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Calles de Londres


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De Florencia a Londres

 

La instructiva visita al museo de arte termino sin ningún acontecimiento relevante para el Ryvak, tomo nota mental de aquel trabajo por el artista Leonardo Da Vinci,no tenía pensado "copiar" al hombre, solo descubrir como jugaba con los colores, la luz y los matices... pero se le antojaba buscar una forma de plasmar con esa misma sorprendente habilidad... pensando en ello aprovecho de adentrarse en una estrecha callejuela, un lugar poco frecuentado en el cual utilizar un Fulgura Nox y encaminarse a su atelier, el portal se abrió precisamente en el pasillo que permitía el acceso a la sala de exhibición, pero volvió a encontrar aquella nota que le envió su amigo pelinegro, poniendole de aviso que el Primer Ministro declaro la caída del estatuto del secreto y sus amigos no sabían que pensar al respecto... bueno, aquel asunto era más importante que ponerse a pintar.

 

Nuevamente se apresuro, esta vez se desapareció, fue a su hotel, su amigo Abizaid Mondragón terminaba de aparecer cintas amarillas oficiales, sobre la doble hoja de cristal esta adherido un sello que notificaba estar clausurado por deteriodo, así como el consabido "peligro: no pasar"...el peliverde agradeció al rubio, eso alejaría a los muggles, el Mondragón le hizo entrega de un ejemplar del Profeta y así Ryvak pudo leer la noticia mientras usaba el ascensor, en su suit buscó uno de aquellos trajes que Esmeralda Slytherin le regalo en Francia, era menester lucir bien, puesto que marchaba a Escocia.

 

En Edimburgo, el palacio Holyrood

 

El mago oscuro emergió de aquel Portal Mágico que utilizó para llegar al costado del palacio, era muy avanzada la noche, el peliverde empleo la puerta exclusiva para las personas como el, portadores de magia, sus anteriores visitas le permitían moverse con soltura por aquellos pasillos y estancias, su objetivo es llegar a la sala de juntas puesto que el grupo de Lords seguramente se reunían con la actual mandataria al poder... si, estaba en conocimiento que el gobernante Fernando IX, había sido destituido cuando los Lords dieron con la descendiente de la familia Real escocesa de sangre Celta pura... el mago no sabe aún si la actual regente ha considerado que el mago oscuro permanezca en su cargo, pero el joven intentara mantener su estratégico puesto.

 

Ryvak se encuentra con una atareada joven con el cabello revuelto, una bruja que no había visto antes, tal vez alguna empleada particular de alguno de los Lors o quizás de la reina @... su acción de colocarse enfrente y hacer con la mano el ademán de alto, impacienta al Ryvak, puede que solo siga órdenes de su superior y entiende que trate de impedir que el mago entre a la sala, pero no piensa enfrascarse en explicaciones que no está en animo de dar, de su antebrazo izquierdo, extrae su varita y apunta a la joven para lanzarle un hechizo -- Furnunculus-- cuando ella siente como su rostro se llena de ampollas y forúnculos, se aparta a toda carrera mientras trata inútilmente de cubrir su rostro con ambas manos, así que Dracony mueve de nuevo su arma mágica y abre las puertas de la sala, algunos le miran de forma inquisitiva, pero él les ignora con un gesto despótico, toma asiento entre los otros parlamentistas, con movimientos mesurados guarda su varita entre la manga de su traje, y escucha a la joven que está bajo el escudo de armas de la familia Real, también nota que ella viste de azul como luce el escudo ahí expuesto para señalar el soberano al mando.

 

Al fin tiene la oportunidad de conocerla, otra joven se levanta al terminar la primera de hablar, a ella si le conoce, una joven de conocimientos y poder que el muchacho reconoce como mágnificos, tal vez mucho más diestra que el ojimiel. Su aportación es de gran importancia, así que ahora es él quien toma la palabra -- Muy bien dicho, ahí tenemos especificado el problema que hay que abordar, su ignorancia los hace rivales nuestros, pero podríamos utilizar algunos procedimientos para minimizar los riesgos, ellos temen, y con justa razón, que le sobrepasaremos con nuestra magia, somos más poderosos, si, pero ellos nos superan en número, habrá que sugestionar a las masas de muggles, ¿tienen o no una "caja idiotizante"? pues debemos crear anuncios publicitarios que les sugestionen a consumir un producto especifico, uno que este destinado a ellos y los ponga a favor nuestro, otro producto puede funcionar como dispositivo de "botón de pánico" que si se sienten amenazados ( atacados o heridos ) por magos extremistas, este les traslade a un área segura en San Mungo, así se puede borrar sus recuerdos por personal calificado, no hay modo de contrarrestrar la caída del estatuto del Secreto, además Escocia es solo una parte no tan grande de Gran Bretaña , será más peligroso si nos oponemos ahora al Ministerio Inglés, lo que me lleva a otro asunto de suma importancia, el de su comunicado. --Miró a @ quien pudiera poner objeción al mago por encontrarse San Mungo ya bastante conflictuado por atender tanta gente.

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Mansión Macnair

21hs

 

 

>>¡No voy a salir!<< gritó cuando aporree la puerta por quinta vez.

 

-¡Con un demonio que vas a salir! ¡Y lista para salir hacia Buckingham, Arya Macnair!

 

Si hubiera podido atravesar la puerta, estaba completamente segura de que le hubiera puesto las manos alrededor del cuello a Arya y apretado con fuerza, escuchando cómo los latidos de su corazón se iban acallando hasta dejarla inconsciente. No que quisiera lastimarla, ese no era el fin al que deseaba llegar, pero si no podía hacerla entrar en razón con palabras, entonces le modificaría el cerebro a los golpes. Por supuesto, el aire que exhalé por la nariz como un toro enojado hizo que la rápida intervención de Aidan no me permitiera levantar la varita para hechizar a mi sobrina.

 

-Déjamela a mí- dijo con voz pacífica, una que no le había escuchado utilizar antes. O sí, quizá, una vez hacía cientos de años y, sólo por ese tono, bajé los brazos y me di media vuelta para ir las escaleras y entrar a la sala de estar, donde Juliette me estaba esperando-. Te juro que si no la hace salir, voy a lanzarle un Imperio y la llevaré a al fuerza hasta el palacio- me senté, cruzada de brazos, mirando el fuego que crepitaba en la chimenea.

