo de la vida que podía ser cortado con unas tijeras de plata. Sus orbes lapislázulis se entornaron hacia el firmamento, ya casi era hora de partir y los trasladores habían sido enviados con éxito a su destino, el primero era una mano de la gloria del tamaño del dedo pulgar, mientras que el otro era la replica exacta del tridente de Poseidón. Ese dios de la mitología Griega que tanto le agradaba a la Nigromante, el sitio de encuentro sería el mismísimo Partenón, para después partir hacia la playa de Mykonos.
El sitio ideal para darle rienda suelta a su mente maquiavelica, enfundándose en su chamarra de piel alargaba la mano para enfundar su varita oscura como el ala de un cuervo en la pretina de sus jeans del mismo color, dando un par de chasquidos con la lengua desapareció envuelta por un polvo similar al peruano, dirigiéndose hacia Grecia.

 

 

@, @@Anthony Ryvak Dracony

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Aquella fresca agua del manantial le apago la sed que tenía, el cielo oscuro era el marco perfecto para las estrellas y luna los cuales dan a la noche una belleza única, en su propiedad no hay luces en la edificación pues este día espera ansioso por la nueva clase que está interesado debido a lo que vio dominar a su amiga Darla, era de lo más interesante así que aguardaba el momento de que debía marchar a esa clase.

 

Una de las dueñas de hell Moon, le programo una visita para mostrarle objetos mágicos y aunque también le interesaba ese asunto, pidió fuese después de su clase, era mejor no tener distracciones para aprovechar adecuadamente el tiempo en su instrucción, por eso mismo se entusiasmo cuando le llego la notificación por parte de su profesora además de recibir el traslador: una replica de un tridente del Dios mitológico del Mar.

 

Las instrucciones eran claras, por lo que complemento su atuendo colocando su capa negra sobre su hombro izquierdo, guardo algunos implementos mágicos en el bolsillo interno de la capa, lo que le podrían ser útiles y más que listo tomo el traslador que emanaba su brillo azulado, señal de que era el momento, aquel fue un viaje rápido que le llevo hasta un sitio arqueológico conocido como el Partenón, pocos ignoran que los Dioses Atenea y Poseidon, tuvieron una disputa en aquella antigua fortaleza para ser la deidad protectora de la ciudad griega, pues es parte importante de la historia antigua y el ojimiel admiro la arquitectura por unos minutos antes de ir al encuentro de la profesora Juv Malfoy y los demás alumnos de la Nigromante.

 

--Buenas tardes, celebro la gran fortuna de que sea usted la que dicte la clase pues ello asegura que será una clase magistral como única, le doy mi saludo y agradecimiento.

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Dos caras de una moneda...Que ya no está en circulación.

 

Lanzó el objeto metálico al aire, atrapándolo con la palma de la diestra. Desde que tenía memoria, las Artes Oscuras se le habían facilitado. No por nada, fue expulsado de Ilvermorny después de fulminar a un estudiante con flechas creadas con la misma magia oscura con la que sentía tanta afinidad. Claro, se percataron de que el joven Eobard podía emplear dicha rama de la magia, prohibida entonces, porque las heridas de Bartholomew nunca sanaron del todo.

 

Sí tan solo... Black Lestrange calló, depositando el galeón sobre la mesa, iluminada a la luz de una vela que estaba a punto de consumirse. Enfrentar magia oscura con magia oscura, sería el más habitual comportamiento humano. Pero, ¿y sí la repeliera?

 

Frente a él, se extendía un mapa del firmamento celeste, con la Estrella Polar brillando por encima de todas las demás constelaciones. Se encontraba en una embarcación, sin rumbo fijo, que atravesaba el Mar del Norte de China. El oleaje era traicionero, naturalmente, y tampoco podía fiarse del cielo, que se cubría de nubes cada cierto tiempo. Ni siquiera el capitán, un hombre de mediana edad con ojos rasgados, tenía certeza de la ubicación que buscaba el joven: Una isla en medio de la nada, con secretos históricos invaluables. Y un pequeño detalle: Oculta a través de magia oscura.

 

No todos los merodeadores están perdidos.

