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➰ Runas Antiguas ➰


Matthew Black Triviani
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Matthew Triviani - Runas Antiguas.

 

Sus manos envolvían una serie de pergaminos alargados y antiguos, casi desquebrajados, que tenia sobre el escritorio de su despacho en el claustro. Varios de ellos contenían material teórico que tendría que duplicar para que los alumnos se lo quedaran y algunas imágenes de las Runas que en aquella oportunidad les enseñaría. Le había costado un poco organizar su partida, pero finalmente había conseguido que hubiera una serie de trasladores en una de los salones más antiguos del lugar, donde anteriormente se dictaban clases.

 

Luego de guardar todo el material en su pequeño bolso de moke, movió su varita y envió una carta a cada uno de los alumnos, invitándolos a la clase de Runas en el salón más descuidado de los terrenos de la antigua Universidad. Ellos habían sido citados a dicho lugar, pero al pasar por el umbral los trasladaría a un pequeño claro, con una cascada que regalaba una armoniosa melodía al chocar su agua con las rocas grises y un sin fin de aves que adornaban la copa de los arboles, y el celeste cielo.

 

Matthew desapareció del despacho, haciéndose presente entre medio de la arbolada, ubicándose en el suelo y colocando su bolsa de runas aterciopelada a un costado de él. Entonando un pequeño canto Vikingo, que atraía las aves y algún que otro roedor.

 

Gata nāphisakara ōraphē
aẏama su'imādē
phaki apha glyānḍē

Su cuerpo emanaba una leve fragancia de tabaco y flores. Llevaba una túnica negra completamente cerrada que dejaba esconder sus muñecas entre los pequeños recovecos de cortes que la tela tenia. Estaba cómodo para la ocasión y para lo que luego vendría... Viajarían al futuro, a un antiguo asentamiento Nórdico de Noruega, para una tirada de Runas, si él decidía que estaban lo suficientemente preparados para tal travesía.

Editado por Azzlaer Triviani

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Melrose Moody

Se había visto casi obligada a tomar esa clase, aunque a diferencia de otras ocasiones, la había pagado de su bolsillo. Quizá, el término más correcto para ello, habría sido que la habían echado. En medio de una misión, en Rumania, con Richard y Eileen. Incluso Madeleine había caído a husmear un rato y quizá, por eso y porque había arruinado una parte de la expedición por no prestar atención a un aviso escrito con runas y haber querido atravesar con solo sus capacidades físicas un sistema de trampas, había terminado haciendo que parte del espacio cediera, atrapando dentro los tesoros que Richard había codiciado.

 

¿El resultado? Castigada, o eso podría decirse. No la recibirían para próximas salidas, a donde su prima Ellie sí estaba permitida por estar instruida (y siempre en constante cultivo) en tales conocimientos.

 

A Mel eso le había afectado un poco. Por lo general, sentía que podía complementar su fuerza física, su vista aguda y su buen sentido del olfato y orientación con el cerebro de su prima, algo más dada a buscar aquello que necesitaba en libros y no en una salida al bosque o una excursión a las montañas. Así habían funcionado bien, hasta ahora. Melrose no era de las personas que abría un libro (si podía evitarlo) y sentía mayor curiosidad por aquellos malditos o fuertemente protegidos (al menos si el libro te mordía o se convertía en un rostro maligno que te hablaba, podía decirse que era un tanto más "interactivo"). En suma prefería usarlos como arma, más que en su verdadero y utilitario sentido. Era una postura cuanto menos controversial y más que todo tolerada (y no aceptada) en su familia. Ahora, esa situación se le había ido un poco de las manos y le tocaba "sentar cabeza".

 

Así que traía un viejo libro de runas que Richard le había recomendado -y garabateado bastante con instrucciones o comentarios sarcásticos- metido en el morral, junto a las cosas que solía llevar siempre: un cortaplumas, unos guantes de piel de dragón y un par de pócimas útiles. No sabía a qué clima iba a enfrentarse así que había cargado una capa cuidadosamente doblada pero encima solo traía unos pantalones de trabajo, amplios y de muchos bolsillos, en tela fina y marrón; también un polo de algodón, medias y zapatillas. El cabello lo traía sujeto de manera descuidada en la base del cuello aunque éste era de por sí bastante corto. Recientemente, había usado también un único pendiente, blanco y de hueso, con la forma de un colmillo.