 

Había intentado ocultar el temblor de mis manos durante todo el día, incluso desde antes de ir a San Mungo, pero si no tenía las manos dentro de los bolsillos o los brazos cruzados, me resultaba imposible contenerlos. No le había dicho a Arya, muchos menos a Juliette y aunque Aidan lo había notado porque era imposible ocultarle algo a un vampiro tan perceptivo, no había dicho o hecho nada para averiguar lo que me pasaba. Sentí el movimiento del bebé en mi vientre y me re acomodé. Me había puesto un conjunto que consistía en una blusa abultada en la parte superior que ocultaba parte de mi embarazo, pero sólo parte, porque era difícil ocultar seis meses y de un bebé que parecía crecer más rápido y más de la cuenta. Además, había evitado la conversación con Arya y, aunque Juli había vuelto hacía días, tampoco le había revelado el feliz acontecimiento.

 

Y, como si mis pensamientos hubieran atravesado un largo trayecto y llegado hasta él, una lechuza golpeó la ventana de la sala de estar. La lechuza de Hades.

 

-¡Zeus!- exclamé y me apresuré a dejarla entrar. De inmediato se acomodó en el respaldo del sillón que había estado ocupando un momento antes y chilló su pedido para que le soltara la misiva. Me acerqué, rebuscando sobre la mesa ratona un cuenco que teníamos con golosinas para lechuzas -que en la mansión abundaban- y le di unas cuantas mientras soltaba la carta. Leí de inmediato la nota. Era corta, pero estaba cargada de significado para mi y la guardé en un bolsillo de mi abrigo antes de volverme hacia la mesa junto al sillón, abrir el único cajón que había allí y extraer pergamino, tinta y pluma.

 

 

Cariño, espero que estés bien. También conozco tu gusto por meterte en problemas. Nos vemos en el Palacio a la hora acordada.

Te amo.

Siempre tuya.

Cissy

 

 

Sellé la carta con cera -que también había en el mismo cajón- y coloqué el emblema del anillo Macnair que siempre usaba, antes atársela a Zeus y enviarlo de vuelta hacia la noche de Ottery. Miré de nuevo el reloj que colgaba sobre la chimenea y, como si aquella hubiera sido la señal, Arya entró en la sala de estar completamente lista para salir, con Aidan pisándole los talones. Le lancé una mirada significativa que él no devolvió y los cuatro nos tomamos de las manos para desaparecernos rumbo a Buckingham.

 

 

Palacio de Buckingham

Los Sagrados 28 a.k.a. La Sagrada Familia (? (porque parece que ahora somos una iglesia XD)

 

 

Nada más llegar, Arya se soltó de nosotros y desapareció entre el gentío a Merlín sabía dónde.

 

-Protégela- le ordené a Aidan.

 

-No tienes que decírmelo- masculló, antes de marcharse casi con el mismo aire que Arya.

 

-¿Qué les pasa a todos hoy?- le pregunté a Juliette, mientras negaba y comenzaba a avanzar.

 

¡Vaya que Aaron iba a dar un espectáculo! Aquello se me hacía tan malditamente familiar a la reunión de Grindelwald en Francia en los años '30 donde había asesinado a una panda de aurores del Ministerio, que una alarma se encendió en mi cabeza. Aaron no era tan est.úpido como para hacer lo mismo que Gellert, desde luego que no, pero sí como para citar a TODOS los magos supremacistas en el mismo sitio. Por supuesto, los rostros de los inquisidores hubieran sido igual de distinguibles aún si sus vestimentas negras. Apostados en todas las entradas al palacio, seguramente fuera de éste en posiciones específicas y, quizá, hasta en las calles de más allá, no le traía igual mucha más tranquilidad al asunto. Al contrario, todo se me hacía tan vagamente familiar.

 

-He vivido durante el Imperio Romano, Napoleón y Hitler, sólo por mencionar a unos cuantos muggles. Pero también sobreviví a Grindelwald y al primer y segundo levantamiento de Voldemort. Ninguno de ellos había llegado tan lejos sin que le sucediera nada...- las últimas palabras salieron en un susurro mientras observaba a todos los presentes.

 

Cientos de personas, probablemente de más de treinta familias mágicas de Europa -y quizá alguna oriental y occidental- estaban reunidas esperando todos por lo que haría o diría Aaron Black Yaxley y, entonces, empezó el espectáculo y más Yaxleys de la cuenta aparecieron entre la gente, hablando.

 

-Ah, ilusionismo- otro truco de Aaron, desde luego.

 

Pero cuando sólo quedó uno sólo, allí la vi a Arya, parada justo a su lado, con una expresión tan fría que supe que estaba susurrándole en aquel momento algo que hacía que sus facciones se crisparan. Detrás de ella, Aidan vigilaba como águila cada rostro, buscando una amenaza. Porque la había, desde luego, sólo que no sabía desde dónde o cómo iba a llegar el ataque, pero llegaría de un momento a otro. Porque Aaron había agitado tanto las aguas en menos de veinticuatro horas que esto no se iba a quedar tranquilo, que los objetores no se iban a contentar con esperar a ver cuál sería el siguiente movimiento del Ministro inglés. Ya lo habían dejado actuar lo suficiente, la misma Mackenzie lo había dicho al darle aquella bofetada, incluso alguien como ella que también había abogado por la supremacía de la sangre y todo eso que a la mayoría de los mortífagos nos gustaba promulgar, se había dado cuenta de que las cosas se estaban saliendo de control demasiado rápida y vertiginosamente. No, ninguna nación que promulgara el Secreto iba a dejarlo dar el siguiente paso, así que lo que nos quedaba era esperar un contraataque. ¿Pero por qué se veía Yaxley tan relajado?

 

@ @@Arya Macnair @@Juliette Macnair @@Hades Ragnarok

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El bosque prohibido, Marzo 13

 

La luz del día empezaba a llegar, las copas de los árboles empezaron a iluminarse de a poco. El verde oscuro casi negro que en la noche se percibía en el bosque, empezaba de a poco a cambiar a distintas tonalidades de verdes y marrones. El fuego ya empezaba a extinguirse, con mi varita avive un poco el fuego colocando unas ramas secas para que se encendieran.

