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Prueba de Videncia #22


Sajag
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Los sollozos se hicieron más fuertes en aquel apartado del Bosque. Al menos habían dos mujeres y varios hombres asustados que se abrazaban con miedo y en el suelo, sin saber qué hacer ante la amenazante figura de una Onryo.

 

- Yo... te maldigo... A ti te maldigo. Y a ti también te maldigo... A todos os maldigo por no haberme enterrado...

 

La figura también era femenina, así que las dos muchachas que se encontrarían con el grupo, por separado, verían a una fantasma vestida con un kimono blanco, largo hasta los pies, con pelo negro encrespado por delante de la cara de la que sólo eran visibles los ojos enfurecidos de la Onryo, amenazadores.

 

- Es un espíritu vengativo pero... ¡No sabemos por qué! ¡Ayúdenos, señorita! ¡Nos está matando!

 

Cada una de ellas, Xell Vladimir y Hayame Snape, deberían tomar una decisión: seguir su camino hacia la pirámide donde les esperaba el Arcano o ayudar a aquello pobres japoneses aterrados y dejar que murieran, para no llegar tarde a la cita. El Sol empezaba a abrirse camino, la oscuridad desaparecería de un momento a otro. La hora casi había llegado.

 

...

 

Sajag suspiró al verlas llegar. Ambas habían tomado decisiones terribles, acertadas o no, que él no iba a cuestionar. Si algo sabía el Arcano era que las personas toman decisiones propias y que son muy difíciles de tomar, para Bien o para Mal. Además, todos somos la suma de ellas y su resultado nos acompañará de por vida. Por eso, cuando las vio entrar en la Pirámide, les sonrió por un igual.

 

- Bienvenidas, la Luz ha regresado y vosotras habéis entrado. Es el gran momento. La toma de decisión más importante de vuestra vida: el decidir si queréis vincularos o no a la Habilidad de la Videncia. Ambas sois videntes, lo habéis demostrado. Ahora debéis decidir si queréis vincularos.

 

El Arcano de Videncia no hizo ningún movimiento pero dos velas blancas aparecieron delante de ellas.

 

- Tomarlas. Son vuestros anillos de novicios. A medida que la vela se agote, los veréis asomar. Para salir del Portal, deberéis llevarlos puestos. No podréis salir ante de tiempo, ni conseguirlos de otra manera por manipulación. Ahora, decir en voz alta, con sinceridad, ¿queréis cruzar el Portal? ¿Os creéis preparadas?

 

Sajag esperó sus respuestas y asintió. Ya sabía cuales eran desde que las vio por primera vez en sus Visiones. El Portal apareció y la luz de su apertura iluminó a los presentes en la Sala de Ouribos. Las velas se encendieron de forma mágica en cuanto su luz las alcanzó también a ellas.

 

- Ahí está vuestro destino. Si es vuestra decisión, cruzar el Portal sabiendo que es posible que no volváis a nuestro mundo.

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La bruja había estado siguiendo el camino de estrellas por un largo rato, sin detenerse mas preguntándose si en algún punto podría llegar al final de aquella travesía; estaba preocupada ya que era consciente de que el tiempo estaba transcurriendo de una forma en la que no podía medirlo con exactitud pero recordaba que lo que había aparecido en sus primeras visiones no era para darles un lapso de tiempo demasiado largo: seguramente estaban acercándose al final de su camino o este se esfumaría y no les dejaría volver a tomarlo nunca más y era justo aquello, lo que le estaba preocupando.

Y sin embargo, todavía sentía en el profundo de su pecho la incomodidad de lo que había sucedido apenas hacia unos momentos y sentía que no había salido del todo ilesa de aquella batalla...

Sobre todo porque...

Entrecerró los ojos y por un instante, le pareció sentir unas voces que la llamaban y que gritaban, provocando que se detuviese en seco dándose cuenta de que estaba a punto de ver una nueva visión; y sin embargo, no tenía sentido, solamente veía furia, sangre, dolor, no había una verdadera motivación por detrás de todas aquellas emociones e imagenes y al mismo tiempo, estaba segura de que estaban ligadas de alguna forma a los dos primeros seres que había enfrentado.

