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Calles de Londres


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Le era imposible quitar la mirada de las estrellas que en ese momento se posicionaban débilmente al Este de Londres. Esa concentración se debía a la necesidad de reconocer el nombre de la constelación. Lo sabía, la reconocía pero no la recordaba. Estuvo unos segundos, desde su percepción, escavando en lo más profundo de su recuerdos, como si se tratara de una situación que merecía total importancia, pero lo recordó, era Cassiopeia.

Suspiró de manera abatida. Le provocaba ansiedad no poder responder una incógnita como tal, pero luego de hacerlo se sintió aliviada. Inhaló el aire gélido y vespertino de esa calle tan concurrida. Si habían trascurrido cinco o seis horas de su llegada, no lo sabía. Era su día libre y había decidido recorrer ese lugar para visitar vitrinas. Claro, eso respondería si alguien la increpara para preguntarle el propósito de su visita, pero lo cierto era que necesitaba hallar información sobre los avistamientos de criaturas mágicas que se habían estado reportando en las última semanas.

Sin embargo, era difícil mantener sus pensamientos en eso cuando se acumulaban cientos de locales interesantes. Había aprovechado ese tiempo para visitar una librería donde también cumplía la función de cafetería ofreciendo café y galletas, lo cual era tentador considerando al clima. A pesar del aspecto obsoleto la Librería-Café, sólo contenía los títulos más recientes de la literatura a simple vista; quizá, de haber buscado más conseguiría los clásicos.

— Lo siento —dijo, de manera automática, al sentir que había chocado con alguien.

Se sintió avergonzada, en especial porque le había hecho tirar un ejemplar de un periódico local cuyo título empezaba con la palabra "apariciones". Lo recogió y tras ver que la persona actuaba con total normalidad, le preguntó: — Disculpa... ¿puedo quedármelo?

Para su sorpresa la respuesta fue afirmativa. Al sentir el grosor del periódico lo supo, era suave y delgado; quizá lo repartían de manera gratuita. Suponía que no podía contener más de diez páginas. Le agradeció complacida mientras pensaba en toda la información que podían contener. Sabía que existía la posibilidad de que lo que se decía ahí era falso, pero necesitaba saber hasta donde.

De pronto, ocurrió algo. Algo que le había hecho dejar la lectura de la primera página del periódico. ¿Qué estaba ocurriendo? En el cielo se podía ver, ¿escobas voladoras? Las personas a su alrededor comenzaron a alterarse.

 

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Ayudar, a quien lo necesite.
No había tiempo para más charlas, el voto de confianza fue dado ante la inminencia de un ataque, y casi sin pérdida de tiempo, el hombre había usado la varita para conjurar hechizos que les dieran tiempo a huir. Para Rory, sin embargo, no era tan sencillo seguirle el ritmo. No era un hombre de batallas, ni siquiera de ciudad, así que fue un grito más apremiante el que finalmente hizo que comenzase a andar, por el interior del departamento, escapando de los perseguidores que ya se encontraban también dentro.
Mientras el hombre, exudando tensión por cada uno de sus poros, no paraba de hacer hechizos que impidiesen avanzar a los otros, Rory comenzó a trazar la mejor ruta de escape, sobre la base de los conductos que ya existían para tal fin en aquel edificio. Y es que, incluso en tiempos como esos, su labor tampoco estaba exenta de peligros, o ataques de gente intolerante.
Era por eso mismo, que todo espacio de reunión que poseían, contaba, indefectiblemente con puntos desde los cuales activar trasladores. Dejó al hombre conducirse en esa escapatoria, en la medida que eso lo acercaba al pasadizo secreto, y aunque le había parecido excesivo el resguardo con un lobo (no quería ni imaginar lo que las fauces de esa criatura podrían hacer sobre la carne y piel de esos tipos), con el animal custodiando, fue más sencillo dar unos cuantos golpes formando una cruz sobre una estantería para que esta se abriera al medio, dejando ver un cuarto más estrecho, repleto de objetos aparentemente desechables y en desuso.
Ya ve que a pesar de que no crea en mi palabra, en Salmos 121:7-8 está puesto con toda claridad "el Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre". — con un gesto sereno, en el tropel de cosas, tocó con su varita una vieja bota, que a los segundos emitió un brillo azulado — no depositar mi fe irracionalmente en la magia, no quiere decir que no la utilice, joven. Iremos a un refugio que conozco. Ya allí podrá decidir que es lo que más le conviene.
Ante todo buscaba evitar derramamientos de sangre innecesarios, de forma que a una cuenta regresiva, al tocar el objeto, tanto el vampiro como él desaparecieron del lugar. El lugar donde reaparecieron se mostraba sereno, pero al alzar la vista, la multitud de escobas sobrevolando los cielos mostró la falsedad de aquella primera impresión. Todavía muchos muggles, con todo el peso de la rutina y los audífonos a todo volumen en los oídos no habían notado el fenómeno, pero ya otros comenzaban a señalar con el dedo índice en alto aquel fenómeno inusual.
Una mujer que sostenía una publicación entre sus manos captó particularmente su atención. A diferencia de otros, le parecía más intrigada que atemorizada, pero como no estaba seguro si el vampiro querría relacionarse con alguien más, se acercó solo a ella, y encontró en el periódico la excusa perfecta para hablarle.
¿Leyó las declaraciones del ministro? No estaremos a salvo si los pocos que mantenemos un mínimo de conciencia no nos juntamos para hacerle frente a este acto demencial. Del otro lado, ya han empezado a moverse.
Esperaba que ella captase a quiénes se refería con el "otro lado", pero se contuvo de decir más, por temo a que ella pudiese verse abrumada con esa presentación ya de por sí extraña, acorde a las circunstancias que estaban viviendo.

