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• Familia Potter •


Juliens
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Kaori M.

Cuando el silencio finalmente empezó a reinar en la casa, Kaori consiguió que su hijo Sammael cayera en un profundo sueño, recostada como estaba juntó a él no tardó también en caer dormida. Sin embargó, hace varias noches que sus sueños no eran agradables, cuando los recordaba siempre se veía a si misma intentando salvar a su esposo, pero el resultado siempre era el mismo, ella fallando y el siendo consumido por las llamas.

Abrió los ojos de golpe, sintiendo como el tatuaje que tenía a la altura del corazón, quemaba y dolía, se mordió los labios para no soltar un grito de dolor y despertar al bebé. Aun no lograba comprender porque ese tatuaje no había desaparecido como el del brazo y tal y como estaba la situación en el mundo mágico, no había tenido oportunidad de ponerse a investigar a fondo. Poco a poco la molestia desapareció, aun se sentía cansada pero no quería volver a tener el mismo sueño. Con cuidado de no despertar a su hijo salió de la habitación.

Mientras bajaba las escaleras recordó, gracias al sonido que hizo su estómago en ese momento, que no había comido nada en todo el día. No era muy buena cocinando, pero seguramente podría prepararse algún bocadillo. La escena que vio al llegar a la sala la hizo sonreír, se trataba de Zahil haciéndole gestos a una bebé que sonreía encantada con su atención fija en la vampiresa.

—Vaya… tu imagen de mujer fatal se ha destruido por completo — dijo la pelinegra acercándose para conocer a la bebé —Hola preciosa… que bonita eres…—su voz se suavizo y empezó a hablarle como solía hacerlo con su hijo, le acarició la mejilla y entonces le preguntó a bruja.

—¿Es tuya? ¿Cómo se llama? — La verdad es que no tenía idea de si la vampiresa tenia o no hijos, quizá le dio por adoptar, después de todo luego del la guerra y los atentados, muchos niños quedaron huérfanos.

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La rubia cerro los ojos cuando Kaori llego y le hablo sobre el pequeño humano en sus brazos. Definitivamente iba a asesinar a la Malfoy si no se apresuraba y tomaba a su hija adoptiva. No podía negar que le gustaban los niños, pero le gustaban por sobre todo los suyos, no los de los demás. Volteo a ver a la bruja mientras ponía cara de pocos amigos.

 

-

Esta cosa olorosa y babeante? Es mi desayuno – dijo en voz alta para que Mackenzie la escuchara hasta la cocina – es solo que no se bien por donde comenzar.

 

 

Tomo a la pequeña y la recostó sobre el mueble mientras tomaba uno de sus pies y hacia como que la iba a morder. La bebe si que era cosa aparte, pues aquel gesto en vez de asustarla la hizo reír. Claro podría haber influenciado el hecho de hacerle viscos y soplarle en la planta del pie.

 

 

- No se cómo se llama, pero le he puesto pequeña bestia y no es mía, es de Mack, que le esta haciendo algo de comer en la cocina

 

 

Miro de nuevo a la pequeña y se pregunto si recordaría todo lo que había pasado en aquel hospital. La mayoría de los bebes tenían tubos y monitores por todos lados. Como si en lugar de bebes, fueran ratas de laboratorio. Segura estaba que les sacaban sangre cada cierto tiempo y pensar en aquellas agujas perforando la pequeña piel, la hacia querer asesinar de nuevo.

 

 

De pronto, el cojin junto a ella exploto y se dio cuenta que lo había apretado mientras recordaba aquella pesadilla. Miro preocupada a la bebe pero esta parecía encontrar divertido el hecho de estar cubierta de plumas.

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—No sé si será bueno para el cutis, pero tu sentido del oído va a sufrir. Esta criatura tiene buenos pulmones —rió por lo bajo, mientras Granger se llevaba a Haydée de la cocina. No es que pensara que fuese a comérsela, Granger tenía malas pulgas, pero era divertida. Al menos, Mackenzie esperaba que le diera tiempo de preparar el biberón antes de que el llanto de la pequeña pusiera de los nervios a la vampira. ¡Entonces sí que iba a querer comérsela! A ver si ese glamour del que hablaba conseguía hacer el milagro. Y debía estar haciéndolo porque la pequeña se había callado como una bendita.