-Ya entiendo...

Dijo y frunció el ceño conforme las pequeñas estrellas que titilaban comenzaban a desaparecer, como si finalmente la energía que las tenía activas hubiera comenzado a agotarse; lentamente, estas fueron opacando su luz hasta que las sombras hizo asomo de su presencia pero al mismo tiempo, le dejaba a pocos metros de varias figuras que se revolvían cerca del suelo, abrazadas algunas y nerviosas otras, todas murmurando con pánico.

-Ayúdenos...

-Así que esta es la criatura que contaminó a las dos primeras -comentó la Snape para sí misma mientras que se acercaba a aquellas personas con gesto preocupado y se inclinaba sobre una de sus rodillas para ver a aquellas personas más de cerca -qué está sucediendo?... cómo ha pasado esto?

-Es la sacerdotisa... -gimió un hombre un poco más lejos de la pelirroja mientras que algunas mujeres se abrazaban entre sí -cuando falleció nos hizo prometer que enterraríamos su cuerpo debajo del toori del templo que había en nuestra aldea, pero... -algunas personas más gimieron de miedo y se encogieron -temíamos que si la alejábamos demasiado la mala suerte se establecería en nuestras tierras!... conservamos su cuerpo en un pequeño santuario en medio del pueblo pero tal parece que ella ha sido quien ha maldecido a todos finalmente y la peste está acabando con todos

Comenzó a llorar de miedo y se agachó para cubrir su cabeza mientras que algunos niños más lloraban con sus madres y la pelirroja se mordía un labio

-No cumplieron su último deseo antes de fallecer y por ello se los quiere llevar consigo al más allá -suspiró y cerró los ojos por unos momentos, torciendo los labios -viniendo de estas tierras, realmente no pensaron que sus espíritus están más propensos a este tipo de ira?... y no solamente eso, la furia de esta mujer ha arrastrado consigo a dos seres que suelen ser benévolos, contaminándolos y provocando que estos se volviesen malignos de igual manera

Se puso de pie lentamente aún con los ojos cerrados y aquellas personas orientales parecieron asustarse aún más

-No va a ayudarnos?

-Yo... -dijo aún con el ceño fruncido y la respuesta en la punta de la lengua cuando le pareció que les estaba viendo un poco mejor, provocando que esta voltease hacia la distancia con un fuerte escalofrío: la oscuridad era menor y sus ojos comenzaban a funcionar nuevamente, brillando con todos rojizos lo que solo podía significar una cosa.

El camino terminaría por desaparecer y nuevamente la luz tocaría aquellas tierras, acabando con su oportunidad de llegar a la pirámide

"Los Slytherins siempre pensamos por nuestro propio bien, lo que nos conviene, no somos Gryffindors para mostrarnos valientes y sacrificar algo que deseamos con todo el corazón" dijo su pensamiento, rápido como una flecha y en un primer instinto movió uno de sus pies, más que dispuesta a dejarlos atrás y ocuparse de llegar a la meta, conseguir su certificado como Vidente y solo dedicarse a regresar con su familia cuando al pensar en esta, le vino a la mente la imagen de su sobrina con tal expresión de decepción que la detuvo de golpe y la hizo emitir un breve gruñido.

Podía verla de una manera tan clara que casi se temió que esa fuera la realidad y que iba a chocar con esta de frente.

"Maldición"

Pensó al instante mientras percibía la mirada de su sobrina que le decía que más pronto que tarde volverían a verse y que su orgullo de serpiente se iba a ver muy dañado si en lugar de una felicitación, recibía aquella expresión; no había respuesta lo suficientemente astuta para ahorrarse aquella sensación desagradable y emitió un gruñido bajo, resignándose al hecho de que no podía permitirse que aquellas imagenes se volviesen una realidad.