 

Lucrezia yacía a mi lado, en el césped con una manta que había sacado de la carpa, lucía apacible y tranquila, había sido una noche muy intensa y habíamos estado huyendo hasta la madrugada. Miles de pensamientos pasaron por mi cabeza en esas horas, no habían más soluciones para la situación y no dejaría que otra persona a la que quería le sucediera nada malo. Recordé mi infancia donde alejada de mi familia tuve que soportar la soledad y el desapego a las personas, había nacido en cuna de plata pero por mi propia seguridad alejada de mis padres para no seguir el mismo destino de mi madre. No conocí el cariño hasta el momento en que había sido adoptada y mis hermanas y padre me habían enseñado lo maravilloso que era tener una familia. El calor de hogar, la protección, ese amor incondicional lo habia conocido con ellos. Ahora ya solo tenía algunos cerca y quería mantenerlos a salvo.

 

Me levante de su lado y fui a buscar algunos utensilios en la carpa, seguro que debía haber alguno. Encontré una tetera, tazas y te, las lleve a la fogata y con un sencillo hechizo llene de agua la tetera y la coloque al fuego.

 

Mire hacia Lucrezia ella había conseguido mi cariño y respeto, en este mismo momento se veía tan joven casi una niña empezando a vivir, aunque tenía muchas cualidades y una gran habilidad para los negocios, ahora se veía demasiado ajena a esa personalidad fuerte que tenía.

 

Por ese gran cariño que tenía hacía ella, sería capaz de ir a completar su cruzada sin dudar, queria verla felíz y aun teníamos mucho que hacer juntas.

 

Empezaba a despertar y le sonreí, sus azules orbes se veían luminosos en medio de su pálido rostro.

 

-¿Descanzaste bien?

 

Pregunté con voz calida, mientras que ponia hojas de aquel té en la taza y la llenaba de agua caliente para formar una aromática infusión. Le ofrecí la taza para que la tomará y le regale una amplia sonrisa. Deje que disfrutará de la taza y empecé a retirar del fuego la tetera, aunque ya no había llamas, se había extinguido.

 

Abstraida en mis pensamientos miraba el camino por donde Sagitas y Elvis se había ido hacia ya varias horas, esperaba que la herida de Sagitas hubiera sanado, y que ambos estuvieran bien. La voz de Lucrezia me saco de mis pensamientos.

 

Cuando mencionó unirme al culto de la sangre pura blanquee los ojos de pensarlo, no creía en la superioridad de la raza, pero si temía por mis hijos, a los que enviaría a Francia de manera inmediata.

 

- Por supuesto que iré contigo, no estaria tranquila ni un momento si te dejo ir sola- apreté su mano suavemente -Estaré allí a las nueve, lista para entrar a la reunión y acompañarte en esto

 

Estaba segura de lo que haría y no temia por mi vida, sino tenía más el perderla. Sonreí ampliamente y le guiñe el ojo.

 

- Debemos darnos prisa, e s mejor irse de aquí, recogeré la carpa, tu disfruta del bosque un momento más...

 

Saque mi varita y empecé a hacer florituras para ir guardando la carpa, cuando ya estuvo todo en orden tome la misiva del ministerio y la guarde en el bolsillo.

 

- Te veré a las nueve en la puerta del palacio de Buckingham, no tardes o me preocupare...

 

 

Espere que ella desapareciera e hice lo mismo instantes después, debía ir al Castillo y preparar todo para que mis hijos estuvieran protegidos, lejos de Inglaterra.

 

@@Lucrezia Di Medici Di Médici

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Castillo Triviani

Después de la reunión en el Castillo Triviani aún seguía un poco indecisa respecto a la propuesta que le había plantado Aaron momentos atrás, claro que la reacción de su madre podría hacerla desvariar y titubear un poco en cuanto a la decisión final, pero sabía que también tenía que priorizar sus necesidades y ambiciones antes que la familia. Y en efecto, así lo sentía, no por llevarle la contraria a su madre o a los Triviani, los adoraba con su vida, pero aquel tema le interesaba en demasía. Para cualquier persona una propuesta de tal calibre podía ser demasiado tentadora. Incluso ella misma llamaría demente a quien estuviera en su lugar como representante de la cultura nipona y no lo aprovechara.

 

Era obvio que tenía que hacerse presente en esa reunión, no sabía quienes estarían ahí, pero ya se podía hacer una idea al menos de los presentes y vaya que Aaron solía ser algo selectivo con las personas con quienes trabajaría y no lo cupaba. Estaba en su derecho. Sentía bastante curiosidad por ver lo que pasaba por la cabeza del Black Lestrange.

Palacio de Buckingham

Día de la reunión 21.00 hrs y pasando.

Una vez dentro del Palacio se apresuró a llegar al lugar de la reunión, al menos el que mencionaba Aaron en la lechuza que le había enviado hace un par de días para que se presentara, pero siempre salía algo que no la dejaba hacers presente. Llevaba la carta en la mano derecha, por si era necesairo mostrarla ante algún guardia terco que no deseara dejarla entrar.

 

Sonrió al recordar que el lugar de reunión sería un centro de enfrentamiento, solo a alguien loco como el ministro se le ocurriría semejante idea y aquello era algo de lo que no podía perderse. Al llegar, para su nula sorpresa, había rostros bastante conocidos, entre ellos incluidos el de su madre Candela y su compañera de trabajo Arya.

 

― Vaya, vaya, con que esto nos traemos entre manos ¿no? Bien, una bonita reunión sin duda ― Señaló en dirección de Aaron, ya le había comentado un poco lo que se traía entre manos en una conversación privada, pero no se imaginaba que llegaba a tal grado. Sin duda aquello sería algo más que cómico. Se colocó cerca de los Triviani mientras esperaba alguna respuesta del Black Lestrange.

 

@ @@Arya Macnair @@Candela Triviani

Editado por Ashura Lestrange
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MANSION RAGNAVENTUS

20:00 PM

 

La respuesta a su lechuza había llegado, aunque no esperaba que la Macnair lo hiciera se alegro al menos de que la chica estuviera “bien”. Le preocupo que ella decidiera ir al palacio, pero sabía perfectamente que aunque el deseara que no fuera así, y bajo seguramente muchas discusiones Cissy haría lo que le viniera en gana porque era una “niña grande que se sabía cuidar sola”. Lo que si no contaba ella es que ahora era humana y llevaba una bebe en su vientre.

