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Libro del druida - Abril 2020


Badru
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Los ojos negros se fijan en Kosei una última vez, antes de salir de la estancia. En el cielo, aun con los incontables nubarrones, distingue rápidamente la luna, que se encuentra en cuarto creciente. La luz que emana, tenue, se refleja en la enorme y lisa superficie del oasis que tiene delante de él, creando un efecto casi hipnótico.

 

Sus pies descalzos avanzan por la arena, sin prisas. En su espalda, porta el carcaj y arco, fabricados con mucho cuidado y esmero tiempo atrás, y sus vestimentas son las mismas de siempre: Un peto que cubre su pecho y espalda y unas grebas que van desde las rodillas hasta sus tobillos. El infaltable pañuelo amarillo, que cubre la mitad de su rostro, revela, para el que conozca un poco de la historia uzza, su orgullo de nefir, un orgullo que resaltaba, sin lugar a dudas, entre el de la totalidad de los maestros, en la medida que era su tribu, entre las demás, la que más guerreros daba. Su varita, firmemente sujeta en su mano derecha, parece mimetizarse en esa oscuridad.

 

Aunque nadie podrá notarlo, el guerrero sonríe bajo el pañuelo, pensando en las pruebas que tendrán que atravesar los infelices que han decidido esta vez entrenarse con él y aprender los conocimientos del Libro del druida. De hecho, llegar al punto en el que está él ahora, cerca de las tierras de la Eterna oscuridad, es ya una primera prueba. Si guiarse en esas tierras con la luz del sol era difícil, hacerlo en esa oscuridad era el doble, y exigía de parte de los magos creatividad para idear la forma de superar esos obstáculos, con astucia, magia e instinto.

 

Iba ser una excelente oportunidad para que demostrasen los conocimientos ya adquiridos con maestros anteriores.

 

Porque, por el momento, y aunque lo trajesen consigo, las páginas del libro del druida se mostrarían vacías de todo contenido a sus ojos,dado que era esa una de las condiciones que su pueblo había establecido, para enseñar sus conocimientos a extranjeros. Badru había recorrido mundo con incontables contratos, y si algo sabía, era la facilidad con que podían ser robados los conocimientos si no se establecía un cuidado al compartirlos.

 

Mas también quería, que sus flamantes estudiantes comprendiesen que de nada les serviría allí ser unos ratones de biblioteca. Porque el conocimiento de los uzzas era ante todo oral, práctico y vivencial.

 

Y cuanto más rápido ellos lo entiendan, más sufrimiento se ahorrarán— pensó, oteando el horizonte.

 

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@@Hessenordwood Crouch

Editado por Niko Uzumaki
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Hacía años que no había tocado un sólo libro de hechizos y ahora me disponía a ver una clase. Me sentía fuera de lugar, demasiado, pero dados los últimos acontecimientos del mundo mágico no estaba de más seguir instruyéndome en duelo. Había perdido por completo mi habilidad con la varita en combate. Era buena con los hechizos sencillos de uso cotidiano, pero no tenía de cómo atacar a un oponente, no como era debido y mucho menos con lo diestra que había sido años atrás en duelo. Ahora sólo quedaba en mi memoria lo que alguna vez había sido, aquella soldado de las filas mortífagas dispuesta a acabar con quien se me opusiera.

 

Había escogido ropa cómoda para tal ocasión. Bien sabía que a los guerreros no sólo les desagradaba tener que instruirnos, sino que además se mofaban -y con razón- de lo poco prácticos que éramos para vestirnos para la batalla. Todo en nosotros podría ser utilizado como arma para nuestros contrincantes, pero nuestro ego nos impedía ver que éramos demasiado ingenuos para darnos cuenta de ello. No podía vestirme como un Uzza, eso no lo haría nunca, pero al menos podía elegir unos pantalones cómodos ajustados al cuerpo, una camisa que ajustaba dentro del pantalón y cuyas mangas llegaban perfectamente a cubrir mis muñecas, y unas botas cortas, hasta la altura del tobillo. Era todo lo que precisaba para vestir formal y a la vez prepararme para las lecciones.

 

La noche caía sobre las dunas y sabía que debía encontrar a mi instructor con tan sólo la luz de la luna, pero era sumamente difícil moverse por la arena, sobre todo cuando no estaba acostumbrada aún a este nuevo cuerpo. Aún así, me las ingenié como pude y busqué el Oasis que Badru había mencionado escuetamente al llamarme para mi lección. La luz plateada acariciaba los pastos verdes y reflejaba en el agua de forma tenue la silueta del cuarto creciente que día a día iba ganando cuerpo. Castalia ya estaría en el norte para cuando la siguiente luna llena llegara y viera si sus gemelos se convertirían en lobos o no. Ojalá se hubiera quedado para poder ayudarla.

 

Despejé mi mente al momento de llegar con el Uzza, que se encontraba parado mirando hacia el bello Oasis. Estábamos muy cerca de alguna fuente de magia poderosa, podía sentirlo. Las Tierras de la Eterna Oscuridad la llamaban... No sabía si quería averiguar bien por qué recibía ese nombre.

 

-Maestro- lo saludé, inclinando la cabeza aunque no sabía si el gesto iba a pasar desapercibido en la penumbra.

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Se detiene finalmente en la cima de una altísima duna, la vista no es mejor desde ahí, no como ha pensado desde un principio, antes de subir, aunque culpa a la mala visión que ya tiene por ello. No obstante, no todo es tan malo tampoco, desde ahí tiene una visión más extensa del desierto que lleva explorando toda la noche. Ciertamente no es un lugar complicado, no hay nada más allá de la suave arena bajo sus pies haciendo ondas detrás de sus pasos, la oscura bóveda celeste sobre él que de pronto siente como si se tratara de un ojo gigante que ha observado todo su camino, y la apenas existente luz de la luna agotándose cada vez más conforme avanza la noche, conforme su tiempo se agota.

 

Homenum revelio-, recita el hechizo esperando que esta vez sí haga efecto.

