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~ Mansión Riddle ~


Anne Gaunt M.
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Leonid Yaxley

 

La cena se puso interesante, con la llegada de dos figuras enmascaradas el ambiente del salón dio un giro de ciento ochenta grados y una sonrisa suspicaz se dibujó en la faz del pelirrojo mientras seguía el andar del mago que tomó la batuta de la conversación. ¿Sería el tal Aaron al que Maida no dejó de nombrar desde que se reunieron con ella?.

 

Cuando el mortífago advirtió sobre la comida los ojos del ruso se desviaron al sinfín de platos, copas, botellas y fuentes a rebosar de alimentos y comidas. ¿Jarabe de Elaboro y acónito? Tuvo que contener la carcajada ¿Con que Veritaserum? Aquellos británicos al menos tenían los modales de disfrazar la poción en un buen banquete, les tendría que agradecer por ello.

 

Hasta el momento el pelirrojo no probó bocado o bebió trago alguno pero no creía que fuera necesario que utilizaran la poción de la verdad en él para obtener lo que quisieran saber, había llegado voluntario hasta aquel lugar y por decisión propia decidió formar parte de la Marca Tenebrosa, no había otras intenciones en el mago para con el bando.

 

La interrupción de la otra bruja aumentó el interés de aquella velada, con cada instante que pasaba la reunión se volvía cada vez más interesante. ¿Obtener información de otras formas? La bruja que ocultaba sus facciones tras una máscara parecía dispuesta a divertirse a costa de ellos mientras cumplía el cometido ordenado por el mago.

 

Por fin Leonid se decidió a contestar - Si van a torturarme para que afloje la lengua al menos déjenme beber un poco - replicó el ojiazul mientras estiraba una mano y tomaba un vaso de vidrio que inmediatamente se llenó casi hasta el borde de vodka - Los prisioneros de Chernyy Zamok dirán que esto es alguna especie de justicia divina - dejó escapar una carcajada mientras se llevaba el vaso a los labios.

 

-Por mis futuros camaradas de la Marca Tenebrosa - alzó la mano con la bebida a manera de saludo y se llevó el mismo a la boca y bebió todo su contenido de un trago, el destilado le corrió como un río de lava por la garganta antes de expandirse por todo su pecho, no había nada como aquella sensación de despertar.

 

La legeremancia era un arte sumamente compleja pero muy útil y la mujer que estaba delante de ellos la manejó a la perfección, sintió su presencia en su cabeza pero no hizo nada para detenerla, además no tenía como no era muy diestro en la oclumancia, dejó que la bruja rebuscara en los recónditos de su memoria en busca de la ponzoña de la traición, veneno que no encontraría en la cabeza de Leonid.

Sonrió al pasar la prueba y escuchar las fieras pero ciertas palabras de la legeremante, asintió cada frase antes de llenar nuevamente su vaso y repetir el brindis - Por la Gloria -anunció mirando a sus compañeros, no le importaba que no le siguieran el interrogatorio le había provocado sed - ¡Tvoió zdorovie! - entonó antes de llevarse el vaso a la los labios y beberse todo su contenido de nuevo de un solo trago.

 

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Para eso están los elfos domésticos, ¿o no? —preguntó con una sonrisa.

 

No podía culpar a la bruja de no haber intentado freír ni un huevo. ¿Por qué debería hacerlo? Sin embargo, mencionar ese plato provocó que al mago le entrasen ganas de uno con un trozo de pan. Tan sencillo de hacer, tan rápido y tan delicioso a la vez. El australiano sí que había intentado cocinar en alguna ocasión, en eventos importantes en la intimidad donde sentía que algo hecho con su magia era más digno de ofrecer que un menú realizado exclusivamente por los siervos de los magos.

 

Gracias por quitarle misterio a la situación. —dijo a la bruja que les había presentado.

 

¿Cómo había podido pensar que llegaría a la Mansión Riddle sin que nadie supiese su nombre? Estaba más controlado y vigilado de lo que le gustaría, pero no podía negar que le había encantado que supiesen de quién se trataba. Eso solamente podía significar que la mujer tenía que haber investigado sobre su persona, aunque fuese únicamente para conocer su identidad. El misterio de las identidades podía tener su parte divertida, pero la popularidad acababa siendo adictiva. Tarde o temprano esperaba que todos sus nuevos compañeros supiesen quién era.

 

¿Cuánto tiempo te duró a ti? ¿O aún sigues sintiendo esas sensaciones que he descrito, Yaxley? —cuestionó con interés mirando fijamente a la mujer para que le describiera exactamente hasta cuándo duraban esas sensaciones que, siendo franco, eran embriagadoras.

