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~ Mansión Riddle ~


Anne Gaunt M.
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Parpadeó varias veces ante las palabras del hombre frente a ella - Tienes que estar de broma - hizo una mueca, asqueada ante el excesivo dulzor en su voz - Como el infierno me llamaras así nuevamente - una sonrisa tiró de sus labios muy a su pesar al escuchar lo siguiente - se que no le dirás, eso sería decir que también estuviste aquí y será entonces que Alessandra huirá de ti.

 

¿Paz, pureza y virtud? esperaba que su rostro no se viera demasiado expresivo ante eso. Kamra había sido maldecida con una actitud sin filtros y un rostro de expresiones muy marcadas que fue el principio de una vida sin amigos, apenas años antes de que su padre Lestat la llevara a su hogar para criarla como si fuese una hija de su sangre. La tristeza la embargó por un instante al recordar, pero consiguió sortear la pena y concentrarse en la conversación que estaba llevando.

 

Kamra frunció el ceño observando a Hades mirar hacia la chimenea con una especie de abandono ¿Todo el mundo que entraba al lugar era tan raro? la peliblanca ignoró la pregunta que se formó en su mente cuando una risa burbujeante escapó de ella antes de que pudiera retenerla.

 

- Hablo de pelear al estilo muggle, ya sabes, batallas y cosas por el estilo ¿Me dirás que no eres bueno en ellas? podría enseñarte sino - la bufonería en la voz de Kamra pasaba tan desapercibida como como su cabello en una habitación negra.

 

Un estruendo interrumpió el silencio que había caída en una fracción de segundo - ¿Hola? - preguntó de regreso. El tono de esa voz tiraba hacia atrás en su memoria. Tendría que haberla escuchado al menos una vez, de lo contrario podría identificar al dueño o dueña de la voz en un instante - Estamos por aquí.

 

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Al fin la noche se dio paso, las sombras algo oscuras debido a la luz de una luna blanca y brillante, las estrellas no faltaban, dando un buen marco a esa parte del lugar, camino por el lindero del bosque, miro sobre su hombro izquierdo y algo del paisaje le recordó aquella noche en que Reacón le llevo también a las afueras de unas cuevas en una gran montaña, ese día acamparon prendiendo una fogata y pasaron gran parte de la noche disfrutando del calor del fuego y degustando comida que al ojimiel le agrado mucho, sobre todo esas que asaron sobre el fuego, emitió un apagado suspiro... parecía un agradable sueño en lugar de un acontecimiento pasado. El pelinegro seguía siendo un ser que el Ryvak no comprendía y al cual no conocía completamente a pesar de sus esfuerzos, el pelinegro es un vampiro demasiado huraño, antisocial y callado que gusta más de permanecer en una soledad por elección, en muy contadas ocasiones se prestaba para aparecer y conversar.

 

Debido a esa añoranza, el peliverde utilizó su varita, para acercar a un claro varias ramas secas, prenderles fuego y sentarse frente al fuego como en aquella noche en el pelinegro le contó sobre la magia y de que era un mago, enseñandole varias muestras interesantes sobre hechizos y encantamientos... ahora sabía también llevarlos a cabo y sonrió satisfecho de como ha avanzado en el conocimiento mágico. Alimentaba el fuego admirando el danzar de las llamas, en cuanto se sintiera con ánimos, continuaría su exploración de aquellas ruinas en la colina, después de todo, continuarían ahí sin cambiar por muchísimo más tiempo de lo que al muchacho le llevaría ver consumirse todas aquellas ramas recopiladas.

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El vampiro sonrió divertido ante la cara que había puesto Kamra ante su mote cariñoso. Al menos, el cainita sabia que con aquello podría molestarla un poco ya que era obvio por sus facciones que no le agradaba mucho la idea. Volvió a posar su vista en el fuego para luego acercarse mas a la peli blanca.