 

La muchacha había tomado un desayuno apresurado, así que luego de recibir su carta todavía un tanto resentida de su destino (algo muy raro en Melrose) había ido camino al lugar masticando unas hojas de menta para quitarse el hambre. El viento silbando en sus orejas mientras avanzaba en la moto lo había secado por completo del duchazo matutino y una vez allí no había esperado tomar un portal hacia otra parte.

 

Eso era un viaje extra para recoger la moto después pero bueno, siempre podría escribirle a alguien o ir ella misma. Dudaba que alguien la tomara en ese lugar abandonado y tenía las llaves consigo.

 

El instructor ya esperaba en el claro cálido y acogedor cuando ella llegó, con el sonido del agua reconfortando sus oídos. Agradeció no haberse puesto algo demasiado pesado: la temperatura era elevada y el ambiente prometía un poco de trabajo. Se aproximó hacia el profesor pero no lo interrumpió. En lugar de eso olfateó el aire y le pareció notar una esencia familiar; no un perfume, si no el olor de una persona que ya había conocido, percibido, con anterioridad.

 

Una sonrisa familiar afloró a su rostro y agitó la mano a manera de saludo, luego de dirigir una rápida venia al instructor.

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Matthew Triviani - Runas Antiguas.



Mientras reflexionaba ensimismado, se acercaron tres personas más. Le sorprendió reconocer a la joven con la que compartía su trabajo dentro del Concilio de Mercaderes, y a su hermano, que no encajaba para nada en un lugar como aquel, y el tercer joven... ¿Quien era aquel misterioso mago?, le resto importancia. Se levanto del suelo y los saludo amablemente sin perder la gelidez de sus facciones.


Elevo ambos brazos, dejando caer los pedazos de tela rasgada que su vestimenta le proporcionaba, con ambas palmas de la mano dadas vuelta conjuro un pequeño encantamiento. La tierra tembló, durante unos segundos y de ella nació una piedra redonda que utilizarían como mesa; con un símbolo llamativo en su centro, el cual parecía estar pintado con una sustancia borgoña.


Tomo un respiro, y supo que era momento de ponerse en marcha, aunque antes de eso pidió que le informaran si contaban con los elementos necesarios para la clase, de no ser así, Matthew les proveería lo necesario.


Materializo su varita en su diestra, y la paso por sobre la roca para que su juego de Runas apareciera. Estaban en el suelo, pero prefería ahorrar su tiempo en un movimiento, que perderlo en recolectarlas del suelo. Las saco de su pequeña bolsa violeta aterciopelada y las coloco en orden, una tras otra, con una distancia de pocos centímetros. Cada una de ellas era simétrica, idéntica a la consiguiente, y talladas por él mismo, con su Daga del Sacrificio sobre marfil.


Como ya lo saben hizo una pequeña pausa y los observo Las Runas son un tipo de lenguaje escandinavo, que pertenecían a las tribus germánicas. comentó Pero, también son utilizadas para predecir cosas, claramente, todo depende de su habilidad como practicantes de ésta mítica magia. finalizo señalando la primer Runa.


Raido... la toco con la gema de su dedo indice Simboliza un gran viaje, ganas de conocer nuevos horizontes y busca de nuevos conocimientos sobre el mundo... Levanto sus azabaches ojos negros a Melrose Pero... También significan grandes rupturas, si Raido se muestra invertida. le dijo mientras movía su mano lentamente y guardaba aquella Runa ya utilizada Puedes elegir una, y comentarnos que sientes cuando la tocas, o que puedes ver a través de ella. Así mismo, puedes preguntarme cual te de más curiosidad.



@@Vincent Mériadec

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-La señorita se fue enojada, dijo que no va a volver -Exclamo el Chuck con voz gruesa, producto de un encantamiento que había salido mal. Candelita parecía haber encontrado una varita, entre las plantas de los jardines del castillo... los rumores decían que aquella varita mágica, podía llegar a ser de Ada, la primera hija del vampiro. Nada estaba comprobado. Claramente.


