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Enterrando a nuestros muertos


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Era muy de noche ya cuando quedé libre. Me estaba lavando las manos cuando el elfo se personó en mi habitación. Parecía cansado. Le pregunté si todo había ido bien y Montmeló se puso pálido.

 

- Dice su tía que cuando pueda, vaya a ayudarla.

 

Tenía muchas ganas de irme a dormir. Había sido una noche muy larga y pronto amanecería. Por ello, también sabía que la tía no me mandaría recado si no fuera importante. Ella también debía estar muy cansada. ¿Habría pasado algo nuevo? Porque yo había dejado el cuerpo enterrado cuando volví de la cripta. Miré la cama de reojo y valoré qué era más importante, si dejarme caer en ella o acudir a la llamada de la tía. Además, recordaba que allá estaba otra sacerdotisa, la tía Cye, por lo que no estaría sola... Casi caí en la tentación del descanso. Después decidí que no debía ceder a ello. Me retoqué el pelo y bajé a la biblioteca. Allá busqué el libro donde la tía Sagitas llevaba las anotaciones de los recuerdos que llevábamos extraídos. Lo envovlí con cuidado y lo puse dentro del bolsito de moke. Después desaparecí rumbo al cementerio.

 

En aquellas horas, en las que el sol aún no ha salido pero las estrellas han perdido su brillo para dar pie a la entrada del día, me parecía que vigilaban el lugar. Adopté una postura ligada a lo espiritual, para que quien me viera no sospechara nada sobre mi dedicación de sacerdotisa. Allá sólo acudía a ceremonias religiosas. Nadie podía sospechar nunca lo que hacíamos la tía y yo, con el apoyo del resto de la familia: el acopio de pruebas contra Aaron Black Lestrange y las muertes ocurridas en aquella maldita guerra.

 

Pasé entre avenidas de césped aún oscuro en la noche y caminé deprisa hasta llegar a la cripta. Miré a los lados antes de entrar.

 

- Tía Sagitas, soy yo... Montmeló dijo que me buscabas...

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La cripta estaba oscura, a pesar de las antorchas encendidas. Su llama parecía estar subyugada por algún poder que no la dejaba brillar más de lo estrictamente necesario para saber que algo brillaba en las paredes. De todas maneras, no las necesitaba. Para la ceremonia que llevaba en aquel momento, cuando más oscuro, mejor. Las almas suelen tener cierta debilidad por la luz y se quedan enganchadas, mirándolas. Además, suelen ser muy delicadas y un exceso de brillo suele ser molesto para ellas.

 

Porque en eso estaba, invocando y redirigiendo el alma de aquel cuerpo caído para conseguir una historia en la que explicara cómo murió. No es agradable, claro que no. Es difícil tener a un alma herida preguntándote un porqué que no puedes contestar. Además, este tipo de ceremonias ocasiona mucho desgaste, normalmente no las hacíamos nunca solas. Las sacerdotisas nos ayudábamos en ellas pero yo echaba de menos a mi sobrina Reena o a mi cuñada Cye, con las ambas habíamos efectuado muchas durante tantos años en el pueblo y sabíamos el riesgo que corríamos. Ahora, cerca, sólo me quedaba Xell en la que confiar.

 

Pero el Alma estaba en ese punto de irse y no podía esperarla así que usé todos mis conocimientos y habilidades para contactar con ella. No puedo negar que la Nigromancia me ayudaba mucho en estas ceremonias pero no podía arriesgarme a usarla con su fin explícito. Todas aquellas almas que habíamos interrogado estaban demasiado heridas para soportar aquel freno que éramos nosotras y nuestros impulsos vivos en el salto atemporal al que ellas se dirigían.

 

La oscuridad era, por ello, casi total. Sólo el brillo helado del alma, explicando cómo murió en aquel ataque de unos magos contra su casa en Ottery, sólo por ser un apaciguador de mugggles, como les llamaban con desprecio, era visible en la cripta. Noté que sudaba a pesar del frío y la humedad que nos rodeaba. No podría alargar mucho más aquel contacto, mientras tomaba nota de su testimonio y lo guardaba en un frasquito. Justo cuando el Alma mostró los rostros de sus asesinos, palidecí y retrocedí unos pasos. Los había visto alguna vez, Inquisidores leales al Ministro de Magia.

 

-- ¡Asesino! -- murmuré entre dientes, demasiado cansada para decirlo en voz alta. -- Gracias por tu testificación. Te prometo que lo usaré para que nadie se olvide de tu nombre.

 

Una voz femenina interrumpió la ceremonia. Xell llegaba. Miré por encima de su hombro y vi partir y diluirse aquella alma atormentada.

 

-- Que la Diosa te acoja en su seno... -- La despedí y después me senté, tal vez indecorosamente, sobre una de las lápidas que cubría a muertos centenarios que habítaban en la cripta pero no tenía fuerzas suficientes para buscar un asiento más adecuado. -- Xell... Agua...

