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The Pink Palace (MM B: 114055)


Hannity Ollivander Evans
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Publicaciones recomendadas

Nombre del Negocio: The Pink Palace



Nombre de los propietarios:



Rory Despard


Hannity Jane


Hessenordwood Crouch



Rubro al que se dedicará: Alojamiento



Descripción:


The Pink Palace



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La casa de los gritos




La Casa de los gritos es una casa abandonada en Hogsmeade. Edificada entre los años 1970 y 1971, durante muchos años, los aldeanos pensaron que estaba embrujada, porque a menudo se oían gritos procedentes del interior, y Albus Dumbledore alentó el rumor, ya que fue el que lo encargó, debido a la licantropía del fallecido Remus Lupin, en realidad, los Gritos procedían de Remus Lupin ya que este era el lugar en donde se encontraba él en sus transformaciones mensuales en hombre lobo y en condiciones de seguridad, durante el tiempo que él era un estudiante y asistía a Hogwarts.



La entrada de la Casa de los Gritos desde de los terrenos de Hogwarts es en la base del Sauce Boxeador. Los gritos escuchados por los habitantes del pueblo provenían de los mordiscos y arañazos de Lupin a sí mismo debido a la falta de humanos para infectar.



La casa en realidad no tiene puertas o ventanas que permitan la entrada o salida de las instalaciones.



La Casa de los Gritos fue utilizada después por Lord Voldemort, y varios de sus Mortífagos como escondite durante la Batalla de Hogwarts. La muerte de director Severus Snape tuvo lugar en este edificio.




El palacio rosa



En la actualidad, la propiedad conocida como "la casa de los gritos" fue puesta en venta por una suma cómoda de dinero debido a que nadie quería estar cerca de ella por su mala reputación después de la segunda guerra mágica, sin embargo, al cabo de unos años fue finalmente comprada por un grupo de magos que prefirió mantener el intercambio en el anonimato.



El viejo edificio deteriorado por el tiempo y el maltrato fue remodelado, pero conservando muchos detalles de su estructura original. Se restringe el paso que lo conectaba con el sauce boxeador en Hogwarts y en cambio se trabajó en un acceso hacia el público. Ahora es una casa señorial que parece haber sido construido para lucir bien eternamente en fotografías y libros de historia.



Sus hermosos ventanales fueron retrabajados, con elegantes columnas dóricas y techos inclinados hablan de una mezcla de estilos arquitectónicos, exquisitos tanto antiguos como modernos. Cuenta con tres niveles, un desván y un sótano. Tiene chimenea en cada piso para los días en que la lluvia invita a quedarte dentro y sentarte a leer un buen libro acompañado de alguna bebida caliente.



Cada uno de los pisos están divididos para albergar a diferentes inquilinos, compartiendo y no cada uno de los pisos que componían la casa en espacios que ahora funcionan como departamentos. cuenta con una escalera desde el interior para llegar al segundo y tercer piso, en cuando a la torre, el sótano y el desván se accede sin problemas desde el exterior.




El jardín es una bella extensión verde con un césped bien cuidado y cortado, sin ninguna plaga o gnomos que ronden el lugar, se dice, que es debido a un hechizo, pero cuando alguien pregunta por ello nadie sabe a ciencia cierta de qué se trata, probablemente es parte de la magia del lugar que hace que se vea y conserve tan bien. Por otro lado, también cuenta con un garage lo bastante amplio para albergar a un par de vehículos, aunque por el momento no es posible ocuparlo de esa manera, puesto que tiene bastantes cachivaches que a lo largo del tiempo se han alojado en el lugar y sus propietarios, los antiguos inquilinos del lugar los han ido olvidando.




Superficialmente es un edificio modesto que no desentona con su contexto inmediato, pero que deja atrás completamente toda esa idea de terror, drama y suspenso que la antigua casa ofrecía.




Inquilinos



Actualmente se encuentran disponibles los siguientes apartamentos:



Primer nivel (primara mitad): Espacio comunitario.


Entrada principal con vestíbulo, escalera al segundo y tercer nivel, cuarto de servicios, sala comunitaria, acceso al departamento 01



Primer nivel (segunda mitad): Desocupado


Departamento 01 (para una persona); una recamara con baño y armarios, también cuenta con una comedor para dos personas.



―Segundo nivel Primera mitad: Ocupada por Hannah Rambaldi


Departamento 02A (para una o dos personas); dos recamaras individuales, cocina comedor y baño compartido.



―Segundo nivel (segunda mitad): Desocupado


Departamento 02B (para una o dos personas); una recamara grande (compartida) con vista al exterior, cuenta con cocina, comedor y baño compartido.



―Tercer nivel (completo): Ocupada por Benjamin Whisper y compañia(?)


