Libro del Caos ― Abril

[Bakari]

Dulce, dulce y perfecto caos.

 

Bakari despertó con fuerzas renovadas aquella tarde. Había decidido que, tras regresar a su morada, la próxima clase a impartir sería a media tarde. Era una idea ligeramente descabellada tomando en cuenta el escenario y la escasa visión en penumbras, más le pareció oportuno. Él, Guerrero Uzza, orgullo de su pueblo, debía estar cien por ciento seguro de que los magos que osaban hacer frente a el libro del caos, alegando poder con su inmenso poder, eran verdaderamente dignos.

 

Lamentaba lo sucedido en el último escenario del que fue partícipe. Los presentes no habían sabido cómo funcionaba un equipo, hoy en día la unidad no existía en la cabeza de los jóvenes. Más tampoco les funcionó por separado, muchos creían que la teoría podía superar a la práctica; el hecho de que la magia fue algo ligado a las emociones y al nivel de cada mago o bruja, dictaban lo contrario.

 

Salió a respirar un poco de aire fresco, desperezando los músculos algo entumecidos, antes de leer por última vez la nota enviada desde la Dirección. Curioso que sus pupilos portasen todos el mismo apellido ¿serían como un trío de oro? masticó el viento soltando un bostezo y contempló como el sol amenazaba con decaer pronto, marcando la pronta llegada de los Triviani.

 

El Uzza los aguardaba, parado de lleno sobre una explanada aria y amarronada. Lo único que podía verse en aquel terreno, además de un fino arroyo que se perdía cerca de los terrenos del Ateneo, era la tienda de campaña donde el hombre dormía de vez en cuando. El cielo tras de si se desteñía, entre tonos azules, violáceos, anaranjados y amarillos, el firmamento ardía antes de sucumbir en penumbras ¿dónde estarían? pensó, pues les tenía preparada una filosa pregunta a cada uno.

 

 

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@@Zoella Triviani

Editado 1 de Abril del 2020 por Niko Uzumaki

[Zoella Triviani]

La Triviani terminaba de ajustar sus amuletos en su cuello y muñecas, colocó cada anillo adquirido en sus dedos y colgó otros en una tira de cuero en su cadera. La bruja deseaba poseer más dedos a su favor e intentaba estirar su cuello para que sus amuletos se acomodaran de una forma más bonita y no parecieran tiras conglomeradas en sus clavículas. Se dio un ultimo vistazo en el espejo, repasando sus cómodas vestimentas, unas sencillas mayas negras y una blusa de tiras azul, junto a sus tenis oscuros. Tomó el arnés que ella misma fabricó para su varita y lo ajustó en su muslo izquierdo, guardando a Mort en ella.

 

Conjuró un Haz de la Noche, y se transportó a las tierras africanas, Uagadou era la donde las magias Uzza tomaban poder para que los guerreros impartieran sus clases. La Triviani conocía los terrenos perfectamente, y antes de llegar a donde sería la clase decidió pasearse por las llanuras del lugar, vislumbrando el sol caer con el correr de los minutos.

 

La calva había leído el libro que hoy aprendería, y realmente su mente alojaba muchas preguntas que esperaba el guerrero que les tocaría le supiera contestar, la curiosidad del porque de este libro era una de las incógnitas más grandes para la bruja, quien había repasado cada letra de forma minuciosa en cuando adquirió dicho libro.

 

Observó la hora en su reloj de muñeca, que anunciaba la media tarde junto con la escasa luz del día. Tomó el aviso de donde sería la clase y se encaminó, encontrándose con un viejo hombre dándole la espalda, la figura denotaba una avanzada edad en el hombre quien Zoella sospechó era el Uzza que esa vez sería su profesor. Caminó los pocos pasos que le quedaban y se paró a un costado del guerrero, observo lo que el mago admiraba y se encontró con las llanuras acompañadas de un lindo arroyo, que llegaba a los terrenos del ateneo y era iluminado por los rayos de sol que quedaban, y disminuían a cada segundo.

 

La bruja pensó en sus hermanos e intuyó que no tardarían en llegar, cosa que le emocionaba. Nuevamente el trío pesadilla eran alumnos de los Uzzas, y la mujer sospechaba que a nadie le era grato impartirle clase a los hijos de Candela, esto por la gran reputación que el trió se había ganado.