Pero se daría prisa

-Bien, bien!! los voy a ayudar! -gruñó sin ver las miradas de alivio y gusto de aquellos aldeanos antes de que estas cambiasen por varias de pánico al escucharse una nueva voz en medio de todos

-Los ayudarás?... bien, supongo que maldecirte a tí no sería suficiente -la figura algo torcida de una mujer a la que el largo cabello cubría el rostro, se alzó por entre la multitud haciendo que la bruja se girase rápidamente recordando los ataques veloces que había tenido de las otras criaturas. Sin embargo aquella mujer sencillamente se quedó ahí de pie, como si pensara en lo que haría a continuación antes de comenzar a reír -te llevaré conmigo al santuario donde estas asquerosas criaturas me han mantenido por mil años, a ver si te gusta permanecer eternamente a mi lado!!

No había lanzado su cuerpo hacia la pelirroja pero si había extendido sus brazos dándo tal alarido que por unos instantes la hizo creer que estaba lidiando con una banshee más que con un espectro japonés; pero al siguiente momento había dado un gran salto hacia atrás puesto que había visto cómo se abría un hueco a sus pies, dirigiéndola inexorablemente hacia el santuario donde la amenazaba una eternidad de encierro.

Y casi podía verse nuevamente en el interior de aquel sarcófago de piedra, donde su familia la hubiese colocado alguna vez al pensar que había muerto cuando solo había hibernado.

-Maldita... me vas a hacer llegar tarde a la pirámide!! -exclamó la Snape con un humor de perros mientras que sacaba la varita y aquella criatura finalmente salía del todo de entre aquellas personas occidentales, alzando los brazos mientras que una poderosa oscuridad la rodeaba -mejor lárgate al mas allá antes de que las dos hagamos algo de lo que YO me voy a arrepentir!

-Tendrás suficiente tiempo para arrepentirte en la eternidad, a mi lado!

Replicó aquel ser lanzando hacia la vampiro varios largos brazos de oscuridad que se agitaban con afilados dedos, tratando de alcanzar el cuerpo de aquella bruja; maldiciendo y moviéndose tanto como podía, la pelirroja usaba todos los hechizos que recordaba de los libros que había estudiado, por muy inútiles que le pareciesen para aquellos momentos en especial, porque su propia energía no era luminosa. Ella sabía muy bien que sus energías eran oscuras y por lo tanto, no podía hacer retroceder tan fácil a aquel ser.

Y lo peor era que conforme pasaban los minutos, parecía que el cielo se aclaraba y que el camino se iba difuminando cada vez más, alejándola de la pirámide con la que pasaría su prueba final.

Gimió.

"No voy a poder con esto, debí de haberlos dejado atrás!"

Pensó con rabia para sí misma, incluso la expresión decepcionada de su adorada sobrina no iba a doler tanto como lo iba a ser el llegar a su casa, confesando que había reprobado aquella clase por haber tenido un golpe de decencia; nunca iba a tener los poderes luminosos de las sacerdotisas como Xell, Sagitas o los que la propia Ashley deseaba, así que...

El golpe que la dejó en el suelo había dolido y aquella criatura pareció relamerse la carne que había conseguido quitar del cuerpo de la vampiro

Que asco

-Yo nunca podré enfrentar criaturas de la oscuridad con mi propia oscuridad... -resopló bastante fastidiada, sintiendo su cabeza apoyada en una roca... y comenzando a sentir que su pensamiento se aclaraba debido al sangrado -yo tengo demasiada oscuridad... si... pero Xell no... -dijo en un tono de voz bajo y entonces, parpadeó suavemente dándose cuenta de que la respuesta, la había recibido desde el inicio de aquellas enseñanzas

En realidad, durante todo el camino, había estado visualizando la manera de terminar con aquel ser solo que no lo había podido interpretar

Probablemente iba a ser la única ocasión en que podría realizar aquello pero suponía, que era parte del poder de aquella linterna de piedra que les había guiado todo el tiempo y les hacía saber, que incluso en medio de la oscuridad siempre iba a poder haber algo de luz; se puso de pie de forma adolorida al tiempo que apretaba su varita en una mano y se daba cuenta de que si aquello no funcionaba, su cuerpo sería despedazado y nunca llegaría al final del recorrido

Suspiró profundo y cerró los ojos, sintiendo como aquella criatura gritaba y se le acercaba rápidamente

"Yo no tengo poderes de luz... pero Xell si..." pensó dando un largo suspiro mientras que se concentraba en ver a su sobrina, verla en su cabeza y de alguna forma, poder conectarse con ella. No estaban juntas pero al mismo tiempo durante todo aquel trayecto, el Ojo se la había mostrado guiándola de igual manera e inspirandola durante sus combates. No caminaban juntas pero sus corazones y su magia, si lo hacían y se conectaban desde un poder mucho más profundo y que apenas estaban desentrañando "Xell... donde quiera que estés... por favor, comparte conmigo un poco de tu luz"

Pensó lo más que pudo, esperando que su sobrina pudiese captar alguna Visión de ello y entonces, apuntó con su varita hacia aquel ser oscuro

Por Voldemort... esperaba que en realidad funcionara...

