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Libro del Equilibrio — Marzo


Bakari
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"¿Y por qué yo?"

 

Esa había sido la única frase que el Uzza soltó, de mala gana, a los Directivos, luego de que se le pidió enseñar los conocimientos de una especialidad que no era la suya. Bakari no solía salir del círculo formado por su propio caos, lo ario y caluroso de la zona en donde vivía y el silencio que aquella lejanía le obsequiaba. Si embargo, por normativa, honor a los suyos o contrato, no le quedó más que aceptar. Era sabido que los guerreros tenían basto conocimiento acerca de todos los libros de poder, no solamente del que impartían conocimiento, así que, con un tomo del Libro del Equilibrio entre sus toscas manos, abandonó aquella mañana la tienda donde solía dormir.

 

Distante del sitio donde siempre solía aguardar a sus alumnos, escogió un espacio calmo y suave a la vista. Los colores eran fríos, había agua por doquier como si se tratase de una especie de isla, y el cielo amenazaba segundo por medio con soltar sobre sus cabezas la peor de las tempestades. Aun así, detrás de tanta nube gris, el sol intentaba arrastrarse con dedos calurosos hacia las personas.

 

Lo cierto era que aquel punto geográfico no distaba del resto de las moradas de los guerreros Uzza, sino más bien, era una ilusión que Bakari hubo creado con su gran poder para sus pupilos. Ellos verían, entonces, una imponente muralla casi flotando sobre el agua clara. Reflejada desde cada rincón, totalmente de piedra, con madre selva trepando por sus esquinas, gélida, impenetrable. Tanto peso sobre una fina capa de tierra, parecía imposible.

 

Para llegar hasta allí deberían tomar una barcaza y cruzar el corto tramo hasta la orilla siguiente. Allí los estaría esperando, de pie y erguido, el hombre de torso desnudo y piel surcada por cicatrices, semblante duro y profundo, cabello amarrado y una curiosa y respingada barba que se perdía entre sus hoscas facciones, Bakari, el guerrero del caos, impartiendo, irónicamente, un poco de equilibrio aquel día.

 

 

@@Fengari M.

@@Hessenordwood Crouch

@

Editado por Niko Uzumaki
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Exhaló una nube de vaho que casi empaña su vista, ¿hace cuento lleva caminando hacia aquel rumbo? no es que alguien como él se cansara fácil en circunstancias como esta, pero le cuesta seguir creyendo que ha tomado el camino correcto luego de unas horas de camino sin encontrar alguna seña de su destino. No lleva mucho peso esta vez, la cazadora verde que lleva encima lo cubre desde los hombros hasta las rodillas, y solo carga sobre su hombro lo que parece un costal de cuero, seguramente ahí es donde guarda el libro y los demas “tiliches” que podria necesitar.

 

Sabe, aun así, que a estas cosas no se puede estar totalmente preparado, ¿como podría estarlo a lo desconocido? Y los títulos que ha apenas leído en las páginas del libro de antigua magia no lo hacen sentirse más confiado. Equilibrio. Era una denominación que le hace pensar que deberá sumergirse muy profundo en su propio interior para conseguir aprender de su magia y ciertamente no está convencido de que tan dispuesto estaba a hacer algo como eso ahora. Lo verdaderamente malo de adentrarse en sí mismo siempre estaba en tener que volver sin haber traído consigo algo que no pudiera volver a dejar a tras. Aunque bien podría estar equivocado.

 

Por Merlín que así fuera.

 

Tomó todo el aire que pudo antes de nuevamente continuar su andanza, debe ser un presentimiento, o quiza la resignación misma, pero no le queda más que continuar hacia adelante. Más tarde que temprano encontraría entonces la enorme extensión, tan demasiado reflejante y claro como un espejo, que solo hace que las cosas ahí se vean mucho más grandes de lo que en verdad podrían ser. Fuera como fuera, la muralla frente a él no dejaría de ser menos impresionante y él, entonces, se lo pensaría dos veces antes de continuar.

 

Desde donde se encuentra parado ahora, no hay nada que le asegure que cruzando la distancia que lo separa de esa muralla estará mejor que ahora, pero no hay otro camino ahora.

