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Portales de pergamino y tinta


Ellie Moody
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Algo había pasado en aquel lugar, Goderic lo podía asegurar pero ¿cómo saber los detalles? Cierra los ojos, sabe que ninguno de sus hechizos del clan podría ayudarle en aquellas circunstancias. Observa una de las tantas bitácoras que ahí se encontraban, no sabe porqué pero le parecía interesante, ya se había acostumbrado a hacer lo que parecía un simple capricho pues, muchas veces, resultaba ser su tercer ojo manifestándose. Quizás, solo quizás ahí podría encontrar la respuesta a su problema. Sumerge su mente en aquella bitácora, en último caso aunque no le fuese útil ahora no dejaba de ser una parte importante de la historias de los clanes.

Su mente se transportó a un tiempo cuando el mundo era una cuna mágica, y el cielo y el infierno se conocían como las dos potencias que regían el cosmos. El cielo era gobernado por la Corte de los Ángeles, y el infierno por los Demonios y Semi-demonios. En esos tiempos las artes oscuras prácticamente no existían. Los antiguos "guardianes", predecesores de los aurores, eran los que protegían a la Corte y al mundo. Nunca se tomó en cuenta a los semidemonios como una amenaza, hasta la llegada de Dalixan. El espectro de Goderic fue testigo de cuando el audaz Semi-demonio creó un horrocrux para asegurar la vida en el viaje que hizo hacia las dimensiones paralelas, donde reclutó a la bestia Helltrain, el tren del infierno.

La diferencia entre la velocidad del tiempo del recuerdo de la bitácora con el mundo real era demasiada amplia. En un segundo el mago logra ver como con la ayuda de Helltrain, Dalixan se hizo en diferentes dimensiones con los materiales para la fabricación de la Piedra del Valor, la cual usó para el nacer de Gilgamesh. Así, Dalixan se enfrentó al Infierno en pleno, y gobernó.

Observa como una familia, los Zenith, se enfrentan a Gilgamesh y Helltrain obteniendo una plaza en la Corte de los Ángeles. Goderic se pierde las siguientes imágenes cuando recuerda haber conocido a un Zenith, a Alex quien incluso llegó a ser Líder de la Orden del Fénix. Se vuelve a concentrar en las imágenes que giran a su alrededor, a Dalixan conquistando a la Corte de los Angeles, aunque su conquista no dura mucho tiempo ya que tanto sus bestias como él son vencidas por los guardianes.

La oscuridad se hace cuando todas las imágenes desaparecen ¿ahí se acababa la bitácora? Una cegadora luz le responde. No sabe cuánto tiempo ha pasado entre aquellas escenas pero ve a Dalixan quien sobrevivió gracias a su horrocrux. El demonio trata de apoderarse de la piedra del corazón, para así hacerse cargo de Leviatan. Luego de una batalla, Dalixan no logra arrebatar la piedra de manos de los guardianes y, sin embargo, logra obtener otra bestia: Pandemonium.

Las imágenes giran demasiado rápido y siente ganas de vomitar, como si 4 escenarios surgieran a la vez y satura su cerebro. Observa a algunos magos navegando el mar para aliarse con Leviatán; a magos del SMS bajo el mando de Dalixan atacando a diestra y siniestra; la caída de Gilgamesh y la desaparición de decenas de ministerios de Sudamérica a manos de Pandemonium.


El mareo se hace más intenso y no es solo por las caóticas imágenes que continúan avanzando sin parar, sino por una fuerza mayor. Siente que la fuerza que los estaba afectando está ejerciendo un mayor poder ahí, en el mundo del recuerdo. Goderic no soporta más y, ya en el “mundo real”, vomita. Mira a su alrededor, luego de limpiar el suelo y su boca, y nota cómo su compañero había abierto un libro, que no reconoce pero le parece distinto, en su ausencia.

No me mires así— comenta a Emily que tiene una cara de no entender nada.— Si quieres saber qué me pasó, léeme la mente ¡cómo si quisiera hablar!

Tomó un trago de agua de la botella que había sacado de su monedero de piel de Moke para tratar de quitar el mal sabor de boca. «Gragea de todos los sabores gratis, supongo». Se sienta en el suelo y se apoya en la pared para recuperar energías, cierra los ojos pero luego de un tiempo, nuevamente una náusea y vomita pero ahora el sentimiento es distinto, como si le hubiera subido la presión «¡Oh por Dios! estoy viejo...»

Jamás obtendrán las bitácoras... no lo permitiré — escucha y trata de enfocar su vista y observar lo que sucede en su entorno «..o quizás no lo estoy»

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Niebla, gritos y puro caos es lo único que Emily puede percibir durante los minutos más apremiantes de la misión que llevan a cabo. El éxito de encontrar las bitácoras era salir de allí, pero el rumbo que estaban recorriendo se llena de trabas con cada pequeño avance que tienen. Al menos, está claro que los miembros de la Orden de Avalon juegan un papel sumamente importante debido al poder de purificación que tienen y que ningún otro clan puede manejar.

 

Escucha que uno de los sacerdotes llama su nombre, pero es como si cada individuo estuviera en su propia lucha personal y no hay mucho que pueda hacer por él. «La biblioteca está usando nuestra mente en nuestra contra» les dije Zahil a todo el grupo, llegando a la misma deducción que Goderic y encuentra el sentido del porqué no ha sido afectada.

 

¿Y si buscamos como ayudar? — dice a su tío, pero fijarse en él le genera mayor preocupación. Por una fracción de tiempo sus ojos estaban prácticamente en blanco, como si su mente estuviera en otro lugar. Planea darle otro golpe, cuando "regresa" en un estado deplorable. Emily se mueve justo a tiempo para no ser manchada con vómito, pero el reflejo de su preocupación se denota en su rostro. Lo cual él también nota, al punto de dejarla uitilizar la legeremancia.

