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Historia de la Magia + Astronomía


Cissy Macnair
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Alumnos

Historia de la Magia

@@Lucrezia Di Medici

Astronomía

@@Hayame Snape Potter Black

@

@Niko Uzumaki

***

Me habían pedido desde el Ateneo que diera dos clases diferentes en aquel mes. Luego de lo que había sucedido en Estudios Muggles en Marzo, me había resistido un poco a aceptar tener más alumnos tan pronto, pero la realidad era que necesitaba los galeones para poder seguir estudiando las habilidades y los Libros de Hechizo, así que no podía desperdiciar la posibilidad que me brindaban. Con una sonrisa que no iluminó del todo mis ojos, asentí a los directivos del Ateneo y me fui de la oficina con la lista de alumnos, pues la inscripción había cerrado hacía dos días y yo debía apresurarme a preparar la clase.

 

Al principio me habían dicho que iba a dar Astronomía, así que tenía el escenario perfecto en una de las torres de Castelobruxo. Pero luego me habían indicado que, además, daría Historia de la Magia. Eso cambiaba un poco mis planes pero no del todo. Aunque iba a tener que dar menos actividades a los alumnos de Astronomía, podía repartir las cosas para que mi alumna de Historia, Lucrezia, no se aburriera siendo la única de su clase. Aunque quizá eso le gustara un poco. No la conocía del todo más que de haberla visto en el Ministerio o esa fiesta que había hecho en su mansión, así que esta podría ser quizá una ocasión para estrechar lazos con una compañera de bando.

 

Les envié las lechuzas correspondientes a los cuatro:

 

Estimados alumnos:

 

Me dirijo a ustedes con la intención de hacerles llegar el día y horario de nuestras clases de estudios. Impartiré Astronomía e Historia de la Magia juntos, así que espero que podamos llevar ambas clases sin retrasos. Nos veremos en la Torre Norte del castillo de Castelobruxo el día miércoles 1 de Abril a las 21hs. Por favor no se retrasen, ya que será un buen día para apreciar algunas constelaciones en el cielo nocturno.

Saluda Atentamente.

Cissy Macnair

 

 

 

En mi nota no especificaba si tenían que llevar materiales porque yo tenía todo lo necesario para dar las clases, pero si ellos deseaban bien podían llevarlas. La parte de Astronomía era la sencilla, pero dar Historia de la Magia sería todo un reto para mí. Esperaba que lo que tenía armado al menos no fuera tan aburrido para Lucrezia y, en todo caso, ya veríamos qué tal me iba con todo ello.

Editado por Niko Uzumaki

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Torre en Castelobruxo

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La bruja llegó a aquel lugar en la noche que se le indicó, con un pequeño morral con algunas de las cosas que iba a necesitar para tomar la clase; había tenido una pequeña charla con Lisette, que le contó que algo había visto con unos compañeros de clase pero de todas maneras, ella encontraba inquietante y fascinante la idea de poder ver estrellas y constelaciones contra un cielo oscuro y que siempre parecía estar a punto de tragarlos.

 

Al menos eso sí le gustaba sentir.

 

Acostarse en el suelo, ver las estrellas en cualquier sitio donde las luces artificiales no suponiesen una molestia y sentir como todo aquel espacio la absorbia y parecía fundirse con ella; las estrellas titilando, las figaces cayendo cada cierto tiempo, de repente pillar con gracia uno de aquellos aparatos muggles que se movían suavemente entre los guiños de los mini soles, tan lejanos que algunos decían que solamente sus memorias llegaban hasta la tierra...

 

Y la parte de la adivinación.

 

Esa era una de las que más le llamaban, el que esos mismos guiños pudiesen quizá predecir algo importante, algo de lo que tuvieran que cuidarse...

 

Pero saber lo básico de las estrellas para comenzar, era importante.

