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Juliens
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Escucha a Nathan y Scarlet y asiente con la cabeza, no queda mucho más por decir, tienen que moverse de allí lo más rápido posible, pero de repente siente como si el piso se moviera de alguna manera, no es que se sienta mal, pero siente que algo malo va a suceder ¿o es solo un miedo repentino salido de quien sabe donde? se encoge de hombros y se dispone a seguir a sus compañeros, tiene que dirigirse a donde ellos fueron por dos razones: Ginny le cae bien y necesita saber que nada malo le pasó, no sabe porque pero usar la casa de los Potter y no encontrar a Ginny sería algo catastrófico y la haría sentir super mal, así que espera que esté viva y bien, por un momento se pregunta si no estarán yendo a una trampa y lo dice en voz alta esperando que todos los presentes consideren su idea como valida.

 

- Vamos allá y si Nat tiene razón entonces nada de planes, por lo demás creo que podremos estar yendo a una trampa así que con cuidado, entiendo que tenemos que ser cautelosos y rápido, dos cosas que se me dan bastante bien, por el resto creo que tendremos que estar alerta, no sera una misión fácil así que varitas preparadas y alerta permanente todos ¿si? así que vamos allá, espero que enserio logremos encontrarla o no se con que cara veré al señor Potter si no la encontramos con vida - Les digo a los que aún están presentes, mientras me paró y me dirijo a la puerta -

 

- Tienen razón estoy segura que encontraremos Abbadon en un dos por tres, será pan comido encontrar el lugar, lo que si me parece extraño es que la quieran a ella en particular, así que más vale que vayamos con mucho cuidado, se que lo super repetí pero de verdad, que si pudieron con Ginny, vayamos con pies de plomo y mucha sabiduría ¿si? y me dejo de divagar y vayamos allá - Digo entusiasmada abriendo la puerta y desapareciendome hacía el lugar en cuestión -

 

Mientras miro a mis demás compañeros en el remolino violeta en el que me encuentro para ir al lugar, tengo un solo pensamiento feliz y es que el estar todos juntos hará que la misión sea del todo sencilla, solo espero que nada malo suceda y que no haya ninguna sorpresa en el camino, porque con un escalofrió recuerda como siempre había sorpresas a donde quiera que fueran, sabe que ser miembro de la Orden tiene eso, que pareciera que siempre están esperándolos, así que se prepara para lo que sea que vea en el lugar, encomendándose a Merlín y los dioses para que la ayuden a que todo salga a pedir de boca.

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Mel permanece en silencio, con los ojos muy abiertos. No recordaba haber intervenido y Nathan le había atribuido las palabras de Catherine pero no se atreve a sacarlo de su error. Ella, después de todo, solo quiere ayudar lo mejor que pueda y sabe que prácticamente todos los allí presentes saben más que ella del asunto.

 

Catherine también cae en el mutismo pero, a diferencia de la naturaleza serena del de Melrose, éste está plagado de preguntas. Es como revivir algo que había querido conservar guardado, intocable, plegado al fondo del baúl de sus recuerdos para no desestabilizarlo. La bruja se limita a asentir cuando todas las preocupaciones confluyen y concluyen que deben partir enseguida.

 

No se atreve a ver en dirección a Madeleine al alzar la cabeza. Camina recto hacia Melrose y la toma del brazo haciéndole daño, un trabajo para nada sencillo, teniendo en cuenta la licantropía de la bruja. Melrose no lo encuentra incómodo, si bien la sorprende. Entiende que se trata de algo con lo que ella está lidiando, a pesar de ni siquiera adivinar de qué pueda tratarse y de que todo se da de forma tan sorpresiva.

