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Portales de pergamino y tinta


Ellie Moody
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El grito alarmado de Granger resuena en sus oídos. Madeleine atiende sus palabras y aunque le gustaría darles la atención que merecen, no puede detenerse; están rodeados y un momento de duda es algo que no puede permitirse. Como de costumbre, los oscuros no dudan en luchar contra una amenaza desconocida, con el único fin de proteger a sus compañeros y no sacrificar la que hasta los momentos ha sido una misión con un buen desarrollo. ¿Qué otra alternativa tenían, cuando en el momento en que ingresaron al claro, los guardianes mágicos del lugar se manifestaron de forma agresiva? La elección que tomaron, es la correcta: defender a los suyos. Y a fin de cuentas, se trata de un trabajo en equipo: al proteger a los miembros del grupo que podían hacer algo más contra aquella amenaza, les permiten buscar otra alternativa. Madeleine se esfuerza en no juzgar las elecciones de los demás, ya que en ese momento son un grupo compuesto por personalidades y poderes muy diferentes, los unos de los otros. No se supone que todos reaccionen de la misma forma, sino que son esas diferencias las que los fortalecerán en la misión.

 

Pero aún así, el grito de Granger resuena en sus oídos. «¡Los guerreros tienen símbolos en su ropa, eran parte de los clanes!». Mientras levanta una mano hacia el ser corpóreo más cercano a ella, que busca clavarle una lanza en el cuello; puede sentir su cuerpo funcionando a duras penas, revivido por la magia residual de aquel lugar, corrompido de alguna forma durante todo el tiempo en que nadie visitó aquel lugar. Aunque reconoce el símbolo tallado en su armadura, como el mismo del Necronomicón, no tiene más opción que dejarlo fuera de combate. El cuerpo prácticamente sin vida de aquel ser cae, frente a ella. Granger tiene razón y Luna también. Son... eran de los suyos, pero fueron corrompidos de alguna forma. La única opción para contenerlos parece ser liberarlos, ya sea de la forma en que pueden hacerlo los sacerdotes, purificándolos... o la forma en que puede hacerlo ella, dándoles paz.

 

Madeleine no comprende por qué, en cierto punto, cesan su comportamiento hostil manifestado desde el momento en que llegaron al claro. Se pregunta si fueron capaces de reconocer en ellos la Magia Sagrada, de la Naturaleza y de la Oscuridad; si los reconocieron como paladines, sacerdotes y oscuros, reconocieron que eran dignos de traspasar aquel lugar. O si, simplemente, la magia residual de los guardianes se había agotado. Ese tema, a decir verdad, le parece que ya no tiene mucha importancia habiendo algo más importante: las bitácoras, cuya búsqueda era el objetivo principal de la misión y cuyo escondite estaba marcado en el mapa. Aunque no puede dejar de preguntarse si encontrarían en ellas una explicación sobre lo que acaba de suceder.

 

—Definitivamente, éste no es un buen presagio —Madeleine vuelve el rostro hacia Granger, quien se había alejado del grupo, y le hace un gesto para que se acerque de regreso, ya que la amenaza parece haberse calmado—. Hay que averiguar qué está sucediendo...

 

Observa rápidamente el panorama. Karkarov se mantiene cerca de Luna, quien todavía no responde si se encuentra bien. Slithering, sigue montado en su motocicleta mágica y Potter Black parece estar preparada para lo que venga. Aunque Vera no se queda atrás; para Madeleine no pasó inadvertido el truco que hizo con unos clones, un poder que jamás había visto y que debía tratarse de uno de los secretos de la Orden de la Mano de Plata. Parecía que los paladines, después de todo, sí que tenían unos poderes bastante interesantes... Aunque Madeleine se siente bastante segura de su pertenencia a la Orden Oscura: es simplemente natural. Mientras ellos protegían al grupo, Grayson y Potter Blue ya han logrado acercarse al lago. Se sabe que ahí están los registros, el problema es cómo llegar a ellos.

 

Las aguas se han calmado, para nada más parece haber sucedido. Madeleine decide acercarse, aunque tiene sus dudas. Toda la situación es extraña...