Departamento 03 (para dos a cuatro personas); dos recamaras individuales y una compartida (grande), con dos baños, amplio comedor y cocina, sala de estar, estudio con vistas al exterior y terraza.



―La torre esté: Desocupado


Departamento 04 (para una persona), acceso desde el exterior, se divide en tres pisos, cuenta con una amplia vista panorámica, una recamara amplia, baño estrecho, cocina comedor y un estudio.



―Desván: Ocupado por Hessenordwood Crouch


Departamento 05 (para una persona); es una habitación de planta abierta, cuenta con una cocina pequeña, una sala de estar, una pieza amplia, y un baño sencillo.



―Sótano: Ocupado por Rory Despard


Departamento 06 (de una a tres personas); habitación de planta abierta, cuenta con una cocina comedor, un estudio, un baño sencillo, una recamara grande y una individual.



--- --- ---



Afiliados: Los afiliados contaran como aquellos que ocupen un piso en el Pink Palace, son voluntarios rol y sólo se podrá donar si comparten familias.



Criaturas: No.



Objetos: No.



Elfos: No.



Link de registro: The Pink Palace


Editado por Ellie Moody

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El rayo salió disparado con tanta fuerza que aquello que llegó a impactar voló en cientos de pedazos. La varita en su mano zumbaba y era capaz de sentir cómo es que su temperatura aumentaba peligrosamente, aun cuando el hechizo se ha detenido. Están rodeados de humo, astillas y trozos de tierra y plantas que están cayendo por todas partes, rápidamente cuesta trabajo ver y respirar fácilmente ahí, así que, esperando que el arma mágica no no truene en mil pedazos, el demonio hace una floritura más para dispersar la humareda.

 

Si bueno, creo que lo estas haciendo mal-, se escucha la fea voz del muchachito entre el aturdimiento. ―Sinceramente, ni siquiera estoy seguro de porqué es que se le ha prendido fuego.

 

Lo estoy haciendo… ¡Lo estoy haciendo mal, dices?!-, Hessen no pudo evitar comenzar a toser luego de tragarse una enorme cantidad del humo provocado por el fuego que ha comenzado a crecer allí en el surco que da dejado en el suelo donde el rayo impactó. ―Pero si está hecho pedazos, nadie puede sobrevivir a alguien como eso.

 

Si, pero…-, Quintel cerró de un golpe el pesado libro que tenía entre sus manos y de un solo salto bajó de la valla que limita el patio trasero del Pink Palace del bosque de pinos a las afueras del pueblo mágico y se acercó hasta encontrarse con el hombre más alto. ―No se supone que debería haberlo, o al menos no...tantos pedazos-, el muchacho se asomó al interior de la zanja para ver los restos del muñeco que habían hecho con trozos de madera y plantas silvestres que encontraron regadas. Luego le sonrió a Hess con cierta diversión/impresión en la mirada.

 

El brujo mas alto negó resignado y se dejó caer recostándose sobre el suelo como si estuviera de lo más agotado, en cuanto a Quintel corrió a apagar el fuego en el suelo a pisotones.

 

Se han estado haciendo buena compañía esos dos desde hace un corto, al menos durante el poco tiempo que coinciden en el Pink Palace, eso cuando Benjamín Whisper no esta también en el piso. Hessenord apenas reconoce a los vecinos con los que comparte el vistoso edificio, pero a tan solo dos semanas de haberse instalado en el piso cinco del palacio, Quintel se había convertido rápido en un buen compañero de entrenamiento gracias a los gustos que comparten; uno por mantenerse en forma y el otro por mero gusto a las actividades físicas al aire libre.

 

A Hess le había parecido un poco molesto al principio siempre encontrarse con el niño cada vez que por las mañanas salía a correr, no obstante, el demonio tampoco ha sido tan despistado como para no notar (aun con esa terrible vista) la peculiar naturaleza del aparentemente joven brujo. Desde luego la intención de involucrarse con él había sido solo por indagar en él, pero al cabo de pocos días había encontrado realmente agradable su compañía. Era algo refrescante tanta cercanía a su modo tan infantil algunas veces de ser.

 

En cuanto al hombre que vive con él, bueno Hess solo sabe que el niño no vive solo.

 

Entonces ¿qué es lo que debería haber hecho?-, preguntó Hess con una exhalación.

 

Debías curarle las heridas-, sentándose frente a él Quintel había abierto nuevamente el libro y comenzó a leer los hechizos. Él nunca había sido tan bueno con ellos en el colegio, pero ciertamente Hessenorwod era aún más terrible no pudiendo ejecutar algún encantamiento que no termine en llamas, lo curioso también resultaba que Hess parecía tener mayor habilidad con hechizos de naturaleza oscura o de ataque que una defensa o una sanación.

 

Al menos Quin se estaba haciendo bueno en apagar todo tipo de incendios, con o sin ayuda de magia.

