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Juliens
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Continúan moviéndose hasta que llega un momento en que se ven obligadas a detenerse. La falta de equilibrio hace que la destrucción sea aún mayor. Pero no tienen más alternativa. Se vuelven a alejar. Han caminado por una senda demasiado larga, han causado demasiada destrucción como para que no valga la pena. Y, como nunca antes lo han hecho, forman un círculo y se toman de la mano; luego de unos segundos se sueltan.

 

Una explosión de energía es lo único que señala que el mensaje fue enviado. Se quedan inmóviles. Les cuesta concentrarse, pero es la única forma en que su presencia no será dañina para los magos y brujas que verán y escucharán el mensaje. Pero no pueden mostrarse tal y como son: etéreas e incontrolables. En su lugar indagan en las mentes de los elegidos: el aspecto que encuentran es confuso y no lo recuerdan. Pero también ven los tres regalos, tres armas poderosas.

 

Entonces los entes toman la apariencia conforme el objeto que ellos mismo crearon hace muchos años. No aparecen todos juntos, lo hacen uno a uno. El primero es a quien ellos llaman Thor, posteriormente Sombra y al final la Diosa de Avalón.

 

La presencia de Thor se muestra un segundo después de que varios rayos golpean el suelo, levanta a Mjölnir con una sola mano. Luego aparece Sombra, quien manifiesta su proyección luego de un segundo de total oscuridad; sosteniendo ambas manos levanta el Necronomicón, lo presenta. Y finalmente aparece la Diosa de Avalón. Las hojas de los árboles son quienes dan paso a su proyección. Imponente como siempre, blande en una de sus manos a Excalibur, la espada de luz original.

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Vera

Madeleine le indicaba por dónde se habían ido los entes que buscaban, pero Vera era incapaz de notar el rastro de su presencia. Era muy frustrante, pues daba la impresión de ella era la única que no se percataba de nada. El chico de la moto voladora parecía estar preparado para todo, al igual que la bruja del pelo violeta. Cuando el líder Graves confirmó que las presencias que buscaban habían estado allí, Vera se concentró de nuevo en sus sentidos, intentando detectar algún signo, pero no tuvo éxito. Resignada, pensó que era mejor prestar atención a lo más inmediato y Graves había establecido de forma clara el siguiente paso: debían irse de allí.

Dudó entre el Corpus Patronus que había invocado Madeleine y el segundo Abraxan conjurado por Graves y, finalmente, se decidió por éste último. Más que nada, le gustaban los caballos voladores. Ese era un gusto que compartía con Mackenzie, su mentora en toda aquella aventura de integrarse en la Orden del Fénix, además de en mil cosas más.

Justo al elevarse entre los árboles del bosque, vio a una mujer de pelo negro que no conocía, incorporándose al grupo que buscaba a los entes de poder. No fue capaz de escuchar las palabras que, en aquel momento, estaba dirigiendo a los que aún estaban en tierra. El viento aullaba en la noche, mientras el Abraxan y Vera se elevaban más y más en el cielo. La luna parecía agrandarse allá arriba y el bosque pronto se convirtió en una mancha oscura en el paisaje. De pronto, algo reverberó en la noche, más como una vibración en el aire, que como un sonido audible por oídos humanos. Se paró en seco y, al tirar de las riendas del Abraxan con fuerza, éste reaccionó con una cabriola y cesó su veloz vuelo elevando sus patas delanteras, para contrarestar la velocidad perdida, antes de comenzar a planear sobre la zona donde Vera había sentido la vibración.

Había algo más abajo, quizás tres figuras. No estaba segura. Se retiró la venda de los ojos y dejó a la vista sus horrendas cicatrices, en medio de las cuales, dos pupilas deformes estaban exageradamente dilatadas a la escasa luz de la noche. Mientras descendía planeando, las tres figuras se hicieron más notables. Eran imponentes y Vera notó en el acto una fuerza que se desprendía de ellas, como algo sobrecogedor que te impregnaba cada fibra del cuerpo. Particularmente, aquella figura con un impresiante martillo en la mano, resultaba inusitadamente cercana y poderosa para la joven bruja.

Y, de pronto, cuando se encontraba a escasos cien metros del suelo, las figuras desaparecieron. ¡Maldita sea! Podía haber enviado un patronus antes. ¿Adónde habían ido? ¿Dónde se habían metido? De cualquier manera, más valía tarde que nunca y, por primera vez en toda aquella misión, sentía algo, como un poder latante, un rastro que seguir, una presencia que la llamaba. Y supo en aquel momento que ese rastro procedía de la figura que había levantado el martillo. No sentía ningún rastro de las otras dos figuras que había sido capaz de vislumbrar por unos segundos.

Invocó a su patronus y un halcón de luz se materializó al instante. Lo envió hacia Graves con un mensaje.