 

Y así lo hace, intentando concentrarse a pesar del ajetreo de su entorno. Por fortuna, el estado débil de su compañero hace que la habilidad fluya y pueda ver lo que el vio en alguna bitácora:

 

»Las Luminiscencias son esencias que aunque muertas hace milenios, pueden dejar su espíritu lumínico en la tierra y moverse como fantasmas, pero conservando sus poderes. Solo existen tres Luminiscencias y tienen el poder de abrir un portal hacia las entrañas del inframundo, lo suficientemente profundo para llegar al Altar del Tártaro. Hay un recurso para hallar a las Luminiscencias. Existe un historiador antiguo, un humano de épocas medievales, que fue el único en descubrir la existencia del clan La Corte de los Ángeles. Pudo estudiarla y, aunque no se le permitió escribir directamente sobre ella, aquel humano plasmó sus ideas acompañadas de un dato que a los cortesanos se nos escapó de las manos: una cualidad de los mismos ángeles, en especial, una cualidad de las Luminiscencias.

 

Siendo sincera, Emily no comprende nada de lo que está "viendo", pero está segura que corresponde a información valiosa de los clanes de la Orden del Fénix. Una frase queda marcada en su memoria «No conozco el nombre del libro, pero estoy seguro de que podría hallarse en la Gran Biblioteca de la Corte de los Ángeles. No puedo dejar más datos a temor de que este mensaje no llegue a su receptor»

 

Va a comentarlo con Goderic, pero ¿por qué le hablaría precisamente a él? Su presencia le molesta tanto que apreta con fuerza la varita mágica en su puño, haciendose daño en las palmas con sus uñas. Necesita hacerle daño y su poder oscuro era la mejor forma de hacerlo, de causarle dolor. Emily en ese momento no lo nota, pero es presa de una ilusión causada por Kaori. Aplica el control corporal sobre el mago, ganando poder sobre su torrente sanguíneo, siendo capaz de manejarlo a su gusto. Acelera sus pulsasiones, queriendo de esa forma afectar como pudiera su corazón y debilitarlo aún más.

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Vuelve el rostro hacia Graves, al escuchar su voz y su peculiar acento americano. La expresión en su rostro delata el estado introspectivo en el que se ha sumido. Madeleine frunce el ceño, al sentir como la impaciencia comienza a apoderarse de ella, pero decide escucharlo. Más que preocupado por el problema en el que están metidos hasta el cuello, parece más contrariado por las intenciones del enemigo invisible e intangible que influencia sus acciones, sus pensamientos e incluso su forma de percibir la realidad. Sin embargo, comprende lo que dice pues desde hace mucho tiempo comenzó a hacerse tales cuestionamientos. En su fuero interno ha cuestionado a los Guerreros Uzza, a los Arcanos y prácticamente a cualquier tipo de educador por renegar de sus métodos y de su forma de visualizar las cosas... Aunque eso no ha evitado que siga acudiendo a ellos, pues lo necesita. Donde tiene un respiro es en la Orden del Fénix, donde la magia de los clanes no es transmitida por una persona sino que puede ser obtenida por cualquier persona capaz de tomarla y el descubrimiento de ella es un proceso íntimo, muy personal. No concibe la idea de una forma distinta a esa y tampoco quiere hacerlo.

 

—Sí, te comprendo —responde Madeleine por lo bajo—. Pero seguimos en el mismo escenario. ¿Por qué hay algo proclamándose maestro?

 

La distrae Vera, que se mueve silenciosamente mientras ellos intentan entender qué es lo que sucede. Madeleine entreabre los labios al observar el símbolo en la cubierta del libro que toma en las manos, pero no sabe qué decir. Recuerda entonces el libro en las manos de Granger, con el Mjölnir de Thor grabado en sí. Dos, de tres. Es evidente que son libros importantes y también que debe existir uno para cada clan, aunque todavía no pueda localizar el que correspondería a la Orden de Avalon. Se pregunta qué papel tienen aquellos tomos en aquel desastre. Con pasos quedos, se acerca hacia la mesa donde están los los libros, como si visualizar las piezas le ayudaría a completar aquel rompecabezas. Pero no puede. Necesita que nuevamente Vera tenga una revelación, que Graves vuelva a dar un discurso filosófico, que los sacerdotes purifiquen las energías del lugar por lo menos el tiempo suficiente para mantener claras las mentes del grupo, que sus compañeros oscuros eliminen a aquel enemigo invisible que busca poner baches en su viaje.

 

Observa a Karkarov y Slithering hablar entre ellos, pero distrae su atención la repentina intervención de Gryffindor. No puede evitar sonreír levemente, dándose cuenta de que siente nostalgia por sus antiguas andanzas del Cuartel de Aurores.

 

—Quieres decir que la corrupción que encontramos arriba, también llegó aquí dentro, ¿no? —acota Madeleine a sus divagaciones. Luna es una de las pocas personas con la que es capaz de tener toda la paciencia del mundo. Advierte que la observa atentamente, quizás esperando ver que actúe de forma similar a Granger, pero Madeleine se siente bastante normal. Se pregunta si el riguroso entrenamiento psíquico al que se ha sometido las últimas semanas, tiene algo que ver, aunque no puede estar segura ya que ni siquiera comprende qué es lo que le sucede a los demás. De todas formas sonríe levemente, para hacerle saber que está bien— Intentemos reunir más pistas, antes de actuar. No sabemos a qué nos enfrentamos.