 

!¿Debe hacer que?! Maldición Guillam, ¿si sabes que eso no esta vivo verdad? Es un muñeco.

Si, pero-, Quintel río en silencio. ―No me iba a ofrecer, no pudiste sanar al cerdito ayer-, Hessen asintió comprensivamente. ―Tal vez Benjamín pueda ayudarnos con eso.

 

Ah Benjamin, ¿ese es el nombre de tu papá?-, Hessenord se incorporó para quedar sentado, justo frente al muchacho, la figura de él es mucho más grande y tosca y cubre fácilmente la más pequeña del muchacho.

 

¿Mi papá?-, no podía estar hablando de él realmente, George Guillam era el hombre más nomag que Quintel ha conocido en su larga vida, aun habiendo estudiado en los suburbios de California.

 

Si, el señor ese con el que vives-, ¿el señor? !Cierto! Benjamín era mucho más adulto (físicamente) que él, pero después de haber convivido algo de tiempo con él Quintel parece no notar cada vez más ese detalle. El trato formal de respeto que Quinten tenía hacía con él, Benjamín se lo había ganado por su fuerza y habilidad intelectual más que por su aspecto.

 

Tú te ves mas viejo que él.

¿Me estas retando por decirle viejo?

No.

 

Ahora fue el turno del demonio para reír divertido, luego pasó de largo el tema.

 

Creo también que esto no me ayuda mucho-, Hess le entregó al muchacho la varita, aun seguía bastante tibia y Quinte puede asegurar que hasta sigue zumbando.

 

¿No es tuya?

Yo...la encontré

¿La robaste?

La encontré dije-, enfatizó.

 

Quintel sonrió, luego, casi por mero instinto, levantó la vista hacia lo más alto del palacio, exactamente a uno de los balcones del tercer piso, justo al que lleva a la habitación de Whisper. La puerta estaba corrida hasta la mitad, cómo las veces en las que Ben sólo la abre lo suficiente para ventilar la habitación algunas veces abandonada hasta por semanas completas. Dentro, la luz de la habitación está encendida aunque aún hay bastante luz de día, sin embargo, le ayuda a distinguir aún a la distancia la silueta de alguien ir y venir de un lado a otro dentro de la habitación.

 

Benjamín había llegado al piso finalmente, mucho antes de lo que Quintel hubiera esperado.

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Benjamin Whisper

 

Tarde del miércoles más neblinoso que le ha tocado presenciar en Ottery, aunque en Hogsmeade otro es el clima que envuelve el ambiente: Despejado y fresco. El saco de vestir de cachemira lo mantiene abrigado, y aparte compensa con un toque de formalidad el que lleve jeans oscuros y zapatillas.

 

Su atuendo es apenas la primera cosa particular de ese día. Al inicio de la semana, había temido que sus días estuviesen repletos de actividades que lo tuviesen hasta las diez u once de la noche trabajando. Un temor que estaba ausente cuando el motivo de prolongar las horas de trabajo era la complejidad de las tareas, pero si se hacía presente, acompañado de una profunda ira, cuando la razón de las demoras era un puñado de gente inútil que no sabía hacer bien su trabajo.

 

Ya con varias semanas de vuelta en Londres, lamentablemente, comprobar que era la segunda razón la causa de la mayoría de demoras, le había estado agriando el humor. Pero, por suerte, el nuevo asistente que le han asignado el mismo lunes, además de tener un particular atractivo físico, es extremadamente eficiente y llegar al palacio con algo de luz solar alumbrando todavía el vistoso frontis, es la prueba fehaciente de ello.

 

Al cruzar la recepción, hace una venia al semigigante que con estricto cuidado, controla el acceso a la edificación. Por supuesto, aparte de ese sujeto, hay otros varios mecanismos (y otra conserje del edificio) que aseguran la privacidad e integridad de quienes habitan allí y lo cierto es que el método es tan eficaz que ni siquiera él ha podido hacerse de la información de sus "vecinos". Ello le ha causado una cierta decepción, pero de otra parte, es también un alivio, pues significa que tanto sus datos, como los de Quintel, están protegidos.

 

¿Qué estaría haciendo el jovencito ahora? Mientras afloja el nudo de su corbata a medida que sube por las escaleras y divisa fugazmente a una muchacha rubia entrando hacia su departamento, recuerda que ese día deberán firmar los papeles para adquirir de forma definitiva la propiedad que ahora ocupan, al vencerse el alquiler temporal, que a modo de prueba, habían convenido con el arrendatario hace un mes.

Ben le había dicho a Quintel que no era necesario que él figurase en el contrato, pero la insistencia del muchacho había terminado ganándole. Si había una razón más allá de su propia tozudez de "pagarse los gastos indispensables" para esa petición, por el momento le era desconocida.