 

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13 de marzo, 00:00 AM.

Mansión Di Médici.

 

La cálida sensación que bañaba su blanca piel rozaba el más divino placer. La llama, encendida sobre leña inconsumible recolectada en el bosque circundante, danzaba con soltura en la central chimenea y cumplía su función como la única fuente de luz de aquel salón. En sus ojos se reflejaba todo aquello: el vaivén del fuego, su proyección en los ornamentales objetos de metal distribuidos para no saturar y el ligero brillo que delataba las copas de vino consumidas hasta la última gota minutos atrás. Su mirada estaba clavada en un punto azaroso de la pared de piedra completamente desprovista de cuadros adrede.

 

Sus dedos, engalanados con uñas falsas de cinco centímetro y de color rubí, se hundían una y otra vez en el pelaje de su adormecido Jarvey, que descansaba en su regazo hecho una bola peluda tan perfecta que apenas permitía intuir su forma original. La respiración calma de su más reciente adquisición traspasaba la delgada tela de la falda de su vestido, llegando a ser percibida por sus sensibles muslos. Disfrutaba de sentir el calor corporal de su parlanchina mascota, a la cual le había enseñado unos cuantos epítetos que repetía una y otra vez en las situaciones más inconvenientes que a una mente bochornosa pudiese ocurrírsele. Sus intervenciones simpáticas resultaban incluso divertidas en ciertos contextos pero aquel no era el caso. Un halo de seriedad rodeaba a Lucrezia Di Médici aquella noche.

 

La negra tinta de aquel periódico, ubicado sobre una mesa ratona emplazada frente al imperial sillón donde la joven aristócrata estaba sentada, parecía resaltar con un brillo especial frente la luz proveniente de la cercana chimenea. Las letras de molde parecían más profundas en aquella ocasión y con cierto relieve, como si sobresalieran del impoluto pergamino sobre las que estaban impresas. Si la intención del editor había sido remarcar la importancia del extenso artículo que ocupaba la primera plana lo había logrado con creces; incluso Lucrezia no descartaba que sobre él recayera un ligero encantamiento para captar la atención del potencial lector. La blonda italiana había obtenido aquella edición, que no vería la luz pública hasta varias horas después, gracias a sus escabrosos lazos con el periodismo local, siempre ansioso por hallar financiamiento barato del Banco Médici. Nunca había visto la necesidad de ejercer su influencia en El Profeta hasta que las circunstancias confluyeron, en esa misma noche, hacia un momento bisagra a punto de estallar.