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-XELL!!

La emoción le había ganado y antes de siquiera pensarlo, había abrazado a su sobrina en la entrada de la pirámide como si no la hubiera visto en cientos de años; o quizás así lo sentía por lo duro que había sido aquel camino pero finalmente, sentía la tibieza de su corazón y ni siquiera se detuvo al sentir las punzadas que sentía por sus propias batallas:

Su sobrina estaba viva y a salvo y había llegado a la pirámide de igual manera y solo eso le bastaba para ser feliz

-Tu salvaste mi vida, sabes? -le susurró con un poco de complicidad mientras que sus ojos brillaban con intensidad -gracias. No tienes idea de lo orgullosa que me siento de ser tu familia... y de lo importante que eres para mí. Gracias a esto he descubierto cosas que no conocía de mi misma y de que, eres una inspiración para mucho de lo que hago sin haberlo meditado antes. Pero te prometo que trabajaré duro para mejorar y para que te sientas orgullosa de mí también

Le aseguró sonriendo por entre su rostro sucio por todas las veces que había caído, pero con un brillo emocionado y satisfecho al mismo tiempo

Un momento después, se giró para poder acercarse al Arcano junto con su sobrina y se inclinó suavemente con respeto

-Muchas gracias a usted también, maestro...

Hizo silencio y dejó que su sobrina hablase si lo consideraba, hasta que les pusieron a ambas un último trabajo: conseguir sus anillos de novicias y tomar la decisión de traspasar el portal, juntas, tal cuál como al principio habían llegado ambas a la prueba y como seguramente, seguirían enfrentando muchas más en el futuro.

Tomó su vela, moviendo la cabeza con agradecimiento y respeto hacia el arcano y entonces, caminó despacio hacia donde se notaba que estaría su salida y su ingreso a una nueva vida

-Estás lista?

Le susurró a su sobrina con la mirada clavada en aquel portal y tomó aire profundo, apretando la vela apagada entre sus manos y que parecía esperar a poder comenzar con aquella transición; las velas se iluminaron y la bruja sabía lo que tenía que hacer, conforme la cera comenzaba a derretirse para dar paso a los anillos y la pelirroja empezó a caminar suavemente, con el corazón golpeteando vacío en su pecho.

-Quiero cruzar el Portal -dijo con el tono más claro de voz que tenía, los ojos rojos hacia el frente y moviendo sus pies con la mejor seguridad que tenía -deseo llegar al otro lado. Estoy preparada para enfrentar las pruebas que el destino nos traiga y para tomar las decisiones que me permita el Ojo al mostrarme las cartas sobre la mesa. Quiero cruzar y utilizar este nuevo poder para poder seguir construyendo mi camino...

Dijo y movió una de sus manos mientras que se acercaba a aquella luz, introduciendo su dedo en el restante de cera para poder colocar el anillo de novicio en su sitio...

Y entonces, la luz la cubrió por completo, sin saber lo que vería del otro lado...

Porque al parecer, era lo único que el Ojo deseaba, que fuese una verdadera sorpresa...

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Aquel sentimiento de felicidad no duró mucho.Mi sonrisa parecía contagiarse de la que, estaba segura, llevaba la tiita Hayame en su rostro. Durante unos instantes, tuve una visión de mi tía con sus ojos vivos y un pensamiento bonito hacia mí. Como digo, no duró mucho. Pronto, esa visión se mudó en otra escena en que la tía, con ojos rojos como el fuego, se negaba a ayudar a alguien. Me quedé muda durante unos instantes en que dejé de verla. Sólo me quedó la sensación de rabia y de negación. ¿Qué había pasado? ¿O qué pasaría? ¿O qué no pasaría? ¿O sólo era una broma de mi mente cansada de tanta oscuridad y ruidos extraños?