-¿QUE? ¿COMO QUE NO VA A VOLVER? -Gritó Jeremy sin poder evitarlo, luego comprendió que sus asuntos no tenían por qué incumbirle al elfo. Lo miro con desdén antes de levantarse de la mesa donde había esperado, incrédulamente, desayunar en un ambiente cálido sin guerras. Pero no estaba su mujer y el comedor de la Triviani nunca había sido cálidamente familiar.


Terminó por darse por vencido e desaparecer para irse a la Universidad a tomar un curso. Esa jornada no iba a trabajar, sino que iba aprender para ampliar sus conocimientos. Lo necesitaba para despejar su mente. La sorpresa de encontrar el aula vacía no le hizo gracia. Pero la molestia duro unos segundos cuando sus ojos captaron la luz azulada de un traslador. Era obvio que la clase, no sería en aquel sitio. Se adelantó hasta rozar el objeto y sentir el tirón por debajo de su cintura. Al llegar se encontró con Matthew, su hermano, de profesor y Melrose, su compañera de Halloween, como alumna. Sonrió al ver a la mujer.


-Esta vez, no nos sigue ningún muerto -Bromeó mirando detrás suyo antes de darle un beso en la mejilla con total confianza. La loba le caía bien - Hermano, que agradable volver a verte -Saludo a Matthew, con una expresión en el rostro que demostraba lo contrario.


El lobo no tardo en ignorarlo para luego crear un pequeño encantamiento, que al principio Jeremy creyó que se lo lanzaría a él, cosa que no sucedió. El Triviani era un profesional cuando trabajaba. Sino que fue para hacer temblar el suelo con fuerza para que mostrara una figura tallada que desprendía a simple vista un manto mágico que parecía envolverlo como una luz. Era una mesa con un símbolo grabado en el medio de la superficie perfectamente lisa. El rubio estaba impresionado e interesado al mismo momento. Recordó porque quería anotarse en aquella materia.


Vio como Matthew elegía una runa y empezaba a decirles su significado. Espero su turno, mientras sacaba del su monedero de Moke la bolsa de Runas que había construido en madera de nogal para la clase, y un pequeño librito donde te decía el significado de cada letra. Aunque sabría que el profesor le daría mejores detalles de los que había allí escrito. Cuando le llegó el turno, revolvió con la mano todas las runas dentro de la bolsa y saco una de las tablitas.



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-Es la... Ur -Dijo como si aquello lo explicara todo. De repente en su mente se formó la imagen de sus antepasados luchando con escudos y hachas entre la nieve con otros clanes enemigos. La historia de Rusia, tenía que ver en algunos momentos con los creadores de esas letras y sus significados - ¿Tiene que ver con la lucha? Pude ver una batalla en mi mente al tocarla, gente nórdica peleando con otros clanes.



@ @@Vincent Mériadec

Editado por Jeranne Triviani

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Matt Ironwood.

 

 

El sol apenas comenzaba asomar por sobre la línea del horizonte, las estrellas poco a poco se iban apagando y cielo cambiaba de una azul oscuro a un morado intenso hasta llegar a un centellante rojo que coronaba a la estrella.

 

Poco a poco todo comenzaba a tomar color a su alrededor, el manto oscuro que hasta hacia unos minutos había sido el mar comenzaba a tornarse de un profundo color azul, las olas comenzaban a golpear con mas fuerza la línea de arena blanca sobre la cual el Ironwood se encontraba sentado.

 

Mientras a su espalda la sinfonía de un sinfín de tipos de aves comenzaba a sonar de entre los árboles dándole la bienvenida a un nuevo día. Matt dio una profunda inhalación y se llenó los pulmones con la mezcla salada de aire del mar y el aroma dulce de las flores que comenzaban abrirse con la llegada de la luz.

 

Cerró los ojos y se dejó llenar por el sonido de las olas lamiendo la costa y el cantar de las aves, le esperaba un día largo y lejos de casa, necesitaba iniciarlo de aquella manera. El ojiazul se levantó con agilidad de la arena y camino un par de pasos hasta que el agua fresca del océano le lamió los pies, estiró una mano y rozó con sus dedos el mar y se despidió del mismo como sus padres y sus antepasados hicieron en cientos de lenguas desde que decidieron hacerse al océano.

