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Estudios Muggles


Cissy Macnair
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ESTUDIOS MUGGLES

 

La notificación de mi contratación como Profesora para el Ateneo había llegado hacía tan sólo una semana y de inmediato me habían pedido que organizara algo para los dos estudiantes que tendría. Sonreí con diversión cuando los nombres llegaron a mi pequeño espacio de trabajo: Matthew y Jeremy Triviani, los hermanos más revoltosos con los que tenía el gusto de trabajar en el Concilio. Además, Jeremy era... bueno... no sabía qué era exactamente de mi tía Anne, pero ya lo averiguaría.

 

Escribí dos lechuzas aquel día, una a cada uno, esperando que las instrucciones fueran claras. Debían asistir al Ateneo y de allí partiríamos rumbo a nuestra clase. La idea era tomar un autobús turístico y detenernos en algunos puntos clave de Londres, donde podríamos estudiar las costumbres mundanas de los muggles. Tampoco es que tuviera demasiada experiencia, pues apenas había terminado de cursar mis estudios en aquel conocimiento hacía cosa de un año y nunca había dado clase de él. Pero sería divertido ver qué salía.

 

***

 

El día aparentaba despejado al dejar atrás la mansión Macnair y subir en mi motocicleta. Llevaba tiempo sin usarla, desde antes de mi embarazo, así que quería poder dar un largo paseo. Aunque llegar al Ateneo no sería sencillo, para ello tendría que volar o aparecerme con la moto. Así que había optado por conducir hasta uno de los puntos de aparición del Ateneo y aparcar allí, notando que el frió comenzaba a apasiguarse, aunque las nubes grises parecían nunca querer abandonar Inglaterra.

 

No nos reuniríamos en un aula, sino en el hall del Ateneo y de allí partiríamos mediante traslador hasta la parada de buses desde la que partía el recorrido turístico. Había preparado algunos juegos divertidos para que los chicos pudieran hacer mientras escuchábamos al guía, además de unos pergaminos con algunas instrucciones a seguir que más tarde les haría leer con detenimiento. La más importante, por supuesto, no realizar magia frente a los muggles. Claro, a menos que las circunstancias lo ameritasen.

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Matthew Triviani

 

El primer momento pensó en vestirse con cualquier cosa que hubiera en su armario, todo seria mejor que el uniforme que le habían hecho llegar, pero tal vez la profesora pudiera reprobarlo por un motivo tan nimio como aquel. Se vistió con lo que le llego y abandono la comodidad de su habitación, releyendo la carta. Decía que tenia que llegar hasta las instalaciones universitarias, seguro que era mas seguro que meterse en una chimenea, el gitano no acababa de ver los métodos de transporte mágicos como métodos fiables. Fue acompañado hasta el sitio por un elfo, donde lo estaría esperando su profesora en aquella oportunidad; miro con desagrado a la criatura que lo escoltaba, sin denotar alguna emoción en su fino y pálido rostro tatuado.
Tuvo que esforzarse bastante para llegar hasta el hall del ateneo, bueno en realidad no tanto, solo había agitado su varita y creando un pequeño portal para él, se acerco hasta una de las puertas principales del lugar, donde se adentro a paso lento husmeando el lugar. Tenia mucho tiempo sin recorrer sus pasillos, desde su titulación como profesor, era poco el tiempo que invertía en disfrutar la estructura.
Tras unas cuantas vueltas sin sentido, y los cuchicheos de los magos y brujas que iban y venían por los pasillos alumbrados por antorchas encantadas, un elfo lo intercepto para llevarlo hacia donde la profesora los estaría esperando, ¿los? si, su hermano también había llegado al lugar.
Un poco tarde. lanzo al aire Como siempre... añadió con sorna, ladeando un poco su cabeza mirando el suelo por su hombro.
El elfo los había llevado con ella, quien los esperaba de espaldas, irreconocible a primer vista, pero su movimiento la delato y supo que se trataba de su compañera, Castalia. Le dio un leve gruñido apenas mostrandole sus dientes, reluciendo su colmillo de oro, junto con un ademan de su mano izquierda para que se fuera de allí.
Buenas tardes, querida. la saludo, manteniendo su distancia, cruzando sus manos por sobre su abdomen. ¿Qué lugar Muggle se honrara con nuestro pequeño asalto? rio.
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-Buenos días -Saludo el vampiro, con una sonrisa enorme en el rostro. Muy extraño en él que solía estar de mal humor con gesto hosco ante todo el mundo, pero aquel día había estado probando sustancias diferentes para agregarle a los hongos mágicos que nacían en el CRAA y se procesaban en el Zarathustra para su venta en miligramos. Sus ojos azules estaban un poco colorados en sus bordes y tenían un brillo especial. No les diría que hacia una hora que estaba dando vueltas por la universidad porque había olvidado para que estuviera ahí, ni que se había pasado la última media hora acostado en el suelo del aula esperando la llegada de ellos.