 

- La Videncia es agobiante - pensé, siguiendo el camino de luces de velas. Fue entonces cuando pensé en aquel aviso que nos había dado Sajag, también en una visión. - ¿Ya habrá pasado la hora?

 

Como si me escucharan, las estrellas empezaron a apagarse. Es un efecto que conocía pues me gustaba ver amanecer en lo alto de la loma que bordeaba el pueblo. La luz del Sol, antes de que sea visible para el ojo humano, alcanzan las estrellas, que dejan de refulgir. Aún pasan unos cinco minutos antes de ver el alba. Son los momentos más oscuros de la noche, cuando ya no se ven estrellas pero el primer rayo del sol que anuncia el alba aún no ha cruzado el horizonte.

 

Sentí pánico. El Arcano había dicho que tendríamos que llegar a la pirámide antes que la luz volviera a los jardines del Colegio y ésta estaba a punto. Corrí a través de aquellas luces hasta que me di cuenta que las había perdido. El miedo se identificó, giré sobre mis pies y... No encontré nada que me guiara hacia mi destino final.

 

Quedé desconsolada al saber que no llegaría, que no sería una Vidente al no poder hacer la prueba... Fue en ese momento que sentí los gemidos. Alguien lloraba, alguien gritaba, alguien pedía ayuda. Me acerqué con precaución. Había un grupo de gente abrazada que parecían pedir perdón a alguien. No entendía bien a los japoneses pero sus gestos eran de arrepentiemiento por algo. Miraban en una dirección y vi una fantasma.

 

Aunque se parecía a la anterior-yo con la que me había enfrentado, ésta era diferente. Era una mujer acusadora y vengativa, que maldecía a todos.

 

- ¡Vete, esto no va para ti!

 

Los nipones, sin embargo, me gritaban ayuda y me pedían que no me fuera. Eso por gestos porque, en realidad, no entendía sus palabras. Sólo más tarde me di cuenta que sí les había entendido a pesar de la diferencia abismal entre nuestros dos idiomas.

 

- ¿Por qué les maldices? ¿Qué te han hecho?

 

- Ellos no, sus padres, me mataron y me escondieron para que nadie me encontrara; ahora mi espíritu perseguirá a sus hijos, sus nietos, sus biznietos hasta que me entierren. ¡Están malditos!

 

- Pero no es justo. Ellos no han sido.

 

- ¿Y te parece justa mi muerte? - El grito resonó con tanta potencia que nos aturdió a todos; ellos volvieron a gemir, las mujeres sollozaban.

 

Por supuesto, la escena me conmovió y, además, yo había perdido el camino a la pirámide así que sólo me quedaba esperar la luz del día. No tenía nada mejor que hacer, por lo que me senté en el suelo y miré a la fantasma.

 

- Si te ayudo... ¿Les dejarás en paz?

 

La mujer me miraba con ira, como si no me creyera, pero cabeceó en un gesto que interpreté como un "sí". Cerré los ojos e intenté "VER". No llegaba ninguna visión y empezaba a ponerme nerviosa cuando los gritos lastimeros me hicieron abrir los ojos. A punto de pedirles silencio, noté que la imagen era muy diferente.

 

Era de día, el sol estaba en el centro justo por lo que apenas había sombras. El rumor de un agua continua me daba sueño y quería cerrar los ojos. Sin embargo, había dos hombres japoneses con un sable de esos tan largos y afilados, típicos de los samurais, que sostenían contra una mujer. Era quien gemía. Si era la fantasma, es vida fue muy hermosa. Casi grité al ver que la atravesaban con una de aquellas armas y la sangre salía a borbotones de una herida en el pecho. Después, la sujetaban entre ambos y la tiraban al agua. De repente, ella sacaba una mano e intentaba asirse al borde pero otro la cercenó y le puso un pie en la cabeza hasta que dejó de respirar. Miraron a los lados y casi creí que me habían visto. Después se fueron.