 

Mackenzie se sorprendió incluso cuando le llegaron risas de bebe desde la sala. ¿En serio? ¿Tan malo mano tenía ella para las criaturas? Sintiendo un poco de envidia, rebuscó entre los estantes en busca del calentador, la esterilizadora, los baberos y hasta fue a buscar pañales a la despensa. Había de todo, pues la Orden del Fénix había movilizado todos sus recursos para atender a los bebés rescatados de Polonia.

 

Cuando llegó a la sala, con el biberón en la mano, Granger estaba hablando con Kaori.

 

—Hola Kaori. —Saludó a la bruja y se volvió hacia Granger—se llama Haydée. Cuando la raptaron, la pobre aún no tenía un nombre. Su madre fue malherida en los ataques de Londres y la llevaron a San Mungo. Dio a luz allí, pero murió poco después, antes de los ataques del Inquisidor. Haydée no tenía familia y la dejaron en el hospital a la espera de encontrarle un hogar de acogida, pero entonces atacó el Inquisidor y... bueno, el resto ya lo sabéis. Había que ponerle un nombre y le puse Haydée en honor a mi tía y a una amiga vuestra.

 

Iba a tomar a la pequeña en brazos para darle el biberón cuando algo raro hizo Granger y un cojín explotó, llenando a la bebé de plumas. Haydée parecía estar disfrutando con aquello y Mackenzie dudó si tomarla en brazos, parecía que ese glamour vampiro realmente funcionaba.

 

—¿Quieres darle tu el biberón? —Viendo la cara de Granger, Mackenzie cambió de opinión rápidamente o la vampira iba a acabar odiándola, le daría un poco de paz por el momento —vale, vale, dámela, te dejo descansar un ratito. Pero si me llora otra vez, igual necesito que me muerdas, para pasarme un poco de ese glamour tuyo —bromeó.

 

Mackenzie se sentó en un sillón orejero y comenzó a darle el biberón a Haydée, que bebió como si no hubiera comido en días.

 

—¿Y qué novedades hay? ¿Algún cotilleo interesante o todo son malas noticias del Inquisidor, Genetics y los muggles?

 

Seguro que Kaori o Granger tendrían noticias interesantes. Ella había tenido que estar los últimos días muy pendiente de la pequeña y no estaba al día de nada.

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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  • 2 semanas más tarde...

Luego de los acontecimientos previos y de público conocimiento era inevitable no sentir incomodidad al caminar por el Valle de Godric, donde la mayoría de las residencias pertenecían a muggles. Las observó con atención, y con dificultad, entre la escasa luz que le ofrecían algunos faros, pudo distinguir cómo iban variando en tamaño y color; por lo general el material preferido para la construcción era la madera y algunas de ellas llevaban años sin ser renovados.

Se preguntaba si aún había personas residiendo en ese lugar y si las había qué pensarían sobre ella, quien en ese momento vestía una túnica larga y negra para atenuar el frío. Con esto último en mente sus manos empezaron a humedecerse, señal de que sus nervios se incrementaban y, aunque no podía ver su imagen reflejada, podía deducir que sus labios estaban, en sentido figurativo, blancos. Sabía lo que seguía después porque ya había vivido episodios similares: sus extremidades comenzarían a temblar.

— No sucederá nada —murmuró, con la intención de tranquilizarse.

Sin embargo, no podía evitar seguir observando las casas, precisamente las ventanas; eran pocas las que mantenían las luces encendidas y las ventanas abiertas, pero en ninguna era capaz de observar un rostro. Cuando su dedos izquierdos comenzaron a moverse en contra de su voluntad, pudo distinguir los jardines de la familia Potter, perteneciente en ese entonces a los miembros de la Orden del Fénix y catalogado como lugar seguro.

Aunque había evitado por mucho tiempo participar en reuniones que involucraran muchas personas y, en cualquier caso, hasta el momento desconocidas, dado el contexto social, creía pertinente reunirse con sus compañeros para intercambiar información, aunque sea de manera informal. Caminó firmemente hacía los jardines del hogar, tratando de recordar cuándo había sido la última vez que había estado allí.

