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Prueba de Animagia #27


Suluk Akku
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La situación con Kaori le pareció curiosa. Quizá se debía al hecho de que era la primer estudiante que acudía a su clase en condición de embarazo. Si bien, aquello serviría como punto de partida para clases futuras, notaba que la oriental no se veía muy convencida de lograrlo, a pesar de que Suluk pensaba lo contrario.

Pero, ¡mi niña! No dañarás a tu bebé al transformarte. exclamó negando con la cabeza, mientras se mordía el labio inferior, pensando en una alternativa. Habíamos tratado este tema antes, tu descendencia está protegida. No veo riesgo alguno, a menos que la transformación te suponga un esfuerzo mayor. Pero, descuida, que la prueba, si bien no se adaptará para favorecer a nadie, no debería causarte problemas.

Después de todo, no era la prueba de Animagia para convertirse en Arcano, aquella que el amado de Suluk había realizado, y fracaso, lo cual le había conducido a una inevitable muerte. Al ver que no había más comentarios por el momento, decidió continuar con su planteamiento.


Entonces, el momento ha llegado. anunció Suluk Akku, golpeando el suelo con la Vara de Cristal. Síganme, por favor. Si así lo desean, claro.

Abrió un portal a sus espaldas, indicándole a Kaori y Cissy que ingresaran con ella. Sonreía como una abuelita que ve crecer a sus nietos, por lo que no tenía duda de que se desenvolverían sin problemas en lo que tenía planeado para ellas. Le daba la oportunidad a la oriental de unirse a la prueba, pero tampoco la reprocharía si decidía alcanzarlas después. Dejaron atrás a la manada de lobos-humanos, para adentrarse en la oscuridad del Fulgura Nox.

Finalmente, la Arcana de Animagia presidió la salida de la brecha, extendiendo ambos brazos al percatarse de que habían llegado al destino que deseaba. Ese espacio, sin embargo, era reducido. Un jardín bastante cuidado, pero con la peculiaridad de que estaba rodeado por una serie de gradas de madera. El final del túnel, que era dónde se había materializado el portal, pasaba desapercibido debido a los tres postes de gran elevación, cada uno con un aro en la punta.

Bienvenidas a la tercera prueba del Torneo de los Tres Magos. Verano de mil novecientos noventa y cinco, si la memoria no me falla.

Ante la mirada de desconcierto de sus dos alumnas, pues los espectadores en sus asientos no parecían haberse inmutado ante la aparición de tres personas en medio del campo de quidditch, Suluk les pidió que acudieran a su encuentro, ahí en la entrada del fatídico laberinto que llevaba a la copa del Torneo.

Estamos en el pasado, cómo se habrán dado cuenta. Pero los poderes del Fulgura Nox funcionan diferente de un giratiempo. explicó, quería ser muy clara en el hecho de que el sitio en el que estaban, no era del todo real. Los eventos que aquí acontecieron no pueden cambiarse, estamos aquí, como meros visitantes... Similar a cuando usamos un pensadero.

Conservaba su varita en su forma cristalina, por lo que la sostuvo con ambas manos, lista para echar a andar. Ahí comenzaría la primera etapa de la prueba.

Quiero que ambas ingresen al laberinto. Si bien, los participantes no podrán interactuar con ustedes, los peligros ahí dentro sí serán reales. Sean cautas.

Les tendió un mapa a cada una, como acto de buena fe. No pretendía que llegaran a dónde la copa, sino a uno de los descansos del laberinto, en el que ella se encontraría para llevarlas a la siguiente prueba. A partir de la entrada, cada una debía seguir un camino recto, aparentemente despejado, de un kilómetro aproximadamente. Después de ello, los cuatro senderos se intersectarían en un solo camino de unos diez metros que desembocaba en el punto mencionado por la Arcana, marcado por una equis.

Les recomiendo que adopten sus formas animales para que el trayecto sea más fácil. Recuerden lo que han aprendido, sea poco o mucho, les ayudará a resolver situaciones sin tener que volver a ser humanas. Las estaré esperando para continuar con su prueba.

Comenzó a caminar con tranquilidad hacia el acceso en el centro del seto. Se giró para contemplar a sus alumnas una última vez, y se desapareció hacia el punto que les había indicado.

 

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Kaori M.

 

No, la transformación no le suponía ningún esfuerzo. A esas alturas le resultaba algo tan natural como respirar, por otra parte, había entendido a la perfección que su bebé no corría peligro alguno cuando ella estaba en su forma animal, la verdadera preocupación de la pelinegra era que tenía miedo de que algo le pudiera pasar a ella mientras daba la prueba ya que estas nunca eran sencillas.

Estaba por expresar ese temor cuando la Arcana luego de golpear el suelo con la vara de cristal, abría un portal y les pedía que la siguieran. Lanzó un suspiró y finalmente decidió seguirla, quería realizar la prueba y acabar con la clase para poder regresar a casa y descansar.
El cambio en la temperatura del ambiente era notorio, atrás había quedado el frio y ahora el clima era cálido, recorrió con la mirada el lugar tardando un poco en identificar donde estaba. «Un estadio de quidditch» pensó girando sobre si misma para observarlo todo, entonces reconoció, a lo lejos, el colegio de Magia y Hechicería Hogwarts. Había jóvenes magos y brujas animando desde las gradas lo que parecía ser un evento importante, pero no parecían verlas «Un recuerdo» pensó, aunque se sentía demasiado real, no, era diferente.