 

El aire le traía el recuerdo de la nieve, aunque el frío en esas tierras solía ser templado y no tan crudo como al que estaba acostumbrado su cuerpo desde hacía años. Sin embargo en hall dejaba que la correntada les moviera los pelos y hasta las paredes... esperen... ¿Las paredes? Jeremy empezaba a sufrir alguna alucinación. Pestañeo dos veces para quitarse el efecto del vértigo. De repente el suelo se veía muy lejano y el rostro de Matthew muy grande. Hasta cuando llegaron con la profesora, el vampiro no la reconoció, pese a trabajar en el mismo sitio y era porque la veía muy pequeñita, como a la altura del ombligo. Los otros podrían pensar que el vulgar estaba mirándole la parte baja de la cintura, pero no era así. El veía allí su cabeza.

 

-Hola profesora. Un gusto conocerla. Mi nombre es Jeremy Triviani -Se presentó luego de que Matthew se desmayara en el suelo. Ah no. Solo había cruzado las manos en su abdomen. Jeremy vio un desmayo inexistente. Sabía que Patricia disfrutaría de aquella historia. Se rió en voz alta antes de controlarse y agregar - Él es Matthew, mi hermanito más pequeño. Tenemos otro más, pero esta desaparecido ahora mismo, creo que lo siguen algunos sicarios porque debe dinero, pero no -Volvió a señalar a Matthew - No es él. Este se llama Matthew.

 

Se quedó tranquilo mirando a los ojos oscuros de la profesora, aunque ya le dolía el cuello por mirar tan hacia abajo. Ya quería comenzar con la clase de Muggles. Tenía hambre y ellos siempre eran un buen tentempié para la media mañana.

 

 

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Editado por Jeranne Triviani

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Los hermanos Triviani llegaron unos minutos tarde, pero eso no me desalentó. Los saludé a ambos, pensando en que quizá Jeremy se veía algo... raro. ¿Sería bueno preguntar? Quizá no.

 

-Bueno, bienvenidos- saludé, sonriendo e indicando con un movimiento de mi mano hacia una mesa pequeña que había sobre una de las paredes, con patas largas y una base estrecha. Sobre ella había un libro que decía "Estudios Muggles" en su portaba-. No se preocupen, las tareas que les tengo preparadas requieren que hayan leído ya algo sobre los muggles. Por ahora, este será nuestro traslador- comuniqué-. Vamos a ir en un viaje turístico a Londres. ¿Alguna vez han hecho uno?- consulté a ambos.

 

Iba tener que estar más que atenta a lo que Jeremy hacía, ya que si mi olfato lobuno no fallaba, ese tipo había consumido algo. Esperaba que no arruinara la salida. Sobre todo, que a ninguno de los dos se les diera por andar hechizando gente, así que tendría que asegurarme de que el viaje no fuera con incidentes. Tener que reportar luego luego al Ministerio y posiblemente perder mi licencia para enseñar no estaba bajo ningún punto en mis planes para mi primera clase de regreso en el Ateneo.

 

-Y si alguno puede decirme si ya han vivido con los muggles... O al estilo muggle- yo sí lo había hecho, cuando vivía en Estados Unidos y trabajaba de mesera, muchos años atrás. Y había sido una experiencia extraña estar entre ellos, en su cotidiano, con esos aparatos que usaban para hablar, los automóviles, las computadoras... Había sido una completa locura. Pero luego me había acostumbrado a que no había magia y que su forma de resolver las cosas sin ella era buena, aunque claramente no más rápida.