Hay muchas cosas que le gustan de la edificación: El trazado y distribución del lugar era funcional, la ubicación en un sitio ligeramente alejado del resto de vecinos de Hogsmeade daba margen para la privacidad, pero a la vez dejaba accesible toda la rica variedad de oferta gastronómica y de servicios mágicos del pueblo. Y por si fuera poco, era un lugar con historia, pues se trataba de la una vez temida Casa de los Gritos.

 

¿Quién al calor de esas chimeneas podía imaginarse, que en noches de luna llena, Remus Lupin aullaba allí mismo, preso de su naturaleza maldita? Incluso el nombre con que lo han rebautizado hace que ese pasado, aunque interesante, poco influya y tenga que ver con quienes ocupan la residencia ahora.

 

Al abrir la puerta, la oscuridad en que está sumido el piso es una primera señal, para él, de que Quintel no se encuentra allí. Mientras deja el sombrero y la larga bufanda colgando en el perchero, el hombre enciende las luces con tan solo palmear las manos, y sonríe al comprobar que la orden se ejecuta sin fallos. Un prodigio sin duda del avance tecnológico de los muggles tener esa clase de sistemas ¿y para qué desperdiciar magia teniendo facilidades como esa, especialmente cuando el precio del servicio era una ganga?

 

La ventaja de haber llegado antes es que no tiene apuro alguno, así que se toma su tiempo, para tomar un reparador duchazo, y luego cambiar sus ropas por unas pijamas ligeras, para ya totalmente cómodo, encender un cigarrillo de menta, que sostiene entre sus dedos índice y medio, y que va calando poco a poco. Su mente, estimulada por la nicotina, empieza a bullir de ideas, y más rápido de lo esperado, en el simple ir y venir dentro de la habitación, pensando en voz alta, no tarda en afinar el discurso de bienvenida que le tocará dar a la delegación diplomática de MACUSA al día siguiente.

 

No es mucho después que Quintel aparece, en unas fachas que él encuentra lamentables, aunque reflejan por otra parte, la clase de trabajo físico que el muchacho suele hacer a diario. Sus ojos por alguna razón parecen estar especialmente brillantes y curiosos, o así se le figura a Ben al verlo.

 

Pareces un poco agitado Quintel ¿ha ocurrido algo especial hoy?― el mago aparta la mirada del menor apenas unos segundos mientras presiona la colilla de su cuarto cigarrillo contra el cenicero, apagándolo― hoy, dado que he llegado más temprano, podríamos tener una lección doble― los ojos de Ben vuelven a centrar su atención en Quintel mientras acorta la distancia entre ambos, de forma que apenas necesita susurrar las últimas palabras― pero todo dependerá de si tendrás las capacidades para resistirlo ¿qué crees tú?

 

Un toque en el hombro del joven, es todo el contacto que se permite, antes de seguir de largo con dirección a la sala, el espacio más amplio y por tanto más adecuado para sus lecciones, especialmente, porque a diferencia de su habitación, no tiene una cama que lo haga imaginar otra clase de situaciones.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Con la fama que tenía el lugar, no se veía tan intimidante. Scavenger levantó el libro en su mano derecha a la altura de sus ojos, comparando la imagen en la página con el edificio real, la diferencia era notoria. El libro era viejo y barato, bajo el título “Los 10 lugares más embrujados de Inglaterra” era obvio que estaba lleno de sensacionalismo y mentiras.

 

Antes de que pudiera sentirse decepcionada por haberle hecho caso a una baratija que compró por £5 en King’s Cross, se percató de un letrero que colgaba en la entrada de la casa: THE PINK PALACE. Vaya nombre para un lugar con esa fama, pero significaba que al menos era un lugar abierto al público.

 

Guardándose el libro en el bolsillo trasero de los jeans, se dirigió al interior de la casa -antes conocida como la casa de los gritos. No es que esperara telarañas, un lugar frío y solo, no era tan ingenua como para pensar que la presencia o ausencia de estas cosas suponían algún estado energético en algún lugar, pero el edificio se veía… tranquilo. Como una casa normal.

 

No había una sola persona en el lobby, pero era claro que había gente habitando el lugar; el jardín estaba cuidado y los muebles limpios. En una esquina de la habitación había un mostrador con una campana encima, una especie de timbre. Scavenger lo accionó para ver quién salía, en su experiencia las personas que viven en lugares famosos están acostumbrados a recibir visitas, así que esperaba no molestar.

 

— ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? — canturreó en el vestíbulo vacío, esperando llamar la atención de alguien.

 

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Acomodó por enésima vez la boina en su cabeza, en ese ángulo perfecto para disimular el color de su cabello que tanto detestaba, y luego sonrío tímidamente frente al espejo. Había pasado buena parte de la mañana acomodando su pequeña pieza en el sótano de The pink palace, pues tendría una importante visita. A decir verdad, la primera visita que recibía en lo que se había convertido en su "hogar" en Ottery, por lo que no había escatimado en detalles para intentar que todo fuera lo más confortable posible.

