Jump to content

Libro de los Ancestros.


Runihura
 Compartir

Publicaciones recomendadas

La pelinegra miraba a la distancia las ruinas de la gran biblioteca de Alejandría, lugar que guardaba grandes secretos de magia antigua de la cual sólo era conocida por aquellos que con el tiempo se habían mantenido para cuidar de aquellos secretos como lo eran magos egipcios. Durante varios días había dudado el llevar a sus alumnos hasta aquel lugar pero tras pensarlo mucho decidió que era un buen lugar para poner en prueba los conocimientos previos y enseñarles los nuevos poderes correspondientes al libro de los Ancestros.

Para que nadie de sus compañeros Uzza se dieran cuenta al lugar que iba a llevar a sus pupilos a lo que seguramente significaría su muerte, si no hacían las cosas como ella les indicará, mediante una lechuza, les dijo a sus alumnos que los esperaba a las orillas del lago Victoria, cerca de la desembocadura del río Nilo, lugar donde abriría un portal para llegar hasta Alejandría.

Runihura, mientras esperaba a que Macnair y Ravenclaw llegarán, se acomodo la ropa, en esta ocasión la falda era un poco más corta, ya que eso le daba la suficiente libertad para actuar de manera más precisa al momento de un ataque sorpresa que pudieran sufrir mientras estaban recorriendo aquellas “ruinas”. No pasó mucho tiempo desde que ella había llegado a las orillas del lago Victoria a la llegada de los jóvenes que esperaban ser instruidos a magias guerreras.

—No les preguntaré que motivos los trae hasta mi presencia, por que sé que no vienen por algo diferente a lo que han venido aquí muchos de sus iguales. —empezó su discurso con una voz dulce pero autoritaria, se les quedo viendo mientras analizaba sus ropas. Cada que estaba en presencia de uno de esos descendientes del gran mago Merlín, se preguntaba ¿cómo es que se podían mover con tanta tela estorbosa? Pero nunca exteriorizo aquella duda hasta ese momento.

—Antes de iniciar, van a despojarse de todo aquello que no necesiten. Iremos de excursión, no quiero que por algo que no sea de vital importancia ustedes se queden atrás.

Aquello era una invitación a quitarse la ropa y accesorios que tuvieran de más, en lo que ellos se despojaban de lo no necesario. La Tiferim comenzó a hablarles de los poderes que iban a adquirir durante aquella pequeña aventura.

—Si han logrado leer un poco de lo que él libro de los Ancestros ofrece en poderes, sabrán que tenemos cuatro artilugios, el primero de ellos es el anillo de presencia.

La guerrero Uzza les mostró su anillo que portaba en su mano derecha, al tiempo que sacaba del interior de su peto un pedazo de pergamino con algunas palabras escritas en el. Aquel pergamino iba ser enviado a los magos egipcios que custodiaban la gran biblioteca, y mientras llegaba a su destino iba a aprovechar para ver todo lo que ocurría dentro.

—Para que todos veamos lo que nos espera en nuestro destino, necesito dejen caer una gota de la esencia que produce su anillo de presencia en el sobre. —dicho eso les entregó el sobre y abrió un portal a las dunas del desierto, cerca del lugar a donde se iban a dirigir.

 

@@Arya Macnair

@@Keaton Ravenclaw

Editado por Niko Uzumaki
nHT2lrv.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • Respuestas 5
  • Creado
  • Última Respuesta

Top participantes en este tema

Macnair analizó, la noche anterior, la carta que le hubo llegado mediante lechuza con una extraña firma. Llevaba tiempo alejada de los estudios, más desde que decidió dominar por completo lo caótico de su propia magia, libros, hechizos y demás magia completaban su vida. Le dio vueltas largo rato entre sus dedos, apreciando la marca del anillo de compromiso fantasma y el tintineo de una pulsera repleta de esclavas, preciosos dijes de plata que ella misma hubo encantado para que fuesen diminutas; los anillos y amuletos que cada libro de poder cursado hasta el momento trajo consigo. Luego, bostezó y se deshizo entre las sábanas de su cama para descansar.

 

La mañana siguiente le descubrió perfectamente preparada para la tarea que le deparaba. Ataviada con su túnica de bruja negra desapareció de las inmediaciones familiares siguiendo las coordenadas que Runihura le había declarado en papel. El destino le pareció osado, más no era ella la rectora de aquella clase por lo que mantuvo silencio una vez las botas negras de suela lisa anunciaron su llegada. No había señales de la Uzza por ningún sitio, así que destinó unos breves minutos al paisaje que se extendía frente a ella.

 

Segundos después, Runihura aparecía a su lado.

