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~ Mansión Riddle ~


Anne Gaunt M.
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La Mansión de la familia Riddle se alza en lo alto de una colina desde la que se divisa todo el terreno del alrededor, sobre el cual se asienta un pueblecito llamado Pequeño Hangleton. Durante décadas, esta mansión acogió a la familia que le dio el nombre hasta que el último descendiente de ésta, Tom, asesinó a sus familiares por no tener sangre mágica. Desde entonces, esta quedó abandonada y solo sirvió como refugio a magos tenebrosos de vez en cuando, sin que nadie decidiera hacerse cargo hasta muchos años después.

La abandonada edificación fue subastada por las autoridades muggles y un grupo de magos tenebrosos, sabedores de la situación, decidieron hacerse con aquel espacio para convertirlo en su propio refugio. No les costó demasiado conseguir su objetivo y, así, declararon como punto de reunión y escondite aquella mansión que, antaño, había sido ostentosa y majestuosa. Sin embargo, la avasalladora guerra internacional que se cernió sobre todo Londres no distinguió entres magos tenebrosos y seguidores de la luz, mestizos, muggles ni sangre pura, y todos recibieron un duro golpe.

A pesar de las protecciones que rodeaban la mansión Riddle, éstas cedieron cuando los proyectiles aéreos búlgaros impactaron en la zona y, actualmente, tan solo quedan cenizas y columnas de humo sobre lo que antaño había sido un verde césped que precedía a la edificación que, ahora, lucía en ruinas.

La mansión tenía varios puntos de acceso. Si bien el más frecuentado era el camino principal, éste resultó ser el más afectado tras los ataques. Tiempo atrás lo conformaba una pasarela de piedra que cruzaba los jardines principales, hermosos por excelencia, hasta la entrada a la que se accedía por unos escalones de piedra. De ellos solo prevalecen los pedazos fragmentados, cuya roca está ennegrecida por el fuego. Quien quiera cruzar el umbral de fuerte madera, que es todo lo que queda en pie de la enorme puerta oscura, debe hacerlo saltando entre los escombros con mucho cuidado para no quebrarse una pierna.

Dicho umbral, compuesto por un arco de madera oscura, está escoltada por dos serpientes de mármol que no presentan rasguño alguno. Su presencia impone y sorprende pues, tras su curvado cuerpo, se puede ver el esqueleto destrozado de lo que había sido una magnífica mansión. Las paredes cedieron en efecto dominó, quedando unas apoyadas sobre las otras. Las alfombras que cubrían el suelo son fragmentos de tela rojizos, verdes y negros, todos chamuscados. Debajo de los escombros que las cubren, si se presta la suficiente atención, aún se puede oír el lamento de los personajes que quedaron atrapados dentro de los cuadros y que no pudieron escapar a una pintura ajena o lejana.

La única magia existente entre las ruinas es la que cada líder de la Marca Tenebrosa ha ido dejando a modo de protección. Ésta se activa en cuanto se superan las serpientes de mármol que custodian la antigua entrada, y se trata de un hechizo protector de sangre. Aquellos seguidores del Señor Oscuro pueden cruzar sin problemas mientras sienten cómo la piel en la que llevan tatuada la Marca arde y las estatuas de mármol cobran vida para, entrelazadas, formar una llave animal que abre la verdadera entrada al punto de reunión mortífago. Una portezuela, debajo de una pared tambaleante, conduce al sótano y pasadizos subterráneos de la antiquísima mansión.

Debajo se puede apreciar un hall de decoración sobria pero elegante, en cuyos colores predominan los tonos fríos. La única excepción es una alfombra roja que se pierde por las esquinas que acceden a distintas áreas de la base. En cada pared hay una antorcha hechizada con fuego eterno. Hay habitaciones para mortífagos y afines a la causa, como exiliados, rechazados o prófugos. A pesar de ser una instalación subterránea, el aire es fresco e incluso se logró recrear los jardines y estanques superiores bajo tierra. Hay estanterías repletas de libros, boticas con pociones, mazmorras con armas, espacios destinados a prácticas bélicas y tenebrosas y unas enormes cocinas donde los elfos domésticos trabajan sin descanso para servir a sus amos.

Existe, además, una sala amplia y sobriamente decorada destinada a las reuniones del bando. Está bien iluminada, y amueblada con poco más que una mesa redonda de grandes dimensiones rodeada de sillas, tantas como mortífagos aparezcan en el lugar para reunirse, ya sea por asuntos del bando o cualquier tema extraoficial.

Quien fijase los ojos en cada detalle, puesto con dedicación allí abajo, solo podría susurrar una cosa, Semper Fidelis...