 

-Lo mejor será que llegue antes de que todo esto se descontrole –susurró el cainita observando su reflejo en el espejo mientras una copa de vino descansaba en su mano.

 

Se volteo hacia la puerta y la observo.

 

-Odín –llamó a su elfo personal quien en un segundo ya estaba frente a él- ya sabes lo que tienes que hacer, las medidas que debes tomar -dijo confiando en él- ahora ve.

 

Observo desaparecer al elfo y suspiro. Aquella seria una larga noche, mas aun, con aquello que había descubierto.

 

PALACIO DE BUCKINGHAM

Minutos antes de que empezara el espectáculo…

 

Recibió la misiva y no supo que pensar. Aarón estaba loco por aquello que intentaba hacer, si bien era algo descabellado intentar reunir a todas aquellas familias o cabezas de familia, él debería saber que podría salirse de control. En verdad el cainita esperaba que no estallara una guerra mágica, era sabido que no todos se llevaban bien, aunque quisieran aparentar que era así. Ya de por si tenían suficiente con la guerra mágica que en aquellos momentos era más cruenta y poco y donde poco a poco cada bando iba teniendo bajas (solo que nadie se atrevía a decir nada o a informarlo).

 

Paseó tranquilamente por aquella reunión. Había utilizado su habilidad metamorfomaga para así pasar desapercibido y aparecer en el momento indicado si era necesario, al menos así si algo extraño o grave sucedía podría decir que él no asistió, que se encontraba en San Mungo, ya que, había preparado con Asdala, su fiel enfermera la poción multijigos la cual la chica tomo antes de que el Ragnarok desapareciera.

 

Camino por el salón como quien no quiere la cosa, observaba muchos rostros conocidos y algunos que era la primera vez que veía, aquella reunión seria interesante para averiguar muchas cosas que aquellas personas desearan ocultar, si algo había aprendido a través de los años, era a leer las facciones y las reacciones de quienes se encontraran cerca de él. Sonrió haciendo una ligera reverencia a algunos quienes seguro pensaban que era un dignatario de algún país o era el patriarca de alguna nueva familia en Londres.

 

Recorrió con la mirada el lugar y vio a Arya quien estaba conversando con Aaron. Bufo por lo bajo, aunque el Ragnarok sabía lo que sentía la Macnair, aun él no perdonaba todo aquello. Era rencoroso y cuando una idea se le metía en la cabeza no se le salía fácilmente de la mente.

 

-<<Podrías hacer que parezca un accidente Ragnarok y que así comience la fiesta y se haga el caos>> -se dijo así mismo buscando a quien en realidad le interesaba.

 

La observo unos segundos después, tan humana, hermosa, provocativa e irresistible como solo ella podía ser. Se acerco lentamente, aquel rostro ella no lo conocía, mas bien, él jamás y nunca le dijo que aparecería en aquella reunión como metamorfomago.

 

-Buenas noches señorita Macnair –dijo colocándose a su lado- hoy se ve –pensó un segundo- hermosamente irresistible –dijo pellizcándole ligeramente una nalga.

 

Sin con aquello que le dijo a Cissy no lo reconocía sabia que tendría problemas porque el caos seria cuando la humana intentará matar a aquel hombre por haber intentado propasarse con ella.

 

@

Editado por Hades Ragnarok

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Reunión de los Sagrados Veintiocho

Palacio de Buckingham

13 Marzo || 21 a 21:30


Mackenzie Malfoy



Había llegado la hora. Como si tuviera vida propia, la moneda que le había dado Aaron se activó a la hora en punto de la reunión. Para entonces, llevaba el suficiente tiempo en el Palacio de Buckingham como para darse cuenta de que la inmensa mayoría de los que iban llegando tomaban altas medidas de precaución. Aquella sala era una ratonera y Mackenzie lo sabía. Aún así, no estaba dispuesta a dejarse amilanar. Ella también tenía sus propias medidas de seguridad, pero si aún así las cosas se torcían... bueno, qué era la vida sin un poco de riesgo.

—Es la hora, madre. Imagino que habrás recibido una moneda como ésta —le mostró la suya— o algún tipo de traslador. Nos vemos dentro. —Apretó fuertemente el brazo de Mistify y añadió —cuídate mucho, mamá y recuerda que quienes somos. Todo irá bien.

Mackenzie mordió la moneda y en el acto se encontró en las primeras filas de una sala atestada de gente. Se trataba de una estancia de razonables proporciones con una única puerta de doble hoja, toda ella con ricos motivos florales labrados en una suntuosa madera. La estancia tenía escaso mobiliario, pero los tapices de sus paredes eran magníficos. Los allí presentes se encontraban de pie y pudo distinguir los rostros de unos cuantos conocidos.

Aaron Black Yaxley inició su discurso con una patológica decuplicación de sí mismo y una velada alusión al jarrón que había roto Mistify, lo que evidenciaba algo por demás obvio, que llevaba un buen rato espiando la llegada de sus invitados ya fuese directamente o a través de alguno de sus acólitos. Mackenzie lo miró fijamente a los ojos, sin torcer el gesto, dedicándole una de aquellas miradas, tan características de la antigua Ministra de Magia, que lo mismo podía significar una total admiración y aquiesciencia con sus palabras como todo lo contrario.

Desde luego, al nuevo Ministro le gustaba la escenificación. Hasta en la cadencia y el ritmo de sus palabras se notaba un dramatismo que acentuaba la capacidad de penetración de aquellas peligrosas ideas en la mente de los incautos desprevenidos. Dejarse llevar por los ideales de la pureza de sangre siempre había sido algo muy tentador. Eso era innegable.