—Increíble…—susurró la bruja luego de escuchar la explicación de Suluk. Había leído en muchos libros de historia sobre ese acontecimiento, pero jamás se le ocurrió visitarlo usando el fulgura, de hecho, no era amante de los viajes en el tiempo, por experiencia propia nunca dejaban nada bueno, era una suerte que estuvieran ahí como meros espectadores, ya que cambiar la mínima cosa podía ocasionar algún desastre en la línea temporal.

Tomó el mapa que la anciana les entregaba a cada una y se apresuró a memorizarlo, algo que no le costó mucho trabajo gracias al entrenamiento que había recibido en el Simposio, organización a la que pertenecía desde que tenía memoria. Tenían que llegar a uno de los descansos del laberinto, sorteando los peligros que los campeones habían tenido que superar. «ok, no parece complicado» pensó guardando el pergamino en el bolsillo de la túnica. Luego de una recomendación final, la arcana desapareció.

Trató de concentrarse en lo que debía hacer y apartar la creciente curiosidad que sentía por seguir los pasos de los campeones y observar de primera mano lo que había sucedido en el interior del laberinto «No, vamos a terminar con esto rápido» se dijo a si misma intentando apartar ese instinto que muchas veces solo conseguía ponerla en peligro.

—Bueno, aquí vamos. —Comentó transformándose en una hermosa y mortífera mamba negra, era la prueba para animagia así que trataría de llegar a donde la Arcana sin volver a adoptar su forma humana. Mientras se deslizaba hacía el interior del laberinto, estaba repasando en su mente todo lo que sabía sobre el este, al menos lo que había leído.
Detrás de ella los setos cerraron la entrada, el interior era oscuro y había una ligera neblina que lo cubría todo, las paredes del laberinto parecían ser más altas vistas desde el suelo «ok, más o menos un kilómetro en línea recta» pensó sin dejar de deslizarse y de sacar su lengua bífida cada cierto tiempo para identificar algún tipo de peligro. Parecía estar todo tranquilo, pero ella sabía que en ese lugar había, dementores, escregrutos de cola explosiva, lasos del diablo y una peligrosa esfinge.

Si sus cálculos no le fallaban y confiando ciegamente en el mapa estaba cerca de llegar a uno de los senderos que le conducirían al lugar designado por la Arcana para el encuentro, pero estaba resultando demasiado sencillo y había aprendido que nunca era tan fácil. Entonces escuchó unos pasos detrás de ella, era uno de los participantes del torneo, pero parecía estar fuera de sí. Kaori en su forma de serpiente se hizo a un lado ocultándose entre los arbustos para dejarlo pasar.

«Maldición» pensó la bruja cuando observó que las ramas parecían cobrar vida y querían atraparla. Se deslizó hacia arriba zigzagueando y evitando con gran habilidad cada uno de los intentos que hacía la planta por sujetarla. Cuando llegó a la cima la niebla era más espesa y aun así podía escuchar al lazo del diablo abrirse paso en su afán de aprisionarla. Dejó que subiera hasta donde ella estaba y luego volvió a bajar haciendo gala de su gran flexibilidad y velocidad para así evitarlo.

Cuando llegó al suelo una vez más se apresuró a alejarse de la mata y continuar con su camino, haciendo una nota mental para no volver a acercarse demasiado a las paredes del laberinto pues seguramente había más plantas como esas esparcidas por todas partes. Al poco rato llegó a las intersecciones que había leído en el mapa, así que tomó la que estaba a su lado derecho, varios metros más adelante la figura de una enorme criatura con caparazón gris al cual reconoció de inmediato, era un escreguto de cola explosiva y estaba justo en medio del camino que debía atravesar y lo que era peor, ya había notado que estaba ahí.

No retrocedió. Kaori a pesar de tener casi cuatro metros de largo, no tenía mucha altura, sin embargo, eso era una ventaja pues era rápida, ágil y sobre todo muy venenosa, solo debía darle un par de mordidas en la parte blanda del estomago de la criatura y dejar que muriera. Quizá por el tamaño del animal, unos tres metros de alto, le llevaría un par de minutos hacerlo, pero el dolor y el efecto progresivo del veneno le darían tiempo suficiente para escapar. Por otra parte, ella solo tenía que evitar el aguijón y el fuego. «Pan comido» pensó evitando el primer ataque sin dejar de sisear mientras se deslizaba rápidamente por el cuerpo del animal con el afán de distraerlo.

El caparazón era duro, podía ver lo filoso que era el aguijón y por un momento sintió miedo de que pudiera asestarle un golpe, no podía perder tiempo, tenía que morderlo lo más rápido que pudiera. Se dejo de juegos deslizándose hacía abajo en la primera oportunidad, aun cuando el animal se movía con desesperación intentando hacerla caer, momentos antes de que lo consiguiera, Kaori clavo los colmillos y descargó una gran cantidad de veneno, quizá eso sería suficiente, pero quería estar segura, así que volvió a morderlo un par de veces más.

Como era de esperarse aquello molestó aun mas al animal, pero ella haciendo caso omiso a la nota mental que tan solo minutos atrás había hecho, optó por refugiarse entre los arbustos y esperar el tiempo suficiente para que el veneno lo matara. Fue una suerte que en esa parte del laberinto no hubiera otro lazo del diablo que le diera problemas. Sin apartar la mirada del animal, fue testigo de cómo, poco a poco, este fue perdiendo la vida, cuando fue seguro bajó de su refugió y continuó el caminó hacia la arcana.

