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Hospital San Mungo


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Casos de magos y brujas envenenadas por una poción de amor mal hecha




Alessandra estaba en su oficina revisando unos papeles sobre un par de pacientes, llevaba de vuelta al hospital y los sanadores parecían que se había perdido desde que Bodrik se dio a la fuga. No tenía noticias de la morena desde, desde bueno desde muchos meses y eso la preocupaba.

Miró al horizonte esperando que @@Hades Ragnarok apareciera pronto también, según tenía entendido había dos sanadores más pero no estaba segura siendo que ella hace poco había vuelto. Sacudió la cabeza para despejar su mente de todo el caos que había en su área de trabajo.

-Espero que alguien llegue pronto- suspiro.

Mejor si tomaba un descanso en la cafetería, lo necesitaba si algo pasaba cosa que parecía imposible porque todo estaba tranquilo.

Llegó a la cafetería y se dirigió por la cafetera y la torta de chocolate que había. Parecía gritar su nombre por todos lados pero como si fuera a propósito sonó la alarma de emergencia. Con un suspiro dejo todo y salio corriendo a la entrada donde había varias personas.

-¿Qué ocurre?- preguntó.



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El vampiro había estado un poco alejado de todo, si bien, seguía trabajando en San Mungo, hacia mucho no había pisado la institución mágica, ya que, se suponía que él estaba en un viaje buscando ingredientes nuevos que pudiera utilizar para la preparación de las pociones experimentales que llevaba a cabo secretamente en el departamento de misterios del Ministerio de Magia.

 

Aquel día, había regresado a San Mungo por cuestiones del destino. Había aprovechado todo aquel tiempo para ultimar sus negocios y conseguir lo que estaba buscando. Ahora, debía seguir manteniendo su máscara de sanador respetable y responsable para que todo estuviera bien y en orden. Se pregunto ¿Qué había pasado de nuevo?, no había tenido noticias de Bodrik quien solía llamarlo para resolver algún problemas apocalíptico del mundo mágico y aquello era demasiado extraño.

 

-<<quizás me sustituyeron>> -pensó divertido.

 

No habían pasado ni 5 minutos de haber llegado a su amada ala de virus mágicos cuando escucho aquella alarma. Y observo a una figura correr por los pasillos. Si, había visto bien, aunque era extraño ver a esa persona allí. Su ahijada @ se suponía que estaba trabajando en algún sitio o departamento del ministerio, ella había colgado la bata y se había ido sin decir adiós, ahora parecía que la había visto dirigirse por el pasillo hacia la entrada del hospital mágico. Entrecerró los ojos, debía averiguar de qué se trataba todo aquello.

 

No tardo mucho en recorrer aquella distancia, aunque había perdido la práctica era obvio que conocía San Mungo a la perfección y se movía como un pez en el agua.

 

-Que sucede? –pregunto el cainita justo detrás de Alessandra- y que haces aquí monstruito come chocolates? –le pregunto con aquel apodo “cariñoso” a la chica.

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Aquella mañana Black Lestrange leía El Profeta para enterarse de todo lo que acontecía en la comunidad mágica y todo, al menos en lo que se refería en el área política, parecía estar en completa calma. Situación que lo hizo soltar un largo bostezo, al parecer iba a ser un día aburrido y sin mucho que comentar con su esposa hasta que en la página cuatro del periódico mágico se leía el encabezado. “Chocolates dejan varios heridos y enfermos.”

Aquel encabezado le provocaba cierta curiosidad, así que se dispuso a leer la nota mientras mordía una rebanada de pan tostado con mermelada que le había preparado varios minutos antes Kaori quien también almorzaba junto con su esposo.

Chocolates dejan varios heridos y enfermos.

15 de febrero de 2020


La madrugada de este 15 de febrero, el Hospital de San Mungo se encontró
en su cupo máximo, gracias a que varios jóvenes, hombre y mujeres entre los 17 y 22 años,
presentaban una intoxicación al ingerir chocolates hechos con base de poción del amor.
Lo que provocó que hubiera enfrentamientos en el menor de los casos hasta grandes problemas
Infecciosos por la ingesta de aquellos chocolates con una poción mal elaborada.