 

Ha escuchado hablar poco o nada, entre algunos otros magos que asisten a Uagadou, de la naturaleza de los guerreros uzza, por experiencia propia no sabe mucho más allá de lo que los libros de texto en las bibliotecas que cuentan o hablan de ellos, y a lo que a Hessen le consta esa información podría no siempre hacerles justicia, pues siempre existía alguien que pudiera modificarlas a su manera o conveniencia, incluyendo la misma gente del pueblo uzza. No por nada podían ser tan escrupulosos con sus contratos. Él tiene también conocimiento de ellos a través de los encuentros breves durante aprendizajes pasados, desafortunadamente para él, la mayoría de esos recuerdos quedan en el limbo de su mente cuando el demonio existe.

 

Hess ha escuchado también que, los guerreros uzza, no necesariamente son humanos, no todos ellos por lo menos, aunque seguramente son especulaciones hechas debido a las prolongadas vidas que llevan algunos de ellos. Cómo fuera, él no tiene la certeza entonces de que el encantamiento que ha realizado funcione y pueda encontrar un rastro del guerrero que busca, Badru. Tampoco está seguro de que el oasis que rastrea tenga alguna protección mágica que evite ser encontrado con un hechizo tan simple, o si tan solo es que hay alguna otra persona más cerca que pueda él perseguir, siquiera por algo de información. Pero es el desierto y sus esperanzas de encontrar a alguien que pueda guiarlo se agota más conforme avanza. Así que puede intentarlo y quizá funcione.

 

No se siente nada perdido del todo aun así, pero por el contrario no está confiado totalmente de sus novedosas habilidades mágicas. A su ver, esto es un cincuenta-cincuenta. Él se apoya además con algunos otros artefactos que ha adquirido durante el estudio de los libros de hechizos, resulta que han sido bastante útiles durante sus cacerías, sobre todo en la de almas. Así que, cuando al fin el encantamiento le da una seña, tan tenue como la misma luz de la luna, Hessen sigue el rastro de la presencia humana como si temiera perderla por completo.

 

No debe estar lejos como para haberla detectado, seguirlo pudiera tratarse de algo bueno, o algo malo también, pero era una opción. Exhala largamente, limpiándose el sudor de la frente con el antebrazo de la misma mano con la que sostiene la varita, esta vez no es la de él, esta la ha tomado del cuerpo sin vida de algún desgraciado, se le ha comenzado ha hacer costumbre reclamar el arma mágica de la pobre alma condenada como un acto agrio de victoria. Sería normal que le fallase en cualquier momento, sin embargo, hasta ahora le ha resultado terriblemente fiel al demonio.

 

Es un difícil pero largo salto el que da, con él consigue bajar de la alta montaña y aterrizar suavemente gracias al amuleto volador que lleva puesto. Solo levanta un poco de arena a su alrededor, por otro lado, el efecto del hechizo casi desaparece ante su ya de por sí estropeada vista, Hessenord tiene entonces que darse prisa y correr tras ella entre la arena, casi pareciendo una bestia con esa enorme figura, y dejando de atrás dos montes más formados de arena en cuestión de muy poco tiempo.

 

El atuendo que lleva es bastante ligero, hace que sea fácil moverse con tanta libertad, las botas de lona atadas alto con nudos militares hasta casi por debajo de las rodillas lo protegen de alguna criatura ponzoñosa que tratara de hacerle daño, el pantalón de tela de algodón hace que no sea tan insoportable la arena y el calor que se cuela por todas partes, y en alguna parte del camino ha dejado atrás la cazadora, cansado de cargar su peso por el calor de una noche en el desierto, nada mas lleva puesta la playera gris que se ajusta más al rededor de sus brazos. Es un poco incomodo, pero tampoco le molesta llevar puestas las joyas mágicas, aunque la mayoría de estas las guarda, escondidas en los pliegues.

 

La luz de la luna sobre él entonces se vuelve más clara, o eso es lo que cree, por que de apoco, frente a su camino se va descubriendo el efecto que causan los rayos plateados sobre el oasis, como si revelaran una verdad absoluta ante sus ciegos ojos. Es magnífico, pero inusualmente intimidante, el cómo aquello puede resultar tan peligroso al mismo tiempo. Hessen no puede presentir un peligro inmediato, el amuleto tampoco le advierte, y sin embargo no se acerca con pasos confiados. Agitado aún (aunque no exhausto) por la carrera, se acerca al par de magos que contemplan el oasis.

 

De pies a cabeza juzgó a Badru con la mirada, su boca se abrió para saludar o quizá escupir las primeras incertidumbres que le descomponen la mente sobre ese lugar, sobre el libro mismo. Pero tan rápido como eso, sus labios se sellan sin decir nada, después de todo no quiere parecer que lleva prisa para esto, porque ciertamente se imagina que entre más alto sea el rango de conocimientos adquiridos más difícil siempre era alcanzar el siguiente. Eso tenía que ser una clase de regla de vida.

 

Intentó lo mismo con la otra persona que ya acompañaba al guerrero, pero solo le compartió a ella un gesto ambiguo antes de volver su vista de nuevo hacia el paisaje que parecía ennoblecer la pálida mirada del brujo.

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Badru no tarda en percibir las presencias que se acercan. Una esencia es ostensiblemente diferente a la otra, pero en ambas reconoce el peso de vidas muy largas, aun cuando sus cuerpos muestren lo contrario. Es intrigante aquella mezcla, pero el guerrero sabe bien que cada quien posee secretos que no quiere revelar. Él mismo carga muchos dentro de sí, y que solo ha sido capaz de confesar a su esposa.


Así que solo asiente ante las palabras de la mujer, levemente complacido del término con que ella se ha dirigido a él, y observa con el mismo detenimiento y fijeza con el que él lo ha hecho, al otro alumno, el último que llegará por esa noche.


De seguro, llegar hasta aquí no ha sido fácil. Pero como ven, la luna no es favorable dejándonos un rastro de luz para guiarlos — Badru inspeccionó el espacio a su alrededor, y activó el Anillo salvaguarda contra miradas indiscretas que tenía en la mano derecha, antes de volver a dirigirles la vista— a estas alturas, no creo que sea yo quien tenga que explicarles que la magia de sus pueblos es muy distinta a la nuestra. En los libros encontrarán la descripción de los hechizos, pero para poder realizarlos, necesitan primero, comprender sus orígenes y de qué se sirven para su óptimo funcionamiento.