—Siento la demora… —Se disculpó volviendo a adoptar su forma humana cuando estuvo frente a la viejecita. —Me topé con un Escregruto con muy mal genio —comentó, aunque estaba segura de que la Arcana había presenciado todo, después de todo era una prueba y se la iba a juzgar por todo lo que ahí sucediera.

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Castalia Macnair

 

Me había quedado mirando a la Arcana mientras ésta hablaba, totalmente consciente de que mi siguiente paso en todo eso sería la prueba final para obtener la habilidad y, con ella, el anillo que me vinculaba. Había esperado este momento por largo tiempo, más del que podía expresar y ahora que ya estaba por comenzar la parte final de mi camino, sentía un nudo apretando fuerte en mi estómago. Sólo asentí, no podía expresarme de otra forma mientras Suluk había un portal y nos transportaba hacia... ¿dónde estábamos? Si ella no hubiera explicado lo que sucedía, bien podría haber pensado que estábamos en realidad en Hogwarts en mil novecientos noventa y cinco y que, quizá, sería mi oportunidad de llevar a Harry Potter de forma eficiente hacia su muerte y, luego, hacia la victoria del Señor Tenebroso y el comienzo de una nueva era oscura. Pero no, Suluk fue clara: no había forma de que alteráramos nada porque aquello funcionaba más como un pensadero que como un viaje al pasado. Tomé el mapa que nos entregaba y con un asentimiento me despedí de Kaori, esperando verla luego frente a la Arcana. Una parte de mi se preocupó por ella, pero aún así tomé una dirección diferente.

 

Al principio me adentré en el laberinto en mi forma humana a pesar de que Suluk nos había dicho que podríamos sortear con mayor facilidad los obstáculos si nos transformábamos, pero quería ver qué había dentro. Yo había estado sentada en las gradas durante el Torneo, dos años más chica que Harry Potter, abucheándolo mientras esperaba que Viktor Krum saliera victorioso con la copa. Lo recordaba como si hubiera ocurrido el día anterior, pero no me giré para ver la pequeña versión de mí misma antes de que mi mundo se desmoronara años más tarde por culpa de... alguien a quien no quería recordar. Mientras avanzaba rosando los setos verdes con las manos, un escalofrío recorrió mi espina y, automáticamente adopté la forma de hurón.

 

¡Menos mal! Al doblar la primera esquina me encontré con un par de pinzas enormes y ocho ojos astutos que escudriñaban la oscuridad, olisqueando el aire me di cuenta, en busca de su presa.

 

-Oh.... te huelo... - dijo con la voz femenina hueca, moviendo sus enormes patas peludas para intentar averiguar dónde debía pisar para sostenerme mientras me deslizaba pegada a los setos, evitando cualquier contacto con la araña gigante que quería arrancarme la cabeza. Podía ser que todo el laberinto fuera una ilusión muy consistente, que los gritos y vítores de los alumnos emocionados por el campeonato fueran sólo un recuerdo de aquel año, pero la araña que estaba frente a mí, escudriñando alrededor, saboreando el aire y quitándome el aliento de los pulmones con cada chasquido de sus pinzas, era totalmente horripilante y real-. Ven.. pequeño bocadillo...- arrastró las palabras y tragué con dificultad.

 

Debía correr, lo sabía, no podía quedarme hecha un rollo de pelaje blanco en un costado del laberinto porque claramente fallaría antes de comenzar la prueba. Así que tomé coraje y, todo lo pegada al seto que pude, comencé a corretear tan veloz como mis cortas patas me lo permitían. La araña se giró, chasqueando y gruñendo, oliendo y saboreando, sintiendo el pasto bajo sus pies que se movía con una fría brisa fantasmal y anormal. Pero seguí, seguí mientras el miedo invadía mis venas e intentaba paralizar mis músculos. Seguí hacia adelante, esquivando las patas peludas y asquerosas. Seguí hasta que cada pelo me dolió en el diminuto cuerpo y logré doblar por una esquina. Volví a mi forma humana.

 

-Mmmm... humano...- dijo otra voz femenina, sensual, seductora. Había estado mirando en dirección contraria por si la acromántula me seguía y no había notado que, frente a mi, ocupando todo el corredor del laberinto, había una esfinge tan alta que parecía absorber la luz alrededor. Me quedé helada-. Un acertijo debes responder, de otro modo no podrás proceder- dijo de forma enigmática, mostrando una enorme hilera de dientes puntiagudos-. Si la respuesta no sabes, tu carne comeré. De otro modo, pasar te dejaré- continuó, moviendo sus patas felinas para mostrar sus garras diseñadas para asesinar.

 

-Adelante- la incentivé, sabiendo que si no respondía bien mi única carta por jugar era transformarme y tratar de rebasarla en mi forma de hurón.

 

-¿Dónde hay ríos pero no agua? ¿Bosques pero no árboles? ¿Ciudades pero no casas?- preguntó.

 

En algún lado la había escuchado. Estaba segura. La esfinge movió su cabeza y volvió a sonreír, como si ya pudiera saborearme.

 

-Un... ¿mapa?- respondí.