[Jeremy Triviani]

Cuando el sol empezaba a descender, formando la media tarde, Jeremy supo que era hora de ir a estudiar. Le encantaba que las clases que había estado tomando a lo largo de su llegada a Londres, hubieran variado en lugares, estilo y momentos en el día. Disfrutaba de esos cambios tan bruscos muchas veces, y otras, los odiaba con todo el alma. Esperaba que aquella vez, no fuera la última de los dos finales. Tomo su varita y una bolsa con "plantas medicinales" que quería obsequiarles a sus hermanos. Siempre era un placer para él disfrutar de su compañía... si aunque fuera la impostora de Zoella. Empezaba a tolerarla un poco más, y la amenaza latente de Callum aun resonaba en sus oídos.

 

"Debo ir a una clase, te veo a la vuelta" Escribió en un pergamino para su prometida antes de partir.

 

Jeremy se apareció donde sería la clase, el clima caluroso no lo sorprendió. Llevaba una remera de magas cortas blanca, un pantalón largo holgado de tela fresca, zapatillas deportivas con cámara de aire y los anillos y amuletos de los libros mágicos, incluido el que tenía que cursar aquel mismo día. Como si fuera poco, en el bolsillo de su pantalón tenía el monedero de Moke con un hechizo expansor, que le permitía tener muchas de sus pertenencias. Nunca estaba de más llevarlas, por las dudas que ocurriera algo y debiera abandonar el país de forma urgente.

 

El camino hasta donde estaba el Uzza fue tranquilo. Disfruto del paisaje ignorando las altas temperaturas, y centrándose en la enormidad del terreno que debía recorrer. Eso le permitió rememorar en su mente la lectura del libro del Caos y las grandes posibilidades que daba al haber aprendido a controlar esa magia. Pronto tuvo a el Uzza en su visión y a... zoella. Si, aquella bruja había llegado antes que ellos.

 

-Buenas tardes -Saludo, quedándose a una prudente distancia del guerrero antes de presentarse -Soy Jeremy Triviani.

[Matthew Black Triviani]

Tener la posibilidad de adquirir un conocimiento nuevo siempre era un privilegio. Pero cuando sólo era una de las tres personas que podía tomarlo, había que llevarlo con más seriedad. El Triviani avanzaba a paso tranquilo hacia la tierra donde sabia que encontraria al Uzza, pensando lo afortunado que era por no tener que verle la cara a nadie en un buen tiempo. Se lo había cruzado en la clase anterior que había impartido y no había sido agradable. Ahora bien, lo que no estaba muy seguro de que Bakari fuera muy diferente.

 

¿Cual seria el resultado de enfrentarse a otro Uzza malhumorado sin motivo?

 

Bueno, tampoco es que pudiera hacer mucho. Tendría que aguantarlo y seguir con su vida, porque sólo él y sus hermanos eran los que tomarían el libro del Caos. Y por lo que había llegado a leer, iba a ser un Caos perfecto. Llevaba el libro dentro de un bolsillo interno en la túnica negra, guardado con cuidado para que no se dañara el encuadernado. El cabello azabache estaba alborotado en la parte superior de su cabeza, cayendo con elegancia y oscilante a su andar, pero tenía el semblante serio y cargado de una curiosidad peligrosa. Mientras más poder, más entrega y, por supuesto, más peligro tenía por delante.

 

Al llegar hacia donde estaban ya presentes, pudo ver a Bakari e irguió la espalda cuando sus miradas se encontraron, deseando que este no le tuviera tanta aversión como le había tenido al anterior, al punto de hacerle la vida imposible. Saludó con una inclinación al hombre y luego, sin importarle que la viera, saludo a sus hermanos. Revisó su cuello y allí estaba, su collar dorado que mantenía todo los amuletos de los Uzzas fusionados en uno solo. Escuchó sus palabras en silencio y prestó atención a lo que decía.

 

No hacía falta tanta formalidad, él ya sabía quién era cada uno, y de lo que podrían ser capaces.

 

[Bakari]

Cuan pájaros al nido comenzaron a llegar, uno por uno. Normalmente las brujas eran puntuales, mucho más que los magos, caso contrario a la mala fama que los muggles le hacían a las mujeres respecto a la eterna demora que significaba el arreglarse para acudir a algún sitio de interés. Lo anotó mentalmente, sabía de buena —o mala— fuente, que aquel trío podía sacar de sus casillas incluso a Sajag, y eso era demasiado. Luego, casi a instante le siguieron dos masculinos. El primero con un aura clara, tranquilo, relajado, el segundo duro, impenetrable como una roca. Bakari sonrió de lado y dejó de darles la espalda, intentando marcar una pronunciada y pasible distancia para dar comienzo a la enseñanza.