 

Sería interesante que la Marca Tenebrosa creciera cada vez más y que magos y brujas de todas las nacionalidades luchasen por los mismos intereses o ideales, pero por otra parte confiaba en que aquello que decía Leonid no se cumpliera demasiado. Era mejor que la Marca Tenebrosa tuviese influencia en todo el mundo y personas que la sirviesen a muerte, pero prefería que el número de mortífagos fuese limitado. Algo a lo que no cualquiera pudiera acceder.

 

Iba a llevarse el bocadillo que anteriormente había agarrado a la boca cuando una voz hizo que se detuviera. No había caído en la cuenta, pero dos nuevas personas habían entrado en la estancia. Decidió soltar el bocadillo al mismo tiempo que dos manos fantasmales aparecían detrás de él. Ingredientes de pociones en lo que le habían servido, era una suerte que aún no hubiese probado nada. Aún no tenía ni idea de para qué servirían, pero estaba aprendiendo sobre pociones y seguro que en unos días se enteraría.

 

Sin saber muy bien qué significaba que las manos apareciesen detrás de él decidió mantener la calma, no era un hombre que se pusiese nervioso con facilidad. Y dos nuevas personas entraban en la estancia. El lugar se estaba llenando más rápido de lo que hubiese pensado.

 

Yo no tengo ni idea. —fue sincero, completamente sincero. Desconocía qué debían pagar, qué debían de hacer. ¿Se trataba aquello de alguna clase de inocentada por ser nuevo? Por lo que había podido ver, cuatro de los siete que se encontraban allí eran recién llegados a la causa. Miró a cada uno a los ojos, posiblemente no era el único que no tenía la menor idea de lo que sucedería a continuación, pero tenía necesidad de salir de dudas.

 

Pero de pronto, una bombilla se iluminó en su cabeza.

 

Sangre... —¿estaría en lo cierto? Le parecía que tenía mucho sentido que les pidiesen sangre como muestra de su lealtad o como prueba de novatos para mostrar su valentía. Esperaba que alguien le sacase de su duda y le confirmase o no si su intuición estaba en lo cierto.

 

Dejó escapar una sonrisa de suficiencia. Se sentía bien allí, era el lugar que había escogido. Pasase lo que pasase era una decisión de la que no se arrepentiría.

 

A mí personalmente me van a asustar mucho más si me piden galeones que si me piden sangre o cualquier otra cosa—finalizó diciendo. Ni allí podía dejar de lado ese toque de humor que le caracterizaba. Pero... ¿qué pasaría si el otro mago tenía razón y lo que les acababan haciendo era torturarles? Pues agradable no iba a ser, de eso estaba convencido. Solía decirse que el dolor era algo psicológico, si era impactado con una de las maldiciones imperdonables tendría que poner a prueba esa teoría.

 

 

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Las sensaciones no terminan de irse nunca, aún cuando las filas se quedan a medio llenar por temporadas o bajas en el conflicto eterno con los seguidores de la luz —comentó a David mientras se servía uno de los panecillos—, aunque el idea es el mismo, las metas cambian constantemente y te tienen al borde del abismo cada abrir y cerrar de ojos. Supongo que para algunos, es fascinante, yo por mi lado no me emociono tanto de tener siempre la piel de gallina, prefiero la tranquilidad.

 

Iba a decir algo más, sin embargo, su adorado primo apareció entre ellos mostrando la máscara con aplicaciones geométricas en la parte que debía ser su boca, Caelum estaba entre ellos, el Líder en carne y hueso para recibirlos. Le vio tomar uno de los panecillos entre los dedos y torció la sonrisa encogiendo a la vez los hombros.

 

No ha de ser tan buena si lo has descubierto con una simple olfateada —se disculpó la bruja y tomó uno de los vasos, que se llenó automáticamente de bourbon, se lo extendió al mago con cierta parsimonia—, te prometo que este no tiene nada.

 

Pronto se dio cuenta que no estaban solos, giró la cabeza para saludar a Juv, sin reconocer a las otras dos. No se dirigió a ellas por ser educada y no interrumpir a la mortífaga, o el brindis de Leonid, el tono soviético en él le recordaba su tierra natal. De hecho, algo había en su nombre que le hacía pensar que eran más cercanos de lo que se hubiera pensado, ¿algún Black perdido? Sacudió los pensamientos de su melena y estiró la mano derecha para unirse al brindis del ruso, sin mencionar una palabra.

 

¿Señoría? —murmuró sorprendida, de todas las maneras que se habían dirigido en algún momento al Black, esa era quizá la más original— ¡Vamos, que esto es un recibimiento! Ni él es un juez ni los vamos a torturar, lo del veritaserum es sólo una broma interna entre nosotros, nada personal. Quiero mostrarles algo que pronto tendrán sobre sus rostros.