 

Arya esperaba una introducción como todas las anteriores, más se llevó una curiosa sorpresa. La guerrera les pedía abandonaran la banalidad que portaban sobre sus hombros. La pelirroja creyó captar el mensaje, aunque seguía confundida cuando se quitó la túnica y la dejó caer a sus pies, al igual que su brazalete de poder y el suéter que le abrigaba. Solo se quedó con las joyas adquiridas con el libro de los ancestros.

 

--Buenos días, Runihura.

 

La saludó con cortesía, luego hizo lo que ella pidió, entregar la esencia de su anillo de presencia para poder comenzar la clase.

nqOolSA.gif

xQB7Qk7_d.webp?maxwidth=640&shape=thumb&

uhmdsoi.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Hacía mucho que el Ravenclaw no se dedicaba a estudiar prácticamente nada. Su autodestierro temporal lo obligó a solo pensar en su subsistencia, aunque claro, con los debidos lujos que cualquier descendiente de Rowena debería de tener. Precisamente por ello, cuando le llegó aquella lechuza para informarle que debía de presentarse a su clase para vincularse con el Libro de los Ancestros, su cara se llenó de una emoción que sólo los eruditos de Ravenclaw lograban sentir: sed de conocimiento.

 

Por ello, la mañana en la cual tenía que presentarse, se despertó con más antelación de la debida. En su monedero de piel de moke introdujo todos los artículos que le conferían los libros anteriores al de los Ancestros, además, claro, de que se colocó en su cuerpo los pertenecientes al libro que cursaría. En el dedo anular de la mano izquierda, llevaba el anillo de presencia, en el cuello el colgante con la Arena del Desierto y en una de sus botas, la daga Kansho. El Amuleto, anti-robo, mientras tanto, descansó en el monedero, pues no tenía un uso específico en ese momento, aunque claro, estaba más que seguro que la Uzza lo iba a solicitar para algo.

 

—Bueno, Lancy, te encargo mucho el castillo y ¡por piedad! pon a trabajar a todos los elfos, no quiero volver y ver esto en ruinas, ¿entendido? —Dijo el vampiro a su elfo doméstico.

 

—Si amo, no se preocupe, amo, tendremos todo dispuesto a su regreso, amo —Respondió con aquella voz chillona la criatura.

 

Keaton lo volteó a ver con ira, quedando en tácito que de no ser así, se llevaría su correspondiente castigo, y el elfo sabía muy bien que no iba a ser algo bonito; éste, entonces, bajó la cabeza y desapareció. Ahora, le tocaba a él trasladarse, pero como de verdad odiaba la sensación de la desaparición, agitó su varita tras pronunciar aquel hechizo del Libro de los Druidas, y abrió un portal hasta donde tenía que ir, aquel lago Victoria, según había leído en la carta enviada por la Uzza.

 

—Buenas tardes, perdonen la demora —Dijo el vampiro a modo de saludo mientras visualizaba a la Uzza y a Arya, una de sus compañeras mortífagas. Al menos no estaría con alguien desconocido.

 

Así pues, escuchó las indicaciones dadas por la mujer y se despojó de su chaqueta de piel de dragón, quedando solo en unos cómodos shorts y una camiseta sin magas. El monedero redujo su tamaño y pudo colocársela a modo de brazalete en el tobillo izquierdo y sus botas quedaron convertidas en cómodas zapatillas deportivas. Hecho ésto, colocó la esencia del Anillo de Presencia en el sobre que le daban y se lo devolvió a la Uzza. El Triviani estaba expectante.

YTJke.gif  ~+~ uGSfO2w.gif

LMqjPAM.jpg

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

—Keat...

 

Por algún extraño y curioso motivo la pelirroja sonrió. Nunca había tenido una relación cercana con el joven y bello mortífago, quizás tampoco se hubieran tomado el tiempo de forjar una amistad, pero la lealtad les empujaba a ser incondicionales en cada oportunidad que el destino los pusiese en el mismo escenario. Por algún motivo ambos cursaban aquel poder, que confiaba, obtendrían pronto; había respondido el saludo de él con un asentimiento de cabeza a la hora de sonreír, más se hizo a un costado cuando copió su accionar y actuó según el pedido de la guerrera Uzza.

 

Siguiente cosa curiosa de la clase, una que posiblemente Macnair no olvidaría. Cuando Ravenclaw estuvo a su misma altura, deshizo disimuladamente la distancia. Primero extendió sus finos y blancos dedos para tocar los suyos, luego se confió otro poco y aferró la ansiedad a él. Arya tenía las manos heladas como siempre, pero la soledad le había congelado casi la sangre en las venas.