La incertidumbre provocaba que su incomodidad se incrementara y percibiera todavía más, pudiendo sentir como en ese momento toda su mano izquierda no dejaba de temblar. Trataba de centrar sus pensamientos en las expectativas que tenía sobre la casa, sería confortable y estaba protegida por todos, no era capaz de encontrar nada extraño en ese lugar. Aún así, no era capaz de descartar nada hasta cruzar el umbral y hacer una inspección al edificio.

Con la mano que aún no presentaba síntomas de un posible ataque de pánico, tocó su varita su firmeza para asegurarse que aún la tenía con ella.

Cuando llegó a una distancia considerable pudo escuchar ruidos, conversaciones y el llanto de un bebé. Con curiosidad abrió la puerta y se dirigió a la sala, donde estaban tres mujeres y una de ellas con un niño en brazos sobre un sillón.

— Hola —saludo, sintiendo una fuerte necesidad de sentarse y recuperar energías—. Soy Sherlyn.

— Qué bonito bebé.

Era extraño, jamás había interactuado con un niño de tan pocos meses ni sabía cómo debía hablarle y tampoco recordaba el nombre de sus compañeras—. Disculpen —se sentó en el asiento más próximo a ella—. Acabo de cruzar el valle y realmente no hay nadie.

Trataba de explicar que a simple vista no había ningún peligro y que le había sorprendido el ambiente solitario.

 

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La cara que puso cuando Mackenzie le sugirió que ella la alimentara debió ser épica pues esta tomo a la bebe y le dio ella el biberón. La rubia se reacomodo en el sillón y dejo que los elfos arreglaran la masacre del cojín mientras ella se quitaba algo de pelusa que había caído sobre ella misma.

 

- el glamour no es una enfermedad que se pase por mordidas Malfoy, pero si quieres puedo convertirte en una vampira, nuestras filas siempre agradecen la sangre nueva - dijo en tono burlón tras lo cual le enseño sus colmillos como si deveras considerara ofrecerle la vida eterna.

 

Mientras hablaban sobre el nombre del bebe y como pasarle su belleza a Mack alguien mas llego a la casa, parecía algo tímida e incluso insegura. Era normal por los tiempos que vivían así que intento mostrarle una sonrisa aunque temía que por la casa de amargada que siempre se cargaba terminaría ahuyentando a la joven.

 

- Pasa Sherlyn, siéntate, estás en tu casa - dijo a la recién llegada tras lo cual llamo a uno de los elfos para que trajeran algo de comer y beber.

 

- si, Ottery esta practicamente solo, la gente no quiere salir con tal de no toparse con los muggles que hacen rondines para asegurarse que no estamos usando magia - dijo con clara molestia en la voz y con una cara de asco de pensar en tener que rendirles cuentas a esa gente. No todos los muggles eran iguales ni todos le producían repelús pero los que estaban a cargo de vigilar que los magos no hicieran lo propio eran precisamente el tipo de gente que odiaba a las personas diferentes y eran especialmente peligrosos por ser fanáticos sociópatas, parecidos al inquisidor pero sin tanto poder. Una versión antimagia del KKK.

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  • 1 mes más tarde...

Suspire corriendo a ocultarme tras un árbol, ¿cuanto tiempo llevaría así?, intentaba que no se me notará el desespero en mis facciones que eran tan blancas como siempre, pero estaba segura que eso era imposible. ¿como había acabado toda la sociedad en contra de los magos? se recordó que el mundo era un lugar menos seguro desde que ella fuera niña y se dijo que no podía seguir escapándose, tenía que hacer frente a sus responsabilidades y por si fuera poco se había perdido para llegar, encontrándose con esa turba de gente que poco a poco se iba dispersando, tragué saliva intentando entender donde demonios estaba y alegrándome al ver, que cruzando la calle se alzaba la familia Potter, a la que recientemente pertenecía tras ser aceptada por sus miembros, respire infundiéndome ánimos antes de correr hacía allí y abrir la puerta cerrándola con una rapidez digan de admirar.