 

Había lavado el forro del sillón de dos cuerpos, y reacomodado los implementos de la cocina. Su biblia y otros libros litúrgicos reposaban igualmente cuidadosamente apilados sobre el pequeño escritorio de roble. El único espacio, en realidad, en la habitación entera, que no mostraba cuidado alguno era el rincón donde aquel misterioso libro reposaba.

 

Con tan solo mirarlo, Rory volvía a sentir escalofríos en el cuerpo.

 

Al principio, cuando lo había descubierto al mover el ropero, había intentado ignorar las malas vibras que el objeto le transmitía. Pero con el paso de los días, el asunto era más y más difícil de conseguir. Podía estar haciendo cualquier cosa en el cuarto, pero en algún momento, de repente tenía la incómoda sensación de no estar solo, sino acompañado de una presencia a la que no le daba la gana revelarse. A su entender, había sido su fe y la protección de Cristo la que lo había mantenido inmune ¿pero cuánto tiempo podría seguir en esa situación? ¿no era además poco sensato mantenerse con semejante peligro en la habitación?

 

Era por eso que no había dudado en consultar con el párroco de Denver el asunto, y él le había dado el contacto de la historiadora a la que había escrito, en realidad, con pocas esperanzas de que tuviera interés en su caso, dado que no provenía de una familia importante, y también en cierto sentido era un asunto menor el que tenía entre manos. Su esfuerzo de adecentarse él y adecentar el lugar venían por tanto, de la extrema consideración que la mujer había tenido de a las finales, dar respuesta su misiva indicando que aceptaba visitarlo.

 

"Voy de inmediato" soltó de repente, cuando la voz de la conserje le hizo saber que la visita ya le estaba esperando en el vestíbulo, y se apresuró a salir, pues no le agradaba mucho la idea de tener a la historiadora esperando junto al otro conserje, el semigigante, que muy probablemente había sido el primero en salir a atenderle. Cuando la encuentra, su apariencia es lo primero que llama su atención, dado que no lleva ropas ostentosas, como de cierta forma, había esperado, lo que lo hace sentir algo tanto de que por contraste, el tenga la camisa perfectamente planchada (con el cuello almidonado incluido) y unos pantalones a rayas a juego con el lustroso calzado oscuro.

 

Bienvenida, espero no haberla hecho esperar demasiado— con la punta de los dedos se tomó la boina, pero sin retirarla hizo una venia hacia ella, antes de volverse al semigigante— muchas gracias por recibirla. Pierda cuidado que la señorita se dirige a mi habitación y no va perturbar ninguno de los espacios comunes.

 

A Rory le costaba todavía habituarse a las reglas un tanto estrictas con que se conducían los espacios de convivencia en el lugar. De hecho, era curioso para él el prácticamente nulo contacto que había sostenido en todo ese tiempo con los otros inquilinos de la residencia. De todos modos, no era ese un tema que en esos momentos fuese un motivo de preocupación de la forma en que lo era el asunto del libro.

 

¿Ha sido un viaje muy cansado? ¿Desea algo de tomar?— comenzó a decir mientras descendía por las escaleras y la conducía hacia su habitación. Perdone si el espacio es algo oscuro, pero bueno, es un espacio cedido por un colega por el que me siento ampliamente agradecido.

 

Cuando abrió la puerta de par en par, echó una mirada al rostro de ella, con la fe puesta en que la simpleza del mobiliario y demás no fuera a espantarla, o le hiciese pensar en que haría el trabajo de gratis y no por la suma que de seguro debía cobrar (que ahora que lo pensaba un poco mejor...ni siquiera le había preguntado).

 

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La decoración en el sótano era mínima, restringida a los muebles esenciales que deben adornar un cuarto, y el hombre que la acompañaba se apresuró a disculparse por el estado del mismo. Scavenger se encogió de hombros.

 

—Una casa es una casa, por favor, no se preocupe. — pensó en el estado de su habitación en castillo Evans, igualmente vacía de cualquier cosa que pudiera llamar suya salvo por lo más básico. —¿Es usted Rory Despard?

 

Hace un par de días había recibido una carta de parte de Rory Despard en la que le pedía ayuda con un objeto, citándola en The Pink Palace si se decidía a ayudarlo. No sabía más información, pero el simple hecho de que alguien supiera lo suficiente acerca de ella para solicitar su ayuda con algo se le hacía de lo más interesante.

 

—Mi nombre es Scavenger, —le dijo extendiendo la mano —La verdad es que me quedé muy sorprendida con su carta, principalmente porque la recibí el mismo día que estaba de regreso en Inglaterra después de haber estado casi todo el año pasado ausente. ¿Podría molestarlo con un té, por favor?

