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Historia de la Magia + Astronomía


Cissy Macnair
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Torre en Castelobruxo

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La profesora en aquellos momentos parecía que estaba meditando la respuesta que le daría, lo que a la Snape le pareció adecuado ya que significaba que quería darle una correcta; siempre le gustaba cuando los profesores ponían de su parte para esas cosas, por lo que sonrió alegremente a ello y volvió a su mapa estelar, observando bien la posición de las estrellas que podía notar en aquellos momentos

-Cómo vas tú con tu mapa? -le preguntó a su linda sobrina -yo comienzo a acostumbrarme a buscar la constelación de Orión para ubicarme cuando siento que no me ubico y busco la dirección del cinturón. A partir de ahí, se me hace ya sencillo el saber cuáles son las que están cerca

Se rió un poco antes de ver su mapa

-Veamos... Canis Menor y Canis Mayor ahorita están por debajo de Orión... la luna a la izquierda... -comenzó a murmurar comenzando a comparar lo que tenía en el telescopio y lo que había apuntado -Aldebaran casi arriba de Betelgeuse...

 

Se rascó por unos momentos la mejilla, antes de volver a humedecer la pluma

 

-Vamos a ver... dónde se me ha quedado... Virgo esta a la izquierda y un poco arriba de donde está la luna... dónde me quedaron las Osas???

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Hayame y Alessandra no tuvieron problema alguno en comenzar a ponerse con sus mapas.

 

-¿Si?- pregunté, cuando Hayame se dirigió a mi alzando una mano-. Oh, no hace falta que alces la mano. Pues, veamos... Si estamos en medio de una ciudad, las luces artificiales no nos dejarían ver nada, ¿cierto? Lo mejor sería que en vez de apagar la ciudad nos pudiéramos aparecer en alguna locación abierta, preferentemente un campo para poder apreciar el cielo. Pero si no conoces la zona y aparecernos puede resultar peligroso, entonces... - agité una mano y las antorchas de la terraza que habían aparecido apagadas para permitir ver bien el cielo se encendieron de repente-. Visum Tenebris- apunté con Shember hacia las antorchas y éstas siguieron chispeando, pero se creó una capa oscura sobre ellas que era apenas perceptible para el ojo humano, aunque si uno volvía su vista hacia el cielo podía notar que el brillo de las llamas ya no molestaba-. No suelo utilizarlo y no conozco a muchos magos que lo hagan, porque es más sencillo simplemente apagar las antorchas. Nox Ignis- las antorchas se apagaron-. Lumos Ignis- las antorchas se prendieron-. ¿Ves?- sonreí a Hayame antes de volverme de nuevo hacia la puerta.

 

El antiguo Director de Hogwarts, la vieja Academia y el Ateneo apareció pidiendo disculpas por su demora y sentí que algo se removía dentro. No... quizá aquella no era la primera vez que le daba clases, pero mis recuerdos eran muy confusos desde que Arya había creado aquel cuerpo para mí. Había demasiadas cosas que se mezclaban con experiencias vividas con Castalia y era difícil discernir algunas escenas.

 

-Uzumaki- sonreí, adelantándome para estrechar la mano del, ahora conocido, Canciller-. Nunca pude agradecerle por haber salvado a mi sobrina hace años atrás. Es un honor tenerlo en mi clase- lo invité con una mano a que pasara hacia la terraza, donde las otras dos alumnas de Astronomía continuaban completando sus mapas lunares-. Les di una breve introducción a Alessa y Hayame sobre los mapas que deben completar. Como estamos en el Hemisferio Sur, los ajustes del telescopio son ligeramente diferentes. En este momento está posicionado 30° Norte. ¿Puede decirme si puede ubicar las constelaciones de Orión, Can Mayor y la Cruz del Sur y marcarlas en el mapa celeste?- aventuré la pregunta mientras con una serie de pasos lo llevaba cerca del tercer telescopio, donde había dispuesto además un cuadernillo para tomar notas, el mapa para completar y las guías sobre la utilización del telescopio y las constelaciones del cielo del Sur.