 

Y le mostré el frasquito con un hilo plateado casi transparente que se movía aún en él, depositándose suavemente en el fondo. El testimonio de una muerte.

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  • 2 semanas más tarde...

La había interrumpido. Sabía de la dificultad de este tipo de ceremonias porque la había ayudado en muchas en las últimas semanas. Aún así, olvidé entrar en silencio y noté que, al oírme, había perdido la concentración. Ser sacerdotisa no es fácil, en nuestras manos hay un sin fin de poderes que la Diosa Gea pone a nuestra disposición pero el uso no es gratis, consume mucha energïa propia y, un desliz fortuito, se puede pagar muy caro.

 

- Perdón, tía - comenté a la tía Sagitas, tras socorrerle con un vaso de agua fresca. - No quería interrumpirte.

 

Esperé a que ella se saciara. Miré en el bolso y encontré una naranja. Llevaría allá un par de día pero no creo que le importara. Se la ofrecí porque sabía que necesitaría recobrar las fuerzas después de lo que había hecho.

 

- ¿Salió bien? ¿Conseguiste hablar con ella? ¿Con el ánima?

 

Su mano aún sostenía el frasquito con la narración de aquel muerto. Me pareció algo feo estar hablando de él cuando aún no lo habíamos enterrado. Aquella tarea era le peor. Nadie quien le llorara excepto unas extrañas que le habían atendido en el último instante de unirse con la Diosa.

 

- Traje el libro, para apuntar su nombre...

 

Mi curiosidad por la historia que contaba hacía mucho que había desaparecido. Después de llevar tantos entierros, una se siente triste ante una historia que se repite: asesinatos y muerte. ¿Cuándo acabaría todo ésto de una vez?

 

- Necesitas descansar, si quieres, sigo yo...

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En la Mansión

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La bruja había dejado escapar un suspiro para luego, tallarse los ojos con un poco de cansancio por la ayuda que le había pedido su sobrina para después de eso hacer lo que podía aunque no estaba muy segura de que tanto iba a poder ayudar; hacía tiempo que había perdido tanto la agilidad como los reflejos pero con las clases que había estado llevando últimamente a pesar de todos los pormenores de la guerra esperaba que de alguna manera hubiera sido útil.

Xell ya se había ido y ella misma había hecho lo mismo sintiendo un extraño y palpitante dolor de cabeza que en nada le hacía gracia.

Era como si de alguna manera sus poderes se hubieran dormido, los podía percibir hormigueantes al tener que darles algo de función después de tanto tiempo de ni siquiera haber pensado en ellos pero no debía de perder el tiempo preocupándose por aquello; le había pedido a una de sus chicas que fuese también a la mansión ya que... vamos...

El que hubieran aparecido los muertos... y todavía quería cuestionar a su familia al respecto, le revolvía el estómago el pensar en todos esos seres tirados alrededor de aquellos terrenos...

Tan innesperado...

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Había dejado de escuchar las voces y se había escondido por algunos momentos en un armario ya que no quería ser vista en aquel estado donde pensaba que alucinaba.

Claro que nunca había oído voces pero de todas maneras le daba verguenza en imaginar qué iba a pensar la familia si la veían tan ida buscando quien le hablaba raro.

Pero después de unas horas y después de haber dormitado sentada en el armario abrazándose las piernas debido al susto que había recibido al fin se había despertado.

Tomó la manija del armario y salió viendo que los alrededores estaban bastante tranquilos, eso no la preocupaba por el contrario sentía que podía controlarse un poco mejor de esa manera.

Escuchó pasos en la parte superior de la mansión y pensó que quizá se trataría de Sagitas, quería cuestionarla al respecto de lo que había encontrado en su casa.

-Hola?

La llamó mientras subía las escaleras aunque le pareció sentir que no era la bruja de pelo morado en esa ocasión y se detuvo un poco con el corazón algo asustado.

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En la Mansión

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Se había dirigido a dar un baño y un poco más fresca de las ideas y aún tallándose el largo cabello rojo con la toalla se había dirigido por el largo pasillo hasta el final; las imágenes de los muertos seguían apareciendo delante de sus ojos y le provocaba a fruncir el ceño. No tenía ningún sentido de la lógica, aunque bueno, aquel territorio era... especial en cierto sentido, casi diabólico y por eso no había querido que la rubia se encontrara en este pero al final de cuentas la granjera había hecho lo que se le había dado la gana y la Snape no podía hacer menos que apoyarla.

Después de todo, habían sido novias en algún momento y eso era lo que se había con las personas que amabas o habías amado alguna vez, cierto?

Inspiró profundo y se detuvo por delante de una de las ventanas en el extremo del pasillo de aquella mansión, observando el exterior mientras se imaginaba una falsa nevada; estaba segura de que tenía que existir un significado verdadero detrás de lo que estaba ocurriendo pero después de haber visto al otro muchacho...

Qué?

Qué era lo que se estaba perdiendo?

