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Conocimiento de Maldiciones + Transformaciones


Matt Blackner
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~ Transformaciones ~

 

Luego de os presentarnos el profesor nos comento que este era su sitio para dar clase, a simple vista parecía cómodo y preparado para la materia que allí nos reunía. Escuchaba atenta lo que el caballero decía y estaba segura que tenia razón en lo que decía, desde ya él lo sabia de sobra pero nosotras recién nos adentraríamos en ese mundo...para se sincera tenia bastante curiosidad de aprender.

 

Con suma amabilidad nos indico que nos sentáramos en las gradas para luego tendernos un pergamino sin nada en el, supuse que luego nos diría que hacer con ese elemento, si lo usaríamos para escribir o para transformarlo en algo mas. Continuo hablando y volví a prestar atención, mientras me acomodaba mejor dejando mi bolso al lado mio y cruzando las piernas con total gracia, por un segundo vino a mi mente mis clases con mi compadre Garry y las bromas que le hice...ciertamente esto no era igual por lo que le podría un poco de seriedad.

 

-La ley de Gamp nos enseña sobre todo aquello que puede transformase, aumentarse, etc.- Respondí con calma a su pregunta sin levantar demasiado la voz, le regale una sonrisa a @@Ada Camille Dumbledore y persistí en lo mio. -En total son cinco.- Mi mirada se dirigió al profesor @@Matt Blackner y proseguí hablando. -No tienen un orden pero nos dice que...El dinero o la riqueza no puede ser creado de la nada, un mago puede codificarlo si es que lo tiene previamente pero siempre seguirá teniendo el mismo valor...luego podemos hablar de la Sabiduría o información la cual puede ser aumentada o cambiada pero siempre se debe aprender de una fuente...una de las mas polémicas es la de la Comida que nos dice que esta puede ser transformada, multiplicada, condimentada, cocinarse o moverse pero nunca presentarse así por que si...también se refiere al Amor diciendo que no se puede crear este sentimiento de una persona hacia otra o hacia si mismo si no se tiene un antecedente previo si bien se la puede embrujar esto siempre sera una ilusión y jamas un sentimiento real...la ultima es la Vida o existencia refiere a que no se puede crear seres de la nada, se necesita de si o si de componentes vivos mayormente de distintos sexos pero no necesariamente y ademas sostiene que no se puede re vivir a un muerto.- Finalice mi explicación.

 

Me encontraba bastante satisfecha con lo que había dicho y desde ya esperaba que estuviera bien...acomode un mechón rebelde de mi rojo y permanecí esperando la próxima interacción del profesor.

 

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Mi pregunta quedó en el aire cuando alguien más llegó al lugar, propinándome un ruidoso beso en la mejilla antes de que yo pudiese reaccionar. Al ver el sonriente rostro de Thomas fue que detuve mi mano, vuelta puño, que ya estaba a medio camino por tirarle un par de dientes. Cuando le había escrito a mi hermano, días atrás, sobre la espera del inicio de mi clase, había declarado en las líneas de mi carta lo mucho que le extrañaba y cuán diferente sería asistir a una clase sin él. Por lo visto, mi gemelo sabía leer perfectamente mis necesidades.


Le lancé mis brazos alrededor de su cuello, sin importarme que el profesor estuviese allí presente, regalándole además a mi hermano un beso en cada mejilla —No esperaba que vinieras, no era lo pedí —le dije, sabiendo que en aquéllos días él estaba en el C.R.A.A. y le era un tanto complicado obtener un permiso para salir —, pero me da gusto que estés aquí.


Me contó lo de su nueva varita y comprendí su emoción, cuando antes solo había estado usando las que yo le conseguía en duelos que ganaba desarmando a mis adversarios. Y sentí una punzada fuerte en el estómago cuando me contó que Zoella le había ayudado; en serio que no podía dar crédito a la desfachatez de nuestra madre. Y sin poder dar más crédito aún, noté que la misma en persona se acercaba al grupo y se presentaba con el profesor, ignorándonos completamente.