 

@@Niko Uzumaki @@Hayame Snape Potter Black @@Lucrezia Di Medici @

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- Lo recuerdo - Niko no había olvidado su anterior clase con la mujer así que tenía altas expectativas sobre la de ahora. Sabía que el estudio de la astronomía sería un poco más aburrido que el de las leyes pero esperaba que fuera al menos un poco divertido. Siguió las indicaciones de la profesora para ponerse a hacer la tarea - Es obvio que sí - Fue lo primero que pensó. Sus estudios anteriores le indicaban que la constelación de Orión contenía dicho punto.

 

- Lo que no sé es qué parte de la constelación. Tendré que averiguarlo - Le daba un poco de nostalgia estar mirando la constelación de Orión. Llevaba mucho tiempo sin ver a dicho mago y esperaba que volviera pronto. La sociedad inglesa siempre necesitaba personalidades como las de dicho mago, aunque a veces parecía suficiente solo con Lucrezia - ¿Y ella en dónde estará? - Seguro su clase sería más amena si pudiera compartir con la mujer un poco.

 

- El Can Mayor está justo ahí - A unos 10 grados de donde estaba el telescopio apuntando podía ver el can. Todo parecía indicar que dicho día tendría mucha suerte porque la podía ver completo y no de forma parcial. Era lo bueno del invierno, sí de las pocas cosas buenas de dicha estación - Bueno y tal vez la nieve - Pensó para él mismo mientras intentaba no aburrirse. Tal vez tendría que llamar a su elfo más rápido de lo que pensaba.

 

- Y la cruz del sur - Hizo una leve pausa - Está al sur.... - Apuntó en su mapa el sitio exacto y lo ubicó con la ayuda de su telescopio para poderla observar. Ver estrellas le parecía interesante pero no entendía cuál era el punto de verlas así que decidió regresar a donde la profesora - Ya he hecho lo indicado, pero tengo algunas preguntas - No quería ofender a la profesora pero no entendía lo útil de la materia que estaba enseñando.

 

Sí, había sido el director de antiguas versiones de la institución mágica y nunca había entendido dicho conocimiento. Nada sorprendente que no lo hubiese conseguido antes, bueno y otro tipo de factores externos que lo desanimaban - Me podría decir cuál es la utilidad de lo que acabo de hacer? - Preguntó, esperando obtener una respuesta que lo pudiera convencer.

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La italiana se tomó un momento para responder al saludo de Cissy y se acercó a al pupitre que reconoció como el propio dado que era el único sobre el que descansaban varios libros de historia de la magia. Estaban apilados, uno encima del otro, y su estabilidad parecía peligrar. Su mirada se centró en los lomos de estos: reconoció algunos por poseer ejemplares en su biblioteca personal, mientras que otros títulos se le escapaban de su conocimiento. Paseó la yema de su dedo índice por el borde de la sólida tapa de La Guerra de los Gigantes, una edición de exquisita estética moderna, que lucía con propósito anticipatorio una gama de colores fríos donde predominaba el azul. En su mente afloraron los recuerdos de su enfrentamiento con los gigantes de hielo durante aquel fallido cónclave de las naciones. Vaya desastre.

 

- Oh, que bueno que traes a colación ese tema, el del Estatuto. Veo claramente lo que quieres hacer con ello. - respondió con gracia a su circunstancial profesora, volviendo a dirigirle la mirada con un brillo desafiante - El Estatuto del Secreto se…

 

Algo la interrumpió súbitamente. El sonido de la puerta. Una presencia. Antes de girarse para enfrentar a el último de los alumnos, la aristócrata puso los ojos en blanco, esperando que Cissy notara el gesto. A diferencia de seres de otras razas como los vampiros, Lucrezia poseía un olfato común y corriente; sin embargo, pese a la distancia que aun los separaba, pudo identificar aquel perfume que había impregnado tímidamente el aire con un tino único. Lo reconoció incluso antes de que emitiera palabra alguna, de que aventurara otro paso hacia el interior del aula. Recordó el aroma de la silvestre flora amazónica, del escape de gasolina de un carro muggle y del encierro dentro del mismo por horas. Sintió, como si estuviese presente físicamente en aquella habitación, el hedor del conductor del vehículo, un acérrimo enemigo de las prácticas de higiene más básicas.