 

-Muy buenas noches -saludó al profesor de aquella clase moviendo un poco la cabeza mientras que buscaba el mejor sitio para acomodarse y poder ver con mayor comodidad lo que el cielo estaría por ofrecerles

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Alessandra estaba en la mansión Delacour con su hijo Rowan, el niño había estado llorando varias horas desde que su esposa se había llevado a sus cuatro hermanos a Escocia para tratar unos asuntos con la nueva política del primer ministro mágico, ella se había negado a ir porque no le gustaba estar metida en discusiones políticas con el temperamento que tenia sobre proteger a las personas tanto muggles como mágicas y que se oponía en rotundo a los ideales del Black.

 

-Tranquilo Rowan tu madre ya vendrá- le pidió a su hijo.

 

Llevaba varios días ansiosa con los asuntos de Kamra, iba y venia todo el tiempo, entre muggles y la comunidad mágica solo para mantener la fachada de que estaba todo bien, lo que le resultaba completamente ridículo a la Delacour a su vez estaba el problema de su matrimonio por el hecho de que era Francesa también muchos se negaban a tener un mínimo de respeto para ella.

 

-Ama una carta del Ateneo- Mar su elfina había entrado al cuarto con un sobre con el sello de la academia.

 

Entregándole al niño a la elfina Alessandra tomo la carta para leer que la habían aceptado en su clase de Astronomía, llevaba muchos meses que no pisaba aquel lugar desde que había renunciado como profesora y como alumna mucho mas que no estudiaba algo, ahora al menos tenia escusa para pensar en otra cosa ante el caos del nombramiento de su esposa como reina de Escocia. Dejo que la elfina tomara los peluches y juguetes de su hijo mientras ella se calzaba un pantalón negro ajustado al cuerpo, una blusa azul oscuro y unas botas de cuero negro. Kamra se tardaría en llegar y ella esperaba adquirir un conocimiento mientras eso pasaba por lo que recogiendo su cabello rubio en una cola alta tomo su varita, ya que la carta no especificaba si debía llevar algo o no y desapareció rumbo a la torre norte de Ateneo.

 

Una vez que llego avanzo a grandes zancadas cuando un cuerpo de una mujer pelirroja capto su atención, su tía Hayame estaba en el mismo lugar que ella lo cual le alegro muchísimo porque al menos tendría con quien hablar durante la clase.

 

-Hola Tía Hayame, vienes por Astronomía o Historia?- le pregunto a la Snape.

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El rítmico golpeteo de sus tacos contra la piedra producía un ligero eco entre las curvas paredes de aquella torre. Los escalones eran cortos y bajos, obligándola a medir con cuidado sus pasos para no perder el equilibrio y mantener su postura estilizada. La blonda italiana ascendía con suma tranquilidad por aquella escalera de caracol, evitando pensar en la suciedad escondida en los recovecos de aquel lugar para evitar un resurgimiento de su dormida misofobia. Distraerse con otras cosas, como la tenue luz de las estrellas que se filtraba por las pequeñas ventanillas cuya presencia era casi anecdótica, la ayudaba a alejar aquellos pensamientos que su mente no podía controlar.

 

Su escultural cuerpo era cubierto por un vestido extraído del renacimiento y conservado a la perfección el cual había pensado exclusivamente para aquella ocasión particular. La tela era visualmente espectacular, jugando ingeniosamente con la gama de amarillos. Un corsé negro ceñía la parte superior del vestido contra su curvilínea cintura, ajustándose a ella mediante tensos cordones de similar color. El diseño de la parte inferior consistía en una cómoda falda acampanada que se amoldaba con perfección a sus movimientos, permitiéndole una comodidad que era difícil de intuir a simple vista. Como cada ocasión en la que visitaba un lugar que desconocía, sus manos iban ataviadas con largos guantes de exquisita tela blanca que se extendían hasta unos centímetros antes de sus codos. Su cabellera caía por su espalda como una dorada catarata.