 

Mientras mis sentidos volvían activarse, pude percibir sin animo de equivocarme que había un bebé allí ¿o eran imaginaciones mías? lentamente la misión de rescatar a los bebes se poso en mi memoria dándome cuenta que parecía ser de ahí de donde había salido, sonreí alegremente y me acerque a Mackenzi, Zahil y Sherlyn sintiéndome parte de una familia de nuevo y una alegría que no sentía desde hacía semanas atrás.

 

- Hola a todas, lamento interrumpirlas, soy Lunita Gryffindor Delacour, pero realmente no saben lo que me paso me perseguía una turba de gente enloquecida, ya se fueron o al menos los despiste, enserio que creo que están todos locos ¿qué demonios sucede? lo siento pero nunca me había pasado, creo que los tiempos tranquilos se están yendo a pique, ¿qué cuentan? aparte de que el banco mágico esta por quebrar, no tengo más noticias del exterior que esa - Les anuncie intentando sonar más alegre y no tan abatida como me sentía en esos momentos -

 

No quería aburrirlas con cosas de política que no entendía, pero la realidad era que todo estaba yéndose a pique y que solo la Orden del Fénix me mantenía andando de nuevo, era por lo único que me levantaba cada mañana, eso y algún que otra redada o cateo que tuviera en el ministerio, pero como eran cada vez menos, mis ánimos estaban por los suelos y la Luna alegre que todos conocían se iba perdiendo a medida que las semanas y los días se iban sucediendo, como si al caer el ministerio, una parte vital de ella se fuera perdiendo sin remedio aparente.

 

 

- Realmente lo único que puedo decirles es que es este lugar el único que me tiene andando, es gracias a toda mi familia que sigo funcionando, casi parezco una maquina me mantengo ocupada porque si pienso en lo que sucede afuera, juro que colapso, lo siento, ¿qué más se sabe? ¿de que me perdí? siento haberme ahuyentado pero como habrán podido ver estuve ocupada intentando entender que haremos para volver a ser la comunidad que todos conocemos - Dije con mi repique de campanas más bajo de lo habitual, reflejando el abatimiento que sentía encima -

 

 

- ¿Eso de ahí es jugo? permiso me serviré un poco, bueno no sé como decirles que me temo que ya nada sera como antes, pero que estoy feliz de tener estos pequeños momentos de paz y felicidad, enserio que nosotros somos lo único que me mantiene andando, porque si no ya me hubiera rendido o ido a Italia a vivir, lo siento, no quiero aburrirles, ¿en que puedo ayudarles? ¿para que soy buena? el bebe es encantador ¿de quien es? - Dije sirviéndome jugo y sonriendo por vez primera con cariño, al ver al bebe que habíamos rescatado, sintiéndome mejor que hasta hace un rato, pensando que al menos por ellos tendríamos que seguir luchando y no darnos por vencidos -

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La noche es fría, impropia del verano. La lluvia cae incesantemente, empapando a cualquiera que esté al descubierto por más de unos segundos. Cada tanto, casi rítmicamente, el cielo se ilumina bajo la presencia de rayos que surcan el firmamento con violencia, siguiendo un patrón zigzagueante. Sólo se oye el sonido del silencio en las calles del Valle de Godric, interrumpido por el crepitar de la lluvia contra el suelo y por el furioso ronroneo de los truenos que llegan muy tarde para acompañar a los rayos. El aire está quieto, no hay nadie en las calles, y entonces la continuidad de la materia se fragmenta y su figura se aparece en medio de la oscuridad.

 

Comienza a caminar a paso lento, inmune a la lluvia, repasando una y otra vez la conversación con Potter en su cabeza. Había ocurrido demasiado rápido, y tan de imprevisto que el Weasley por poco se cuestionaba si incluso había sido verdadera. Êl Jefe del Departamento de Aurores se había aparecido en su hogar hacía quizá media hora: llevaba la apariencia de alguien que no pegaba un ojo hace días, e incluso se había dejado crecer una barba que tenía por seguro unas semanas de antigüedad; desaliñada, y sin cubrir la totalidad de su mandíbula, no le sentaba bien en lo absoluto.

 

¡Expecto Patronum! – exclamó, rompiendo una vez más el silencio, y acompañando sus palabras con un movimiento de su varita.