Con la seguridad del anillo, que mantenía la privacidad de esa charla, Badru prosiguió con aquella introducción. Realmente no era de compartir muchas palabras, pero a diferencia de los hombres uzza, formados desde la niñez en las tradiciones del pueblo, y los guerreros como él que tras la segunda iniciación eran adiestrados por años para perfeccionar su conocimiento, él no tendría tanto tiempo para poder realizar una enseñanza adecuada.


Deberán mostrarme que son dignos del conocimiento que les será compartido, con los desafíos que les encomendaré, donde su valor, inteligencia, pericia y poder mágico serán puestos a prueba.


Con un gesto autosuficiente y un movimiento de su vara, el hombre materializó las copias de los libros de los dos alumnos delante de él, y las primeras páginas fueron abiertas. Lentamente las letras comenzaron a aparecer, luminosas, describiendo cuatro poderes: Haz de la Noche (Fulgura Nox), Polen de Lirios de Fuego, Anillo salvaguarda contra miradas indiscretas y el Amuleto contra defensas carcelarias.


Lean, interioricen las palabras que están allí contenidas, pues tendrán tan solo dos horas para cumplir su primera misión, en la que tendrán que emplear los hechizos que acaban de mostrarse a ustedes—tras una larga exhalación comenzó a andar por la arena fría dándoles la espalda pero sin dejar de hablar— No hay secretos para aprenderlos, más que mucha concentración y aceptación para convertirse en canalizadores de la magia nacida de las fuerzas de la naturaleza.


El libro del druida debía precisamente su nombre a los sabios escoceses, antepasados de muchos de los magos ingleses de la actualidad, cuya magia emanaba de la naturaleza. Y hacia ella irían ahora.


El primer hechizo que allí figura, fulgura nox, permite abrir portales para trasladarnos de un lugar a otro, sin importar la distancia. Cuanto mayor sea el poder del mago, más facilidad tendrá para conjurarlo, mantenerlo e incluso abrir portales no solo a este mundo, sino al mundo de los muertos, al pasado…o al futuro— se volvió una vez más hacia ellos para explicar la naturaleza de aquel conjuro— será lo último que aprenderán en esta clase, si consiguen superar todo lo demás.


Lo cierto era que Badru había tenido una habilidad natural para ellos, pero era necesario recalcar a sus alumnos la dificultad que conllevaba realizarlos. Pero como una pequeña muestra, cerró los ojos y estiró los brazos, concentrando en sus palmas la energía para de inmediato visualizar el lugar al que quería llevarlos. Y como si unas tijeras rasgaran la realidad misma, un portal se abrió, del tamaño suficiente para que pasasen con comodidad cada uno de los presentes.


- En cuanto crucen, estarán en un pequeño campo de entrenamiento, que he diseñado para que me muestren lo que han aprendido antes y ahora- con una sonrisa maliciosa agregó- si todo resulta, me encontrarán al final de su recorrido.


Badru cruzó el portal, y avanzó a través de los obstáculos, con la confianza de quien conocía ese lugar como la palma de su mano. Sin embargo, para los dos alumnos, esta sería su primera vez en las tierras de la Eterna Oscuridad. Nada más en cuanto cruzasen, la arena del hechicero lanzada al aire los dejaría ciegos, y de esa manera tendrían que superar a dos criaturas xxx apostados a 4 metros de ellos, controladas por Badru. Una vez que las superasen, si avanzaban un poco más, caerían en cuenta de que se encontraban encerrados en una enorme celda de cristal, con la temperatura subiendo más y más a cada minuto, amenazando con asfixiarlos, y/o quemarlos si no conseguían salir de allí a tiempo.


Pero si salían, solo entonces, podrían apreciar a Badru cómodamente sentado sobre una alta roca, contemplando todo el espacio, juzgando si estaban o no a la altura de sus expectativas.


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A pesar de la oscuridad que nos rodeaba pude ver la silueta de alguien más acercándose en la noche y supuse que era mi compañero de clase. Pronto nuestro Maestro comenzó a hablar y yo no pude más que guardar silencio porque deseaba aprender cada una de las que cosas que decía. Quería empaparme de toda esa sabiduría, domar los hechizos del libro y saborear cada cosa que pudiera enseñarme. ¿Por qué había retrasado tanto aquello? No tenía una respuesta a ello.

 

Cuando el libro apareció frente a mí sentí que mi corazón daba un respingo y lo obligué a volver a su estado de tranquilidad anterior, necesitaba estar lúcida para concentrarme y la inyección de adrenalina no ayudaría. Había tenido el libro guardado por mucho tiempo, incapaz de acceder a su saberes y ahora se me permitía poder leer sus páginas y conjurar sus hechizos, era algo maravilloso. Mi mano derecha tomó la cubierta de cuero y la izquierda apretó a Shember, mi varita, a mi lado, lista para lo que viniera.

 

Un Portal se materializó, Fulgura Nox había llamado el guerrero al hechizo, una magia poderosa que permitía abrir puertas al futuro, al pasado e incluso a otros "lugares"; en mi dedo el anillo de Nigromancia brilló, como si le hubieran susurrado. Miré a mi compañero con lo poco que la luna nos permitía y luego a Badru, quien había cruzado primero el portal y adentradose en aquel "campo de entrenamiento", como le había llamado. Había atravesado portales con la Arcana de Animagia, incluso con la de Legilimancia, pero era la primera vez que del otro lado había un lugar que ni siquiera pertenecía a este plano... era totalmente incierto. No dejé que el temblor de mi zurda se notara y fui la primera en cruzar detrás del Uzza.