 

-Y bien, que tienes en mente? –Le pregunto observándola a los ojos- debes ser mas especifica querida, los muggles tienen demasiado tipo de batallas –dijo picándole una costilla para molestarla aun mas- no me dirás que tu y mi ahijada se la pasan jugando a las batallas con unos quintillizos que atender –bromeo.

 

El cainita espero tranquilamente a que Kamra decidiera contarle que estaba pasando por esa cabecita. El sabía que jamás podría revelarle a Alessandra lo que estaba sucediendo en aquel lugar y lo que podría suceder. Seria él capaz de salvar a Kamra si fuera necesario?, tendría que sacrificarse por salvar el amor de su ahijada?. Suspiro observando el fuego. Hacía mucho tiempo había decidido aprender todo lo que pudiera para así defender y proteger a sus seres queridos y este había fallado, en el último momento había quedado en shock y no había hecho en nada.

 

-<<sabes perfectamente Ragnarok que mientras más poder muchos más serán los problemas, estás preparado esta vez o dejaras morir todo tu mundo de vuelta?>> -se dijo y se pregunto así mismo.

 

El vampiro se mantuvo atento cuando algo llamo la atención de la Ashriver. Sin perder tiempo giro su rostro a donde había escuchado el sonido y hacia el lugar donde Kamra estaba mirando y hablando.

 

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El crispar del fuego lo entretenía, era para el un bello espectáculo pero no como para perder la atención de lo que ocurriera a su alrededor, fue primero un pensamiento que le hizo escuchar detenidamente, un muy leve rumor por el camino de tierra, la hojarasca moviendose cuando el aire sin fuerza solo estaba normal, sin embargo había una presencia, el peliverde la presintió y lentamente acerco su mano diestra a su brazo contrario para tomar del antebrazo su varita oculta, aquella o aquel se acercaba por la derecha con lentitud, el ojimiel hizo un gesto de fastidio... ¿porque le molestaban cuando se encontraba tan tranquilo?

 

Unos segundos aguardo ya con su arma en la mano, no hubo ni siquiera el crujir de alguna hoja pero Ryvak lanzó un rápido ataque-- Confringo--la roca en el suelo estallo, aquel espíritu tenía las manos levantadas con sus palmas abiertas como si se trataran de un escudo...-- Ya! que genio, si no fuera intangible, me hubieras dañado ¿de verdad tanto me aborreces? --Pregunto el espíritu con un gesto de incredulidad en su transparente rostro, el Ryvak bajo la varita... conocía un hechizo que si podría afectar al molesto ente pero decidió interrogarlo-- Me molesta que te aparezcas cuando me encuentro en calma ¿acaso no tienes cosas que hacer? estaba bien sin ti ¿porque has venido? -- Ryvak fijo su mirada en aquel espíritu, esta vez esperaba obtener información más especifica y no solo rumores o datos vagos.

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La caza. Esa era la disciplina favorita de Kamra. Antaño, cuando corría libre por los bosques rumanos, la peliblanca había dirigido a su manada de lobos en búsqueda de comida. El invierno no era tan cruel en Rumanía, pero eso no significaba que fuera una tarea fácil. Con los sentidos de Kamra sin embargo, sus lobos siempre habían tenido la barriga satisfecha, además de un lugar caliente en el que dormir.

 

- Soy aficionada a la lucha con espada y cuchillos de caza - dijo luego de sopesarlo por un rato - aunque la arquería y la lucha mano a mano no están tan mal - hizo incapié en lo último propinando un golpe en los tríceps de Hades, no tan fuerte como para lastimar, pero lo suficiente para que fuese una advertencia - no vuelvas a pellizcarme.

 

- ¿Alessandra luchar? - Kamra resistió a duras penas rodar los ojos - Se lo he ofrecido innumerables veces, en caso de tener que protegerse y no tener la varita, pero ya la conoces, es testaruda.