 

Su inscripción en las clases de Historia de la Magia impartidas en Castelobruxo no correspondía a un hambre voraz e incontrolable por adquirir conocimientos de esa área de estudio específica, pues era una que conocía bien. La intención a la que se ceñía su presencia en aquella torre se basaba en dos factores: la obtención de una certificación académica de sus saberes que nunca había recibido dada su educación informal en el claustro de Villa Médici y su interés por compartir un momento con quien se le había informado que sería su profesora, Cissy Macnair. Lo mucho que había escuchado sobre aquella mujer era inversamente proporcional al poco tiempo que con ella había interactuado. En su memoria registraba dos encuentros previos ¿Por qué no compartir un tercero en un contexto así?

 

Su relación con aquella materia era íntima y era incluso superior a ella misma, a todo lo que podía aprender de un par de textos o las explicaciones de un tercero. La historia formaba parte de su legado y de su vida, de su extenso árbol genealógico y de su propia identidad. El apellido Médici tenía un espacio reservado en cada libro de la historia de Italia, sin importar su origen mágico o muggle. Su linaje había participado de innumerables eventos que habían marcado, siglos atrás, la política y la sociedad de su país natal, en especial de la región de Florencia. El banco que con ambición dirigía era una de las más antiguas instituciones bancarias europeas, habiendo sobrevivido a cada crisis del viejo continente. Su familia era la historia; ELLA era la historia, como representante principal de su herencia.

 

Al llegar al piso superior, la joven aristócrata dio dos simpáticos golpecitos a la puerta ya abierta y cruzó airosa el portal que configuraba la entrada a aquella aula. Sus azules ojos detectaron automáticamente a Cissy, en cuyo semblante se centraron con cierto brillo cómplice. Le regaló a su compañera de bando, por la que sentía un respeto basado en rumores del pasado, una genuina sonrisa de complacencia; las angulosas facciones de su rostro se iluminador al adoptar aquella expresión. Se acercó a ella, dirigiéndole desinteresadas miradas a las otras mujeres que ya se encontraban allí. Con delicadeza dejó sobre el escritorio de su profesora la misiva con que allí la había convocado.

 

- Buenos días Cissy, supongo que te sorprende verme por aquí. Espero que esta clase sea…provechosa.

 

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Torre en Castelobruxo

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La bruja alzó la mirada cuando vió que dos brujas ingresaban en el sitio.

 

Alzó suavemente la mirada, Lucrezia en aquel sitio con sus aires de reina no presagiaba nada bueno como siempre; no que no fuese la primera vez que la viese pero la actitud que portaba a veces le entraba en deseos de ponerse a pintar todo en los tonos más chillones que pudiese. Si lograba hacerle llorar la niña de los ojos a aquella bruja, ya se sentiría más que feliz.

 

Sin embargo la presencia de otra de sus sobrinas fué suficiente para hacerle recordar que como buena tía, tenía que comportarse porque además, era justamente la misma sobrina que trabajaba en su clinica; solo faltaría que le diera un espectáculo de que la ex Directora de San Mungo y directora de Santos Mangos no era capaz de tomar aires maduros y de adulto. Nada de malas imagenes ni de comportamientos que pusieran en duda sus capacidades.

Quizá más tarde, una vez pasados los exámenes buscase a su hermana mayor para pedirle consejos de como fastidiar un ratito a la Medici.

Pero por lo pronto...

-Nena!... no sabes el gusto que me da verte en esta clase... adoro cuando me toca recibir la lección con los miembros de la familia -sonrió de forma animada y con los ojos brillantes antes de levantar un pequeño telescopio -pues que he venido esta vez a por Astronomia. Mira que aunque me llama por la rama de la Adivinación... ahora que te veo, me doy cuenta que el percibir las fases de la luna puede ser muy beneficioso para las plantas que usamos con los pacientes en la clinica

Comentó ladeando la cabeza con cariño

-Tú que has venido a estudiar, bonita?

