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Estudios Muggles + Meteorología II


Matt Blackner
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Vale...tal vez no había sido mi mejor idea. Pero en el fondo lo había hecho por su bien...verdad? POr supuesto. Al fin y al cabo era dar una clase durante un par de días en el mar, en un crucero. Entre muggles si, pero tomando el sol y pasando un buen rato.

 

Cuando había enviado mi lechuza al tío @@Adrian Wild avisándole, había especificado que nada de varitas. De hecho, ni siquiera yo llevaba la mía. Además, era imprescindible la ropa muggle, y llegar hasta el puerto usando un medio de transporte muggle. En mi caso, mi moto voladora, que menos mal, también podía ser utilizada como una moto común y corriente.

 

Lo que estaba siendo un fin de semana genial, se había tornado, de pronto, en un problema: una tormenta se había levantado de pronto, y ahora, el crucero se encontraba en serios problemas....Alguien se atrevería a sacarnos de alli?

 

Jack Blackner era un fantasma, pero cuando en la Potter Black Sagitas y él supieron en los problemas que se encontraba su hijo, supieron qeu debían hacer algo...

 

Así que alli se encontraba Jack, esperando a los alumnos de su hijo, levitando en el interior de la sala de máquinas de un barco de salvamento llamado Bass Liffeguard donde el capitán, un squib al que conocían, esperaba para llevarlos en busca del crucero donde el cabezota de su hijo había decidido dar la clase de estudios muggles.

 

Jack no conocía a ninguno de los que eran estudiantes (en teoría) de su hijo: @@Rory Despard @@Hessenordwood Crouch y @ se encontrarían con el fantasma de un hombre que, en las personas que ya conocían a Matt solía causar confusión, ya que padre e hijo eran idénticos, excepto en el color de ojos, ya que los de Jack eran oscuros mientras que los de Matt eran azules.

 

- Si no consigo llevarlos de vuelta a casa, mi mujer me matará de nuevo, Graves. - bromeó Jack con su acompañante.

 

 

 

 

 

 

OFF: instrucciones.

 

Matt y Adrian, de Estudios Muggles, se encuentran en un crucero en enl mar, a varias horas de Londres. En principio, sus roles tendrán lugar en los momentos previos a la introducción, cuando comenzó la clase de EM, hasta que lleguemos al punto qeu describo, atrapados en la tormenta.

 

MIentras tanto, los chicos de Meteorología tendrán que ir en su busca. Jack va a llevar la clase. Todos los roles acabarán uniéndose en el rescate.

 

Y si podéis, especificad en el rol la asignatura pls

 

@@Adrian Wild

@@Rory Despard

@@Hessenordwood Crouch

@

Editado por Niko Uzumaki

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ESTUDIOS MUGGLES

 

 

La verdad era que el plan sonaba fenomenal. Un fin de semana entero con mi sobrino, lejos de todo cuanto habíamos vivido aquellos meses en la familia, de ataques, problemas, incendios y responsabilidades. Un crucero, alta mar, y lo más emocionante, ¡no sabía cuál era nuestro destino! No había querido especificármelo en la lechuza, pero aquella aventura se me antojaba emocionante: relación completa con muggles, buen tiempo y un descanso más que merecido. Sin magia.

 

Bueno, aquello último me angustiaba un poco. Últimamente había tenido mucha conexión con las fuerzas mágicas que había usado, y el hecho de tener que dejar la varita atrás me suponía... Una pérdida. Pero debía intentarlo. De algo debería servir estar en contacto durante más de doscientos años con el mundo muggle y conocer la mayoria de sus avances, novedades y comportamientos. Wilmo seguía sin entender por qué tenía que cursar aquella asignatura, y mucho menos entendió cuando le dije cómo se iba a desarrollar.

 

- ¿¡Sin varita!? --Para cualquier elfo domético, el que privaran a un mago o bruja sin varita y sin magia era algo imperdonable--. ¿Y piensa...s seguir esa norma?

 

Sonreí al recordar su estupefacción, mientras contemplaba a través de la ventana del autobús el puerto que empezaba a acercarse por la derecha de la carretera. El clima realmente nos había sonreído aquel fin de semana en la isla, algo completamente sorprendente. Estaba seguro de que Matt había estado revisando semana tras semana la previsión meteorológica, tanto mágica como muggle, hasta dar con el momento idóneo para poder llevar a cabo nuestra escapada. Lo tendría todo bajo control.