 

Tuve que contener una palabrota cuando el aire del otro lado me cegó. ¡El aire! Plagado de Arena del Hechicero supuse, porque eso que me pinchaba la retina no podía ser otra cosa. Pero eso no fue lo peor de todo. Si estar en un lugar desconocido y cegada ya era malo, el aleteo de enormes alas me dijeron que no estaba sola. Bueno, ya de por sí con Badru y mi compañero no estaba sola, pero además había una criaturita delante mío que lanzó un largo y peligroso graznido.

 

-Hipogrifo- susurré.

 

¿Qué había aprendido de la Arena del Hechicero? Que no me dejaba enfocar la vista -porque no tenía- para lanzar hechizos, pero sí podía lanzar algunos efectos e invocar cosillas.

 

-Cantar de Eleboro- Shember se movió casi de forma imperceptible mientras dibujaba el hechizo por lo bajo y me devolvió la vista tan pronto como hizo efecto. Pero no sonreí, era imposible sonreírle al Hipogrifo asustado e iracundo que se estaba acercando a mi de forma poco amistosa-. Orbis Bestiarium- un anillo dorado salió de mi varita como la aureola de un ángel y envolvió al animal, haciendo que dejara de batir las alas de forma violenta y chasquear el pico-. Quieto pequeño... descansa un poco- le ordené, mientras el aro dorado continuaba alrededor de su cuello. El animal me hizo caso y aproveché para sobrepasarlo.

 

Fue como si atravesara alguna especie de campo de fuerza, el Hipogrifo quedó tumbado tranquilo de un lado y yo del otro y me permití soltar el aire contenido en mis pulmones, mientras abría el Libro del Druida para intentar leer los hechizos con mayor detenimiento antes de seguir. Luego, lo guardé en mi bolso de moke y continué, no sin antes llevar la varita bien en alto. Pero nada más dar unos pasos, una pared de cristal se materializó delante y a mis costados. Retrocedí y choqué con algo duro, dándome cuenta de que estaba dentro de una caja.

 

-¿Cómo?- pregunté a nadie en voz alta y, como si eso fuera alguna especie de comando, la temperatura comenzó a ascender rápido. Si yo hubiera sido un vampiro estaría gritando ya, pero en cambio estaba sudando e intentando recordar qué podía hacer para salir.

 

<<Piensa>>

 

La temperatura subía y comenzaba a sudar mi nuca además de mis manos.

 

<<Fuego... calor>> repasé en mi mente los hechizos que conocía.

 

-¡Aguamenti!- un chorro de agua salió de mi varita, chocó contra el vidrio, me empapó y luego se evaporó, creando una nube de vapor que me envolvió-. ¡Ay no!- dije frustrada.

 

<<... fuego... calor... fuego...>> la temperatura siguió subiendo y el aire caliente inundaba mis pulmones y mi cerebro. Comencé a respirar pesado. <<¡Piensa! ¡Piensa!>> sentí los párpados pesados. ¡No! La falta de aire... me iba... me iba a desmayar... Sentía las piernas pesadas. Estornudé. El calor intenso creaba gotitas en mis fosas nasales y las cosquillas habían hecho que estornudara, habiéndose mi saliva evaporado al instante, como cuando tenía alergia.

 

-A...al... alergia- la voz apenas me salía-. Ig.. Ignea- mi mano sudorosa por poco suelta la varita al invocar el conjuro que apareció como un flash en mi mente. Era alérgica al polen de las flores y tan pronto como de la varita surgió el polen de lirios de fuego comencé a estornudar, pero las paredes de cristal desaparecieron y mis piernas flaquearon. Transpirar era agotador, pero estornudar era peor-. ¡Achis!- solté-. ¡Aguamenti!- me eché un chorro de agua en la cara para eliminar los restos del polen antes de apoyar ambas manos en las rodillas para tomar aire.

 

Bueno, si el guerrero quería ponernos a prueba, ya me estaba arrepintiendo de mi decisión de tomar la clase. Pero no se lo dije cuando llegué hasta dónde estaba.

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Y él la vio partir, con sus pálidos ojos azules, a ella por el portal casi detrás del guerrero uzza, y a los dos los vio perderse por la profundidad de este.

 

Hess se dejó caer sentado sobre la arena suave que aun no alcanza el oasis, con el libro de Druida finalmente entre sus toscas manos acariciando su portada con curiosidad antes de comenzar a hojear sus páginas con el poco cuidado que es capaz de alcanzar. No es una lista larga en realidad, los primeros cuatro elementos (entre hechizos y amuletos) que se le revelan. No obstante él ha dejado que la mujer que también aprende del libro se adelante por el portal, solo por que bueno, en una adversidad real uno no siempre se encontraba acompañado... y claro que también porque, él no es tan ágil para aprender de la magia, así que más que trabajar en equipo eso puede perjudicar.

 

Aún cuando lo tienta la idea de colgarse de las habilidades de ella para salir de aquí lo mas pronto posible. Era un método de supervivencia, pero aprender a sobrevivir no es lo que debe aprender esta vez.

 

Con una larga exhalación se levanta con el libro cerrado en sus manos luego de haber leído y repasado de los textos que se revelaron ante ellos, él incluso se ha puesto encima el colgante con el frasco de polen de lirios de fuego y el par de joyas haciendo un gesto fugaz de disgusto ante su apariencia. Aún no han pasado las dos horas, aún le queda algo de tiempo para intentar la primera prueba, pero le da la impresión de que el portal abierto parece temblar como si de pronto fuera a desaparecer, ¿sería que ella lo había conseguido ya? quizá no.

 

Hess encontró un modo de cargar el libro entre sus cosas, y se encaminó hacia aquel portal, repasando la descripción de los ítems nuevos y tocándose cada uno de los objetos que cree que pudieran resultarle útiles. Ciertamente, el término “campo de entrenamiento” no le intimida, aun viniendo del misterioso Badru, es como si él sintiera que en otra vida a sufrido algo como esto muchas veces antes, posiblemente incluso antes de hacerse de esta. Eso explicaría muchas de sus habilidades físicas. No obstante, es consciente también de que lo que le espera del otro lado no es algo para lo que sus pasadas vidas mortales lo han preparado.