 

Estiró la mano libre al centro de la reunión y materializó su máscara mortífaga, bastante elaborada en sus huecos, como si cada detalle tallado significara algo especial, sólo cubría la mitad del rostro, el lateral derecho para ser precisos. La dejó flotando en medio de la reunión y segundos después, comenzó a girar lentamente.

 

Digamos que es un plus que viene con la Marca Tenebrosa que ahora reposa sobre su brazos, se forma de la manera en que sus almas y necesidades lo requieren, adicionalmente, tenemos una suerte de nombre secreto que nos permite comunicarnos cuando estamos de misión o no necesitamos ser reconocidos —explicó—, salvo entre nosotros. Espero que puedan conjurar sus máscaras pronto y que esta refleje exactamente quiénes son ustedes en las filas oscuras. Les presento a Perséfone, especialista en pociones, al servicio de la Marca Tenebrosa.

 

Pronto participarían de los planes secretos del Alto Mando, y de los asaltos que se cocinaban en la cabeza de Juv y Orión, por lo que tener la máscara entre sus dedos se les haría indispensables.

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Bueno, no es que esperara una fiesta al entrar en aquella mansión. Celebraciones por entrar en el Bando era una leyenda que seguramente no iba a suceder. Por lo contrario, sentí algunos comentarios por lo bajo, como si mi oído no pudieran escucharlos, hablaban con desconfianza de los nuevos que entraban en aquel lugar. No contraje los labios, a pesar de estar deseándolo, para hacer que no había oído nada. Al fin y al cabo, cuando decidí entrar y marcarme la piel con la calavera y la serpiente, sabía que tendría que dar el triple o más que cualquier otro compañero, en cuanto que mi fama de ser miembro del bando opuesto había corrido y exaltado mi nombre. Sin embargo, yo no iba a tener en cuenta que alguno, o la mayoría, o muchos, con los que iba a luchar ahora, habían atacado alguna vez mi mansión, algún negocio e, incluso, mi persona.

 

Sabía que Harpo estaba en contra de esta decisión, sobre todo por los últimos acontecimientos acaecidos en estos últimos meses, pero mi elfo era una criaturita aparte que me obedecería sin dejar de murmurarme mi mala cabeza a la menor oportunidad. El resto de la familia, al menos que compartiéramos marca juntas, no sabría mi secreto.

 

Me adentré un paso más, firme, pues estaba dispuesta a enfrentarme a lo que tuviera que hacer para que creyeran en mí. Una de las presentes se río de la palabra "señoría" y, si yo no estuviera tan tensa, seguramente también me habría reído. Le sonreí cuando habló del veritaserum. Era muy buena en oclumancia y en legeremancia pero... ¿Una pócima de la verdad? Tampoco es que quisiera esconder nada pero siempre hay pequeñas cosas, relatos, vivencias, deseos ocultos y reprimidos que es mejor no soltar en medio de una cena.

 

-- Entiendo... -- Sí, era algo lacónica en mis palabras iniciales, tal vez porque me sentía extraña, pero intenté relajarme. Aquella mujer estaba siendo muy amable y su máscara estaba ricamente labrada. -- Yo también tengo una, aunque aún no me he sentido digna para ponérmela.

 

Vaya, una confesión así sin que me la pidieran. ¿Es qué los fluidos del veritaserum me habían afectado tanto como para decirlo así, en voz alta?

 

-- Sí, también entiendo lo del nombre secreto y... Sí, tengo uno para mí -- aunque no lo dije en voz alta. Supongo que esperaba hacer las dos cosas a la vez, llevar máscara y el nombre como un Uno. -- Encantada, Perséfone, es un placer. Espero no olvidarme de su nombre, tengo una cabeza un poco olvidadiza.

 

Mentira, tengo una memoria de elefante pero, eso, era algo de lo que no quería alardear todavía. Me froté las manos. No sabía qué hacer ahora.

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- Frunció las cejas, cuando sus pies aterrizaron suavemente sobre la hierba seca y aún asi, un pequeño crujido fue visible a sus oídos. Odiaba el ruido. Caminar haciendo tales vulgaridades solo era propio de las bestias, no de ella. Miró el objeto que sostenía en su mano, dejándolo caer con asco tras las rocas. "Tonto traslador" Pensó para si, alzando con calma la mirada. La oscura capa marrón que cubría sus hombros, se agitó levemente con la brisa. Su largo casi rozaba el suelo, ocultando su cuerpo, pero permitiéndole caminar con soltura. La capucha cubría su cabeza, haciéndola menos llamativa.

 

Lo que se encontró al frente no fue mas que una casa derruida, golpeada por lo que, olfateando con mas atención, podía deducirse como ¿Fuego? El aire estaba ligeramente impregnado de cenizas y un sutil aroma a carbón. La impresión que recibió del edificio fue ambigua. Por un lado, la construcción tan poco cuidada solo le causaba cierta repugnancia, por otro lado, para ser un escondite, quedaba el papel perfecto, pues con la penumbra escondida entre sus ladrillos viejos, nadie sería tan osado como para acercarse a husmear su interior.