 

—Creo que...

 

En el breve momento en que se distrajeron, los espectros y los seres corpóreos rodearon el lago. Madeleine empuña la espada con fuerza, pero no hay peligro. Las piedras se estremecen y las runas, que Madeleine no sabe interpretar, se iluminan aunque no es porque ellos las hayan activado. El grupo lo ignora, pero en verdad todo lo que sucede fue desencadenado por el ataque de los guardianes mágicos del lugar y su posterior rendición —o quizás, su voto de confianza—, al percatarse de que los magos estaban conectados con la misma magia que ellos habían dominado alguna vez; en sus distintas elecciones, en sus distintas acciones, reconocieron a la Orden de la Mano de Plata, la Orden de Avalon y la Orden Oscura. Reconocieron a quiénes ahora mantienen su legado... y a quiénes, quizás, terminen entendiendo por qué tuvieron que atacarlos.

 

El suelo se estremece debajo de los pies de los miembros de la Orden del Fénix. El agua comienza a desbordarse del lago, sumergiendo el claro y empapando los pies de todos los presentes. Los guardianes desaparecen, quizás sabiendo que han dejado aquel lugar en buenas manos. El interior del lago comienza a vaciarse, quedando unas cortinas de agua pendiendo de las orillas y extendiéndose hacia abajo. Madeleine escucha el agua fluir y caer, caer muy lejos... Asomarse, de repente le da una sensación de vértigo. No puede ver con claridad, sólo distingue varios metros abajo una plataforma de piedra pulida que parece esperar por ellos.

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Todo se había vuelto caos, quizás sí le importaba lo que ocurría, ella hubiera preferido manejarlo de otra manera No le molestaba el caos, siempre y cuando el mismo condujera a algo y sentía que el que los rodeaba no llevaba a nada. Había desmayado con el control corporal a algunos de los seres que conservaban su corazón de manera tan extraña, fuera de ellos, unidos en los círculos de la vida que dibujaban su propia ropa. Le había parecido que los círculos no eran tal al descubrir que formaban en realidad una cadena de pequeños símbolos… runas.

 

Suspiró mientras esquiaba una motocicleta voladora cuyo manubrio era ahora un par de cuernos afilados, su luz parecía el ojo de un cíclope y el guardabarros conformaba una boca extraña. Sí que estaba loco si dueño al mandarlo así en medio de sus propios compañeros, ella no había sido la única que le había esquivado a tiempo.

 

De golpe era como si todo se agolpara junto. Quizás fuera buena idea separarse y, su vista se detuvo en una figura pelivioleta, Sagitas estaba apoyada contra un árbol con la mano en su pecho, por un segundo temió que la hubieran herido, pero no sentía aroma a sangre, sería notoria más si fuera de su propia familia. Vio al guerrero acercarse y levantó su zurda para volver a controlar el corazón del atacante, pero antes de que hiciera gesto alguno su tía levantaba la mano y emitía dos palabras.

 

Darla abrió sus labios con sorpresa y comprensión. Lo que siguió la hizo bajar la varita y seguir a Sagitas varios metros por detrás, los guerreros le abrían paso. Ella repitió en susurros las palabras que la bruja había pronunciado.

 

—Lealtad y sacrificio —en verdad hacía media docena de años que no pronunciaba aquella frase con todo el sentido que ésta tenía.

 

Zahil también había gritado, casi a la par que los guerreros habían pertenecido a los clanes, si era así esperaba haber revuelto el corazón de Instinto, el demonio se merecía eso luego de todo lo que había hecho pasar a la bruja cuando habían estado a cargo del clan. Parecía que no había sido la bruja rubia la única en darse cuenta un mago que desconocía pretendía que no les atacaran, quizás debió decírselo antes a su hipogrifo que había derribado a un par cuando aterrizó.