 

La tranquilidad que adopta frente al portal no se debe a que Hessen no se sienta impresionado ante los poderes del guerrero uzza, lo es, es impresionante, aún para alguien con su naturaleza híbrida, sobre todo lo es aquella hechicería con la que el guerrero ha partido la nada en dos y ha creado un camino nuevo hacia otro lugar, la posibilidad de que él consiga dominar alguna vez esa magia inclusive le causa cierta emoción ambiciosa, sin embargo, Hess tiene un entrenado sentido para no dejarse llevar por sus emociones con tanta facilidad, práctica que ha mejorado durante la temporada de cacería, sobre todo la de personas.

 

Cómo si se fuera a sumergir en él, Hessenord retiene la respiración mientras atravesaba el portal, malamente no cerró también sus ojos, pues de nada le ayuda contener el aliento y apenas esta completamente del otro lado es recibido con un fuerte pinchazo en sus ojos. La varita en mano le impide tallarse con los puños, así que lo hace con el dorso, no es la primera vez que siente este ardor en su mirada, y que además estropea su vista, por experiencia vivida sabe que se trata de la arena del hechicero, o por lo menos algo parecido a ello, tan solo hace unas semanas atrás había sufrido los mismos efectos del hechizo que superan la molestia de su ya monocromática visión, eso no se comparaba en nada a quedar completamente ciego.

 

Ciego, aunque aún no derrotado, no le queda más que agudizar el resto de sus sentidos, es una lastima que no pueda apreciar tal lugar y peor aun que no pueda revertir el hechizo. Es entonces que puede escucharlo, a la criatura ahí del otro lado, reconocer los sonidos es algo que también ha aprendido de la cacería, aunque entiende que ahora está en evidente desventaja tras lo que se encuentra del otro lado. Rápidamente Hess guarda en el cinturón de sus pantalones la varita, ciego no le serviria de mucho por ahora, y muestra sus manos en señal de rendición a lo que sea que está ahí, debe ser una criatura mágica, dado que le cuesta reconocer del todo el ruido que hace.

 

Hey, hey, tranquilo-, Hess le sonríe, impresionado de su propia habilidad para mantenerse tranquilo aun cuando siente que el corazón se le escapa por la boca, se siente extraño también por ser el acechado esta vez. Él está solo esperando entonces a que el anillo de amistad con las bestias haga su trabajo, y así es cuando siente de pronto la inusual comunicación que existe entre la criatura y él. ―Ya veo…-, murmura comprensivo, intentando parecer lo menos una amenaza para la criatura. ―E-es tu compañero...tu eh... ¿tu amigo? ...no,no,no, no te voy a hacer lo mismo-, se apresuró ante un nuevo aleteo que lo amenazaba. ―A ninguno. Nada.

 

Fuera lo que fuera aquello tenía que ser gigantesco, o al menos un par de metros más alto que él, pues aunque apenas eran advertencias de la criatura Hess podía sentir cómo al aletear era capaz de empujar a alguien de su complexión, él no quería ni imaginarse el alcance que tendría la bestia si lo atrapaba entre esas garras que raspan el suelo molestas. ¿Que podría ser aquello? un águila tal vez.

 

!No, no somos intrusos! nosotros solo… queremos salir tan pronto como sea posible-, a pesar de que puede sentir de verdad la angustia de la criatura, Hess también se siente algo tonto dialogando con ella, sin embargo, se esfuerza por transmitir algo de su propia preocupación de quedar atrapado en ese lugar. ―Tu amigo estará bien, de verdad, él solo descansa, te...te doy mi palabra-, no puede ver siquiera donde está, pero no siente intranquilidad por parte de la otra criatura domada por una hechicera antes que él. ―Yo también estoy preocupado por mi amiga-, tentó el terreno cuando siente que el otro hipogrifo se calma, aunque es evidente que aún sigue confundido. ―¿Podrías ayudarme a encontrarla? o indicarme un camino.

 

El silencio es largo y Hess se siente escudriñado bajo la mirada de una criatura astuta y solo en ese instante agradece no poder verla, eso estropearía su negocio.

 

Se sobresalta al sentir a su costado a la bestia, empujando apenas como si insistiera en que se apoyara en ella.

 

Si, te tengo-, solo era su mano sobre el lomo de la criatura, era como un caballo alado, de gran tamaño y fuerza, Hess tragó con dificultad tras visualizar al hipogrifo finalmente. Se siente como una cachetada con guante blanco, estar siendo ayudado por una criatura que entre sus planes sólo enriquecerán sus bolsillos. Trata de no pensar más en ello, además de que no puede evitarlo tampoco pues el calor es cada vez más intenso conforme avanzan, él puede sentir también cómo la criatura se inquieta, con el calor yendo en aumento ni siquiera él se cree capaz de calmar a la bestia nuevamente. ―Esta bien, ¿por qué no vuelves con tu amigo? Estoy muy agradecido contigo-, Hess hizo una reverencia y recibió a cambio un picotazo nada fuerte en su cabeza por parte del hipogrifo antes de que el animal partiera. El anillo entonces dejó de brillar en su mano.

 

A estas alturas cuesta cada vez más respirar, aun para él que se ha aventado una carrera por las dunas del desierto hasta el oasis momentos antes. No ha sido tampoco consiente del tiempo que lleva atrapado ahí, así que las dos horas pudieran estar llegando a su final y este exceso de calor debe ser un efecto ante su fracaso. El brujo continúa el camino, con pasos tan pesados como el ambiente, nuevamente lleva la varita en la mano más la molestia no le permite pensar con claridad que hechizo puede ayudarlo. Lo único bueno es que cree que su visión, a estas alturas, comienza a mejorar.