 

Aún cuando la bruja es mucho mayor que ella y eso podría ser un agravante intimidante, Mel esboza una sonrisa serena junto a ella, casi resignada. No quiere sentir lástima pero tampoco puede evitar pensar en que, a pesar de que es bastante evidente que ella es una bruja con mucha más experiencia, más conocimientos e incluso mucha mayor cantidad de magia... necesita de su ayuda, desesperadamente. No lo entiende pero tampoco lo razona. Sujeta la mano que aferra su antebrazo con delicadeza con su mano libre, la aprieta un poco y luego la retira para tomar su varita. Cuando realiza la desaparición conjunta para ir hacia su tierra natal, tal cual indicara Weasley, solo piensa en que todo esta resultando muy distinto a como había pensado que sería.

 

Cuando siente tierra bajo sus pies, abre los ojos.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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  • 1 mes más tarde...

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(¿Dudas sobre la actividad? Entérate de todo siguiente este traslador)

 

El sol comenzaba a declinar brindando sus últimos rayos a la fachada de la casa de los Potter. En el patio trasero, ya casi todo había sido dispuesto para la reunión que se llevaría a cabo. Una ceremonia breve, sencilla, pero no por eso menos especial. La Orden del Fénix, como organización clandestina puesta al servicio de los demás, cumplía un papel en la sociedad mágica que no todos reconocían, pero que seguía siendo clave para evitar que tanto mortífagos como cualquier fuerza de la oscuridad con propósitos viles, hiciera daño a la comunidad mágica.

 

Pero esa guerra, luchada a diario había cobrado sus víctimas. Muchos no habían pasado de ser más que un nombre en alguna crónica periodística olvidada. Otros, más afortunados habían alcanzado a recibir un homenaje, o habían sido despedidos en compañía de sus seres más queridos. Varios más, producto de la ola de ataques desencadenados por la locura de levantar el estatuto del secreto, habían perecido intentado rescatar personas, o combatiendo a las fuerzas del inquisidor. Eran pérdidas irreparables, no solo para el bando, sino para todos los que hubiesen podido conocerlos.

 

Rory se volvió hacia el interior de la casa, expectante por ver quienes serían los primeros en llegar. Había preparado con esmero la recepción y la ceremonia, y se sentía especialmente agradecido al líder de la Orden del Fénix, por haberle permitido hacerse cargo de los preparativos. Un sencillo altar había sido colocado al medio de la estancia, con varias velas blancas encendidas, y las fotos que había podido recopilar de los familiares de los fallecidos.

 

Las paredes estaban revestidas de cadenas de flores, que coloreaban y le daban un bonito aspecto al lugar. Y si bien le habían advertido que se cuidase de revestir de elementos católicos la ceremonia, se las había arreglado para colocar en uno de los rincones, visible pero no sobresaliente, su escultura de San Nicolás de Tolentino, patrono de las almas del purgatorio, pues estaba convencido que todos esos compañeros que habían sufrido muertes violentas, necesitaban de oraciones que asegurasen su descanso eterno y merecido en el paraíso.

 

Observó el reloj. Calculaba que tendrían otros cuarenta minutos de luz todavía, y consideraba que eso iba ser suficiente para llevar a cabo la ceremonia y luego, para quienes lo quisieran una mesa larga se había instalado en la cocina para compartir la cena, que tampoco era nada del otro mundo, sino algo más bien austero. Aparentemente, las cosas marchaban con calma, mas eso, trajo de repente dudas al predicador. Tan solo un par de días atrás, varias personas habían reportado un incidente por causa de unos giratiempos antiguos (Rory casi no sabía del asunto, porque le conflictuaba el paganismo del Halloween, y porque le había preocupado más el haberse quedado dormido un tiempo larguísimo sin poder recordar su sueño al despertar), pero él esperaba, de corazón, que nada raro viniese a ocurrir, sobretodo porque aunque no había querido compartirlo con nadie, la incómoda sensación de sentirse observado, se le había instalado prácticamente desde el comienzo de su estancia en la casa de los Potter.