 

Debe encontrar el modo entonces de cruzar, no puede ser complicado, aunque tampoco se confía. Aprovecha entonces para lanzar una mirada a su alrededor, en busca de algo que le ayude a cruzar, o de alguien que estuviera cerca, pues algunos varios metros atrás, aun cuando se sentía bastante extraviado, creyó haberse encontrado con el rastro de alguien mas merodeando esas tierras, posiblemente otros aprendices del equilibrio, o tal vez el rastro de los pasados.

 

Accio tronco-, agito su varita en dirección a una orilla opuesta, donde a mitad de distancia flota por en medio, un pedazo de tronco partido ya cubierto de humedad y maleza, era algo muy sucio, pero servirá. Cuando el tronco finalmente llegó hasta su orilla, volvió a apuntarle con su varita antes de conjurar nuevamente. ―Morphos...-, y como si renegara la madera crujió y tronó hasta convertirse en una barca de buena condición y fuerza para soportar el peso.

 

Se detuvo antes de subir, con la mirada puesta fijamente al frente, en dirección a la muralla, imaginándose dónde es que puede está el único acceso a ella, a la magia del libro, donde seguramente Bakari esperaría por ellos.

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El cielo parecía extrañamente calmado ese día, el joven Dick en representación de su padre había acudido al llamado del guerrero uzza debido a que la prueba del libro al fin estaba comenzando, cosa que mirando facinado aquellas dunas del desierto montado en su hipogrifo, su padre le había dejado una parvada a decir verdad, pero de pronto todo ello cambio las nubes cada vez se hacían más y más espesas...

 

--Al parecer habrá lluvia... Eso es malo--

 

Se decía a si mismo mientras miraba como el cielo cada vez se tornaba más y más gris... Talvez era un milagro, el ver cómo aquellos rayos de sol cada vez se hacía más y más pequeños... Pero su sorpresa fue mayor al momento de bajar la vista... Estaba rodeado de agua!!! Todos los colores habían cambiado drásticamente, eran fríos... Fue entonces que aterrizando en medio cerca de la orilla su sorpresa fue mayor al ver cómo se habría paso una muralla enfrente de el... Tan grande, tan fuerte, y parecía que estaba flotando sobre el mar...

 

--Lo mejor será que aquí me esperes viejo amigo...--

 

Fue entonces que tomando una de las barcazas que ahí se encontraban el mago emprendió su camino... La clara tranquilidad del agua hacia que el mago sencillamente remara hasta la orilla de la muralla, el tramo era engañosamente corto pero al final había podido llegar sin la mayor de las preocupaciones solo para encontrarse con el que parecía ser su maestro, por lo que acercándose a la segunda barca el mago vio a una persona que en su vida había visto y saludando con la mano espero indicaciones de su maestro

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En la orilla de lo que parecía una isla, observaba como la barcaza regresaba mágicamente a su punto de partida, ágil pero sutil, no era más grande que una lancha de pescador, y había servido bien a la hechicera acercándola a su meta, "al igual que a los otros magos que llegaron antes que tú". Fengari recordó ese detalle y rodó las orbes lentamente hasta que su mirada se perdió en ningún punto, pretendía ignorar esa minucia, por lo que levantó su complicado espíritu y caminó a través de un suave terreno, contrario a lo que sucedía sobre su cabeza, donde el cielo libraba su propia batalla.

 

Horas atrás, habia recibido con satisfacción su carta de aceptación al curso del libro del equilibrio, por lo que estaba más que entusiasmada en aprender todo lo posible sobre del mismo, más por sus hechizos que por querer escuchar la parafernalia del equilibrio y el poder "es un chiste para alguien como yo" pensó mirando su reflejo en el agua, su cabello largo de color plateado casi blanco, y la totalidad de su aspecto eran el epítome de que el equilibrio no existía, mitad vampira mitad veela, era un depredador con piel de gacela.

