Prueba del libro del Caos

[Bakari]

—Es hora del duelo.

 

Había afirmado a la fémina, segundos después de que ésta lograse apagar las llamas en su vestido. Al mismo tiempo los directivos estarían poniendo al corriente a su antiguo alumno para que se presentase en las coordenadas que él mismo garabateó en un papel, que luego ató a la pata de un cuervo, para que el enfrentamiento se diese sin problemas. Había enviado a Lucrezia a las instalaciones de La Academia, puesto que él no contaba con espacio suficiente para que descansara, por lo que pasó unas cuantas horas solo hasta que el momento llegó.

 

Nuevamente empleando el haz de la noche se trasladó hacia el escenario. Total y completamente diferente al que le tuvo preparado a Ryvak, o para nada similar a la calurosa plaza donde recibió a Di Médici. Aquel sitio era dulce, pastel, delicado, cualquier persona de buen corazón tendría lástima por destruir siquiera un trozo del parque de juegos Londinense que Bakari recreó para sus alumnos.

 

Un precio parque con juegos infantiles del lado izquierdo. Columpios, resbaladizas, sube y bajas, y pasa manos; los niños se volvían locos allí. El cielo sobre sus cabezas era de un perfecto celeste pastel, las nubes parecían comestibles y los pájaros silbaban melodías pegajosas. Los árboles eran altos y frondosos, de verdes hojas y coloridos frutos. Las flores eran el acabado perfecto, así como el liso y mullido césped que pisarían. El aire apestaba a jazmín, vainilla y lavanda.

 

Pero el Uzza no quería que absolutamente todo fuese perfecto, por lo que transformado su vara de cristal en un largo bá.culo, cercó un perímetro de doce metros, formando una circunferencia, con largas lenguas de fuego. Tanto Anthony como Lucrezia aparecerían dentro de ese perímetro, y no podrían salir por las buenas. Únicamente habría un vencedor, y cuando el escenario así lo dispusiera, las llamas mermarían para que Bakari viese al ganador.

 

 

°°°°°°°°°°

Reglas

 

No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por lo tanto, la regla de hechizos impactados desaparece.
Duración del duelo: Del 18 de Febrero al 27 de Febrero
Nos guiaremos por las reglas de duelos existentes.
Hechizos: Neutrales, Graduados, y los Libros de Hechizos hasta el Libro del Caos (Con especial énfasis en este último).
Están prohibidos los Off
Consultas, dudas o sugerencias, al topic del Libro del Caos

Leer:

°Al tercer posteo de cada jugador aparecerá desde el cielo un hipogrifo furioso, dispuesto a atacar. La criatura puede ser sorteada consumiendo una acción para poner en práctica los libros de poder, o bien puede saltarse mediante rol.

°Al quinto posteo solo podrá utilizar hechizos de tipo rayo

°Quien realice el post N°7 en el duelo (contabilizando todos) será picado por una avispa africana que escapó de un centro apicultor cercano.

 

 

@@Anthony Ryvak Dracony @@Lucrezia Di Medici

Editado 19 de Febrero del 2020 por Niko Uzumaki

[Anthony R. Dracony M.]

1d10

Rueda del Caos

[Anthony R. Dracony M.]

Ha aguardado el Dracony hasta el momento en que fue convocado para llevar acabo ese combate, por la intención de vincularse al Libro del Caos. El mago no había dimensionado la magnitud tan enorme de posibilidades que el Libro otorga en los duelos, hasta el momento que comenzó a tomar la asesoría impartida por el guerrero Bakari. Dracony se siente deseoso de volver a utilizar las fuerzas del Caos, aunque aún nadie de los integrantes de su nuevo grupo le ha asesorado y en verdad el muchacho necesita mucha ayuda para entender como manejarse en duelos, pero aún así, tan “verde” como se halla en la actualidad, decide continuar, necesita mucha practica y tan buen momento es este como los que puedan presentarse después.

No se tardo demasiado en alistarse, le agrada usar botas de piel de dragón (ya que es su criatura favorita) camisa verde esmeralda y el resto de su vestimenta en color negro, al igual que la capa que usa sujeta sobre su hombro izquierdo dejando libre el derecho, esa capa le gusta utilizar porque tiene un bolsillo interno en el que guarda los implementos mágicos adquiridos durante sus estudios mágicos, al cuello lleva dos de esos colgantes mágicos y de los anillos tiene puestos dos.

 

En cuanto recibió aquel mensaje de Bakari, tomo de la pata del cuervo que llegó a él, la nota para saber las coordenadas del sitio a donde debe acudir, era posible que denotara su ansiedad por iniciar aquel encuentro (después de todo, no había participado de la clase, así que el tiempo se le antojaba que iba demasiado lento… ahora era el momento de la verdad para él).