 

Por otro lado, quedaba el punto de ese traslador.

 

No, no lo había usado porque quisiera, sino porque debía. El objeto en cuestión, lo había encontrado en su patio, adjunto a una carta cuya impecable caligrafía, la invitaba a asistir a dicho punto. Fuese cierto o no lo que decía la carta, no perdía nada con asistir. En cuestión, un tal señor Yaxley, parecía muy contento al invitarla y aunque jamás había usado un objeto endemoniado como ese, le había resultado útil para acortar distancias, no asi el miserable vértigo que experimentó en cuanto la fuerza mágica de tracción, robó su propio cuerpo a través de un espacio programado. Juró que no volvería a usar nuevamente uno de esos objetos. Al menos que fuera necesario.

 

Volvió su vista a los marcos desgastados. La corrosión y algunos restos de plantas, le hacían parecer que en cualquier momento el edificio se derrumbaría. Con el mismo sigilo y cuidado con el que solía caminar en casa, se acercó al elegante marco, saltando con agilidad felina entre las rocas. Allí unas serpientes semi entrelazadas parecían mirarla. Con un lento movimiento, extrajo de su bolsillo una tarjeta. La Marca Tenebrosa o mejor dicho su dibujo, relucía en un brillante tono negro y parecía animada. En silencio mostró la tarjeta y las serpientes se removieron. No dijo absolutamente nada, cruzando el marco.

 

Aún asi, ella lo sentía en su cuerpo. Ese ardor febril de los reptiles bullendo en su sangre, recorriendo sus venas hasta donde se encontraba su marca, al costado externo de su muslo derecho justo bajo la falda ¿Porqué allí? Sencillo. Podía ocultarse, hacerse pasar por un mago cualquiera, caminar libremente entre las filas de idi***s y seguir pasando desapercibida. El mundo mágico tenía a los mortífagos con la marca en el antebrazo. Los mayores enemigos de estos, solían examinarlos justo arriba ¿Pero quién examinaría a una doncella bajo la falda? Dudaba que alguien lo intentara cuando podían ser acusados de intento de violación. Las dos serpientes parecían hacerle preguntas, pero ella proseguía muda. Precisamente por eso es que había venido. No tenía que dar cuentas y jamás las daba, era directa. Pero ante todo, con aquella inquietud en su pecho, decidió responder con sus pensamientos lo que aquellos reptiles tanto ansiaban. Quizá no hablaba pársel ni otro mayor privilegio, pero tal como el Sombrero Seleccionador había dicho, la ambición de la dama y su astucia, la hacían dignas de su Casa. Con calma se deslizó por los escalones sin hacer ningún ruido, buscando la puerta mencionada.

 

Parecía una silueta borrosa al moverse con tanta rapidez por el pasillo. Sus pasos no se escuchaban, tampoco estaba allí para hacer entradas pomposas. Cuando veía a alguien acercarse por el mismo rumbo, saltaba veloz hacia el techo y se movilizaba rauda, reptando como una araña, después bajaba. Todo en el mas absoluto sigilo y cuidado, porque odiaba ser vista. Al menos por ahora. Después quizá no importara. Como fuese, llegó pronto a aquella puerta, mas no caminando como una persona, sino reptando por el muro y cuando esta se abrió a causa de un nuevo visitante, se coló silenciosamente como una sombra.

 

Apenas entrar, localizó entre las mesas a algunas caras conocidas, mejor dicho a una. Pero tampoco le sorprendía, cada quién tomaba su camino. Tranquilamente se deslizó del techo hacia abajo, cayendo suavemente y aterrizó sin ningún tipo de ruido justo detrás de la silla donde se encontraba la persona que le había invitado, la capa agitándose como una sola ala que le hacía descender en el viento: @@Aaron Black Yaxley

 

Ni siquiera habló o quizá hablaba muy bajo, la cosa es que fue el susurro femenino, el único que llegaría a oídos del sujeto debido a la cercanía de uno con el otro. - He venido, como pediste. -

 

Desde un segundo plano, cualquiera habría interpretado aquella aparición como un posible ataque o un intento de asesinato planificado. Otros, quizá podrían afirmar que era una invasión, pero la doncella, la hija menor de los Luxure estaba allí por una razón bastante definida. Sus ojos azules, semi ocultos en la penumbra de la capucha, se posaron consecutivamente en cada uno de los allí presentes, examinándoles en silencio semi erguida, pero pronto su postura fue recobrando su verticalidad, permaneciendo de pie detrás de Aaron, sin descubrirse la cabeza aún, a menos claro, que quien la invitó, asi se lo solicitara. El resto de los presentes, le tenía sin cuidado, encerrada en el mas absoluto mutismo, se limitó simplemente a observar con calma la estancia.