El discurso avanzaba recorriendo un camino de sobras conocido. Los argumentos de siempre repetidos casi en el mismo orden que lo hiciera Grindewald años atrás, los mismos razonamientos que Mackenzie había escuchado toda su vida entre los suyos, en la intimidad familiar. Los mismos que ella misma había esgrimido en su juventud, enarbolando la bandera de los sangre pura: la ceguera de los magos respecto de los muggles, que siempre había llevado a los magos a equivocarse con ellos y a confundir inocencia con inocuidad; la antigua traición de los muggles, cuando aún era posible un mundo en el que magos y muggles convivieran en paz, las persecuciones y la subyugación, el sometimiento a sus leyes; la invisibilidad a la que los magos se habían entregado desde entonces, escondiéndose como cobardes detrás de un ignominioso Estatuto para el Secreto de la Magia. Y, una vez delatados los antiguos males y argumentado en contra de las razones que llevaron a levantar aquella infame ley, el giro consabido hacia la prevalencia de la cultura mágica sobre la muggle, hacia el verdadero poder que reside en la magia, para finalmente, concluir como concluían todos aquellos discursos, aclamando la pureza de sangre y denunciando la vileza de los traidores a la sangre.

Aunque con veladas palabras y una astucia diplomática que sorprendió a Mackenzie, el Ministro se permitió incluso el atrevimiento de invitar a marcharse a los mestizos, los traidores a la sangre. Obviamente, ninguno de los sangre impura allí presentes hizo además alguno de marcharse y la Malfoy sonrió para sus adentros. Y ahora es cuando reivindicas a tus acólitos mestizos como sangre pura, aunque no corra ni un sólo miligramo de ella por sus venas. En otro tiempo, lo habría considerado insultante, Aaron Black Yaxely, Ministro de Magia, por la gracia de mestizos y razas impuras.

Obviamente, Mackenzie no dejó entrever sus pensamientos. El discurso había recorrido su camino habitual y ahora estaba en pausa. Era el momento de dar comienzo al gran juego.

—Ministro Aaron Black. —Mackenzie se adelantó unos pasos, formulando su pregunta en dirección al mago, pero volviéndose después hacia la multitud— Ya que estamos entre familias dignas, supongo que no tendrá mayor inconveniente en explicarnos cuál es el propósito del levantamiento del Secreto de la Magia. ¿Dejar de escondernos? —Sonrió de forma enigmática. —Supongo que habrá evaluado bien los planes y las consecuencias. A mi familia, como a tantas otras familias de sangre pura aquí reunidas, nos ha ido muy bien mientras ha estado vigente el Estatuto para el Secreto de la Magia. La pregunta es.... por supuesto, más allá de las bien intencionadas pretensiones de declarar una hegemonía de la que sin duda ya disfrutamos... la pregunta, Ministro Aaron Black, es qué vamos a ganar con este levantamiento del secreto mágico?

Observó los murmullos entre la multitud al formular la pregunta y supo que había dado en el clavo. Por fortuna, no vivían los tiempos de recesión y pobreza que habían hecho germinar las ideas de Gellert Grindewart. Por el contrario, la situación actual era bien diferente y la mayoría de los allí reunidos vivían en una tranquila opulencia, no exenta de lujos y poder. Poco tenían que ganar con el levantamiento del Secreto.

—Y una segunda pregunta, si me lo permite, señor Ministro. —Continuó la Malfoy. —¿Con qué apoyos cuenta dentro y fuera de nuestras fronteras?
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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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21:00 hrs y pasando...

(>>ROL EDITADO PARA RESPONDER A MACKENZIE. Espero haya quedado coherente<<)


>>¡Señor Ministro!... es totalmente consciente de que ésto será una cacería ¿verdad?...<<

Alcé el rostro paseando la gélida y gris mirada que me caracterizaba, y entonces le vi. Aquella cabellera habría sido inconfundible de todos modos, una rojo fuego con mechones platinados; mirada determinante que parecían denostar dos preciosas esmeraldas y unos labios finos con un leve tono rosa que habían soltado tan temerosas palabras. Arya Macnair, hija de Pik, hermana de Juliette se hacía espacio entre brujas y magos que poco a poco fueron cediendo espacio. Intenté enseñar mi rostro más humilde y sonreí...

-Buenas noches señorita Macnair, veo que las formidables alianzas no fallan ésta noche...-le comenté al mismo tiempo que cruzaba una seca mirada con Sybilla, quien a su vez, parecía igual de sorprendida que yo por la inquietud de su sobrina. Tendí la mano para invitarle hacia donde yo me encontraba, y para que de la misma manera, todos fuesen testigos de mis palabras- ¿a qué le temes?...-sostuve de primeras sin darle tiempo de responder y así proseguir rápidamente hasta entregar una respuesta- ¿al suero que años atrás amenazó a nuestra gente?, porque al menos yo no recuerdo haber sido ministro en aquella época...

Al mismo tiempo de mis palabras, fieles inquisidores aún iban tomando detenidos a quienes habían hecho de éste levantamiento un libertinaje- todo fríamente calculado para sembrar el caos y al mismo tiempo mostrarme como un agente de orden y conseguir el apoyo de los fieles a la sangre mágica-. A su vez, el callejón Diagon, Knockturn, otros tantos poblados, el ministerio, las calles de Londres, todo se iría limpiando de los curiosos muggles con un simple roce de la varita en sus prendas, en su piel, para así alejarlos, manipularlos, hacerles comprender que si ésto no era un libertinaje para nosotros, tampoco lo sería para ellos; ¡control!. No faltarían los rebeldes, los levantamientos de varita entre brujas y magos, la desaparición de uno que otro muggle... y ese era el miedo, el temor, el pánico que no podía estar ausente para aquellos que no eran capaces de hacernos frente.

-...no fui yo quién dejó pasar a un grupo de muggles con armas que fueron disparadas en nuestra contra, no fuimos nosotros los que comenzamos ese ataque, ¡no lo vimos venir!- exclamé mientras elevaba el índice en un segundo de silencio- La señorita aquí presente nos acaba de demostrar... ¡y recordar!... que no sirve un estatuto para protegernos, ¡para cuidarnos entre nosotros!...-exclamé en un punto culmine de la respuesta para Arya- ...¡no son ellos los que deben tomarnos por sorpresa a nosotros!... ¿qué eres tú?... qué eres, qué eres...

-Mago, señor...