 

Proteger a su familia ocupaba el primer puesto en la lista de la peliblanca. Lisa Delacour junto a su mentor Luca Van Hallen habían hecho su mejor trabajo en mostrarle un camino que no requiriera unirse al lado oscuro, para cuidar de su esposa e hijos. Lisa yendo tan lejos como para ofrecerle un puesto de general en el Clan Lobo negro, lo cual suponía un honor ya que la hacía parte de la orden de Hunyad. Codiciado por muchos, pero pocos llegaban a obtenerlo.

 

- Mi esposa y yo tuvimos una gran pelea cuando Voldemort y Dumbledore regresaron el pasado Halloween - el semblante de Kamra se volvió serio mientras caminaba hacia una barra dispuesta con todo tipo de licores - pensó que estaría de su lado una vez más. Si se entera será el fin de nuestra relación - tomando una botella de bourbon, sirvió dos vasos antes de pararse ante el padrino de Alessandra - ten, tienes pinta de necesitar algo fuerte.

 

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Nadie sabe de dónde provino o cuándo fue la primera vez que se supo de él. Lo cierto es que semejante suceso no podría pasar desapercibido. El olvido dejaba huellas a donde quiera que iba, solo que aquellos que pudiesen tener memoria al respecto, ya habían muerto. Salvo Guillermo, ese mago latino que pasaba los días entre los pasillos del ala psiquiátrica en San Mungo gritando "¡Él volvió, está aquí!", y que las enfermeras atribuían a sus alucinaciones con "el - que - no - debe - ser - nombrado".

 

 

Y como cada vez que apareció, la historia comienza con una guerra.

 

 

Los bandos habían desaparecido y sus entrañables centros de reunión reducidos a cenizas formaban una deprimente postal. La Madriguera, La Mansión Riddle, entre otros, a gritos mudos eran reconocidos por quiénes le habitaban. La guerra destruyó castillo y mansiones por igual, nadie fue capaz de salvarse de sus pulverizantes garras. Aquellos Mortífagos que día y noche aguardaban sentir el placentero ardor de la marca clamando por fidelidad, se mantenían inquietos en sus moradas, bebiendo café en algún negocio o embriagándose en un bar. Se habían volcado a la familia o intentaban re agruparse en sitios que no llamasen tanto la atención.

 

 

La Mansión Riddle fue abandonada pues quien la erigiese sería blanco de noticias. Cualquiera lo hubo pensado "Mago local comienza tarea de limpieza en los terrenos Riddle ¿La Marca sigue latente?", "Bruja misteriosa convoca personas para re construir la Mansión Riddle ¿Los Mortífagos regresan, hay que temer?". No, nadie quería estar en el ojo de la tormenta hasta que las aguas se calmaran. Lo que deseaban era poder sentir el frío acero de la máscara contra los pómulos, aquella que brillaban tras cada maldición imperdonable y que ocultaba no solo su identidad, sino también una gratificante sonrisa.

 

 

Una noche, cuando nadie veía, debajo de un rígido farol se formó una pequeña voluta de oscuridad. Parecía una mota de polvo que el viento arrulló y llevó consigo más allá de las rejas de la mansión, que parecían ser lo único en pie. Aquella diminuta oscuridad encontró cobijo entre las paredes derrumbadas y fue alimentándose de cada momento vivido entre ellas. Cuando ya no cupo en las hendijas, se trasladó hacia los muebles rotos, las alfombras quemadas y los cuadros corroídos por el polvo y las explosiones. Devoró cuando recuerdo fue encontrando hasta volverse monstruosa, exhalaba el sufrimiento que su huésped sentía ante tanta desolación.

 

 

El olvido era invisible a los ojos de quienes pasaban y señalaban con el dedo las ruinas, pero tenía oídos y era capaz de escuchar los murmullos hirientes de cada uno. Lo curioso fue, cierta tarde, cuando un grupo de magos y brujas se acercó sin temor alguno a la escena del crimen. Éstos atravesaron la verja principal, sacaron unos palos puntiagudos de sus largas capas negras y comenzaron a murmuras palabras inentendibles para él, magia.