 

El rostro de mujer dejó de sonreír y bufó como lo haría un gato, poniéndose de pie para dejarme pasar. El corazón saltó de mi pecho pero no esperé un sólo segundo a ver si en realidad me estaba haciendo una broma. Me transformé, sintiendo cada músculo ceder hasta la forma que debía tomar y comencé a correr como alma que lleva al diablo. Ya había desperdiciado demasiado tiempo. Nada más abandonar a la esfinge, sabía que el camino marcado por la Arcana estaba cerca, pero entonces sentí pequeño látigos azotar la tierra.

 

<<Demonios>> maldije, mientras los tentáculos de un lazo del diablo se extendían intentando aprisionarme mientras corría en forma de hurón. <<No hice todo esto para perder mi posibilidad de obtener la habilidad>> y comencé a correr con rapidez, mordiendo los lazos que llegaban cerca de mi hocico. Entonces, los setos comenzaron a cerrarse, intentando aplastarme y tuve que dar pequeños saltos para evitar tanto a las enredaderas como a los setos. Todo ese maldito lugar quería acabar conmigo. No lo iba a dejar.

 

Caí de bruces al saltar por un pequeño hueco antes de que el último tramo se cerrara y aterricé a los pies de Kaori, quien estaba en su forma humana. Me levanté en mis patas traseras y, con dificultad, me transformé. Mi túnica estaba rasgada, tenía el cabello lleno de ramas y el rostro seguramente sucio con tierra.

 

-¿Llegué a tiempo?- pregunté, apoyando mis manos en mis rodillas para tomar aire.

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La arcana aguardaba, expectante, a que sus alumnas llegaran a su encuentro. Tal como predijo, no tendrían dificultad alguna en sortear los obstáculos del laberinto. Si bien, para los cuatro campeones, habían resultado complicados, ellas parecían no haber tenido tanto problema. Lo había observado todo, en su forma de gaviota ártica, sobrevolando los setos, y gracias a su conexión con las criaturas criaturas que les habían atacado.

Bien, bien. afirmó Suluk, apoyada en la vara de cristal. Se separó momentáneamente de ella para dar una vuelta alrededor de sus pupilas. De haber participado en el torneo de los Tres Magos, probablemente habrían sido finalistas, estoy segura.

Sonrió con parsimonia, retornando al lugar en el que había estado de pie. Correspondía entonces, hacerles unas cuantas observaciones, más que críticas, eran comentarios respecto a su actuar para librarse del peligro. Comenzó con la esposa de Aries, que fue la primera en llegar.

Muy interesante la forma en que te libraste del escreguto, Kaori. Te valiste de la elasticidad y mortalidad de la mamba negra. Queda claro que, a pesar de que es una transformación un tanto complicada, comienzas a dominarla, y no el animal a ti.

Entonces, giró su mirada a Cissy.

Parece que tú la tuviste un poco más... complicada, ¿no, Cissy? Una acromántula habría sido suficiente, pero la esfinge. sacudió la cabeza. Aceptaba la existencia de la cadena alimenticia, pero no toleraba las muertes en el reino animal, si no tenían fundamento. Sacaste favor de la agilidad del hurón sin pensarlo dos veces. Es un animal sumamente escurridizo, consciente del peligro a su alrededor.

Debían continuar. Si bien, los poderes de Suluk eran amplios, no podía mantener la ilusión del año 1995 para siempre. Abrió dos portales a sus espaldas, cada uno, las llevaría de vuelta a su futuro. Es decir, a la época presente. Antes de invitarlas a cruzar, les explicó en qué consistiría su siguiente tarea.

Antes le explicaba a Kaori la importancia de dominar al animal, y no dejar que éste te domine a ti. Bueno, he hecho el comentario todaaa la clase, así que vamos a ponerlo en práctica.

Señaló el que estaba a su izquierda, que correspondía a la Macnair. Del otro lado, podía vislumbrarse de un extenso jardín, sano, por la tonalidad del césped, flanqueado por una casona monumental. En apariencia, pertenecía a alguna familia mágica de Ottery, pero las apariencias podían engañar.

Cissy, tu tarea en este caso, es conseguir un diamante que la familia tiene a su resguardo. dirigió la mirada a la aludida, a la espera de que externara alguna duda. ¿Y cómo usarías tu forma animal? Es simple, el hijo de la familia tiene un hurón, que ha sido momentáneamente desplazado. Debes hacer un buen papel, pero no tan bueno, o tu esencia animal podría salirse de control.

Acto seguido, le comentó a Kaori lo que consistía para su prueba, aunque ya estaba más que claro, que el otro portal le correspondería a ella. Lo que había del otro lado, le resultaría familiar, pues era un ecosistema africano.

Temo decirte, que regresarás al hábitat natural de las mambas negras. Han mordido a un explorador, y si dejas que el veneno se extienda, probablemente muera. Quizá se lo haya ganado, pero eso no lo decidiremos ahora. Debes ir y extraer la toxina...Pero, cuidado de que te vean las otras, porque quizá no reaccionen muy amigables.

Tendría que morderlo, pero aquello supondría una tentación a inyectarle más veneno, que sería interesante analizar. Suspiró, sacando la vara de cristal del pequeño hueco en el suelo en el que la había clavado. La ilusión a sus alrededores comenzaba a tornarse borrosa. Ella haría lo propio para salir de ahí, para poder seguirle la pista a las dos.

Estaré observando...Bueno, sintiendo su progreso, gracias a la conexión de animagia que compartimos. No duden en preguntar, si tienen alguna inquietud...Aunque, creo que a estas alturas, podrán hacerlo muy bien.