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  • Encantamiento anti-aparición activado: tan solo pueden aparecer en el cuartel subterráneo el líder y lugartenientes del bando. El resto de mortífagos deberá hacerlo en los terrenos de la mansión.




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  • Todos los miembros de la Marca Tenebrosa pertenecen por derecho a la familia.
  • ¿Quieres ser mortífago y no sabes cómo anotarte? Utiliza este traslador para acceder al topic de inscripción.




Editado por Sagitas Potter Blue

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El vampiro camino bajo la luz de la luna, se guiaba por las sombras y sus instintos. El silencio era abrumador, ningún animal correteaba por allí, todo parecía muerto, todos huían tras el aura de muerte del vampiro. Bajo la capucha negra la tez nívea del cainita se ocultaba. Estaba serio. Podía sentir la ira acumularse en el centro de su pecho mientras recorría cada centímetro del lugar. Nadie, en su sano juicio se atrevería a cruzarse en su camino y entrar en los terrenos sin ser invitado.

 

Bufo por lo bajo cuando sintió que la marca le ardía tal como si hubiese sido llamado y aquellas serpientes cobraron vida para darle paso al lugar de reunión y refugio. Al entrar, siguió con la capucha puesta. Su faz incrementó sus facciones mostrando mucho más su ira y seriedad. Aun, dentro de aquellas paredes, dentro de aquel cuartel subterráneo, por los pasillos de la mansión Riddle se podía sentir el silencio.

 

Ladeo la cabeza buscando entre sus recuerdos la última vez que había pisado el lugar. La guerra, una de la que el disfrutaba y de la cual se aprovechaba para sus fines oscuros se había endurecido mucho más desde el intento de tregua en navidad, por lo que el cainita necesitaba un lugar algo tranquilo en el cual estar meditando o sencillamente tramando cosas sin que los traidores a la sangre, los sangre sucias y aquellos que solían jactarse de ser buenos se metieran en sus asuntos.

 

Se dirigió hacia la chimenea. Se quedo observando el fuego mientras se sentaba frente a ella. Al menos, iba a disfrutar de aquello cuanto pudiera.

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No le apuraba iniciar las actividades de aquel nuevo día, sobre todo porque aquello que le motivaba había desaparecido, el libro abierto descansaba sobre la cómoda, abandonado por el ojimiel que no podía concentrarse, tampoco el lienzo mostraba ningún avance, solo el bosquejo de sus criaturas mágicas favoritas, más sin embargo, tampoco invitaban al peliverde a adentrarse en aquel pasatiempo. Desapareció para ir a sus locales, unos más desiertos que otros, por un minuto sus elfos pensaron que pasaría su mañana recorriendolos, pero no, el mago siente una sensación de desasosiego que no sabe de donde procede.

 

El Ryvak se marcha a las calles de Diagón, sus pasos inciertos ahora no le conducen a ningún lado, no tiene un sitio al cual desee ir, camina cerca de una hora sin que ningún establecimiento le llame la atención, no hay persona que desee encontrar, aquel silencio al menos le es natural, donde puede perderse en sus pensamientos.

 

No tiene problemas, solo que aún no encuentra algo que hacer con tanto tiempo disponible, mira su horario de la universidad y tampoco hay que ir por ahora, debe aguardar, alguien le dijo que la devastación en Ottery era bastante debido a las bombas que Bulgaria envió, era una noticia que circulaba en los diarios ingleses pero al carecer de familia, el mago no había tenido que acudir a la comunidad, sin familiares ni sitio que extrañar, era como si fuese un rumor que va de boca en boca, por constatar personalmente aquellas historias, el Dracony enfilo sus pasos a Ottery, sin saber realmente que era lo que esperaba encontrar ahí...

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El aire era fresco y puro. La nieve caía lentamente del cielo, constante y perfecta. Sentada en el porche de su cabaña en los Montes Cárpatos, Kamra Rambaldi la observaba con la barbilla apoyada en sus brazos cruzados mientras disfrutaba la quietud de la noche. Ése era su refugio, el primer lugar al que había llamado hogar. Toda una vida antes de la familia, esposa e hijos que guardaba con recelo. Frunció el seño dejando escapar un largo suspiro ¿Qué iba mal? ¿Qué la había hecho recluirse una vez más? Las respuestas no llegaron. Sin embargo, luego de que estas acariciaran repetidamente cada rincón de su mente, una fuerte compulsión se apoderó de ella. No era un hechizo, sino un retumbar en las venas de Kamra que la hizo abandonar el bosque.