 

Los nubarrones se extendían como un manto sobre la tranquila isla, dándole un toque de gris y sepia al paisaje, ante sus ojos un enorme muro se alzaba. A los pies del agua, varios pasos a su derecha, un grupo de magos se reunían y cerca de ellos, un poderoso guerrero se mantenía en pie a varios metros de la orilla. Fengari sintió la mirada del uzza sobre ella, pero la mujer, altiva e imperturbable, correspondió el gesto sin darle cabida a los nervios, acortando la distancia hasta llegar al lugar donde el resto aguardaba. Sus ojos celestes como los lagos de invierno, pasaron rápidamente por cada uno de los hombres a la distancia.

 

Se acercó primero al que sacudía las manos, aquel gesto le pareció tan muggle, que la vampira sonrió-- ¿Acabas de llegar Dick?-- lo reconoció de estudios anteriores--. será mejor que nos reunamos con los otros.

 

La hechicera caminó por la orilla, sus botas salpicando el agua en cada paso hasta acercarse al otro mago-- Señor Crouch --sonrió al descubrir que sus sentidos habían acertado, quedándose a lado del mago hasta que uzza se presentara.

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Se tomó su momento para estudiar a cada uno de los personajes en cuestión. A medida que iban llegando, pues lo primordial eran las primeras impresiones. Apartado del campo visual de cualquiera, se cruzó de brazos cuando Crouch hace gala de sus poderes mágicos y transforma un tronco seco en una barca. Hubiera abierto los ojos perplejo y maravillado si no fuera porque medio centímetro más a la izquierda se encontraban los botes dispuestos para uso académico. Fue entonces que su pensamiento recurrente coronó la mañana: Ingleses. Y rió

 

Más su anonimato poco duró. La siguiente persona en arribar, fue un muchacho de cabellos castaños y pronunciada musculatura. Era alto, y por lo visto poseía un basto conocimiento acerca de su cuerpo. Él sí notó las barcazas, de hecho tomó una y le saludó con la mano al cruzar el inmenso lago. Bakari permaneció quieto y en su sitio, sin ser mal educado, haciendo un movimiento ascendente con la cabeza para responderlo. Y por último, para fortuna del hombre, acudió una mujer. Pero no se trataba de su hermosura, no. El Uzza sonreía abiertamente pues durante todo el tiempo que llevaba dictando clases para magos y brujas, éstas últimas habían demostrado ser diestras en combate y decisión.

 

Y una diosas en el control del caos.

 

―Bienvenidos.

 

Soltó sin más. Había descruzado sus brazos y mirado de soslayo sobre sus hombros. Detrás de sí se alzaba una gigantesca puerta de roca a medio abrir, que con cada palabra pronunciada por el guerrero, permitía ver su interior un poco más.

 

―Lo que tengo a mis espaldas es un maravilloso laberinto. Creo que más de uno estará familiarizado con él. Y no, por favor― reprendió al instante con cierto asco en el tono ―Quiten ese recuerdo que cualquiera pueda tener acerca de los Arcanos, repugnante― bufó.

 

La mayoría de las personas eran sabedoras de la mala relación que, desde hacía siglos, poseían los Guerreros Uzza y los antiguos Arcanos. No solían pedirse favores, ni siquiera cruzarse por los pasillos de la academia o los terrenos del Ateneo. Así que si alguien les llegaba a comparar hasta en lo blanco del ojo, posiblemente lo tomasen como insulto. Corría por ambas partes, aunque los segundos en cuestión fuesen mucho más diplomáticos que cualquier Uzza.

 

―En fin. Como les decía, bla bla bla, un laberinto― Bakari tenía poca paciencia ―Me acompañarán dentro, y únicamente podrán utilizar los conocimientos adquiridos de los libros de hechizos, hasta éste por supuesto. Así como sus pertenencias mágicas. Solo podremos salir si logramos vencer las adversidades que se nos presenten, además, si entramos cuatro, cuatro serán los que salgan por la puerta del otro extremo.

 

¿Se entendió?

 

En la guerra no solo se enseñaba a matar o defenderse. Cuando un hombre pisaba campo de batalla lo primero que debía poner en práctica era la camaradería. No protegían niños llorones como muchos de sus alumnos en la clases del Caos, le tendían la mano a un compañero caído, herido o muerto. Si cuatro personas cruzaban la puerta que se había abierto por completo tras de sus espaldas, serían cuatro las que llegasen a la meta final. Sin excepciones

 

Dentro les aguardaba el misterio cubierto por una fina tela de oscuridad. Algo gruñó, lejos, muy lejos de donde estaban ahora parados y un par de ojos centellearon vigorosos también. Pero eso a Bakari no le detendría. Varita de cristal en mano, giró sobre sus sandalias de cuero curtido e hizo un ademán para que le siguieran.