 

Cogí la mochila con la ropa necesaria para el fin de semana de debajo del asiento delantero y esperé pacientemente a que todo el mundo se bajara del armatoste a motor. Tuve que sacar de la misma las gafas de sol redondeadas cuando la luz me cegó por completo al bajar el último escalón. Comprobé que mi monedero de piel de Moke seguía ahí. No, no había incumplido ninguna norma, sólo llevaba algunos galeones que había cambiado por libras un día antes y mi par de espejos comunicadores. Era lo más parecido que tenía a un teléfono móvil y estaba seguro de que, en caso de necesidad, Matt también agradecería poder comunicarnos, aunque esperaba no tener que usarlos.

 

Estiré mi cuerpo y me coloqué los pantalones ajustados grises con un roto en una de las rodillas. No me solía gustar llevar pantalones cortos, la blancura de mi piel era demasiado llamativa, sólo me había guardado un bañador largo en la mochila. Mis pies estaban cubiertos también completamente por unas zaptillas de tela beige, combinadas en color con una camisa de lino con cuello en uve muy abierto y manga de tres cuartos suelta, que dejaba a la vista el medallón para avisar de peligro sobre mi pecho. ¡Sí bueno, lo había llevado! Pero nadie vería nada raro en él. Era un colgante más, y su brillo, en caso de que se pusiera en funcionamiento, sólo lo vería yo.

 

Seguí las indicaciones del guía que nos iba a llevar a todos al muelle donde el barco nos esperaba, hasta que vi al pelirrojo esperando cerca de la pasarela donde un grupo de tripulantes cargaban los equipajes a la bodega, apoyado en una moto voladora.

 

- ¡Si llego a saber que se puede meter en la bodega hubiese traído la mía! --fueron las primeras palabras que le dediqué, terminadas en un abrazo--. Bueno, ¿me vas a decir ya dónde vamos? Aunque confieso que me emociona no saberlo.

 

¿Le distraería lo suficiente como para que tardase en reconocer el colgante?

 

 

 

@@Matt Blackner

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✤ Viajero de la noche ✤

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Lleva un buen rato ahí de pie a la orilla del puerto, con la pálida mirada puesta en el horizonte, sobre la línea que divide el mar y el cielo en dos, donde el infinito se hace más presente. No parece tener la intención de subirse pronto al Bass Liffeguard, y aunque debe estar cansado de parecer una estatua anclada a la bahía de alguna ciudad londinense, no cede fácilmente ante la necesidad de urgencia que hay, y es que ciertamente no le emociona subir al bote de rescate.

 

No obstante la tranquilidad pacífica que rodea en apariencia al brujo contrasta con todo a su alrededor; las olas del mar rompen con furia contra las filosas rocas llenándolas de espuma de mar, algas marinas y alguna criaturilla arrastrada entre sus remolinos. El viento también comienza a arreciar, desordenado sus cabellos canosos, llenando sus pulmones de oxigeno limpio pero que apesta a mar.

 

No es que se estuviera quejando, pero si pareciera cada vez menos dispuesto a subir al barco para quedar encerrado en la cabina de un bote de rescate en medio del inmenso mar.

 

La ropa que lleva puesta esta protegida además con un hechizo que repele líquidos, cortesía de alguien mas que ha embrujado su vestimenta antes de salir de casa. Extrañamente, parece estar vestido para la ocasión lo que seguramente confirma que no ha sido él quien a escogido el conjunto que viste; lleva puesto algo parecido a un traje de pescador de pantanos muggle, con unas botas de goma altas, un overol del mismo color verdusco como el del moho, y un abrigo del mismo material que hace juego con el inusual conjunto.

 

Con lo flemático de su apariencia; es como un niño al que no lo han dejado salir de casa si no lleva todo lo necesario para evitar un resfriado.

 

La última ola que estalla en la costa parece despertarlo de su letargo, del hilo de pensamientos que ha mantenido todo este tiempo. Él piensa que el mar abierto es posiblemente el mejor y el peor lugar para estudiar meteorología, sobre todo porque bueno, en el peor de los casos, no está seguro de que su cuerpo o su magia (ambos algo aún quebrados) puedan sacarlo de una situación difícil. Pero ¿qué era lo peor que podía pasar? Esa es la peor pregunta que él puede hacerse ahora, sin embargo, el tiempo hoy parecía el mejor también para ser estudiado.

 

Está haciéndose tarde-, murmura observando en su muñeca la marcada en su piel la silueta de un reloj ausente, como si este estuviera aún ahí.

 

Pero Yanna no lo ha dejado más acercarse a esos artefactos que parecen enloquecerlo más, al menos hasta que su mente sane, de hecho le ha costado trabajo dejarlo salir a tomar rehabilitación fuera de la heredad, pero la morena entiende que en casa ella no está preparada para lo mejor. Que tomara meteorología como conocimiento curricular ha sido más algo idea del joven Guillam y de Hannity, a quien por cierto esperar por ella ha sido su único pretexto hasta ahora para permanecer en tierra firme por más tiempo.