 

 

Aries comenzó a leer la nota en voz alta, de vez en cuando, dejaba de leer para ver el semblante de Kaori que, aunque se estaba haciendo la fuerte, el ceño fruncido que hacía cada que tenía una contracción la delataba completamente. Aries dejo de leer la nota a la mitad para tomarle la mano a la nipona, aún recordaba lo que la prima de ella le había dicho sobre tomar el tiempo entre contracción y contracción.

Amor, ¿quieres que te lleve a San Mungo? —le preguntó.

Editado por Lacedaemon Scamander

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Hospital San Mungo.
Recepción.

 

 

⸺Ju-liette Mac-nair ⸺volví a pronunciar mi nombre con lentitud mientras encajaba las uñas en la mesa para no rasguñar a la recepcionista, la mujer tecleaba algunas cosas en invisible y luego alzaba su mirada azulina para negar.⸺ ¡Por Salazar! Trabajé bastante tiempo en este lugar, ¿dónde d.emo.n.ios está Bodrik?

 

⸺"No tenemos ningún registro desde el estallido en el Mundo Mágico, señorita Macnair".

 

⸺¡Va, va! Esta incompetencia. ⸺deslicé una de mis manos por mi rostro hasta acomodar las hebras oscuras de mi cabello.⸺ ¿Y con quién se supone que debo hablar para recuperar mi trabajo?

 

⸺"No tenemos noticia de la sanadora Bodrik..."

 

 

Alarma de emergencia.

 

Enseguida vi como varias personas corrían directo a la entrada del Hospital, algunos sanadores con sus batas bien puestas, enfermeros, internos y hasta auxiliares que conmocionados por los gritos en el exterior se abrían paso entre los pacientes. Mi corazón pareció bombear a mil por minuto, esa garra de ir a ayudar me envolvió y aún cuando tuviese mi bata colgando del bolso, sin un pase, sin el crédito de mi licencia, no podía hacer nada. De reojo vi a Hades, ¿era el hombre con el que traté a la pequeña niña Rambaldi hace tantos años? ¿me recordaría?

 

⸺Necesito que busques a alguien que me ayude, levanta ese trasero y muévete m.ald.ici.ón.

Editado por Juliette Macnair

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Shadowhunters - Con Aries.

 

Esa mañana se había despertado muy temprano a pesar de que casi no había dormido, le costaba demasiado encontrar una posición cómoda, así que prefirió levantarse a hacer el desayuno. Durante los últimos días había estado experimentando contracciones que paulatinamente habían ido subiendo de intensidad, pero como había dicho su prima Memi, mientras no rompa fuente y no sean con tan solo minutos de diferencia, solo quedaba esperar a que la hora del parto llegara.

 

Se sentía nerviosa, ansiosa por tener en sus brazos al pequeño Sammael, pero al mismo tiempo se sentía aterrada, jamás había cuidado de nadie además de si misma y desde hace un año de su esposo, pero aquello era diferente ¿Y si hacia algo mal y ponía en peligro sin querer a su hijo? ¿Por qué no venían con un manual? Pensó mientras ponía de forma descuidada mermelada en unas tostadas.

 

Una nueva contracción la hizo soltar la tostada que cayó sobre el mesón llenándolo de dulce, al mismo tiempo su atractivo esposo entraba en la cocina, como de costumbre iba vestido tan solo con unos boxers, le dio un beso en la mejilla y tras tomar lo que había preparado de desayuno se sentó a leer el periódico.

 

—No se porque lo sigues leyendo… nunca sacan nada interesante —le dijo, pero entonces él para tan solo para contradecirla, empezó a leer una noticia sobre una intoxicación por chocolates.

 

Siguieron comiendo y entonces una nueva contracción ‹‹ok, esas fueron muy seguidas ›› Pensó la pelinegra, respirando profundamente mientras acariciaba su pancita, estaba dura y el bebé se movía muy despacio ahí adentro.