Editado por Rory Despard

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Respiró profundamente cuando sus pies se posaron sobre un trozo de hierba a las afueras del Valle de Godric. Sentir el aire fresco entrar por sus fosas nasales fue una sensación maravillosa, se sentía privilegiado por poder hacerlo con total libertad. Podría haberse aparecido más cerca, pero prefería recorrer los metros que le separaban de su destino a pie. Caminar ayudaba a despejar la mente, a que las ideas alocadas que a cualquiera le podían recorrer por la cabeza se pusiesen en orden. Muchos magos y brujas habían olvidado la agradable sensación que producen acciones tan simples como esa debido a que optaban por aparecerse mucho más cerca de sus destinos.

 

Para una persona supersticiosa ir al Valle de Godric por las fechas actuales era una locura. Años atrás, por esos mismos días, el pueblo había sido testigo de uno de los crímenes que más entristecieron a la comunidad mágica. Lily y James Potter… Tan jóvenes, tan inteligentes, tan buenas personas, tan atractivos… Por si fuera poco, no estaba solo de visita en el pueblo que lo había visto nacer a él o a Harry Potter. Sí, sin duda ponerse a la a misma altura que el mismísimo ‘niño que sobrevivió’ demuestran que su ego no ha desaparecido en el tiempo que ha estado fuera. Estaba allí para acudir a la Mansión de los Potter.

 

En los últimos meses había estado fuera y no se le ocurría mejor fecha para volver que Halloween. La Navidad siempre era mejor, es cierto, pero el Día de los Muertos tampoco estaba nada mal. Llegaba con la intención de ayudar a la Orden del Fénix en todo lo que fuese necesario, no sabía por qué, pero si él fuese un mortífago o cualquier ser maligno aprovecharía esas fechas para hacer todo el mal que fuese posible. En Navidad te pueden dar ganas de volverte bondadoso, de hacer regalos, ¿no? Pues no cabe duda de que en Halloween a las malas personas les tienen que entrar ganas de provocar caos, confusión y maldad.

 

Se cerró la túnica negra que llevaba mientras ante sus ojos podía ver la mansión. Era otoño, estaba frío y muy pronto sería de noche. Con la elegancia que le caracterizaba recorrió los últimos metros antes de introducirse en los jardines. No era necesario ser tan inteligente como Merlín o Albus Dumbledore para saber que en unas fechas tan señaladas no se encontraría solo allí, sabía que la Orden haría algo especial pero no tenía ni idea de qué. Pronto lo descubriría, de eso no cabía ninguna duda. Accedió al interior de la vivienda y se quedó en el hall, esperando con paciencia la llegada de más personas o algún ruido que le indicase que no estaba solo por allí. No conocía bien el lugar ni tenía la suficiente confianza como para moverse con total libertad.

 

Su primera visita en el aniversario de la muerte de los padres de Harry, de la ejecución de Nick Casi-Decapitado… Varias muertes famosas de miembros de Gryffindor y él, era un Gryffindor. ¿Qué podía salir mal? Seguro que nada…

 

 

 

 

OFF: Disculpad el off, pero estoy un poquitín perdido y más oxidado que algo que esté muy oxidado xD.

No estoy muy seguro de en qué topic debía avisar, pero en principio participo en Modalidad A.

Si alguien está sol@ y quiere participar en compañía que me avise, que no tendría problema en participar en Modalidad B. Aprovecho para decirlo ahora porque creo que todavía quedaría plazo para cambiar de modalidad. Gracias :B

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Matt Ironwood.

 

 

Su llegada al Valle de Godric era por una invitación. Nunca antes visitó el famoso poblado ingles, como tampoco obviamente la Mansión Potter. Aquel lugar tenía una historia conocida mundialmente por la población mágica pero en la actualidad también contaba con otra, aquella pequeña casa servía como lugar secreto de reunión para los miembros de la Orden del Fénix.

Personas ajenas al bando solo verían ruinas donde una vez se alzó el acogedor hogar de los Potter pero para los defensores de la organización creada décadas atrás por Albus Dumbledore la edificación se encontraba renovada y recuperada y lista para darles la bienvenida.