Cabía resaltar, que el hecho de ignorarme a mí me era indiferente. Es decir, ¿cuantas veces se había molestado ella en hablar conmigo desde mi llegada? Éramos dos extrañas. Pero me disgustaba lo que estaba haciendo con mi hermano. Yo no le había dicho a Thomas quién era ella en realidad, por darle la oportunidad a la Triviani de explicarle ella misma, pero ni ella ni Jeremy parecían tener intención de hacerlo, y era muy difícil para mi mentirle a mi hermano. Hacer como si nada pasara, como si nada supiera, para luego enterarme de que ella iba por allí comprando su afecto. Pero era una Triviani, ¿por qué me sorprendía?


Podía pasar muchas cosas por alto, pero cuando se trataba de mi gemelo, el único ser al que yo podía decir libremente que me importaba, simplemente no podía quedarme quieta. No obstante, la llegada de alguien más me distrajo. Una mujer rubia que me resultaba vagamente conocida, a saber de dónde, vestida con un ceñido traje de equitación; un aura de elegancia le rodeaba. Se disculpó por la tardanza, y tras ello el profesor comenzó a caminar por un sendero escarpado, indicando que le siguiésemos.


Thomas se separó de mi lado mientras subíamos para atender a la Triviani, a quien la mujer rubia parecía conocer bien pues inmediatamente se le pegó y comenzó a hablarle. Habiendo quedado atrás, apresuré mis pasos para rebasar al grupo y mantenerme al margen del profesor con la intención de enfocarme en la clase y no prestar demás atención a los demás. Conforme subíamos, noté que la vida en la naturaleza comenzaba a extinguirse, y el aire se hacía más pesado. Podía sentir magia oscura desprenderse de las rocas, y cubrir las ruinas que nos esperaban en la cima.


—¿Que fue lo que sucedió aquí, profesor? —pregunté con genuina curiosidad. El graznido de los cuervos alertaba de nuestra presencia a las ruinas, o cualquier ser que pudiese ser lo demasiado insensato para refugiarse en aquél castillo derrumbado. Por si las dudas, desenvainé mi varita del bolsillo...

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Thomas volvió a centrar su atención en Frankie. Zoella parecía estar restablecida sin necesitar ayuda y bien acompañada por la dama rubia. En cambio Frankie parecía tener ganas de entrar a explorar las ruinas, ignorando el peligro que se sentía en el aire. El joven se acercó instintivamente a su lado para no perderse en el hilo de la clase. Tenía la mala costumbre de soñar despierto dejando que su mente flotara por el cielo, creando alucinaciones que luego representaba en cuadros. Lo malo de todo eso, era que pocas veces sabia como actuar cuando regresaba de su viaje mental. Apretó con un pellizco el brazo de la gemela para llamar su atención.

 

-Mira los cuervos, no cruzan la entrada -Dijo buscando una piedra para luego lanzarla entre dos pilares donde debería haber una ventana. El sonido del viento se detuvo. Las ruinas empezaron a expandir un severo silencio que invadió toda la cima. El despertar de las paredes se reflejó en el vuelo de pájaros huyendo de ahí y la incipiente oscuridad que empezaba a cubrir sus alrededores -La maldición parece activada –Comentó antes de empujar a su hermana -Atrápame si puedes.

 

El coraje, las ansias de libertad, el reencuentro con su hermana eran motivos suficientes para que Thomas corriera hacia las ruinas encantadas. Su varita negra, similar en color al de su tutora, ya se encontraba en su mano cuando cruzo el umbral del castillo destruido. Un salón de baile antiguo, con pisos de marfil opacados por la tierra fue todo lo que el vampiro pudo detectar, antes de concentrarse en la música que empezó a sonar. Un vals antiguo lleno el denso silencio. Sombras que se volvieron siluetas de personas traslucidas empezaron a invadir el salón. La alegría de una noche de fiesta se podía ver en todos los rincones. Mucho más tiempo pasaban bailando las figuras, más se volvían corpóreas.

