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Enterrando a nuestros muertos


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Mi respuesta a Matt fue rápida:

 

-- Cazarles, como asesinos que son, como promovedores de delito de odio, como incitadores de matanzas de muggles y como culpables iniciales de las respuesta de rabia de ellos hacia nosotros que nos ha llevado a la situación que estamos ahora. Cazarles, sí, y llevarles ante el Tribunal Europeo de la Haya si seguimos manteniendo relaciones con los muggles o a algún otro organismo internacional mágico que se haga cargo de tantas barbaridades.

 

Mi decisión en este aspecto era firme sólo que sabía también que sería una tarea ardua y peligrosa y no quería meter en riesgo a nadie de la familia. Xell había aceptado sin pensar y había aceptado su ayuda pues, como sacerdotisa, podría ayudarme en la tarea difícil de captar los pensamientos de las víctimas. Pero... ¿Cómo podía pedirle a @@Ela Karoline que hiciera lo mismo, como sacerdotisa, cuando ni era de mi familia, o al menos lo era muy lejana? ¿O cómo pedir a Matt que arriesgara su vida y la de su hija recién nacida en un asunto que sólo le afectaba moralmente, no directa?

 

Así, guardé silencio mientras ocupaba mi mente en pensar cómo hacerlo. Matt había informado que Hayame y Lissette estaban arriba, en las habitaciones. ¿Podría ponerlas a ellas también en peligro?

 

-- Has hecho bien en poner a Elentari a salvo. Aquel Elrond me cae bien. -- Fue la única referencia que le hice sobre su extraño amigo el elfo que vivía en aquel lugar paradisíaco y secreto del que apenas nadie había oído hablar. -- No tenemos muertos directos pero... ¡Hay tanta Muerte ahí fuera que duelen los oídos!

 

Sí, una referencia extraña para los que no fueran sacerdotisas hábiles que podían oír su lamentos y ver sus auras atormentadas. Xell llegó tan rápido como se había ido y le sonreí, satisfecha que hubiera puesto en buen recaudo el libro de nombres tan preciado.

 

-- Cazarles, querida Xell, a los malnacidos que han provocado la situación de clandestinidad a la que nos vemos obligados los magos para evitar la disposición de la ONU de ser capturados, a los que han matado impunemente, a los que han generado esta guerra insana y este odio hacia la Comunidad Mágica. Y...

 

Guardé silencio y apreté el brazo de la silla donde me sentaba. Alguien se acercaba.

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Salón de la PB. Con Sagitas y @@Xell Vladimir Potter Black

 

Reí ligeramente al ver como Xell se apuraba tanto, puesto que una regañina de Sagitas estaba a punto de caer sobre ella. Y eso no solía ser nada bueno. Así que la prima se apresuró a dejarnos solos para ocultar aquel libro.

 

Pero mi sonrisa tornó en otra diferente, una un poco más...sombría, por asi decirlo. Me gustaba lo que oía, cazar a los que estaban causando problemas, a los culpables del sufrimiento de nuestra gente y de tantas muertes. Cazar era mi especialidad, mancharme las manos de sangre para eliminar los problemas si era necesario. Y me gustaba ver que estaba dispuesta a ello.

 

- Deberíamos llevar allí a Ithilion, a SJ...a todos nuestros niños. Sería más seguro para todos ellos - dije. Elrond era un buen tipo, era de fiar y sabía que, aunque fuera un poco serio, cuidaría bien de los chicos.Aquel lugar seguía siendo seguro, aunque nos rodeara tanta locura y peligro.

 

- Hablamos de cazar, prima. Y creo qeu sería mejor comenzar cuanto antes. Dadme un nombre, dadme un lugar. Cuanto antes comencemos a buscar a esos malditos, antes acabaremos con todo esto.

 

Desvié la mirada hacia la puerta. Sentí pasos que se acercaban, así que me tensé, listo para saltar. Porque, aunque no tuviéramos bajas entre los miembros de nuestra familia, eso no nos libraría de un ataque en cualquier momento.

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Pocas veces veía a Sagitas tan firme en sus ideas. Así que cuando confirmó a quienes quería "cazar", suspiré con pena por ellos. Si la tía Sagis iba a por ellos, seguro que no tendría escapatoria. Tenía los medios económicos y humanos para ellos, las influencias para buscarlos, tanto las buenas como las malas, así que era mejor no llevarle la contraria. Además, creía firmemente en lo que ella decía. Toda aquella guerra, todas la muertes que hubiera en el conflicto y en la post-guerra con los anuncios de la ONU en contra de la comunidad mágica.