 

Tras su pequeño ritual Matt enfiló sus pasos hacia tierra donde una mochila con material necesario para su próxima clase lo aguardaba bajo una larga palmera cocotera. En la misma llevaba una serie de libros prestados y propios sobre runas, sus significados, historia y poderes. En la semana anterior en sus periodos libres intentó leer un poco del tema para no ir sin base alguna a la clase.

 

Junto a los libros encontró ropa mas adecuada para partir a Inglaterra, se cambió la camiseta de manga corta y holgada por una prolija camisa azul, las bermudas por unos pantalones oscuros, y las chancletas por un par de zapatos y medias. Ya vestido, se cargó la mochila a los hombros, giró sobre sus talones tres veces y se teletransportó.

 

Al llegar al salón de clases a miles de kilómetros desde donde arrancó su día, se lo encontró completamente vacío sin ser por un viejo lápiz que despedía un intenso brillo azulado. Al parecer la clase no se dictaría en aquel lugar, ¿Dónde planearía el profesor dictar la clase?, tomó el traslador y sintió el clasico tiró debajo del ombligo y se vio viajando dentro de una vértice de colores y viento.

 

Sus pies tambalearon cuando tocaron tierra y el viejo lápiz se desintegró en la palma abierta de Matt. ¿Dónde estaba? Al aroma a bosque llenó su nariz, y el sonido del cantar de aves y del agua al caer lo guiaron hacia un pequeño claro donde una cascada sonaba sobre unas grandes rocas grises y antiguas.

 

En el centro del claro lo aguardaban el profesor y sus dos compañeros de clase, se alegró de reconocer a Melrose, había vivido tantas cosas ya desde que empezó a frecuentar Inglaterra que se alegró al darse cuenta que de compartiría con la bruja nuevamente.

 

Separando al profesor de sus alumnos había una mesa de piedra redonda y encima de la misma una serie de runas que el hechicero invocó. Mientras escuchaba la introducción sobre las runas, recordó los inicios de los Ironwood, pese a que su familia era de mil lugares ya, pueblo del océano, sus inicios se remontaban a sangre nórdica, vikingos que se asentaron en las islas al norte de Escocia.

 

El profesor invitó a que tomar una runa y dijeran que era lo que sentían y por la escogieron. El castaño estiró su mano cuando fue su turno y tomó la que mas le llamó la atención, realmente se basó en algo nada mas que óptico porque no sintió realmente nada muy fuerte, ninguna energía especial que lo ligara a alguna de aquellas piezas.

 

“Eihwaz”, al menos sentía que estaba seguro con la decisión que tomó. –Realmente, no sentí aún ningún lazo con las runas – se disculpó con el resto de los presentes – pero esta me llamó la atención, no estoy seguro de porque todavía, quizás simplemente porque me gusto su forma… pero es esta la que elijó –

 

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Matthew Triviani - Runas Antiguas.



Mientras la bruja analizaba cada una de las Runas para tener una buena elección, el gitano se ocupo de los demás alumnos que ya habían tomado una cada uno y preguntado sobre ellas, observo el movimiento de su hermano y se sorprendió de su elección, había sido una buena, pero era verdad, como les había mencionado con anticipo, las Runas los eligen... Cada una de ellas vibra en una sintonía diferente, y cada una de ellas transmite un sentimiento, de aquella forma se pueden comprender y predecir sus significados. Claramente, si el mago no era lo suficientemente habilidoso con su mente, no podría hacerlo, no todos lograban superar la prueba que las piedras nórdicas les ponían.


Buena elección, Jeremy. comento mientras observaba su bolsa con Runas fabricadas por él mismo.


La Runa Uruz, indica nuevos comienzos, puede que lo que hayas vivido hasta ahora deba cambiar, tomar las riendas de tu propio destino... lo miro a los ojos Algo debe morir para que vuelvas a nacer bajo nuevas formas, estilos de vida, o actitudes. Uruz marca un ciclo de iniciación. añadió y procedió a explicarle lo siguiente Si Uruz se muestra invertida, significara que no aprovechas el momento del crecimiento, derivara una perdida de oportunidades, un deterioro en tus fuerzas y la debilitación de tu posición. sonrió con éso ultimo. Claro, puedes darle un vuelco a tu vida, el destino no esta escrito. tomo la Runa y la dio vuelta, tapando su símbolo.