 

 

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Quedé inmersa en mis pensamientos sin notar que había dado algunos pasos muy por delante del grupo, caminando entre las ruinas de lo que podría haber sido un enorme atrio; una maleza indómita se había empeñado a perseverar entre las grietas del suelo, creciendo sombríamente y muriendo en el intento, aferrándose a las rocas y los cuerpos mutilados de las gárgolas y figuras que alguna vez habían protegido el castillo. Pensaba en las ruinas de Rkund, donde había pasado algunos años estudiando fuegos fatuos cuando Thomas me pellizcó el brazo.


Entorné mi azul mirada a los cuervos que él me indicaba, descubriendo que tenía razón —Una vez más demostrando que son mas astutos que nosotros —respondí a mi gemelo con una sonrisa, eludiendo al peligro que podríamos estar enfrentando, desconociendo todo en cuanto al lugar en el que nos encontrábamos y ante la poca o casi nula información que nuestro tutor de maldiciones nos había entregado.


Thomas lanzó una piedra entre dos pilares porque, claro, primero ellas que nosotras. Viejo truco de explorador que dio resultado o, mejor dicho, manifestó un cambio en el ambiente. En el silencio nació uno aún más profundo que hasta las aves dejaron de graznar, levantando el vuelo en silencio lejos de allí.


—O quizás acabas de activarla —me reí, señalando con el índice un par de rocas en el suelo que parecían tener grabadas una serie de runas antiguas; parecían haber sido parte de la inscripción del umbral de un arco de la entrada —¿No sabes leer runas? Claramente dice "para activar una poderosa maldición lance una piedra" —bromeé, delatándome un segundo después con una risa contenida.


Aquéllo pareció dar rienda suelta a Thomas, que le valió un pepino lo demás y comenzó un juego de atrapadas. Me quedé viéndolo correr, pensando en lanzarle una zancadilla por idio.ta y detenerlo de una vez, pero al parecer me estaba volviendo muy blanda con él porque la mano por la que sujetaba la varita no se levantó ni un ápice.


—Thomas no entres allí, espera...


Pero fue inútil. Era como hablarle a un sordo. Era como hablarle a un Thomas.


Pude sentir otro cambio en el ambiente un instante después, pero en esta ocasión sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Corrí para alcanzar a mi hermano, mientras mis ojos atónitos observaban como el castillo se reconstruía, y cada escombro regresaba a su lugar, como si se estuviese rebobinando una vieja cinta de vídeo; pero no era una visión firme o tangible, sino mas bien etérea y fantasmal, como si todo aconteciera en otro plano. Alcancé al pelinegro en un salón elegante, y figuras fantasmales danzaban al ritmo de un vals.


Le pegué un puñetazo en el brazo, y le lancé una mirada de "no vuelvas a hacer eso o te mato"; posteriormente le tomé de la mano y lo saqué de aquél salón, chocando inverosímilmente con algunas parejas de danzantes. Regresamos al atrio donde nos recibió una noche cargada de estrellas, y una luna menguante, que parecía jactarse de nosotros de forma impertinente. —Pero si aún no pasamos el medio día... —mi murmullo se lo tragó el silencio, mientras buscaba al profesor y las otras dos mujeres a nuestro alrededor. —¿Y los demás dónde se metieron?




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Los vestidos antiguos de las damiselas denotaban el dinero que poseía el dueño de aquel castillo. Los hombre mantenían una rictus serio en el rostro y estaban concentrados en no pisar a sus partener en el vals. Thomas estaba enfrascado en aquella melodía que dio un repingo asustado cuando Frankie le propino un golpe. Le sonrió al mirar el rostro ceñudo de advertencia que lanzaba la bruja. El lugar parecía estar reconstruido en su totalidad, y a cada minuto que pasaban parecía estar tomando mas forma estable. El vampiro no tuvo tiempo de pensar en los manjares que se veían en el siguiente salón, porque su gemela lo arrastro hasta afuera rompiendo el encanto.