 

Potter Black pone en palabras lo que Madeleine había estado considerando, al sugerir en voz alta que los sacerdotes podrían intentar usar sus poderes de purificación. Está de acuerdo en que aquella es la prueba final... la verdadera cuestión, es decidir cuál es la forma de poner fin a los problemas y liberar el Palacio de aquella influencia corrupta. Parece ser que Potter Blue tiene un breve momento de lucidez, al pedir —o intentar pedir— ayuda a sus aliados sacerdotes. Madeleine no cree que eso pueda acabar con el problema, pero sin duda podría darles más tiempo y hacer que cuenten con más compañeros lúcidos para idear un plan. Le gustaría haber desarrollado más la Magia de la Oscuridad dentro de ella, hasta el punto de dominar el poder destructivo; podría arruinar cualquier sortilegio que actúe en el lugar, con un movimiento de la mano.

 

La presencia de la neblina, distrae su atención del presente y la lleva hacia atrás, muy hacia el pasado. No comprende qué ocurre, pero lo último que observa es a Graves abrir un libro. Madeleine siente como si se sumergiera en un pensadero, pero no tiene control de lo que ocurre. Sin embargo, se da cuenta de que la neblina no es neblina. Parece tinta, despegada de la superficie donde plasmara palabras y frases. Y, en sus oídos, el ruido de las páginas del libro corriendo muy rápidamente...

 

La niebla se despeja.

Tres magos. Tres "maestros".

Un final trágico.

La maldición del olvido.

Un lazo con la realidad.

Al regresar, le cuesta unos momentos recordar quién es y dónde está. Todavía se mantiene cerca a Gryffindor, Granger, Graves y Vera.

 

—¿Qué...? —Madeleine observa el libro que Graves todavía sostiene en sus manos— ¿Acaso acabamos de leer ese libro?

 

Pero el sonido de un forcejeo la distrae. Vuelve la mirada para observar a uno de los sacerdotes arrebatar el libro que sostiene Potter Blue, al cual hasta ese momento no había prestado atención, pero ahora advierte que tiene una espada grabada en la cubierta. Por lo poco que sabe de la Orden de Avalon, sólo es capaz de asumir que se trata de Excallibur, la Espalda de Luz, que es resguardada por los sacerdotes. A decir verdad le sorprende que los sacerdotes hayan tomado la determinación de usar la fuerza, no porque cree que esté mal, sino porque había pensado que no era su estilo. Pero momentos desesperadas, necesitan medidas desesperadas. Se pregunta si el hecho de que Potter Blue como sacerdotisa tomando el que debe ser un libro tan importante para su clan, fue lo que provocó que entrara en aquel violento trance, a diferencia de Granger y Vera, que ya parecen estar bien.

 

—La esencia maligna que está aquí, está convencida de que estos conocimientos y secretos son suyos —musita Madeleine por lo bajo, intentando atar los cabos—. Es ese sentimiento el que se manifestó a través de Potter Blue. Era ese mago, el que acabamos de ver en esa bitácora, proclamándose maestro. Me pregunto si fue la fuerte conexión de la sacerdotisa con el libro de la Orden del Avalon, lo que aprovechó esta esencia para manifestarse, lo que le dio energía. Creo que, ya que han roto la conexión, la purificación podría ser definitivamente exitosa.

 

Recuerda las palabras que le dijo Granger hace unos momentos, acerca de los recuerdos que vio y comienza a entender por qué los oscuros se están viendo tan poco afectados, e incluso por qué a ella misma no le ha ocurrido nada. Madeleine, aunque es una personalidad complicada y con muchísimos problemas, definitivamente no tiene asuntos pendientes. Por ese lado, está en perfecta paz.

 

—Qué bueno que estamos acostumbrado a esos trucos —repone Madeleine por lo bajo a su compañera oscura.

 

Entonces, Granger sugiere un plan. La verdad es que Madeleine tiene dudas, pues a pesar de la vulnerabilidad de los sacerdotes, son ellos los que pueden hacer algo sobre las energías malignas del lugar. Deberán ser muy cuidadosas. Sostiene su varita mágica con determinación, aunque por algún motivo, no actúa. Por primera vez en mucho tiempo, observa. Observa y aguarda. Granger hace que el mago que le quitó el libro a Potter Blue pierda momentáneamente la consciencia; aunque él no había mostrado ningún comportamiento agresivo, no parecía estar en sus cabales, por lo que había gritado acerca de los hipocampos intentando romper el cristal sobre ellos. Ella no había notado ese comportamiento, aunque sabe que no es una experta en Magizoología. De todas formas, hay un problema más grande que unas criaturas mágicas.

 

Levanta la varita de tejo, pero sus músculos se tensan, obligándola a detenerse, al observar a su hermana Lillian acercarse a la sacerdotisa corrompida. No comprende qué es lo que hace, pero... parece estar siendo de ayuda. Se da cuenta de que Potter Black, a la distancia, la ayudó usando el control corporal sobre Potter Blue. Espera que éso sea suficiente para que recobre la lucidez y así, en conjunto, los sacerdotes puedan actuar.

 

A sabiendas de que está haciendo caso omiso de las indicaciones de Granger, levanta una mano hacia el libro de la Orden de Avalon, que yace olvidado en el suelo. Luego de lo sucedido con Potter Blue, le parece que lo más adecuado es que los miembros de los clanes no estén en contacto con sus propios libros, hasta que todo se resuelva. Los ojos de Madeleine se quedan en blanco, cuando parte de sí posee el libro, otorgándole control total sobre el objeto. Con un manotazo lo hace volar hasta la mesa donde están los otros dos libros. Se pregunta si el hecho de que estén juntos tendrá algún efecto de equilibro en las energías, como sucedió con las plataformas. Aunque quiere ver qué pasa, su atención se distrae por la voz de Potter Black.

 

—Y estarán bien —repone Madeleine.