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Alessandra ni cuenta se había dado que estaba la profesora, al ver que era Cissy se le vino a la cabeza la gala de San Valentin cuando estuvieron comiendo en la mesa del conejo blanco, había sido una gran sorpresa ver a Macnair muy acaramelada y mas con su padrino tanto así que se había pues a gritar que lo había clonado. Al recordar el episodio se sonrojo y evito la mirada de la mujer para ver a su tía y a otra persona mas que parecía conocer a Cissy porque se pusieron a hablar.

 

La Animaga sonrió a su tía Hayame, a ella también le gusta hacer cursos con familiares, eran personas conocidas que podían charlar y no como cuando le tocaba hacer clases con desconocidos que siempre prefería quedarse callada y aprender en silencio. Solía anotarse mucho con su tía Dennis y su prima Kaori pero ambas habían preferido no cursar materias ese momento por lo que le toco anotarse sola.

 

-Es cierto...a las mandrágoras les vendrán de maravilla que sepamos eso- le dijo recordando que debía preparar un par de pociones también.

 

Como subdirectora de San Mungo ahora debía ayudar a Hades y tenia mas presión por su nuevo cargo pero eso lo dejaría de lado ya que debía pasarse por el Santos Mangos también a ver si tenia algún paciente.

 

-No dijo nada la profesora que debíamos traer algo- se quejo Alessandra al verle el telescopio en las manos de la Snape -yo también vine por Astronomía, ahora me toca estudiar lo mas tranquilo- pensó en que los conocimientos que requería salir o usar la varita ya estaban cursados y ahora venían los que debía usar libros.

 

-¿Crees que falte alguien mas?- le pregunto observando a la profesora y a la otra alumna.

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Torre en Castelobruxo

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La bruja estaba muy emocionada con su sobrina ahí presente y realmente, sintió que la calma la invadía; también puso atención a su mención de las mandrágoras asintiendo, ya que tal como la chica le había recordado, justamente las fases de la luna y la posición de las estrellas influenciaban en gran medida en las pociones para que fueran correctas en cuanto a la energía mágica que recibían de sus ingredientes, por no mencionar las que tenían que madurar a sus respectivos tiempos.

 

-Si... si no recuerdo mal, todavía ibamos a tener otro compañero o compañera o algo así...

 

Comentó mientras que se sacaba de un bolsillo la lechuza que había recibido y de igual forma, el listado de inscritos que le había llegado por parte del ministerio como parte de la información brindada a los alumnos acerca de sus compañeros

-Según esto... pues si...

Comentó antes de volver a guardarse la lista para observar unos momentos a la profesora

-Supongo que solo estamos esperando al compañero antes de empezar... mientras... te gustaría que viéramos las estrellas solo por ver si adivinamos cuál es cuál? -le ofreció a su sobrina con una gran sonrisa mientras duplicaba su telescopio y le ofrecía el original -tengo un mapa estelar por aquí, podemos tratar de ver si reconocemos alguna estrella antes de que la maestra nos ponga deberes...

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Había llegado temprano a la cita con mis alumnos. Además de que era la profesora, quería acomodar las cosas que utilizaríamos para la clase. Había cuatro pupitres además del mío, dispuesto en el espacio bajo techo que había en la torre. Normalmente aquel ala se encontraba con algunos muebles viejos que había reacomodado para la situación, porque era más sencillo que andar trasladando mobiliario por todo el castillo, pero ahora lo había limpiado con un movimiento de la varita y dispuesto para dar la clase a los cuatro alumnos. Había una escalera angosta de piedra que subía en forma de caracol hacia la puerta de madera gruesa y pesada que daba paso al aula y, otra puerta similar que daba paso del aula a la azotea de la torre, donde llevaríamos la clase de Astronomía. El pupitre de Lucrezia tenía algunos tomos de Historia de la Magia como las Cacerías de Salem, Historia de la Fundación de los Colegios Mágicos (que abarcaba Castelobruxo, Ilvermorny y Uagadou), Las Guerras de los Gigantes e Historia de la Emancipación de los Elfos Domésticos luego de la Segunda Guerra Mágica. Pero no era para que los leyera todos en aquella clase, sino para que se los llevara con ella si gustaba continuar aprendiendo más ahondo luego de aquella instrucción.