 

-¿Viste la comida? Parecía rica -Dijo levantando la mirada a las estrellas junto a la luna, que al entrar no estaban allí - El mediodía paso muy rápido. ¿Cuanto tiempo estuvimos ahí? -Pregunto antes de responder - No veo a los demás, pueden que hayan entrado detrás de nosotros o hayan tomado otro camino -Penso en voz alta caminando unos pasos para ver el camino por el cual habían llegado ahí. La negrura se tragaba la senda, haciendo imposible de ver mas de unos pocos metros -Ni siquiera puedo olerlos - Dijo aspirando con fuerza para detectar el aroma de alguno de sus compañeros -

 

Las preguntas empezaron amontonarse en la mente de Thomas. Empezaba a preocuparse por su tutora, aunque era adulta y sabia defenderse, él sentía que estaba en peligro constante. No quería perderla. Un graznido lo saco de su lamento. Estaba con Frankie. Nada o todo podía salir mal. Pero no le preocupaba, siempre lograban resolver los problemas en los que solían meterse.

 

-Frankie -Llamó buscando su mirada - Hace unos meses me encontré con un hombre llamado Oliver... pude olerte en él -Calló a tiempo para esperar que la bruja ordenara sus ideas. Sabia que le diría la verdad, porque no había mentiras entre ellos. Thomas sentía que su estabilidad física y mental se mantenía estable con la Triviani cerca. No perdía el control y disfrutaba el tiempo como si volvieran a ser niños - ¿Y bien? Cuéntame antes de que tenga que sacártelo a lo fuerza -Amenazo pinchandola con su varita.

 

El lugar parecía estar atento a los dos magos. Un camino empezaba a vislumbrarse, de a poco, con dirección a la parte de atrás del castillo en ruinas.

 

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Conocimiento en Maldiciones.

Perséfone Snape.

La Snape ignoró un poco a Thomas hasta que Lucrezia llegó, reconoció a la Medici porque la había visto hablar un par de veces con su madrina, e incluso se enteró de lo pasado durante la víspera de San Valentín, cuando el mundo mágico fué absorbido por otra dimensión. Sintió la sugerencia de la bruja y el coqueteo aparente, y sólo pudo sonreír de lado, pensando en cómo Zoella reaccionaría ante la mujer.

 

- Luego de esto podemos hablar en tu mansión, a solas si gustas - susurró por lo bajo la Snape, hasta que sintió la suave voz del Triviani, que erizó su cuello y la hizo temblar suavemente. Intentó ignorarlo pero supo que había descubierto la víspera de las lágrimas acumuladas en sus ojos. Sintió el apretón de su mano y se soltó precipitadamente - No soy Zoella - contestó tajante, comenzando a minar detrás del profesor Matt.

 

- Espero lograr mejorar en mi trabajo, pero más que todo es por preferencias personales - soltó la ahora calva, escuchando luego lo que sus compañeros tenían por decir. La bruja no sintió nada fuera de lo normal y siguió al profesor en todo momento a la cima de la montaña. Observó a Thomas alejarse de ella y seguir a su hermana, a quien sin saberlo le lanzó una mala mirada.

 

Se detuvo un momento en la rubia aristócrata y cuando sólo escuchó silencio volteó a buscar a su amado hombre, percatandose de que no estaba por ningún lado - Profesor, Frankie y Thomas entraron en el portal. Debemos sacarles - soltó con gran apuro la Snape, jalando del brazo a Matt, el profesor.

 

La bruja observó como de una especie de cortina salían ambos Triviani, sus ojos parecían desorbitados y se encontraban parados, como dos estatuas, la Snape corrió y tomó entre sus manos el rostro de Thomas - Thomas, Hola soy Percy. Contestame por favor - susurró, con gran pánico invadiendo su cuerpo. Tenía miedo y el profesor poco a poco se acercaba a ellos.

 

- ¿Los agarró una maldición? - preguntó la bruja, sin apartar en ningún momento las manos del pálido rostro del Triviani.

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Transformaciones

 

La clase había empezado como tal, junto a mi querida amiga Lady Luxure Estábamos prestas a aprender sobre las transformaciones a mayor profundidad, ya que esa era la razón a la que me había llevado el inscribirme a la clase, quería con toda la fuerza de mi corazón, el aprender de esta materia me daría el animo para lograr profundizar en temas que deseaba aprender.

 

El profesor nos indico que nos acomodáramos en unos escalones que habían allí y nos dio a cada una un trozo de pergamino vació,

lo tome y musite un "gracias" casi automático junto con una sonrisa.