 

Parpadeé y me di cuenta que ahora veía de nuevo a los descendientes de aquel terrible asesinato, en medio de un bosque no tan oscuro en aquellos momentos, pues veía las siluetas de todos y el resplandor de la fantasma. Suspiré con pena antes de pronunciar las palabras.

 

- Dos de vuestros ascendientes asesinaron a esa mujer a las orillas de un río caudaloso. Había un árbol de flores rosadas, muy frondoso, con un tosco asiento de madera a los pies. Cerca del agua había una linterna de piedra con unos símbolos tallados, parecía una flor.

 

- ¡La flor de loto! - gritó una de las mujeres. - Sé dónde está.

 

- Pues ir allá, en la orilla próxima, entre dos rocas grandes por las que salta el agua del río encontraréis el cadáver de la víctima. Recoger sus huesos y su mano y enterrarla con honores. Ella os perdonará si hacéis eso.

 

Miré a la fantasma para que corroborara.

 

- ¡Os perseguiré con mi maldición hasta que hagáis lo que manda la sacerdotisa!

 

Quedé admirada al comprobar que ella había notado mi calidad de sacerdotisa. Entonces, como magia, las luces de unas velas invisibles aparecieron de nuevo, indicando una ruta. Apenas eran visibles pero me dio esperanza.

 

- ¡Hacerlo y que...! ¡Que la Diosa os acompañe! - A falta de conocer sus dioses, serviría la mía, que era la de Todos.

 

Corrí muy veloz y la vi, la pirámide. Justo cuando puse los dos pies dentro, la luz del Sol iluminó todo el bosque y noté que ya no había bosque, eran jardines normales y, a lo lejos, la silueta del colegio de enseñanza mágica. Saludé al Sol con orgullo y alegría.

 

- ¡Lo conseguí! - grité al Arcano y a la tía, al verles dentro, en un espacio que ya había recorrido una vez, en mi anterior habilidad. - Ay, perdón, no quería gritar. Estoy muy contenta de veros...

 

Entonces, el arcano empezó a hablar.

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La bruja esperaba que todo hubiese terminado una vez que hubieran atravesado la luz pero tal parecía que aún había un último trabajo por hacer; y todo tenía que ver con el hecho no solo de darse cuenta de que para la decisión final tendría que estar sola sino que además sería lo que definiría si podría vincularse con su anillo o no.

Aunque estaba en una zona con luz, se podía ver que había una bifurcación hacia dos arcos, dos caminos que podría tomar y que la llevarían a un destino distinto.

Suponía -pensó- que si no era Vidente para esos momentos, tomaría aquel camino que la guiaría a donde perdería definitivmente cualquier conexión con el anillo que llevaba en aquellos momentos colocado en su dedo; giró este un par de veces, sintiendo el metal que lo conformaba y recordándose que aquella joya era tan solo un símbolo de algo que sabía, llevaba en su interior y no específicamente en un objeto.

 

Tenía que recordarse que aquel poder era algo que ya iba entrelazado con su magia y que el Arcano solo las guiaba para que supieran hacerlo florecer.

Como un jardinero que cuida y alimenta a las plantas en su jardín.

No sabía si Xell estaría pasando por algo similar pero la vampiro cerró los ojos y volvió a concentrarse, como lo hubiera hecho tantas veces durante las duras pruebas que le habían colocado todo ese tiempo; la oscuridad, los monstruos que tenía que sortear con las Visiones que le vinieran para tomar la decisión correcta, el sentimiento que siempre llevaba consigo de estar con su sobrina y que aunque se viera sola, nunca lo estaba realmente...

Tenía que tomar, un solo camino, una decisión...

Veía uno donde atravesaba y sencillamente, se encontraba sentada en su salón del hogar, leyendo algunos libros mientras una gran culpa la invadía... otra visión, donde ella misma señalaba una dirección mientras que el camino lucía mucho más difícil pero al final, sentía la suave voz del Arcano que ya sabía la decisión que tomaría y que solo aguardaba a que esta se llevara a cabo. Para cuando volvió a abrir los ojos, los dos caminos se presentaban delante suyo y solo tenía que saber, que recordar, cuál era aquel que la dirigiría hacia donde quería.