Observo como el joven mago que estaba con los demás, expreso su opinión al respecto de las Runas, era comprensible que al principio le costara conectar con ellas, pero para lograr ese cometido, debía concentrarse y creer en ellas... Si no lo hacia, jamás podría comprender sus significados, sus predicciones, y sus consejos, porque también aconsejaban, no solo marcaban un destino incierto.


Um murmuro, en cuanto vio su elección.


Lo analizo por unos segundos, observo su contextura, sus facciones y su voz. La actitud del muchacho no tenia un ápice de pueblos originarios, el exquisito aroma de su sangre no tenia presencia de una mezcla entre los pueblos germánicos sajones y los nórdicos escandinavos, por lo que su fortaleza le sorprendía, pero quizás era solo un cascaron que se quebraba con el primer hechizo que saliera de su varita... Sonrió y le explico el significado de ella:


Eihwaz, su significado se asocia con la estabilidad, el buen temple, un carácter y madurez implacables. También es una runa muy propicia que habla sobre la protección y estabilidad sobre logros. Cuando aparece en la lectura de vuestra tirada, se recomienda total aceptación del pasado y responsabilidad por el futuro. comento A comparación de otras, ésta runa, no posee un significado en especial si se muestra invertida. añadió y rebusco entre los pliegues de su vestimenta, el monedero de moke.


Dentro de el saco un pequeño grimorio antiguo, algo maltratado por el tiempo y lo abrió dejándolo sobre la mesa, haciendo que se multiplicara para que cada uno de sus pupilos tuviera una copia. Era un manual para la creación de Runas, los materiales que podrían ser más efectivos, y los métodos de su consagración mágica.


Dentro de este grimorio, encontraran infinidad de materiales con los que pueden crear sus propias runas, hacerlas con sus propias manos, les dará un gran poder y los protegerán de magias oscuras. paso su mirada por los tres Una vez que creen sus runas, y un saco o pequeña caja donde guardarlas, podremos viajar al pasado, a un país donde harán su primera tirada a extraños.




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Jeremy sintió un escalofrió antes las palabras de su hermano. ¿Qué significaba que algo debía morir para volver a nacer? Intento aplicarlo a los últimos movimientos de su vida, y vio que podría ir en varias situaciones diferentes aunque lo que era seguro, es que debía de cambiar. Respiro hondo, antes de prestar atención al otro alumno. Al verlo, no lo reconoció de ningún lado. Aparto la mirada para ver que Melrose aún estaba pensativa por su runa. ¿También habría encontrado un significado profundo en la de ella? Era muy posible. Esa información no era esperada para Jeremy, pero siempre era bienvenida.

 

En cuanto termino de explicarle al hombre el significado de su runa, saco un grimorio maltratado por el tiempo, y lo clono para que cada uno tuviera uno propio. Las instrucciones eran claras. Debían de hacer sus propias Runas, como las que había traído, pero de forma más profesional. Se dispuso a pensar de que material las crearía, para ello utilizo el libro abriéndolo para que le diera una idea. Pasando páginas, se maravilló de la información preciada que tenía ese libro. Había dibujos, cantidades exacta de hechizos vinculantes con los materiales tallados. Era un mar de conocimiento volcado en hojas.

 

El vampiro se puso de pie apartándose de la mesa y de sus compañeros, para buscar algunas cosas que le sirvieran para empezar con su tarea. ¿Qué? Su mirada en aquel lugar arbolado le dio varias ideas. Cerro los ojos concentrándose para ampliar sus sentidos vampiricos. De pronto, el murmuro de una corriente de agua se hizo más fuerte, la brisa empezaba a tener sonido y los movimiento de las ramas en los árboles se podían oír con claridad. Con una profunda inhalación, el rubio pudo empezar a sentir la vida que escondía ese lugar. Olio conejos, serpientes, ardillas y... si, lo que le interesaba. Un oso pardo. Visualizando a la presa, Jeremy corrió a velocidad para alcanzarlo. No estaba lejos, solo unos trecientos metros de donde estaba el grupo.