-Ah? -le pareció que había escuchado a alguien un poco más allá donde la escalinata llevaba a la familia hasta el piso donde ella se encontraba; y en unos pocos momentos ya había detectado el aroma de Lisette que al parecer finalmente había decidido alcanzarla -yo estoy acá arriba niña!... quieres subir?

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La bruja rubia dió un pequeño salto al percibir la voz de la bruja pelirroja y rápidamente se colocó una mano sobre el pecho, aliviada de poder escuchar aunque fuese una voz más familiar

-Hayame, me has dado un buen susto, realmente me imaginaba que estarías en este sitio pero sinceramente no creí que ibas a estar en el piso de arriba, cariño

Dijo la bruja rubia comenzando a subir las escaleras para poder llegar hasta aquella planta donde estaba la otra y entonces pudo ver que esta se encontraba hasta el otro lado del corredor

Sin poder evitarlo mostró una linda sonrisa por lo gracioso de aquella situación, la vampiro de cabello rojo siempre se las había arreglado para tener una voz bastante potente

-Supe que tuviste algunos problemas en el pueblo pero algo me dice que no es por esto que has venido a visitar la casa de tu hermana, creo que las dos estamos aquí por la misma razón, cierto?

Le dijo a la bruja de cabello rojo apretando un puño cerca de su pecho y cambiando sus ojos por unos de verdadera preocupación porque aquella era una situación seria.

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En la Mansión

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Suspiró y luego, entornó un poco los ojos mientras se giraba para ver de frente a la otra

Bueno, el problema se había dad en su mansión y ella apenas había visto todo antes de justamente lanzarse a ver a Sagitas a ver si ella tenía algo de conocimiento sobre lo que estaba pasando; pero después de un rato su queridisima hermana mayor (que no la mayor de las tres) había tenido que retirarse por lo que no había podido saber si esta podía explicarle porqué el de la situación extraña alrededor de la mansión Ryddleturn que al menos a su perspectiva... daba un aire más tenebroso que de costumbre

Abrió un poco más los ojos y entonces dejó escapar un fuerte quejido para luego colocarse una mano sobre la cabeza casi a la desesperada

-Ah vamos... cómo puedes haber escuchado que he tenido problemas en el pueblo?? -soltó para después cerrar los ojos de una manera graciosa a pesar de la situación -si solo fueron problemas en la Academia pero tratándose de mí es lo normal, quiero pensar -dijo sin ningún tipo de verguenza para luego volver a verla con mayor seriedad -a tí ya te han dado una explicación para lo que está pasando?... has tenido noticias de los cuerpos alrededor de tu casa?

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-No todavía, la verdad es que no he escuchado ninguna noticia nueva al respecto y pues cuando he venido he estado escuchando que alguien parecía llamarme, aunque...

 

Se había quedado en el aire con aquella afirmación repentinamente pensativa como si estuviera dudando de decirle realmente a la bruja que tenía delante acerca de eso

 

Se había asustado cuando le había parecido sentir una magia que la quería arrastrar aunque al mismo tiempo no era para ella y se había sentido demasiado insegura al respecto

 

-Me estaban llamando por otro nombre aunque no vi quien había sido pero lo sentía como si fuera un llamado hacia mí así que me metí a esconder en uno de los armarios

 

Admitió encogiéndose un poco mientras que apretaba los puños cerca de su barbilla mirando de forma tímida a la bruja que era más alta que ella y que la había estado cuestionando

 

-Lo lamento, sé que no debí de haberme escondido pero me dió mucha pena y como no te veía ni a ti ni a Sagitas no sabía que podía ser o cómo pedir ayuda

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En la PB. Con @@Hayame Snape Potter Black y @@Lisette Ryddleturn

 

Entré en la mansión, un poco preocupado. Tenía una sensación extraña durante aquel día. Tras todo lo que había pasado con mi hija, llevaba varios días sin trabajar, en la mansión...aunque parecía estar bien, a mi me seguía preocupando que pudiera tener algún tipo de secuela, o problema, o que se yo...

 

Sin embargo, había salido al bosque que rodeaba la mansión, un tanto preocupado. Y es que no encontraba a Fenrir. Había salido de casa hacía bastante, y ahora no daba con él, pero tampoco era capaz de dejar a la niña sola en casa, con aquella maldita sensación.

 

Y para colmo, al entrar en casa, sentí voces. Con la varita en la mano derecha, avancé despacio hasta la sala de la que salían las voces...hasta que entendí, lo que me hizo relajarme. Bajé la varita, y mientras la guardaba en el bolsillo trasero del pantalón, me acerqué a las tías.

- Chicas! No lo se, pero a veces tengo la sensación de que hace siglos que no veo a nadie. - dije, sonriendo de medio lado. - Estáis bien?

 

Percibí la mirada de Hayame, pero no supe distinguir si estaba preocupada, o solo era cansancio.

- Vosotras también tenéis una sensación extraña?

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