 

Su mirada recorrió con serenidad el tramo que separaba aquel punto de la pared en el que se había centrado hasta la puerta que había colocado en el centro mismo del salón. Resultaba una obviedad que aquella no era una puerta común y corriente: existía una gemela, ubicada en algún punto de la mansión “Ojo Loco” Potter Blue que ella desconocía. Las semanas que había conllevado su instalación en su hogar propio la habían alejado de la pintoresca propiedad por cuya titularidad había peleado en el pasado. Su ingreso en la convulsionada Marca Tenebrosa había despertado en ella un inusual - y objetivamente excepcional - sentido de responsabilidad frente a la seguridad de las personas que allí moraban. Su principal interés, sin embargo, era salvaguardar la vida de Sagitas Potter Blue, quien pese a sus irreconciliables diferencias le había dado un lugar donde vivir apenas llegada a Gran Bretaña. La hermana de su Thiago se había vuelto parte de una alianza que le era difícil de encuadrar, cuestión que la aquejaba, pero que gustaba de conservar; por ello le había ofrecido una vía segura para conectarse ante una eventual emergencia como la que se había desatado en el mundo mágico apenas horas atrás.

 

Lucrezia entrelazó los dedos de su mano libre con su rubio cabello, lacio y suave. Notó que los pensamientos que en aquel momento fluían por su mente la habían abstraído completamente de la oscura atmósfera que la rodeaba, apenas iluminada por la llama de la chimenea. Incluso, sin darse cuenta, había dejado de acariciar al dormido Jarvey que comenzaba a reclamar con sus pequeños movimiento la atención de su dueño. El orgullo de sentir que tenía todo bajo control, un ancla mental que utilizaba para llevar a cabo sus planes sin titubear, por momentos mermaba debido al disruptivo anuncio del flamante Ministro de la Magia. Pese a que tratase de censurar aquello en los confines de su cabeza, la ansiedad buscaba su camino para salir a la luz. En un ejercicio de relajación, la banquera inhaló una buena bocanada de aire que expulsó apenas notó la apertura de la puerta mágica.

 

- Supongo que no tengo que adelantarte la noticia más urgente. Aunque me cueste aceptarlo, eres muy perspicaz, despierta e inteligente como para saber que Aaron sobrepasó un límite.- anunció, sin darle tiempo a su invitada para dirigirle la mirada.

 

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Pasillos ministeriales. Madrugada de la misma noche.

 

La conferencia había sido precisa y muy clara en relación con la caída del velo mágico ante la mirada de los muggles, a lo menos para el gobierno mágico inglés, y era por esa razón que muchos canales de la televisión no mágica captarían la cierta realidad a la que ellos denominaban como ficción y fantasía. ¿Qué pasaría con los vampiros, o acaso podrían cazar muggles?, ¿qué pasaría con los dragones y las grandes industrias de ganadería y tales?, ¿qué pasaría cuando el necio ser no mágico se diese cuenta de que al final del arco iris no hay duendes y de que éstos, a pesar de ser codiciosos, trabajan la banca financiera de la sociedad mágica?... así y otras, fueron las preguntas que se largaron a viva voz en cuanto dí por terminada la rueda de prensa, cerrando un par de puertas gigantes a mi espalda para dejar el bullicio atrás.

 

El silencio me hizo dar un respiro de alivio ante soportar a la prensa mágica que no escapaba por mucho de la muggle. Algunos pasos se oían a lo lejos, quebrando el eco del susurro de uno que otro cuadro. Ante mi se abría un extenso y ancho pasillo, sombrío por el mármol negro en sus techos y paredes, con una iluminación tenue de no más de tres lámparas de araña que se divisaban hasta el fondo donde me reuniría con los calificados para llevar éste plan a cabo, Ashura era parte de aquello.

 

-Desde la época de Gellert que no se atrevían a tanto...

 

-¡Bien hecho ministro!

 

-¿Cómo que bien hecho?, Arcturus, recuerda que Grindelwald fue un mago tenebroso. La paz que había con los seres no mágicos neutralizaba la balanza...

 

-La cargará hacia nosotros ...

 

-¿Nosotros?, tú estás muerto y yo también, son las futuras generaciones las que sufrirán éste descalabro total. ¡Inconcebible señor Black!...

 

-¿Inconcebible?- cuestioné, deteniéndome ante unos cuantos magos que me siguieron el andar por cada cuadro que decoraba el pasillo. Se amontonaron y atentos para oírme- inconcebible es que la sangre pura se diluya entre los no mágicos y nazcan brujas o magos ¡sin siquiera tener la capacidad de volar una escoba!, inconcebible es que los cursos se retrasen porque ciertas personas mestizas no tengan la habilidad innata de un mago para hacer una poción y que la misma no le explote en la cara, inconcebible es que el muggle no vea la realidad que les depara el mundo natural y comprender que estamos por sobre ellos...