-¡Un mago!....un...mago...¿y tú?- volví a preguntar rápidamente a otra de los presentes. "Bruja", dijo- ¡AH! ¡una bruja!... y quiénes son los que están afuera, destruyéndose la vida unos con otros, intentando ponernos un pie encima...-ya caminaba entre todos otra vez, una pequeña ronda que me dejó nuevamente al lado de la peliroja Macnair-...porque te digo en serio eh, si ellos lograron poner un pie en el callejón lo harán otra vez y otra y otra ¡y otra! ¡y otra!..la pregunta es, ¿quiénes son ellos?, y la respuesta es simple mi estimada bruja...-sostuve casi en un tono de cariño apasionado mientras estiraba la mano para deslizar el contorno de su bello rostro con el dorso de mis dedos-...¿quién eres tú en comparación con ellos?...¡¿quiénes somos nosotros en comparación con ellos?!

El vitoreo fue intenso, el ánimo de prevalecer la sangre aún no se extinguía y eso lo podía notar con el fervor de los aplausos y gritos políticos que fomentaban aún más la rebelión, la decisión de tomar la varita por el poder, ya que también entendía que habrían brujas y magos indecisos de colaborar, ya sea por miedo, por cobardía, o como lo veía yo, por falta de amor a la sangre ¡yo estaba enamorado de ello! . Dejé que celebraran, que se afamaran y se ensordecieran entre ellos por unos segundos, hasta que alcé ambas manos en plena parsimonia de querer hablarles nuevamente. Busqué a Sybilla con una sigilosa mirada entre los presentes y chasqué los dedos a la altura de mi sien...

La primera luz se posicionó sobre Mackenzie Malfoy, quién no pareció sorprenderle la sincronía. Aunque yo también me había quedado sorprendido, de hecho, bajé mi mano lentamente para cruzarlas por detrás a la altura de la lumbar y oír sus cuestionamientos con el mentón altivo.

-¿Que, qué ganamos?- esbocé una ligera sonrisa mientras observaba al resto de los presentes- ¡la libertad!, no es algo muy difícil de dilucidar mi estimada...-sostuve mientras acariciaba mi mentón con los dedos bordeando la mejilla que ella misma había enrojecido-...es obvio que su familia siempre se ha visto cómoda, ya sea con estatuto o sin estatuto. ¡Eso es parte de nuestra historia!, pero ese no es el punto, porque personas como usted o como yo siempre encontraremos una forma para resguardarnos, la cuestión está en los demás, en el atentado que explicaba hace unos instantes, en que jamás debieron y deben ser ellos, sino nosotros ¡nuestra gente!... y respecto a lo demás. Mire a su alrededor, observemos a quienes tenemos a nuestro lado...-chasqueé otra vez los dedos-¡Los Macnair nos apoyan!...-un foco de luz se detuvo sobre ella; otro chasquido para otro haz de luz sobre uno de mis hijos- ¡los Triviani nos apoyan!...- un tercer, cuarto y quinto chasquido.

Distintos focos se habían alumbrado sobre las brujas y magos que habían estado presentes en todo momento hasta que por fin di un último chasquido de mis dedos...

>>Vaya vaya, con que ésto nos traemos entre manos ¿no?...<<

El haz de luz se posicionó sobre la japonesa y regente del gobierno mágico que poco menos había patentado el estatuto del secreto mágico, de su violación, de su sanción, de su proceder...

-Japón...¡Japón nos apoya!- volví a exclamar para elevar los brazos en un puro éxtasis de poder al cabo que los aplausos parecían ser interminables. Aproveché el segundo- volveremos a hablar del sagrado veintiocho ...¡CON SU APOYO! ¡VOLVEREMOS A CONSTITUIR A LAS FAMILIAS SAGRADAS!...

Aplausos y más aplausos (?) Nadie podía oír con tanto vitoreo. Un Inquisidor se acerca hasta mí, susurrándome al oído lo ocurrido en Azkaban mientras que al mismo tiempo deslizaba la yema de mi índice por el anillo para oídos indiscretos. Solo dejaría que nos oyéramos los dos.

-Que les ejecuten a todos...

Me volví hacia el público y sonreí con ambas manos en alto, casi como la vez en la que gané las elecciones mientras el inquisidor se retiraba del salón. Hice una seña a Ashura para que se quedara cerca.

****

Momentos antes, en el palacio.
Inquisidores. (Bobby, Michael, Holly)

-¿Lograste ver a la matriarca de los Macnair?..

-¡Uff! que bruja ¿no?

-Dicen que no necesitas ninguna poción para enamorarte de ella...

-¿Qué cosas dicen?- cuestionó una inquisidora con dos palmetazos en la nuca para cada uno de sus colegas- ¡imagina si los escuchara!

-Yo muero feliz en sus brazos...

-¡Es.túp.ido!- concertó la bruja con un tirón de orejas.

-¡Ay! ¿qué sucede contigo Holly?... es solo que no suelen verse magos y brujas de renombre hoy en día...-chistó uno de los chicos mientras se sobaba la oreja, quedando perplejo a los pocos segundos.

-¿Qué te pasa Bobby?, ¡pareciera que hubieses visto a Jerane Triviani!... ya sé que es tu amor plat..

-¿Quieres callarte?, mira...- apuntó a una bruja que caminaba algo torpe, con un elfo que le iba apuntalando los pasos pues la misma parecía deslumbrarse con cada baratija muggle del palacio. Los tres observaron- ¿Es Sagitas?...

-¿Sagitas?, no lo creo...-cuestionó Bobby- ... la bruja se viste algo extraño pero yo la he visto, y no camina así, a no ser que..

-¿Estará ebria?...

-Pero, ¿porqué vendría ella a una reunión de los sangre pura?- recibió otro palmetazo en la nuca- hey! puedes dejar de hac...

-El ministro querrá lograr un consenso ¡a saber!...- respondió Holly- ... se invitaron a todas las familias mágicas para que aquellas que tengan un historial de traición puedan redimirse y unirse a ésta locura...

-Locura ¡ja!...te escuchara el minis...-palmetazo.

-¡Sht! sigamosla, creo que no va en la dirección correcta...

****

Castillo Triviani.
Horas antes de la reunión en Buckingham.