Una vez que ambas cruzaron sus portales, la arcana abrió otro portal para regresar a la época actual.

 

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Kaori M.

 

Algo le decía que la arcana no aprobaba del todo, el método que había empleado para librarse del escreguto, pero, desde pequeña le habían enseñado a usar a su favor cada una de las habilidades que tenía y el letal veneno que obtenía al transformarse en su forma animal, era precisamente un extra que podía usarlo para salir de algún apuro, precisamente eso era lo que había hecho con el escreguto.

 

No comentó nada pues enseguida empezó a hablarle a su compañera, quien acababa de unirse y al parecer también había tenido que sortear algunos obstáculos dentro del laberinto. Una Acromantula y la Esfinge, sintió alivio de no haberse cruzado con esos dos animales, no porque les tuviera miedo ni nada por el estilo, es solo que ya deseaba llegar a la pirámide, enfrentarse a esas dos criaturas le hubiesen supuesto un mayor desgaste de tiempo y energías.

 

Observó a la anciana abrir dos portales, al parecer el camino a partir de ahí, para las dos alumnas sería diferente. Escuchó atenta las indicaciones que le estaba dando a su compañera y sin duda sería un reto, pues consideraba que era muy fácil perder el norte en una situación en donde la parte animal se sintiera muy cómoda. Cuando se giró hacia ella su mirada se posó en el otro portal, el que sería para ella.

 

—Creo que hice un par de “amigas” ahí —Comentó la bruja cuando escucho que volvería al hábitat de sus iguales, la verdad era que las mambas eran solitarias, aunque interactuó con algunas, eran desconfiadas por naturaleza y más aun si se acercaban demasiado a sus madrigueras.

 

Siguió escuchando lo que deseaba que hiciera y entonces su mente se quedó en blanco ¿Cómo se supone que iba a quitarle la toxina del cuerpo del hombre? Una mamba negra inyecta en cada mordida una cantidad considerable de una neurotoxina que, aunque ella succionara una parte, no bastaría para salvarlo. Lo que la Arcana le estaba pidiendo era un imposible y se lo iba a decir justo en el momento en que todo a su alrededor empezara a desdibujarse.

 

Se transformó nuevamente en una mamba negra y atravesó el portal. No estaba muy lejos de donde el explorador se encontraba quejándose a causa del dolor de la mordida. Cerca de él y aun en posición de ataque estaba una serpiente ‹‹Hola ¿Qué pasó? ›› preguntó sin acercarse demasiado al hombre ‹‹Se acercó mucho a mi nido ¿De dónde has salido tu? Hace mucho no te veía ¿Ya mejoraste en tu forma de cazar? ›› le preguntó la serpiente ‹‹No, sigo siendo muy mala. ›› le respondió y luego añadió ‹‹Podría morderlo otra vez y asegurarnos de que no se vuelva a mover››

 

‹‹Hazlo, aunque creo ya tuvo suficiente›› le respondió su igual. Observó que dos serpientes estaban en lo alto de los árboles observando lo que pasaba. Aquello no sería sencillo, pero debía intentarlo, zigzagueando y sin dejar de sacar la lengua Kaori se acercó hacia el hombre que empezaba a perder la movilidad de la extremidad afectada ¿Qué tiempo había pasado desde la mordida? Quizá un par de minutos, pero el veneno era muy rápido, sin embargo, tenía que intentar succionar al menos una parte, así que abriendo su negra boca y aunque en primera instancia sus colmillos aparecieron amenazantes, Kaori los replegó, no quería inyectarle más veneno.

 

Como si estuviera en su forma humana la serpiente succiono el veneno y luego lo escupió, pero, no era suficiente, la mínima cantidad que ya se encontraba circulando por el torrente sanguíneo del hombre, lo mataría. ‹‹recuerdas que te conté que era diferente… una bruja. Bueno quizá tenga que adoptar mi forma humana, por favor no me ataques. Solo deseo salvar a este hombre, enviarlo con los suyos y a mi… a mí no me volverán a ver›› dijo para que todas la escucharan, en realidad no quería lastimarlas.

 

No esperó a que respondiera, pues cada segundo que pasaba el veneno estaba haciendo de las suyas, así que abandonó una vez más su forma animal, aunque antes se aseguró de quedar lejos de la serpiente, por si intentaba morderla a ella también. La mamba la miraba confundida, más no la atacó, eso ya era ganancia. Tocó el brazo del explorador y cerró los ojos para hacer uso de uno de los poderes que tenía al ser parte de la Orden Oscura.

 

Pronto pudo sentir y tener control sobre el cuerpo del hombre, hizo que el torrente sanguíneo fuera más lento para que así el veneno no siguiera esparciéndose ‹‹Morphos›› susurró sacando la varita y apuntando hacia una piedra pequeña que de inmediato se transformó en un bezoar, se lo metió en la boca del explorador, aquello sería suficiente. A lo lejos escuchó algunas voces acercarse, así que volvió a adoptar su forma animal. Para ese entonces las demás mambas negras ya se habían alejado, y ella tenía que hacer lo mismo si no quería terminar muerta.

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Castalia Macnair

 

 

Recibí la devolución de la Arcana con una sonrisa. Sí, mi camino había sido difícil porque había pensado que siendo tan corto el tramo sólo me encontraría con algún bichito insignificante y no con una acromántula, una esfinge, el lazo del diablo y los setos que quisieron aplastarme. Pero de eso se trataba todo eso, de poner a prueba no sólo mis habilidades, sino también mi templanza que era algo que había estado al límite los últimos meses. Tenía que mejorar mi técnica para salir de la transformación de eso estaba segura al menos.