 

-¿Y quién eres tú para determinar si estás o no por sobre esas personas?- contestó otro regordete que asomaba su rostro entre las pinturas mágicas- ¿crees tener el poder por sobre Japón?, te recuerdo que son ellos quienes controlan y castigan las sanciones por violar el estatuto secreto...

 

La silueta de la bruja me vino a la mente en cuanto me nombraron a la comunidad nipona; su tez pálida con un ligero toque rosa en los pómulos y una mirada tan gris como la mía divagaban de un lado a otro en la oficina ministerial. Ella era ahora la regente de toda la sociedad mágica en Japón y con ello no habría castigo que me cayese, salvo claro, uno que otro rebelde al cual pensaba contener. Entre más días pasaran, más fuerte se haría el séquito...

 

-No tengo el poder sobre Japón, anciano- comenté con ligereza en un tono sutil y característicamente inglés- pero conozco la llave y tiene nombre...

 

-¿Y quién es?...

 

-No te lo diría...- sonreí levemente para seguir mi camino.

 

Esperaba que Ashura haya recibido la lechuza que le indicaría la presente reunión donde seguramente llegarían otros con quienes había hablado días anteriores. Sinceramente esperaba localizar a Arya con quien no había tenido contacto hace ya bastante tiempo.

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13 de Marzo

Clínica Santos Mangos

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Habian conseguido salir de un cuadro misterioso y extraño pero para cuando se habían dado cuenta, incluso los búlgaros que habían estado tratando de tirar abajo aquel local, se habían esfumado; había estado empapada, con las ropas echas garras y despeinada a más no poder, con sangre corriendo por las heridas y recordándose que tendría que darse unas cuantas transfusiones con tal de no tener que usar el llamamiento básico de los suyos a morder

Aunque se alimentaba de aura, eso no significaba que lo que le corria por las venas apareciese por sí sola

-Bueno... al menos todos estamos vivos... -había murmurado antes de partir en dirección de su hogar, pensando que aquellos ataques eran cada vez más extraños y seguía sin encontrarles un sentido; era como si los países se volviesen locos para de repente, volver a la calma, casi como si estuviesen esperando por un nuevo aviso, una señal...

Algo que les dijese que era la hora de atacar nuevamente

Y por lo tanto aquel día, aún con todo aquello en la mente y teniendo tan poco tiempo desde que saliese de las clases a las que se había inscrito (nunca se estaba lo suficientemente preparado para el ataque de cualquiera de esos locos) había decidido darse una nueva vuelta por Santos Mangos; era su clinica, su hospital y su vida por lo que como dueña y directora tenía que darse la vuelta de forma obligatoria a sus labores en el Ministerio

O al menos así las comparaba

-Me retiro! -avisó a su familia en la casa Snape cuando un mensaje llegó hasta sus manos vía lechuza -esto es de Alessandra -murmuró frunciendo levemente el ceño, un mensaje en el cuál le estaba pidiendo que estuviese preparada en caso de cualquier eventualidad ya que... algo había cambiado -Voldemort, qué hizo este Ministro esta vez? -gruñó

Resopló a través de la nariz y se acomodó mucho mejor la capa en los hombros

-Cambio de planes! -anunció con fuerza en su hogar - @@Lisette Ryddleturn , @@Ashley Peverell ,las quiero a las dos reportándose en Santos Mangos ya que parece que tendremos que atender y recibir de emergencia... yo iré a reunirme con Alessandra para informarme mejor de la situación... hay que movernos!

Les dijo a las dos chicas y haciendo esto, desapareció de su hogar rumbo a buscar a su sobrina

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13 de Marzo. 05:00 a.m

SAN MUNGO

 

 

Alessandra estaba preocupada por su esposa, desde que había vuelto a San Mungo volvían a tener que alejarse días largos y noches enteras.

 

Suspiró.

 

Encima con todo lo que había dicho el día anterior el Ministro el hospital recibió tantas llamadas de emergencias que no daban a basto, su padrino parecía querer sacarse los pelos de la cabeza cada vez que sonaba la alarma y la Delacour no estaba mejor, sino fuera por las pociones rehabilitadoras en este momento Alessandra misma estaria internada por loca.

 

Era su primer momento en que pudo escatimar a todas las emergencias que habían tenido y se dirigió a su oficina a tratar de descansar un momento cuando unos gritos la hicieron sobresaltar como la alarma de emergencia.