 

Despegó la vista de la ventana de su camarote, para volver a la mesa donde yacían instrumentos como una brújula y un sextante. El fulgor eléctrico de la pequeña Mano de la Gloria, comenzó a opacar la luz de la vela. El metamorfomago se detuvo de golpe, aún ataviado en la túnica de seda con acabados que simulaban la espuma de la mar en el cuello, recordando qué significaba aquello. Había recibido la miniatura por correspondencia, días atrás, por parte de Castelobruxo, como medio de transporte a una clase que le era de interés, por lo que, guardando su varita entre los pliegues de la túnica, y cerciorándose de llevar puesto el anillo en forma de rayo que contenía todos los poderes aprendidos hasta el momento, encerró el pulgar alrededor de la mano reseca, dejando que lo llevara a su destino.

 

Las botas de caza golpearon roca al dejarlo en el Partenón, ocasionando que se tambaleara un poco. Recuperó la compostura, acomodándose la montura de las gafas sobre la nariz. Al encontrarse con una cara conocida, y más aún, una que había visto recientemente, no pudo evitar repetir el mismo comportamiento que en clase de Astronomía.

 

Tía Juv, qué agradable sorpresa. anunció, al momento que inclinaba la cabeza en torno a la profesora. Sonrió de lado. Más aún, después de la incursión al firmamento infinito. Vengo, una vez más, buscando aquello que el humano quiere desde el inicio de los tiempos: Conocimiento.

 

¿Y qué mejor forma de comprender una disciplina, si no es a través de dos vertientes existentes? Una, como seguro recordarás, ya la conozco.

 

E inevitablemente, su memoria lo llevó a su tiempo en las filas mortífagas, donde ocasionalmente había hecho uso de las artes prohibidas, más por gusto, que por considerar que aquello afianzaba su presencia en dicho bando. En ese momento, era simplemente un expedicionario buscando respuestas.

 

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Ambos jóvenes habían llegado a tiempo, escuchando con atención la mención del Black Lestrange, no pudo evitar traer a su memoria los viejos recuerdos de esos tiempos. Aún quemaban como brasas ardientes sobre su piel, dejando marcas que difícilmente serían borradas por el paso del tiempo—Cicatrices de guerra—dibujándose en sus labios una sonrisa lóbrega que se abrió camino como lo hace un ave que desea estrenar sus alas surcando el firmamento.
Su sobrino tenía la misma conexión que alguna vez sostuvo la Nigromante con la magia oscura. Era un secreto a voces que las sospechas sobre ella recayeran más de una vez y como no, si provenía de dos familias que según los Fenixianos, brindaban sus servicios al lado oscuro. Ladeando la cabeza de concentro en el objeto que apareció levitando delante de los tres hechiceros—Está maldito o eso es lo que me dijo el que me lo ha venido. Pero hoy en día de dice cualquier cosa con tal de obtener algunos galeones de más—alargando la mano lo tomo con firmeza.
Había pertenecido a Regulus Black, aquel traidor que lo arrancó de las manos del Señor Tenebroso. Cuentos infantiles que se repartieron dentro de las habitaciones de varios magos y brujas, relatando aquel hurto que marco del destino de aquel hombre, condenándole a una muerte irremediable—Uno puede aprender defenderse de todo lo que desee causarle daño, pero para conseguirlo se deben aprender a rajatabla los hechizos adecuados. Lo mismo sucede con la meteorología—miraba por el rabillo del ojo al Dracony.
El cielo se torno oscuro y lúgubre en un instante, ramificaciones cargadas de energía eléctrica destellaban entre las nubes—Se avecina una tormenta, puedo decir que la he provocado yo—cerrando sus ojos proyectaba en su mente el fenómeno meteorológico—Hay magos que podemos usar nuestra mente para desatar las peores calamidades, pero también podemos emplear algunos hechizos y conocimientos para brindar ayuda a los que la necesiten. La elección es propia y las consecuencias que ella acarre también, aunque si es beneficiosa mucho mejor—realizando una ligera floritura con su varita siseó con elegancia—Fiendfyre—creando una bola de fuego que adquirió la forma de una Hidra, agitando sus cabezas con fuerza clavaba los ojos de todas sus cabezas en Eobard. Lanzando una bocanada que se transformo en una bola de fuego, aquella que no podía ser repelida con un simple aguamenti.
—Se puede defender con algo tan sencillo de esto, pero a la vez difícil de entender y explicar. No le aconsejo que use un aguamenti, porque no le servirá de nada y eso puede desatar más la ira de su contrincante—le indicó moviendo los labios sin brotar un solo sonido de ellos. (Fiendlocked) Esperaba que pudiera comprender el hechizo que le ayudaría a contrarrestar el ataque de la hidra de fuego.
Ahora le tocaba al señor Anthony, prestar atención a los conocimientos que le brindaría Black Lestrange—Como ya lo dije antes, la elección esta en usted. Ponganmoslo en una situación de gravedad, imagine que una persona muy amada esta dentro de un sitio abrazado por las llamas. ¿Qué hechizo emplearía para salvarla en el menor tiempo posible?—golpeando su barbilla le entrego una lista, esperando a que leyera con atención cada uno de ellos—Un aguamenti, no creo que sea el más sensato. Pero un Aqua Magnum, puede que sea la solución que busca, consideré mis palabras solo como un consejo sin doble intención—mirando con atención el accionar de sus alumnos esperaba que tomarán las medidas pertinentes para no perder la vida o la persona a la que más amaba uno de ellos.