 

La lucha con el oso fue digna de una anécdota. El vampiro ataco primero y luego tuvo que defenderse de las garras de un oso embravecido. No duro mucho, pero fue mortal para el animal. Con el cadáver en el suelo, Jeremy extrajo diferente huesos del oso. Sus costillas fueron las más utilizadas en la extracción, así como dientes y un pedazo de piel. Cuando tuvo los pequeños trozos de huesos cortados con prolijidad mediante la magia, con la exactitud de un bisturí, abandono el cadáver y regreso cubierto de sangre a su clase.

 

-Tengo mi material para las Runas -Dijo mostrando un lo que había traído – En un rato estará todo listo.

 

Volvió a sentarse en la mesa de piedra, e invocando la Daga del Sacrificio empezó la talla de cada runa, utilizando de guía el grimorio antiguo. Minutos después termino de tallar las veinticuatro runas. Podía sentir una extraña vibración saliendo de ellas, como si cada línea marcada les hubiera conferido un carácter propio. Termino su trabajo utilizando la piel del oso para fabricar una pequeña bolsa que las contuviera dentro.

 

 

@ @@Syrius McGonagall @

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Melrose acababa de concluir que el aroma era "familiar" cuando un individuo entró al claro. Le costó un momento ubicar su rostro en un espacio y tiempo definidos pero la broma que le hizo le ayudó bastante y poco después recibió el saludo efusivo con su aceptación habitual. Rara vez Melrose sentía rechazo o extrañeza por algo y tendía a aceptar las cosas con tranquilidad o curiosidad. En aquella oportunidad, sin embargo, no pudo evitar sentir cierta tensión, reflejada en un rictus momentáneo: no estaba todavía acostumbrada a tener contacto físico con vampiros aunque en ese entonces se habían visto obligados a tenerlo debido a la situación. A pesar de ello, asintió para darle a entender que recordaba y comprendía: una sonrisa leve y honesta bailoteó en su rostro ligeramente ruborizado, dándole vida a su expresión. Había sido testigo de que no era una mala persona y eso debía contar para algo ¿no?

 

Poco después, sin embargo, tuvo la respuesta a la primera de sus interrogantes, cuando Ironwood ingresó al claro y se detuvo cerca de ellos. Ese había sido el aroma que había percibido en primer lugar. Fue justamente cuando se acercó para saludarle -solo un quedo "Hey" para otro Evans como ella- cuando el profesor la obligó a prestar atención. El grupo de runas que había colocado sobre la piedra, la runa que eligió para ella al hacer la explicación, todo la tomó por sorpresa. Mel quedó con sus ya de por sí enormes ojos, muy abiertos, como única reacción. No estaba acostumbrada a llegar a una clase sin saber nada; usualmente, Ellie ya le había dado una larga e informativa explicación acerca de, por lo menos, los puntos principales. Además, esa runa parecía resonar en los hechos recientes y el motivo para tomar esa clase. Se sintió un tanto expuesta.

 

Titubeó sin decidirse y ese tiempo lo usó Jeremy para hablar de su runa. Luego el propio Matt expuso su curiosidad preguntando por otra de ellas. A pesar de que no tenía nada que ver, Mel sintió dentro de sí esa incómoda sensación de estar quedando rezagada y no le gustó para nada. Miró detenidamente la mesa, todavía, un rato hasta que por fin, creyó sentir aquella conexión con la runa que el profesor Matthew había descrito. Si se trataba de algo instintivo eso ya lo entendía mejor. La bestia ronroneó en su pecho. Esa cosa pequeña de madera... sí, significaba algo importante.

 

No quería quedar como est****a, por supuesto, la conexión no era suficiente. Al alzarla de la mesa y sostenerla entre sus dedos solo se le escapó una palabra: <<transformación>>. Sentía que tenía en sus manos un objeto que latía, como si intentase decirle que algo estaba a punto de empezar. Sin embargo, se detuvo todavía a buscarla en el libro, antes de dirigirse al profesor Triviani para tener algo lógico para decir:

 

-Uhm, esta runa habla acerca de «el nacimiento de algo nuevo en tu vida» -dijo, leyendo descaradamente del libro luego de su momento de "percepción". Richard había hecho tantas anotaciones que era difícil notar algunas partes, así que se decidió a leer solo las legibles-. Puede estar asociado a "suerte", "prosperidad" o "transformación" -se detuvo en ese momento sorprendida de que coincidiera con lo que ella había dicho de la nada y maldijo a Richard por no poder toda la información al completo-. «Invertida, invita a superar tu sentimiento de in... insatisfacción. Sólo mirando en tu interior sabrás dónde se encuentra y podrás tener una relación más sincera contigo mismo».