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Aquel día era uno particularmente caluroso y el inicio de la clase estaba cerca, había estado en la heredad muy temprano y habiendo dicho a Smith que vería en la playa al Ollivander, o para ser más específica, en el muelle donde abordarían el bote en el que les darían la clase... O ¿no era así? En verdad no recordaba cómo era que ella le había dicho, sólo la última instrucción, verse en el muelle.

 

No era que la rubia fuera olvidadiza, no, sólo que estaba un poco ansiosa y emocionada de que volvieran a salir juntos y tener alguna aventura como cuando estuvieron en la orden, y a decir verdad, era un tanto extraño el encuentro que tendrian puesto que, aunque vivían en la misma casona después de aquel incidente Smith le había restringido las visitas a él y ¿Cómo es que (ella) iba a reaccionar? ¿Cómo debía llamarlo? Tenía un verdadero problema para acomodar sus pensamientos, pero está vez la clase de meteorología sería aquel escenario de en el que se daría un encuentro.

 

La brisa era fresca a pesar del calor, su vestimenta, un vestido corto de tirantes, algo muy primavera y unos tenis con tacón y una pequeña bolsa de tela cruzada, eso haría que disimulara su corta estatura, el poco aire que circulaba en el lugar parecía decirle que habría algo especial aquel día, sus cortos cabellos rubios volaban y tapaban sus ojos grises, los cuales brillaron en cuanto vió la figura alta con aquella ropa extraña y que sabía obra de quién había sido, sonrió como no lo había hecho en mucho tiempo.

 

Caminó un poco más rápido de lo que iba, aunque al llegar a un par de metros de distancia de él, se detuvo, lo miró, era como ella lo recordaba, las mismas cicatrices, probablemente un poco más pálido de lo habitual, pero podía decir que ya era él. Se acercó sin pensarlo más y sus finos brazos se enredaron en su torso, aspiró su aroma -Me alegra saberte bien, pa...- no terminó la frase. ¿Qué debía decirle? ¿Padrino, papá, padre? ¡Que confuso era todo eso! Pero aún así estaba feliz, en cuanto ella lo soltó y se separaron, su pequeña mano se acercó a su rostro, para después bajarla y un poco más tranquila continúo.

 

-¿Estás listo para esta nueva aventura?- sonrió, probablemente no fuera algo como todo lo que habían vivido en otras ocasiones, pero algo le decía que todo lo que pasarían estaría lleno de sorpresas. Sacó de su bolso una de las indicaciones y volvió a leerlo, pero ahora con más calma, debían subir al bote los tres estudiantes para después partir - Aquí dice que somos tres estudiantes, pero no hay más información... ¿Crees que sea alguien conocido?

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Metereología

Bel Evans McGonagall

 

Impaciente era la mejor palabra para describir la gama de sensaciones que me recorrían el cuerpo en esos momentos, dentro de aquel barco de salvamento. La ansiedad de llevar un conocimiento, y la inquietud de no saber si podría aprenderlo sin usar una varita, eran una poderosa combinación cuyo primer efecto había sido hacerme llegar casi una hora antes de lo acordado al puerto, lo que significó tener que "hacer hora" paseando por el malecón, tarea no tan aburrida gracias a que había llevado la cámara mágica conmigo y con ella había podido captar "tomas interesantes".

 

Subir al barco no fue difícil, sino mantenerme en él. Aun anclado en el muelle, había en él un ligero vaivén que me mareaba ¿que iba ser de mí cuando estuviésemos ya en altamar? Despacito, y de a pocos, me fui acercando al interior de la sala de máquinas y asomé mi cabeza. La escena allí no podía ser más extraña: Un fantasma y un capitán envueltos en una charla amena.

 

¡Y el fantasma tenía toda la apariencia de Matt Blackner! Cierto era que habían pasado años desde los tiempos en que habíamos compartido labores en el cuartel auror ¿pero cómo era posible que el buen Matt hubiese muerto? Contrariada, me acerqué hasta allí dispuesta a darle mi sentido pésame (¿es que eso debía dársele a los fantasmas?) pero en cuanto escuché un poco mejor la conversación de ambos y presté atención al color de los ojos, comprobé que era una persona distinta.

 

Aun no entendía bien que hacía él allí, pero atendiendo al pedido del capitán fui a recibir a los otros dos alumnos que debían estar ya al pie del barco. No los había visto al llegar, pero era seguro que los encontraba al volver.