 

Desapareció con solo un pensamiento.

 

Oterry St. Catchpole

 

Las calles estaban vacías mientras Kamra paseaba por ellas. En lo alto, la luna bañaba todo con su resplandor plata, el cabello blanco en absoluto pasando desapercibido. Con un movimiento se echó la capucha sobre la cabeza, sus facciones ahora ocultas bajo la misma. En un mundo en el que las personas se vendían unas a otras por unos miseros céntimos, deambular por las calles a horas tan altas sin recurrir al anonimato era algo que pocos se atrevían a hacer.

 

Una susurro hizo que la peliblanca se detuviera en seco. Su cuerpo automáticamente adoptando una inmovilidad obtenida con años de entrenamiento. Lento, casi temiendo mirar, Kamra posó sus ojos ambarinos en las ruinas de la Mansión Riddle...Fue cuando sintió la compulsión desaparecer.

 

Con el corazón latiendo desbocado y pasos rápidos se adentró en los terrenos de la fortaleza oscura. Antaño - tanto tiempo atrás que contar sería una perdida de tiempo - se había enlistado a las filas de los Mortifagos y salido sin pensar en volver. Mientras esquivaba con agilidad los primeros escombros de la vieja mansión fue que cayó en la cuenta de qué era lo que necesitaba. Nyx, su demonio, ronroneó en confirmación. El umbral de madera oscura escoltado por serpientes que parecían devolverle la mirada no tardó en aparecer, y sin darse tiempo a reconciderarlo, lo cruzó.

 

La marca en su brazo ardió, amenazando con hacerla caer de rodillas. Pero se mantuvo en pié. Descendió sin ver mucho del desastre que habían causado las bombas búlgaras. Si alguien había puesto hechizos de protección, significaba que aún seguían utilizando la fortaleza. Como si la hubiera invocado, una puerta solitaria en los niveles inferiores le dió la bienvenida. Kamra la cruzó sin titubeos, deslumbrandose con la acogedora y oscura decoración.

 

La curiosidad la llamaba cuando después de un rato de revisar las habitaciones, se animó a entrar el salón del que provenía una voz profunda y ligeramente conocida - Bueno - Kamra se deshizo de su capa, dejando al descubierto la camisa blanca con mangas anchas y pantalón de cuero ceñido que llevaba puesto - No esperaba venir, pero tampoco esperaba verte por aquí Hades.

 

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Sus ojos miel paseaban por las edificaciones de Ottery, su andar lento le permitía observar con detenimiento lo devastado del lugar, unas moradas se encontraban más deterioradas que el resto, aquella vista no le producía alarma, tampoco preocupación, por lo general cuando llegó a ir a Ottery, no prestaba atención a las familias que ahí habitan, odiaba que tuviesen algo que el no, un lugar al cual llamar hogar... su "hada madrina" había muerto, así que ninguno de aquellos edificios, mansiones o castillos le inspiraban nada... solo eran edificaciones que formaron el pueblo al cual llegó creyendo que encontraría una familia, pero al no ocurrir solo eran una apilación de piedras sin sentido ni significado.

 

El aire sopla con frialdad propio de la alta hora de ese día, sin prisa continua circulando por aquellas calles, no se ven criaturas como las aves que habitualmente surcaban el aire, quizás las pocas existentes estén resguardadas en sus nidos, la carente actividad supone que el miedo ha mantenido a los habitantes bajo sus techos tratando de ocultarse del peligro, cosa que realmente era de poca efectividad según se apreciaba.

 

El peliverde mira su reloj de plata, solo para ver la hora y constatar que apenas iniciaba la noche, una noche que se antoja bastante larga, a lo lejos divisa una ruinas en lo alto de una colina y decide ir hacia ellas para observarlas de más cerca.

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¿Puedo unirme? No esperéis un gran rol :P

 

On:

 

La oscuridad me envolvía, la noche media cubierta por las nubes hacía que fuese casi invisible. Me deslizaba con suavidad por el bosque de Ottery, cazando algún que otro cervatillo. La sangre animal no es que fuera la mejor, pero me mantenía y eso era más que suficiente. Ya había causado suficientes estragos en el pasado para levantar las sospechas del Ministerio. El cervatillo poco a poco iba sucumbiendo a mi mordida en el cuello, absorviendo el líquido rojo y manchándome un poco la boca y la barbilla, empapando ligeramente el suelo.