 

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Desde hacía un tiempo, el gitano había desarrollado una especial debilidad por las cosas mundanas. Tanto así que comenzó a consumir sus costumbres para comprobar por el mismo que sensación o satisfacción le podrían dar. Se aficiono a estudiarlas, encontraba objetos perdidos y los utilizaba en su tienda de antigüedades, de su madre a decir verdad, pero el manejaba la mayoría de las finanzas y por su posición manejaba los proveedores más exquisitos de antigüedades. Quería aprender más, consideraba que le vendría muy bien poder saber sobre cada artefacto que compraba.

 

Dio unos cuantos pasos hacia la pared, pasando por aquella mesa estrecha de superficie redonda, y tomo el libro, que en su caratula decía la clase que estaban cursando. Lo tomo con la surda y lo abrió dejando que sus hojas amarillentas pasaran como si una brisa lo tocara. Levanto su azabache mirada al ver que su hermano poseía un olor característico, los Hongos Mágicos del Sanatorio mental. Lo cerro y se le acerco para posar su mano sobre su hombro; una presentación de su parte que parecía haberse convertido en un monologo le robo una sonrisa fugaz, como un destello de luz.

 

¿Cuanto químico haz consumido? increpo al mayor de los Triviani Parece ser que no haz hallado la formula correcta. añadió olfateándolo, mientras lo rodeaba, y buscaba con su mirada a Castalia. Las clases de Herbología fueron en vano. concluyo y se acerco a ella mientras tomaba del brazo a Jeremy para que los tres tocaran el Libro y fueran transportados a Londres.

 

Si, he viajado infinidad de veces a muchas partes del mundo... Tanto por negocios, y placer. le guiño No he vivido con ellos, pero si entre ellos, y fue una experiencia única, a decir verdad... Habia esclavizado a toda una aldea en los antaños, un poco de magia normal y corriente, y otro poco de magia gitana, aquella de la que no se aprende en instituciones mágicas. comento como dato de interés, buscando la petaca de Ginebra que tenia en sus pliegues. No te preocupes, a nosotros nos gusta portarnos un poco mal, y jugar con las personas, después de todo, nuestro padre, el querido Ministro de Magia, nos apaña. añadió dando un sorbo a su petaca.

 

Aclaro su garganta, ¿Listos para el viaje? tengo hambre, y creo que nos vendría bien un café en la lluviosa ciudad de Londres. espeto con una lúgubre sonrisa.

 

Siempre tenia la iniciativa, y estaba ansioso de poder ver que objetos valiosos podría cargar en su monedero de moke, esperaba que su hermano compartiera aquel interés, después de todo, el dinero era lo que movía su sangre.

 

 

 

@ @Jereanne Triviani

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-Mucho...-Fue el susurro de Jeremy en respuesta a su hermano - Estoy cerca de encontrarla, eso nos dará mucho dinero... en serio... si te fijas ... -Se vió interrumpido cuando la profesora empezó a preguntarle cosas sobre Londres. El vampiro conocía poco definitivamente. No era de allí y apenas había ido a lugares mas allá de Ottery o del Callejón Diagon. Pasear por la selva de cemento, no era algo que le gustara mucho - No fui a un viaje turístico, pero si me comí varios turistas...

 

La mano de Matthew lo aprisiono y cuando Jeremy quiso tirarse para atrás, se disolvieron en el aire, aunque parte de su brazo quedo en el hall sobre la mesa. El dolor fue terrible. Cuando aparecieron en medio de la parada, donde debían tomar el Bus rojo de dos pisos, Jeremy empezó a chillar del dolor. Se le veía los huesos por debajo del codo y la perfecta desparticion.

 

-¡Ahhhhhhhhh! -Aulló sintiéndose morir. Espantados muchos de los turistas empezaron a irse, y otros hicieron una ronda con miradas curiosas rodeando al herido. Sacaron sus teléfonos y marcaron a emergencias -¡Quedo atrás! ¡El brazo quedo atrás! -La sangre salia a borbotones manchando todo el suelo.