 

El mago recorría las tranquilas calles del pueblo en una luminosa tarde de otoño, quedaría menos de media hora para que el sol se ocultara y una brisa fresca del norte removía las hojas amarillas y rojizas caídas de los arboles. Mientras pasaba por encima de un grupo de hojas color ocre bostezó, se sentía cansado, no solo por los dos vuelos que tuvo que tomar para llegar a Reino Unido sino porque últimamente había estado teniendo malas noches. Varias veces en la semana se despertó agitado en la cama mucho antes del amanecer tras tener pesadillas, todas ellas seguían un mismo patrón que lo dejaba pensativo. Los sueños comenzaban como agradables repeticiones de memorias de la infancia pero poco a poco los mismos comenzaban a corromperse hasta convertirse en tétricas experiencias. El castaño aún no entendía porque pero tenía tantas actividades con las que cumplir que tiempo para analizar sueños no era algo con lo que contara.

 

Por delante tenía una pequeña ceremonia con la que compartir con compañero de bando la memoria de los caídos, posiblemente no conociera a mucho de ellos pero eso no importaba, fueron miembros de la Orden del Fénix al igual que él y eso era motivo mas que suficiente para brindarles homenaje.

 

El ojiazul recorrió los prolijos jardines del terreno de los Potter, admirando cuanto pudiese del mismo, la casa una modesta construcción de dos plantas y con un aire inglés típico le daba un aura de calidez. Y pese a ser su primera vez en aquel lugar, Matt se sentía como en casa.

 

 

No se detuvo a tocar la puerta, simplemente la empujó con cuidado e ingresó a la casa de la Orden del Fénix. Dentro se encontró con un mago que parecía esperar a que alguien fuera a recibirlo, el Ironwood no lo conocía pero no podía ser nadie mas que otro miembro de la Orden del Fénix.

 

-Buenos Días – saludó al mago – Matt Ironwood – se presentó mientras estiraba su mano para estrechar la del mago -¿Eres el primero en llegar? – le preguntó tratando de observar mas alla del vestíbulo por si veía algo de movimiento que señalara que había alguien mas en la casa.

 

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Uy. Suerte que la persona que accedió a la mansión abrió la puerta con cuidado. El joven mago se había quedado demasiado cerca de la misma y de no haber estado atento se hubiese llevado un golpe. Giró el cuello para mirar al hombre que entraba. Su rostro no le resultaba conocido y no le sorprendía, había estado tanto tiempo alejado de la sociedad mágica que su lista de amistades y/o conocidos había desaparecido casi por completo. Por fortuna, era una persona que conseguía entablar conversación con tremenda facilidad. Le dedicó una breve sonrisa que se amplió ligeramente al escuchar su saludo.

 

¿Buenos días? Caballero... ¿a qué hora te levantas tú? —preguntó con una sonrisa, solamente estaba bromeando. No era asunto suyo saber los horarios que su compañero pudiera tener y ciertamente le daban exactamente igual. Era una persona curiosa e incluso cotilla, pero no tanto como para estar interesado en un asunto tan banal. Le estrechó la mano mientras lo miraba de arriba a abajo, estudiándolo con detenimiento para tratar de hacerse una idea de qué clase de persona seria.

 

Ahora que conocía su nombre y apellido esperaba recordarlos, pero Merlín sabe que nunca ha tenido una gran habilidad para eso por mucho que se lo propusiera. Se encogió de hombros ante su cuestión, la realidad es que no tenía ni idea. No le había dado tiempo a mirar por la mansión y tampoco quería hacerlo con total libertad en su primera visita. Era la antigua vivienda de James y Lily, merecía un respeto. No podía ir de aquí para allá como si fuese un lugar cualquiera. Pero ahora que no estaba solo, ya no había excusas para seguir quedándose en el hall.

 

Pues... no lo sé. Podemos ir a comprobarlo. Aún así... ¿oyes eso? —cuestionó haciendo una breve pausa para que pudiera escuchar. —No se oye gran cosa, ¿verdad? Eso debe significar que muchos más aún no han llegado.