 

Si la vida no le hubiera enseñado a ser más escéptica, ya estaría nombrando al destino o algo igual de cursi. Pero había sido solicitada aquí en calidad de Historiadora, y aunque estaba muy lejos de ser la académica modelo, quería dar al menos la imagen de alguien razonable.

 

Rory, por su parte, parecía muy propio con su ropa planchada y su limpia. Un recordatorio de que en Inglaterra, la imagen era de más importante. Después de todo el tiempo que Scavenger pasó entre bosques y desiertos, elegancia era lo menos a lo que aspiraba cuando se trataba de ropa. Observó al hombre moverse por el cuarto mientras le hacía el té, algo en la firmeza de sus hombros le denotaba nerviosismo. ¿Qué problema podría tener un hombre tan propio como él que lo tenía de aquel modo?

 

—No es local, ¿verdad? — preguntó con curiosidad. — Es el acento. Yo misma vengo de Escocia, así que sé lo difícil que puede ser adaptarse a las costumbres de la gente aquí. Espero estén siendo amables con usted. Dígame, ¿en qué puedo serle útil?

 

@@Rory Despard

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Tanto había sido su nerviosismo, que había olvidado hacer algo tan básico como el presentarse.

 

Perdone, sí, soy Rory Despard— extendió el brazo para corresponder al saludo de ella— muchas gracias por venir señorita Scavenger.

 

El atuendo que ella llevaba, decididamente más informal, lo hizo cuestionarse la minuciosidad del traje que él llevaba, pero por suerte, ponerse a preparar el té lo liberó de tener que verse envuelto en una conversación sobre moda (aunque, podía estar fallando en su intuición pero no parecía la bruja la clase de persona a la que le importara realmente esos temas). En cuanto el agua caliente entró en contacto con las hojas, un aroma dulzón se apoderó del ambiente. Con extremo cuidado de no quemarse, Rory dejó la taza de Scav frente a ella, en la mesa del escritorio, mientras sostenía la suya de una forma un tanto precaria sobre su mano.

 

Le agradaba ella, la simpleza de sus maneras le recordaban un poco más al comportamiento de la gente con la que había crecido, y menos a las complicadas personas de Ottery, con sus protocolos, reglas y demás cosas que no terminaba de entender aún. Incluso su comentario respecto a la amabilidad, tocó el corazón de Rory, pensando en ese mismo instante, que ella era la primera persona que le había preguntao sobre la forma cómo era tratado allí, lejos de su hogar.

 

— No ha sido un lecho de rosas mi vida aquí, pero tampoco puedo quejarme. Tengo techo, comida y un sueldo que me sirve para cubrir todas mis necesidades básicas.

 

¿Se estaba extralimitando con esa respuesta? Era muy tarde para evaluarlo, pues las palabras ya habían salido de su boca, por lo que optó por mejor cambiar de tema y centrarse en la razón que lo tenía allí.

 

— Me mudé a fines del año pasado a este lugar. Como no tengo que pagar alquiler, me pareció estupendo y no puse objeciones. Cuando visité por vez primera el cuarto lo encontré maravilloso, sin embargo, una vez trasladado a la habitación— su mirada hasta entonces concentrada en el rostro de su invitada, se enfocó en el rincón donde aquel viejo libro yacía— Desde la primera noche, comencé a tener visiones, de un hombre que me decía que este era su cuarto, que no tenía derecho a estar aquí y que me fuera.
De forma insconsciente, Rory asió el crucifijo que tenía colgado al pecho. Lo siguiente que iba decir, era problablemente, lo más difícil dado su caracter y su fe.
Probé con plegarias para el descanso de almas, luego con algunos conjuros y rezos antidemoniacos, pero ninguno me resultó. Cuando consulté a mis superiores dijeron que todo sería inútil si no averiguaba en que tiempo fue creado y con qué fines. Y fue por eso que me la recomendaron— tomando un poco de su té devolvió la mirada a Scav— quien pudo se el propietario no es un tema que me interese tanto, como el conocer qué uso le daban a ese objeto, y si es necesario deshacerse de él, antes que siga provocando males.
Con el dedo índice señaló al rincón de donde manaba aquella turbia magia.

 

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Escuchando a Rory, se le iba haciendo más y más claro el por qué la había llamado. Era obvio, por la manera en que el hombre sostenía el crucifijo sobre su pecho que el tema le causaba angustia. Scavenger no conocía magos que al mismo tiempo fueran religiosos; entendía la necesidad de mantener cierta espiritualidad en la vida, pero el concepto de magia y religión, según su experiencia, no se mezclaban mucho. Tenía muchas ganas de preguntarle a su anfitrión acerca de eso, pero había temas más urgentes por el momento.