 

Ajusté solo un poco más la tira del sombrero de playa para que este no saliese volando por causa del viento, alisé los pliegues de la blusa blanca, y me eché a andar con cuidado de ensuciar los bordes de la larga falda de tafetán negro que iba hasta mis tobillos. Sin embargo, al verme cara a cara con mis compañeros de clase, abandoné todo cuidado, presa de los nervios más absolutos.

 

Eran Hannity y Garry. Mis amados Ollivander.

 

Él estaba con un aspecto más bien ausente a los demás, centrado en Hannity, quien leía un trozo de pergamino, que supuse era el que también me habían entregado a mí para llegar hasta allí. Calculé que si daba media vuelta, todavía estaba a tiempo de ganar unos pocos segundos, mas la pequeña Hann acababa de alzar la vista en dirección al bote. En dirección a donde yo me encontraba.

 

De haber podido, hubiese desaparecido allí mismo, pero en mi condición actual era imposible. Sabía que un encuentro con ambos era inevitable, que mi decisión de estar merodeando por Londres y Ottery traería eso inevitablemente, y a pesar que en mi cabeza había imaginado docenas de veces ese encuentro y hasta había pensado en las palabras que diría, en ese momento, con la mente en blanco solo atiné a permanecer quieta como una estatua, con una sonrisa tonta, las mejillas de un color que suponía ya tan encendido como mi propio cabello (si no contaba las canas que se habían multiplicado en él) y el corazón latiendo furioso en el pecho, casi tan fuerte como el sonido de las olas del mar rompiéndose en la orilla.

 

Es...es una sorpresa verlos― fue todo lo que alcanzó a salir de mi garganta.

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Garry

Tiene un pensamiento extraño de pronto, es fugaz, no tiene que ver con la marea subiendo agresivamente, ni con el barco varado en medio del mar o con su ligero grado de claustrofobia que le insiste en que meterse a la cabina del bote es una terrible idea. No, es más bien algo como un presentimiento, si es uno malo o bueno no puede definirlo aun, a demás de que él no cree mucho en esas cosas. Lo que fuera, no lo hace sentir del todo bien, y está por terminar de convencerse de que mejor es dejar la meteorología para después y quizá intentar algo más a su medida, como la aritmancia, tal vez.

 

Sin embargo, el sentimiento crece conforme también aumenta en sus oídos el ruido de su alrededor. Lo marea, se siente atrapado, acorralado, asfixiado entre las charlas de la gente en el puerto, de las olas del mar, de los barcos arribando. Quizá aún había sido demasiado pronto para salir tan lejos de casa, los delirios de persecución parecen más insoportables a la luz del día. Por fuera, esta mucho mas tranquilo que el remolino que es su mente, solo golpetea apenas los costados de su abrigo como si estuviera impacientado. Finalmente, exhala agotado, resignado a encontrarse con aquello que lo espera al dar la vuelta.

 

Se gira entonces en el momento justo en el que Hannity también detiene sus pasos, es posible que sea solo una fracción de segundo pero se siente una eternidad. Siente que ha perdido todo el aliento al verla ahí de pie, no podría no reconocerla, no a ella entre todas las personas. Sin embargo, es diferente también, es evidente que ha cambiado desde la última vez que se encontraron (y que él estuvo consciente al menos). Siente un peso desde la boca del estómago hasta el fondo de este, es un sentimiento de pesar al imaginar por cuántas cosas habría tenido que pasar ella hasta entonces.

 

Hann…-, el abrazo de ella lo congela por un instante, es cálido sin embargo y tiene el agradable aroma de ella que lo relaja. Se entorpece, pero no es una novedad, Garry no ha sido hábil en las cuestiones sociales/sentimentales desde hace mucho tiempo, aun así, corresponde el abrazo de ella con un palmeo tímido sobre los hombros de la muchachita. El otro gesto de ella es mucho más agradable para él, él no tiene tiempo de acurrucar su mejilla sobre la mano de ella, pero es lo justo.

 

Ante el entusiasmo de Hannity y su cuestionamiento sobre comenzar una nueva aventura juntos, él solo asiente distraídamente, se siente acechado por una inusual (y nada deseada) nostalgia, de que en realidad ellos no son los mismos de antes y aun así nada parece cambiar entre ellos. Se acercó a ella entonces para observar por encima de su hombro la nota donde consultaba los detalles de la clase, que útil era, la de él era un pergamino hecho un caos apretada en el puño de sus ansiosas y temblorosas manos. "¿Crees que sea alguien conocido?", pregunta ella y él solo puede encoger los hombros, interesado más en otras cosas.