 

—Ahórrese las presentaciones, señor Triviani. No es educación de su parte o poca cortesía de la mía, tengo entendido que los tres han hecho carrera y renombre por éstos lares.

 

El guerrero Uzza ensanchó su sonrisa, estaba complacido de no tener tres hortalizas como alumnos, sino más bien, tres personajes rebeldes que llegasen a cuestionar absolutamente todo acerca del caos. Cosa que posiblemente sorprendería al trío, quien quizás en antaño sufrió represalias por su cuestionable comportamiento. El viento soplaba cálido, poco a poco se despedía el frío invernal, el cielo estaba en llamas y el silencio resultaba embriagador, aquel era el escenario que el hombre quería para realizar sus preguntas, por lo que sin más se lanzó a la tarea.

 

—Dime algo— comenzó, señalando a Zoella —Si tuvieras el poder de hacer desaparecer a todos tus rivales, oponentes u enemigos, o de vencerles hasta doblegar su espíritu y que vivan eternamente bajo tu sombra ¿Qué preferirías?

 

Acto seguido, dirigió sus ojos hacia Jeremy.

 

—Y tú, si te encontrases ante una guerra civil que comenzó con el levantamiento de la clase más vulnerable y tuvieses las herramientas para detenerla ¿Lo harías?

 

Y por último, deshizo su socarrona sonrisa antes de posar dos pozos negros en Matthew.

 

—¿Qué es lo que ansías al final de ésta clase, por qué estás aquí?

 

Cruzando sus brazos aguardó respuesta.

[Zoella Triviani]

Los segundos pasaron y la Triviani se mantenía en total silencio a un lado del guerrero. Sus hermanos llegaron minutos después y la bruja con gran cariño dejó un beso en la mejilla del politicastro. El Uzza se giró y dio unos cuantos pasos, marcando distancia del trío de hermanos que aguardaban en silencio las enseñanzas de la magia antigua de duelos. Por un par de segundos se preguntó, como los guerreros habían logrado aprender todas esas magias y deseaba descubrir el secreto guardado detrás de la historia de cada uno, cosa que en los libros sobre ellos no ondeaba más a fondo.

 

Bakari era un hombre longevo, con rostro envejecido pero y expresión severa. Los misteriosos ojos oscuros del mago llamaban a la curiosidad de la calva, quien se interrogaba sobre todas las historias ocultas bajo cada cicatriz, cada arruga y cada sobra que se mostraba en sus ojos. Escuchó las palabras que lanzó al rubio y soltó una risa por lo bajo, mordiéndose la lengua para no contestar.

 

El atardecer estaba en su máximo pico, ,la temperatura comenzaba a descender y suavemente el viento soplaba. Los pocos rayos de sol comenzaban a desaparecer cuando el hombre realizó una pregunta a cada hijo de La Zingara. Tres preguntas totalmente diferentes. Una política, una banal y otra de poder, ese poder del que Zoella ostentaba a los mortífagos con gran fanfarronería. Los tres hermanos debían de contestar al guerrero y saber su siguiente movimiento.

 

- Vencerlos y doblegar su espíritu - contestó Zoella, pensando en lo satisfactorio que seria tener a todos sus enemigos bajo su poder, bajo sus ordenes eternamente. Sintió la necesidad de preguntar a que venían esas preguntas, deseando saber si aquello era posible, para comenzar a usar la magia del Caos en sus trabajos más secretos dentro del bajo mundo.

 

Observó a sus hermanos y esperó sus respuestas. Deseaba que le hubiesen hecho una pregunta más importante a Matthew, una pregunta que le hiciera dudar de mente, de su capacidad. Observó a Jeremy, repasó la pregunta al ojiazul, una pregunta con doble intención quizás, puesto que era el prometido de Anne Gaunt, líder de la Marca, suponiendo que era una pregunta inocente por Bakari, la duda de aquello le hizo ver de forma cuestionable al Uzza, que se mantenía quieto, impenetrable.

Editado 6 de Abril del 2020 por Zoella Triviani

[Matthew Black Triviani]

Podría no ser un desagradable sin sentido, era un pensador con complejos de poeta. Enarco una ceja a su punto máximo, examinando a Bakari con más atención. ¿por qué estaba tan interesado en saber lo que pensaban? al menos se movía como un Uzza buscando encontrar lo que queria usando los poderes que poseía. Pero este, con una expresión que daba mucho que desear y con prepotencias que él podía superar, esperaba intimidarlos con frases carentes de peso, Matthew esbozo una mueca de costado, le agradaba.