- He visto a tres poderosas presencias. Una de ellas sigue por aquí, en alguna parte. Puedo notar un rastro de poder emanando de ella. De las otras dos, si siguen estando por aquí en alguna parte, no puedo sentirlas. Espero instrucciones.

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Hobb no se detiene a esperar. Asume que, al igual que él, las demás personas siguen con la persecución. Sigue las señalas lo mejor que puede, pues hay ocasiones en que estas desaparecen. No sabe exactamente cuantos continúan con la búsqueda, pero -aunque no los ve- sabe que si hay gente que acompaña en la búsqueda.

 

Y aunque vuelva, siempre se mantiene cerca del suelo. Volar es solamente una forma de moverse más rápido, porque desde que lleva siguiendo a las tres presencias no han elevado el vuelo en ningún momento. Se mueven ridículamente rápido aunque siempre lo hacen tocando al suelo. O al menos eso es lo que hacían hasta ese momento.

 

Por varios segundos pareciera que el tiempo se detiene. La energía de las cercanías aumenta como nunca antes lo ha hecho. Observa, lleno de incredulidad, tres entes que si conoce. Hay un momento de comprensión, de entender lo que están haciendo mal y lo que deben hacer. Hobb recuerda haberse unido a la Orden Oscura. En aquella época su propio espíritu estaba menguado, débil. Creía que existía una sola forma de hacer justicia. Sin embargo nunca entendió del todo lo que significaba ser un oscuro, siempre se sintió un intruso.

 

El caballo alado se asienta en el suelo, asustado.

 

Aunque él también está un poco asustado de observar la personificación del poder de tan cerca por primera vez desde que comenzó la búsqueda, también entiende todo lo que necesitaba entender. Las aguas de la vida son la representación de los tres dioses que han acompañado a los clanes de la Orden del Fénix desde hace ya muchos años. ¿Porqué esperaron tanto tiempo para mostrar su verdadera apariencia?

 

No obtiene ninguna respuesta. Y el tiempo se le acaba. Las tres figuras: Thor con Mjölnir, Sombra con el Necronomicón y la Diosa de Avalón sosteniendo a Excalibur desaparecen. Dejan de verse. Sin embargo no lo hacen del todo. Hobb deja de sentir a Sombra y a la Diosa, sin embargo la presencia de Thor se siente cercana, fuerte.

 

Están siendo guiados, por separado pero guiados al fin al cabo. Cada uno deberá tomar el camino que uno de los "dioses" le indique. Un camino de aprendizaje tanto para los magos como para el dios que busca aprender su nuevo nombre y su nueva apariencia para equilibrar la energía.

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MADELEINE


Sacude la cabeza, con una sonrisa de resignación. Está acostumbrada a esa reacción y está dispuesta a seguirla recibiendo; para ella, es más importante mantenerse fiel a sí misma que buscar agradar a los demás. La vida es demasiado corta como para preocuparse porque sus reacciones —razonables, como ella lo ve— sean las que los demás esperan de ella como señorita... O, en todo caso, como cual sea la etiqueta que le quieran poner. Por lo menos, aquel tema ya está zanjado.

 

Vuelve la mirada hacia Graves, quien está intentando aclarar el tema. Honestamente, Madeleine no comprende la lógica de sus palabras e ignora qué información tiene para sacar aquellas conclusiones. «Quien ser encontradas, pero tienen miedo». ¿Qué sentido tiene eso? Aunque ha estudiado más o menos lo mismo que un mago promedio y no se considera una completa ignorante, muchas veces duda de lo afilado de su mente. En pocas palabras, suele sentirse como una est****a: cuando visita a un arcano en Mahuotokoro, cuando mantiene una conversación con Eileen, cuando Graves intentó explicarle aquel tema tan surreal y sutil. No comprende la naturaleza de lo que buscan, sólo tiene una vaga idea de lo que son o lo que el líder teoriza que podrían ser. «Magia pura». Sabe que simplemente aquel no es su fuerte, pero muchas veces siente que debe destacarse en todo para ser útil para la Orden del Fénix... aunque poco hace al respecto, pues al intentarlo, termina más convencida de que simplemente no es buena para todo. Y así se repite el ciclo, una y otra vez.

 

Kaori es la última, hasta los momentos, en unirse al grupo. Normalmente los miembros de la Orden del Fénix acuden rápidamente al llamado y Madeleine sospecha que faltan más personas por llegar, pero no hay tiempo que perder.

 

La última vez que vio a Kaori, fue en la casa de campo de la familia Scamander. Aquella bruja, a la que apenas conocía, fue en busca de ella por algo relacionado a la Orden Oscura... Unos poderes extraños y desconocidos para ella, se manifestaron repentinamente. En aquel momento, Madeleine apenas fue de ayuda; aunque vio lo que vio, no fue capaz de reconocer que Kaori estaba manifestando los poderes de un verdadero oscuro. Ahora se siente un poco apenada, por no haberle hecho más caso. ¿Y si aquel fenómeno estuvo relacionado con el fenómeno que ahora investigan? ¿Y qué hay de los sueños que ella misma tuvo, de la tormenta helada y la forlaeza errante? ¿Y qué hay de su encuentro con Catherine, en El Refugio? No sospecha que las cosas hayan cambiado y no cree que sea lo correcto dejarla a su suerte. Si Graves tiene razón, entonces ambas están conectadas.