 

 

@ @@Anthony Ryvak Dracony

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El Dracony inclino leve la cabeza en saludo a su compañero de clase, en alguna lejana tarde ambos habían hablado sobre criaturas del tiempo en que el Lestrange era funcionario a cargo de la Magic Mall, aunque no sabe si continua en ese puesto pero a su modo de ver, el mago es bastante diestro y eso lo demostró en aquel fugaz encuentro en el extranjero. La clase empezó inmediatamente de que llegaron a la presencia de la docente, que haciendo gala de su gran poder, no solo hizo aparecer un guardapelo que se decía maldito, sino que además con solo su pensamiento creo una tormenta a lo lejos, la nigromante hace que uno albergue deseos de llegar a ese nivel de poder, que mentalmente pueda hacer tanto daño con solo quererlo, un dominio mágico ventajoso a decir verdad.

 

 

Al Ryvak le fascina esas clases donde @ es la catedrática, ella tiene esa facilidad para volver interesante cada clase y utiliza tanta creatividad en cada una de las clases que imparte, que el ojimiel está expectante a su accionar, está seguro que obtendrá nuevos conocimientos y tal como lo intuyo, se alegra al verla utilizar su varita y crear una bola de fuego con la forma de una hidra..."¡Fascinante!" pensó el ojimiel memorizando aquel útil hechizo...ya lo intentaría él en otra ocasión que fuese propicia por solo tener el gusto de ver una Piro hidra.

 

Dejó aquello pensamientos cuando la profesora se dirigió a él y le explico una situación agravante, por fortuna era solo una situación imaginativa pero igual requería concentrarse y elegir adecuadamente la acción a realizar. Tomó la lista que le brindaba con los hechizos que se podría utilizar para solucionar aquel problema así que el ojimiel la examinó para hacer su elección.

 

Los hechizos en listados eran interesantes, lo que le hizo recordar a la profesora Leah que le enseño runas antiguas, podría incluso usar aquel conocimiento pero le agrada intentar cosas nuevas y recoge a bien lo que Juv le aconseja de usar Aqua Magnum, consulta la información y ya que ha comprobado que la rapidez y amplitud que se le imprime al movimiento de la varita con otros hechizos, estos son más intensos, piensa en que gran cantidad le proporcionará el hechizo, si hace un amplio y rápido movimiento, tal vez inunde aquel lugar donde la deje caer... después de todo con magia puede anularse la mayoría de los hechizos... habrá que experimentar...

 

--Aqua Magnum-- Pronuncia con regocijo y mira el turbulento efecto que crea, oculta una sonrisa de lado, tal vez ahogue algo más que el fuego...

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Por un momento, pareció embelesado por el objeto que había aparecido encima de sus cabezas. Era un artefacto pequeño, que bien podría ocultarse en la palma de la mano, pero no era un guardapelo común y corriente. Reconocía la S que adornaba el acabado. Slytherin, su propia casa en Hogwarts. El relicario parecía emitir una especie de aura de magia oscura, que el castaño conocía bien. Aunque la profesora había puesto sus dudas en cuanto a la veracidad de su procedencia, Eobard no pudo evitar sentir cierto estremecimiento ante la familiaridad que le transmitía.

 

Conocía su historia, desde luego. Podía decir que, en cierta forma, era una reliquia familiar, al provenir los Black Lestrange de la rama original.