 

El vampiro sin importarle nada de las miradas curiosas, utilizó el amuleto de curación para sellar la herida. Dejo de sangrar al instante y su piel se pego formando una amputación perfecta, sin marcas de piel vieja o cocida. El dolor fantasma aun lo sentía en sus músculos, ya sabia que le costaría una poción crece huesos, mas magia de por medio, volver a tener su parte del antebrazo operativo.

 

-¿Que miran? ¿Nunca se cortaron o que? -Dijo empezando a sentir ganas de matar, se acerco a Feyre y Matthew -Me subiré al bus ahora, muero por pasar unas horas con esta gente -El cerebro de Jeremy estaba en corto. EN vez de subir al bus junto a la gente espantada, cruzo la calle y se metió a un bar - Me da una botella de Vodka, por favor -Pidió, mientras se sentaba en la barra.

 

 

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Matthew era definitivamente mucho más tranquilo que su hermano y estuve a punto de golpear a Jeremy cuando comenzaron a hablar de drogas. ¿De verdad estaban experimentando con hongos? Yo misma había regenteado una Botica que ahora estaba cerrada por mis constantes ausencias, pero de allí a consumir mis propios experimentos había como un mar de normas de seguridad que no estaba dispuesta a saltearme, a pasear del contrabando.

 

-Creo que necesita menos Herbología y más supervisión- comenté por lo bajo.

 

Alcé una ceja cuando Matthew contó sus hazañas de épocas pasadas. Sonaba igual que Sybilla: esclavizar, comerse a los pueblerinos, acostarse con hombres casados... asesinar... Seguro que si Matt y Sybilla se conocían iban a ser grandes amigos. Y casi me tomó completamente por sorpresa cuando habló del Ministro de Magia.

 

-¿Aaron Yaxley es su padre? Por Merlín- solté sin poder contener la no sorpresa, sino más bien la exasperación. ¿Cómo es que Aaron había tenido ese par de hijos? Ah, claro... la madre. De ahí venía todo el tema-. Así que son hijos de Candela y Aaron. Eso no me lo esperaba- negué con la cabeza.

 

Candela era una vieja compañera de bando a quien respetaba mucho a pesar de que era algo... estrafalaria. Pero su forma de manejar las finanzas, la familia, eso sí que infundía respeto y por demás admiración. Podía ser extraña, un tanto huraña, pero sabía cómo manejar los galeones. No era una persona con la que quisieras bromear en los negocios y me olía que ambos hermanos Triviani tenían algo de eso... De eso y de locura.

 

-Bueno, mejor nos vamos. El autobús partirá sin nosotros y esperar al siguiente salida turística nos retrasaría la clase. Así que andando- prácticamente los empujé hacia el libro, mientras Matthew tomaba a Jeremy para arrastrarlo.

 

La aparición fue casi normal. Casi. Porque algo había salido mal con el traslador y Jeremy estaba gritando que le faltaba un pedazo. La gente comenzó a arremolinarse a nuestro alrededor mientras Triviani giraba sobre sí mismo, señalándose el lugar donde el brazo desprendía sangre a borbotones. ¿Dónde estaba el antebrazo y la mano? Seguramente tirada en el hall del Ateneo -y más tarde iba a tener que dar una explicación por ello-. Pero ahora, por lo que tenía que dar explicaciones, era por el amuleto que Jeremy estaba usando para restaurar su brazo.

 

-¡Demonios no!- grité, mientras la gente filmaba o llamaba a emergencia-. ¡Matthew ayúdame con esto!- grité.

 

Y no lo decía por el brazo del vampiro, sino por la gente que ahora tendría que desmemorizar o atenerme a un largo papeleo en el Ministerio de Magia. Saqué la varita y lo primero que hice fue desabilitar los teléfonos en un radio de varias cuadras y borrar los videos que podrían haberse filmado. Por supuesto, no todo era preciso y era probable que alguno quedara y de eso debía encargarme luego. Segundo, iba a tener que lanzar hechizos desmemorizantes a diestro y siniestro y que Jeremy ahora corriera a la vereda de enfrente a tomarse una copa no me estaba ayudando.

 

-Voy a tener que comunicarle a Aaron esto- suspiré, queriendo desaparecer y, quizá, renunciar a mi puesto como docente. Al menos iba a tener que tomarme vacaciones.