 

Eso espera, y que la nube gaseosa que estalla no muy lejos de él sea al fin un rastro de su compañera o el uzza que pueda seguir y no otro obstáculo. Pero al intentar dar otro paso el calor ya lo ha sobre pasado, y se siente que se ahoga. Casi de rodillas en el suelo el colgante con el frasco cristalino brilla ante sus aún empañados ojos, justo como aquella visión de haber llegado hasta el oasis después de atravesar el desierto. Sus temblorosas manos toman el frasco cuidadosamente para solo tomar la cantidad justa sin agotarlo. Con el polvillo entre sus manos hace un repaso sobre su uso según el libro;

 

Si se esparce en la piel, el fuego no hará daño alguno-, meditó. ―Si es soplado sobre una persona, el polen se adentrará por los poros y las rendijas de las telas de la vestimenta, funcionará igual, pero su duración será sólo de tres horas-, levantó la mirada hacia donde quedaba el último rastro de su compañera. Aún estaban muy lejos. ―Si se aspira, protege los órganos internos y ayuda a elevar la percepción olfativa y sensible con respecto a las fuentes de calor más cercanas-, ¿es que comenzaba a delirar? ― !Ah! pero puede usarse también como ingrediente para fabricar una pomada de manos que permite que se adhieran a cualquier superficie-, soltó con auto suficiencia para luego negar, por supuesto que no necesitaba eso ahora.

 

Sin perder más de su tiempo se roció encima el contenido del polen de lirios de fuego, que lo protege del intenso calor. Se recostó sobre el suelo caliente, esperando a que el polen hiciera su parte. El calor comenzó a disminuir tan pronto como también lo hacía su respiración y las energías le volvían al cuerpo.

 

Ya recuperado tanto del calor como de su vista, es más sencillo para él llegar hasta la hechicera. Es hasta apenas ese momento en el que se da cuenta de la jaula de cristal donde están encerrados. Él vuelve la vista hacia atrás solo para intentar encontrar rastro de los hipogrifos, ¿estarían atrapados ellos también? No pudo darse cuenta del momento exacto, pero agradece llevar el amuleto indicado puesto desde antes de atravesar el portal.

 

Hey, oye ¿estas bien? ¿puedes levantarte?-, finalmente alcanzó a la bruja, con todo el peso sobre sus rodillas, evidentemente agotada, seguramente por el alto calor que también tuvo que enfrentar. ―El amuleto contra defensas carcelarias, ¿lo llevas puesto?-, Hessen asintió mostrándole a ella el suyo. ―Anda ya, falta poco-, el brujo acortó la distancia que los separaba y le ofreció de su apoyo para que se incorporara y avanzaran juntos la distancia que les aguardaba. Badru tenía que estar pasando el cristal y el amuleto contra defensas carcelarias hizo que salir de ahí fuera hasta ahora lo más sencillo de todo.

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Badru siempre ha creído que de la misma manera que dos culturas no pueden ser iguales, tampoco lo pueden ser las personas. Incluso el camino para convertirse en guerrero es diferente, en la medida que está ligado a las motivaciones que cada uno pueda tener para adquirir nuevos poderes. Entonces, no le sorprende las diferentes estrategias que ambos alumnos han adoptado para enfrentar a un mismo conjunto de retos. Y que, aunque han enfrentado cada cual por su lado casi todos ellos, al final, se muestre, aunque de forma incipiente, un trabajo más en conjunto.

 

Es precisamente sobre ese aspecto en el que le interesa incidir más adelante. Pero por ahora, quizás tomar un respiro a su desgaste físico sea lo mejor. Lo que no quiere decir, por supuesto, que el aprendizaje se detenga.

 

― Han tenido un desempeño aceptable, aunque tienen que tener presente que les queda mucho todavía para perfeccionar los hechizos que han empleado ahora. Un ignea, por muy poderoso, es incapaz de romper una celda señorita― sus ojos brillaron y la sonrisa volvió a manifestarse, aun cuando el pañuelo sobre su rostro impedía que ella lo notase―, y en cuanto a usted―su vista se posó en Crouch―no curarse de la arena del hechicero esta vez le ha costado poco, pero yo me cuidaría bastante de tenerlo como técnica a futuro.

 

Esta vez, en consideración a que habían acabado en el tiempo debido, no iba ahondar más en eso, por lo que se limitó a instar a los alumnos a que volviesen a abrir sus libros. Un nuevo reto los esperaba, pero era bastante diferente al anterior.

 

― Si vuelven a abrir sus libros, notarán que una nueva lista de poderes se han revelado. Pido que se concentren en el cantar del eléboro, obsistens e ígnea y me digan que características posee cada uno. Ya sea por el tipo de hechizo que es, si se pronuncia o basta solo con pensarlo, y también por cuanto tiempo de duración poseen. Necesito que sean lo más detallosos posibles en su explicación, porque de lo contrario, podrían perecer en la nueva misión que se les va encomendar― tomando distancia tanto del hombre como de la mujer permaneció expectante― ¿quién de los dos se arriesga a comenzar entonces? Les recuerdo que es un hechizo a la vez, no quieran correr cuando solo están aprendiendo a caminar ― concluyó con cierto desdén.

 

Esa porsupuesto era la primera parte de su tarea. ¿Y cuál era la otra? No lo sabrían hasta que el primero de ellos intentase su explicación.

 

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Mi compañero se acercó a mí mientras intentaba tomar algo de aire, que pasaba a través de mi garganta no sólo con dificultad, sino con dolor. Me ardía toda la tráquea, incluso tragar esa doloroso y dificultoso, pero me las arreglé para asentir mientras me volvía a incorporar y miraba a Badru. La idea del amuleto era muy buena, demasiado de hecho, pero no había sido tan inteligente como para usarla. Eso no volvería a ocurrir, así que tomé los amuletos y anillos del Libro del Druida y me los coloqué, no sin antes echar una mirada fulminante a mi Maestro, aunque no estaba enojada con él, desde luego, sino con mi poca capacidad de superar ese tipo de pruebas. Tanto tiempo alejada de la acción habían dejado su marca en mi.