 

-¿Porque ahora?- se quejó.

 

Se levantó de su sillón para correr a ver que estaba pasando, no esperaba toparse a Arya llena de sangre tapando una herida en el abdomen, un horrible escalofrío recorrió su cuerpo que se lleno de sudor frío al pensar cualquier posibilidad de que la pelirroja fuera lastimada por proteger a alguien.

 

-Arya-chilló corriendo al lado de la Macnair en el momento que traían una camilla y los enfermeros Edward y Austin la subieran en él -consigan bolsas de sangre para una transfusión- pidió la Delacour sacando su varita para que la punta de esta se iluminará para observar los ojos de Macnair.

 

-Arya si puedes oírme que paso?- le pregunto alterada entrando en el box de cirugía.

 

 

 

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13 DE MARZO

En Algún Lugar Alejado…

 

El vampiro había recibido aquella lechuza sin entender muy bien que era lo que estaba leyendo. El mundo mágico se había vuelto loco?. No estaba en Londres pero al leer lo que su ahijada le estaba colocando supo que debía volver antes de que comenzara algún tipo de apocalipsis mágico y hubiera daños colaterales. Como director de la institución de San Mungo, sabía que ahora más que nunca debería estar pendiente, claro estaba, había personas capaces para mantener la institución funcionando mientras él no estaba o eso esperaba.

 

Definitivamente no podía retrasar mucho mas sui regreso a Londres.

 

************

 

13 DE MARZO

SAN MUNGO

6:00 A.M.

 

Justo en el momento que dieron las 6 apareció en su despacho. Aquella aparición había sido exacta. Una vez que piso la institución se encargo de destruir aquel traslador que había utilizado.

 

Recibió el llamado un minuto después. Marcaban las 6:01 am cuando le informaron que alguien lo había mandado a llamar con urgencia. A penas había tocado San Mungo y ya se había ido todo al inframundo.

 

Corrió rápidamente hasta el lugar donde Arya estaba acostada en la camilla sangrando y veía a su ahijada a su lado. De haber sido un mejor momento u otra situación la hubiera molestado diciéndole que no era necesario herir a las personas por quietarle los chocolates, pero sabía que el chiste malo no iba para aquella ocasión, además Alessandra se veía muy preocupada.

 

-Que fue lo que sucedió? –Preguntó- porque ella se encuentra así? –miro a ambas chicas esperando una explicación.

 

Se tratarían acaso de los extraños ataques que la Ollivander le había comentado y el motivo por el cual, aunque ella no confiaba en él y el vampiro le caía mal ella fue a pedirle su ayuda y le había realizado esas extrañas preguntas?

 

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Salió de aquel colegio, ahora marchaba más frecuentemente a Florencia y eso es todo un cambio, ya había hablado con la bruja a cargo de la nueva actividad del peliverde, al menos la más emocionante para él, sea dicho de paso, lo cual en verda le hace sentirse renovado. No es que menosprecie sus años como funcionario del Ministerio Mágico, pero ya era momento de dar un giro de 360 grados a lo que hacía. No se detuvo a escribir alguna misiva, tampoco está apurado para marcharse, por lo que enfilo sus pasos hacia la Galeria Uffizi, donde exhiben "El nacimiento de Venus" y "La anunciación" obras que desea ver para admirar la destreza de aquellos pintores con el pincel... solo esperaba no encontrarse con algún Italiano enfadado y que le reclamara por sus idas constantes a su patria.. esperaba que no, aunque no temia usar su varita para terminar cualquier tipo de enfrentamiento, pero cien veces mejor si solo terminara con aquel deseo y regresaba a Escosia... en algún momento tenía que comenzar con las actividades que le correspondían, aunque su único próposito, era salvaguardar las fuentes mágicas que se localizan en ella y para ello debía comenzar a gestionar algunos salvoconductos... ¡en buena hora se había metido en camisa de once varas! pero ya no era hora de lamentarse, era de actuar y para ejecutar de mejor manera aquello, sería bueno contactar a su amiga...

 

También tenía que acudir al llamado de su amigo, no iba tan bien la situación en Londres, el pelinegro le notificaba de una noticia alarmante para sus conocidos, sobre todo porque no sabían que pensar sobre la declaración del Ministro Aaron Black, al cual el ojimiel conoce y de quien confía en su juicio, tal vez entrevistarse con él no sea una mala idea, termino por aceptar el mago oscuro, así que se apresuro en su itinerario.