 

La Potter Black llegó hasta el lago donde Sagitas y el recién llegado intentan limpiar las runas, tras ellos se había acercado Madeleine y antes de que pudieran darse cuenta también los espectros. Darla clavó los ojos en las runas, leyéndolas, hacía mucho tiempo ya desde la última vez que había aplicado aquel conocimiento, generalmente lo utilizaba para hacer ella misma hechizos protectores y de ataque, pero en este caso, era distinto. Elevó sus ojos hacia la Moody que había empezado a hablar cuando las runas comenzaron a elevarse en el aire y brillar.

 

—Se está despejando —aunque decir eso cuando el agua del lago comenzó a “huír” e irse juntmanete con los guerreros espectros y semi vivos ¿guardianes? ¿inferis? No, ellos habían sido más bien guardianes, ahora les tocaba a los presentes seguir el paso, o el vuelo.

 

—Creo que debemos bajar —observó la plataforma y en verdad se sintió algo est****a ante semejante comentario que se le había escapado, pero era verdad. La cuestión era estar seguros de que no fuera peligroso, porque bien podía tratarse de una trampa.

 

Lo pensó unos segundos antes de susurrar umbra, no recordaba si antes había aplicado semejante magia de invocación. La sensación como de un corte que arde en la piel y su esencia la hizo estremecer mientras su sombra se “despegaba” de ella y se dejaba caer por aquella improvisada catarata, barranca o como quisiera llamarse, hasta posar sobre la plataforma. Podía sentir que la superficie era lísa y firme, no había cambiado ante la presencia de la sombra ni nada había surgido para atacarle. Caminó unos metros, recorriendo el borde de la plataforma antes de regresar junto a ella, había más por explorar pero para ser la primera vez que utilizaba la invocación la bruja había hecho que su sombra no permaneciera alejada de ella más que un par de minutos, el sentir que regresaba era como si una herida sanara. Que loco, pensó mientras daba un par de pasos hacia adelante.

 

—¿Nos aparecemos allá o hay mejor manera de llegar hasta la plataforma? —Darla había visto como los demás magos de otros clanes utilizaban sus conocimientos, algunos de los cuales ella no conocía, ahora entendía por qué Seba le había recomendado siempre el clan de los paladines, ella lo había dudado, había pensado mucho en esa elección, sabía bien que aquella decisión quizás no fuera la mejor, pero era algo que había en su sangre, desde su ingreso a la Orden hacía diez años atrás.

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Miro a Madeleine un instante sin moverse pero ella tenia razón, había que averiguar que estaba pasando, se coloco junto a ella posando su fría mirada en el lago y en las runas. En algún momento había sabido como leerlas pero no lo practico mas y lo olvido o mas bien lo quiso olvidar, al final no le había tomado pasión al asunto. Por otro lado, era buena detectando la oscuridad de las cosas apenas tocándolas, por lo que se acuclillo para tocar las piedras. No, ahi no había nada que pudiese aclarar las cosas. Se puso de pie justo cuando los guardianes se acercaron otra vez y al igual que su compañera su instinto la hizo sacar su varita pero el comportamiento tanto de los espectros como del lago la obligo a bajarla.

 

- que rayos! - musito mientras el agua mojaba sus botas y los guerreros desaparecieron a la par que se abría ante ellos la visión de una plataforma a todas leguas antigua. ¿Seria acaso que ahi estaba lo que buscaban? Darla también se acerco y proyecto su sombra hacia el lugar, nada la había atacado ni se había activado.

 

- puedo abrir un portal si quieren o podemos aparecernos, lo que sea mas rápido - dijo - la verdad no soy muy fan de la aparición, si me preguntan. Creo que el portal nos llevaría mas rápido. Haz de la noche!

 

El portal se abrió frente a ellos y la rubia entro enseguida, apareciendo en la plataforma que era donde había visualizado la salida. Dio un par de pasos con la varita en alto pero nada pasaba. Asi que se acerco al centro de la plataforma

 

- hay runas acá también, sera mejor que alguien que si las lea baje a verlas - dijo para que sus compañeros se decidiesen a bajar.