 

 

Anne, Líder de La Marca Tenebrosa, conjuró los encantamientos rutinarios de protección mientras el resto del equipo alzaban dos perfectas estatuas de mármol ―serpientes inanimadas― que fueron una de las pocas cosas sobrevivientes a los bombardeos. Luego, desaparecieron descendiendo por una puerta que nunca estuvo allí.

 

Editado por Anne Gaunt M.

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Caminar por aquellos terrenos no dejaba de ser doloroso para cualquier que hubiera vivido en ellos todo lo que la Gaunt alcanzaba a recordar. Ya no solo eran hechos: personas, conversaciones y hasta olores se venían a la mente de la licántropo mientras se detenía ante lo que había sido un hermoso jardín, hacía un tiempo atrás. Donde antes se alzaba una imponente estructura de piedra ahora solo había ruinas, y Anne sintió cómo un nudo se establecía en su garganta y la hacía sentir un extraño pesar en el pecho. Como si alguien le hubiera puesto un peso de varios kilos sobre él. El llamado que había recibido un rato antes la había pillado desprevenida, tanto que ni siquiera se había parado a pensar en la extraña situación que ahora se manifestaba ante ella.

 

A pesar de todo, se detuvo frente a lo que había sido la arcada de piedra por la que había que cruzar para acceder al interior y extrajo su varita de la manga de su camisa, oscura como el resto de su vestimenta. Una repentina brisa le removió el corto cabello plateado y le trajo olor a quemado. Ella arrugó la nariz y se provocó un corte en la piel de la palma de la mano derecha.

 

La mansión Riddle había perdido todos los encantamientos defensivos tiempo atrás, asolados por una guerra que no parecía tener fin y abandonada por un bando que se había descompuesto casi de la noche a la mañana. Pero ahora lo reconstruían lentamente, intentando afianzar los cimientos de lo que sería una compacta alianza con la que imponer su criterio en la sociedad, y eso requería especial cuidado también para la mansión, que había sido el cuartel secreto del bando oscuro durante muchos años.

 

Pero ahora no usarían el exterior, como habían hecho antes. Era momento de dar un cambio al lugar.

 

La Gaunt comenzó a murmurar una serie de conjuros mientras la sangre de su mano se derramaba en la superficie, tras las dos serpientes de mármol que antaño habían custodiado la entrada, que hicieron vibrar durante unos segundos el suelo, quedando después todo en la más inquietante calma. Y ni qué decir del silencio que habitaba en el lugar... La magia de sangre había cumplido con su cometido: la mansión Riddle volvía a estar bajo la protección de la líder mortífaga.

 

Sin embargo, la mujer no se sentía conforme. Seguía sintiendo el nudo en el pecho, como si hubiera algo fuera de lugar. Tras comprobar que no había nada a su alrededor, observó cómo las serpientes se entrelazaban y creaban la entrada hacia los subterráneos, y luego descendió sin pensárselo dos veces.

 

La sensación de hogar que esperaba sentir no se hizo presente. De hecho, el cuartel subterráneo le pareció extremadamente frío. Y no literalmente porque todo parecía estar en su lugar: decoración, orden, limpieza. Incluso la ventilación era óptima, y podía escuchar el sonido del agua corriente procedente de la pequeña cascada que suministraba aquel lugar de agua, generando un hermoso lago subterráneo que mantenía fresco el ambiente. Pero había algo que no le terminaba de encajar.

 

Se rascó la cabeza, pensativa, aún sosteniendo la varita con firmeza. Parecía que nadie más había llegado, aunque era evidente que alguien (o varios) habían visitado el lugar recientemente. Sabiendo que el llamado que había sentido les habría alertado también al resto, decidió que era momento de esperar.

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El vampiro seguía hablando con Kamra, la verdad es que era la primera vez que ambos se sentaban a dialogar y a conocerse un poco mejor. Si bien era cierto que él había entregado a su ahijada Alessandra en el altar, jamás había considerado en conocer a la esposa del pequeño y divertido monstruito come chocolates, sin embargo, muchos meses después y después de haber sobrevivido al nacimiento de quintillizos allí est6aban ambos.