 

Aunque le gustaba ser escéptico, aquello acababa de gustarle. Frunció el ceño, estudiando con atención lo que hacía Bakari y luego alzó mucho las cejas, viendo como el Uzza formulaba aquellas preguntas, un tanto decepcionantes, pero con un trasfondo bastante interesante. La respuesta que más había captado su atención fue la que le hizo a la calva, era claro que ella elegiría ambas opciones, ostentando su poder, cualquiera lo haría. Soltó un bufido, un tanto decepcionado de ello... Se quedó mirando el aura de pura maldad con el misterio que sus ojos siempre transmitían, observó a Jeremy, quien se encontraba aún craneando su respuesta, decidió adelantarse, odiaba esperar.

 

El conocimiento es poder. Y mientras sigamos avanzando en la magia, más poder lograremos obtener. La pregunta es, ¿aprenderemos algo hoy? lo miró directamente a los ojos, ambas miradas penetrantes chocaban y generaban protervia.

 

Esta bien, era uno de los muchos juegos de azar.

 

 

 

 

 

[Jeremy Triviani]

Jeremy continúo con la misma expresión de curiosidad en el rostro con la que había llegado. No se molestó en cambiarla, y acepto con un asentimiento de cabeza el reto del Guerrero a su saludo. Parecía ser que el mundo había perdido los modales de presentarse. ¿Se arrepintió? Jamás.

Mantuvo con decisión la varita en su mano esperando un ataque sorpresa, pero no lo hubo. Mientras que el cielo cambiaba sus colores y el ambiente se empezaba a volver caótico, el Uzza les hizo una pregunta a cada uno.

El vampiro frunció la ceja empezando a fastidiarse. Su mente evaluaba todas las posibilidades de aquella pregunta buscando alguna trampa. ¿Y si no respondía? Aquella posibilidad la descarto ni bien apareció en sus pensamientos. No sería capaz de no responder una pregunta de un superior... Y en aquel lugar, el superior era el Bakari.

-Dejaria que la Guerra Civil continuará, no me opondría ni aunque tuviera los medios para hacerlo -Respondió por fin - El caos de esa guerra, en algún momento formaría las condiciones necesarias para poder beneficiarme.

[Bakari]

El silencio de Bakari mientras esperaba que los tres respondieran, sabiamente, denotaba respeto. Era poco común que las personas instruidas por los Guerreros Uzza o los Arcanos comprendieran totalmente lo complejo de su actuar, de su proceder, por lo que restó importancia a las miradas recelosas por su carencia de modales al comenzar, minutos atrás. Era relevante, y mucho más de lo que parecía, lo que contestaban. El sol desapareció por completo cuando Zoella acabó su respuesta, considerando que era la opción correcta, que doblegar al rival denotaba poder, supremacía. El hombre torció el gesto, parecía como que alguien le hubiese arrojado un cubo helado por la espalda desnuda bajo el peto, más no sostuvo la falta de palabra cuando notó que alguien seguía el hilo.

 

Resultaba peligroso que alguien ansiada poder con el particular brillo que el tercer Triviani en llegar poseía. Bakari había visto iguales personas acabar de madera terrible con sus vidas, pues cuando uno creía que dominaba absolutamente todo lo que tenía y cuanto le rodeaba, más equivoco estaba, y su entorno lo controlaba de manera indirecta, lo condicionaba. Por último, el segundo hombre se sumó a las respuestas "bien pensadas" para contentar al Uzza del caos.

 

Éste sonrió cuando Jeranne hubo terminado y la satisfacción de notaba en sus ojos oscuros. De los tres había sido quién, quizás, se colocó en los zapatos de la situación planteada y respondió, tal vez, alejado de lo que muy en el fondo pensaba. La mujer había respondido por sus ínfulas de superioridad, el primer hombre con cierta fanfarria que aún conservaba en el semblante, pero había sido aquel último el que más me gustó. Aún así procuró no demostrarlo demasiado ni detener la clase, más tarde entenderían el por qué de aquellas preguntas iniciales.

 

Miró a Zoella, curiosamente el escenario parecía haberse extendido entre ellos, estaban alusivamente lejos. —Tú, atacalo.

 

Su dedo índice viajó hasta Matthew. Una vez más, deshizo su sonrisa. Era momento de comenzar la fase dos de la clase, necesitaba saber qué tanto habían estudiado sus alumnos el libro del caos, y qué tan capaces eran de ponerlo en práctica consiguiendo así domarlo, al menos un poco, pues el caos era impredecible y caprichoso.

 

—¿Qué harás al respecto?— Preguntó, ahora mirando a Jeranne.

[Zoella Triviani]

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