 

—Toma el tiempo amor... creo que deberíamos revisar si esta todo lo necesario para llevar al hospital…—Dijo poniéndose en pie con algo de dificultad.

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Asrael, aprendiz de sanador

 

Bien, el pelinegro con pasos lentos y acompasados, al fin había llegado al Hospital San Mungo, se quedo frente al edificio mirando fijamente, sus ojos negros recorrieron el edificio desde lo alto hacia la planta baja... seguramente la gente se preguntaba por un joven miraba con tanto interes un lugar abandonado... para los muggles, claro, pero la institución mágica sigue en operaciones, algo hubo de desperfectos y obras de reparación por algunas semanas, luego, las noticias ya no eran tan frecuentes, es más, las noticias escaseaban hasta el presente, en que el Diario notificaba de un problema en la comunidad de cierta gravedad: una intoxicación con chocolates... y precisamente en esta fecha! ¡vaya problema!

 

El muchacho ya no tenía noticias de su mentora, la Directora de San Mungo que le aceptó como aprendiz y por ese motivo Asrael no se atrevía a entrar... ahí permaneció de pie, esperando...¿que?... realmente no lo sabía bien, pero aguardo, era cierto que aún es un aprendiz, pero tal vez... tal vez y le siguieran aceptando en el hospital, entonces vio pasar con rapidez a una sanadora con la que antes trabajo y su esperanza nació de repente, era posible que la bruja le recordará y con rapidez, saco su bata de su maletin y se la coloco de inmediato, luego con su kid médico, se enfilo a la entrada del hospital, vio alrededor, casi seguía identico, aunque la recepcionista era otra enfermera que no conoce, pero ahí vio a la sanadora @@Juliette Macnair tomo un respiro para reunir valor de encaminarse hacia ella, cuando justo atrás de él, llegaban muchos pacientes y el movimiento del personal se hacía presente con su característica de servicio rápido y eficiente, un vistazo y vio a varios conocidos de los auxiliares y sin tanto saludo se unió a ellos tomando una de las sillas para conducir a una de las pacientes hasta uno de los consultorios mientras alistaba una de los blok para tomar los generales de la paciente.

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Abrió el ojo derecho, cerrándolo casi de inmediato ante la cegadora luz de la lámpara que colgaba del techo. La jaqueca, inmediatamente empezó a martillearle la nuca, provocándole una sensación de ser demasiada mantequilla derretida sobre una rebanada ligera de pan. Se percató que estaba en una cama que no era la suya, y a juzgar por la bata que llevaba puesta, no estaba más en la mansión Black Lestrange.

 

¿Dónde....? fue la pregunta natural, la primera reacción ante lo desconocido. Se detuvo casi al instante, incorporándose para sentarse sobre el borde. Ay, tiene que ser una broma.

 

Sostuvo una botella que yacía en la mesita de noche contigua. No tuvo más que agitarla un poco, y leer qué era, para entender dónde se encontraba. Dejó el Crece-huesos, adornado con la insignia del Hospital San Mungo, en su lugar, e intentó levantarse, pero el mareo lo devolvió a su cama. Sacudió la cabeza, intentando recordar en qué se había metido para terminar allí. Nada.

 

O, tal vez, por fin sucumbí a mi locura, y la familia decidió internarme en este lugar.

 

Alcanzó la historia médica que colgaba de la cabecera, para verificar que, en efecto, no lo habían confundido con alguien. El papel rezaba su nombre, así como algunas especificaciones como su debilidad al realizar la Aparición Conjunta o su metamorfomagia, que eran familiares para el castaño. Cuando llegó a la planta en la que estaba internado, la tercera, su desconcierto creció aún más. Pero no tanto, cuándo llegó al motivo de ingreso al hospital.

 

Reacción alérgica por ingesta de chocolates bañados en Amortentia mal preparada. Pero, claro, de haber preparado yo la poción, quizá no estaría aquí...No debí aceptar el obsequio.