 

Utilizó un fulgura Nox para llegar con rapidez a la locación, se adentro al portal mágico y cuando llegó del otro lado, se extrañó al ver que era un parque de juegos infantiles… por fortuna sin un alma a la vista, pero no solo era eso lo desconcertante, también una circunferencia de fuego cuyas lenguas eran muy altas como para saltarlas, delimitaban el área donde tendrían que batirse en duelo. Alzó los hombros, doce metros era buena distancia, así que no tomó aquello como preocupante, lo primero era hacer la reverencia (igual que le enseñaron sus maestros de duelo, los que fueron muchos por cierto, habiendo crecido en un lugar donde nunca vio la magia, había mucho que desconocía y que le dificulto su aprendizaje). Segundo punto, era iniciar el duelo, así que invoco la Rueda del Caos…con atención miro aparecer el número en el aire…este era un 8 lo que significaba que su ataque sería el doble de potente de lo normal:

 

--Cinaede-- su oponente tendría que actuar más rápido que el veneno que le tapaba las vías respiratorias.

 

[Lucrezia Di Medici]

1d3-2

[Lucrezia Di Medici]

Miró con cierto recelo el lugar a donde Bakari los había convocado para el enfrentamiento protocolar que requerían sus superiores para probar el conocimiento de los libros de hechizos arcanos ¡El mal gusto de los guerreros Uzza era supino! Claro, existía cierta ironía manifiesta en plantear como escenario un típico parque de niños londinense, con sus respectivos juegos y áreas abiertas. El vaivén de la luz proyectada por las llamas que encerraban a ambos alumnos iluminaba todo a su alrededor mientras que el calor resultaba una advertencia de las consecuencias para quien atravesase en mural de fuego. Luego de su fallido entrenamiento con Bakari decidió prescindir de sus hermosos vestidos victorianos y utilizar en su lugar su ajustado uniforme de equitación: botas de lustrado cuero negro que se extendían hasta debajo de sus rodillas, simples pantalones negros ceñidos a sus delgadas piernas y una camisa de impoluta tela blanca que remarcaba la forma de su prominente busto.

 

Concentró toda su fuerza vital y su mente en invocar al omnipresente Caos, siempre presto a asistirla en situaciones complejas como la que enfrentaba. La relación entre el Caos y ella era primitiva, incipiente, casi virginal. Lucrezia sabía que aquella fuerza superior era caprichosa e impredecible; era consciente también que entablar un medido lazo con ella era primordial en su objetivo de ganar influencia en el mundo mágico para moldearlo a su gusto. Aquel duelo al que había sido empujada por la burocrática Academia era apenas una prueba nimia frente a lo que el futuro le depararía una vez fortalecida su conexión con el Caos. Elevó su arma mágica y apuntó directamente a Anthony, que había tomado la iniciativa de atacarla con un movimiento típico de cualquiera que hubo desbloqueado los poderes del Libro del Equilibrio, un punto de inflexión en las capacidades de los magos y brujas.

 

- Ah no ¡Eso ni lo intentes!- exclamó la joven aristócrata con un tono divertido y totalmente descontracturado, esperando que su rival la escuchase con claridad pese a los casi diez metros que separaban a uno del otro.

 

Sin sopesarlo más, pues el tiempo apremiaba y la idea del gas ahogándola la espantaba, invocó a la Rueda del Tiempo. Apenas un segundo pasó antes que su mirada descendiera, expeditiva, hacia el suelo y una muy leve sonrisa se dibujara en sus carnosos labios ante una revelación por demás satisfactoria: el Caos estaba a su favor. El paso natural del tiempo se había quebrado y el anterior ataque de Anthony había sido anulado. Sin el efecto del Cinaede amenazando con tomar de lleno sus pulmones, la blonda italiana decidió replicar el ataque de su rival con irónica exactitud. Apuntó directo al pecho del Ryvak pese a saber que su siguiente movimiento no necesitaba de una puntería exacta, algo en lo que era habilidosa. Sus azules ojos se clavaron con firmeza en los de su rival, expresando en su mirada una invitación a un enfrentamiento más intenso. El desafío era explícito.

 

- Cinaede - susurró Lucrezia, con un hilo de voz que condujo toda su fría altanería a la perfección.

 

La punta de su blanca varita apenas emitió una tenue luz verdosa que cumplía con el único objetivo de demostrar la correcta invocación del hechizo. Un venenoso gas, extraído de los pétalos del pensamiento, comenzó a materializarse en el suelo sobre el que se erguía Anthony. Lentamente se elevó hasta rodearlo por completo con su abrazadora ponzoña y penetró en sus vías respiratorias, entorpeciendo su respiración y desequilibro el correcto funcionamiento de su organismo. Si su rival no tomaba las medidas pertinentes con suma pericia el gas se concentraría en su sangre y terminaría por matarlo. Lucrezia sabía que la presencia de Bakari era una garantía para la supervivencia de ambos así que evitó

[Anthony R. Dracony M.]