 

Crucé el portal que Suluk me señaló rumbo al Chateau de aquella familia y nada más terminar de cruzarlo, me transformé de nuevo en un impecable hurón blanco. Tenía entendida muy bien y mi misión y no comprendía cómo mi esencia animal podría perjudicarme. Sólo debía entrar, hacerme pasar por la mascota y luego robarme la joya que Suluk me había encomendado obtener.

 

Recorrer la distancia que me separaba de mi lugar de aparición hasta la mansión era más difícil de lo que parecía con mis cortas piernas y había tenido que optar por dar pasos y saltos, como bien sabía que los hurones normales hacían. De nada me servía intentar caminar como otro ser de cuatro patas ya que mi cuerpo alargado no estaba preparado para eso. Estaba preparada para cruzar la puerta cuando un par de manos me tomaron por los lados de mi cuerpo y sujetaron con firmeza pero con delicadeza. Las manos eran pequeñas y mi hocico olisqueó al muchacho de unos diez años y ahora me ponía contra su pecho y me acariciaba.

 

-Hola Nubecita- me saludó, dándome un baboso beso en mi pelaje impecable. Me erizé y sisee, pero el chico no se asustó sino que rió-. Oh, estás enojada chica. No pasa nada... Es hora de tu baño- dijo con calma, entrando en la casa.

 

<<Baño>> pensé. Bueno, esperaba que no me ahogara en la bañera porque tenía una misión que realizar y la Arcana iba a decepcionarse si moría ahogada por un niño de diez años en mi forma de hurón.

 

El baño no estaba tan mal. El agua era tibia y jabonosa con olor a rosas y fresias y el niño movía un cepillo por mi pelaje desenredándolo donde no sabía siquiera que podía haber nudos, probablemente por la corrida en el laberinto. Luego me echaba agua tibia que adormecían mis sentidos y frotaba suavemente. Al final, enjuagó todo con agua limpia y me secó suavemente con una toalla que parecía haber sido confeccionada con hilos de seda de tan hermosa que se sentía. ¡Aquello era un paraíso! Finalmente, cuando me estaba quedando adormecida por las caricias en la panza, el niño me metió en una jaula y puso el cerrojo.

 

<<¡Oye!>> grité, pero sólo un chillido salió de mi boca.

 

-Oh, no te enojes Nubecita, debo ir a comer. Luego vamos a jugar- prometió.

 

Bufé. Vale. Esperaría a que el mocoso me dejara libre para poder recorrer la casa e ir a ver dónde podía estar la dichosa joya.

 

Me quedé dormida.

 

Desperté unas horas más tarde cuando la jaula fue abierta y el niño me tomó en sus manos de nuevo, llevándome con él hasta un cuarto que no había visto en mi camino al baño o a la habitación. Era una sala de juegos acondicionada con toboganes, tubos largos colocados contra la pared, una rueda para correr y plataformas para trepar. Había ositos de felpa y otros animales mullidos, pelotas con listones o comunes y jueguetes, montones de juguetes. ¿Todo eso para el hurón? Vivir como hurón no parecía estar tan mal y de inmediato me sentí atraída por los tubos que recorrían las paredes.

 

Pasé horas allí, jugando, dejando que me rascaran la panza o tras las orejas, comiendo bocadillos deliciosos... Por poco olvidé la joya. ¡La joya! Debía ir a buscar la joya antes de que volvieran a encerrarme en la jaula. ¡Pero es que se estaba taaaaaan bien! Dejé que siguiera rascándome la panza y jugando hasta que me hice la dormida. Estaba, en realidad, cansada por todo el juego, pero no podía dejar que se me olvidara mi misión inicial y hacerme la dormida me daría pie para que me llevar a la jaula y me dejara sola. Luego, buscaría la forma de desatrancar la puerta e iría a buscar lo que me habían pedido.

 

Desatrancar la puerta no fue tan difícil como pensaba. Aunque las patas eran cortas, las uñas eran filosas y utilizando mis manos de forma adecuada bastaba con quitar el pestillo para poder empujar la puerta. La verdadera odisea estuvo en encontrar las habitaciones por la enorme mansión y no perderme, además de esquivar al gato (que la Arcana había olvidado mencionar) y que había intentado morderme al pasar cerca -y ahora me perseguía de cerca, acechándome-. Pero entonces recordé algo que la Arcana había dicho sobre comunicarse con las otras especies y lo utilicé. Resultó interesante que el gato fuera tan amplio de pensamiento, aunque algo siniestro y supiera decirme dónde debía ir. El resto fue pan comido.

 

El diamante se encontraba en una caja de cristal custodiada por algunos hechizos anti-robo, pero nada que no pudiera desactivar habiéndome entrenado en seguridad con el Concilio de Mercaderes. No era una experta, pero podía desactivarlos y volverlos a colocar sin llamar demasiado la atención. El tema estaba en que en la habitación había un hechizo que se activaba por peso y en mi forma humana era demasiado pesada. Desactivé desde la puerta de la habitación los hechizos que rodeaban el cristal y abrí la puertecilla por donde podría entrar una mano humana. Luego, me transformé de nuevo y me deslicé con cuidado sobre las baldosas, trepé a la mesa donde estaba el diamante y con mis pequeñas patas de hurón tomé el diamante que metí dentro de mi boca.