 

Se recostó de vuelta, momentáneamente flojo para levantarse y averiguar qué tanto estaba sucediendo afuera. No entendía mucho de los primeros auxilios, a pesar de poseer facilidad para las pociones y sus aplicaciones curativas. Una risa, un par de camas más allá, lo hizo levantar la cabeza.

 

No recuerdas nada, ¿verdad? inquirió la paciente, quien parecía menos intoxicada que el castaño. Escuché que nos tendrán en cuarentena hasta que hayan encontrado el antídoto, se está resistiendo.

 

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Era una de esas tardes en las que llegaba al trabajo, aunque ya no fuera lo de antes, había pasado mucho tiempo antes de volver allí, de hecho no pisaba aquél lugar desde que habían tomado el caso de la gente que desaparecía al inicio de la guerra y que quien su compañero era su padrino, vaya tiempo que habían pasado, ahora sólo quedaba aquél recuerdo, ya que él Ollivander había perdido la cordura, pero ¿Por qué? ¿Qué había sucedido para que pasara eso?

 

Sus pensamientos estaban en aquél tema doloroso para ella cuando, al llegar a la recepción y desdoblar el periódico que llevaba bajo el brazo, lo abrió para leer la primer nota, en la cual decía que algunos magos y brujas habían resultado intoxicados por una poción de amortentia mal hecha, aquél tema de pociones era uno de los temas con el que Hannity no estaba en sintonía, -Menos mal a mi no se me ocurrió semejante idea. Sonrió al pensarlo,puesto que ella no era muy buena en aquella rama de la magia, por tanto se había inscrito para tomar aquél curso para comprender un poco más de ello.

 

Pensaban que, probablemente ella podía ayudar en algo, así que se disponía a subir a la tercera planta, pero antes de que eso pasara se escuchó una alarma, así que de inmediato bajo el par de escalones que había subido y se dirigió hacía la entrada, en dónde ya se encontraban varias personas, unas con quiénes se había encontrado en alguna ocasión, otras a quien conocía y otras a quien no había visto nunca.

 

-¿Alguien sabe qué es lo que está pasando?- preguntó la rubia a nadie en específico, tapando sus oídos debido al ruido.

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24 horas antes…

 

Leía el periódico sentado en aquel café Italiano. La plaza donde se encontraba la fuente de Trevi estaba abarrotada de gente, turistas y habitantes de la localidad que tenían que pasar por allí para llegar a sus lugares de trabajo o ir de compras. Pasaba las hojas de aquel diario sin prestarle mucha atención a lo que le rodeaba hasta que noto en las páginas centrales un extraño articulo. “Caos inexplicables de envenenamiento al consumir chocolates.”

 

Pensó inmediatamente en su ahijada y negó con la cabeza. No, Alessandra no sería tan tonta como para consumir algo envenenado, ¿o sí? Saco aquella idea de la cabeza, de ser así ya lo hubieran llamado ya que era un experto en pociones y podría intentar encontrar la cura, aunque claro estaba, había pasado mucho tiempo alejado del mundo mágico y no había visto a la chica en muchísimo tiempo, ni siquiera había estado presente cuando los quintillizos nacieron, claro, si es que las cuentas le daban y los niños ya habían nacido.

 

***********

 

El Ragnarok seguía sin entender que era lo que estaba sucediendo y como siempre su ahijada lo estaba ignorando. Puso los ojos en blanco y bufo por lo bajo mientras se acercaba un poco, mas para intentar descifrar como siempre en que nuevo problema, caos o catástrofe apocalíptica se había sumido el mundo mágico ahora. Maldijo por lo bajo, bastaba con que él volviera a aparecer para que todo fuera un terrible descontrol, ya que, mientras estuvo fuera o alejado parecía que el mundo mágico estaba a salvo y no había pasado gran cosa. Bueno, sin contar lo de la guerra, pero esa era otra muy larga y fructífera historia.