 

En eso estoy de acuerdo. Bien podía haber adquirido la serie de "Teoría de defensa mágica", y estar leyéndolos ahora mismo, pero... siempre había un pero. El castaño ladeó la cabeza hacia la izquierda. No puede haber teoría sin práctica.

 

Para un mejor entendimiento, ¿había otra forma, más que poner a prueba lo que decían los textos? A la brevedad, la atracción que le causaba la presencia del guardapelo, se vio invadida por un aumento en la temperatura que rodeaba al Partenón griego, a pesar de la tormenta que auguraba el cielo nocturno. Frente suyo, la hidra incandescente se extendía a sus anchas; le nacían cabezas, como si las originales y subsecuentes hubiesen sido tajadas al momento. No era un fuego común, desde luego.

 

El Fuego Maldito. He visto sus efectos antes...Incontrolable, si uno lo permite.

 

Desenfundó la varita de entre sus ropas, prestando atención al movimiento de labios de Juv. Le había indicado el hechizo que tenía que usar, a pesar de que Eobard parecía decidido a provocar la ira de la figura incandescente, la cual parecía decidida a carbonizarlo. Rompió el éxtasis en cuanto la primera bola de fuego salió despedida hacia su dirección, teniendo que lanzarse fuera del camino.

 

Se levantó de inmediato, quitándose el polvo del hombro derecho con la mano libre. Otro ataque, esta vez, en forma de ariete por parte de una de las cabezas. Dirigiendo su varita hacia la criatura, pronunció un hechizo distinto del que tenía planeado usar, simplemente por comprobar qué pasaba. El Fulgura Nox simplemente redirigió el fuego a través del portal, abierto entre el joven y la hidra, para que desembocara en el mar Egeo, a varios kilómetros de ahí.

 

Intentó rememorar lo que sentía cuando lanzaba el Fyendfire a través de su varita. La emoción, el descontrol, la vibración en la madera, que indicaba la naturaleza salvaje del fuego. Fiendlocked, recitó, sin emitir sonido de sus labios. Aparentemente, no parecía haber cambios. Fiendlocked, repitió, aún en silencio. Debía tener que ver con el hecho de que al realizar la anulación, de verdad quisiera hacerlo; el control, mientras el calor iba disipándose. Con ambos pensamientos, volvió a empuñar la varita.

 

Fiendlocked.

 

Esta vez, sí que pronunció el hechizo en voz alta, agitando el fragmento de nogal negro. La hidra reaccionó como si la hubiera dañado el agua, e inmediatamente comenzó a rodearla una gran capa de vapor. Se escuchaban quejidos, como si no quisiera replegarse hacia la punta de la varita del Black Lestrange. Sufría el proceso inverso que cuando se le invocaba, regresando a la varita del invocador. Una vez reducida, se giró hacia Juv.

 

Tengo entendido que el uso del Fuego Maldito se ha generalizado en usos destructivos. ¿Presenta alguna otro uso, además de destruir Horrocruxes? Quizá, combatir y absorber otros tipos de fuego mágico.

 

Al pronunciar los contenedores de pedazos de alma, sintió un cierto cosquilleo. Conocía de su funcionamiento, pero nunca se había atrevido a crear uno, no por miedo, sino porque aceptaba la fragilidad que suponía su condición humana. Le producía mera curiosidad, cómo contrarrestar ése, y otros productos derivados de las artes oscuras.

 

 

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El accionar de ambos alumnos dentro de la clase, estaba siendo sin duda alguna impecable. Esbozando una lóbrega sonrisa en sus labios, jamás echaba en saco roto las acertadas improvisaciones que solían realizar dentro de su clase, agradeciendo que no solo se limitarán a tomar notas o seguir las instrucciones dictadas por la Nigromante. El fuego y el agua eran elementos que se repelían y unificaban por momentos, no podía existir un equilibrio sin la existencia de los cuatro elementos dentro del planeta.


— Pudo salvar la vida de un ser querido, pero ¿qué sucedió con el resto de ellos?—le preguntó al notar que la ilusión estaba conformada por más protagonistas— No se trata de ahogar todo lo que le rodea, sino saber emplear cada uno de los hechizos que la meteorología,le brinda en favor de su persona o los que lo necesiten. No lo tome como una clase de moral o buenos principios, pero si un mago posee el poder de cambiar las cosas o situaciones, no debe quedarse solo como un simple espectador—explico revisando la lista impresa en su mente.