 

En la azotea había calibrado los telescopios para que apuntaran justo donde quería y había unos cuantos mapas celestes en blanco para que los alumnos pudieran ir marcando las cosas que veían por el lente. Por supuesto, si la alumna de Historia de la Magia deseaba sumarse también había un telescopio que podía utilizar para tal fin y aunque no se hubiera apuntado, podría divertirse con el resto. Por otra parte, me intrigaba saber cómo Hayame, compañera de bando con la que había tenido poca relación, se iba a desenvolver; me gustaba conocer a mis alumnos. Entre ellos, el que me intrigaba un poco y atemorizaba en parte era Niko Uzumaki, quien había sido Director de la Academia en mis viejos tiempos -y a quién nunca le había dado clases hasta aquel momento-. La última alumna era Alessandra, a quien había conocido un poco durante la Gala de San Valentín y me había enterado que era la ahijada de mi prometido.

 

Y estaba tan metida en mis propias cavilaciones mientras terminaba de ajustar el último telescopio que no noté los pasos detrás de mí y di un respingo al escuchar la voz de una chica.

 

-Oh, buenas noches- saludé. La única del grupo con la que apenas había tenido contacto, así que debía ser ella: Hayame. No tardó en unírsele una joven Alessandra-. ¿Tía?- parpadee ante el saludo de una a la otra y me quedé pensando en qué parentesco tendría entonces Hayame con Hades-. Bienvenida a la clase- saludé a Delacour, sin dejar que se me notara la leve tensión en el rostro. Pero parecía que todo eso había pasado totalmente desapercibido para las dos mujeres, que pronto se enfrascaron en una conversación sobre sus vidas, el por qué de su asistencia a la clase e, incluso, una invitación de Hayame a Alessa para ver las estrellas-. Si gustan, pasen a ver. Allí están montados los telescopios y poseen unos mapas celestes para completar- miré el reloj pulsera que llevaba mientras con la otra mano señalaba sobre mi hombro-. Están todos ajustados a 30° Norte. De este lado del globo podrán apreciar a Venus poniéndose hacia el Noroeste. Y en dirección Noreste podrán observar la Vía Láctea- asentí hacia ambas-. Pueden ir marcando todo en el mapa mientras espero al resto de los estudiantes.

 

Moví al varita y junto a cada uno de los mapas apareció un instructivo para usar el telescopio e ir ajustándolo poco a poco, además de una guía sobre las constelaciones que podrían ver durante el otoño del Hemisferio Sur. Si hubiéramos estado en una torre de Hogwarts podríamos haber apreciado el cielo nocturno de primavera, que era ligeramente distinto. Devolví rápido mi atención a la puerta cuando escuché unos golpecitos y la esbelta figura rubia atravesó el umbral y se dirigió hacia mí. Llevaba en las manos la misiva sobre la cita a la clase y parecía ligeramente complacida de verme.

 

-Lucrezia- saludé, sonriendo de forma abierta. Desde que la había visto por primera vez en la velada en su mansión me había intrigado profundamente, pero desde entonces no habíamos logrado mantener mucho contacto y esperaba que eso se revirtiera con el tiempo. Lucrezia era sencillamente deliciosa a la vista, agraciada y orgullosa y mantenía un aura que parecía atraer a la gente hacia ella, aunque fuera a la vez algo intimidante. También habían usado esa palabra para referirse a mí y era quizá ese el motivo por el que me agradaba-. Me agradó ver que íbamos a tener clase juntas cuando el profesor Triviani pidió ausencia en el Ateneo. Toma asiento- la invité, mostrándole el pupitre donde descansaban los libros-. No te preocupes, no te haré leer infinitas páginas sobre Historia, pero si alguna vez estás algo aburrida de las intrigas...- le guiñé un ojo, mientras decía las últimas palabras en susurros para que sólo ella pudiera escuchar y dejé el resto en el aire-. Creo que dadas las circunstancias en las que vivimos debo preguntar, ¿conoces las bases históricas del Estatuto del Secreto?- alcé ambas cejas-. Discutiremos algo de eso esta noche- volví a sonreír.