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Tiene que poner todo de su parte para no gritar y retorcerse de dolor. Hay algo en el ambiente que lo afecta, que perturba el delicado equilibrio que le permite continuar con vida pese a tener esquirlas de colmillo de basilisco en el interior de su brazo. El colmillo reacciona a los espectros, aunque él no lo sabe. Cierra los ojos, una rodilla cae al suelo. Siente que va a sucumbir. El aparente caos a su alrededor le es ajeno, debe controlar el veneno o va a morir.

 

—Fortress

 

Balbucea aquella palabra y de inmediato siente el poder surgir de su interior. Siente a Mjölnir incluso a la distancia, siente el poder que mana del templo y que acude a cualquier paladin que lo necesite. La electricidad que recorre su cuerpo, sin embargo, no es capaz de destruir el colmillo de basilisco. Lo contiene, si. Evita que los efectos dañinos se sigan esparciendo por el cuerpo.

 

Se pone de pie, revitalizado. Listo para la pelea, justo a tiempo. Unas palabras vienen a su mente, unas palabras que antes no conocía: Thunder Clone. La energía del ambiente se concentra en dos figuras idénticas a Hobbamock, pero que están compuestas enteramente por electricidad. Destruyen, entre los dos, a una criatura que venía a por él.

 

Se acerca a Madeleine.

 

—¿Están todos bien? —pregunta.

 

No es capaz de entender todo lo que está pasando. Aunque la magia paladín contuvo los efectos del colmillo aún es capaz de sentir dolor y todavía su mente no se despeja del todo. Está un poco confuso, necesita su poción. Kaori. Debe encontrar a Kaori, ella es quien fabrica siempre la poción que lo mantiene con vida.

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—No, no me encuentro bien. Algo extraño está pasando aquí. —Vera respondió a Hobbamock casi en el acto, pues su pregunta había sido para ella la pura confirmación de que algo muy raro estaba sucediendo. Se sentía, débil, sin fuerzas, mareada. Se mantenía en pie sólo gracias al efecto del Fortress que llevaba tiempo aplicándose, pero poco a poco su energía estaba decayendo.

 

A lo lejos, Vera podía ver a sus clones. Los guerreros habían desaparecido de las cercanías, pero más allá seguían luchando. Reunió a ambos clones en un mismo lugar y los hizo explotar, llevándose consigo a varios espectros. El clon que había estado explorando el lugar había logrado ver el lugar desde el cual emergían los espectros. Era una plataforma de piedra, idéntica a la que ahora veía en el fondo del lago, pero situada más allá de un recodo del lago, donde se formaba un meandro con una minúscula isla en su centro.

 

Sus compañeros de bando se habían abierto paso a través de las aguas, en la zona del lago en la que se encontraban. Las aguas se habían retirado y ahora formaban una pared líquida rodeando un amplio orificio hacia el fondo del lago. Abajo había una gran plataforma y Darla había enviado su sombra hacia allí para explorar la piedra que se mostraba ante ellos. Poco después la Granger conjuraba un portal para acceder a la plataforma. Vera lo atravesó, pero en cuanto sus pies tocaron el firme suelo de piedra junto a la plataforma con signos rúnicos, notó que el malestar que sentía se acentuaba. Algo se les estaba escapando.

 

Intensificó una vez más el efecto armadura del Fortress y extendió las manos hacia las runas dibujadas sobre la plataforma.

 

Divine Intelect. —Los ojos muertos de Vera adquirieron una intensa luminosidad y su percepción se agudizó al instante. Sus pensamientos se volvieron claros y perspicaces, nutridos por una inteligencia vivaz.

 

Con la capacidad de poder ver las cosas ocultas, Vera puso su atención en la plataforma y las runas y ante sus ojos se manifestó un Necromicón invisible por encima de la piedra. Observó cómo las runas indicaban símbolos de los tres clanes, pero sólo los símbolos oscuros estaban activados. Las runas que se asociaban a los poderes de los otros dos clanes, estaban inactivas. Entonces, con la percepción y la inteligencia agudizadas, que le proporcionaba el Divine Intelect, recordó la otra plataforma que su clon había visto antes.