 

Un lince atigrado de color plateado salió expedido de su varita. Incorpóreo y traslúcido, aguardó pacientemente hasta que el Weasley le dio la orden correspondiente y se marchó al trote por en dirección contraria a la que él estaba caminando. Nathan se quedó en su lugar por unos momentos, observando su patronus, y lo vio dividirse en dos, luego en cuatro, luego en ocho y así sucesivamente hasta que finalmente alcanzó el número necesario para comunicarse con todos sus compañeros de la Orden del Fénix. El mensaje era corto y conciso: Misión. Casa de los Potter. Ahora.

 

Había sido escueto con sus palabras, y esperaba que sus compañeros acudiesen a su llamado.

 

El encantamiento Fidelius le enseñó la morada de los Potter. Cruzó la verja y caminó el sendero hasta la puerta principal, tras la cual se coló para dirigirse hacia el comedor, donde esperaría a sus compañeros para comentarles lo sucedido antes de partir. Agitó su varita una vez más, convocando hacia él una botella de whisky de fuego guardado en un cajón y un vaso de vidrio. Merlín sabía que él lo necesitaba.

 

Ginny Weasley, secuestrada por el Inquisidor. Si eso no justificaba un trago en estos momentos, nada lo haría.

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Estaba ordenando todos sus libros en su extensa biblioteca y tarareaba para sí una canción muggle que había escuchado días atrás, para los eso muggles eso sería algo tedioso y demasiado aburrido, pero cuando eras una bruja consumada y sabes usar la varita, bastaba unos toques de la misma para que los libros se apilaran uno tras otro en el estante, así que esa era la actividad favorita de la vampiresa cuando no tenía que ir a ayudar a sus familiares o ir al ministerio, algo que le solía consumir todo su tiempo, pero no renegaba de eso, adoraba ayudar a los demás y estar siempre al servicio de la comunidad mágica, al fin y al cabo, ser auror y pertenecer a la Orden del Fenix era estar para cuando la necesitarán siempre.

 

 

Me baje de la escalera asustada apenas el patronus de un Lince atigrado color plateado, se materializo delante de mis ojos azules claros, parpadee dándome cuenta que Nathan me necesitaba, aunque el mensaje me hacía sentir miedo, ¿misión, casa de los Potter, Ahora? no era el mensaje en sí lo que me daba terror, era el ahora que hacía que tuviera miedo que algo malo sucediera, ¿o era solo pura sugestión mía? negué con la cabeza y me apresuré a bajarme de la escalera, dejar los libros arriba del escritorio, ponerme el sobretodo violeta y correr a la calle, abrigarme era primordial porque la noche lluviosa y horrible me recibiría apenas cruzará el umbral de mi cálido hogar la Gryffindor, solo parpadee y abriendo el paraguas violeta salí a la calle escuchando el chapoteo de la lluvia que caía como una montaña rusa, rápida y sin cesar un instante.

 

"¿Qué habrá pasado ahora? ¿todos estarán bien? por favor que nadie este herido o mal" - Pensé mientras me apresuraba a caminar las 7 cuadras que me separaban de la casa de los Potter, nuestro cuartel y en donde nos reuníamos cuando queríamos hablar de temas importantes -

 

El encantamiento Fidelio, me mostró donde estaba la residencia de los Potter, suspiré pasando la verja y abriendo la puerta mientras cerraba mi paraguas con un movimiento de mi varita. mi traje violeta claro y mi pantalón violeta estaba secos, los únicos que habían perecido la tormenta habían sido mis zapatos de tacon alto violetas y mi cabellera pelirroja en su prendedor del fénix dorado, por lo demás estaba más seca que el sol de verano, lo cual me ponía contenta, porque odiaba mojarme con la lluvia, a menos claro que esa fuera mi idea por supuesto.