 

En Italia había conseguido mantenerme más o menos bien pero, la carga de trabajo era demasiado grande. Y aún así, había vuelto por otras razones mucho más importantes que la propia guerra... "maldita guerra" pensé para mí, mientras me limpiaba con un paño blanco que había traído para la ocasión. Lo hice desaparecer con la varita. Había pedido el ingreso al bando y mientras, meditaba al escuchar los sonidos del bosque nocturno. A unos les daba pavor a mí me producían bienestar. Dejé el cadáver para que otras bestias nocturnas se aprovecharan de él.

 

Enfilé mis pasos con más suavidad que antes, escalando con agilidad los árboles, hasta que llegué al límite del bosque y ahí estaba. La mansión Riddle completamente destrozada. Sentí lástima. Una construcción tan antigüa como grandiosa al final, había sucumbido a las bombas lanzadas por los búlgaros. Bufé de rabia. Aunque en cierta manera la guerra me había beneficiado gracias a otros negocios, sabía que el precio era demasiado alto, a pesar de la tregua navideña. Eso sí que había sido una ironía.

 

Bajé con cuidado del árbol en dónde estaba posada. La luna estaba oculta por densas nubes y apenas había o parecía haber movimientos por la zona. Apenas había estrellas en el cielo con lo que, a las ruínas de la mansión Riddle le daba un aire más siniestro si cabía. Enfundada con una cazadora de cuero, camiseta, tejanos y botas de piel de dragón negros, me puse la capa por encima y la capucha. Al menos, que, a lo lejos, vieran una sombra oscura y sobre todo, que no se distinguiera nada de mí. Caminé por la gravilla deshecha principal de la mansión, estaba todo hecho una pena.

 

Me deslicé con cuidado sin apenas hacer ruído. Sentí cierta quemazón en dónde tenía la marca Tenebrosa y que, por desgracia much@s por bocazas sabían de mi existencia en Halloween. "Malditos búlgaros" volví a renegar por lo bajo. Estaba todo destrozado, sólo quedaba la parte principal de la mansión, custodiada por dos serpientes. Sentí el aroma de dos personas conocidas, entre ellas mi primo, cosa que me sorpredió. Los aromas parecían bastante recientes así que, seguramente estuviesen cerca, pero, ¿alguien se habría molestado en levantar la mansión? ¿O seguramente fuese un encantamiento desilusionador? Ya lo averigüría pronto.

Editado por Helike R V PB
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El vampiro se mantuvo observando el fuego, podía sentir como si este calentara su cuerpo, cosa que seria realmente extraña ya que era un vampiro, sin embargo, el elemento siempre había llamado su atención. Escucho los pasos de alguien y se mantuvo tranquilo sin prestar gran atención a quien estuviera por allí merodeando.

 

Frunció el seño para luego dibujar una mueca divertida al escuchar aquella voz. ¿Cuánto había pasado desde la ultima vez que se habían visto las caras?, si su memoria no fallaba desde que él toco una melodía en violín para ella y su esposa. Bajo la capucha que cubría su nívea faz para con sus orbes negros como el abismo mirar a aquella joven mujer.

 

-Pero que tenemos aquí, parece que el monstruo come chocolates le dio permiso a su chica para salir a jugar? –Bromeo sonriéndole a Kamra- yo tampoco esperaba verme por aquí, pero ya ves, quizás el destino me trajo a este lugar y hasta hizo que tu y yo nos encontráramos –sonrió haciéndole señas a la chica para que se acercara y se sentara si lo deseaba.

 

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Claro Helike, no hay problema unete ^^

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- ¿Monstruo como chocolates? ¿No había un apodo mejor en stock? - negó con la cabeza mientras colgaba su capa en un perchero de plata. Admiró la pieza, maravillandose con ella antes de dejarse caer en un sofá. Saboreando la libertad del movimiento desplazó su mirada ambarina hacia Hades - Alessandra no sabe que estoy aquí, me piensa en Rumanía.

 

Con un dedo comenzó a trazar los símbolos en el tapiz del sofá, pensando en el caos que sería si la Delacour se enterase de su pequeña visita. Considerando el pasado Halloween, Kamra dudaba que Alessandra la escogiera antes de sus principios.

 

- Destino - la palabra salió junto con un bufido incrédulo - Podría contradecirte, pero sería una perdida de tiempo. Especialmente considerando que he ido en picada los últimos meses.

