DCAO - Meteorología

[Anthony R. Dracony M.]

El accionar de su compañero de clase pareció detener la fuerza del embate de aquella terrible tormenta, pero nada parece realmente l que es, pues por unos minutos parecían a salvo, solo porque así lo quiso su profesora (ahora reconocían ambos que por esa razón la mujer es una reconocida maestra de las artes mágicas y su maestría en controlar cada una de ellas con habilidad que le caracterizaba).

 

Les puse a ambos "contra las cuerdas" su manera de conducir la clase les obligaba a recurrir a todo cuanto conocían y adentrarse plenamente al conocimiento por el cual estaban bajo la dirección de la gran bruja que tiene mucho más poder y conocimiento que ellos dos juntos. El Ryvak reconoció que la intención de su guía mágica, era llevarlo hasta un dolor extremo para hacerlo reaccionar, de no hacerlo, su frágil vida iba a terminar en ese ahora, lo cual solo sería producto de su poca entereza y fuerza de voluntad...¿sería tan pusilámime para dejarse vencer?

 

Ahora el Dracony se sentía dentro de una burbuja líquida,aguantar la respiración no le iba más que a prolongar una agonía terriblemente dolorosa, hubo que pensar en una acción que le dejará pensar... --" Casco burbuja" -- por ahora podía respirar pero no era la idea quedarse ahí, si de verdad fuese un enfrentamiento mágico, no puede esperar a que halla misericordia o clemencia, tenía en sus manos la obligación de mostrar su valer como mago... ahora debía tratar de calmar la tormenta, no podría desaparecer la pues para eso tendría mucho desgaste mágico, pero el peliverde dedujo que no tenía otro camino, era mejor morir peleando que vivir como cobarde e inútil...

 

Cerro los ojos...requería recordar los hechizos que leyó en la lista proporcionada por la docente...si, se concentró, no debía permitirse dejarse arrastrar por la desesperación de hallarse atrapado en una burbuja que no podía romperse usando fuerza fisica...había que usar la mente... unos segundos críticos, pero que de utilizarlos bien, rendirían buenos frutos...--" placidum aqua"-- su respiración se volvió más acompasada, requería estar tan tranquilo como se pudiera bajo el embiste de la adversidad, aunque era peligroso lo que intentaría, no vacilo en emplear el hechizo-- Tempestatibus tranquila -- Era muy peligroso, si prolongaba por más de 15 minutos se desmayaría y su intento por sobrevivir, fallarían inrremediablemente... le ayudaría si alguien que estuviese fuera de aquella burbuja usará un finitum encante...

[Eobard Thawne]

 

Antes de la calma, siempre venía la tormenta. Y aún después, no podía asegurar del todo que no apareciera una nube el doble de potente. Todavía sostenía su varita entre las falanges de sus dedos, como a la espera de recibir otro hechizo, pero a la vez, mentalizándose para combatir lo que fuera que le enviara Juv, inicialmente a través de su concentración mental. La experiencia adquirida en esa clase, le había dado una percepción de que, para combatir las artes que tanto se le facilitaban, debía estar preparado para todo.

 

¿Un resfriado? su nariz emitió un peculiar sonido, mientras sentía que sus vías respiratorias se obstruían, posterior al hechizo de la profesora. ¿Dónde dejé mi poción pimentónica?

 

Gracias a su habilidad con los brebajes, sabía que esa poción le ayudaría con el mal que le aquejaba. Pero pronto, se dio cuenta de que no era un maleficio cualquiera; era el de los mocos, que empeoraba mientras más se moviera el individuo. La fiebre hizo que se encorvara, siendo aquello suficiente para obligarlo a tomar asiento en pleno terreno irregular. Le ardían los ojos, y sentía sus fosas nasales congestionadas, como nunca antes. Había visto a Bart Allen usar ese mismo hechizo, durante un duelo de exhibición en Ilvermorny, pero jamás experimentó sus efectos.

 

No voy a morir resfriado. La magia oscura, no sólo es asesinar o torturar, también en cierta medida, puede ser usada para debilitar. O para bromas, pensó, enarbolando la varita, con miedo a que se le deslizara entre los dedos y no tuviera la fuerza para recogerla. No había pociones, no había criaturas que le salvaran. Sólo la defensa que tenía que plantearse.

 

Eso es. Para todo maleficio, en teoría debería existir un contramaleficio. No soy experto en maldiciones...Salvo las imperdonables, desde luego, pero creo que así es como funciona.

 

Recordó fugazmente el índice del Manual actualizado de contramaldiciones, uno de los ejemplares que le había obsequiado su tía con motivo de que enriqueciera su conocimiento respecto a la defensa contra las artes oscuras. Mientras ella lidiaba con Anthony, él había aprovechado para hojear algunos posibles contrahechizos, casi como si hubiese adivinado que se enfrentaría a efectos específicos.

 

Era una magia no verbal. Bastó que se concentrara en disipar los efectos de enfermedad, para que el contramaleficio tuviera efecto. Ese tipo de defensa, combinada con sus ya conocidas destrezas en los Encantamientos, seguramente le serían de gran utilidad mientras se adentraba en más lugares en los que, sin duda alguna había magia. Y peor aún, magia oscura decidida a aniquilar a los profanadores.

 

Enfrentarse a lo desconocido, pues la naturaleza humana siempre teme a lo que no entiende...

 

No se puso de pie todavía, pues la pesada niebla que había invocado la docente, también lo alcanzó. Era densa, como aquella que se rumoreaba que existía en el Triángulo de las Bermudas. Si bien, aquello parecía más un reto para su otro alumno, el Black Lestrange recordó uno de los encantamientos que había aprendido de Frage en Norteamérica, y que casi siempre funcionaba para disipar nubosidad.