 

<<Diamante comido>> bromee conmigo misma.

 

Ahora tenía que volver con la Arcana.

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A dónde había ido la Arcana, era nada más y nada menos que el Ateneo de Habilidades, aquel antiguo recinto en el que se celebraron pruebas hasta el estallido de la fatídica guerra que obligó a su pueblo a replegarse de vuelta a Oriente. Caminaba apoyada sobre la vara de cristal, clavándola en la tierra como si quisiera buscar rastro de algo. En los meses que procedieron al abandono, el lugar era deplorable.

 

La naturaleza recupera lo que le pertenece tras la desocupación.

 

Estaba en el centro del laberinto, de pie frente a la imponente pirámide, cuyo interior albergaba una habitación que le recordaba a su pasado. Podía detectar qué tan bien le estaba yendo a sus alumnas, gracias a la presencia de los otros entes animales que les acompañaban, en el caso de Kaori, o de la sensación de regocijo ante el trato humano de Cissy.

 

Se acabó el tiempo. Hora de volver. apremió, dirigiéndose hacia el vacío que le hacía compañía. Dio dos golpecitos en el suelo con la vara. Fulgura Nox.

 

Aquellos portales traerían a las dos aspirantes a dónde Suluk; mientras la oriental se deslizaba entre la maleza para evitar ser vista por los otros humanos, el portal se abrió unos metros más adelante, bastante más pequeño que el usado para cruzar en su forma humana, mientras que para la Macnair, aquel medio de transporte fue imprevisto, pues se materializó justo cuando reposó sobre la mesa, con el diamante en la boca.

 

¡Lo han hecho bien! Ambas han logrado controlar su instinto animal, y es vital para los animagos. Si no recordamos quiénes somos, tampoco lo harán los que nos rodean. Eso incluye a los animales...Si muestran inseguridad ante ellos, no dudarán un segundo en aplicar la cadena alimenticia.

 

Desvió la atención de la prueba por unos segundos, para dirigir una mirada tiernecita al hurón que había salido del laberinto que antes cruzaban los aspirantes a la habilidad. Era, en cierto modo, bastante similar a la forma que adoptaba Cissy, razón por la que no había tenido problema para infiltrarse. La mascota le chilló a la Arcana en señal de retribución, y dio grandes saltos para cruzar el portal del que había salido la alumna que lo había suplantado de manera temporal.

 

¿Saben en dónde estamos? aguardó, por si alguna respondía a su interrogante. Aquí, solíamos celebrar la llegada de nuevos vinculados a las habilidades, así como de nuevos Arcanos. Antes del caos, antes de la guerra... Pero, ¡no es una visita social! Aquí tendrá lugar la última etapa de su prueba.

 

Pidió que le acompañaran al interior de la pirámide, cuya entrada se localizaba a un costado de donde estaban de pie. A lo lejos, parecería que la edificación estaba hueca, pero el aura mística aún persistía. La magia ahí conjurada tardaría siglos en desvanecerse. Mientras avanzaban, Suluk intentaba leer los pensamientos de sus alumnas, sin llegar a ser invasiva, para cerciorarse de que estaban en calma. Así debía estar una persona con su lado animal.

 

Finalmente, llegaron al Salón Circular. La serpiente que decoraba la estrella de cinco puntas se veía gastada, y parecía que le faltaba un ojo. Las puertas que rodeaban la estancia, estaban selladas de tal forma, que parecían fundidas a la piedra arcaica.

 

Siete puertas, siete habilidades. ¡Descansen! Tomen un minuto o dos para respirar y vaciar su mente de dudas. Ya casi concluimos con esta travesía.

 

Como si estuviera en una aburrida exposición de algún museo, se sentó en el suelo sin más, colocando su vara de cristal sobre las rodillas. Entonces se dirigió a Cissy, a quien le había pedido recuperar cierta joya.

 

Oh, Cissy, te agradecería mucho si pudieras prestarme el diamante durante un segundo. ¡Espero no te lo hayas comido! rió de su propio chiste.

 

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Apenas volví a los terrenos de la mansión donde me había transportado Suluk, un portal se abrió; del otro lado podía vislumbrar la Gran Pirámide donde solíamos, antes de la mudanza, hacer nuestras pruebas finales de las habilidades. Ahora, la Arcana nos esperaba frente a ésta y yo, que había pensado todo el tiempo que aquel lugar estaba "cerrado" para todos, me quedé mirándola por tan largo rato antes de cruzar que temí que el portal se cerrase.

 

Me encontré pronto del otro lado y escupí el diamante antes de transformarme de nuevo en humana, escuchando a Suluk darnos una felicitación. No sabía a qué cosas se había enfrentado Kaori, pero por suerte había salido indemne de la situación y ahora estábamos, nuevamente, reunidas para continuar la prueba.

 

-Estamos en el Ateneo- respondí a la anciana-. Bueno, el viejo Ateneo, el de la Academia- agregué-. Pensé que este lugar estaba no sólo deshabitado, sino que no era posible acceder de nuevo- casi como un suspiro salieron aquellas palabras y me coloqué en cuclillas para tocar las piedras que conformaban el suelo y que ahora se separaban por mechones de pasto crecido. La naturaleza, como siempre, tomando lo que podía tomar.