 

—Me quedaré contigo, Kaori, no creo que nadie sea una buena idea que alguien termine solo —responde.

 

Sutilmente, terminaron formándose tres equipos. Vera decidió ir junto a Graves, mientras que el mago de la motocicleta parece contar con la compañía de la bruja de cabello morado. Madeleine se pregunta si hay algo especial en todo eso... pero no le da demasiadas vueltas al asunto.

 

El hipogrifo permanece junto a ellas, al igual que el threstal conjurado por Kaori. Mientras que la bruja parece estar observando a los alrededores en busca de un rezagado, Madeleine observa a los —sin saberlo— paladines alejarse. En poco tiempo, aunque no han alzado vuelo, se pierden de vista. Comienza a sentirse ansiosa, pero tiene una corazonada: que se supone que debe mantenerse junto a Kaori. Junto a alguien como ella. Se mantienen en silencio por un rato. Madeleine intenta mantener los sentidos agudizados, pero lo único que percibe es cómo las presencias mágicas se alejan cada vez más hasta desaparecer. Se pregunta si las habrán perdido, cuando algo ocurre. Vuelve el rostro hacia su compañera, con los ojos abiertos como platos.

 

—¿Sientes...? ¿Percibes eso?

 

No puede explicárselo a alguien que no formó parte de la Orden Oscura, pero es algo familiar y natural. Una fuerza que las rodea, pero que ellas podrían tomar y usar.

 

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Sentía tal desazón encima por la huida de aquella familiar figura, junto a las otras dos que le acompañaban, que apenas hoy oí el tímido saludo de una desconocida. Mi mirada aún persistía en aquel punto en el que las tres energías, ahora sombras lejanas, habían desaparecido. Permanecía así, fuera del contacto de lo que me rodeaba, durante unos instantes pero... ¿quién dictamina cuánto dura uno? Para mí, la sensación de que había permanecido mucho tiempo paralizada en ese punto no parecía corresponderse con la realidad: cuando el susurro de palabras a mi alrededor me hizo girar la cabeza hacia los que hablaban, nadie parecía haber cambiado.

 

Estaban los mismos que antes, el líder de la Orden, la chica Moody, mi sobris Dick y una curiosa muchacha de pelo blanquecino-azulado a la que desconozco. Dick seguía recibiendo la llamada de atención por su moto y, de repente, tuve deseos de reír. Conformaban una curiosa mescolanza de presentes, cada uno con una característica diferente del resto, un motivo diferente para estar allá. Sólo la muchacha con venda en los ojos parece haber llegado atraída por el Patronus. Correspondí al abrazo de Dick y sentí el calor hermano de un miembro del clan de sacerdotes. Ese instante tuvo una sensación de brevedad pero el calor permaneció dentro de mí más allá del tiempo del abrazo y perduró aún mucho tiempo después. Pensé inmediatamente que si Cye Lockhart y Xell Vladimir Potter Black llegaran, ese víncul0 se hará casi palpable pero... ¿Habrían visto el Patronus de Hobbamock y se reunirían con nosotros? ¿Cuántos más sacerdotes y sacerdotisas quedan en el Clan?

 

-- ¿Seguirlos? -- Aunque sonó a pregunta, en realidad era una confirmación de lo que había dicho Madeleine. La respuesta del líder, sin embargo, provocó en mí un fruncimiento del ceño, pensando en lo que él decía. -- ¿Huyen pero quieren ser encontrados? ¿Huyen y analizan nuestros actos?

 

De nuevo, esa sensación de ser cuestionada, de estar caminando en una endeble ruta, haciendo equilibrios entre uno y otro lado, luchando por seguir avanzando sin caer durante el camino. En ese momento, me sentí irritada, con la furia rebelde que intenta gritarles que a mí nadie me analiza porque nadie tiene derecho a hacerlo. Sólo yo vivo conmigo misma y me recrimino mis actos. Nadie más. Pero ese instante (otra vez... ¿cuánto dura un instante? ¿Segundos...? ¿Siglos...?) pasó y bajé la mirada hacia el suelo, hacia mis pies, firmes ahora mismo tocando la tierra del bosque. Tragué saliva.

 

-- No pienso ir en moto, Dick. Deja ese trasto artificial por aquí. El sonido es... cruel.