"No creo que quieras caer tan rápido"

Le había oído todo, quedando tan descolocado que ni recordé haber pedido una taza de té al chuck que nos recibió de regreso en el castillo de la gitana. Tampoco me había percatado que me había empapado con el mismo té sobre el pantalón y parte de la camisa, no recordaba haberme sentado frente a la "zíngara" ni asimilado todo de una vez. Tampoco sentía el escozor en mi zurda tras haber quebrado la pequeña taza de porcelana con simple fuerza bruta...solo le oí; y ella ahí, tan indiferente.

-¡Maldita Italiana!...- solté por fin. Sin embargo no era en alusión a Candela, es decir, ¿qué culpa podría haber tenido ella? o quizás y no me estaba dando cuenta, de que me había inventado alguna excusa para no querer arrancarle la cabeza- ¡sabía que no tenía que confiar en Lucrezia Di Medici!...Azkaban pfff...¡pamplinas!- intenté recordar si es que le había pasado o no los planos de Azkaban- le haré una celda...¡con mis propias manos de ser necesario!...

-Señor le limpi...

-¿Qué quieres limpiar elfo est...- Candela me observaba con profundas ganas de reír, parecía que me hubiese meado encima. Miré mi mano ensangrentada y en un torpe acto de limpiarme también manché de rojo mis prendas- #/%!@!... ¡demonios!...-desenvainé mi varita y apunté a la gitana para que dejase de reír. Al segundo después, me apunté mi propia ropa para que se limpiase- no necesito elfos para ... mejor ve y tráeme otro té...shack...check...¡solo ve!- volví a sentarme mientras me curaba la palma con un simple episkey. Respiré profundamente e intenté proseguir lo más calmado posible; lo sé, mi temperamento me dejaba como un loco- así que mi desaparición fue obra tuya ¿estoy en lo correcto?...- observé hacia la ventana, fijándome en el exterior a través de la blanca y transparente cortina que ondeaba ligeramente. Me volví hacia la bruja y crucé una pierna quedando en una pose varonil- lo primero después de constituir a la sagrada familia será asesinar a Piero. El muy idi*** ya nos declaró la guerra, por lo tanto no será por nada ¿no?...-sonreí apostando una posición cómplice de la madre de mis hijos-... no creo que le quieras vivo después de todo, ni a él, ni a Lucrezia. Aunque con ésta última podríamos ser más astutos y emboscarla en pleno juego...

Quizás no sería ese día, pero de algo estaba seguro...pasaría. Editado por Aaron Black Lestrange

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Reunión de los Sagrados Veintiocho

Palacio de Buckingham

13 Marzo, noche.

 

 

Era el momento. Se me habían cruzado más de una idea que podía llegar a hacer. Pero en todas llegaba a la misma conclusión: estaban casi todas las cartas sobre la mesa y no había otra forma ni otro fin para que no fuera como Elvis Frasier Gryffindor, patriarca de los Gryffindor. No podía ir como animago o utilizando la metamorfomagia porque perdería parte de la esencia que estaba seguro que necesitaría ahí dentro. Y si íbamos al caso, con la caída del Estatuto perdíamos demasiado como para temer lo que podría llegar a pasar.

 

¿Qué cosas desagradables ya no había vivido tiempo atrás?

 

Avancé por aquellos senderos que iban directamente hacia el palacio. La capa larga y negra como la noche, rozaba mis talones en un vaivén por cada grande zancada que daba. Llevaba la mirada fija en un punto, con la varita escondida donde siempre y la capucha que tapaba mi cabeza. Mis zapatos también negro y pantalones, me vestían junto a una camisa blanca. Y un chaleco de piel marrón, con un broche de oro con forma león y algunos arabescos, que si mirabas fijamente, se podían ver que se movían.

 

La reunión se estaba llevando a cabo en una de las salas enormes. Claramente me encargué de ignorar a todos los presentes que me iba cruzando. Veía algunas caras conocidas pero no estaba allí para relacionarme con ninguno de ellos, ya habría tiempo luego para ponernos a hablar con un café de por medio. Cuanto entré a la sala, el Primer Ministro de Magia estaba hablando:

 

... ¡al muggle!. Pero eso no es todo, pues hubieron hermanas y hermanos nuestros ¡que nos traicionaron!...

 

Levanté una ceja. ¿De verdad lo primero que escuchaba eran esas palabras? Caminé avanzando algunos pasos hacia la mitad de aquella habitación. Si, veía algunos rostros y solo a dos personas les guiñé el ojo y emití una sonrisa. Sólo a ellos. El joven Yaxley estaba hablando, intentando terminar con su monólogo como si fuera su propio show. ¿A qué estaban jugando?

 

Avancé unos pasos más. No iba a quedarme de brazos cruzados. ¿Qué más podía perder? Si la idea era dejar de ocultarnos, entonces haría eso mismo. Caminé otros pasos más, y me di cuenta que había llegado casi adelante, cuando Mackenzie caminó unos pasos y habló. Algunas luces iluminaron a algunas personas que iba nombrando, apellidos como Macnair, Triviani.

 

Me quedé a un par de metros de la ex viceministra y le hice un gesto con la cabeza. ¿Por qué? No sabía muy bien. Los aplausos empezaron a resonar y Aaron murmuraba algo.

 

— Y también revivir a Grindewald o al Señor Tenebroso, me imagino…

 

¿Me escuchaban? Esperaba que si

 

Le hice otra seña a Mackenzie. ¿Iba a hacerme caso y se iba a acercar donde estaba yo?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Ay no, Aaron me hizo llorar de risa! XDDDDD

 

Palacio de Buckingham

Reunión de los Sagrados Tuentieit

 

 

Quería cruzar el espacio que me separaba de Arya de una sola zancada, tomarla por el codo y hacerla mover de su posición junto a Aaron, pero en cambio me quedé parada entre el público, con ambas manos delante de mi barriga, una sobre la otra, apretando los puños tan fuerte que podía sentir las uñas clavándose en la carne. Pero ese pequeño dolor que sentía allí evitaba que hiciera justamente una escena en frente de todos los magos y brujas que habían asistido a la reunión. Tan sólo esa conexión con la realidad me impedían tomar mi varita y lanzarle un Imperio a mi sobrina, como habría hecho en otras épocas menos tolerantes con la desobediencia.

 

-Tan infantil- susurré, sospechando que lo había dicho tan bajo que ni siquiera Juliette a mi lado me escucharía.