 

Seguí a la Arcana dentro de la Pirámide, maravillándome de lo bella que se veía ahora que la vegetación se había apoderado del lugar, pero no de forma destructiva, sino evolutiva. Si antes aquel lugar me había parecido que emanaba poder cuando uno se acercaba, ahora parecía que lo palpitaba. Era como si la magia estuviera dormida debajo de nuestros pies, dentro de aquella casa de piedra, pero se hubiera despertado al sentirnos... o al sentir a Suluk Akku.

 

Llegamos al salón circular de las siete puertas, donde estaban todas selladas menos la de Animagia. ¿Acaso todo el lugar seguía completamente funcional? ¿Cuánto tardaría la magia en "irse" de aquel lugar y a dónde se iría? Quería plantar todas esas interrogantes a mi maestra, pero me mantuve en silencio, meditando internamente el haber llegado, por fin, hasta allí. Estaba a unos cuantos pasos de atravesar el portal y enfrentarme a mi propia batalla final. Me costó un poco darme cuenta que la Arcana me estaba pidiendo el diamante, así que se lo tendía y me la quedé observando. ¿Qué estaba haciendo?

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Kaori M.

 

Usar el poder de los oscuros tenía un precio, como todo en la vida, empezó a sentir un agudo dolor de cabeza tal y como le había pasado en la Fortaleza. Miró al hombre que poco a poco parecía respirar mejor empezando a recobrar la conciencia, al parecer los esfuerzos por salvarle la vida había funcionado, pero no podía verla ahí. Kaori volvió a adoptar su forma animal deslizándose sin regresar a ver empezó a alejarse, les había prometido a sus iguales no volver a molestarlas y planeaba cumplir, además los otros humanos cada vez estaban más cerca.

No había avanzado mucho cuando varios metros delante de ella, aparecía un portal lo suficientemente grande como para que una serpiente lo atravesara y así lo hizo. Al otro lado la hierba era más alta y más verde, sacando la lengua se elevó lo suficiente para poder observar el lugar. Se trataba del Ateneo, ahí se había vinculado a otras habilidades, sin embargo, estaba muy diferente a como lo recordaba. La maleza se había abierto paso y entonces se preguntó hace cuanto no lo había visitado, sin duda más tiempo del que había imaginado.

‹‹La última parte… la más difícil›› pensó la bruja aun en su forma animal, más cuando la Arcana les pidió que la acompañaran al interior de la pirámide, prefirió hacerlo en su forma humana. Era increíble como ese lugar se había deteriorado tanto, lo miró con algo de nostalgia pues siempre le parecía hermoso e imponente. Entonces sintió un intentó por acceder a sus pensamientos, pero la oclumancia se lo impidió, sus barreras eran fuertes, por un momento se planteo la posibilidad de bajar sus defensas, pero no lo hizo.

—¿Ya podemos pasar a la prueba? —Preguntó la bruja —No me siento cansada… me siento ansiosa por poder vincularme —Dijo la bruja mirando hacia la puerta de la habilidad de la animagia.

El dolor de cabeza poco a poco había ido cediendo, ya casi no lo sentía. Se sentía lista para lo que sea que la pirámide le tuviera preparado, quizá un viaje al futuro o al pasado, una realidad alternativa, el presente, sea lo que sea estaba lista, dominaba a su forma animal desde hace mucho tiempo, aquello no era más que un trámite
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Contuvo una risita típica de anciana ante la pregunta de Kaori. Eran pocos los estudiantes que llegaban hasta ese punto, así que le dio el beneficio de responderle la duda.

 

¡Pero sí han estado realizando su prueba todo ese tiempo, jovencita! exclamó, tomando la vara de cristal nuevamente y dando un golpecito en el suelo. Yo diría que esto es la parte fácil. Es más personal.

 

Desde su punto de vista, desde luego. Detrás de la puerta que correspondía a la habilidad, había un mundo de posibilidades, literalmente. A lo que ella se había enfrentado, prueba que jamás podría contar, ya no podrían enfrentarse otros estudiantes. Tomó el diamante que le ofrecía Cissy y se aproximó a la serpiente que adornaba la estancia, a la que le faltaba el ojo. Con algo de dificultad, logró incrustar el brillante objeto en el orificio del tuerto animal. De sus ojos se emitió un fulgor que dio paso un pequeño movimiento dentro de la pirámide.

 

Este lugar, a pesar de estar en abandono, tiene rastros de magia. No sabemos cuánto tardará en evaporarse. Quizá años, siglos...Puede que nosotros dejemos este plano físico, y el antiguo Ateneo siga recibiendo aspirantes a habilidad para vincularse.

 

Aquella breve explicación, sólo había sido para hacer algo de tiempo. A espaldas de Suluk Akku, el ingreso a la puerta de Animagia se había abierto. De esta puerta, emanaba una especie de neblina, impidiendo ver lo que había del otro lado de la puerta. Se apoyó en la vara, era momento de despedirse. Al menos, hasta que regresaran de su prueba.

 

No puedo interferir con lo que hay ahí. Pero sí estaré monitoreando su avance, gracias a esto. les tendió a ambas los anillos de aspirante, aquellos que utilizarían para la prueba y que, de emerger victoriosas, se convertiría en su anillo de habilidad. Se enfrentarán sólo a lo que lleven con ustedes. Espero ver a dos animagas saliendo de ese lugar.

 

Acto seguido, les indicó que pasaran una a una, para que cada quien pudiera enfrentarse a aquel reto personal, como ella solía llamarlo.

 

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