 

Levanta una mano hacia Grayson y, con los ojos cerrados, se concentra en el control de su cuerpo. Percibe los efectos de los poderes de Granger en él, no graves, no irremediables. Se concentra en deshacer lo causado por su compañera, ahora que parece ser que los sacerdotes están liberados de las influencias corruptas y, especialmente, que los necesitan a todos lúcidos y conscientes para purificar el lugar.

 

—Pero esto no se arreglará sólo con purificar el Palacio —añade Madeleine, bajando el brazo y observando si el mago se recupera—. ¿No leyeron... vieron, lo que estaba en el libro que tomó Graves? Por lo que pude ver de aquella bitácora, la esencia corrupta es la esencia de un enemigo, un traidor de nuestros compañeros antiguos. Él fue eliminado y olvidado, pero algo de él quedó aquí, en forma de una bitácora. Ésa bitácora —señala el libro que todavía sostiene Graves—. La Bitácora de los Maestros, el único lugar donde se relata lo sucedido aquí. Tenemos que destruirla, para eliminar el vínculo de esa esencia con nuestra dimensión. Tenemos que hacer que todo sea olvidado, es la única forma de eliminar su existencia.

 

Y, de nuevo, una distracción.

 

—Jamás obtendrán las bitácoras... no lo permitiré.

 

—¿Lo ven? —añade Madeleine por lo bajo— Todavía se manifiesta, encuentra otro huésped.

 

Vuelve la mirada... y se da cuenta de que ésta vez, el recipiente es Kaori. La observa hechizar desde la distancia a Karkarov, quien a su vez parece estar atacando repentinamente a Slithering. Comprende lo que sucede: Kaori, al igual que ella, puede usar el ilusionismo para manipular a su víctima. Parece ser que la esencia maligna busca sembrar la discordia en el grupo.

 

—Lo siento, Kaori —murmura Madeleine por lo bajo. Levanta una mano hacia ella y siente cómo su presión arterial disminuye, a medida que toma control de su organismo... No le gusta usar la Magia de la Oscuridad contra sus aliados, pero no necesitan más distracciones del verdadero objetivo.

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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El golpe de los animales acuáticos contra la bóveda no cesaba mientras los miembros de la Orden del Fénix intentaban entender, uno, e intentaban librarse o librar a sus amigos de lo extraño que allá pasaba, otros. A mí, personalmente, me hacía mucha gracia ver los intentos para abrir fisuras que anegara aquella biblioteca.

 

Todos morirían.

 

El poder de los libros volvería a quedar bajo mi mano.

 

Pero... ¿Yo no moriría?

 

Solté un hipido de desagrado. ¿Y qué si moría? Aquella magia permanecería aquí y volvería a ser el Maestro de su conocimiento.

 

Aquel pensamiento me resultó extraño. Era una dicotomía creer eso. No sé si fue eso lo que me hizo reflexionar o fue el manotazo brutal que arrancó de mis manos aquel libro lo que me hizo reaccionar. Tal vez el contacto con el libro, o que Dick me sujetara de forma poco amable ayudó a limpiar mi mente de aquella negrura que la atenazaba.

 

Estaba mareada y sentí la lucha interna, no mía, sino de Aquello que se hacía llamar Maestro por conseguirme de nuevo. ¿Era el abrazo de oso de mi sobrino lo que me privaba de aire en los pulmones o era aquella Sombra que apretaba tan fuerte que me dejaba sin aliento?

 

-- Suélt...tame...

 

Era yo, Sagitas, quien pedía liberar un poco aquel agarre para poder respirar. El estar dentro de un lugar que se iba a inundar si proseguían los golpes me estaba originando un ataque. Por lo contrario, Lillian acudió a apretar más fuerte. ¿Es qué no veían que me ponía azul?

 

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Hem... Espera... No lo he dicho yo... Así que estaba allá todavía...

 

Me aferré a eso, a que le oía y , por tanto, le detectaba. ¿Pero qué había hecho para librarme (un poco) de aquella presencia? Bueno, el quién era él ahora mismo no me parecía importante sino el cómo podía librarme de él. Aún tuve tiempo de ver al resto de compañeros, afectados de alguna manera, como yo, con aquella que habíamos encontrado en el Palacio de la Memoria. Era bueno que, ahora, pudiera fijarme con más exactitud en lo que me rodeaba y en los que me rodeaban. Aunque aquello acechaba y me hacía moverme, luchando en contra de los dos sacerdotes que intentaban sujetarme. Juro que ni me daba cuenta de ellos (bueno, sí, en que me ahogaba y acabaría muriéndome si seguían apretando) pero, curiosamente, cuanto más mi cuerpo se debatía para soltarse, más mi mente se liberaba del agarre de Ello, de El Maestro.

 

Hasta que dejé de sentir presión. En su lugar, unos ojos fijos en mí, sólo los ojos castaños que me decían algo, un no-sé-qué-que-queda-balbuceando de manera que llegué a respirar, más tranquila, casi sin sentir los abrazos de mis Hermanos (o tal vez ya no me abrazaban y estaba libre, a saber...) Su voz seguía llegando lejana mientras, a oleadas, el Oscuro arañaba por el interior de mi mente ordenándome que recogiera aquel libro. Después, dejé de oirla.

 

Mis piernas fallaron y medio caí al suelo, agarrándome a algo, tal vez a Lillian porque su aura me era conocida.

 

-- Se ha ido, la voz se ha ido -- susurré, sin dirigirme a nadie, mareada por lo sucedido. En mi cabeza, un rum-rum que me carcomía.

 

Porque él me había utilizado pero... yo también había visto algo de él que ahora se me escapaba. ¿Qué era? ¡Diosa, ayuda! ¿Qué era lo que vi que ahora no encajo en este puzzle que es esta escena de gritos, palabras, hechizos y personas moviéndose en este Palacio de libros?