 

Habían pasado dieciocho días desde que Aaron había decidido que Inglaterra ya no se escondería tras la mentira del Estatuto. Dieciocho días en medio de la guerra con Bulgaria. Ciertamente era un tema que estaba marcando Historia.

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Torre en Castelobruxo

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La profesora había volteado hacia sus estudiantes de Astronomía y comenzó a darles indicaciones acerca de lo que verían y de lo que sería bueno que fuesen marcando en sus mapas estelares; le regaló una última sonrisa a su sobrina y le guiñó el ojo con cariño antes de colocar bien su atención en la profesora, tomando asiento según lo indicado mientras que se acercaba una pluma y algo de tonta para comenzar la labor, revisando el telescopio que ya estaba preparado

-Profesora...

Comenzó a decir la Snape repentinamente con una duda mientras que alzaba la mano, una costumbre de las viejas escuelas para avisar y pedir algo de permiso antes de expresar sus dudas

-Si estuvieramos en una ciudad, hay algún hechizo que nos permitiera ver las estrellas o identificarlas aun si la vista no es la adecuada?

Inquirió aunque no por ello, dejó de asomarse a aquella hermosa ventana a las profundidades de un espacio que aún como magos no lograban alcanzar; comenzó a escribir mientras aseguraba la posición de las estrellas actuales pero de todas maneras de vez en vez, levantaba el rostro con auténtico interés para ver la respuesta que la profesora pudiera brindarle

No había ido a esa clase a hacer el tonto después de todo y la profesora estaba siendo un encanto con todos los alumnos; eso hacía que se sintiera todavía mas inclinada a corresponder a esa amabilidad, aplicándose para la materia que estaban recibiendo

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Niko siempre se había negado a estudiar Astronomía. Era un conocimiento que no le llamaba tanto la atención pero se había enterado que una vieja conocida daría su clase ese tema. Sí, la misma persona que le había dado su clase de Leyes Mágicas y que aún seguía siendo su favorita por todo lo que había tenido que hacer en ella. Sin duda, lo esperaba una gran aventura junto con la profesora que le daría el que sería su último conocimiento dentro de Castelobruxo. Aunque la mujer tenía problemas de memoria y no recordaba.

 

El rubio había tenido la oportunidad de ser Director de muchas de las antiguas versiones de las escuelas y le daba un poco de nostalgia saber que esta sería su última clase como alumno de un conocimiento. Así que pensaba aprovecharla al máximo posible y cerrar su paso de una buena manera - Y de nuevo me toca con Lucrezia - Todo iba bien hasta que notó que tendría como compañera de clase de nuevo a la italiana. Sabía que sería una clase bastante interesante.

 

- Brent quedas a cargo y si me ves muy aburrido, ya sabes qué debes hacer - El elfo se inventaría alguna excusa para sacar al Canciller de su clase. Apareció en la Torre en donde se daría la clase y claramente era el último. Algo demasiado raro en él pero tenía una agenda muy ocupada con todas sus labores en el Ministerio de Magia así que se le había hecho un poco tarde para llegar a la clase - Solo espero que no nos vayan a subir a un carro de nuevo - Pensó, no quería volver a estar en esa posición con la Médici.

 

- Perdón por la demora - Dijo al pasar la puerta del aula. Al parecer la profesora ya había dado algunas indicaciones a los alumnos y se quedó quieto esperando que le indicara qué hacer. El Canciller miró a la Médici sin mediar palabra. En su última clase todo había sido un poco complicado entre ellos y seguramente no sería diferente en esta oportunidad. Lo típico de un par de egos como el de los dos magos.

 

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