1d7

Señor del Caos

[Anthony R. Dracony M.]

El Dracony miraba el actuar de la bruja, por el poder del Caos su hechizo era crítico, así que la vio hacer un intento que quedo en nada, ella al darse cuenta volvió a enarbolar su varita Dracony aprovecho esos segundos lanzando un hechizo mientras ella invocaba por segunda vez las fuerzas del Caos, era cierto que el Dracony no podía adivinar que fuerza del Caos invocaría, así que lanzo uno de los hechizos que mejor le ayudaría en ese momento:

 

--Maldición -- Pensó instintivamente el mago y justo a tiempo logro que la italiana no lograra pronunciar debidamente su hechizo, (Cinaede ya que el otro fue invocado de forma mental.) ella se había librado del ataque que le envió el Ryvak con una rueda del tiempo a su favor, pero él la había maldecido haciendo que su pronunciación fuera mala y derivó en una versión rídicula de la original, sin ningún efecto real sobre nadie.

 

Hay que utilizar las fuerzas del Caos, mejor si se invocaba a uno de los Señores del Caos, ejecuto el Ryvak la acción y el azar se encargo del resto:

 

-- Señor del Caos-- En el aire se formo con claridad un 1, después se desvaneció para dar paso a un Ciclope, un gigante formidable que estaría al servicio de su invocador, el cual ya tenía elegida su siguiente orden:

 

--Golpeala con tu mazo sobre el suelo -- El ser inmortal obedeció y blandiendo su arma la descargo sobre la mujer rubia.

[Lucrezia Di Medici]

1d7

[Lucrezia Di Medici]

Su lengua golpeó contra lugares incorrectos de todo lo que conformaba su boca y su pronunciación del hechizo que había invocado sobre Anthony falló estrepitosamente, pues “Cimeado” no era nada más que una ridiculez. <Inteligente> afirmó Lucrezia en su fuero interno al ver como su rival utilizaba con gran pericia la maldición del libro de la sangre. En base a su intensa educación aristócrata encerrada en un claustro, su propia cabeza a priori tendía a subestimar a los hombres a los que solía enfrentarse en duelo; en aquella oportunidad, intuyó con naturalidad, tal vez se había equivocado. Le regaló una ligera sonrisa al Ryvak que logró transmitir, en un simple gesto, su aprobación.

 

- Lo haces bien…- exclamó, con un tono genuino en su suave voz- Vamos a ver cómo te sigues defendiendo, Antonio.

 

Arena del Hechicero pensó Lucrezia un segundo después de referirse burlonamente a su contrincante, alterándole el nombre al castellanizarlo. Su voz interior pronunció aquellas palabras con altanería, reservándola solo a ella misma. Entonces admiró, exhibiendo su sorna sin pudor, el efecto de su hechizo: Las cenizas, reducto de una persona consumida por fuego mágico, se alzaron debajo de Anthony y ascendieron rápidamente hasta su rostro hasta llegar a sus ojos. La momentánea ceguera le impediría al hombre dar en el blanco con sus hechizos. La anulación de los sentidos era el arma que Di Médici mejor sabía aprovechar en situaciones semejantes.

 

La joven aristócrata se movió unos dos metros hacia la izquierda, corriendo de lado, en el instante justo en que su oponente invocaba un Ciclope. Sin embargo, éste se quedó parado sin entender las órdenes de Anthony. Lucrezia lo comprendió en un instante: aquel ser solo podía atacar con hechizos propios de ciertos rangos de la Marca Tenebrosa y la Orden del Fénix, más no con su fuerza física o un mazo que en realidad no poseía. Recordó, incluso, el apartado del libro en el cual ello se aclaraba. Complacida por el pequeño error de su rival, uno que sin duda aprovecharía, decidió tomar la iniciativa nuevamente. Desafiada por la imprevisibilidad del Caos decidió replicar su ofensiva.

 

- Señor del Caos

 

La fuerza superior se pronunció, siempre determinante, cuando una delicada ninfa de luz se materializó junto a su invocadora. La blonda italiana apenas dedicó un par de segundos a admirarla pues la urgencia y la adrenalina generada por la situación la reclamaban: aquel lumínico ser, de aspecto delicado y pacífico, se posicionó a su lado. La luz que emitía era cálida y abrazadora, haciendo más que evidentes sus cualidades curativas que ciertamente aun no precisaba ¿Cuánto duraría la presencia de aquella invocación a su lado? El libro del Caos lo especificaba; ella ciertamente no lo recordaba. Sin duda, la ayuda del Caos sería invaluable para el desarrollo del duelo y un inevitable triunfo que estaba al caer.

[Anthony R. Dracony M.]

1d10

Rueda del Poder