 

<<Hace semanas no puedo ignorar que algo anda mal, y estando aquí creo que es - hizo una pausa, considerando si sería prudente comentar tales cosas con una persona que apenas si conocía - Creo que solo me ha llevado hasta aquí...que no cambié tanto después de todo, solo reprimí partes vitales en mi>>

 

Siglos vagando por la tierra disfrutando de su libertad y salvajismo como si nunca fuera suficiente. Disfrutando y abrazando la oscuridad que solo se hacía más notoria en ella conforme el tiempo pasaba. Esa era Kamra ¿Qué tenía de malo? Alessandra había visto todo en ella y no había retrocedido ¿Porqué lo haría ahora? Sacudió la cabeza, mechones de cabello blanco se desplegaron mientras con un movimiento fluido cruzaba sus piernas. El mentón de la peliblanca descansaba sobre su palma cuando rodó los ojos.

 

- Dime que no nos quedaremos solamente mirando el fuego, he tenido suficiente de hacer nada.

 

Su cuerpo se sentía vivo, como si al entrar a la mansión Riddle hubiese recuperado algo que no sabía que había perdido.

 

- Se me antoja un pequeño duelo, pero al estilo muggle - una sonrisa tiró de los labios de Kamra al recordar su último entrenamiento con Luca Van Hallen - de mi habitual compañero de baile no he sabido nada, y Alessandra se niega rotundamente a aprender el arte de la batalla.

 

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Off: Claro que puedes unirte!

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El vampiro rio ante el comentario de kamra sobre la forma en la que el de cariño solía llamar a su ahijada Alessandra que quien sabia donde se encontraba en aquel momento. Supuso que la chica o estaba trabajando en San Mungo, o se había ido hasta el ministerio como la ultima vez o podría estar cuidando de aquellos quintillizos que él aun no conocía.

 

-No te gusta? Y yo que pensaba decirte corazón chocolatoso –rio divertido- y no te preocupes, mi ahijada no sabrá por mí que estas aquí, te lo aseguro –afirmo- además, hace mucho que no la veo y sé que huye de mí, me tiene miedo no sé porque –se encogió de hombros divertido- si que soy un ser de paz, pureza y virtud –bromeo.

 

El vampiro se quedo mirando el fuego como si esperara que allí apareciera alguna imagen de su pasado, presente o futuro mientras escuchaba las palabras de la esposa de su ahijada. Era vidente sí, pero hacia mucho que no tenía una visión, aunque podría decir que tenia uno que otro deja vu, pero nada más, al menos eso le tranquilizaba un poco. Al escuchar aquella extraña petición no pudo más que mirar a la peli blanco extrañado.

 

-específicamente a qué tipo de duelos te refieres? –Le pregunto a Kamra- porque la verdad no se dé que me estás hablando, a menos que me lo expliques –sonrió.

 

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jajaja ¡gracias chic@s!

 

On:

 

Caminé despacio. Parecía que realmente quién hacía ruído eran los animales del bosque. Alrededor era todo silencio. A lo lejos, podía divisarse pequeño Hangleton con sus luces brillantes. Volví mi cabeza hacia la puerta destrozada. Noté cierta picazón en la marca tenebrosa, no pude evitarlo y me rasqué para aliviar el dolor. Crucé la entrada principal teniendo cuidado de partirme ningún hueso. Parecía realmente que el lugar había sido olvidado por la magia. Sentí un chasquido y ciertos movimietos. Una pared que parecía en equilibrio y otro chasquido más y parecía que me habían quemado la piel como la primera vez en la Orden Oscura.

 

Sentí cierto nerviosismo y un ligero cosquilleo en la nuca, cuando se abrió una especie de trampilla, la levanté con cuidado y tomando la varita, susurré un lumus. La varita se encendió y vi que había escaleras para bajar. Cosa que así hice. No sé cómo, pero trastabillé y caí de plano a lo que parecía la entrada de algo.

 

- ¡aaaaayyy! -me quejé - menuda hostia me he dado - volví a maldecir nuevamente. Un movimiento ligero con mi cabeza para sacarme ese embotamiento producido por el golpe. Ahora sabía dónde venía esa sensación. En el suelo había una alfombra, antorchas y alrededor puertas...

 

Silbé asombrada.

 

¿Cómo demonios el bando, había conseguido algo así? Desde luego las protecciones tendrían que ser máximas, y hasta diría que estuviese en el piso superior por la suavidad del aire fresco que reinaba en el exterior. Susurré 'nox' y apagué la varita. No me hacía falta, había suficiente iluminación para ir caminando sin tropezarme con nada, menuda entrada triunfal, por segunda vez, que tendría...

 

- ¿Hola? - dije en voz alta, no sabía si en esos momentos había gente. Siendo un cuartel de la Marca Tenebrosa, quizá que sí, pero... nunca se sabía, aunque bien podía investigar un poco antes de seguir avanzando. Por seguridad, no había guardado la varita, mientras me frotaba la frente.

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