 

Las leyes de Gamp, no las había estudiado a profundidad, pero conocía de antemano sus excepciones, que eran sumamente importantes en la magia, pues al saberlas podías conocer la capacidad de uso de la varita en la vida mágica. La principal de ellas se refería a la comida, pues no se puede hacer comida de la nada, se puede aumentar o aparecería desde otro lugar, pero imposible hacer algo de la nada y bien lo sabia yo que amaba la cocina y allí usaba la varita de manera frecuente.

 

- Las leyes de Gamp nos indican como deben hacerse las transformaciones, en especial, las que no deben hacerse aplicando sus cinco excepciones, que son una guía de lo que no debe hacerse

 

Solté algo mas tímida después de escuchar la explicación de mi amiga Lady

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~ Transformaciones ~

 

Estábamos en la clase con @@Ada Camille Dumbledore y el profesor parecía en un estado ausente, no sabía que le había pasado pero bueno esperaba que de un momento a otro reaccionara y siguiera con las explicaciones o quizá esperaba que nosotras tomáramos la iniciativa de aprender por nuestra cuenta y él evaluar.

 

-Qué crees amix sobre las leyes?.-Le pregunté curiosa a mi amiga. --Podríamos aplicar alguna aquí?.- Mordí levemente mi labio pensativa.

 

Mire el lugar con atención, realmente era amplio y cómodo con lo cual no tendríamos problemas para realizar cualquier cosa que quisiéramos hacer, por lo visto ya estaba preparado o por lo menos eso me pareció, si estaba en lo correcto el profesor sabía lo que hacía cuando nos trajo aquí ciertamente. Me moría por usar mi varita por supuesto no pediría permiso ya que sería más una travesura...sí aprendía algo de esto estaba segura que lo utilizaría más adelante.

 

-Sabes que amix tengo un libro sobre el tema aquí en algún lado de di bolso.- Solté una risita recordando que lo robé de algún lado en un viaje de los tantos que hice y sabía que en algún momento me serviría. -Podemos intentar hacer algo a algún ser distraído que ande por estos rumbos.- Le propuse a la ojiazul en un tono bajo y divertido.

 

Esperaba que ella aceptara así poder hacer algo entretenido antes que me gane el fastidio de no moverme o algo, aburrida yo misma no me aguantaba por qué las ganas de hacer alguna maldad siempre era latente, es un deseo irrefrenable que tiene todo demonio por naturaleza...está en la sangre, en el cuerpo y en la mente y el alma.

 

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Editado por Lady Luxure Grindelwald

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Transformaciones

 

La clase era interesante, tenia cierta curiosidad por descubrir nuevas ideas y llevarlas a cabo con transformaciones que me permitieran mejorar la estética y exterior de las varitas con las trabajaba diariamente. El arte de las varitas era magnifico, pero el diseño de cada una era como la firma de la obra maestra de un artista, yo quería innovar en esto. Ya había hechos ciertas acomodaciones con orfebrería y piedras a la madera y formas talladas en especifico según el dueño de la varita le interesara, los colores también, aunque la mayoría de los magos tenia la tendencia de usar colores muy naturales a la madera de la que era propia el utensilio mágico, otros mas originales usaban colores diferentes que hacían que la varita fuera realmente original.

 

Mi queridisima amiga Lady tenia un texto que había traído, aunque me reí de verla buscando en su bolso donde casi no lo encuentra, yo tenia la misma suerte de que jamas encontraba a la primera lo que buscaba en mi bolso, pero para eso me estaba acostumbrando a usar un "accio" de mi varita para atraer las cosas a mi mano, era mas fácil.

 

- Hacer alguna transformación de las que dice en el libro, puede ser...- Deje las palabras en el aire y la mire con picardia sabia justo lo que estaba pensando y una pequeña risita malvada se me escapo - ¿Que te gustaría probar?

 

Indique a un pequeño caracol que estaba a unos metros de nosotras, haber que habilidades de transformacion podriamos adquirir en clase

 

@@Lady Luxure Grindelwald

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