 

—Buena suerte.

 

Le dijo, parecía optimista, en lo que los dos personajes aguardaban una nueva orden de Runihura.

nqOolSA.gif

xQB7Qk7_d.webp?maxwidth=640&shape=thumb&

uhmdsoi.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Al parecer sus alumnos no eran personas aventureras, situación que le hizo poner una cara de decepción, así que imagino que debía decirles que hacer cada minuto y tras enviar la carta a su destino final giro a ver las pertenencias de sus compañeros de viaje en el suelo. Segundos después abrió un portal que los llevaría a su segundo punto del recorrido, un recorrido lo bastante tranquilo, ya que quizás para el final ellos iban a necesitar energías para superar las trampas en la biblioteca.

 

—Pueden dejar sus cosas aquí, el busto de Hermes les cuidará sus cosas, espero no lo hayan olvidado. —les dijo mientras jugaba con un pequeño frasquito en forma de colgante totalmente vacío entre sus manos.

 

Al cruzar el portal se encontraron entre las dunas del desierto del Sinaí, estaban cada vez más cerca de Alejandría. En el lugar tomó un puñado de arena y lo colocó al interior del frasco vacío que en ese momento llevaba colgando al cuello. Pidió a ambos jóvenes que hicieran lo mismo que ella y llenarán de arena sus frasquitos y se los colgaran.

 

—Esta es Arena del hechicero, es arena muy poderosa y obviamente mágica. Sólo se necesita ser llenada una vez para tener arena siempre, eso sí. —hizo una pequeña pausa para mostrarles lo que pasaría si usan la arena sin cuidado.

 

El frasco de Runihura se encontraba vacío, tras ella haberlo aventado sin cuidado a diestra y siniestra al aire. Situación que minutos después se arrepintió por que no podía enseñarles a los magos Londinenses los efectos de la arena del hechicero en los ojos de sus rivales. Así que, por más que le colocaba arena está desaparecía y se volvió a dirigir a ellos.

 

—Deben ser cuidadosos con el uso del contenido del frasco, no lo usen muy seguido y siempre tendrán, ya que esta siempre se llenará poco a poco. Ahora que ya tenemos esto que nos será de utilidad, es momento de seguir con nuestro recorrido.

 

Los siguientes poderes a enseñar eran la daga de empuñadura de plata con orfebrería de oro con diamantes y esmeraldas incrustados, una daga muy diferente a la del sacrificio pero posiblemente si se sepa utilizar igual de letal. El otro poder era la vara de cristal, le gustaba ver como ese elemento reflejaba la personalidad de cada persona que la invoca. Esperaba que para cuando tuviera que enseñarles esos poderes estuvieran lo más cerca posible de la biblioteca.

nHT2lrv.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Macnair echó un vistazo al busto de Hermes, quien había sido nombrado protector de sus pertenencias y de las de Keaton, antes de enfilar sus pasos siguiendo a la Guerrero Uzza. Cuando se acercó al portal lo primero que le llegó del otro lado fue una cálida brisa que le arrancó un temblor involuntario, sabía hacia donde se dirigían pues Runihura no expresó en su nota dando las coordenadas para la clase, pero si no caían sus pies directamente allí, probablemente desconocería el páramo, Arya nunca había fue buena en geografía.

Y eso fue exactamente lo que pasó. Aventurada a cruzar, su calzado se hundió en la ardiente arena y el sol clavó sus garras quemando de lleno su piel. Habiendo dejado la capa y el abrigo, estaba desprotegida, con los brazos desnudos antes un abrasante clima. Más a pesar de ello y los detalles, no tenía idea de dónde se encontraban por lo que volteó al menos en busca de su compañero de faena, Ravenclaw. Luego, rebuscó en su bolsillo derecho sacando a relucir un pañuelo de seda que ató en derredor a su rostro para cubrir boca, nariz y un poco los ojos,evitando de éste modo que el viento le arrojase arena de imprevisto.

Iba a preguntar dónde se encontraban mientras se agachó para rellenar el diminuto frasco que le colgaba del cuello, bajo la punta del pañuelo verde, cuando Runihura dejó escapar la arena del hechicero para demostrar por qué había que usarla a conciencia. Agradecida por el pañuelo protegió su vista, aunque estuviera fuera del área de impacto, antes de quedar ciega por accidente.


—¿Dónde estamos?

Quiso saber, secando un poco el sudor de su frente, contemplando la extensa explanada color dorado.

Editado por Arya Macnair

nqOolSA.gif

xQB7Qk7_d.webp?maxwidth=640&shape=thumb&

uhmdsoi.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.