 

Una vez que terminó de hablar volvió a girarse, apartando la mirada del mago. Hasta esos momentos no se había preguntado dónde sería el lugar exacto en el que James Potter cayó al suelo para no volver a despertarse. Estaría cerca de la entrada, seguro, había escuchado que le había hecho frente al Señor Tenebroso para tratar de retenerlo todo lo posible. Lástima que no pudo hacer gran cosa. Se dice que ni tiempo le dio a agarrar la varita, poco podía hacer incluso con ella.

 

Creo que deberíamos ir a mirar si estamos solos, ¿no crees? Quedarnos en el hall no va a ser buena idea. Cuando abriste la puerta casi me golpeas y en el momento que lleguen una o dos personas más haremos un atasco que nada envidiaría a los clásicos atascos londinenses de los muggles. ¿Me acompañas?

 

Esperando una respuesta afirmativa del otro hombre, comenzó a caminar introduciéndose en uno de los lugares más conocidos y emblemáticos de la sociedad mágica.

 

 

@@Syrius McGonagall

 

 

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No se sentía para nada feliz pero en cierta forma la propuesta del Despard la hacía sentir que podía aplacar su espíritu. Su amor se había alejado de la Orden del Fénix hacía mucho tiempo ya y sabía que él no había visto con buenos ojos su regreso a la actividad. No la entendía, no entendía el porqué de ese cambio repentino. Dudaba que nadie pudiera entenderlo jamás.

 

Extendió su mano ligeramente mientras pensaba en Maledīcō, la pequeña esfera de oscuridad que había aparecido sobre su mano parecía completamente inofensiva. Darla sonrió mientras la hacía girar en su palma. No era sencillo dominarla podía sentir su fuerza queriéndolo tragar todo, como una pequeña bestia hambrienta. Tensionó los hombros, mientras su rostro reflejaba la concentración hasta que poco a poco fue cerrando la mano y la esfera de oscuridad desapareció volviendo a su lugar en la galaxia.

 

No se debe jugar con las fuerzas de la naturaleza que tú no debes controlar, el susurro de Scarlet en el fondo de su mente la hizo sonreír y movió su cuello, haciéndolo crujir. Había llegado esa mañana apareciéndose frente a la entrada de la Potter y había ingresado eligiendo una habitación pequeña con un baño privado en donde se pudiera bañar y descansar todo el día. Miró la hora, mejor se vestía ya para la ceremonia del reverendo o se arrepentiría de estar allá.

 

La toalla que la envolvía terminó de caer cuando ella se alejó de frente al espejo y buscó en el armario algo de la ropa que había traído para tener en el lugar. Minutos después bajaba con unos zapatos de tacón bajo, una vestido con pollera plisada y un escote con botones hasta el cuello que la hacían parecer una novicia.

 

No sabía si la Granger habría recibido su invitación, apenas la había visto en la tumba de Lucas el día que ella había enterrado a su prometido. Seba se merecía mucho más de lo que había obtenido hasta ese día, odiaba que palabras soltadas al viento solo por compromiso y figurar hubieran sonado en los periódicos luego de su funeral.

 

Bajó lentamente las escaleras, sintiendo voces en el piso de abajo, alguien acababa de llegar. La pelirroja acomodó el chal que llevaba sobre sus hombros y descendió mientras escuchaba atenta para saber de quién se podía tratar. O los esperaba o salía directamente al jardín, aún no se decidía.

 

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Editado por Darla Potter Black
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Hannah Rambaldi


Valle de Godric ...


Eso era lo que había pronunciado la rubia antes de girar en su eje y desaparecer de el ministerio de magia dónde había pasado los últimos días trabajando en un nuevo caso del departamento de misterios.

La ventaja de ser un vampiro era que no encontraba diferencia entre el día y la noche, con lo que podía trabajar los días seguidos y seguir viéndose fabulosa como siempre...