 

- Niko Uzumaki…- susurró con ligereza, dejando que su consideración respecto a aquel reputado hombre quedara resguardada como un indescifrable enigma.

 

No fue ajena al movimiento que hubo a su alrededor: la mayoría de las personas allí, incluida una de las mujeres que solía cruzarse en la “Ojo Loco” Potter Blue, habían ido para aprender los misterios que ocultaban en el firmamento; de hecho, ella era la única que había asistido para certificar su conocimiento sobre historia. No le sorprendió, pues sabía que las personas amaban delatar su ignorancia al despreciar aquella materia por su a priori poca aplicación. Necios. La historia era primordial para el desarrollo del conocimiento y la ciencia, y obviar un hecho de tal evidencia fáctica era casi pecaminoso. Sin embargo, como una vieja y arraigada costumbre, Lucrezia encontró el lado positivo: ser la única "estudiante" de Historia de la Magia obligaría a su profesora a centrar en ella y solo en ella su atención.

 

La blonda italiana aprovechó el momento en que Macnair se dirigió a los otros alumnos para materializar su blanca varita mágica en su zurda. La elevó en el aire con un suelto movimiento y ejecutó una floritura fugaz, en forma de s. La pila de libros sobre su pupitre se elevó en el aire, sin perder su delicado equilibrio, y se colocó a su lado destinada a levitar junto a ella hacía cualquier sitio donde marchase. Lucrezia decidió, para no entorpecer el desarrollo de una clase con dos áreas de estudio tan distintas, acompañar a los demás al aula de Astronomía. Su intención clara era facilitar la tarea de Cissy, con quién tenía un interés real por crear un vínculo más allá del trato esporádico y carente de profundidad. Atravesó el umbral de una habitación mucho más abierta y ambientada para la observación de los astros, con artefactos de llamativo diseño que invitaban a usarlos solo por su aspecto costoso. Caminó contorneando sus caderas con elegancia hasta quedar adrede en un punto medio entre Macnair y El Canciller.

 

- Los libros de historia suelen concluir que las bases para el surgimiento del Estatuto se ubican en los siglos XV y XVII, aunque es sabido que su razón de ser viene de mucho antes. A veces es difícil aceptar que el conflicto entre magos y no magos viene desde mucho antes, porque nos obliga a reconfirmar nuestro fracaso como humanos al no poder coexistir. - hizo una pausa en la que su azul mirada, de manera esquiva y fugaz, se dirigió a Uzumaki - Aunque debo coincidir que, al menos públicamente, el conflicto se recrudeció en esa época. Fue el punto en que la desconfianza y las hostilidades, muchas veces fatales, se volvieron algo sistemático. Durante esas oscuras décadas los muggle institucionalizaron la casa de brujas y magos, incluso desde la política se accionó para legitimar la cacería. Se pasó de asesinar jóvenes magos en el anonimato a tomar el más importante espacio público de los poblados: en la plaza principal se levantaron hogueras para quemar a la gente. Las varitas, que muchas veces ayudaron a los muggles a curar sus enfermedades, fueron despojadas de sus dueños para dejarlos indefensos y fueron destruidos como objetos profanos. La locura fue tal que en la vorágine se ejecutaron muchos muggles. Fue en ese contexto que se creó el Estatuto ¿Debo explayarme más?

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Torre en Castelobruxo

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Su sobrina podía notar, se encontraba bastante concentrada en la hoja que tenían que llenar por lo que decidió que lo mejor no sería interrumpirla en absoluto de su labor; se redirigió a su propio mapa estelar el cuál seguía llenando con la posición de la luna y las estrellas según podían verse desde Londres.

 

(O al menos la zona británica)

 

La profesora finalmente había respondido a su pregunta y con asombro los ojos rojos de la vampiro se abrieron con impresión ante la maravilla de hechizo que la profesora le mostraba; un momento después, también apagaba las luces y las volvía a encender de manera que pudiese notar la diferencia

 

La expresión de la Snape se volvió de auténtico gusto

 

-Muchas gracias profesora!