 

―¿Y bueno, qué saben de éste libro?― Preguntó, y se reprendió pues debió de haberlo ojeado antes de presentarse como suplente.

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Las cicatrices del guerrero fueron lo que más atrajeron la atención de la hechicera, incluso más que su personalidad descomplicada o su poca paciencia. La Munter estaba cautivada por la forma en la que algunas marcas se cruzaban y ramifican en pequeños montículos, "distintivos de batallas" pensó siguiendo cada extensión hasta caer en la mirada del uzza. Fengari siempre demostró curiosidad por las cosas poco comunes, encontrando belleza donde otros hallaban desagrado. Hasta el momento había estudiado un par de libros y con ellos, conocido a sus mentores, unos hechiceros guerreros denominados Uzzas, cada uno con sus peculiaridades, pero siempre con la guerra tatuada en sus cuerpos.

 

Entonces se concentró en la muralla detrás del guerrero cuándo éste hizo mención. El muro de sólida roca se alzaba imperiosa cerca de ellos, con una única puerta que parecía abrirse con el pasar del tiempo, cómo el mítico encantamiento de las sirenas, tentándonos a acercarnos ignorantes del peligro que representaban. Fengari inspiró hondamente, la fobia a los espacios cerrados, heredada por sus ancestros vampiros, empezaba a manifestarse en su cuerpo, tensando sus músculos y cambiando el color de sus orbes a un tono fucsia.

 

--Entonces entraremos ahí? --susurró con una voz que evocaba firmeza encubriendo el asco.

 

Cerró sus ojos por unos momentos para escuchar las últimas indicaciones de su mentor, esperando que éste no les dieran limitaciones. Encerrar a una vampira con claustrofobia en un laberinto no parecía buena idea. Cruzó los brazos casi furiosa, resoplando sobre unos mechones de plateados cabellos, distrayendo su atención en sus compañeros, quiénes asentían o rebuscaban en sus mochilas las herramientas que el guerrero mencionaba. La vampira traía consigo una bolsa táctica militar para la pierna, que aseguraba a su muslo con una correa, y a su cintura con otra; en su interior se encontraba un surtido de piedras y amuletos que no cargaba en su cuello, un único libro y su varita, la cual tomó con agilidad concentrándose en la aventura para no pensar en el laberinto como si mismo.

 

Varita entre los labios, se anudó el cabello en una alta cólera, moviendo la cabeza en gesto afirmativo a la pregunta del guerrero--. El libro del equilibrio es uno de los más complejos, entre sus conocimientos de destaca el uso de flores y otros ingredientes para venenos, como por ejemplo, los Pétalos de Pensamiento o el Cinadae.

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Así que se tenía la prueba era un laberinto lleno de peligros, con restricción de magia... Esto era sencillamente maravilloso, cosa que sonriendo el mago se quitó su gabardina dejando así su vestimenta que consistía en un chaleco, una camisa manga larga las cuales comenzó a recoger por sobre sus brazos dejando ver sus tatuajes que lo descubrían como un miembro más de la orden de Avalon, cosa que sonriendo el mago se acercó a su compañera @@Fengari M. Y sonriendo le estrecho la mano.

 

--Eres la señorita Fengari cierto? Mi padre me habló mucho de ti, no de una manera caballerosa, pero bueno... Al final del día es Sherlock Holmes... A él lo matabas con un trago y una mujer hermosa como usted--

 

Decía visiblemente decepcionado y suspirando sencillamente comenzó ah caminar por aquel laberinto... Era grande... Dick sencillamente siguió caminando... Tenía un plan... Sabía cómo salir... Pero a diferencia de su padre el no podía procesar tanta información igual de rápido, el necesitaba ir un poco más lento... Primero tenía que reconocer el panorama... Buscar altura, saber dónde se encontraban y que peligro podría enfrentar... Fue entonces que mirando nuevamente a su compañera el mago sonrió...