 

Me sequé el rostro con el dorso de la camisa que llevaba puesta y sentí mis mejillas ardientes aún, mientras Badru hablaba. Apreté la mandíbula pero no emití sonido alguno, porque era más importante mantener mi ego que aceptar que me había equivocado bastante en aquella primera prueba. Eso no podía volver a suceder de ningún modo si quería aprobar y llevarme los poderes del Libro del Druida conmigo, y no le daría la satisfacción al guerrero de desaprobarme, así que tendría que leer con mayor detenimiento los hechizos antes de la siguiente prueba que nos pondría y saber para qué servía cada uno de los amuletos y los anillos, aunque fuera más lento en mi aprendizaje. Le eché una mirada a Hessenordwood, que en todo momento había estado pendiente de mis movimientos. Yo no estaba muy acostumbrada al trabajo en equipo y quizá debería cambiar eso para esta ocasión, así que le sonreí o un intento triste y horrendo de sonrisa, al menos, con mi rostro rojo por el calor aún.

 

-Yo empezaré- respondía a Badru, que había estado instándonos a abrir de nuevo el Libro del Druida para explicarle alguno de los nuevos hechizos que habían aparecido, más detalladamente, en sus páginas-. Obsistens es una hechizos de tipo invocación y puede usarse de forma no verbal, lo que quiere decir que no necesitamos pronunciarlo para llevarlo a cabo, sólo mover la varita de forma correcta y tener presente en nuestras mentes qué es lo que queremos hacer. Crea un cerco de materia luminosa, cuyo color varía en función del mago, indestructible e inmune a la magia -como una pared- . Protege al invocador de cualquier tipo de hechizo o ataque durante una acción. Si repele el ataque de una criatura de este modo la absorbe, provocando que desaparezca sin dejar rastro- hice una breve pausa para ver si Badru me seguía observando-. Sólo puede conjurarse dos veces debido a la cantidad de poder que conlleva hacerlo, lo que agota al mago (dos veces por duelo)- finalicé.

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Casi bufó cómo si se tratara de un toro exhausto, exhalando el último aliento agotado mientras hace un intento para recuperar el aliento. Ha sido una primera prueba bastante sencilla en realidad, no se encontró con tantos obstáculos cómo habría él imaginado al escuchar el término “campo de entrenamiento”, aun cuando sospecha que esto no es ni la mitad del campo completo, y bueno, si algo (o todo) salió mal es cosa de inexpertos haciendo experiencia, o falta de observación tal vez. Así que, asintiendo vagamente, le da la razón al guerrero uzza, por supuesto que curarse la ceguera hubiera sido la mejor opción, si, eso él también lo sabe.

 

La enseñanza continuó con más instrucciones de Badru.

 

Aprovecha también la pausa en la práctica para echar otro vistazo a la bruja junto a él, ¿cuál es su nombre? No recuerda si lo ha escuchado, pero cree que ella aún no parece estar en una condición mejor que la de él, o tal vez solo era que no considera del todo normal el color que lleva ahora su rostro. Si, eso, pero por el modo en el que su propio corazón aún está agitado dentro de su pecho, se imagina que la experiencia de ella no pudo ser mejor, por lo que es entendible. Igualmente podría solo tratarse de una característica física de ella. Él por ejemplo, en temperaturas bajas se empalidece demasiado.

 

En un rato más se siente mucho mejor físicamente, al menos lo suficiente para recuperar el ánimo dispuesto y seguir adelante, y para devolverle a ella entonces la extraña sonrisa con una más breve, pero con mucho más encanto.

 

Hessen volvió a hojear las páginas del libro en busca de los hechizos nuevos mientras el guerrero está terminando la explicación. Quiere pensar que algo de todo lo que dice el brujo les será útil para la siguiente parte, pero lo cierto es que solo se queda con aquella expresión del guerrero dándole vueltas en la cabeza: “¿Quién de los dos se arriesga a comenzar entonces?”, ¿que había de malo con ser el primero? La idea de ser atacados repentinamente mientras recitan encantamientos le invade la mente, desconcentrandolo , al menos hasta que la explicación de la bruja Feyre comienza y él ya no piensa más en ello si no el lo que dice y en los textos que se le han revelado recientemente.

 

Cantar de Eleboro-, comienza casi inmediatamente después de ella, luego solo de asegurarse de que el guerrero no la interrumpe. ―Es un efecto verbal, a diferencia del que se acaba de explicar, este tiene que ser pronunciado por el mago o bruja, por lo que no funcionará si se está bajo los efectos de un silencius por ejemplo. Uhm, el efecto consiste en que, al ser pronunciado, de la varita del invocador surja una vibración musical que apenas será audible-, Hessenord intercalaba la mirada entre las páginas del libro y el par de personas que lo escuchan, la cosa es que Hessen no es tan rápido para memorizar cosas así.

 

Las pausas son solo un momento para autocomprensión.

 

Esta vibración protegerá y agudizará los sentidos de la bruja o mago que ejecute el hechizo y de un acompañante-, solo para enfatizar, sin dirigir la vista a nadie específicamente, inclinó la cabeza hacia Feyre. ―Lo que quiere decir que en una batalla algo más grande que un duelo de uno contra uno, el invocador podría usar los efectos del cantar de eléboro no solo para sí mismo, sino para ayudar a alguien más, tal vez...a alguien que no pueda ejecutarlo por cuenta propia, alguien que no hubiera aprendido aun del libro del druida o inclusive de la magia guerrera-, posiblemente eso último es más una pregunta que una explicación.

 

Otra pausa, para ordenar mejor sus ideas.

 

Ah, según el libro, este conferirá también inmunidad a cualquier ataque contra la vista, el oído, el tacto, el gusto o el olfato-, esta vez hizo un gesto como si quisiera agregar un comentario más personal sobre este punto, pero mejor continuó la explicación. ―El efecto de un Cantar de Eleboro solamente durará dos turnos, por lo que luego de haber pasado ese tiempo, y de necesitarlo nuevamente, el invocador tendrá oportunidad de ejecutarlo dos veces más, un total de tres intentos durante un duelo o batalla. !Además! restituye totalmente la pérdida de los sentidos, curándolos, lo que hubiera sido terriblemente útil saber antes de recuperar negligentemente la vista-, sonrió con ironía.

 

Luego apartó la mirada del libro, primero observó al guerrero, y después a Feyre como si buscara en ella alguna señal de que se le ha pasado decir algo más sobre el hechizo.