 

No quise explicar qué significaba ese vocablo en aquel contexto. Los entendidos sabrían su significado; el sonido se propagaba por todas partes, asustando a los seres vivos del Bosque que estaban poco acostumbrados a las monstruosidades creadas por el Hombre. Tampoco expliqué porqué me descalcé, dejando mis pies desnudos sobre el suelo. Estaba frío y había hojas secas que crujieron bajo ellos. Las sacerdotisas solemos llevar finas sandalias cubriendo las palmas de los pies pero las mismas seguían en aquel baúl de la mansión, así que no encontré mejor manera de detectar la energía salvaje de la Naturaleza y de su diosa que con la piel desnuda.

 

-- Pues sigámosles, a ver dónde nos llevan.

 

Avanzar así, pies descalzos sobre la tierra, las manos extendidas tocando las plantas y árboles del Bosque, se me hizo delicioso. Había olvidado aquella sensación de caminar entre los campos floridos, el aroma de las plantas, el perfume arrastrado por el aire revoloteando en el pelo... Mis paseos por Avalon, invitando a la reflexión sobre la Belleza y la Crueldad intrínseca de la Vida; el poder de la Madre Naturaleza en todos sus actos, desde la metamorfosis de una mariposa hasta el temblor de un volcán... Todo aquello había quedado atrás con la lejanía de la Isla pero ahora volvía al sentir su energía bajo mis pies. Aún sabiendo que no estaba allá, en nuestro templo, volvía aquella sensación conocida de reconocer la vida en todos y cada uno de los seres vivos que me rodeaban.

 

-- Avanzamos, que no es poco -- dije en voz alta, mientras recorría aquel rumbo atraída por una fuerza que había sentido en otras ocasiones. No miré atrás porque me sentía impelida a no dejar ese paso de avance, ese ritmo que me acercaba al origen de nuestra energía. Aún así, me preocupaba no sentir a Dick. -- ¿Estás ahí? -- susurré.

 

Supuse que los otros compañeros, montados en aquellos animales, habrían llegado a Destino antes que yo pero me era imposible presentarme ante la Diosa esclavizando a una de sus criaturas sin antes haberles pedido permiso y, en aquel momento, me costaba pronunciar cuatro palabras seguidas. Además, caminar me acercaba más a ella. A los sacerdotes y sacerdotisas de Avalon no nos asustaban las caminatas largas si era en contacto con la Naturaleza. Era ella la que nos proporcionaba fuerzas para controlar sus poderes y ahora mismo me sentía capaz de caminar horas y horas si el premio era encontrarla a Ella.

 

Caminé hasta que la sentí "demasiado". Tras el golpe que me hizo pararme en seco, reflexioné que "aquello" que había sentido no había sido sólo nuestra Diosa sino algo más, alguien más. Recordé entonces que había 3 figuras juntas, las que vi en un principio, antes de quedar obnubilada por la esencia de Avalon, la que estaba siguiendo casi a ciegas. Tal vez aquel golpe de energía tan potente era más de un ente, más de un ser. ¿Y si aquellos tres...? ¿Cuántos clanes existían en la Orden...? ¿... Tal vez... Tres...?

 

No pude pensar más en ello puesto que el vello de mis brazos se erizó bajo mi ropaje y sentí un leve aleteo de levitación, como si algo intentara elevarme hacia un plano más alto que el presente. Si lo intentaba... tal vez conseguiría... Pero los dedos de mis pies siguieron rozando el césped, las hojas muertas, las agujas de pino, los restos de madera de tocones podridos... Los dedos de los pies me dejaron tocando tierra y me mantuvieron lúcida en aquel bombardeo de sensaciones casi insuperables. Cuando tomé conciencia que el momento había pasado, percibí algo más.

 

-- ¿Ma...? ¿Madre...?

 

Una figura, la Dama del Lago, sostenía Excalibur delante de mí. Quedé perpleja y confusa, casi me pareció que lo había soñado, tal vez un espejismo provocado por algo... Lo negué al instante. La había visto pero sabía perfectamente que no era mi madre Antara. Ella hacía tiempo que había perdido el camino y había dejado la espada en custodia en la mansión Potter Black. Así que..

 

Así que quien ahora sostenía la espada, de la que emanaba todo aquel poder, quien había sido capaz de sacar Excalibur de su escondite, burlando a los patriarcas custodios, Matt y a mí misma, tenía que ser la Madre Primigenia, el origen de Todo, de nosotros mismos, de la misma Avalon.

 

Tenía que se la Diosa.

 

-- ¿La...? ¿La has visto, Hermano? -- le pregunté a Dick, mi sobrino, suponiendo que estaba a mi lado. Todos los sacerdotes y sacerdotisas debían haber sentido aquella emanación de poder. Todos sabrían que ella había vuelto.

 

Y ahora había desaparecido. Me volví a sentir muy confusa.