 

Agradeció sinceramente mientras cerraba los ojos con el gusto que sentía por aquello para luego, volver a concentrarse en su mapa al notar que esta vez, era el nuevo compañero el que presentaba cuestionamientos; al siguiente momento, la bruja fruncía levemente el ceño y levantaba la cabeza, esta vez interesada en lo que la profesora podría responderle al chico. A ella también le interesaba ahora saber cuál sería la respuesta

 

Cualquier cosa que pudiera aprender en aquellos momentos, estaba segura de que le sería de una gran utilidad

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-De nada, Hayame. Nadie suele preguntar esas cosas- sonreí con amabilidad, enseñando mis dientes.

 

Había dejado que Niko marchara hacia el telescopio vacío más cercano y comenzara con sus notas, aunque haciendo comentarios en voz alta que yo no respondí, porque en aquel momento me encontraba prestando atención a Lucrezia, quien hablaba del Estatuto. Su primer contacto con Uzumaki había sido más significativo de lo que esperaba y eso me causaba intriga. ¿De dónde se conocían? Ciertamente Lucrezia estaba envuelta en telas políticas desde que la conocía e incluso seguro antes de ello, pero me daba cierta curiosidad averiguar de dónde esos dos habían tomado ese desprecio encubierto mutuo que compartían. Claro que sería, quizá, una conversación para la hora del té y no para la clase que tenía planeada.

 

El tiempo había volado y desde la última llegada, la del Canciller, ya habían pasado cuarenta y cinco minutos, por lo que la luna había estado trazando un semicírculo por el firmamento, apenas perceptible para el ojo humano, pero un fino cálculo matemático para los telescopios.

 

-No, en realidad la información que posee es correcta, Lucrezia y no esperaba menos de alguien como tú- la halagué-. Ha sido sólo para entrar en calor, porque ahora tengo una tarea para tí- mi voz había ido en declive hasta que sólo ella pudo escucharme, mientras me acercaba. Miré por encima del hombro a Niko, quien acababa de realizar la pregunta que estaba esperando-. A eso iba, señor Uzumaki. Verá, he encontrado unos viejos pergaminos que quizá la señorita Lucrezia quiera estudiar en esta clase y que poseen la ubicación de un artefacto mágico que ha caído en la Selva Amazónica- hice una pausa dramática, viendo que poseía la atención de todos mis estudiantes-. Como casta de magos europeos -en mayor o menor medida-, siempre hemos estudiado la Historia de la magia en Europa y la Astronomía de esos cielos, tan diferentes a los nuestros. Pero en mis paseos por este castillo, he dado con algunas... leyendas, aunque están tan enrevesadas con la Historia de la creación de esta escuela, que no sabes dónde se termina la realidad y comienza la fantasía. Y es allí donde quiero que la mente de la señorita Di Medici comience a trabajar- una nueva pausa, mientras ahora dirigía mis pasos hacia los telescopios.

 

>>Parte de la información de los pergaminos poseía fechas, horarios y constelaciones. Por supuesto, estuve un largo rato estudiándolos y yo misma podría haber dado con la ubicación de dicho artefacto, aparentemente escondido luego de haber... "aterrizado"- alcé ambas cejas, como queriendo crear misterio-. Pero creo que será mucho más divertido si lo tomamos como tarea para la clase- de nuevo sonreí, mostrando los dientes, aunque era una sonrisa feroz más que una divertida-. Además, parte de lo escrito está en algunos idiomas desconocido para mí- me encogí de hombros-. No tengo todo el conocimiento del mundo, aunque me gustaría- suspiré-. Bien, señorita Di Medici, ¿puede hacernos el favor de descifrar el pergamino? Y quiero que el resto busquen las coordenadas de las constelaciones que debemos señalar en el mapa y que indican dónde podría estar el dichoso artefacto.

 

Saqué de mi bolsillo varios pergaminos que hice flotar hasta los presentes. El de Lucrezia contenía escritura en diferentes idiomas, algunos mágicos, otros de antiguas civilizaciones. Los demás, poseían fragmentos de coordenadas que debían reunir para conseguir ajustar los telescopios y realizar los mapas celestes. De ese modo y sólo así, podríamos ver si en verdad había algún artefacto mágico poderoso escondido en medio de la Selva, quizá dejado allí por una civilización muy antigua o... quizá... caído desde las estrellas.