 

-Ve a buscar a tu hermano- le pedí a Matthew, mientras el autobús se iba llenando de gente y yo continuaba lanzando hechizos por lo bajo. Podría usar mi Legilimancia también, pero eso me dejaría mentalmente agotada antes de que Jeremy lo lograra primero.

 

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Perdón la tardanza XD

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Me interesa, ¿pero de cuanto dinero estamos hablando? respondió por lo bajo Claramente, no me arriesgare por unos miseros galeones, necesitamos pensar en las exportaciones que podremos hacer hacia otros países, con ésta clase, se nos abrirán muchas puertas, hermano. concluyo antes de que Castalia volviera a hacer interrogantes.

 

Guardo ambas manos por su espalda baja, mientras estudiaba las palabras y movimientos de la bruja, estaba tan acostumbrado a tener que lidiar con las personas que lo hacia por algo innato, el observarlas y descubrir lo que escondían detrás de sus ojos y que pecados cargaban en sus mentes. Las actitudes de las personas decían mucho más que las palabras, era por ello que sus palabras siempre se reducían a nada, solo cuando se hablaba de negocios era donde más interesado se mostraba.

 

Habia jalado a Jeremy del brazo para que todos viajaran al lugar donde iniciaría su expedición por el mundo muggle y sus actividades cotidianas. Se le dibujo una pequeña sonrisa al escuchar la forma tan peculiar de su hermano al expresar que habían sido su almuerzo. Esperaba que en aquella ocasión no sucediera lo mismo, el arduo trabajo que era desmemoriar a un muggle, o a una multitud, la mente de los muggles no estaban preparadas para presenciar actos de magia o transformaciones físicas; admitía que seria divertido ver como arrancase la garganta de alguno, pero no tenia ganas de lidiar luego con el regaño de su padre por exponer la magia de una manera tan imprudente.

 

Los gritos de su hermano lo alertaron, tanto que saco su varita de entre los recovecos de su vestimenta y apunto a la nada misma. -Quedo atrás! ¡El brazo quedo atrás!-, gritaba, no entendía lo que había salido mal en aquel viaje, si la aparición conjunta jamas había sido un problema para los brujos, pero esa vez, el traslador estaba defectuoso y había hecho que Jeremy perdiera un brazo. Miro a la Macnair y la maldijo en rumano. Ella gritó pidiéndole ayuda, por un momento había meditado en desaparecer ante los ojos de todos y dejarla sola con aquel caos, pero no seria divertido que ella se quedase con toda la diversión.

 

Levanto su varita y la palma de su mano para conjurar el encantamiento Repello Muggletum haciendo que donde se encontraban los tres se volviera intangible y la aglomeración de muggles que se había generado se esparciera, olvidándose de lo sucedido. Dio unos pasos hacia atrás para buscar a su hermano y sintió un olor a cobre proveniente del suelo, lo observo y estaba repleto de sangre. Revoleo sus ojos poniéndolos en blanco y bufando por lo bajo, utilizo su varita nuevamente para limpiar aquel desastre, busco al rubio con la mirada para curar su herida y este había desaparecido. Habia anunciado que subiría al bus, pero al momento de que Castalia y Matthew subieran, él había desaparecido.

 

¡No! soltó casi al instante. Nada de comentarle lo sucedido a nuestro padre... ¿No te has enterado? se acerco a ella misteriosamente. Hace pocos días, una bruja que había pertenecido a la extinta Orden del Fenix, amenazo con derrocarlo... No podemos permitir que ésto se sepa... haciendo énfasis en lo ultimo ¡De ninguna manera! añadió frunciendo el ceño.

 

Estaban parados dentro del bus, pero bajo por la siguiente puerta para ir a por su hermano, apoyo la mano en el borde de la puerta cuando descendía: ¿Qué tal si vamos con él y caminamos por Londres? preguntó Es claro que no podrás controlarlo, y a mi me divierte ver cuando se porta mal... Quien sabe, podríamos divertirnos los tres. le dio un rápido guiño y giró hacia el bar.

 

Entró al bar, y ahí estaba, sentado pidiendo Vodka. ¡Tengo tu brazo! le mintió descaradamente.