Editado por Sagitas Potter Blue

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Vera

Era extraño. El aire tenía ahora un sabor acre, como el que se queda impregnado en el ambiente al templar metales en una forja. Conocía bien ese sabor, pues llevaba dos años ayudando a Oronhuk, el duende que le había dado trabajo en su herrería y por quien había decidido abandonar su vida errante y asentarse en Gales. Inspiró profundamente por la nariz, haciendo aletear sus fosas nasales y el olor que se introdujo en ellas tenía también el tono ácido de los metales, pero iba acompañado de algo más, algo como una tensión peculiar, como una descarga, algo eléctrico que provocó al instante que el vello de la piel de Vera se erizara. Sus deformes ojos notaron entonces una luminiscencia azulada recorriendo las copas más altas de los árboles. Su mente se encontraba tan embotada de nuevas y poderosas sensaciones, que apenas podía racionalizar lo que sentía. Haciendo descender al abraxan, se dejó llevar, sin más, por la fuerza de aquel poder que parecía llamarla, invocarla...

... Vera —El viento pareció susurrar su nombre y ella avanzó, como atraída por un imán, hasta internarse en un claro en medio del bosque. —... Veronika....

Vera descendió de su montura voladora y comenzó a andar entre los árboles, siguiendo a aquel poder que la llamaba, sucumbiendo a una atracción tan poderosa que tiraba de todas las fibras de su cuerpo, sin misericordia, sin darle siquiera la posibilidad de resistirse. Un poder penetraba en ella, mientras se internaba en lo desconocido. Y lo aceptó sin pensarlo, porque no podía pensar. Era una dulce seducción que consumía todo su pernamiento, dejándola a merced de aquel poder desconocido. Era más fuerte que ella, más fuerte que nada que ella hubiera conocido antes.... la llenaba, la desbordaba de energía, la hacía sentirse como si.... como si ella misma fuera a estallar...

—¡Noooo! —Un miedo primario, irracional, se apoderó de ella. Y, al instante, el rastro de aquella presencia sobrenatural se desvaneció. Demasiado tarde se dio cuenta de que había sido su propio miedo lo único dentro de ella misma capaz de resistirse a aquel poder, a aquella atracción que la llamaba y la colmaba de energía. Y, a pesar del temor que aún sentía, la embargó un agudo dolor por la pérdida.

Se sentó apoyada en un grueso roble, sintiéndose cansada y vencida. Había perdido el rastro. ¿Pero acaso era prudente encontrarlo? ¿Qué era aquel poder, aquella fuerza que la había hecho sentirse a punto de explotar en un haz de energía? Todo su pasado y, con él, su mayor miedo, habían acudido de golpe a ella cuando pensó que podía explotar. Igual que Sergei... igual que aquella noche junto al mar de Kara, cuando su pequeño hermano se había convertido en un sol envuelto en un negro manto de oscuridad, que lo arrasó todo a su paso. Todavía podía ver su querido rostro envuelto en unas llamas rojizas que estallaron, de pronto, en nubes de pura oscuridad. Aún podía sentir sus lágrimas cuando la noche se llevó a sus propios padres y a tantos vecinos, antes de que lo consumiera a él mismo para siempre.

 

La Tragedia de la Noche del Sol la llamaron los mismos vecinos que, más tarde, renegaron de ella; los mismos parientes que, obligados a acoger a una huérfana, la torturaron hasta obligarla a escapar. Veronika Karanov, la única superviviente de la Tragedia de la Noche del Sol, queda expulsada de Durmstrang.... Las palabras del Director del Colegio aún resonaban, punzantes y dolorosas, en sus oídos. Sintió deseos de llorar, pero las heridas de sus ojos le habían cerrado los lagrimales y todo su llanto se derramó en su interior, encerrando la amargura dentro de sí misma, como siempre ocurría.

Se incorporó al escuchar pasos en la cercanía. Alguien se acercaba y, cuando los pasos se detuvieron, Vera observó a dos figuras imponentes junto a ella. Una era la de Graves, su líder. La otra... la otra era indescriptiblemente hermosa. Y el poder retornó a ella.

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Editado por Mackenzie Malfoy
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Aún dormía cuando llegó el Patronus. Sin embargo, no fue el puma el que había perturbado el sueño. Me había quedado dormida en el diván de la Mansión Vladimir y tenía pesadillas. Creo que eran pesadillas pues me desperté llorando por la pérdida de algo que no encontraba. Tardé en volver a dormir; aún dormía cuando el líder de la Orden no envío su patronus.

 

Sin entender qué pasaba, entendí la urgencia de personarme donde él nos citaba. En el espejo, contemplé las ojeras oscuras que rodeaban mis ojos azules, lo que me hizo recordar aquel llanto que me había despertado antes. Había perdido mi hoz de plata, la que me hacía sacerdotisa; lloraba porque no la encontraba por mucho que buscaba en todas partes. Me lavé la cara para disipar los últimos recuerdos del mal sueño. En un instinto impredecible, me puse mis hábitos de sacerdotisa y guardé la hoz (no la había perdido, gracias a la Diosa Gea) dentro del bolsito de moke que até a la cintura, junto a las semillas de la manzana de Avalon. Sentí un ardor en el tatuaje que me había impuesto la tía Cye y me pregunté por el significado; hacía mucho tiempo que lo tenía, desde que la tía me llevó al templo sagrado en la Isla de Avalon, donde grabó el tatuaje de los 4 elementos en la espátula de la espalda. No dolió en aquel momento y, ahora, quemaba.