 

-- El libro...

 

Sonreí.

 

Sí, vale, no es el momento ni el lugar pero sonreí. Y extendí la mano. Y señalé el Libro, ahora en una mesa junto a otros.

 

Y volví a sonreír. ¿Estaba loca?

 

-- Siempre lo he estado -- me respondí a mí misma. -- Tan fácil y tan difícil a la vez... No podremos contra él. O ellos...

 

Intenté bucear en mi mente de nuevo pero las imágenes robadas a aquello mientras me dominaba eran un torbellino giratorio que no me ayudaban a superar el mareo. Sin embargo, sonreí de nuevo

 

-- Debemos mostrar unidad en cada Clan, todos unidos, sin olvidar que todos formamos la Orden, cuya memoria antigua estaba en aquel lugar. O lo hacíamos juntos (como habíamos hecho con las runas) o no lo conseguiríamos.

 

Señalé el Libro. En la portada, nuestro mayor reliquia; nuestro objeto legendario, el que activaba nuestra fuente de poder. Y la teníamos al alcance de la mano.

 

-- ¡Hermanos! -- Me dirigía a los sacerdotes pero también a todos los presentes, a los que pudieran escucharme. Y hablé en alto, a pesar del zumbido en los oídos que ensordecía todo a mi alrededor, a pesar de aquella sensación de levedad en el ser que me había producido ¿Darla?, a pesar de que mi mente parecía ida, muy ida. -- Invoquemos nuestros objetos: la Espada de Avalon, la... el... -- ¿bastón? -- ... martillo y el... Los tres objetos legendarios. Están con nosotros, en el corazón de quien los usa y los venera.

 

Y señalé de nuevo el libro, el de los sacerdotes, apoyado en aquella mesa. Brillaba. El dibujo central que sostenía una espada se iluminaba, como si me hubiera oído invocarla.

 

-- Los tres juntos pueden luchar contra el Mal Corrompido que intenta que nos peleemos unos contra otros.

 

Y achiqué un poco los ojos al pensar que, hacía un momento, yo había sido una de las que me había enfrentado a los míos y que ahora, Eso, había cazado a otra compañera. Mantuve la mano señalando hacia el libro y éste brilló mucho más.

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- Creo que podríamos intentar purificar todo, pero con eso no basta como dices Made, hay que hacer algo más que eso, la corrupción que había allí arriba realmente llego hasta aquí, no se exactamente que o por qué, creo que es un ex compañero de la Orden que se fue o algo más, un recuerdo suyo, algo maligno que esta impidiéndonos seguir con esta misión, que nos ordena y nos combate con todo lo que tiene y que como pudimos apreciar juega con nosotros y nuestros recuerdos, ahora bien, ¿Creen que purificando todo lograremos algo? ¿o se puede hacer algo más? - Pregunto al aire, esperando que Made o alguien más me responda, estoy impaciente y ansiosa, quiero hacer algo y quiero hacerlo ya -

 

Escuché lo que dice Sagis y me quedo pensativa, ¿con esos objetos lo lograríamos? ¿podríamos purificarlo todo o no? se que unirnos es la solución, tenemos que estar juntos como clanes y porque no usar nuestros poderes y habilidades para solucionar todo este problema, sigo teniendo miedo que vuelvan a poseer a alguien, pero desecho la idea por absurda, solo necesitamos unirnos y porque no intentar parar algo de todo esto y obtener las bitácoras para nosotros, idear un plan es lo primordial en todo este embrollo y así lo hago saber, pensando en que aquello podría sacarnos de este lío y hacer que al fin tengamos el conocimiento que necesitamos para nuestros clanes.

 

- Tienes razón Sagis, necesitamos los objetos de nuestros clanes y unirnos, somos todos de la Orden del Fénix, solo nuestros clanes nos hacen diferentes ¿verdad? pues unamosnos y juntemos los objetos, si cada uno tiene el artilugio de su clan quizás podamos unirlo todo y vencer esta cosa que nos impide conseguir el conocimiento que por derecho nos pertenece, tenemos que poder hacerlo de alguna manera ¿qué opinan? - Digo hablando rápidamente y entusiasmada, ahora se que hay que hacer y espero que así se solucione todo de una vez por todas -

 

Me acerco al libro que señalo momentos antes Sagitas. no dudo cuando tomo la espada que brilla y la misma salta del libro a mi mano, se materializa brillante e impoluta, una espada dorada con empuñadura y que parece nueva, como si nadie la hubiera utilizado mucho, pero ahora no se que hacer con ella, solo la sostengo en espera de los demás objetos de los otros clanes, no se si lo que hago esta bien o mal, solo espero que esto solucione algo de todo lo que pasa a nuestro alrededor y encontrar algo de paz en aquel extraño lió.

 

- Bueno creo que todos necesitamos tener lo de nuestros clanes, para poder combatir la corrupción Made, ¿qué opinas? espero que funcione, necesitamos lo de la Orden Oscura y lo de la Orden de los Paladines, supongo que alguno del clan debe de buscarla y una vez que tengamos todo unido podremos vencer a esa esencia de nuestro ex compañero que intenta lastimarnos, se que juntos y unidos lo lograremos - Pronuncio con mi repique de campanas más alto de lo habitual, demostrando así cuanto me emocionaba pasar a la acción y no esperar que me digan que hacer, como hubiera hecho antes -

 