 

--disculpa, Eres de la raza de los vampiros verdad? Dime hay posibilidad de que puedas subir al tope de la pared y decirme que es lo que ves?--

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Él respondió el saludo de la bruja con una venia tosca pero educada, sin decir una palabra aún pero con una sonrisa complacida, suspicaz, es lo menos que puede hacer antes de abrir la boca y decir algo tonto que lo haga quedar mal delante de ella, o cualquier otra persona, si, eso es algo muy de él, sobre todo con la gente de esta parte de Europa (o esta época del tiempo), que parece ofenderse hasta por su modo de caminar siempre con la cabeza alto. Incomprensible, pero él no se entretiene en cosas como esas.

 

Apenas se da cuenta entonces (cuando nota al otro mago que ha llegado en una barca menos complicada que la suya) que no tiene idea de cómo es que la bruja lo ha llamado de aquella forma tan familiar. Es algo agradable de soltura, nada formal, como si fuera su primer contacto verdaderamente humano que ha tenido desde su llegada.

 

Bienvenidos…-, comienza el brujo uzza frente a ellos. Está de pie con firmeza frente a un muro tan alto e impenetrable a simple vista que le parece imposible que se mueva con tanta facilidad tras cada acento del mago. Él no ha soltado una blasfemia de asombro solo por que el mago sigue dando explicaciones de algo que seguramente debía ser importante, o algo como eso.

 

Tiene que aceptar que no comprende mucho de lo que dice, él no es un brujo pleno como ellos, esta es su primera vida como uno desde que se ha vuelto mortal y en gran parte no le está gustando para nada las experiencias mágicas, aun cuando parte de su existencia depende de ello. Sin embargo, entiende que debe comprendedlo, que debe aprender de ellas y sacarle provecho.

 

Se interesa más en lo poco o nada que se alcanza a ver desde donde están hasta lo más profundo del laberinto, no se ve mucho a simple vista, pero se siente, toda aquella magia que aún es incomprensible para él, ¿con qué cosas se van a encontrar ahí dentro? él no puede recordarlo más que como un sueño o un presentimiento, pero aun así, entre sus tantas vidas como mortal o inmortal, no cree que al entrar al laberinto encuentre algo que hubiera visto antes. Se siente afortunado por un momento, pero lamentablemente, esta vez, no está aquí para hacerse de dineros extra.

 

¿El libro? ¿Que sabe de él? Por supuesto que nada, así que debe creer lo poco que la bruja que los acompaña explica.

 

El...libro trae consigo también algunos otros artefactos-, habló después de ella, no pudiendo apartar su mirada del todo del camino que les queda por delante. ―Como el...amuleto de la resurrección-, ¿que pasaba si no todos llegaban todos al final?, se pregunta al terminar de hablar. La idea de entrometerse con algo como la resurrección misma le preocupa, no quiere terminar nuevamente castigado por cambiar el destino de los humanos, y es que qué cosa sería ahora ¿una bestia cazadora de almas? ciertamente no habría mucha diferencia a su vida actual.

 

Garyson tuvo iniciativa, de interacción por lo menos, es un tio bastante agradable. No sabe entonces si quedarse esperar la respuesta reacción de la hechicera o solo comenzar andar hacia el laberinto, aunque cierto, sería una ventaja tener una idea más clara de las cosas que los esperan al cruzar por esa puerta.

 

Vamos adentro, Dick-, ¿era asi como ella lo había llamado, verdad? ―¿O es que te asustan las sorpresas?-, va esculcando entre sus bolsillos en busca de los amuleto adquiridos en los conocimientos pasados o por su varita verde de ceiba tan tosca como las mismas manos del brujo.

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Sopesó las respuestas acerca del libro, refrescando su propia memoria. Había sido el último en entrar al laberinto, cerrando el cordón de alumnos. No estaba cuidando sus espaldas, la sonrisa que brillaba cuando la puerta se cerró tras de sí dejándolos en completa oscuridad, lo delataba. Tan pronto como el silencio ganó terreno y fueron las palabras de Grayson las primeras en retumbar, algo más sonó, por sobre sus cabezas, como respuesta a la inteligente propuesta del mago.