Lo que pensaba con tan de no recordar que algunos años atrás, tal vez tres años, o poco menos, en esas mismas fechas, a las afueras de ese lugar había encontrado a una muchachita en condiciones muy adversas, había sido torturada y tenía muchas heridas provocadas por un ataque de mortífagos, La ojiverde había improvisado una especie de campamento para cuidar de la niña mientras se recuperaba y aquella situación le había hecho acercarse aún más al bando al que pertenecía su gemela e incorporarse para ayudar a combatir todo aquello que quitara las esperanzas a los más vulnerables.


Para su buena fortuna no había visto o se había enterado de la perdida de algún compañero durante su ardía labor de cuidar a la comunidad mágica, pero rendiría tributo a cualquiera que hubiera dado su vida a cambio de cuidar y proteger a alguien más, aunque eso no fuera parte de algo en lo que ella creyera.


Estaba a punto de oscurecer, no tardaría mucho tiempo en que los demás miembros llegaran para la ceremonia, así que decidió entrar, suponía que en aquel lugar ya se encontraba Despard, el joven pelirrojo, vecino de ella en el palacio rosa y con quién había cruzado palabras un par de ocasiones, de hecho, había sido él quien le había pasado el dato de lo que se llevaría acabo ese día y en dónde sería.


Abrió la puerta de la casa, lo primero que vió fue un modesto altar, dedicado a aquellos compañeros que habíamos perdido a lo largo de este tiempo y al fondo de este una especie de estampa de un santo, Hannah ladeó la cabeza como si quisiera reconocerle, pero era inútil, ella no sabía nada al respeto, pero era obvio que Despard lo había colocado allí por alguna razón.


Negó con la cabeza, a ella no le gustaba aquella clase de cosas, además de que no podía evitar sentir que algo la miraba, sería aquello que había visto a primera vista, avanzo unos cuantos pasos hacia delante y observó que el pelirrojo se encontraba concentrado en algo, así que en voz muy baja habló esperando no asustarlo y llamar su atención.


-Buenas noches señor Despard, espero que lo este llevando bien - nuevamente dirigió la mirada a la imagen, pero no sentía que la mirada viniera de allá, así que era mejor preguntar ... - ¿A notado algo raro que este pasa do por aquí?



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Matt Ironwood.

 

 

-Normalmente los días de trabajo a las 6 de la mañana – contestó riendo el mago entendiendo el tono de la pregunta del otro hombre que decidió no dar su nombre y a lo cual el ojiazul decidió respetar, si lo necesitara en algún momento se lo preguntaría.

 

El otro mago propuso que recorrieran la mansión en búsqueda de otros compañeros de bandos, a lo cual el castaño respondió afirmativamente. Pese al silencio que aparentemente envolvía la edificación Matt se negaba a creer que fueran los únicos presentes, siempre había alguien en la Mansión Potter por lo que oyó, de hecho existían habitaciones para todos los miembros de la Orden del Fénix que decidieran pasar unos días en el lugar.

 

Por lo que junto con el mago del que todavía no conocía su nombre se alejaron del vestíbulo y comenzaron a recorrer el pasillo principal de la primera planta. Mientras pasaba frente a una serie de retratos de personajes que desconocía y decoraban una sencilla pared el mago decidió entablar una pequeña conversación.

 

-¿Es tu primera vez en la Mansión Potter? Pues la mía si, de hecho es mi primera visita al Valle de Godric, era uno de esos lugares en mi lista de debes del Reino Unido, siempre que vengo trato de recorrer alguno de esos lugares – el Ironwood debía admitir que conocía poco aquel país, pese a sus recurrentes viajes y tener familia sus visitas siempre terminaban en los mismos puntos, tendría que proponer un día a los Evans recorrer Reino Unido, estaba seguro que aceptarían encantados.

 

El sonido de unas voces provenientes del salón detuvo la conversación entre los magos, una voz femenina y otra masculina mantenían una conversación, la voz de la mujer no la pudo reconocer pero el fuente acento irlandés del hombre le reveló que el otro participante de la charla era Rory Despard, el religioso mago amigo de los Evans.