Miro a Made esta vez en lugar de a Sagis y suspiro pensando que todo el recorrido que hice fue gracias a ella, ahora se que puedo dar un paso al frente y actuar, me tomo un momento para prometerme que se lo agradeceré cuando todo esto termine y me vuelvo a centrar en la espada que brilla y titila en mi mano, la siento pesada cosa rara puesto que al ser vampiro no tendría que pesarme, abro mis ojos azules claros, cuando la espada se ilumina sola con una luz dorada, ¿de dónde sale eso? ¿qué es? la misma me rodea y envuelve, haciéndome sentir feliz y en casa, ¿qué significaba todo esto? sigo sosteniendo la espada, esperando a los demás clanes y preguntándome si esto significara que Avalon me esta aceptando de nuevo, me tomo un momento para dirigir mi mirada hacía Sagis y esperar a que digan algo, no se muy bien que sucedió, pero sea lo que sea me siento mayor y distinta, con una luz extraña en mi interior y como si me hubiera purificado a mi misma ¿es eso posible? solo espero entender que sucede y mientras lo hago, vuelvo mi mirada hacía Made, pensando que realmente tuve mucha suerte de cruzarmela y de que sea mi amiga en todo esta aventura de clanes.

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Despierta de su sueño.

 

Sin embargo no se arrepiente de haber vuelto a confiar en los sacerdotes.

 

Los tres están en un sueño casi imperturbable. Los tres duermen como un solo ente y los tres duermen también por separado. Los tres pueden despertarse cuando algo esté mal o cuando alguien intente sacar los saberes más antiguos del templo. Ella, creadora de Excálibur, siente cuando alguien intenta que la espada (que es parte de su esencia y como tal es una extensión de su ser) abandone la isla.

 

Excálibur no puede dejar la isla de Avalón al menos que ella lo permita. Y ese día precisamente no lo permite. Ese día no cree que el destino de la Orden del Avalón (o de la Orden del Fénix) necesite que su reliquia abandone la isla. Y aunque los otros duermen también están despiertos, y aunque no le contestan también lo hacen.

 

Los tres están de acuerdo en que las reliquias deben permanecer en la Isla, en el Templo y en la Fortaleza. Los tres, usando su magia, envían a la ayuda una réplica de Excálibur que en cuanto toca el aire se deshace en polvo. Porque ellos, siendo como son la fuente de la magia, han decidido que lo mejor para sus clanes, para su gente, es que las reliquias estén a salvo.

 

Porque solo cuando ellos lo permitan Excálibur, Mjölnir y el Necronomicón abandonarán su hogar.

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Lentamente, baja la mano. No puede evitar pensar en la imagen de Kaori cuando la conoció: embarazídisima. Frágil. Aquel ya no es el caso, pero teme causarle verdadero daño. No ha llegado a provocar que pierda la consciencia, pero sí que se debilite lo suficiente como para que ya no sea una amenaza para nadie. Siente el impulso de verificar su estado, pero siente la presión del tiempo sobre ella: sabe que han demorado mucho más de lo deseado y lo previsto en aquella misión, lo suficiente como para que se pregunte ¿acaso saldrán victoriosos de aquella aventura, o...? El malestar se extiende por su pecho, al recordar que aquella es una gran posibilidad; sin embargo, lo único que pueden hacer es avanzar. Empuña la varita mágica con fuerza y deja que Kaori se recupere, sabe que no necesita su ayuda.

 

Por los momentos, nadie ha respondido a su plan. ¿Es porque no creen que pueda funcionar, o porque simplemente no le prestaron atención? Abre la boca para insistir en el tema, pero ahora Potter Blue ha tomado la palabra, aparentemente recobrando la lucidez tras la intervención divina de Lillian. No duda que, como de costumbre, la forma de superar aquel obstáculo es trabajar en equipo. Así ha sido cada vez desde el renacimiento. Sin embargo, hay algo de lo que no está segura... ¿Son capaces de invocar a su voluntad los objetos legendarios de los clanes? ¿Es una buena idea? Después de todo, es su esencia la que alimenta las fuentes de poder. Por otro lado, no está segura de que los objetos sean suyos. Son guardianes de ellos, los resguardan, pero creía que eso era todo. En verdad, sigue creyéndolo, hasta ver algo que le haga cambiar de opinión.

 

Quiere decir lo que piensa, pero decide esperar y ver, algo que pocas veces haces pero a lo que en esa ocasión ha acudido más de lo que le gustaría.

 

Gryffindor, naturalmente, se muestra emocionada con la idea y manifiesta su acuerdo. Le dirige una pregunta, pero Madeleine se mantiene en silencio por los momentos. Observa cómo se acerca al libro de la Orden de Avalon, en la mesa junto a sus libros hermanos. Alza las cejas, sorprendida por su iniciativa... y los ojos casi se le salen de sus órbitas, cuando observa a la joven bruja empuñar una espada de luz. La Espada de Luz, de las leyendas artúricas.

 

—Gryffindor... —susurra Madeleine, con un hilo de voz.

 

Pero la espada se desvanece, sin dejar nada más que un halo de luz. Lo que no desaparece, sin embargo, es aquella sensación de... seguridad. De esperanza y, quizás, de felicidad. Madeleine se acerca a la mesa y observa los libros, intrigada.

 

—Supongo que no estamos listos —murmura Madeleine por lo bajo.

 

Se acerca al libro de la Orden Oscura, donde está el sello del Necronomicón. Ahora mismo le parece increíble y surreal que la Sombra se lo hubiera encomendado para regresarlo a casa. ¿Cómo pudo cargar un objeto tan pesado, tan poderoso, tan increíble? ¿Cómo pudo haber sido digna de ello? Cuando pasa una mano por encima, el sello se ilumina pero Madeleine no se atreve a intentar invocar el objeto legendario de la Orden Oscura. El Necronomicón es un grimorio muy poderoso, que no está segura de que pueda controlar incluso con la ayuda de sus compañeros, cuyo manejo de la Magia de la Oscuridad no es tan amplio como le gustaría. Quizás, algún día... Cuando sea necesario. Sin embargo, sí se atreve a abrir el libro, esperando que aquello sea de ayuda.