 

Ventus. susurró, emitiendo ráfagas de viento desde su varita. Quizá funcionaría, quizá era una niebla distinta, pero al menos había hecho un vano intento.

 

 

@

[Anthony R. Dracony M.]

Era seguro que el tiempo se le agotara de un momento a otro, aún dentro de aquella burbuja que no podía romper con tan solo fuerza física le retenía en su interior y si no encontraba la forma de salir su destino sería terminar su vida tristemente. El casco burbuja desapareció, aún pudo contener la respiración pero no duraría mucho, un tanto más porque no venía a su mente una defensa dio un par de golpes a la burbuja la cual no vario ni siquiera un poco, era la primera vez que veía el encantamiento, lo definiría como fascinante sino fuera por estar adentro y que sentía que de un momento a otro empezaría a sentir los estragos de la asfixia, repaso con un dejo de angustia los hechizos que conoce, llegando a un que le hizo levantar su ánimo, era uno de los que aprendió con los Uzzas, esos guerreros que tienen una magia poderosa y le trasmitieron esos saberes, se concentro basto pensar en "Salvaguarda Mágica" y se volvió intangible permitiéndole atravesar la burbuja...

 

Era impresionante como su pensamiento había sido perturbado bajo el estrés, pero por lo general era de esperarse que el cansancio mental provocado por la exigencia del rendimiento al utilizar su poder mágico, le terminara afectando físicamente. Transcurrió el tiempo para recobrar nuevamente su corporeidad, volvió a tomar su varita trataría de controlar la tormenta:

 

-- Tempestatibus tranquila-- Apuntaba mi varita hacia el centro de la tormenta, un temible fenómeno metereológico relacionado con el viento y el agua, había que aguardar para comprobar si fue suficientemente potente el hechizo utilizado.

[Kahlan Blackthorn]

— !!! Destructo ¡¡¡—

Sentenció elevando sus ojos al firmamento, sujetando con fuerza y determinación su varita. Poniéndole un fin en parte a la tormenta que ella misma creo, no le fue demasiado complicado apaciguar el poder del elemento que mantenía con vida a todos los seres que habitaban el mundo. Era cierto que el aire jugaba un papel primordial en todo aquello, pero que era la vida humana y animal sin el liquido vital que saciaba su sed y hacia crecer sus sembradíos y floreces los campos que protegían a la flora y fauna existente.

— Ha sido una forma muy instructiva manejar la clase de esta forma, espero que los daños sufridos en su persona—se interrumpió por un breve instante—No sean de consideración, olvídense de ir al medico o cosas como esas. Todo es cuestión de saber aprender de las heridas y asimilar con madurez las cicatrices que estás dejan—abriéndose camino en sus labios una sonrisa que alcanzó a arranar sus orbes lapislázulis. Le gustaba el modo de trasmitir sus conocimientos a sus alumnos, aunque muchas veces ellos tuvieran que poner en riesgo más que la vida.

— La mente es algo sagrado, no permitan que ningún enemigo la perturbe con alguna clase de ataque o acción. Aquí han aprendido algo más que controlar el clima o repeler la magia oscura, pero tengan presente que está debe existir para mantener un equilibrio es como el yin y yang del mundo que habitamos—indicó acariciando con discreción la marca de Caín que tenía en su cuello del lado izquierdo. Ese era su balance su contrapeso contra la hidra que cargaba en su espina dorsal. Aquel obsequió que le dejará su enfrentamiento con el mitológico animal.

— No tengo nada más que obsequiarles como aprendizaje, ya tienen lo que se requiere y el tiempo los hará incrementar todo lo que ustedes consideren que deben conocer sobre la defensa contra las artes oscuras y la meteorología—agitando una última vez su varita dentro de Mykonos— !!! Abicus Fulime ¡¡¡—un rayo cayo en seco sobre la tierra, acallando a los que estaban dentro de la tormenta dejando todo sumido en un silencio sepulcral. Su cuerpo estaba cargado de adrenalina, asintiendo complacida ante las palabras de Eobard.

— !!! Meteoloembrujo recanto ¡¡¡—todo volvía a ser como en un inicio, el cielo despejado abrazado por los rayos del incremente sol. Aspirando el aire cargado con una salinidad que le refresco de golpe, no era adepta a esa clase de sitios, pero que mejor que gozarse los pocos momentos que pasaba fuera de Londres. El accionar de sus dos pupilos había sido por demás sobresaliente, dedicándoles una mirada afable estaban listos para desaparecer de territorio Griego.

— El enfrentarse a lo desconocido, casi siempre nos da gratas sorpresas—acomodando el cuello de su chamarra de piel, desapareció de su surda su oscura varita—Nos veremos en otra ocasión, ha sido un placer—enfilando sus pasos hacia el norte, desapareció envuelta por una niebla espesa, aquella que era muy parecida a la que generaba el polvo peruano. Una mano de la gloria apareció en la diestra del Black Lestrange, ahí tenia otro modo de repeler la magia oscura, sabía que entendería el mensaje y la emplearía en el momento adecuado.

En el caso de Ryvak un pequeño remolino dentro de una cúpula de cristal, rotaba cada cuando los elementos dentro de este. Si lo estudiaba con sumo cuidado, quizás aprendería que el clima y todos los cambios que surgen dentro de este, afectan directamente nuestra vida y la de quienes nos rodean.

@@Eobard Thawne, @@Anthony Ryvak Dracony