 

—Hay más plataformas como ésta, a lo largo del lago. Allá junto aquel meandro —señaló la isla que había explorado el clon— hay otra. Cada una representa a un clan, pero las tres deben estar activas a un tiempo o, de lo contrario, la magia de uno de los clanes actuará contra el poder de los otros. Ésta, en concreto, representa al clan de la Orden Oscura, pero consume la energía del resto de poderes, a menos que logren activarse las runas de todos los clanes.

 

A Vera le extrañó haber hablado tanto. Ahora que se le había pasado el efecto del Divine Intelect, no dejaba de preguntarse cómo había sido capaz de decir tantas palabras seguidas y lo que más extraño le parecía era que realmente estaba segura de que lo que había dicho era cierto. Gracias a aquel poder, se sentía como una sabia, cuando ella en realidad poca cosa sabía.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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De pronto hubo silencio... el cual era el peor de los enemigos despues de una pelea... porque significaba que un bando habia ganado... inmediatamente Dick alzo la cabeza, mirando a su alrededor... algunos heridos... otros extrañados pero ninguna baja sensible... lo que provoco un suspiro de alivio en el mago... pero poco le duro el gusto porque inmediatamente comenzó a sentir una vibración del suelo... su sexto sentido se alerto... y lo primero que hizo fue alejar a su tía sagitas de ese sitio... ya que inmediatamente el lago comenzo a sacudirse... como si quisiera empezar una erupción poco a poco comenzo a desbordarse... algun terremoto?... mayor fue su sorpresa que en un instante toda el agua almacenada ahi habia desaparecido...

 

--Tía esta bien?... tenga mucho cuidado...--

 

Le decia mientras poco a poco se acercaba al borde de donde estaba ese lago solo para revelarse su gran secreto... habia una cueva subterranea debajo del mismo... miraba asombrado al igual que el resto de sus compañeros... por lo que acercandose a la chica que al parecer no podia para explicarle lo sucedido, mayor fue su sorpresa que decia con lujo de detalles lo que estaba sucediendo... fue entonces que alejandose un poco de ella... sintio un poco de escalofrios por ese gran poder demostrado...

 

--Ginny!!!..--

 

Grito el mago al aire al ver como ya varios de sus compañeros bajaban a las runas, por lo que sonriendo vío como su hipogrifo salia del bosque con un conejo en el pico que claramente era su bocado del dia... por lo que tragandolo inmediatamente se acerco a el... por lo que sonriendo sin necesidad de realizar la reverencia debido a la cercania que tenian ambos se monto encima de ella, acercandose a su tía... pero aun no podia quitar su preocupación con respecto a @@Ela Karoline ... solo esperaba que se encontrara bien... por lo que sin mas suspiro y se acerco a su tía sagitas...

 

--Vamos?..--

 

Le decia sonriendo mientras de un brinco el hipogrifo comenzo el descenso, expandiendo sus aladas para comenzar a bajar gracias a la planeación... dando circulos el mago podia ver todo con mas claridad... al parecer estaban en alguna especie de templo... las estatuas de los 3 estaban labradas en piedra... runas por doquier... donde sin el mayor de los problemas aterrizo en el centro de la plataforma y acariciando a su criatura dandole varios besitos en el pico comenzo a alumbrar las runas con su varita...

 

--Alguien sabe leer runas?...--

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De repente... paz. Del tipo que no le gusta, del que le queda rondando en la cabeza que en cualquier momento empieza a ocurrir algo peor y más grande que lo que enfrentaban. Le encuentra sentido a lo que dice una de las compañeras de la Orden Oscura cuyo nombre desconoce, que los guerreros que los atacaban habían sido miembros de los clanes. Sin embargo, no se arrepiente de haber acabado con algunos de ellos, pues el que fuera el hechizo que los hacía actuar de esa forma no los estaba dejando descansar en paz.

 

Para Emily las cosas en circunstancias como esa son simples, si la atacan, se defiende y, si aquello no es suficiente, ataca de vuelta. Perdida en sus pensamientos, se alerta cuando siente el agua golpeando sus tobillos y mira a su alrededor. Ya no hay rastro de los guerreros y los demás ya están en una nueva tarea: averiguar que significan las runas que aparecieron de repente (o que siempre estuvieron allí y no se percataron). Como fuera, no se sentía segura.