 

El Ragnarok seguía observando la chimenea para luego sonreír ante la explicación de la Ashriver. Ahora entendía lo que ella deseaba hacer y demostrar. La verdad es que el cainita tenía una Katana muy poderosa y filosa, pero jamás se había puesto a utilizarla o a jugar con ella si no era necesario matar, torturar o mutilar. Si quienes la habían forjado para él, sus tíos se enteraran de que estuvo haciendo alguna otra cosa con la Katana que no fuera eliminar sangre sucias, traidores a la sangre, enemigos o practicar seguramente le hubiera ido muy mal, aunque claro estaba, quizás aquello el serviría de mucho al Ragnarok.

 

-no te pellizque, solo hice esto –dijo el cainita volviendo a colocar su dedo en las costillas de Kamra- y si quieres jugar a las espadas y ese tipo de cosas me apunto, hace mucho que no practico nada de eso y estoy más que oxidado, quizás hasta me ganes en una sola estocada –dijo divertido- quizás yo no sea un gran reto para ti y te aburras –comento sincero.

 

Rio ante el comentario y la descripción de Alessandra. Asintió, sabía perfectamente a lo que se refería su compañera mortifaga. Volvió a posar sus orbes oscuros como el abismo en el fuego, como si aun esperara que algo pasara.

 

-Oh si, se lo testaruda que puede ser mi ahijadosa –dijo suspirando como si estuviera derrotado- pero bueno, quizás algún día seda y puedas ayudarla con eso, te aseguro que a mí no me escuchara, mas bien, hace mucho que no la veo, como te dije, creo que anda huyendo de mi

 

Escucho el relato sobre la pelea que ambas habían tenido. Conocía esa sensación, las cosas jamás pueden estar bien o ser muy felices, siempre debía existir algo que hiciera que todo cambiara y se hiciera un caos. El solía llamarle a aquella calma de paz y tranquilidad “el ojo de la tormenta”. Recibió el trago de Kamra y levanto el vaso para brindar por ella, por su ahijada, por él y por Cissy quien estaba esperando un bebe. Bebió un trago y sonrió.

 

-Gracias, si, supongo que lo necesitaba –dijo dejando que la chica se sentara nuevamente a su lado.

 

Un sonido llamo la atención del vampiro, quizás la Ashriver no lo había podido pero él sí. Su instinto lo obligo a sacar la varita. ¿Qué era aquello?, ¿quien había podido franquear las defensas de una mansión como aquella donde solo podían reunirse los magos tenebrosos?, había algo que no le gustaba. Observo de reojo a su nueva amiga y se preparó para cualquier cosa. Se suponía que todos habían puesto su grano de arena de magia oscura para aquella protección y algo o alguien intentaba llegar sin ser invitado, o quizás eran miembros de la marca tenebrosa que de una u otra forma, habían logrado llegar hasta allí sin ser descubiertos.

 

-Espero que no te molesté pero… -miro a Kamra- pase lo que pase, no te separes de mí, después jugaremos con las espadas.

 

El vampiro tenía mucha experiencia y conocimientos, por lo que podría intentar proteger a la Ashriver de ser necesario. Apunto su varita directamente hacia el sitio donde se escucho el sonido y espero.

 

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Con resentimiento aquel espíritu hizo ademan de sentarse en el suelo aunque su cuerpo transparente e incorpóreo no lo necesitase, pero había costumbres que son muy difíciles de erradicar por lo que aún se comportaba como si fuese vivo. Entrelazo sus manos descansando sus codos sobre las rodillas por lo que su figura se inclino hacia adelante, una postura no cómoda para un humano pero que al espíritu le parecía necesaria para que el Ryvak se percatara del problema en el que se encontraba, al menos intuitivamente-

 

Mascullo algunas quejas por lo bajo... en verdad era un problema que no encontraba manera de expresar puesto que antes no le había ocurrido algo semejante, pero lo sentía y de algún modo esperaba poder explicarlo al mago que era quien por el momento, era con quien podía comunicarse.