 

Las palabras pasan rápidamente por sus ojos, intentando elevarse desde el pergamino. «Control de energía psíquica... fragoquinesis...». Pero Madeleine cierra el libro rápidamente, antes de que entre en trance.

 

—Estoy de acuerdo con ambas, en que la clave es trabajar juntos —dice Madeleine, levantando la mirada del libro—. No dudo en que nuestras reliquias están a nuestra disposición, pero creo que si no se materializan... es porque ellos saben que no las necesitamos —se pregunta si, además, deben probar sus conocimientos, los que buscaban justamente ampliar mediante las bitácoras pero han terminado haciendo con cada obstáculo, dificultad y prueba que se les ha presentado en el viaje.

 

»Eso... esa cosa maligna, viene de ese libro —señala la Bitácora de los Maestros, el cual Graves al abrir les mostró a todos o a algunos de los presentes las imágenes de lo ocurrido hace muchos años, en aquel mismo lugar. Se suponía que la Maldición del Olvido que protege el Palacio eliminaría la amenaza de los Marestros, atrapándolos en las páginas de un libro y haciendo que el mundo externo olvidase su existencia; sin embargo su fuerte esencia corrupta consiguió escapar, la cual invadió todo el Paladio y los terrenos aledaños, causándoles problemas a los miembros de la Orden del Fénix.

 

»Debemos eliminarlo, aunque probablemente intentará defenderse, quizás como si se tratara de un horrocrux... y, por supuesto, eliminar definitivamente la influencia maligna de este lugar.

 

Madeleine vuelve el rostro hacia la Bitácora de los Maestros, intentando pensar. Sabe que ella y Kaori —si es que ya se ha recuperado— pueden controlar su energía psíquica, quizás podrían intentar usar la fragoquinesis para acelerar las partículas del libro para eliminarlo. Es consciente de que Slithering, Karkarov, Granger y Potter Black no cuentan con poderes precisamente destructivos, pero con su control de energía interna tienen los recursos necesarios para mantener a todo el grupo a salvo. ¿Aunque, y si el libro intenta defenderse...? Recuerda haber observado a Graves y a Vera invocar unas extrañas armas, capaces de convocar espectros eléctricos capaces de inmovilizar a sus objetivos por la descarga eléctrica; quizás, aquello pueda funcionar para impedir que las energías tras el libro se manifiesten y actúen contra ellos. En cuanto a los sacerdotes, no duda en que Lillian y Gryffindor pueden usar sus poderes de sanación y purificación; los poderes de Grayson, Potter Blue y Karoline siguen siendo un misterio para ella, pero hay rumores de que los sacerdotes con su nivel de poder tienen cierta conexión con presencias de diferente naturaleza. ¿Quizás puedan tener algún tipo de contacto con el espíritu que yace en el libro? ¿Y qué hay de absorber y retener la energía mágica del libro...?

 

Parpadea un par de veces. Aunque sólo han pasado un par de segundos, tiene la sensación de que estuvo dentro de su mente durante un largo rato.

 

—Creo que tenemos que hacer uso de nuestros conocimientos, nada más —añade, con la voz ronca—. Todo lo que hemos aprendido, desde que volvimos a conectarnos con nuestros poderes y durante esta misión. Quizás sea momento de demostrar cuánto hemos progresado en el manejo de la magia de nuestro clan.

 

 

OFF: Recuerden que la misión estará abierta hasta final de mes. Deben tener en cuenta el Funcionamiento de las Misiones de Clanes (acerca de los criterios para superar una misión y por lo tanto aprobar el conocimiento). Además, recuerden tener en cuenta qué poderes rolísticos pueden usar según los conocimientos que posean o estén cursando, los cuales están explayados en las Especializaciones Mágicas de la Orden del Fénix.

 

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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—Estoy lista, Madeleine —anuncia Vera, invocando el arma que tanto ha deseado probar desde que la viera en las manos de Graves.

 

La Pole se materializa majestuosa en las manos de Vera. Es un arma de asta, similar a una exótica lanza terminada en una hoja metálica. Su mango es frío al tacto, pero le aporta a Vera una sensación agradable. La joven bruja sabe que es un arma legendaria e indestructible, creada con acero sagrado e imbuida del poder de los antiguos Aesir.

 

A Vera se le escapa el sentido de mucho de lo que ha estado observando. Sólo sabe que lo que ha deducido Granger tiene pleno sentido para ella. La culpa es demasiado fuerte en Vera y, aunque trata de olvidarlo la mayor parte del tiempo, es consciente que esa emoción está demasiado dentro de ella para poder suprimirla del todo. En su inconsciente, Vera se siente culpable, por más que su razón le diga otra cosa.

 

Tampoco entiende muy bien qué es ese libro que Graves ha tomado y del que han surgido las imágenes pavorosas de la historia oculta de los clanes y de aquel mago que se hacía llamar a sí mismo maestro. Pero aunque no termina de comprender la esencia de ese libro, sabe que lo que le han mostrado las imágenes tiene sentido.

 

Más extraño ha sido el intento de invocar las reliquias de los clanes que en la pasada misión les resultó tan útil. Por un momento, Vera había pensado que podría funcionar. Al fin y al cabo, la magia de aquellos objetos ya se había demostrado portentosa. Cuando Madeleine anuncia que no están listos, Vera se siente decepcionada. Pero la cree. Al fin y al cabo, es de las pocas del grupo que no se han visto afectadas por el poder maligno de aquel lugar. Y es por ello que cuando propone a los demás eliminar aquel libro encontrado por Graves, Vera se pone a su disposición de forma inmediata, invocando la Pole.