Sus ojos estaban fijos en las llamas ardientes que conformaban el cuerpo de la hidra, no sería difícil colocar a ambos hechiceros dentro de la misma trinchera y provocar un enfrentamiento encarnizado entre ambos. Su mente trabajaba como una maquina perfectamente aceitaba, moviéndose al mismo ritmo cada uno de los engranajes y piezas que la conformaban— Leer es el poder de aprender más allá de la práctica, pero me gusta manejar ambas cosas por separado—mencionó haciendo referencia al comentario de Eobard. Trayendo a las manos del joven varios tomos que le serían de interés— Puede leerlos luego, no le recomiendo que lo haga ahora—se limitó a sugerirle.


Las fuerzas oscuras. Una guía para la autoprotección, Teoría de la magia defensiva, enfrentarse a lo indefinible y algunos más eran ahora propiedad del Black Lestrange. La defensa empleada contra la hidra fue mesuradamente efectiva, pero su enemiga seguía siendo un peligro dentro del terreno— Se puede emplear para matar magos o arrasar con toda clase de objetos animados e inanimados. La magia oscura tiene diversas formas de causar daño en los magos y seres mágicos, no solo con hechizos de bajo impacto, sino con aquellos que son tan peligrosos como las maldiciones imperdonables—agitando con elegancia su varita, volvía a invocar el poder que circulaba por sus venas.


—¡¡¡ Congela !!!— onrió al ver inmóvil a Anthony delante de ella, ahora estaba preso y le era imposible moverse de la cintura para abajo.


— Ve lo que le dije, no solo el agua sirve para ahogar a un enemigo. Yo en mi caso, quise emplearla para dejarlo frió por decirlo de cierta forma, pero debe haber algún hechizo que le ronde por la cabeza para poder defenderse, ¿no lo cree?— saboreaba la forma en que a veces sus enseñanzas eran demasiado incisivas. Posiblemente sus métodos de impartir clases, no serían del agrado de todos, pero para ella era la manera más efectiva de trasmitir sus conocimientos.


—¡¡¡ Everte Statum !!!—un golpe fuerte impacto a Eobard en la zona media del cuerpo, provocando que su equilibrio se fuera al traste. Ahora su cuerpo estaba tumbado en el suelo imposibilitado de poder defenderse, al perder la única acción que le quedaba para hacerlo. Su cuerpo estaba cargado de adrenalina, aquella que expulso con el conjuro que emanaba de sus labios como una flecha disparada por un arco.


—¡¡¡ Contracturo !!!— el brazo izquierdo de su sobrino se disloco en el acto, causando un profundo dolor en esa zona de su cuerpo. Ambos hechiceros debían emplear defensas eficaces para contrarrestar el daño recibido por parte de su profesora. El tiempo apremiaba, pero la vida de ninguno de ellos estaba en riesgo, al menos no de momento, aunque eso sin duda podría cambiar de un momento a otro.


— La práctica precede a lectura, pero la magia se anticipa a la mente en todo momento, no lo olviden—chasqueando la lengua el clima seguía siendo tormentoso para todos los presentes y los relámpagos, no dejaban de destellar en el oscuro cielo.



Editado por Juv Malfoy Croft

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A pesar de que existen acontecimientos en la comunidad que actúan como distractores sociales, Dracony les ignora a propósito, no iba a permitirse a esta altura de su vida, sucumbir por cosas tan vanales... su profesora notó la tendencia actual de mantenerse al margen además de que su único ser querido de haber estado en medio del fuego, realmente no le parecía que corriera ningún daño al ser ella una elemental de fuego y tratandose del resto de "conocidos" que pudiera señalar como amigos, ahora estaba en el filo de "odiarlos" posiblemente de forma injusta pero por ahora eso no importaba, solo debía procurar desempeñarse bien en la clase.

 

Dracony afirmo mentalmente el comentario de la nigromante sobre la lectura, aunque lo mencionara para el compañero @@Eobard Thawne dio un vistazo por encima a los libros que la docente le proporciono con interés de saber el contenido pero existe una librería a la cual puede ir a consultar sobre ese tipo de temas y seguramente sería una de sus próximas actividades, será tan interesante como cuando fue a investigar sobre vampiros.