 

- Tenemos muchos testimonios en nuestro haber, primo Matt - le comenté - pero pocos nombres concretos acusatorios. Algunas víctimas sólo vieron sus caras y las podríamos buscar pero no tienen un nombre. Ellas no las sabían. Sólo conocemos los que ellas, las almas de las víctimas, nos han contado.

 

Aquello era muy laborioso, mucho trabajo que hacer aún para encontrar a los verdaderos asesinos pero, en la teoría de la tía Sagitas, lo concreto era que si Aaron Black Lestrange no hubiera levantado el secreto de la magia a los muggles, todo esto no hubiera ocurrido.

 

- La tía Sagitas quiere enviar a La Haya a Aaron Black Lestrange.

 

Pronuncié su nombre con cuidado y respeto. Aquel hombre parecía tener oídos en todas partes y hasta en la casa podríamos tener alguna escucha. Esperaba que no pero aún así bajé la voz. Sentimos pasos y todos se pusieron alerta. Yo sonreí ligeramente, aquella dulzura y aura rosa sólo podía ser de la tía.

 

- ¿Tía Ash? ¿Eres tú? (@@Ashley Peverell)

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Yo me envaré en el sillón pero noté como Matt se ponía alerta, con los nervios a punto de saltar y con la varita que parecía que iba a resaltar brillante para lanzar hechizos. La tensión duró unos segundos. Hasta Xell lo notó, sin embargo fue su voz la que me hizo reflexionar y "buscar" en vez de colapsarme. Mal íbamos si al primer ruido me envaraba y no buscaba soluciones rápida.

 

-- ¿Ash?

 

Olí el aire como si fuera un dugbog y sí, sentía la presencia dulce de mi hermanita. Siempre me olvidaba de su dulzura y paso suave, desapercibido. Aunque yo también sabía hacerlo si me lo proponía, en realidad mi presencia se notaba como si fuera la de un Erumpent en medio de una Tienda de Loza a la que se le haya olvidado poner un "irrompible". Solté el aire que estaba reteniendo y suavicé el agarre al brazo de la butaca.

 

-- Sí, es ella.

 

No percibí si entraba o salía pero sí que estaba allá, en la mansión. Así que, si quería unirse, no habría problemas, aunque... ¿Quién era ya para meterla en líos? Si se lo pedía, lo haría, que es lo peor que hay en esta familia: que sin pedir, te unes a lo que pase y a defendernos, sin cuestionar nada más.

 

-- Sí. En cuanto demos el paso hacia el exterior, hay que proteger a los niños. Si no dudaron en secuestrar a Harpo, imagino que no tendrán ningún reparo en hacerlo con nuestras criaturitas.

 

Había rabia en mi voz. El secuestro del Elfo era algo que no perdonaría nunca. Lancé un golpe de aire enfadado antes de proseguir la conversación.

 

-- Sí, quiero enviar a La Haya a Aaron Black Lestrange. A él y a todos los que como él han contribuido a tanta pérdida de vidas de todo tipo. Hemos de anunciarlo en el pueblo. Que se entere toda Ottery y toda Londres. Tal vez alguien quiera levantar su voz reprimida y unirse a nosotros. También es probable que suframos ataques pero... ¿Quién dijo miedo?

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Salón de la Potter Black

 

- El miedo es para los cobardes. - dije, riendo entre dientes.

 

Me relajé un poco al notar Xell llamaba a la tía Ash...era ella quien se acercaba hasta nosotros, pero me preocupó que Sagitas no fuera capaz de reaccionar....si, se tensó al escuchar los pasos, pero no fue capaz de reaccionar, lo cual me dejó pensando. Si nos atacaban, podría ser fatal...

 

- No importa lo que tengáis. Puedo rastrearlo. A veces una descripción es mejor qeu nada.

 

Miré a la rubia un momento, y que hablaba de Aaron con cierto miedo, en voz baja, tratando de que nadie la escuchara. Luego desvié la vista hacia mi madre, mirándola directamente a los ojos. No sería la primera vez que teníamos un desencuentro. Ya había sucedido en pleno comienzo de la guerra, donde habia llegado a enfrentarme con otros miembros del ministerio internacional. Yo era de aplicar la justicia necesaria, no de dejar qeu otros la aplicasen. Porque eso solía salir mal. Pero no dije nada, solo gruñí ligeramente, antes de terminar la cerveza de mantequilla. No iba a meter a Ash si ella no quería participar en todo aquello.

 

- Deberíamos llevarnos ya a los niños. Cuanto antes, mejor.

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