 

Melrose se dijo que si tenía que ver con la misión fallida y lo que se le venía (que era como había percibido a la runa que Matthew le había mostrado) ya había tenido suficiente ironía por parte de las interpretaciones.

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Matt Ironwood.

 

 

Escuchó con intención lo que el profesor le comentaba sobre la runa que había elegido, el se consideraba una persona muy comprometida por lo que después de todo, quizás no hubiera sido una simple cuestión de azar.

 

La primer tarea practica no tardó en llegar, debían de crear sus propias runas con los materiales que el bosque les brindaba y la información que aquel viejo libro que el profesor les había dado a cada uno.

 

Uno de sus compañeros no tardó en perderse en las espesuras del bosque, el castaño no tenía idea alguna de que era lo que iba a buscar pero parecía estar muy decidido. Se volvió hacia Melrose - ¿Ya has pensado en que tallar las runas?, yo creo que usaré algunos cantos rodados de la cascada, si quieres vamos juntos – invitó a la mujer mientras se encaminaba al lugar.

 

La cascada no era muy alta, en las islas había visto algunas el quíntuple de altas y el triple de torrentosas pero no podía dejar de pasar por alto lo bella que era. Apenas dos metros de caída pero de un agua muy limpia y cristalina, el sonido que hacia al rozar las rocas era una canción muy agradable y tranquilizadora.

 

El Ironwood se hincó sobre la orilla de la pequeña laguna que se formaba en la base de la cascada y rozó con su mano la impecable superficie, estaba helada. Juntó un poco con ambas manos y se la llevó a los labios, el frío rápidamente le entumeció los labios pero el sabor de una agua tan pura lo valió.

 

De la laguna partían pequeñas cañadas veloces que se perdían entre los árboles, era un paisaje hermoso. El mago se descalzó y entró al espejo del agua, el frío le erizó la piel pero solo fue unos segundos antes de sentirse completamente cómodo. El fondo se componía de una serie de cantos rodados de diversos tamaños, Matt se movía con cuidado pues la superficie lisa de los mismos sumados a que algunas algas crecían sobre ellos los volvía muy resbaladizos.

 

Cada vez que una roca le llamaba la atención la tomaba y la guardaba en los bolsillos de sus pantalones, cantos azules, verdes, grises, rojos, negros y blancos fueron a parar allí, cuarzo, anfíbol, epidoto, granate. Cuando junto todas las necesarias volvió nuevamente a la tierra donde sus pies empapados rozaron la hierba, la parte baja de sus pantalones estaba empapada.

 

Ya tenía el material, solo debía tallarlo. Se sentó bajo un viejo roble, acomodó su libro sobre una de las retorcidas raíces, sacó los cantos y comenzó a tallarlos con su varita. Con mucha atención ojeaba los dibujos del libro y trataba de imitarlos con la máxima exactitud posible, cuando terminó el último símbolo, guardo con orgullo sus runas en una pequeña bolsa que guardaba en su mochila y se encaminó hacia el claro donde el profesor se encontraba.

 

No llegó a decir nada cuando el compañero que habia partido al bosque volvió, iba cubierto de sangre de los pies a la cabeza - ¿Qué te paso? – no pudo evitar preguntar preocupado al verlo pero al notar la sonrisa que llevaba y que no tenía ninguna herida importante capaz de producir aquel sangrado se dio cuenta de que aquella sangre no era de él y al mostrar el mago sus runas de hueso y la pequeña bolsa de piel que llevaba para guardarlas, lo entendió.

 

¿Había matado a un animal por hacer aquellas runas? ¿Acaso la vida de otros seres no valía nada para aquel sujeto? La desaprobación por aquella acción no tardó en manifestarse en el ceñudo rostro del mago pero se guardó sus palabras. – Aquí están mis runas – dijo al profesor mientras le tendía las mismas.