 

Aaron, sin embargo, le contestó casi de la misma forma que lo había hecho conmigo fuera de la sala de reuniones, el día anterior. Pero la siguiente que apareció en escena fue Mackenzie, nuevamente, saliendo de entre el público y, si en algún momento creí que quizá ella iría en pos de los Malfoy, ahora con sus palabras y la forma que tenía de hablarle a Aaron, supe que la bofetada del día anterior sólo había sido una pequeña e insignificante advertencia. ¿Aaron no la veía o simplemente estaba aplicando el "mantén a tus enemigos aún más cerca"? ¿En qué momento Mackenzie Malfoy había pasado de ser una supremacista a una oveja asustada? Bueno, no, no daba la impresión de que en realidad estuviera asustada en absoluto por las palabras que utilizaba y su postura altiva, como buena Malfoy, pero si alguien tenía años de experiencia con mentirosos y ladrones, esa era yo y sabía perfectamente leer las microexpresiones. Un pequeño sondeo mental encontró rápidamente la barrera de la hábil oclumante y me retiré. ¿Se daría ella cuenta de que había estado intentando descifrarla?

 

>>Buenas noches señorita Macnair. Hoy se ve hermosamente irresistible<<

 

Había estado tan concentrada en Mackenzie que no noté que alguien se acercaba a mí lo suficiente como para pellizcarme una nalga. Solté un gritito ahogado que hizo que varios magos y brujas de alrededor me miraran -nos miraran- que estuve a un segundo de lanzarle un imperdonable al tipo que se me había puesto al lado.

 

-¡Car.ajo Hades!- le chisté, dándole un golpe en el brazo con mi puño cerrado-. Vas a matarme del susto- agregué, tocándome ligeramente la barriga, pero pasando inmediatamente de largo en el gesto, no quería que nadie notara mi "asunto"-. ¿Por qué te ves así?- pregunté por lo bajo, sin querer llamar más la atención.

 

@@Arya Macnair @@Hades Ragnarok

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Reunión de los Sagrados Veintiocho

Palacio de Buckingham

13 Marzo || Pasadas las 21:30

Mackenzie Malfoy


 

 

—Bueno, Señor Ministro... —Buscó a Mistify en la sala, pero no podía verla. Por supuesto su padre y patriarca de los Malfoy tampoco estaba. Eso le daba una oportunidad de no tener que involucrarse directamente y, al mismo tiempo, no perder la oportunidad que los vientos le ofrecían. —Como siempre ha sido, la Malfoy apoya sus propios intereses. Es innegable que pocas familias aquí reunidas tienen más sangre pura que la nuestra.

 

Que interpretara su frase como quisiera. Era obvio que la tomaría por un apoyo a su causa, aunque Mackenzie no hubiera explicitado tal cosa ni tuviera en realidad potestad alguna para definir la postura de la familia en aquellos asuntos, pues tal prerrogativa le correspondía al patriarca únicamente. Pero eso le permitiría involucrarse en aquella red de familias que pretendía constituir el Ministro de Magia y obtener la información que iba a necesitar.

 

Tampoco iba a comentar nada acerca de que por más que la Emperatriz de Japón hubiera hecho acto de presencia en aquella reunión y él -que no la propia emperatriz- hubiera proclamado a los cuatro vientos el apoyo de su acólita -a saber qué pintaba la Emperatriz de Japón en una reunión de las Sagradas Veintiocho familias británicas, mejor no pensar en el tipo de relación que pudieran tener entre ellos- lo cierto es que tal apoyo no significaba nada. Japón no había acudido a la reunión de la Confederación Internacional de Magos y sería bastante fácil quitarle a dicho país sus prerrogativas como custodio del Secreto. La mayoría de países lo apoyarían, sobre todo si el país nipón no se dignaba a hacer acto de presencia en la Confederación cuando aquel asunto le afectaba tan directamente.

 

Aún meditando sobre el escenificado discurso del Ministro, observó a alguien acercándose y, al volverse, vio a Elvis, compañero de bando y de clan, haciéndole un gesto interrogador con la cabeza. Viendo aquel gesto del mago, a la bruja le entraron ganas de contarle un cuento de Bertolt Brecht sobre las Medidas contra el Poder. Pero no había tiempo para aquello. Se acercó a su lado, mientras escuchaba su irónico comentario.

 

—Hola Elvis —saludó, sonriéndole— parece que quieres que te rompan la espalda.

 

Hizo un gesto con la mano, recorriendo toda la sala, mostrándole el hecho, del que seguramente ya se había percatado, de que estaban rodeados de supuestos mortífagos, que apoyarían cualquier disparate de un miembro de la Marca Tenebrosa.

 

—Ya sabes, siempre fieles, aunque tengan que agachar la cerviz y seguir como borregos a indolentes, indignos e imprudentes ministros. —Dándose cuenta de que no había respondido al gesto interrogador de Elvis, añadió con voz muy baja, para que sólo él pudiera oírlo —mi padre me mataría si pongo a la Malfoy en contra de algo como los Sagrados Veintiocho, aunque créeme, no lo haría por las razones que todos darían por obvias. —Sonrió. —Lo cierto es que, como Malfoy, nadie puede negarme la entrada en este círculo. De hecho, si lo hicieran, si dejaran de contar con una familia como la Malfoy, ellos mismos se desacreditarían, porque no hay familia de sangre más pura que la nuestra. Y esta circunstancia me permite obtener información que nos será valiosa en el futuro.

 

Algo tocó su mente, intentando penetrar en ella. Su barrera oclumántica se activó de forma inmediata, mientras se giraba con rapidez, observando a la multitud. Pudo detectar enseguida quién había intentado entrar en sus pensamientos. ¡Cissy! La conocía lo suficientemente bien como para haber detectado sus pautas mentales a la primera. Hola, Cissy. Te pillé -le trasladó mentalmente- . ¿Crees que habrá subvenciones del Ministerio para las Sagradas Familias aquí reunidas? Cerró su mente a cualquier otro pensamiento, incluso a la jocosa satisfacción que le estaba produciendo aquel breve contacto mental.

 

—¿Cómo crees que acabará esto, Elvis? —Preguntó, volviéndose de nuevo hacia el mago. —Presiento que estamos en la cima de un polvorín.

 

 

 

 

@ @ @

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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