 

Emitió un gemido y luego arrastro las palabras al hablar, pensando en que le llegara la idea con la que captará la atención del mago...

 

--Ah...si, las actividades cambian siendo alguien como lo soy ahora, se tiene mucho más tiempo, no requerimos comer, beber, descansar o algunas de esas cosas de los seres vivos, la no vida tiene su atractivo ¿sabes? pero hasta los que permanecemos entre este mundo y el otro, afrontamos dificultades y puesto que no tengo quien me comprenda mejor hasta ahora salvo tú, es porque lo que estoy aquí, eres de quien dependo en esta eventualidad. Se bien que no te viene ni te va, no me conociste, soy ajeno a tu vida y tu a la mía, pero puede que te interese porque tiene que ver con algo misterioso, desconocido y muy peligroso, ¿te interesa ahora?

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Apareció a las afueras de los terrenos de la mansión.

 

Sus zapatos resonaron contra el asfalto, instintivamente recordó a su tía, esa mujer que adoraba el sonido que sus tacones hacían al chocar con el suelo, su familia solía ser tan peculiar. Sacudió su cabeza, tratando de enfocarse en el momento, no tenia tiempo para pensar en cosas banales, había sido llamado a la mansión Riddle luego de que su marca volviera a cobrar vida y el ardor recorriera completamente su antebrazo. Una sonrisa se marco en los labios del gitano mientras su mente viajaba al pasado, en sus tiempos de Mortífago rara vez había visitado el sitio, entre sus características nunca había estado el ser sociable, más ahora su destino lo ponía en ese camino así que Matthew avanzo, sus ojos se alzaron hacia la infraestructura ante sí. La mansión Riddle lucía tenebrosa y abandonada, no pudo evitar esbozar una breve sonrisa, seguramente, eso era necesario para que pasara desapercibido.

 

No le sorprendió encontrar la verja entreabierta, después de todo... ¿quien se atrevería a entrar en una mansión abandonada? mil y una historias sobre ella, no tan alejadas a la realidad. Como la infraestructura los jardines y alrededores poseían un tono lúgubre, se alzo de hombros, no era algo que le molestara, ciertamente se sentía mas cómodo con ese tipo de lugares, solo que no podía evitar sentirse curioso por el llamado, y por quienes pudieran estar habitándola. ¿Acaso fue Anne? Pensó, o el Señor Tenebroso... Existían rumores sobre que había sido visto hace no mucho tiempo en Hogsmeade.

 

Continuo su andar hasta que por fin se encontró con una enorme puerta de roble, subió la escalinata con una rapidez que lo sorprendió, incluso él, alzo su trigueña y tatuada mano, dispuesta a chocarla repetidas veces sobre la madera, pero la enorme puerta se abrió sola mostrandole dos estatuas inanimadas que lo observaban, Matthew paso su mano sobre ellas mientras una extraña sensación se formaba dentro de él, algo que no podía entender...

 

Sus ojos vagaron por completo en el lugar, fue en ese instante que notó la presencia de más personas dentro de la mansión, conjuro un Homenum revelio, girando su varita mientras la levantaba. Y pudo ver que la mujer de cabellos albinos, que solía pasearse por las madrugadas con una prenda holgada y casi transparente, estaba ahí, junto con otros cuantos compañeros.

 

Divago entre sus pensamientos y descendió por la puerta que antes no existía, pero que las mismas serpientes inanimadas de mármol formaban entre si. Su cerebro le presentó dos opciones, pero opto solo por seguir su instinto y encontrarse con ella y quienes estuvieran ahí.

 

 

@@Lady Luxure Grindelwald, a ver si haces algo xD | @@Anne Gaunt M. | @todos. (?)

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