 

- Las veré allá - le dije al reflejo de mi misma en el espejo de la entrada a la mansión. Tomé una capa azul que llegaba casi el suelo. Hacía algo de frío allá fuera. Después desaparecí.

 

Cuando noté el destino de aquel Patronus, noté enseguida que habían otras personas allá. Casi todas eran conocidas pero las vi apenas un instante pues todos montaron en animales y desaparecieron demasiado rápido para poder distinguir sus nombres. Cuando me sentí mejor, sólo quedaban la tía Sagis y un chico que me parecía conocido. Aunque ya había estado antes en el Bando de la Orden, había vuelto hacía apenas unos días y aún no había tenido una reunión conjunta en la que presentarme.

 

- ¡Tía, espera! ¡Sagis!

 

La tía Sagitas avanzaba descalza, internándose en el bosque. Si el líder nos había hecho llamar, ¿por qué se iba montado en un animalito? También había dos chicas conocidas pero ambas también estaban sobre otro animal, creo que era un Thestral. Otra chica de pelo azulado muy claro también se iba montada y el chico conocido... estaba junto a una moto. Me sentía sola y por eso intenté seguir a Sagis.

 

Intenté seguirla. Algo me detuvo. Fue... No sé definir qué interrumpió mi persecución. Fue una sensación de energía pura que me golpeó como un puño en el estómago. No sentí dolor, ni incomodidad. Fue... sentir que estaba dentro del templo y que debía mostrar respeto ante el altar. Aquello era el Bosque, no había altares y me quedaba sola.

 

- Tía, espera! - Respiré varias veces antes de correr hasta la tía. Cuando llegué a su lado vi algo maravilloso que me llenó de espiritualidad, de paz, de amor por las criaturas, de felicidad... - ¿Es tu madre?

 

La pregunta iba dirigida a Sagitas. No se parecía a la abuela Antara, cuyo cuadro colgaba sobre la chimenea en la Mansión Potter Black. Aquella figura duró poco, muy poco, con la espada en la mano. Aquella figura me inundó de una espiritualidad que sólo había notado en el templo de Avalon.

 

- La he visto, Hermana - contesté yo aunque la pregunta de la tía no iba dirigida a mí. Después bajé la mirada con algo de miedo. Mis mejillas ardían de calor, por la fuerza de la energía que había recibido en aquella visión. - ¿Es la Diosa, tiita? ¿Es la Diosa Egea?

 

Cerré lo ojos para hacer un rezo interior, corto pero intenso, con el que saludar a aquella figura desaparecida.

 

- ¿Es la Diosa de Avalon, tía Sagitas? - repetí, con esperanza puesta en la respuesta.

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Ela Karoline era la prima desconocida de Cye, la nueva matriarca de los Lockhart, algunos de los pocos que la empezaban a tratar encontraban algunas similitudes entre ambas mujeres, algún rasgo físico o de carácter, pero eso no era todo, la pelirroja también era sacerdotisa, menos avanzada, segura y diestra, pero definitivamente comprometida con aquella parte de si misma que poco se había permitido explorar, ahora todo era distinto, la magia era parte activa y visible y podía ejecutarla con libertad.

 

Cuando los rumores sobre la presencia de energías más que notables se esparció secretamente, ella se intereso, ya había contactado con los líderes de la orden, por medio de la propia Cye, pero no los conocía ni había recibido señales de que la hubieran aceptado, ya se estaba desesperando, en su interior sabia que pronto seria momento de actuar y no quería quedar fuera, por otro lado, sentía una necesidad cada vez más grande de energía, pero no cualquiera, se trataba de algo interior que la arrastraba hacia lo desconocido, al punto de hacerla ignorar cualquier compromiso pendiente, cita o tarea, tenia que salir e ir, ¿pero a donde? de pronto sus manos parecian estar prendidas en fuego, uno real que no la quemaba, esta vez no se asusto, con el tiempo había descubierto que era su propia naturaleza como sacerdotisa que se manifestaba, entonces supo que lo que sea que la estuviera atrayendo tenia que ver con ello y con el Avalon desaparecido.

 

Parpadeo sorprendida, un patronus, el primer llamado de la orden que recibía galopada hacia ella con su luminiscencia característica, solicitando su presencia en el Valle de Godrik, entonces... habia sido aceptada, el corazón le latio a prisa, la sangre se agolpo abruptamente y un fuego parecía consumirla --¡Demonios! -- murmuró sacudiendo las manos y controlando el flujo de energía antes de provocar un accidente o de que alguien le viera.