 

 

 

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Jeremy tomaba del pico de la botella mirando a las personas, que se dignaban a cruzar mirada con él, con un gesto huraño. Le dolía el brazo, aunque era un dolor fantasma, su herida ya estaba completamente cerrada, pero su cerebro se negaba a ver que el dolor estaba de mas. Los minutos pasaban lentamente mientras su bebida se iba acabando con cada trago. La soledad del vampiro se vio interrumpida por su hermano y sus dichos sobre que habia conseguido el brazo perdido.

 

-¿Lo tienes? -Preguntò interesado antes de ver la burla pintada en la facciones del castaño - ¿Quieres un trago, Matthew? -Uso el vaso que no había tocado para volcar tres dedos de alcohol - Bebe conmigo, estos muggles están muy aburridos. Tendremos show en vivo. Acompáñanos, Cissy -Invitò a la bruja sirviendo otro vaso para ella con una torpe destreza del único brazo operativo que le quedaba.

 

Segundo después, el rubio saco la varita y la utilizo para hacer magia, encantando al barman para ponerlo a bailar en la barra donde bebían. Los pasos del tap que empezó a bailar el hombre, provocaban sacudidas sobre la madera pulida, que retumbaban en las botellas de cristal produciendo una música extraña. Las personas del lugar se reían a carcajadas, mientras que otras estaban desconcertadas por el repentino cambio.

 

-Los muggles son criaturas curiosas, pueden ver como uno de ellos actúa de forma extraña y sin embargo seguirán en los suyo como si nada ocurriese. Tienen capacidad ilimitada para la negación -Observò con molestia, tenia demasiados recuerdos para olvidar- Mi padre debería proponer unas olimpiadas de caza a tu muggle favorito.

 

 

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Editado por Jeranne Triviani

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Ni siquiera miré cuando Matthew lanzó el hechizo para repeler a los muggles, porque estaba más interesada en limpiar el charco de sangre que estaba en medio de la acera. De un momento a otro, Matthew también se había encaminado para el bar donde estaba Jeremy y me quedé en medio del tráfico, con gente que se acercaba a dos metros, se detenía en seco y se giraba, confundida, sin saber qué demonios habían ido a hacer allí. Bufé y con finite quité el hechizo que Triviani había colocado. Cada vez pensaba con mayor seriedad que hubiera sido mucho mejor no tener que dar esa clase, que a lo mejor no estaba lista todavía para volver a enseñar en el Ateneo.

 

Me acomodé la varita en el bolsillo del tapado que llevaba puesto y crucé detrás de Matthew hacia el bar, donde Jeremy se encontraba sentado a la barra bebiendo algo de alcohol. Rechacé con un movimiento negativo de la cabeza y ninguna sonrisa el vaso que ahora estaba siendo servido y luego lancé otro Finite al pobre muggle de la barra que había estado haciendo el ridículo encima de ella.

 

-¿De verdad vas a comportarte así?- le pregunté con seriedad-. Se supone que estamos aquí para que yo les enseñe costumbres muggles, aparatos que usan en su día su día, su ropa... No vine a hacer el ridículo- me detuve y miré a Matthew-. Ni a recibir advertencias que ya conozco. ¿Crees que no sé que quieren quitarlo del poder?- podría no saber que Aaron tenía dos hijos sumamente irresponsables con Candela Triviani, pero ciertamente conocía a mi amigo y sus andanzas políticas. Las fuertes creencias y lealtades grindelwaldista de Aaron lo habían colocado en la mira no sólo de la prensa amarillista de El Profeta, sino también del grupo que antaño había demostrado ser un frente unido contra las Artes Oscuras, la llamada Orden del Fénix. Ahora, no más que un grupo de magos y brujas moralistas que buscaban un lugar en el mundo mágico, como todos nosotros-. Si no quieren que Aaron se entere, podrían empezar por comportarse como adultos y no como niñatos.

 

Luego lancé un Muffliato por lo bajo para que nadie más oyera nuestra conversación.

 

-¿Por qué querían tomar esta clase? No me vengan con eso de que querían aprender cosas de los muggles. Su desprecio hacia ellos es bastante claro- enarqué una ceja, mientras le quitaba la botella de alcohol que Jeremy había estado bebiendo-. Ya no más alcohol. Los necesito lúcidos- remarqué.

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