 

En un instante la situación cambio de imprevisto, al menos para él fue una sorpresa al ser afectado por un hechizo que su mentora le envió y el cual le dejo inmóvil, aquel hielo le mantenía contra su voluntad en el mismo sitio, instintivamente iba a usar su poder secreto pero se contuvo a tiempo cerrando los puños, su diestra sobre su varita pensando en que podría dibujar una runa para ayudarse con el predicamento de verse "atrapado", sobre todo al mirar por encima de su hombro...¿en verdad estaba por ocurrir lo que veía? aquella tormenta creada en la lejanía por su profesora, parecía comenzar a amenazar su estadía en la playa Mykonos. Era un hecho inegable que la tormenta se desataría justo encima de ellos, mordió su labio inferior ante el peligro que captaba pero posee la oportunidad de ocupar esos hechizos meteorológicos...

 

Exhalo profundo para usar su varita lo mejor posible, primero ponerse a resguardo, su compañero también requería tiempo para salir de su predicamento particular. Dracony levanto su arma mágica, por ahora le parecía adecuado un hechizo de defensa:

 

--Meteolojinx Recanto -- Lo segundo era liberarse del hielo haciendo que volviera a su estado liquido y cayera al suelo -- Aqua-- menciono enarbolando su varita.

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No lo admitía de forma abierta, pero disfrutaba observar cómo el caos y la devastación rodeaban a las personas. Con la clara excepción de su familia, desde luego, por lo que encontró divertida la táctica de la profesora para enseñar la meteorología. Sin duda, en cuanto pudiera tomar aquella clase, esperaría que fuera sumamente emocionante y llena de retos.

 

Una bibliografía interesante. concedió el castaño, abriendo un Fulgura Nox para poder enviar los libros a su habitación, conforme los iba recibiendo de Juv. Me recuerda a esa propaganda que usaba el Ministerio durante la Segunda Guerra Mágica: La magia es poder. Aunque, yo diría que el conocimiento también lo es.

 

Aprovechó que la docente estaba instruyendo al Ryvak, para poder dar un leve respiro. El empleo de ese tipo de magia, era nuevo para él, y exigía una gran concentración, casi la misma que la que la magia oscura requería, haciendo la defensa contra éstas una verdadera cara opuesta. Por una fracción de segundo, bajó la varita de nogal negro, relajando su mente para continuar, cuando recibió el primer impacto.

 

Ni siquiera alcanzó a proferir un quejido al ser lanzado por los aires, pues el impulso que había recibido, lo dejó de golpe en el suelo, boca abajo. Había intentado conjurar un Protego, para amortiguar más o menos el golpe, pero había sido en vano. Era como si la profesora canalizara toda su energía oscura a través de sus hechizos, que si bien, no eran artes oscuras, infligían daños equiparables.

 

Se mordió la lengua, y probablemente se había fracturado el tobillo derecho por la conmoción. Apoyándose en ambos brazos, intentó ponerse de pie, pero fue en vano, pues un segundo hechizo por parte de la Malfoy, dejó su brazo izquierdo como si estuviera hecho de gelatina. Se le había dislocado el hueso, por lo que forcejeaba por mantenerse en equilibrio para no volver a caer de bruces.

 

Es cierto, hay que mantener la mente alerta, o lo contrario podría significar la ventaja del enemigo.

 

A su mente, vino un hechizo que creyó que podría contrarrestar los efectos de la dislocación, al menos, de manera temporal. Como no era experto en curaciones ni nada por el estilo, tendría que confiar en su prodigiosa habilidad con los encantamientos. Haciendo una mueca de desagrado, ante la molestia de tener los huesos separados, agitó la varita con la mano derecha, sobre la extremidad afectada, y recitó un Ferula, ocasionando que un par de vendas salieran de la punta y se asieran sobre su brazo. Adicionalmente, el vendaje se endureció como si estuviera hecho de madera, asegurando así que su brazo se quedara virtualmente inmóvil hasta que pudiera sanarlo del todo.

 

La tormenta se acerca, generalmente no auguran algo bueno. Y tras su paso, debería venir calma, pero... Hoy en día, hay que estar preparados para todo. con el brazo sano, dirigió el fragmento de madera hacia el cielo estruendoso. ¡Partis Temporus!