 

Discretamente, se aleja un poco de Luna y camina hacia Goderic. No suele utilizar su habilidad para entrometerse en los pensamientos de los demás, porque nunca han sido de su incumbencia, pero con el mago mantiene cierta cercanía propia de los lazos familiares que los unen. De todas formas, se lo hará saber, porque necesita que esté concentrado en las bitácoras.

 

Ya olvídate de eso — dice, haciendo especial énfasis en la última palabra —. Yo no me fío de tanta facilidad en esta misión ¿no te lo parece? ¿cuántas veces hemos logrado algo con solo proclamar nuestra lealtad?

 

Su voz era casi un susurro y si se escuchara ella misma se diría que está paranoica, pero sabe que ha sembrado al menos un poco de duda en Goderic cuando lo ve sacando el dado de la suerte, que reconocía como una de sus costumbres cuando se encontraban en situaciones similares. No se queda a ver cual es el resultado, aunque debería, porque le llama más la atención lo que hace el resto del grupo.

 

Cruza el portal que muy inteligentemente había abierto alguien y se encuentra en la plataforma junto al resto, justo a tiempo para escuchar la explicación de la paladín. Cuando Vera lo menciona, Emily nota las runas y los símbolos de los clanes. Está claro que deben buscar la tercera plataforma, reconocer cual pertenecía a cada clan y, de alguna forma, encontrar como se activaban. No sonaba tan mal ¿que podría salir mal en ese plan?

 

«Oh, no» piensa, ya cree saber el resultado de los dados.

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«¿Debemos demostrar que somos dignos?» ¿Demostrarlo cómo? ¿Diciendo el lema de la Orden del Fénix que hasta los mortífagos conocen? ¿Al no defenderse de los guardianes? De ser así... ¿qué clase de hippie cursi se encargó de establecer las barreras para las bitácoras de los antiguos miembros de los clanes? Hasta un chihuahua sería mejor guardián dado el caso. De hecho, el mago estuvo a punto de sacar su haz de la noche, viajar el pasado solo para ver qué o quién había hecho tal defensa. Esperaba en el fondo de su corazón que fuese una coincidencia y los guardianes si protegieran.

De todas formas se creía digno y no lo demostraría con frases baratas o pacifismo sin sentido. Había sacrificado muchos años de su vida, había dado sangre, sudor y lágrimas para proteger los ideales que la Orden del Fénix y él profesaban. Quería ver al humano, espectro o hechizo que se atreviera a dudar de su lealtad con el bando. No era ser engreído, ni siquiera importaba si alguna vez fue líder; eran los años que pasó batallando, las vidas que salvó, las que no pudo salvar y las horas de pesadillas tratando de buscar una forma de mejorar para que no volviera a suceder.

Poner su vida en juego nunca fue por un reconocimiento, ni las felicitaciones ni por gratitud, fue netamente por ser fiel a sus ideales y proteger lo que quería... ¡y ahora le venían con eso! «Sí, sí, lealtad y sacrificio... tan fácil decirlo cuando no se ha luchado ni se ha sacrificado nada». El mago guarda su motocicleta nuevamente en su monedero de piel de moke porque temía que con su ira, quizás injustificada, terminase atropellando a algún compañero sin querer o chocando contra algún árbol.

Se acerca a las aguas del lago y ve el raro actuar de los guardianes. Se mantiene alerta, su varita firmemente en su mano. De pronto, las runas comienzan a brillar. Si bien conoce el arte de las runas mágicas, no era un experto y con el malhumor que tenía, le era difícil distinguir entre una runa y la otra. Trata de recordar algo de lo aprendido cuando el suelo se estremece, el agua comienza a desbordarse mientras que los guardianes desaparecen aparentando haber cumplido su misión. Escucha a Zahil quien propone que la sigan a través de su portal que ha creado, lo cual le parece buena idea.