A donde la consecuencia resultara en lo que deseaba... o lo que el destino le indicaba que era lo que tenía que ser

Sin saber exactamente qué la guiaba, alzó el brazo y señaló hacia uno de los caminos y se dió cuenta de que justamente, se había visto a sí misma haciendo aquel gesto; a veces la Videncia era mucho más curiosa de lo que podía imaginar, por lo que tomando aire comenzó a andar a través de aquella luz, la zona que parecía que era un camino que la regresaría al exterior de aquel portal...

Y finalmente, cuando sus pies sonaron del otro lado, todo parecía haber regresado a los colores y a las luces normales, parpadeando varias veces para después girar la cabeza; había sido como salir de una especie de piscina de colores blancos y ahora, respiraba profundo mientras que observaba a la persona del otro lado y se preguntaba si su sobrina habría pasado aquella prueba final tranquilamente. Inclinó levemente la cabeza sin dejar de ver a la persona del otro lado.

-Así se siente? -preguntó mientras un escalofrío la recorría -así se siente el poder ver lo que podría suceder? -acarició el pequeño anillo de novicio en su dedo y respiró profundo

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Sentir la voz del Arcano provocó que el vello de mis brazos se erizara. Era cierto que había estado de poco, la Luz del Sol volvió a brillar justo en el momento en que conseguimos entrar en la Pirámide. Me pregunté que hubiera pasado si no lo hubiera conseguido pero, supongo, no hay que remover agua pasada ni jugar con lo que no ha sucedido. Aquella Habilidad era terrible; siempre pensé que no tendría muchas repercusiones y, sin embargo, cada vez que la usaba descubría lo importante que era la toma de decisiones.

 

Asentía en silencio cuando nos dijo que era el momento de decidir si entrar en el Portal. Por supuesto, yo había tomado mi decisión hacía tiempo, cuando había entrado en el bosque, tan lejano para mí pero sólo unas horas antes, en realidad... Por ello, no dudé en tomar la vela que me tocaba mientras la tía Haya tomaba la otra.

 

- Aquí están los anillos... - No era una pregunta, era una repetición como un eco a lo que había dicho el Arcano. ¿Por qué guardar los anillos dentro de las velas? - Estoy lista, tía Haya.

 

Mi voz demostraba más seguridad que la que yo sentía por dentro. Repetí el mismo gesto que había hecho ella, con la cabeza, signo de respeto, después repetí ahora hacia el Arcano:

 

- Estoy lista para demostrar que soy buena para Vincularme con el Anillo.

 

Si es que salía de la vela... Aún estaba dentro aunque se notaba un poco del aro con la vela que iba disminuyendo, poco a poco. La luz que salía del portal se iba haciendo cada vez más fuerte y casi corrí con miedo que se cerrara antes de que lo traspasar. Después...

 

Alguien me zarandeó con fuerza y me empujó a un lado. Casi me caigo.

 

- ¡No te pares! - me gritó el de detrás.

 

Era una gran cola que avanzaba rápido hacia algún sitio cuyo final no veía. Troté un poco hasta tomar el mismo ritmo de la cola. Llegamos hasta una recta donde había personas armadas con varitas. Con disimulo, busqué la mía y la tenía en el bolsillo, como siempre.

 

 

Los armados dividían a las personas en diferentes líneas que avanzaban a ritmo más lento ahora, se paraban un momento delante de una mesa, escogían algo que había encima y seguían hacia una puerta, por la que desaparecían. Pronto llegué yo y descubrí que eran cartas del tarot. Tomé una cualquiera y avancé, de prisa, sin mirarla. Tras la puerta, lo que encontré fue totalmente insospechado.

 

Un hombre que una vez fue rechoncho estaba atado en el centro de un círculo. Esculpido, una serpiente que se mordía la cola. Me recordaba algo aunque no estaba segura de qué era. Un hombre vestido con amplias capas de color negro miraba las cartas de las personas que le iban entregando, pasando después hacia otra fila que volvía a alejarse.