 

No puede evitar preguntarse, cuando vuelve su atención al bonito rostro de Hann; ¿Que hay sobre el reciente parentesco entre ellos? En su corta recuperación, Garry apenas le ha dado vueltas a ese detalle, aun cuando incluso Yanna insiste. “No hay nada diferente, yo ya amaba a Hannity desde antes”, se repite a si mismo, no es una respuesta del todo sana, pero al menos lo mantiene tranquilo. Así que no intenta actuar diferente ahora, además de que no entiende cómo abordar el tema completamente, si tan solo, como hace algunos años atrás, Bel estuviera aquí para decirle qué hacer, cómo actuar...

 

"Debes tener cuidado con lo que deseas"-, mas que molesto es incomodo que la voz de la criatura se sustituya en sus pensamientos con la fea y áspera de Yanna Smith.

 

"Es una sorpresa verlos"-, es tanta en realidad, que Grelliam comienza a creer que todo esto no es cosa de “suerte” o “sorpresas del destino” realmente.

 

Hacia la aparición de Bel tiene una impresión muy similar qué como con Hannity. Bel Evans no ha cambiado mucho físicamente, no tanto tal vez como él, pero es capaz de reconocerle aun a pesar del tanto tiempo separados. No obstante, hay algo más en su mirada, en sus gestos llenos de emociones confusas que la hacen tan, pero tan diferente. Si es algo para bien o para mal, seguramente él no lo va a comprender tan fácil.

 

Se queda atrás, mientras Hannity y Bel se saludan como no lo ha visto hacerlo en mucho tiempo. Garry casi sonríe ante la idea de que, aun si no hubiera pasado tanto tiempo, el saludo entre ellas siempre había sido de un carácter mucho más efusivo que el de cualquier otro.

 

Parece no querer caminar realmente hacia ellas, pero se acerca lo más que puede, sin interrumpirlas, con ese mutismo y esa habilidad de silenciar todo a su alrededor, apenas pudieran darse cuenta que él ha envuelto el abrazo de ambas con sus brazos, adheriéndose, aunque sin tanta energía, y mecánicamente recargó su cabeza sobre la de Bel.

 

Y se quedó ahí por un par de segundos. Él también puede intentarlo.

 

Es…-

 

―¿Van a subir algún día?-, la voz del marinero interrumpe el encuentro entre los Ollivander. Garry se separa con la misma paciencia de siempre y levanta la mirada pálida para observar en el estribor del Bass Liffeguard a quien debería ser el capitán del gran navío de rescate. ―¿O es que ya se arrepintieron?-, ¿podría decir que no quiere subir al barco a estas alturas? Seria magnifico que si.

 

Sus lentos pasos lo llevaron finalmente arriba del barco justo detrás de Hannity y Bel. Una vez arriba, no sabe si el lugar es mucho más estrecho de lo que había imaginado o es que son demasiadas personas aun para un barco de ese volumen. Lo que fuera, prefiere quedarse afuera.

 

¿A dónde es que iremos?-, con voz cansona preguntó finalmente.

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Metereología

Bel Evans McGonagall

Había sido infinitamente más sencillo, con asuntos que me mantuviesen ocupada, no recordar a quiénes había dejado atrás en mi vida mágica. O pensar que, a esas alturas, con todos los meses transcurridos, los sentimientos hubiesen podido diluirse. Todo será diferente ahora, es lo que había alcanzado a decirme hasta que los cálidos brazos de Hannity me envolvieron, y su aroma lo inundó todo, imponiéndose a mis malestares anteriores e incluso a ese olor particular del mar. ¿Y que más podía hacer yo si no corresponder a ese abrazo? En el fondo, aunque había intentado reinventarme, quedaban asuntos en los que definitivamente parecía que no había espacio para los cambios.

 

Y estaba bien que así fuera.

 

Hay mucho que tenemos que conversar tú y yo― alcancé a decirle al oído, todavía en medio de ese abrazo cómplice.

 

Asuntos que tenían que ver con los aspectos más personales de su vida que ella quisiera confiarme, pero también, con el particular encargo que había terminado colocando sobre sus hombros, de forma un tanto egoísta. Un poco por eso, había querido decirle algunas palabras más, pero en su mirada había tal comprensión sobre a qué me estaba refiriendo, que no pude más que agradecer no solo su cariño, sino su tremenda lucidez, la cual me hacía sentir por comparación, excesivamente emotiva y blanda.