Su sobrina Emily se acerca a él y le manifiesta su temor ante la situación que aparentaba ser demasiado sencilla para ser verdad. A su vez que le lanza una mirada de advertencia sobre seguir intruseando en su mente podría encontrarse con un mal final, el mago saca su dado de la suerte del monedero de piel de Moke; confiaba que de haber superado la prueba anterior debido a la suerte, podría seguir con aquella buena racha y le saldría un número alto y par. El dado rueda por el suelo a unos tres metros de distancia y el número que ve no le hace para nada de gracia: un 1. La peor mala suerte comenzaría a rondar cerca suyo por un tiempo.

Lo que me faltaba — refunfuña mientras recoge el dado y lo vuelve a colocar dentro del monedero.

Descubre que Vera, otra de sus compañeras, logra deducir brillantemente el funcionamiento de esta etapa. Cada plataforma representaba a cada clan y en caso de no estar en armonía, una actuará sobre otra lo que llevará al consumo de los poderes de los otros clanes. «Umbra» era un poder que pocas veces había utilizado; separa su sombra y con ello siente un vacío, como si algo que estuvo siempre ahí ya no lo estuviera nunca más. Sabe que no puede permanecer mucho tiempo separado de su sombra pero dado el resultado de su dado de la suerte, teme alejarse mucho del grupo y acercarse a otra plataforma por iniciativa propia.

«Espero que la sombra sea suficiente como señuelo para mi mala suerte».

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Me sentí orgullosa de Dick. Mi Hermano de Clan había comprendido, como yo, que los guardianes sólo respondían como nosotros respondíamos, como si fueran un espejo de nuestras reacciones. Y, siguiendo nuestro ejemplo, nuestros compañeros de la Orden empezaron a bajar las armas, es decir, las varitas y todos aquellos hechizos propios que estaban usando.

 

-- No sé, Dick, no sé que dijo la Diosa que buscáramos. Pero sé que aquí encontraremos esas bitácoras. Sólo, como dijiste, si demostramos que somos dignos de merecerlos.

 

Ojeé a los Guardianes y sí, ellos estaban aún, observando nuestros movimientos pero sin atacarnos ya, por fin. El temblor bajo nuestros pies me sorprendió pero no me dio miedo. Allá, en el lago, mientras se hundía la plataforma, veía a mis hermanos ascender. ¿O era yo quien bajaba con él? No sentí miedo aunque sí curiosidad, puesto que los Guardianes desaparecieron de mi vista como si se hubieran evaporado. ¿Volverían o ya habían acabado su labor de ser el primer escudo ante los desconocidos? De alguna manera, presentía que volvería a verles, en algún momento. Dick me miró y dijo de bajar en su hipogrifo y le saludé con la mano. Supongo que no se dio cuenta que yo no necesitaba ayuda, que ya me bajaban solita.

 

Desde allá, bajando, siento los comentarios de mis compañeros sobre cómo bajar y maldigo en voz baja el siempre encontrarme en este tipo de situaciones. Espero que lo hagan porque, por mucho que mantenga una serenidad en el semblante, es ficticia. ¿Por qué Darla no se acercó más a mí y bajó conmigo cuanto ésto empezó? Dejé de mirar arriba y busqué lo que decían en el borde, tal vez aquella chica de cicatrices en la cara.

 

-- ¿Más plataformas? ¿Y yo en cuál estoy? -- Sólo me faltaba estar en la equivocada porque estar aquí había sido sorprendentemente fácil pero ir a la correcta tal vez costara un poco más.

 

Mientras la plataforma en la que estaba quedaba, menos mal, quieta, analicé aquellas palabras. Parecía una persona muy sabia a pesar de su juventud. No era sacerdotisa y no le había dado tiempo de socializar con ella. Ni con nadie, en estos días turbulentos. ¿De qué clan sería? Como fuere, decía que las tres plataformas visibles tenían que estar activas a la vez o unas comerían las energías de las restantes. Fruncí el ceño y volví a pensar en nuestro lema:

 

-- Unión... Lealtad... Sacrificio...

 

Tres clanes, tres palabras. Juntas, un bando... Así que ésta era la misión que teníamos. Unirnos para ser fuertes, separados; desapareceríamos...