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Sonreí cuando Hysy se reveló ante los presentes, elevando una mano ejecutante con suma parsimonia, evitando desatar a la bestia que la rubia llevaba dentro; si bien hoy era yo quien presidia el liderato de la noble casta tenebrosa, ella había sido parte de mi formación, y el respeto era mutuo. El lugar estaba iluminado, pero las velas y los cristales opacos de las luces plasmadas en la pared, le hacían una estancia más bien tenue.

 

-Han llegado en el momento oportuno, sí...- susurré por toda la mansión, mientras presentía unos pasos que se acercaban más y más hasta el salón donde nos encontrábamos-...los pondremos a prueba Hysy. Hoy más que nunca, hemos de apoyarnos en quienes ostentamos con orgullo la supremacía mágica y la pureza de linajes que se perdió con esos sangres sucias y traidores... ¡fenixianos!- exclamé con disgusto, proyectando las manos fantasmales para que empujasen a los dos magos a sentarse sobre ellas- no teman. Si hubiésemos querido asesinarlos o torturarlos, no estarían acá. Es más...

 

Sostuve en un dejo de silencio, un par de segundos en los que develé mi rostro ante los presentes como quien surge desde el agua, esfumando lentamente la máscara que había cubierto mi identidad para generar un lazo de confianza, uno que si se atrevían a faltar les costaría más de una vida. La gélida e indiferente mirada reflejó a Maida, David y Leonid, mientras que desde el otro lado de la mesa, Juv se hallaba a mi lado.

 

-... si vamos a conocernos, que sea aquí y ahora- en ello la joven Yaxley nos enseñó su delicada careta mortífaga, una máscara que se mantuvo suspendida ante todos. Admiraba las miradas codiciosas sobre ella- ¿Quieren la suya?... ¡deben ganársela!...

 

En eso, las necrohand se ofuscaron para reaparecer tras de mi, agarrando una pequeña bruja por el cuello. Los gruesos dedos de una de las fantasmales manos bastó para sujetarla a centímetros del suelo. Observé por sobre mi hombro y sonreí en negación.

 

-Adelante Agatha, no seas tímida...- le dije mientras daba un paso al costado en tanto mis manos fantasmales le soltaban para que los demás le conocieran. Sagitas y alguien más se presentaban en el lugar- ¡La ministra de magia!- exclamé con innata ironía- veo que supo escoger el camino correcto madame Potter Blue...- observé a la bruja que le acompañaba- ¿quién es su acompañante? ...

 

Conocida las presentaciones y el ánimo de todos, les comunicaría una primera prueba de lealtad.

 

- Los hemos convocado por lo siguiente. Los muggles han iniciado una caza de brujas y magos...- afirmé sin mayor explicación, pues ya deberían de conocer el contexto mundial que atravesábamos- ... y al parecer se han aliado con el Inquisidor, no lo tenemos claro y sinceramente no me interesa. Lo primero que deben hacer es encontrar a Orión y Gatiux, reconocidos mortífagos que han sido capturados según fuentes fidedignas...- observé de paso a mi prima y luego al resto- La Yaxley ha sido intervenid por los sucios nomajs... hasta ahora sabemos que...

 

Extendí mi diestra para mostrarles lo que un muggle cualquiera denominaría como holograma. Era un edificio en el centro de Londres, con vigilancia las veinticuatro horas del día.

 

-... se encuentran aquí- señalé con mi varita, determinando cada punto que explicaría a continuación- Cada edificio del alrededor está con un francotirador con munición especial; si les dan les quitarán su magia y si les quitan su magia ¡no serán dignos de pertenecer al legado volderista!- dicté con determinación- Deben traerlos sanos y salvos hasta aquí, a la mansión Riddle.

 

>>¿Preguntas?...

 

OFF: Hola chicas y chicos!!! ^^ Hemos de poner en práctica la primera misión para que hagamos esto más didáctico. Quien quiera es libre de participar, no obligamos :P . La idea es ayudarles y motivarles para que aumenten esas ganancias en la CMI. El consejo es el siguiente... (link: http://www.harrylatino.org/topic/114533-el-dia-de-la-amnistia/?p=5396735)

 

-Leer roles 64-65-66-67 ( son cortitos, es más que nada para que se instruyan de cómo va la trama y lo consideren cada uno bajo su propio criterio)

 

-Jueguen (roleen) en grupo. Me encantaría acompañarles pero tengo una semana bastante movida, aparte que debo varias cosas más, pero si logro unirme yo veré como entrar, no se preocupen... uds aliéntense unos a otros y hagan del juego de rol un rato ameno y buena onda.