 

Unos minutos después, la chica usando el medio más común, la escoba, llegaba al Valle de Godrik en busca de sus ahora compañeros, la cabellera roja no se notaba a primera vista pues la capucha de su capa de viaje color negro azabache la cubría, mientras montaba la escoba otro patronus llego, distinto mensaje, misma ubicación, era de Dick, el mago que desde su llegada a Londres había conocido y que casi veia a diario, la bruja arrugó el entrecejo, entonces el también era de la Orden del Fénix, que bien lo mantenía en secreto, pero por otro lado, le alegraba no tener que mentir al respecto.

 

Ya con su bolso de cuentas con hechizo expansor y montón de pequeño se frasco de pócimas, y demás cosas que consideraba indispensable, entre ellas, su varita, la misma que aquella mujer de cabellos violeta le había reparado. La escoba voló y voló hasta alcanzar el destinatario según los patronus, pero llegaba tarde, todos habían partido, al menos de allí, cerró los ojos y soltó la respiración sintiendo que además del aire se había quitado mucho peso muerto de encima, estaba lista para seguir el rastro energético, de al menos ocho personas, aunque había algo más poderoso... y entonces sigue volando.

 

--¡Chicas!-- grita de pronto desde su escoba en vuelo acercándose dos mujeres a las que no conoce pero esta segura que son parte de la orden --Perdón por la demora, los demás se fueron...-- dijo no preguntando sino asegurando y esperando que fueran suficientes palabras para que le proporcionarán más información, aunque seguía sintiéndose atraída por una corriente cual imán, que estaba más allá, inmersa entre árboles, tierra y pequeños seres.

 

 

 

@@Ellie Moody @@kaori Avery

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A decir verdad la poca experiencia de Dick le jugaba una mala pasada, principalmente porque sus conocimientos no eran tan profundos como el pensaba... Después de todo su padre nunca había profundizado en ese tema al parecer su relación con la diosa no era del todo amigable, pero alomejor era momento de limar esas asperezas, como su hijo, era su deber pagar con todas las culpas ya que eso era lo correcto, fue entonces que mirando a su tía sagitas caminar hacia el bosque descalza después del favor de dejar la moto de lado, el mago sencillamente suspiró y la dejo...

 

--Esta bien tía, solo porque tú me lo pides--

 

Decía el mago mientras se quitaba su casco y lentes comenzando a seguir el mismo camino que ella, pero no sin antes sacar un pequeño frasco de uno de sus bolsillos y destapandolo inmediatamente salió un hipogrifo en miniatura el comenzó a crecer hasta alcanzar su tamaño real, cosa que haciéndole una reverencia espero a que el animal hiciera lo mismo, resultando victorioso el mago le sonrió comenzando a acariciarlo y abrazarlo tal cual viejo amigo era y es que realidad el era un viejo amigo... Su primera criatura...

 

--Roger... Por favor necesito que me hagas el favor más grande que te eh pedido hasta el momento, necesito que te quedes aquí, puedes sobrevolar el área, ir a cazar pero en cuanto aparezca @@Ela Karoline necesito que la protejas... Deja que te monte... Y no hagas travesuras porfavor--

 

Decía eso mientras le daba un beso en su pico y acto seguido se adentro al bosque detrás de su tía, dónde comenzó a seguirla... Tenía una extraña sensación... De pronto todo el cansancio se había ido... Su cuerpo se sentía más ligero y apesar de las grandes distancias, el mago más no se cansaba... Ese era el poder de los sacerdotes?... Pero todo llegó a un punto crítico... Aquel poder sin igual... Cuando surgió... Cuando fue aquella mujer se había puesto delante de nosotros sin siquiera haberla visto? Que era esa espada que portaba?... Que... Que estaba sucediendo!!? Madre?... Era su abuela?... Luego vio como negaba... Era algo o alguien más... Talvez... Era a la que todos llamaban... Avalon?... La diosa?...

 

--Si... Si la Vi... Pero viste la imagen de atrás de ella? Era un arco... Como una especie de triángulo de piedra...--

 

Su padre hubiera podido dar más detalles... Su padre siempre veía todo... Ignoraba el hecho más grande para concentrarse en los detalles más simples que a la larga se convertían en los más importantes... Fue entonces que miro como una rubia @@Xell Vladimir Potter Black también nos había alcanzado... Se refirió a @@Sagitas Potter Blue como su tía... Lo que los hacia primos... Y tomándose el atrevimiento sencillamente la abrazo... Su mente no tenía la misma experiencia que la de su padre, así que el mago necesitaba un anclaje, algo que le ayudará a volver y terminar loco... Entonces pegando su rostro al cabello de ella sencillamente susurro un leve "Lo siento" y acto seguido dejo que su mente hiciera su trabajo...