 

Tanto más, porque de forma silenciosa y con aparente calma, Garry se ha acercado a nosotras, sin que note su presencia. Y es apenas en el momento en que el calor que su cuerpo siempre ha desprendido, acompañando a un contacto que casi he olvidado, que contengo la respiración, y cierro los ojos, para disfrutar de ese abrazo, tan postergado, y acaso por imprevisto, mucho más disfrutable. Porque es significativo que lo dé él, tan desacostumbrado a los afectos, y es significativo también para mí, por cómo es que me hace sentir, por la increíble capacidad de conseguir, que me sienta protegida y vulnerable.

 

Un sentimiento tan fuerte, que en el exilio, había deseado olvidar y recordar a partes iguales, según el humor con el que terminase el día.

 

Por supuesto, no hay forma que el capitán del barco pueda entender,que su pregunta ha roto por completo aquel clima íntimo, y el encanto del peso de la cabeza de Garry sobre la mía (interrumpiendo además lo que sea que estuviera a punto de decirme). Todo lo que él desea de nosotros es que nos subamos de una buena vez al barco y eso hacemos, aunque Garry decline de pasar a la cabina, el espacio que se nos ha indicado como "seguro", hecho que de inmediato provoca un cierto malestar en el capitán.

 

Según entendí, vamos a rescatar a alguien ¿verdad capitán?― intenté terciar, mientras el hombre que todavía mantenía la mirada en Garry, asintió sin mirarme― suena sencillo, pero me temo que a veces, lo más sencillo termina siendo lo más complicado ¿cierto Hann?― estaba comprobando que cogida del brazo de ella, se me reducían aquellas molestas naúseas provocadas por el vaivén del barco.

 

Se equivoca, señorita Evans, y creo que debería estar más atenta a su alrededor― indicó el capitán, mientras señalaba un montón de nubes oscuras en el cielo― cualquiera pensaría que son nubes normales ¿cierto? pero he notado que nos vienen siguiendo desde Irlanda, únicamente a este barco, desde que asumimos la tarea del rescate del yate ¿casualidad?― sus ojos se clavaron en nosotros, como si creyese que algo teníamos que ver con el tema―Lo dudo bastante. Sobre lo que tengo pleno conocimiento, es en que tendremos una tormenta eléctrica en breve, y a menos que el señor se considere un experto parando rayos y truenos, no le recomiendo que se quede afuera.

 

Si algún atisbo de duda quedaba en mí respecto a las palabras del capitán, el cielo iluminado y a los segundos, un ensordecedor ruido, me quitaron toda la incredulidad. íbamos a tener que organizarnos ¿pero de qué modo? Observé a Hann y luego a Garry, esperando que a ellos se les ocurriera algo. Al menos, a diferencia mía, tenían la magia de su interior consigo.

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ESTUDIOS MUGGLES

 

Le di un sorbo a aquel cocktail refrescante, cuyo sabor afrutado lo hacía increíblemente deseable. Sonreí ampliamente mirando a mi interlocutor. Era fascinante, había olvidado por muchos meses lo que era pararse en la barra de un bar o una cafetería y dejar que el barman te contase todas sus historias, repletas de... Nada de magia. A veces era la mejor desconexión que un mago podía tener, aunque casi siempre hasta ahora lo había hecho con Dror a mi lado, siempre preparada ante cualquier incidente.

 

- ¿Sabes? Yo no tendría ni siquiera que estar aquí. Esto es sólo un salvoconducto que me he buscado para alejarme de mi novio... Últimamente las cosas no iban bien, y en Londres el ambiente se estaba volviendo un poco agobiante. ¿No lo has notado? Estos últimos meses parecía que fueras donde fueses la gente estuviera siempre tensa.

 

El muchacho me recordaba a mí hacía años. Era joven, no debíamos llevarnos mucho en apariencia, pero en años de experiencia... Llevábamos desde el primer día reviviendo aquella situación tras el almuerzo, cuando todavía muchos decidían bañarse en la piscina que había bajando las escaleras de la plataforma donde se hallaba la barra de bebidas. Él me contaba historias; yo escuchaba, acompañado del cocktail que me reocmendaba. Parecía gustarle tener la plena atención de alguien y a mí me venía genial aquel momento para no pensar en todo lo que habíamos dejado en Londres, en lo ocurrido, ni en que allí no tenía mi varita, por más que lo comprobase llevando la mano al bolsillo oculto del pantalón. Era una relación necesaria. Por un momento me descubrí observando las venas de su cuello. Me sobresalté en el asiento, cambiando de postura y bajando la mirada. La sonrisa había desaparecido.

 

- ¿Todo bien? ¿Demasiada piña? Estás algo pálido.

 

El muchacho posó su mano sobre la mía, que agarraba la base de la copa, y tomó mis dedos comprobando su teoría.