 

- Aconsejo 3 roles cada uno (así aseguran la mitad de la paga mensual juju):

 

  • Llegada y descubrimiento el edificio
  • Sortear barreras rolísticas impuestas unos a otros hasta encontrar a Orión y Gatiux (eso es aplicación de lo que siempre digo #alrolloqueesdelrol
  • ​Salida.

 

Ya si quieren otro sistema, pues lo programamos y ya o bien lo pueden acordar libremente entre ustedes; la idea es no tener que esperar mucho al otro.

 

-¡Divertirse! ¿ya lo había dicho?... qué mas da ! es bueno repetirlo (?) XDD

 

-Quienes quieran participar, marquen salida de la Riddle porfa (etiquétenme de ser necesario, así sabremos quienes están participando de la misión).

-Son libres de invitar a otros a seguirlos

-Los que ya tengan su banner en el nobiliario, pueden utilizarlo siempre que en sus contextos, deban y quieran ocupar sus seudónimos y máscaras.

 

 

@Juv Macnair Hasani @Syrius McGonagall @Sagitas Potter Blue @Maida Black Yaxley @David James Dumbledore @@Agatha Andrómeda Abbott

Editado por Aaron Black Yaxley

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Hysy escuchaba con atención el relato de su Líder, asintiendo cada tanto aceptando sin chistar las ordenes dictadas por Black. El respeto y la lealtad que les uniría por siempre sería mutuo y retribuido de forma reciproca— Se atreven a desafiarnos, pagarán cara su osadía—siseó cuál serpiente sedienta de sangre. Recorriendo con sus ojos a rodos los presentes, si alguno deseaba claudicar o salir corriendo antes de cruzar el umbral de la mansión caería boca abajo preso de un avada kedavra.

 

 

 

— Ellos harán lo que les ordenemos, no tienen opción alguna de salir corriendo. A menos que quieran acabar hechos pedazos—afirmó centrando sus ojos en James. Daba por sentado la valentía que le corría por las venas, no le quedaba la menor duda de que era capaz de demostrar su lealtad al bando sin tener que perder demasiado en el proceso— Lo he visto actuar y puedo decir que tiene potencial, para mi gusto es la clase de casta que necesitamos—haciendo alusión a un felino con prominente melena. El gargo y la elegancia se respiraba en el ambiente, todos y cada uno de los miembros de la marca se destacaban por algún rasgo en particular.

 

 

Ella era una hidra enfurecida todo el tiempo, agitando sus nueve cabezas en el firmamento lanzando rugidos cargados de odio. Era la viva imagen de la destrucción masiva, no por nada una larga trayectoria le precedía y daba cuenta de la honda huella que dejo plasmada dentro del mundo mágico. La pureza de la sangre se deslizaba dentro de sus venas, corriendo cuál ciervo en medio de la selva. El tesón que poseía la destacaba como una mujer capaz de realizar cualquier acto atroz o desalmado, no por nada la empuñadura era muestra viva de ello.

 

 

— Ya que tenemos que elegir un compañero para dicha travesía, yo llevaré bajo mi tutela a James— abrazando con su surda su varita, no esperaba tener una negativa como respuesta— No es una petición, sino una orden y no podes negarte—clavando sus ojos en su rostro invocaba un par de manos. Ellas serían las encargadas de coaccionarlo de alguna forma, pero era mejor que el dolor no fuera su aliado, porque entonces si las cosas se pondrían realmente escabrosas para el mortifago—Juguemos un poco—acortando la distancia que les separaba, acariciaba con la punta de su varita el rostro del caballero.

 

 

— No me obligues a desfigurar esa bonita cara que posees, porque no me costará nada lograrlo y será una obra de arte terroríficamente demencial—recordaba sus años mozos de matanzas donde dejaba plasmados en los rostros de los caídos muecas plagadas de terror y dolor. Muecas que permanecían como papel tapiz dentro de su recinto en la Torre Negra, acompañando la alfombra de piel de muggles y fenixianos que perecieron bajo su yugo— Cuenta conmigo Caelum, no regresaremos aquí sin nuestros camaradas, agotaremos todos los recursos y volverán a casa sanos y salvos—al dar su palabra sellaba un juramento con su bando.

 

 

El resto de los presentes quedaron asombrados ante el poderío desplegado por Maida, agradeciéndole con una sonrisa que se dejaba detrás de la máscara. Diversos matices iban y venían dentro de la marca, sellos personales que iban dejando muestra de los miembros que conformaban esa pura y dominante familia oscura— Es grato tenerlos aquí, no hay duda de ello. Pero para ganarse una máscara deben mover el trasero y ponerse las pilas, pero ya—elevaba la voz con un tono desafiante. Olvidando los protocolos de buena estampa, porque su humor se vio eclipsado de un momento a otro.