 

-- Bueno, pues habrá que buscar el del Clan de Avalon -- susurré en voz baja.

 

En la plataforma en la que estaba no. Ya alguien había insinuado que era de los Oscuros así que tocaba buscar la nuestra.

 

-- Dick, ¿desde aquí vislumbras cuál tiene el poder de la Diosa tallado en alguna de las rocas? ¿Nos llevas en tu hipogrifo?

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<< Estás cerca>>

 

 

El eco de la voz de Maia resonó en su cabeza mientras su mirada seguía a cada uno de los miembros de aquel recorrido. La familiar silueta de su tía, la complexión arisca de Darla, la lejanía de Madeleine todo aquello contrastaba sobremanera con las sensaciones que cada uno de sus nuevos compañeros le transmitía.

 

 

Hasta hace unas pocas horas desconocidos ahora debía hacerse a la idea de que formarían parte de una unidad, casi como una familia aunque esperaba que esta no fuera tan disfuncional como el ambiente de aquel lugar.

 

 

La pelinegra no se atrevía a acercarse a su tía Sagitas –cuya poderosa aura de sacerdotisa- le hacía recordar peligros pasados.Todos parecían estar en guardia solo ella sentía que todo aquel embrollo quizás fuera más simple de lo que se proyectaba. No obstante, Evenstar descansaba en su diestra preparada para cualquier contratiempo…

 

 

Mismo que llegó de la mano de turbulentas apariciones, guardianes de aquel paraje que otrora fuera sagrado para los tres clanes … o quizás aún era sagrado y solo se encontraba corrompido momentáneamente para confundirles …

 

 

Entre hechizos, despliegues de poderes que parecían específicos de cada clan y alguna que otra purificación, Lily optó por mantenerse al margen, sintiéndose algo cohibida puesto que llevaba algún tiempo separada de su lado mágico. Sentía que su conexión con la naturaleza incluso con la diosa misma se había perdido y le costaba reconocer que quizás haberse presentado allá fuese un error de su parte.

 

 

Estas y demás cavilaciones pasaban por su mente de forma continua volviendo solo a la realidad al percatarse del agua sobre sus descalzos pies.

 

 

- ¡Por la diosa! – musitó recorriendo con la mirada la plataforma al fondo del lago. Con presteza se acercó a una de sus compañeras quién invocando un portal, logró transportar a aquellos que como Lily no habían encontrado otro medio para bajar a tal profundidad.

 

 

Al llegar un escalofrío recorrió su espalda, erizando los vellos de sus brazos y haciéndole sentir mal. Aquel lugar parecía no congeniar con su esencia y eso solo le había ocurrido una ocasión hacía mucho tiempo atrás, incluso sabía que la matriarca Potter Black recordaba ese episodio tan bien como ella, no obstante, se mantuvo en pie alerta escuchando las deducciones de sus compañeros siendo la de Vera la mas congruente.

 

 

Antes de que pudiese decir algo, uno de sus compañeros ya se esta adentrando en la búsqueda de otra plataforma por lo que siguiendo las indicaciones dadas anteriormente, la sacerdotisa se encaminó segura por un camino de rocas hasta llegar a la curva mencionada.

 

 

No sabía si alguien se había unido a ella pero esperaba que la chica Gryffindor, su tía o incluso Darla lo hubiesen hecho ya que a cada paso que daba y conformé se acercaba a la pequeña isla en cuyo centro se hallaba la nueva plataforma, todo lo verde y lleno de vida parecía más tenebroso de lo normal como si la naturaleza siempre sabia estuviera corrupta.

 

 

A pesar de eso, la sintonía que sentía -como si le llamará- era fuerte por lo que sin pensarlo avanzó por el siniestro lugar, teniendo una visión repentina de una sombra oscura cerniéndose sobre ella y marchitandola a cada paso.

 

 

- O misericordiosa madre naturaleza– murmuró juntando ambas manos sobre su pecho casi sin aliento– por favor, protejenos – completó estirando la mano marchita para tocar la roca llena de runas y observar como la misma se iluminaba con el poder que fluía de sí.

 

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