 

--Por unas milésimas de segundo escuché una voz... No venía de ella... No veía sus labios moverse, ni mi mente ser invadida... Eran palabras sin sentido... Tha an dìomhair ann am brigit... En la aparición... Fragmentos de distorsión... Veía... Se veía... Cómo unas ruinas... Yo... No puedo... No... Logro conectar las ideas...--

 

Fue entonces que comenzó a sudar frío... Apretó algo fuerte a la señorita Xell hasta el punto en que no pudo más y se desmayó... El mago jamás había experimentado tanto poder en unos instantes... Y esa había Sido su capacidad... Tal vez el nunca iba a ser tan bueno como su padre... Talvez Sherlock lo debió de haber dejado morir en aquel callejón cuando era apenas un niño... Solo talvez... Todo eso era una mala idea...

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¿Estaba haciendo lo correcto? No podía dejar de cuestionarme y aun así no estaba dispuesta a dar un paso atrás en mi decisión. Me tomó tiempo llegar a donde me encuentro, mentí a mi familia, a mi antiguo bando por el cual ya no sentía fidelidad, pero al cual seguían perteneciendo todos ellos y de alguna manera guardaba un tipo de vinculación, mis intereses habían cambiado y con ellos tenía nuevas ambiciones. ¿Y mi alma? ¿Seguiría siendo la misma o también sufriría algún tipo de transformación? Eso me asustaba, me daba miedo cambiar de repente todo lo que había sido hasta el momento, ahora que transitaba por ese nuevo camino y a pesar de que cada día me convencía de que esto era lo mejor para mí, me daba miedo el cambio en ese sentido. Lo curioso de todo es que pese al miedo, no quería mirar hacia atrás, necesitaba salir de mi zona de confort, necesitaba experimentar otro tipo de poder y estaba convencida de que en la Orden del Fénix iba a encontrar eso que me hacía falta.


El lado oscuro me hizo un llamado natural al que tenía ganas de responder. Desde mi llegada investigué sobre el pasado de los miembros del bando y descubrí que los clanes eran parte de su historia. Los sacerdotes, paladines y oscuros, así los llamaban, cada uno tenía poderes únicos que los hacían superiores al resto en diferentes sentidos. Por supuesto mi primera opción fue optar por el camino ya conocido para mí, pero eso sería muy fácil, se suponía que estaba en un proceso de cambio en el que los retos serían mi principal motor. ¿Qué tipo de persona sería si me iba por lo que sabía que podía dominar? ¿Alguna vez había luchado contra mi naturaleza? No, desde siempre me dejé envolver por la oscuridad y debo confesar que me encanta, no conozco otro modo de vida, allí no tengo que controlarme, no temo demostrar quién soy en realidad, pero jamás he tratado de luchar contra ello. ¿Y si por hacerlo me estuve privando de otro tipo de poderes? Conforme más lo pensaba más me convencía de que era así, por lo que descarté la opción de este último clan y me incliné por los Paladines.


Pero eso apenas era empezar... No tenía conocidos dentro del bando, ni mucho menos aliados. O bueno, capaz si tenía una, pero tenía que aparentar que no, ese había sido el trato. Para llegar a ese poder anhelado debía pasar por una serie de pruebas aun desconocidas para mí, debía encontrar el lugar donde me presentaría ante las tres figuras que poseían esa fuente de poder y demostrarles que era merecedora de tan importante regalo, pero ¿por donde empezar? Mis investigaciones me llevaron por distintos lugares que no creí que volvería a pisar, incluso terminé en aquella prisión de la cual había sido prisionera en varias ocasiones cuando me enfrentaba a ellos y fue muy extraña la sensación de pisar aquella edificación y sentir que ahora era parte de su grupo. Aun no me había presentado formalmente, tan solo necesitaba que pensaran que no era peligrosa para ellos y que me dejaran permanecer lo suficiente como para lograr mi objetivo. Estaba sola en esto, la única que conocía realmente mis intereses era yo. Fue entonces cuando lo vi, un patronus que llegó justo a donde me encontraba.


Sonreí, mirando el antebrazo donde portaba aun la marca tenebrosa. Aquel llamado era más amable, al contrario del escozor de la marca que te recordaba las consecuencias y castigos a padecer si no acudías al llamado, este se sentía más cálido. No dudé en seguirlo, al menos me llevaría a algo porque ahora estaba perdida. Fue un largo camino a recorrer, uno que decidí seguir a pie para no perderme ningún detalle de lo que me rodeaba, cuando finalmente llegué me di cuenta de que un pequeño grupo ya se había formado alrededor del líder, para cuando me terminé de acercar, varios se habían marchado en un Abraxan, excepto por dos persona.


--Me parece que llegué tarde --dije muy despacio a las dos mujeres (@@kaori Avery y Madeleine). Veo que hay un Abraxan que espera por alguien y le pregunto si lo puedo usar, ya que no me quiero quedar atrás. Agradezco su ayuda y me subo al lomo del animal, confiando en que me llevará justo hasta donde quiero. En el camino veo también un patronus en forma de Halcón que pasa delante de mí, pienso que de seguro lleva un mensaje y decido seguirlo.

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