 

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Tallar sus propias runas.

 

Eso era algo nuevo y sonaba bastante bien. Apenas había procesado todo eso cuando Jeremy, el Triviani alumno, partió. Mel se quedó pensando en la velocidad de la partida y a qué podía haber ido hasta que sus sentidos captaron la pugna: los bramidos, el sonido de caza. Recibió de buena gana la sugerencia de Matt a cambio, la voz sacándola de pensamientos deshilvanados respecto a la escena.

 

—Sí —masculló de vuelta—, creo que yo tomaré simples trozos de madera.

 

No se sentía particularmente imaginativa en ese momento y, dado que ese parecía ser un material bastante confiable, le agradaba la idea de cargar con algo ligero, que casi no se notara. Al menos, si pretendía seguir practicando lo aprendido en los viajes que realizaba.

 

Mientras Matt tomaba lo que casi podría llamar un chapuzón, Mel lo observaba cada tanto con mediano interés, se apresuró a recoger un montón de trozos de manera seca y clara, que abundaban a porciones en el terreno. Luego, amontonándolo todo y tomando material de la pila, se sentó al borde del agua y empezó a tallarlos con la daga que Richard le había regalado, mucho mejor para tales menesteres que la navaja suiza. No era sencillo, pero sus cortes eran precisos y rápidos, mientras ojeaba el libro que tenía abierto a la izquierda. Sentada así, con las piernas cruzadas, el sonido del agua y la madera en la mano, se sentía a gusto. De hecho, intentaba no captar demasiado, concentrándose. Por momentos, en donde se distraía sin remedio, tomaba la varita y lanzaba aire caliente hacia Matt para que se secara un poco, antes de volver a su propia tarea.

 

Una vez hubo terminado y guardado todo en el bolso de piel de moke (trozar y tallar la madera había sido sencillo pero pulir los bordes con la varita ya no tanto), retornaron al claro. Mel intentó no ver la sangre chorreando de sus ropas pero fue imposible; aún peor, Matt parecía genuinamente afectado. Sus palabras salieron antes de que pudiera detenerlo y luego ya parecía ser inapropiado interrumpirlo. A pesar de ello, sujetó su antebrazo en un apretón, como un pedido mudo, de instarle a que no dijera nada más. Fue innecesario. Aunque con expresión agria, ya se había adelantado a entregar sus runas, por lo que Mel hizo lo mismo, mascullando algo parecido y quedándose de pie a su lado, luego de soltar el agarre.

 

El episodio, sin embargo, le trajo a la mente a la única otra vampiro que había conocido: Aylin Stark. Ella había dicho algo parecido, acerca de inmortales y cómo no debían juzgarla con sus cánones humanos. Mel recordaba perfectamente que había comparado el tebo, que ella ambicionaba capturar algún día en el Edén, con los humanos que había desangrado hasta la muerte. Lo sucedido con Triviani ¿qué tenía de parecido? Y ¿qué de distinto? Mel intentaba asociar en su cabeza a la persona serena con la que había colaborado ese día contra un enorme peligro con la persona que ahora se encontraba tallando sus runas, cubierto de sangre ¿se vería así ella, el día que capturara al tebo y le hincara el diente? ¿Estaría cubierta de sangre? Eso último quizá, sin duda, pero ella lo haría porque la bestia así lo ambicionaba: cazar y alimentarse eran prioridad para poder mantener el equilibrio, en lugar de beber pociones matalobos que solo arruinaban su humor y la volvían un ser irascible. Se preguntó qué pasaría por la mente de Matt. Para Mel significaba la caza, la emoción de abatirse sobre su presa, aunque matarla para fabricarse unas runas se le hacía algo inútil, teniendo otros elementos más prácticos a mano; le gustaba pensar la caza como la manifestación de la bestia y la alimentación que ésta deseaba.

 

Así que no pudo definir si se sentía afectada o hasta qué punto. El olor de la sangre no le abría el hambre, le generaba incomodidad. Se limitó a aguardar expectante, la respuesta del profesor Triviani, esperando que las cosas se calmaran.

Editado por Melrose Moody

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