 

Había visto a un mago emplear ese mismo hechizo antes, como una forma de defenderse de ataques de mayor intensidad que los habituales hechizos aturdidores. De su varita se originó una barrera mágica, que pretendía desviar lo más que se pudiera de lo que les enviara Juv, pues también estaba contemplando defender a su compañero de clase. El escudo, era igual que muchos de su clase, una especie de cubierta cristalina que se cernía a su alrededor, inclusive pensando en si la profesora decidía usar los propios rayos para carbonizarlos.

 

 

@ @@Anthony Ryvak Dracony

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—Está en lo correcta, no son tiempos sencillos y mucho menos se puede bajar la guardia ante ellos—asintió complacida por el accionar de sus alumnos. Parecía que las lecciones impartidas por la Nigromante, siempre daban los frutos deseados para la rubia. Elementos iban y venían dentro del ambiente, composiciones difíciles de entender de una, pero si se mostraba empeño en desear desenmarañarlas se obtendrían resultados asombrosos. Años y años de estudios estaban dándole grandes dividendos, adiestrando a magos y brujas en el arte y la defensa de la magia.


—Frenaron momentáneamente la tormenta, pero no den por sentado que ya ha pasado lo peor —hizo hincapié al elevar de nueva cuenta su varita. Repasando en su mente las paginas de un libro de Defensa contra las Artes Oscuras, recordando vagamente a un antiguo mago que siempre era estricto a la hora de impartir sus cátedras. Esbozando una lóbrega sonrisa en sus labios


—Mucus ad Nauseum—una sensación de malestar general se apodero del cuerpo de Eobard, exaltándose sensaciones de angustia y frío. Ahí estaban los efectos de los cuales la rubia les advirtió entre palabras, escondiendo sus verdaderas intenciones contra el par de hombres.


—La madre naturaleza y la magia son muy sabias, no podemos pasar por alto cada una de las enseñanzas que desean darnos o al menos, intentar no ser tan obstinados y reaccionar ante los embates que lanzan cada una de ellas contra la comunidad mágica y muggle—asintió borrándose de sus labios aquella sonrisa cargada de suficiencia y misterio—Poco me importan los seres comunes y sin magia, pero no pasa lo mismo con los magos—realizando una elegante floritura ahora su atención estaba centrada en Anthony, aquel joven que parecía solo tener un solo ser querido en todo el mundo mágico.


Era un paisaje triste, pero ante los ojos de la Animaga eso era poco comparado con el dolor que le esperaba—Puede perderlo todo de una y lo sabe, no subestime a su buena suerte o la poca que lo ha salvado de momento—abrazando la idea de una runa que se proyecto en su mente, absorbió la energía de la misma—Thurisaz—el poder del caos destructivo ascendió al cielo rompiendo el escudo creado por el Black Lestrange. Debían aprender a aceptar los designios de la magia, asimilando con madurez los daños que estos pudieran causar en su persona o en los que les rodeaban.


—Ebublio—aquel embrujo atrapo a Anthony dentro de una burbuja, si era listo y empleaba los hechizos de defensa adecuados saldría de ahí antes de morir ahogado. Su mente estaba trabajando a mil por hora, tal y como lo hace una maquina bien aceitada y lista para cumplir con su tanda laboral. Ahora la tormenta que ella invoco momentos antes estaba en todo su apogeo, no existía ser mágico capaz de frenar el poder que poseía la Vidente. Cada una una de sus visiones era una catástrofe que azotaría al mundo mágico en un momento determinado, aprendió a interpretar cada una de las señales y asegurarse de que cada una de ellas se concretara con éxito.


—Tenebris Caligo—una espesa niebla entorpecía la visión de sus dos alumnos, abarcando un radio de un metro. Dejando protegida a la Metamorfomaga, cambiando al realizar ese conjuro el color de las iris de sus ojos, colocándose la lapislázuli en el izquierdo y la verde esmeralda en el derecho—Es momento de enfrentar a la adversidad jóvenes, no crean que van a salir del todo sanos y salvos de todo esto—chasqueando la lengua mantenía su varita en posición defensiva, ella si que jamás bajaba la guardia y mucho menos teniendo delante de ella semejante caos.


@@Eobard Thawne, @@Anthony Ryvak Dracony

Editado por Juv Malfoy Croft

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