 

- No, no, todo bien, soy muy pálido --dije mirándole sorprendido por su atrevimiento. Aquello sí que no me lo esperaba. ¿O sí? Una gota cayó en mi mano, lo que me dio la excusa para apartarla--. Está... ¿lloviendo?

 

¿Cómo era posible? ¿Cuánto tiempo llevábamos hablando que ni nos habíamos dado cuenta que el sol había ido ocultándose poco a poco tras oscuras nubes? Pero, ¡si no había ni empezado por la segunda copa! No podían haberse formado nubes de la nada en apenas media hora. La gente comenzó a recogerse al interior del crucero.

 

- Ve al bar de dentro si quieres, yo recojo aquí y terminaré mi turno allí.

 

Asentí. No sabía muy bien si quería volver a encontrarme con él, si hacerlo significaría que aceptaba que me hubiera tomando la mano con la excusa de comprobar mi palidez. Le di un largo sorbo al cocktail, me levanté con él en la mano y miré a mi alrededor. ¿Dónde se había metido Matt? Tenía que buscarle antes de decidir. Aquello me daría tiempo.

 

- Tengo que buscar a mi sob... Amigo --le comenté al muchacho. ¡Ni siquiera sabía su nombre! Allí no hacían falta nombres, estábamos todos en un paréntesis de nuestras vidas. El viento comenzó a soplar fuerte y todos los empleados del barco comenzaban a recoger sombrillas y a cubrir los puestos de cubierta--. Nos vemos.

 

Fue todo lo que dije antes de caminar hacia las escaleras que bajaban a los pasillos de los camarotes. Tenía que haberle dado a Matt uno de los espejos antes de que se fuera. Pero claro, no lo habíamos hecho ningún otro día; siempre nos dejábamos momentos para explorar por nuestra cuenta el barco o hacer la actividad que cada uno quisiera. ¿Quién sabía que hoy iba a llover? ¿Él? ¿Y si lo había previsto así?

 

- Dónde estará este pelirrojo... ¿Dónde suele ir cuando me deja ahí hablando?

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✤ Viajero de la noche ✤

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¿Qué era lo que esperaba?

 

Su pregunta sobre saber quién sería el tercer integrante del grupo ya daba su respuesta, puesto que mientras ella le preguntaba eso a Garry, su madre se había quedado parada en cuanto Hannity fijó su mirada en el punto por dónde Bel estaba... Ladeó su cabeza mientras la observaba estupefacta, como si el peso de sus pensamientos se mantuvieran de ese lado sin poder hacer que su cabeza cambiará de posición. Fue hasta que Bel habló que ella salió de aquel ensimismamiento y dejando atrás un poco al Ollivander se dirigió a ella, era como la recordaba, la abrazó, era de aquellos abrazos con el que quieres hacer sentir a las personas cuánto las amas o la falta que te han hecho.

 

Durante aquel abrazo que no quería que terminara vinieron a su memoria las dos ocasiones en las que había tenido comunicación con ella, o por lo menos eso parecía, aquella ocasión que la magia de la heredad la había traído "de vuelta" para recuperar a Garry, , o la carta que había mandado con esa mujer y en la que se disculpaba por buscarle. ¿Quién diría que el destino haría que estuvieran de nuevo juntas? Y ahora con un plus, Garry las acompañaba.

Escuchó lo que ella susurraba a su oído y supo de inmediato a lo que se refería, así que levantó su cabeza y sonrió, era cierto, tenían muchas cosas de que hablar, pero no llego a responder ya se se vió envuelta en un nuevo abrazo, probablemente el más especial de ese reencuentro. Hannity no pudo haberse sentido menos protegida con la presencia de sus padres.

 

Hubiera deseado que ése momento hubiera sido más largo, pero el capitán les decía que era hora de irse, la rubia escuchaba todo lo que decían, aunque le parecía extraño que sobre ellos una nube negra se posara y avanzaba al mismo ritmo que ellos en el bote. -No creo que esto resulte muy sencillo mamá...- dijo en respuesta a la pregunta de Evans y el capitán confirmaba sus sospechas.

 

El ruido ensordecedor del trueno había hecho que por inercia tomara un poco más firme el agarre de Bel y al escuchar lo que decía el capitán fue hacia donde se encuentra Garry para tomarlo de la mano, sabía que cedería ante el toque de su mano y podría hacer que entre con ellos antes de que la tormenta comience a azotar con toda su fuerza. Los relámpago y rayos no se hicieron esperar y fue un alivio que el Ollivander ya no estuviera fuera. -¿Qué es lo que podríamos hacer ahora?- miró a ambos -¿Creen que funcione Meteolojixn Recanto?