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13 de Marzo

De Camino a buscar a Alessandra

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La bruja se detuvo por algunos momentos, frunciendo levemente el ceño mientras que continuaba apretando aquella nota en una de sus manos, todavía con el corazón palpitando fuertemente; aunque de principio había sentido que tenia que ir hacia donde estaba su sobrina, una parte de ella también le estaba diciendo que lo correcto era dirigirse hacia el hospital donde probablemente iba a ser requerida por la emergencia de aquella situación

Aún no terminaba de entender, a nombre de qué de repente el Ministro se había sentido tan impulsivo ante todo?

Bueno, ya había hecho otro tipo de declaraciones durante sus primeras entrevistas, cuando hubiese utilizado de los medios que podía para controlar a una reportera haciendo preguntas incómodas; pero ahora, había hecho aquello de una manera donde apenas y alguien hubiera podido rebatirle, saliendo de las luces en cuanto pudo y segura, de que había dejado más preguntas que respuestas

Se pasó los dedos por la barbilla, antes de girarse con la intención de dirigirse como originalmente se lo habían pedido, hacia la Clínica de Santos Mangos

Si iban a pedirle ayuda para la atención de pacientes significaba que San Mungo iba a tener una buena sobrecarga

Lo mejor sería comenzar a aumentar unos cuantos pisos, solo por si acaso

-Demonios... alguien en la Marca se ha puesto a pensar en darle una pequeña inyección de algo al señor Ministro, antes de que terminemos todos quemados en una hoguera al estilo muggle? -se preguntó en un murmullo mientras se mordía los labios. Aquello, más que una ayuda comenzaba a sentirse como una especie de amenaza para todos en el grupo

Acaso los de la Orden estarían aplicandole un imperius al hombre?... lo dudaba, Aaron era demasiado buen brujo como para permitirse algo como aquello

Entonces, de qué se trataba esa estrategia en realidad?

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Editado por Hayame Snape Potter Black

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Matt Ironwood.

 

Oficina Regional del FBI, Honolulú, Oahu.

 

Mañana del 12 de Marzo.

 

 

La oficina era un hervidero aquella mañana, las noticias sobre el discurso que acaba de dar el ministro de magia del Reino Unido resonaban en todos los presentes, lechuzas y memorandums no tardaron en ir y venir y no había chimenea en la que no se estuviera recibiendo o mandando mensajes por la red flú.

 

El castaño intercambiaba palabras con su vecino de cubículo cuando un memo llegó volando hasta su escritorio, el mago tomó el pergamino y leyó el mensaje escrito por el puño y letra de su jefe, era un citatorio. Se lo había temido desde que llegaron las noticias de Londres pero haberlo esperado no le esfumó la esperanza de que no fuera a suceder pero aquel escueto mensaje destrozó cualquier oportunidad de no partir.

 

Al llegar a la oficina del director Jacksonpoint encontró al mago detrás de su escritorio leyendo un pergamino con el sello del MACUSA.

 

-Buenos días Dr. Jacksonpoint, me llamó - se presentó el Ironwood mientras cerraba con cuidado la puerta detrás de sí.

 

-Así es Agente Ironwood, como sabrá las repercusiones de las palabras del señor ministro Black no se hicieron esperar… tome asiento - el viejo mago apartó a un lado el pergamino oficial - ya el MACUSA está trabajando en la respuesta oficial de nuestro gobierno y por orden del presidente también en la no oficial -

 

-El mundo es una telaraña, todo está conectado y no se puede mover un solo hilo sin que toda la tela tiemble y el hilo que nuestro querido primer ministro británico movió fue suficiente para prácticamente desgarrarla - una sonrisa desganada se dibujó en los labios del viejo mago.

 

-Los Estados Unidos no se quedará estoico y las respuestas por los canales oficiales y no oficiales no se harán esperar, partiras hoy mismo a Los Ángeles, primera parada antes de Londres, sabemos que tienes familia allí y has trabajado en conjunto con sus aurores, necesitamos ojos, oídos y hombre en Reino Unido para actuar en caso de que sea necesario y antes de que la frontera cierre, ¿entendido? -

 

《Fidelidad, Valentía e Integridad》 aquellas palabras resonaron en la cabeza del ojiazul, no tenía otra opción - Entendido -

 

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