 

 

Serenidad era lo que le faltaba, pero se guardaría ese veneno para lanzarlo en el momento justo y causar el daño que le provocaría un profundo placer. Aquel que perduraría por mucho tiempo latente en lo más retorcido de su cabeza, ahí donde solían cocinarse los actos más despiadados que estaba por perpetrar contra los que habían osado atacar y secuestrar a sus camaradas— ¿Estás listo, James?—volviendo a mirarlo les ordenaba a su necrohands ejercer un poco de presión sobre el cuerpo del Australiano. El tiempo apremiaba y debían ponerse en marcha lo antes posible.

 

 

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Editado por Juv Macnair Hasani

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Leonid Yaxley

 

 

 

La noticia que arrojó Aaron en aquella primera reunión, lo dejó totalmente perplejo. ¿Orión y Gatiux presos por los muggles? ¿Sus padres? La incertidumbre dio paso con rapidez a la rabia y la preocupación, el temperamento cosaco comenzó a hervirle en la sangre y era muy difícil controlar aquel torrente.

 

Sino fuera por el par de manos fantasmagóricas que lo tenían fuertemente sujeto ya se habría puesto de pie y comenzado a gritar maldiciones mientras se ofrecía para ir de inmediato donde retenían a sus padres, la familia era algo sagrado con lo que no estaba dispuesto a negociar.

 

El Yaxley prestó atención a la imagen del edificio donde sus padres se encontraban mientras maquina mil y una forma de entrar, más le valía a los muggles no haberles puesto un solo dedo encima, porque los castigos que sufrían los prisioneros en Chernyy Zamok serían una caricia en comparación.

 

-No hace falta amenzas de tortura y muerte para hacerme ponerme en pie, es a mis padres a quien tienen retenidos - lanzó con ferocidad contenida mientras miraba intensamente a la mujer enmascarada, por un momento se olvido de donde estaba y con quien hablaba, no importaba, sus padres lo necesitaban.

 

Se volvió hacia Aaron, su líder y a Maida la bruja que los había recibido -¿Quieren mi máscara y un pseudónimo? - el pelirrojo alzó la diestra al techo y con la palma abierta y una máscara se materializó.

 

-Mi abuelo adoptivo trabajó controlando los desastres que el incidente de Chernobyl causó en la comunidad mágica, los muggles no deberían jugar con lo que no entienden, lo que pasó en el reactor 4 no fue otra mancha en el largo historial de su incapacidad - comenzó diciendo mientras mantenía el contacto visual con el líder a través del cual se podía vislumbrar claramente la fiera disposición del ruso..

 

-Su padre luchó en el Frente Oriental durante la Primer Guerra Mundial, otro error iniciado por los muggles pero que afectó y arrastró a la comunidad mágica de igual forma, allí utilizaron nuevamente armas que no podían controlar, químicos, gases, no les importó, tuvieron que utilizar una máscara -

 

-Por mi abuelo y tatarabuelo y su defensa de la comunidad mágica de las atrocidades de los muggles, esta será mi máscara - tomó con ambas manos una réplica muy similar a las máscaras de gas que utilizaron durante su labor - Y mi apodo será “El Cosaco”, es el nombre que me dieron mis compañeros en las Fuerzas Especiales rusas, por mi temperamento y locura - se obligó a sonreír al recordar aquello -Además de en honor a la cultura en la cual me crié - su familia adoptiva era una rama de los cosacos de la Siberia y bajo sus costumbres se había criado.

-¿Quien va conmigo? - preguntó al resto de los presentes en aquella habitación.

 

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Formidable —comentó con admiración al ver la máscara de la mortífaga. Esa simple explicación le despejó varias de las dudas que había tenido sobre los miembros de la Marca Tenebrosa antes de unirse a sus filas. Nunca había estado del todo seguro si entre ellos serían capaces de reconocerse en todo momento o preferían mantener el anonimato siempre que les resultase posible. Supuso que ese hecho facilitaba a que hubiera mayor compañerismo y unidad entre cada uno de los magos.

 

El australiano también poseía una máscara que poder utilizar para ese propósito y un nombre que le ocultase su verdadera identidad. Esperaba el momento adecuado para enseñárselo al resto.

 

En palabras del líder debían de ganarse la máscara. Antes de poder ocultar su rostro bajo aquel preciado objeto debería demostrarle a todos los que se encontraban allí que estaba preparado para hacerlo, pero también quería demostrarse a sí mismo su valía. Tenía ganas de poner a prueba sus habilidades sirviendo para una tan noble causa. La idea de participar en una misión le agradaba y estaba preparado, posiblemente más preparado que nunca. Su marca le ardía dándole ganas de pelea.