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La bruja pelirroja parpadeó un poco cuando pareció que el tema de la clase cambiaba a algo nuevo; no se había esperado que repentinamente pasasen de ubicar lo que veían en aquellos momentos en el cielo a utilizar esos mismos conocimientos para lo que parecía que iba a ser, la caza de algún tipo de tesoro mágico

 

Volvió a tomar el mapa que ya tenía y luego, observó los nuevos que les pasaban para llevar a cabo la nueva actividad

 

Frunció levemente el ceño... dónde había oído antes de algo similar?...

 

La memoria no era tan buena, quizá, como antes

 

-Profesora... y ese artefacto... va a ayudarnos a todos en algo?... o lo vamos a vender para hacernos ricos?... a lo Indiana Jones de los muggles? -preguntó de repente la Snape imaginándose la expresión que ponía la profesora para luego, dejar escapar una pequeña risita -le pido me disculpe, era solo una pequeña broma. Ya me pongo a ello... pero si tengo curiosidad, qué tipo de artefacto es?... porque quizá por su antiguedad deberíamos de ver las fechas celestes por si el cielo ha cambiado en algo...?

 

Comenzó a sugerir aunque tenía un poco de dudas en la voz

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- Una clase de historia que ya me sé - Pensó, mientras la Médici le intentaba dar una clase a él y a la profesora sobre historia de la magia. Tal vez no se había enterado de que el Canciller tenía dominaba ampliamente ese conocimiento. De hecho, estaba cursando el que sería el último de sus conocimientos dentro de la Escuela Mágica. No sabía si eso le hacía sentir un poco de nostalgia o alivio dado que siempre se había negado a tomar Astronomía por razones externas.

 

- ¿Selva Amazónica? - Repitió un poco escandalizado. Por supuesto que alguien con su cargo no podía estar metido en una selva así que tendría que inventar alguna excusa o abandonar la clase. Bueno también podía contar con Brent para ayudarle a escapar de dicha clase. La última vez que lo hicieron salir de una aula de clase fue con Lucrezia y no había terminado bien. De hecho, no tenía muy buenos recuerdos de dicha clase.

 

- Eso suena mejor - De nuevo estaba tranquilo porque no deberían salir. Bueno y también porque siempre se aseguraba de que nadie pudiera escuchar sus pensamientos, así que no tendría que preocuparse porque la profesora o alguno de los alumnos pudiera escuchar aquello que estaba pensando y sobre las ganas que tenía de irse en algún punto solo para evitar ir a la Selva Amazónica. Además, odiaba los bichos y las zonas con demasiada humedad.

 

- Entiendo - Tomó la parte de las coordenadas que le tocó y comenzó a intentar descifrar lo que estaba viendo. Duhr y Regulus fueron los nombres que comenzó a descifrar en el pergamino que le había tocado a él. Sin embargo, algo lo sacó de su momento de concentración - ¿Eh? Señorita creo yo que no estamos en el momento más apropiado para... una broma - Deseaba que todos los alumnos estuvieran concentrados en la clase y le disgustaba mucho cuando ocurrían ese tipo de situaciones.

 

- Volviendo a mi pergamino. Está Durh que en árabe es la espada del león - Su conocimiento en idiomas era tal vez el que más había perfeccionado y desarrollado durante su vida. Sin duda alguna estaba perfectamente capacitado para cumplir con sus labores de traducción y lo estaba demostrando en dicho momento.

 

- Regulus debe hacer referencia a la estrella más brillante de dicha constelación - Hizo una leve pausa - Evidentemente estamos hablando de la constelación de Leo y cuyas coordenadas las conozco - Menos mal había estudiado dicha constelación así que se acercó al telescopio asignado para ubicar la constelación, en particular, la estrella más brillante.