 

Se arrodillo al lado de su ahijada @ para comprobare de mano propia la situación y comenzar a dar los primeros auxilios de ser necesario. Observo como comenzaba a agruparse gente ya fuera por curiosidad como sanadores, aprendices y demás personal que venia corriendo para ayudar.

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⸺"...me imagino debe tener un excelente curriculum señorita Macnair, sin embargo, y debido al estallido, no puedo conferirle una licencia como sanadora así como así, puedo ofrecer..."

⸺Sé lo que va a decir. ⸺lo interrumpió inmediatamente⸺ Escuche, yo trabajé en este Hospital y fui parte del dichoso programa como la sanadora a cargo de ese par... ⸺se calló la grosería al ver como esos novatos corrían con sus uniformes e implementos para ser testigos de la emergencia, y al ver el ceño fruncido del mago, tuvo que agarrar toda la paciencia que no tenía para controlarse.⸺ Es mi palabra contra la suya, pero déjeme demostrar mis habilidades, ¿qué dice? Estuve en Islandia, hice una importante investigación en herbología y tengo una mente mucho más amplia.

 

Escuchó el chasquido de lengua del mago, luego detuvo su atención en la forma que tenía de mirar a su alrededor al tiempo que recorría con sus dedos la canosa barba creciente en su mentón, estaba más que claro que a él le gustaba mandar y no meter las manos en la masa. Dada las condiciones del Hospital, el estallido y la reciente emergencia explotada por la semana de San Valentín, necesitaban personal, y uno capacitado para enfrentarse a tamañas adversidades; estas. No tenía opción.

⸺"Claro estoy de que adora examinar el cuerpo inerte, sin embargo, los quiero a todos vivos, señorita Macnair".

 

Juliette asintió con euforia e hizo un gesto con sus dedos en señal de respuesta, agarró el bolso que había dejado sobre un sofá color chocolate y salió más rápido que alguien viajando por los polvos flú. Entre sus dedos apareció una hoja de color blanco, con el sello del lugar y las indicaciones del sector a donde debía de dirigirse; Urgencia.

 


(...)


Con la bata puesta y los implementos bien guardados en los bolsillos, se hizo cargo en cosa de segundos del movimiento en aquella estación, dividió a los pacientes por secciones, trasladando a los más graves directo al sector más cercano de los quirófanos, mientras que los demás, los menos graves, se dejaban en el salón principal con la orden de estar varios días aislados de la población hasta saber qué tipo de brebaje se había creado con el chocolate como chivo expiatorio; ¿podría ser alguna conspiración? ¿un ataque? ¿casualidad?

 

Negó sutilmente con su cabeza mientras apoyaba su cuerpo en el mesón, revisando tranquilamente algunos expedientes médicos, repasando con sus dedos lo que se había utilizado, lo que había funcionado y lo que no. En especial lo segundo. El café humeaba a un lado, y tenía a su alrededor a algunos enfermeros que demandaban más atención del que le agradaba, y en la búsqueda por el silencio, le oyó. Una voz rasposa, melodiosa y bien característica. Llena de preguntas. Confusa.

De todas las personas con las que querría encontrarse, un conocido estaba en la última fila de su lista de imposibles; no podría huir. Dejó las carpetas, tomó un cuadernillo y ordenó a que una vuelapluma le siguiera bien de cerca. Taconeó algunos pasos entrecerrando la mirada y en cuanto vio, no muy a lo lejos, unas hebras castañas ondeándose bajo aquellos dedos, supo que se trataba de su viejo amigo.

 

⸺Mi querido Eobard Thawne. ⸺interrumpió el pequeño intercambio de palabras⸺ Espero que tu visita aquí sea mera casualidad, ¿será que se te ablandó el corazón e intentaste conquistar a alguna bruja de Inglaterra? ⸺curvó sus labios con cierta burla y antes de que él dijera algo, se dejó caer en el colchón y susurró contra su oído.⸺ ¿Estás bien?

@@Eobard Thawne

:sad:

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