 

- Por las barbas de merlín, Natha ¿qué sucedió? ¿qué es tan urgente? ¿alguno de los nuestros esta mal? siento hacer tantas preguntas es que me preocupe, no es normal que en una hora tan tardía nos reunamos ¿y los demás? deben estar por llegar, lo siento, ¿para qué soy buena? ¿en que te puedo ayudar? - Le dije hablando rápidamente con mi repique de campana característico y observándolo con mis ojos azules claros preocupados, esperando que me contará porque nos reuníamos allí y a estas horas en concreto -

 

No necesitaba decirle que era Lunita Gryffindor, tampoco empece con un "hola ¿como andas Natha?" porque la situación apremiaba y me urgía saber que sucedía, es más si hubiera podido sacudirlo para que me dijera que pasaba, lo hubiera hecho, pero calme mi absurda idea mientras meditaba en silencio lo que podía ser aquel llamado en cuestión, solo esperaba poder ayudarlo y que mis conocimientos fueran de ayuda y me preguntaba que cosa tan mala podría ser para que nos reunaramos justo a esta hora, algo me decía que teníamos una misión importante en nuestras manos y que esto sea lo que fuera nos llevaría mucho tiempo.

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Mel ama la lluvia.

 

Sin embargo, el llamado es extraño. Es la primera vez que recibe un llamado de semejante naturaleza de parte de un compañero. Catherine le había dicho una vez que eso había sido algo común en otros tiempos, tiempos que Mel nunca conoció. Así que cuando va en la moto, cuyo sonido es acallado por la lluvia, piensa en si, tal vez, ahora sea que llegue a entender esa tensión y sobresalto repentinos. Sus manos se crispan en los manubrios y su magia se consume para que la moto acelere. Llega a la casa de los Potter en menos de diez minutos.

 

Estaciona afuera pero todavía en la zona protegida por el encantamiento fidelio, de forma que no tiene que preocuparse por ella. Se adentra empapada y concentrada, siguiendo la procedencia de un par de voces. Sus pasos son raudos y silenciosos; es una muchacha acostumbrada al sigilo. Irrumpe en el comedor y, al no reconocer a quienes observa en él, se sacude el agua como si fuese un perro mojado, antes de empezar a secarse con la varita.

 

No ha tenido ni siquiera un minuto de descanso después de oír las preguntas de Luna, cuando una segunda figura irrumpe en la sala.

 

Es Catherine, su rostro es serio, su expresión inescrutable. Sus ropas no podrían diferir más de las de Mel: ella lleva unos pantalones cargo, una sudadera verde, unas zapatillas, un polo blanco debajo de todo lo demás. Catherine viste sus tradicionales ropas de bruja, una túnica oscura, una capa empapapada que deja sobre un perchero, botas altas de cuero, el cabello trenzado y el sombrero plagado de agua que deja reposando junto a la capa. Se acerca hacia Nathan y Luna con paso apurado, toma un vaso vacío con decisión y se apresura a servirse un trago de whisky de fuego.

 

Mel no comprende su actitud, luego de haberse saludado y de haberle contado sobre lo que Luna preguntó, porque no conoce a fondo su pasado: lo traumático que le resulta pensar en que la Orden es parte de ella aún cuando lo que la hizo unirse en primer lugar fue una mentira, el eco que resuena en su cabeza por los traumas que reflotan a causa de saber que hay un peligro inminente, de que algo grave ha sucedido, para conmover de esa forma al jefe del cuartel de aurores. Sus ojos, casi tan amplios como los de Melrose pero apagados a diferencia de los de la ésta última, se centran en el muchacho, debido a que es evidente que Luna se encuentra a la expectativa, lo mismo que ella. Oculta las manos dentro de los bolsillos de la túnica una vez ha terminado de tomar el whisky, para ocultar que tienen un ligero temblor e intenta no atormentarse con teorías respecto a lo que pudo pasar.

 