 

Probablemente, sea un buen plan. Sabe que el tiempo cuenta y Vera no está dispuesta a fracasar en aquella misión. Deben limpiar el lugar del poder maligno que lo asola. Prefiere esperar antes de atacar aquel libro, ella ha sido tocada ya con anterioridad por el poder maligno del Palacio de la Memoria y no quiere que dicho poder la manipule otra vez. Procura cerrar y fortalecer su mente, tal y como Mackenzie le ha ensañado, mientras prepara la Pole para todo lo que pueda venir a continuación. Es un arma muy poderosa, capaz de invocar las esquirlas celestiales de Odin, unos diminutos seres sagrados voladores, hechos de cargas invisibles de electricidad, que pueden penetrar en el cuerpo de cualquier enemigo dentro de un amplio radio de acción, para causarle la muerte en segundos. No obstante, es un arma peligrosa de utilizar y debe avisar a sus compañeros.

 

—Si la bitácora de los Maestros intenta defenderse o surgen problemas, atacaré con la Pole, pero tened cuidado los que estéis cerca de los impactos. Si se trata de seres vivos, al morir, éstos explotarán en una bomba de electricidad que afectará a todo lo que se encuentre cerca.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Kaori M.

A pesar de no ser capaz de controlar su cuerpo, Kaori lo puede observar todo. Con gran pesar se da cuenta de que la bruja peliroja, Karkarov, ataca a su compañero mediante el control corporal. Trata nuevamente de luchar contra la presencia maligna que la esta manipulando para qie lastime a los suyos, pero fracasó. Intentó con todas sus fuerzas gritarle a Madeleine que tiene razón y que la clave de todo son las bitácoras, pero los labios de la bruja no se movían.

Pero sus compañeros son inteligentes, además de que no es la primera vez que se enfrentan a ese tipo de circunstancias, pronto empezaron a atar cabos hasta llegar a la misma conclusión. El ser que la estaba poseyendo estaba a punto de volver a usar sus poderes, esta vez uno más dañino en contra de Grave y ella no podía hacer nada para evitarlo. Cuando sintió que su corazón empezaba a latir mas lento, giró la cabeza en dirección a Madeleine, era ella quien la estaba ayudando.

Kaori estaba a punto de perder la conciencia, lo que sea que la estaba poseyendo abandonó su cuerpo, al fin era dueña de su propio cuerpo. Lo primero que hizo fue retirar el hechizo que pesaba sobre Karkarov y lo segundo fue vomitar. Su presión había bajado tanto que se sintió terriblemente débil. Se limpió la boca con el dorso de la mano intentando ponerse en pie, pues había caido de rodillas en el frio y duro suelo.

Mientras ella se recuperaba del todo escuchaba, como a través de un túnel las voces y la idea de invocar a las reliquias de los clanes, como si fueran objetos cualquiera y no lo que en realidad eran, la hizo mover la cabeza, era una idea un poco absurda. La clave de todo era la bitácora que tenia Graves, ellos podrían con eso sin poner en peligro tan valiosos y poderosos objetos. > pensó para restablecer sus energías y sentirse mejor. Un calor recorrió su cuerpo infundiéndole nuevas y renovadas energías.

—Lo siento… — dijo mirando a Emily y Goderic. No había sido su intención atacarlos. —vamos a destruir ese libro de una vez por todas… si se intenta defender, los oscuros y paladines se pueden hacer cargo mientras con Madeleine lo reducimos a polvo. Confió en que los sacerdotes podrán hacer su magia y evitar que esa cosa que lo habita encuentre un nuevo huésped—parecía un plan a prueba de fallas, un trabajo en equipo. —A la cuenta de tres… uno… dos… —empezó a contar, esperaba que todos tuvieran claro el plan y sobretodo esperaba que funcionara.

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Sacude la cabeza, confuso. Por un segundo no sabe dónde está, no tiene idea de que está pasando. Las cosas aún parecen estar mal y no tiene ni la más remota idea de como salir de esa situación. Aún su mente trabaja a toda velocidad, conectando ideas que parecen no tener sentido (en principio) pero a la final logran darle una pista de como podrían salir de esa situación.

 

Él recuerda las palabras de Thor retumbando en su cabeza cuando devolvieron el templo a su gloria. Imagina que el bosque de Hogwarts no será el sitio de descanso eterno de Mjölnir aunque está seguro que aquel objeto tan poderoso se negará a prestar su magia de manera directa. Porque con cada hechizo, con cada arma convocada, con cada control de sombras, son la espada, el libro y el martillo quienes prestan su energía a la Orden del Fénix. Pero aún así cuando la espada se materializa por un segundo tiene esperanza. siente que la energía de los clanes aumenta. Los "entes" les enviaron un mensaje: aunque no la vean la magia siempre es suya.

 

Invoca un Tambō, tiene una idea que les podría ser útil. Con su arma mágica en la mano camina en dirección de Vera. Cuando está a unos pasos habla, no se acerca del todo pues tiene que seguir pensando mientras su cerebro funcione a esa velocidad.

 

—Estoy de acuerdo en que debemos trabajar en equipo —dice amplificando su voz un poco con un conjuro —. Deberíamos combinar nuestra magia, nuestras armas.

 

Y entonces lanza su Tambō en dirección de Vera. No lo hace con fuerza pues no se trata de un ataque. Espera que ella entienda el mensaje, espera que entienda su plan. Él piensa que, de alguna forma, su Tambō puede unirse con el Pole de Vera. Sería una arma más larga que juntaría la magia de dos Paladines ¿Pueden, de alguna forma, los otros clanes juntar su magia y atacar?

 

—Tenemos que destruir la bitácora

 

@@Mackenzie Malfoy

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