 

-Parece que no somos los primeros – dijo a su compañero antes de entrar al salón donde un altar con fotos de los caídos se alzaba sencillo pero ocupando un espacio central en la habitación, no pudo reconocer ningún rostro pero aun asi estaba dispuesto a brindarles su respeto. También allí junto a una pequeña estatua de un santo se encontraba una mujer rubia que no conocía y Rory.

 

-Buenas – llamó su atención – Matt Ironwood, un placer– se presentó a la bruja mientras le estrechaba la mano - ¡Rory! Tanto tiempo – saludó alegremente al mago. –¿Encabezaras tú la ceremonia? – llegó a esa conclusión al observar la ornamentación del salón, cada detalle anunciaba a gritos que el irlandés estaba detrás de todo, sobretodo la figura del santo.

 

-¿Has visitado últimamente la mansión Evans? – era su primera visita al Reino Unido en meses y aquella fue su primera parada, aún no había tenido tiempo de visitar al castillo familiar quería saber como estaba, conociendo la delicada situación que atravesaba el país.

 

 

 

@@Rory Despard @ @

 

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Eso no debería ser así.

Era la sensación que más había experimentado durante ese día. No había parado de pensar ni por un segundo en las personas que ya no estaban y, aunque no debería resultar doloroso, lo era. Sentía una presión en su pecho y de a ratos los músculos de su garganta se contraía impidiendo que cumpliera con facilidad esa función tan especial para cualquier ser humano que era respirar.

— Bien, tranquila.

Inhaló aire desde su nariz con la intención de que la acción sea constante y profunda, para luego soltarlo permitiendo que saliera lentamente desde su boca. Era algo que había implementado como un mecanismo de defensa frente a sus propios pensamientos y sabía que si lo hacía correctamente cumpliría con su rol de esa misma manera. Si bien, los resultados se veía al instante pero debía implementarlo tantas veces creía necesario. En esa ocasión sólo quería sentirse bien y tranquila, dejando pasar esos recuerdos que tanta tristeza le traían.

Intentó concentrarse en lo que estaba su alrededor, en el Valle de Godric. Sólo podía asegurar que se encontraba en un lugar que le provocaba aún más ese malestar. Los tonos de las casas que se podían ver desde esa posición se volvían cada vez más oscuros a causa de la falta de luz. Los árboles también perdían su color, sin embargo, lo único que demostraba al menos un rastro de vitalidad era el movimiento de las ramas y, por consecuencia, de las hojas.

Aquella observación le permitió concentrarse en otra cosa al menos por unos segundos pero no cambió su estado de ánimo. Era probable que esa atmósfera que había creado fuera impulsada por el Día de los Muertos. También sabía que era esa la razón por la que se encontraba en ese lugar. En esa ocasión se conmemoraría el día dentro de la casa de la familia Potter. Se haría un homenaje a los miembros del bando que habían sido victimas y que ya no se encontraban con ellos.

Secó sus ojos con su mano y se dirigió hacía el lugar. Sólo quería sentirse mejor. Al llegar hasta la entrada, le dio gusto encontrarse con un lugar que ya conocía y por eso esperó unos minutos para ingresar, mientras examinaba la casa. A través de las ventanas parecía haber luz y por esa razón podía suponer que ya había personas dentro. Carraspeó suavemente para aclarar la garganta y caminó hasta la puerta.

Al abrirla lo primero que captó su atención fue el altar y las velas encendidas en él. A su alrededor se encontraban varios compañeros de la Orden del Fénix. Algunos sólo los había conocido de vista y otros habían sido parte de las misiones de los clanes, como Matt Ironwood.

— Buenas tardes —dijo, pensando en qué era lo que correspondía tarde o noche.

Por otra parte, no podía dejar de admirar la mesa y cada una de las decoraciones implementadas.

Editado por Sherlyn Stark

 

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