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Badru escuchaba atentamente la definición que la bruja iba dando, pero a medida que ella habla su varita de madera oscura no está quieta, sino que con ondulantes movimientos sobre la tierra misma va creando algo que semeja la silueta de un ser humano. Finalmente, cuando la mujer hace una primera pausa, vuelve sus ojos oscuros nuevamente hacia ella y asiente, tanto para corroborar que ha sido correcta su explicación como para mostrarle que estuvo atento a lo que le decía.

 

Ha notado como el otro mago ha estado silencioso en ese mismo periodo de tiempo, aparentemente intrigado ante lo que ha estado haciendo, o quizá preguntándose, si los atacará allí mismo. Para cuando finalmente se decide a hablar, es curioso como se esfuerza por recordar todo lo que la definición dice, ojeando cada tanto la página, como para cerciorarse de que no se ha equivocado. Al guerrero uzza lo que más le llama la atención es ese hablar pausado que tiene ¿es aquel sujeto alguien que se toma mucho tiempo para tomar cada decisión? No cree tener (aun) todos los elementos para saberlo, pero una vez más, en la forma en que cada uno se ha expresado Badru encuentra diferencias de caracter ostensibles.

 

― Bien, han sido explicaciones muy precisas, muy apegadas a lo que el libro dice en realidad― bajo la pañoleta una sonrisa volvió a asomarse, aunque ellos no pudiesen notarlo― efectivamente los hechizos son de muy distintos tipos. Un rayo por ejemplo tiene que recorrer una distancia para llegar al oponente, mientras que un efecto actúa al instante. Alguien podría decirles que por tanto los segundos son mejores que los primeros― con un nuevo movimiento de su varita esta vez la silueta comenzó extrañamente a animarse― pero la realidad es que todo depende de emplearlos en el momento oportuno. La estrategia, es, por tanto, lo que decide su victoria o su derrota en un duelo. El otro elemento, por supuesto, es el nivel mágico. Cuanto más nivel poseas, tus hechizos serán mucho más fuertes. El cinaede es un buen ejemplo de ello, pues de acuerdo al nivel que el mago posea, la persona que lo reciba necesitará más hechizos para recuperarse del todo. E igualmente, teniendo más nivel consigues hechizos que personas más inexpertas no podrían desarrollar.

 

Quizá, a esas alturas, ambos se estarían preguntando por qué Badru ahondaba en esas explicaciones, pero ya en breve, encontrarían una respuesta a ello. Aunque la bruja, producto, sospechaba Badru, de esa alergia, había tenido dificultades, saltaba a la vista que poseía un nivel mágico muy superior al del mago. Era por eso que el ejercicio con ella sería quizá un poco más difícil, y utilizaría para ello a su "silueta" hecha de tierra, que ahora estaba de pie, mostrando tal soltura de movimientos y "vida", como si fuese un ser humano real, que inspiraba una mezcla de temor y aversión.

 

Llegó el momento de empezar la práctica. Mi parte favorita― frotando las palmas de sus manos, volvió a sonreír― espero que hayan escuchado a su compañero de clase, con la atención con que yo los escuché. Usted jovencita― observando a Feyre indicó a "la silueta" que se colocase a cinco metros de ella― recibirá dos hechizos de esta sombra que he creado. No se compadezca de ella, porque le aseguro, que aunque alguna vez fue humana, hoy no es capaz de recordar esa vida, y lo único que querrá será impedirle que realice un cantar del eleboro, cosa que usted debe conseguir a cualquier precio ¿lo entendió? Si no consigue realizar el hechizo en el intercambio de hechizos con mi ser, consideraré su ejercicio fallido.

 

Como muy bien había dicho el otro mago, aquel hechizo era especialmente importante por su capacidad de poder ayudar a otro con él, lo que en una batalla podía hacer toda la diferencia, de manera que, no pocas veces, sus oponentes habían intentado impedir que lo ejecutara. Mientras Badru dejaba a la sombra junto a Feyre, vio como esta comenzaba a atacar ya a la bruja, con un silencius de primera acción y una maldición (pensada, sin pronunciarse) de segunda acción.

 

La atención del uzza estaba puesta ahora en el otro alumno de la clase.

 

En cuanto a ti, el ejercicio será diferente. Debes recordar que tan importante como conocer el funcionamiento de un hechizo es saber en qué momento usarlo, para sacarle el máximo provecho. El obsistens es una magia de gran poder y deberás usarlo sí o sí al defenderte en tu entrenamiento. Sígueme.

 

El trayecto fue corto, apenas unos metros, pero entonces la criatura se distinguió en todo su esplendor. Un troll de cuatro metros, de dientes filosos y un color gris pálido.

 

Quédese ahí ― le indicó Badru al mago, mientras él caminaba un poco más hasta colocarse al lado del troll― esta criatura, yace bajo mi control, así que no tiene posibilidad de controlarlo, pero puede haber una manera de evitar, que termine acabando con usted...si recuerda las palabras de su compañera.

 

Se podía pensar que lanzaría a la criatura de inmediato a atacarle, pero Badru era un estratega, y tenía que enseñar con el ejemplo al mago, de forma que primero conjuró un cinaede, y el veneno gaseoso se instaló alrededor de su alumno, penetrando de inmediato en sus vías respiratorias y cortándolas, dificultándole la respiración, lo que podría traerle mayores consecuencias si no actuaba pronto. Y solo entonces, como segunda acción soltó al troll en dirección al mago. Ocho metros los separaban, pero en pasos de troll, no tardaría en alcanzarlo.

 

¿Cuál sería el desenlace de todo ello?

 

 

--------------

 

Off: @ @@Hessenordwood Crouch solo para aclarar que si bien estamos en la etapa rolistica de clases, este entrenamiento particular funcionará bajo las reglas ya conocidas de acciones, turnos, y demases válidos en los duelos. Eso no quita que puedan usar hechizos rolisticos, pero estos no tendrán efecto sobre el "duelo", para el que tienen que emplear dos poderes de duelos. El objetivo es que Feyre conjure el cantar del eleboro y Hessen el obsistens, además de un hechizo adicional para enfrentar los ataques. El cinaede es el correspondiente a un nivel 19.

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