 

No entendía lo que sucedía pero aquel personaje me producía una sensación de pena. Sus manos pendían de argollas que le mantenían arrodillado en el suelo. A sus pies, velas iluminaban la escena para que todos pudiéramos verle. Alguien volvió a empujarme y entregué la carta a aquel hombre. Cuando quise seguir al resto, me sujetó por el brazo, tan fuerte que aunque tiré de él, no pude desasirme.

 

- ¿Qué carta es ésta?

 

- No... no sé... -Su mirada se hizo turbia. - ¿El Loco?

 

- Bien... ¿Y quién es ese?

 

Señaló al preso. Negué con la cabeza aunque entonces... Le vi..

 

Un hombre de rasgos hindúes y cara bonachona, algo regordete, sentado en posición yoguista sobre el césped,

sonreía ante mí y otra mujer a quien no recordaba tampoco y nos hablaba con voz agradable.

Nos hablaba de peligros, de escondernos, de no dejar que nos encontraran...

Y nos profetizó la muerte para todos si decíamos que éramos Videntes

a manos de un hermano que querría acabar con todos los Vinculados

 

Parpadeé muy confusa.¿Quién era aquel hombre y qué era lo que había pasado por mi mente?

 

- No, no sé...

 

- ¿Seguro, sacerdotisa...? ¡Atraparla y encadenarla junto a él!

 

El hombre nos hacía beber algo que nos haría olvidar todo para evitarnos la muerte...

 

- ¡Es Sajag, el Arcano de Videncia! - grité. La varita apareció en mi mano y ataqué, con furia, para defenderme y defender a aquel hombre, ya mayor, que me miraba con orgullo en la cara. Eso me dio más fuerza.

 

- Vete, sé lo que quieres ser. Sal de aquí si quieres vivir con el futuro que te espera. Déjame aquí... Coge lo que te falta...

 

Intentaba quitarle sus ataduras cuando él pronunció aquellas palabras. ¿Por qué no quería salir conmigo del Portal...?

 

Yo bebía un poco de aquella agua pero tiraba el resto para no descubrime. Me veía hablando con el Arcano al acabar mi prueba, llevando el Anillo en el dedo. Entendí enseguida mi Visión. En un rápido vistazo, descubrí la vela a sus pies que sería la mía. La cera aún estaba caliente pero conseguí el Aro de Videncia. Después, corrí, aún protegiéndome con mi varita, hacia la puerta por la que habían salido los de la fila antes que yo, aunque esta vez era más brillante. Salté hacia ella y supe que era, como había visto en mi visión, el Portal que me volvería a llevar al lado de la tía y del Arcano.

 

Choqué contra el suelo y me hice algo de daño pero no solté el anillo que llevaba en la mano. Respiraba de forma agitada y, desde el suelo, hablé con él.

 

- No pude salvarle... ¿Me perdona...? - Me puse el anillo y se lo enseñé a al tíita Haya, luciéndolo en la mano tal como ella hacía.

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El Arcano contempló el rostro de ambas pupilas con una gran expresión de orgullo en él, muy satisfecho de la actuación de ambas.

 

- Así se siente, querida Hermana, se siente así de mal, así de bien. Duele, satisface, preocupa... La Videncia es... exactamente eso, srta. Snape.

 

La sonrisa siguió latente cuando la otra chiquilla se disculpó tras la salida del Portal.

 

- No hay nada que disculparse, querida Hermana Vladimir. El Futuro es tan imprevisible como desconocido, lo que has visto puede ser, será o fue y nada puede cambiarlo. Lo importante es que lo conoces y puedes actuar según lo que sabes. La Videncia es eso, Saber, Conocer pero... ¿Actuar? Esas decisiones nos carcomen día a día. Pero... ¡Alegraros, Hermanas! Sois las nuevas Videntes aceptadas por el Portal y es un honor para mí saber que habéis aprendido a usar esta habilidad. Pero no os engalanéis con esta victoria; habrá días buenos y muchos días malos y la pericia de saber decidir qué hacer con la información la tendréis a base de práctica, de falla y de superaros.

 

Sabía que no les estaba ayudando mucho al exponerle los peligros de la práctica de la Videncia pero prefería pecar de cauto.

 

- Usar bien vuestros anillos - dijo, finalmente. - Ir a descansar, lo tenéis merecido.

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