 

Le dedicó una pequeña mirada a otra de las personas que habían aparecido por allí en última instancia, pues a fin y al cabo de se trataba de su hermana. Le alegraba verla por esos lares.

 

Escuchó con atención en qué consistía lo que tenían que hacer. En principio no parecía nada demasiado complicado para un grupo de magos y brujas bien preparados, pero las cosas siempre se acababan torciendo de una forma u otra. Todo aquello que en la teoría daba muestras de ser sencillo, la práctica te hacía volver a la realidad haciéndote ver que no lo era tanto. Miró a cada uno de los presentes, con una simple mirada sería sencillo comprobar si ellos estaban preparados y con ganas de anotarse.

 

Todo saldría bien, no había nada que temer.

 

A pesar de su seguridad en que todo salía bien, había algo que podía poner muy difícil su integridad física y no era ningún enemigo... Como compañera de viaje tendría a la que sin duda parecía ser la más sádica del lugar. Si buscaba amedrentarle debería poner más esfuerzo porque ni las manos que aparecieron, ni tener su varita tan cerca de su rostro, le hicieron dar un paso atrás. La miraba con firmeza y curiosidad al mismo tiempo. Su respiración se había acelerado por la intensidad del momento.

 

Sin embargo, dejó escapar una breve sonrisa. Era más valiente que sensato...

 

Me has elegido, pareces inteligente —dijo dando muestras de que la humildad no era una de sus cualidades. —El día que quieras hacerle algo a mi precioso rostro sé que no me avisarás —y si lo hacía, le daría tiempo a reaccionar. No iba a quedarse de brazos cruzados cuando quisieran atacarle. Además, siempre había sabido que acabaría muerto por cometer una locura o por no saber morderse la lengua, pasase lo que le pasase no sería ninguna sorpresa. Él mismo se encargaría de darle motivos a los que quisieran enfrentarlo.

 

Las manos fantasmales que tanto le gustarían cuando pudiese utilizarlas en un futuro lejano, pero que tan poco le gustaban cuando las tenía cerca en su contra, le ejercían cierta presión que le hacían sentirse incómodo. Por supuesto, trataba de no dar muestras de ello, manteniendo un rostro de indiferencia que en cualquier momento podía desaparecer. Tragó saliva mirando a la mortífaga. Sabía de sobra que si lo había elegido era por algo, nadie quiere llevarse a una misión al que consideraría el peor de todos. Era obvio.

 

Siempre —comentó tratando de liberarse de esas manos para poder emprender el camino. Más que preparado.

 

Era hora de largarse de allí. Había trabajo que hacer y cuanto antes lo hiciesen, mejor. Su orgullo le hacía decir cosas inapropiadas, mostrarse más fuerte de lo que podía ser en algún momento y no reconocer, como en ese caso, que se sentía halagado de que Hysy lo requiriese a su lado. No la defraudaría, pero tampoco a ninguno de los presentes.

 

Comenzaba lo divertido...

 

 

@@Juv Macnair Hasani @@Syrius McGonagall @@Sagitas Potter Blue @@Maida Black Yaxley @@Aaron Black Yaxley @@Agatha Andrómeda Abbott

 

 

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Una melodía melancólica llenaba los espacios de la habitación en donde estaba la semiveela, su cabello rubio recogido con la varita, que hacia un remolino sobre su cabeza. Le gustaba la soledad de su habitación en la mansión Riddle, sabia que allí estaba en una soledad que no le permitía su cargo de Ministra, por lo que solía buscar aquel edificio como refugio para su propia tranquilidad. La marca tenebrosa ardió en la espalda con insistencia, lo que hizo que dejara a un lado la melodía del violín que tocaba y me dispusiera a tomar mi varita en mi mano izquierda. Con una floritura rápida hizo un finite incantatem, para acabar con la insonorización de la habitación y dejando el Stradivarius sobre la silla de su habitación me acerque a la ventana allí varios de mis compañeros de ideales departían.

 

Suspire volteando hacia el espejo que tenia en la habitación para ver como estaba vestida: una sencillo vestido azul oscuro, de falta corta , un cinturón negro y botas largas hasta las rodillas, sencilla pero elegante. Tome mi mascara de Galia y me coloque mi capa.

 

Baje las escaleras desde la tercera planta hacia los jardines de la mansión, reconocía algunas marcaras y sonreí a los que estaban hay. Observe a todos lados los que estaban allí.

 

-Buenas noches a todos...

 

Dije acercándome a donde nuestro líder y otra compañera de armas instruían a magos nuevos

 

@Juv Macnair Hasani @Syrius McGonagall @Sagitas Potter Blue @Maida Black Yaxley @Aaron Black Yaxley @Agatha Andrómeda Abbott @@David James Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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