 

—El laberinto es tramposo, nunca les dejará ganar de buenas a primera— Comentó Bakari antes de esfumarse. El grupo estaba demasiado ocupado con la vista al cielo que lentamente se teñía de negro como para notar la ausencia.

 

Cuando Dick Grayson habló acerca de saber qué les aguardaba sobrevolando los límites de las murallas, cientos de lazos de diablo comenzaron a entrelazarse para cerrar el paso a cualquier individuo que tuviera la capacidad de elevarse más que unos pocos centímetros del suelo. Aquello parecía más bien el estómago de Cronos, en la antigua Grecia, que el laberinto de Creta. A su vez, también las paredes se vieron infestadas de aquella hierba peligrosa, por lo que si no se andaban con cuidado, cualquiera podría ser el primer capturado de la jornada.

 

El Uzza apareció, entonces, a unos seis metros de donde estaban los jóvenes, apuntándolos con su varita, previo a haber murmurado el encantamiento que impactaría contra su primer objetivo, y luego, volviendo a esconderse entre las sombras que los pasillos y esquinas le proporcionaban.

 

—Arena de hechicero

 

El efecto surtiría en los hermosos ojos de la muchacha con rasgos vampíricos. Antes de tomar cualquier clase o grupo de alumnos, Bakari solía leer sus fichas, estudiar las familias, y hasta se podría decir que espiarlos en su vida cotidiana. Fengarí eran, en su humilde opinión de guerrero, la más astuta hablando de asuntos bélicos. Por ello, o bien sus compañeros deberían trabajar en equipo, o ella agudizar sus sentidos pues la ceguera le restaría puntería.

 

—Morphos

 

Agregó, y ahora permitió que su voz se oyera. Una roca del tamaño de un conejo se transformó en dos pequeñas —pero venenosas— arañas de rincón, con sus patas firmes y su color empíricamente negro. Rumbo a los tobillos de los masculinos en cuestión ¿Serían capaces de verlas antes de que les picasen? caso contrario ¿Sabrían cómo detener el mortal veneno?

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No sabia porque el mago por un instante creyo que esto seria tan facil... el ver aquel lazo del diablo tan cerca de su cabeza activo todos sus sentidos... fue entonces que por instinto saco el Anillo Detector de Enemigos, el cual inmediatamente comenzaría a brillar ante la presencia de algún enemigo... ... fue entonces que mirando a sus compañeros, el mago se volteo hacia la vampireza... era completamente logico y esperado que ella fuera el blanco... ya que en terminos de guerra, ella era su berseker... fue entonces que haciendo un corte en su palma rápidamente invoco la Daga del Sacrificio...

 

--Proteger...--

 

Entonces el mago miro como su vista poco a poco comenzaba a nublarse... había transferido el ataque hacia el... gracias a su daga... si bien ahora su anillo detector no le era de mucha utilidad por lo que unicamente pudo colocarse de cunclillas mientras comenzaba a toquetear en el interior de sus bolsillos, al ser hijo de sherlock holmes, el mago habia aprendido la tran prestigiada memoria fotografica que los caracterizaba... era por eso que podia identificar sus joyas... fue entonces que dijo en voz alta para que lo escuchara a los dos...

 

--Necesito de su apoyo... esto todavía no termina... escuche como pronunciaba un hechizo de transformación... señorita... (@@Fengari M.) no siento una gran perturbación en el suelo ni cambios de aroma en el aire... entonces lo que sea que invoco no es grande... por favor puede ayudarnos... talvez sea algo pequeño, muy pequeño... una araña tal vez...--

 

decia eso mientras toqueteando el aire toco la camisa de lo que parecia ser @@Hessenordwood Crouch y sencillamente lo empujo... el mago no podia ver y eso significaba que todas sus demas sentidos estaban activados... por lo que lo unico que podia era moverse... moverse y esperar no coincidir con aquello que su maestro habia invocado... fue entonces que volvio a hablar...

 

--amigo... lo siento... de verdad lo siento... has... has oido hablar de la salvaguarda magica?... --

 

Y sonriendo sin dejar de moverse esperaba que el mago entendiera su plan... si no podian volar las paredes porque no atravesarlas?...

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