Mientras tanto, Mel, sin entender demasiado, toma un poco de carne seca y empieza a masticarla mientras se sienta sobre la mesa, atenta y animada, con las piernas colgadas balanceándose al borde. Es evidente que las tres esperan a que Nathan hable y Mel se pregunta vagamente, quiénes más habrán de llegar. Tal vez llegue a ver a Ellie, lo que sería todo un acontecimiento, ya que nunca habían compartido... bueno, ninguna cosa como miembros de La Orden del Fénix, a pesar de que ambas habían estado implicadas desde hacía ya un tiempo. O tal vez algún Evans que, aparte de su prima, son quienes le han agradado también.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Mientras espera la respuesta de Nathan, sonríe al ver a Catherine y a Melrose allí, no les dice que tener a sus compañeras de la Orden y familiares la hace sonreír sobremanera, tampoco le cuenta a nadie que cuando no tiene misiones o cosas por hacer la bruja se siente un fraude, un chiste malo que contar, que vive alegre y feliz y sin ninguna preocupación aparente, nadie sabe las veces que la vampiresa lamenta la muerte de sus padres y tampoco ninguna persona puede saber que sin la Orden se siente vacía y sin vida, como si su vida dependiera de ayudar a los demás, que de hecho eso es cierto, porque la Gryffindor últimamente siente que no hace nada bien y es por eso que esta allí, intentando arreglar algo del caos que hay en el mundo mágico y porque no, se dice para sí misma, que también un poco del caos que lleva en su cabeza y su corazón.

 

No dice más nada y se queda quieta y expectante, sus recuerdos se suceden uno tras otro, sin que la bruja pueda hacer nada por detenerlos, quisiera tener un botón para borrarlos pero son parte de su historia y su vida, es gracias a ellos que está en la Orden, aunque es mucho más que eso, la Orden del Fénix, constituye el combustible que hace que se levante cada mañana, porque desde que en el ministerio esta todo mal, es a lo que se aferra cuando todo lo demás se licua en sus manos, vuelve a pensar en sus padres, pero esta vez es un recuerdo feliz, porque en vez de pensar en Alice y Jasper, piensa en Annick y Elvis, lo que la hace sonreír sobremanera y piensa que mientras ellos estén ahí nada malo pasará y que no debe irse a los recuerdos malos, son parte de su historia si pero no significa que eso definan lo que hará la vampiresa, porque tiene claro que ayudar al resto es lo más importante, para que nadie más sufra lo que ella sufrió y es una herida que pesé a los años que hace que pasó sigue en carne viva y a veces la persigue como un sabueso en un pantano ruinoso, persistente y sin descanso alguno.

Parpadee intentando alejar sus malos recuerdos, tiene los puños cerrados y su semblante es triste a comparación de lo alegré que llegó a la misión, tarda un buen tiempo en calmarse y serenarse, el suficiente como para darse cuenta que ella sola habló y que aún su amigo Nat no le dio una respuesta de porque esta allí, lo observa con sus azules claros, expectante y entusiasmada, volviendo a ser esa Luna alegre que todos conocen y ocultando el temblor de su labio y sus malos pensamientos en algún lugar recóndito de su memoria.

 

 

- Creo que el Whisky de Fuego no sería la mejor respuesta en estos momentos Nathan, lo siento, no quiero decirte que hacer, solo que me preocupo por ti, al fin y al cabo, sos mi amigo, así que sea lo que sea que suceda, no creo que esa sea la respuesta ¿no crees? animo tienes a 3 de las mejores brujas para ayudarte, además de bueno ¿alguno sabe donde esta Made o Eileen? lo siento, es que me resulto raro no verlas a ellas por aquí, lo que iba diciendo es que sea lo que sea que paso con los Potter, te ayudaremos y aquí tienes nuestras varitas preparadas para salir a la batalla y la lucha - Le digo a Nathan poniéndole la mano en el hombro en claro gesto de apoyo, diciéndole así que sea lo que sea que lo aqueja, nos tiene a todas para ayudarlo y poder salir de cualquier lió en el que se viera envuelto -

 

No quiere parecer su madre o actuar como tal, solo quiere cuidarlo y que le cuente que sucede allí, sabe que cualquiera que sea el problema lo resolverán todos juntos como la familia que eran, además estaba segura que nada podía ser tan grave ¿o quizás si? sabe de sobra que se le escapan cosas, cosas que aún no sabe y que espera que su amigo le cuente, no quiere presionarlo en que le cuente, aún tiene la mano en su hombro y espera una respuesta a sus muchas preguntas, solo espera poder ayudar en lo que haga falta y llevarle calma a su semblante preocupado y desea ser de ayuda de alguna manera,esperando sus respuestas e intentando que no se noté lo preocupada que está por él en realidad, porque la bruja jamás lo había visto así, así que intuye que es un problema serio y gordo, un problema que sabe que solucionaremos todos juntos como el gran grupo que son.

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