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La bruja ladeó la cabeza un poco al escuchar la respuesta del otro mago y alzó una ceja hasta arriba... antes de comenzar a reír con verdadera gracia ante la manera no solo en que se le había dirigido aquella persona; no podía evitarlo, quizá estaban en clase y quizá la situación podía ser un poco diferente... pero le entraba bastante gracia cuando a la gente le daba por ponerse tan rígida en algo para lo que la mayoría no había ido, al menos, su idea era estudiar las estrellas bien y aprender cómo usar la magia con ellas

No entrarle de pecho a situaciones riesgosas o algo así

-Pues ahí disculpeme, señor ancestro, no le vi la barba o la advertencia de que el sentido del humor le resultaba en lengua extranjera... especialmente, cuando no me estaba dirigiendo a usted

Ladeó levemente la cabeza esta vez con un brillo rojizo en la mirada

-Hasta donde recuerdo, la profesora es otra persona. Y no dije nada que no fuese para aligerar un poco el ambiente para lo que, hay una multitud de respuestas mucho más correctas en pro de mantener un buen entorno -entrecerró nuevamente los ojos -así que si a su ancestridad le molesta tanto... puede simplemente ignorarme como la mayoría... y de paso, haga el favor de tomarse un té de valeriana

 

Rodó los ojos para de ahí, seguir a su propio mapa mientras le daba una mirada a su sobrina con cara de "porqué siempre me tienen que tocar los compañeros de estudios que se han tomado el limon verde para el desayuno???"

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Nada más había terminado de hablar cuando Hayame hizo una pregunta que me dejó un poco descolocada. ¿Para qué íbamos a usar el artefacto? Sopesé su pregunta un momento, si debía responderle con la verdad o evadirla e, instintivamente, mis ojos viajaron de Lucrezia hacia Niko y, éste último, le contestó a Hayame de forma tan cortante que la conversación se vio pronto desviada.

 

-Vale, no hay por qué discutir- intenté apaciguar las aguas que se habían agitado tan repentina y abruptamente que por un momento me pregunté si esos dos se conocían de otro lado-. Es pura investigación. ¿No es excitante descubrir cosas nuevas? Quizá algún objeto milenario, enterrado y olvidado por la mayoría- me encogí de hombros, como restándole importancia al asunto, como si no hubiera planeado toda la clase en torno a este evento preciso-. Respondiendo a su duda sobre el mapa celeste, pues puede verlo por usted misma. Las fechas coinciden, incluso el lugar en el que nos encontramos parece el adecuado. Pero la invito con gusto a examinarlos detenidamente si eso resuelve su duda, señorita Hayame- le sonreí y le tendí los mapas que Niko no había tomado.

 

De nuevo, mi dirigí al Canciller cundo éste comenzó a leer y traducir.

 

-Debería haber sabido que usted era muy bueno en lenguas, Canciller, me hubiera ahorrado mucho tiempo si le hubiera consultado antes- comenté con una sonrisa, mientras me giraba hacia Lucrezia ahora-. Ambos son buenos en sus áreas. Podrían hacer un buen equipo- sonreí de forma maliciosa pero muy sutilmente, porque era totalmente notorio que ellos no se llevaban bien o al menos que habían tenido el placer -o no tanto- de encontrarse en otras situaciones que no habían sido del todo fructíferas. Claro que no iba a preguntar de qué se trataba.

 

Miré la hora en mi reloj, otro par de minutos habían pasado y la luna seguía su curso. Me acerqué al último telescopio, el que había montado para mí o para Lucrezia si ella quería mirar el cielo y tomé un elemento de encima de la mesa donde se encontraba otro mapa celeste en blanco. Parecía una lupa, muy similar en forma, pero mucho más pequeño, como un anteojo. Si alguien había adquirido alguno en el Mall sabría que se trataba de un Monóculo de Claridad. Lo acerqué hasta el pergamino que le había tendido a Lucrezia, el que contenía trozos de historia y retazos de, posiblemente, relatos de aquellos que decían haber visto caer el artefacto desde el cielo, y le tendí el monóculo.

 

-He descubierto que, a esta hora y con esta luna, si lo apunta en esta dirección, se revelan algunas palabras ocultas- le susurré-. Pero no sé qué dicen o qué son. Parecen Runas... Pero no estoy segura- estaba muy cerca de Lucrezia, me había colocado a su derecha y estaba inclinada tan cerca que podía oler el perfume de su cabello-. ¿Puedes descifrarlo o es una pérdida de tiempo?- consulté.

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