 

En cuanto había terminado de formular aquella pregunta el bote dió una fuerte sacudida, el Vaivén de las olas había aumentado y la lluvia de fuera imposibilitaba la visión. ¿Que harían ahora?

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ESTUDIOS MUGGLES

 

 

- ¡Maaatt! ¡Maaaaaaaaatt! Por las barbas chamuscadas de Merlín... ¡MATT!

 

El desastre fuera parecía aumentar a una velocidad exponencial. El crucero, con todo lo grande que era, se tambaleaba levemente de un lado a otro, empujado por el fuerte oleaje que se levantaba, cada vez más iracundo, sobre el casco. Y Matt no aparecía. Había buscado en el camarote que compartíamos, en los baños donde solíamos asearnos, en los salones dedicados al Club de Juegos, en el comedor principal... ¡Nada! Avanzaba por estrechos y alfombrados pasillos agarrándome en cada inesperada embestida a los pasamanos dorados o... A cualquiera que pasara por allí.

 

- ¡Perdone señora! ¿Se encuentra bien?

 

La mujer ni se paró, a pesar de haberla hecho tropezar y chocar contra la pared. Siguió su camino, apurada por llegar al camarote donde esperaban sus hijos. Pobres, estarían asustadísimos. Al alzar de nuevo la vista hacia el fondo del pasillo me pareció ver una cabellera pelirroja.

 

- ¡Matt, espera!

 

Subía las escaleras hacia cubierta. ¡¿Pero es que estaba loco?! El fuerte sonido de la lluvia y los truenos que comenzaban a aterrorizar hasta al más valiente eran suficiente para echar por tierra cualquier idea de subir allá arriba. Corrí tras él, chocando con paredes, tuberías e incluso perros, ¡perros sueltos, escapando de sus dueños, ladrando aterrorizados! Cuando llegué al final de la resbaladiza escalera, empapada como estaba por la lluvia que se colaba, y abrí la puerta que comunicaba directamente con cubierta, la densa cortina de lluvia había disuelto cualquier movimiento en ella. Nada. Pero de pronto, la cabellera apareció desde el lateral, empapada.

 

- ¡Qué hace aquí caballero, debe bajar de inmediato, no se puede estar aquí arriba!

 

- Oh, no --maldije al comprobar que no era Matt, sino uno de los mozos de almacenes, a juzgar por las camiseta de tirantes y el pantalón de pesca--. Iba en su búsqueda, creí que era otra persona... --dije bajando las escaleras de nuevo, seguido del hombre.

 

- Si busca a alguien dudo que lo encuentre allá afuera. Voy a sellar la puerta, aléjese.

 

No dije más. Me giré de nuevo hacia el pasillo, decidido a continuar con la búsqueda. Me empecé a preocupar de verdad. Maldije de nuevo, sin dejar de repetirme: "Tenía que haberle dado un espejo, tenía que haberle dado un espejo". Un hombre que rozaba la cuarentena, con barba muy poblada, cobriza, y pelos alborotados, salió por una de las puertas por las que pasaba, gritando para que alguien le ayudase.

 

- Por favor, se ha desmayado, se ha desmayado --dijo al verme parado frente a la puerta--. Llame a un médico, o ayúdela...

 

Eché un vistazo al camarote. Había una mujer joven, de mi apariencia, tendida sobre la cama, cubierta por la manta. Consideré la opción de quedarme con ella y que fuera él a por asistencia.

 

- ¿Es su hija?

 

- No... Por favor...

 

- ¿Quiere que me quede con ella?

 

El barco dio una fuerte sacudida, tanto que la muchacha cayó al suelo, desplomada. Estaba desnuda. Corrí a por ella sin darme cuenta que había apartado bruscamente al hombre, que temblaba entero.

 

- Vaya usted a por ayuda. Me quedo con ella --dije apresuradamente y con un tono que no admitía réplica, mientras colocaba de nuevo a la chica en la cama y la tapaba--. ¡Vamos hombre! --grité al verle dubitativo en la puerta del camarote.

 

Salió corriendo y gritando desesperado, vestido únicamente con unos pantalones de pijama. Eché en falta a Dror; con ella podría conjurar una pantalla invisible protectora que impidiese que la chica se volviera a caer. En su lugar, tuve que arrimarla a la pared y sentarme en el borde de la cama, apoyando manos y piernas en las barras metálicas de la litera, bloqueando el hueco. Al menos respiraba y no parecía sangrar. Me sentí un poco inútil sin mi varita... Igualmente, hacía mucho, muchísimo tiempo que no trabajaba en San Mungo.

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✤ Viajero de la noche ✤

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