 

Siguiendo con la mirada hacia donde Rory estaba apuntando, Scavenger se sorprendió al ver un libro, ya que no había reparado en objeto antes. Dándole un sorbo a su té, se levantó y caminó hasta quedar frente a él. Parecía un libro normal, encuadernado de piel marrón, aunque no tenía título escrito en el lomo o la portada.

 

Usando la varita, abrió el libro, cuidando de no tocarlo. Las hojas estaban llenas casi completamente de escritura a mano, pequeña y cerrada, como si quien sea que la haya hecho quisiese contener la mayor información posible en cada página. No parecía haber dibujos, sólo filas y filas de texto en un idioma que no podía distinguir.

 

—Podría ser un diario, – comentó después de inspeccionar el objeto por un par de minutos. — O un instructivo. No reconozco el idioma en el que está escrito, pero no parece muy viejo. Según lo que sé, esta casa fue construida en los 70s, y durante mucho tiempo sostuvo el título de la casa más embrujada de Gran Bretaña.

 

Scavenger había oído hablar de gente que había puesto partes de su alma en objetos, pero era una magia sumamente avanzada que sólo unos cuantos habían conseguido, y que además requería de sacrificios muy grandes. Por lo que Rory describió, esto parecía algo más íntimo.

 

—Antes de intentar otra cosa, hay un hechizo que solía usar mucho en mis días de Auror. Puede decirnos si un objeto ha sido maldecido o encantado desde su creación. Si esto es algo mágico, podemos descubrirlo.

 

Con la varita en la mano, se alejó un par de metros del libro y apunto hacia él

 

Specialis revelio, — un rayo dorado salió disparado de su varita e impactó directo al libro. No lo dañaría, sino que revelaría cualquier tipo de magia escondida dentro de las hojas. Para su sorpresa, el hechizo pegó contra el lomo del libro y lo lanzó hacia el piso desde la mesita donde se encontraba. Señal inequívoca de magia. —¡Bingo!— exclamó.

 

Se apresuró a tomar el libro del piso, manteniendo clara la página sobre la que había caído. Ahí, en el medio de una pared de texto casi ilegible, dos palabras llamaron su atención:

 

AD ALTIORA

 

—“Hacia cosas mayores,” — explicó a Rory, al tiempo que le mostraba la página en cuestión. —Es latín. La frase en sí no es peligrosa, pero coincide con ser el lema de una organización de la que no había oído en mucho tiempo. Disculpe la pregunta, pero ¿ha intentado hablar con el hombre de su visión? ¿Ha oído hablar de la orden de Gunnersbury? ¿Qué lo trajo a este a lugar, si se puede saber?

 

Estaba consciente de que eran muchas preguntas, pero antes de contarle de lleno la historia, Scavenger quería saber exactamente con qué estaba lidiando aquí.

 

@@Rory Despard

Editado por Scavenger Weatherwax

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Era increíblemente sencillo quedarse en silencio, escuchando todo lo que esa mujer decía. Consciente o no, Rory creía que la seguridad de cada palabra quele oía era la manera como se externalizaba su propio conocimiento. Incluso, cuando con naturalidad revelaba su pasado como auror, el muchacho entendió que más que una forma de autovanagloriarse, ella solo intentaba que él pudiese sentirse un poco más confiado, y con menos tensión que la que llevaba.

 

Y lo estaba consiguiendo.

 

Tras lo que el hechizo reveló para ambos (y el misterio de esas palabras en latín) se detuvo para intentar hacer memoria y responder de la mejor manera posible a la historiadora. En cuanto a relacionarse con aquel hombre, Rory no recordaba más que palabras malsonantes y el constante deseo de él de que desalojase el lugar, pero no recordaba mucho más, excepto quizá el ropaje que llevaba ¿pero tendría eso alguna relevancia?

 

No tiene modales amables la verdad, así que me temo que una conversación como Dios manda, nunca la hemos tenido— confesó con cierto desaliento, mientras recogía la taza de té y la llevaba hasta el lavadero— Es la primera vez que escucho de esa orden de ¿Gunnersbury? así que tampoco creo poder ser de mucha ayuda en eso..

 

Se sentía realmente tonto, e incapaz. Estaba en una de esas circunstancias en donde su escasa formación saltaba a la vista. Estaba seguro, sin que ella tuviese que decirle nada, que en toda su vida no alcanzaría a tener todas las lecturas que ella había acumulado ya en ese punto de su vida, ni tampoco el entendimiento o la serenidad. Pero aun así, quería creer, como le solía decir su madre, que incluso el más incapaz podía llegar a ser útil, así fuese en una situación muy puntual.

 

En todas las veces que lo he visto, suele llevar las mismas ropas. Un hábito negro, con una capucha que impide que pueda distinguirle la cara, y un cinturón de cuero— dándose vuelta comenzó a rebuscar entre los libros y rollos de pergamino hasta dar con un boceto que tendió a Scavenger—no sé si este dibujo pueda ayudarle a visualizarlo mejor. A mí siempre se me figuró que su traje era muy similar al de un monje benedictino, supongo que, dentro de mi formación, es la referencia más cercana que puedo encontrar.

 

Mientras ella examinaba la hoja, Rory repensó sobre lo que ella había dicho de la fama que tenía ese lugar, y la época en que se había construido, los setentas. Ciertamente, él no había ni nacido por aquel entonces, pero de lo poco que sabía, por su difunto abuelo que solía contar historias de pequeño, era en esas fechas en que también se había alzado por vez primera, poderoso y temido, el famoso Lord Voldemort. Las matanzas indiscriminadas a muggles, y magos nacidos de muggles, había dejado una huella tan honda en la comunidad mágica inglesa en general, y en su pequeño poblado en particular, que en su caso, más de la mitad de sus parientes había perdido la vida.

 

Yo había entendido que esa fama de la casa no era más que un invento para proteger a este hombre famoso, Remus Lupin — la verdad era que se sentía más y más inseguro de lo que iba diciendo pero el gesto de ella lo animaba a seguir hablando, incluso si eso significaba mostrar del todo su ignorancia, confiando en que ella, a diferencia de otros, no se burlaría de ello— ¿Pero dice usted que este lugar podría haber contenido magia maligna verdadera? ¿objetos tenebrosos o magos oscuros habitando aquí?

 

Su mirada se volvió una vez más al libro. En el fondo, y quizá por su naturaleza cristiana, podía temerle más a la malignidad nacida del propio corazón de los hombres que la inspirada por entes sobrenaturales como los demonios, y ese hecho hizo que sintiese una mayor repulsión hacia el libro, ahora que sabía que en lugar de grimorio podía tratarse de algo más personal, pero igual de maldito.

 

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Entre más hablaba con Rory, más le sorprendía la honestidad con la que el hombre se manejaba. Le recordaba un poco a ella cuando recién llegó a Ottery y Hogsmeade, aislada de todos los demás e intentado no molestar a nadie; si no fuese por un puñado de personas seguiría siendo la misma persona solitaria que había sido tanto tiempo. Por eso mismo sentía el deber de ayudar a su anfitrión con su problema.

 

—La historia acerca de la casa embrujada fue, en efecto, algo inventado para cubrir a Remus Lupin, pero no mucha gente lo sabe. Le sorprendería saber cuánta gente cree cosas sin tener un fundamento real de ellas— le dijo, sosteniendo el libro barato en la mano. —Aun así, en este lugar, no sería de extrañarse que esas mismas creencias hayan llamado la atención de algo verdaderamente maligno.

 

Lo cierto es que la magia actúa de maneras misteriosas, y aunque la teoría siempre había sido objeto de fascinación para ella, este caso requería de medidas más prácticas.

 

—La orden de Gunnersbury, al menos hasta donde yo sé, fue una orden de tintes religiosos homónima a ese pueblo. Buscaban la corrupción de las formas más básicas de la magia, aunque nunca fueron lo suficientemente organizados como para ser relevantes. Sin embargo, vestigios de ellos sobreviven. —Esa era, en amplios rasgos, la información más importante para el asunto con el que estaban lidiando. — Ad Altiora era su lema porque buscaban llegar más allá, utilizando la magia para transcender la existencia misma. Pero como pasa con la mayoría de las organizaciones, sin una visión clara se van desintegrando.

 

Nada de lo que había dicho explicaba cómo había llegado al libro a manos del pobre Rory. Pero en cierto modo, eso era lo menos relevante en la situación en la que encontraban. Tenían la oportunidad de acabar con lo que sea que persiguiera a ese libro y por lo tanto debían de tomarla.

 

—Lo que me llama la atención, —empezó Scavenger, después de un momento en silencio, —son las vestimentas de la aparición en cuestión. ¿Algún tipo de sacerdote o fraile? Debo confesar que aquí es donde me falta el conocimiento, ya que no sé mucho acerca de religión, menos aún de las diferentes sectas u órdenes que la componen.

 

Decidió entonces aprovechar esa oportunidad para preguntarle al señor algo que le causaba mucha curiosidad.

 

—Señor Despard, si no es intromisión, parece usted ser una persona muy religiosa, ¿es correcto? ¿Qué dice la religión acerca de estos fenómenos? Ha mencionado que intentó rezar por el alma de esta… cosa, pero ¿cuál es su postura si esto es en realidad algo maligno? Se me ocurre que puede ser esa afición para ayudar lo que ha permitido que esta aparición se manifieste tal cual con usted.

 

Era una suposición, por supuesto, pero ante la urgencia de la situación, no hacía mal descartar nada.

 

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something amazing: a boy, falling out of the sky
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