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Londres bajo la luna llena


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Mel no acostumbra a dar explicaciones pero sabe que tiene que hacerlo con esa familia porque, por más que la han acogido tantas veces con gran hospitalidad, sigue siendo una familia con quien no tiene lazos de sangre, así que tampoco siente que tenga derechos en esa casa. No es que los Evans se lo hayan dicho, si no algo que su familia siempre le había recalcado; cierto orgullo, por su sangre escocesa pero también el pensamiento de que debe encargarse de sus propios asuntos siempre, ya sea para mantenerse al margen, limpiar sus desastres o correr en auxilio de los suyos. De todas formas, siempre se sobreentendía el "no causes problemas a otros" por encima de cualquier situación. No ha probado ser una formación precisamente agradable para toda ocasión pero la tiene tan interiorizada que no se da cuenta de que está actuando bajo su influencia cuando lo hace.

 

Cyclone Maximus

 

Es apenas un susurro. Mel no está habituada a utilizar sus poderes pero en ese momento se encuentra con todos los sentidos alerta, el cuerpo cargado de adrenalina y esperando para saltar. Los movimientos le salen de forma natural, cuando da un giro con el cuerpo sobre el mismo punto, apuntando con la mano que sostiene a Meows la oleada de viento que apaga las llamas y azota la puerta, incluso haciendo flotar el dobladillo de sus propias ropas. No había esperado que el viento fuese tan poderoso o efectivo por lo que se vuelve hacia los habitantes del castillo con intenciones de disculparse, decidiendo que puede tomarse unos minutos antes de que empiecen a aparecer. Sin embargo, las cosas no se desarrollan así, si no que son otras palabras las que terminan saliendo de su boca:

 

—Déjalos en paz, ellos son mis amigos.

 

Mel se aproxima agitando la varita para curar las pocas heridas que han surgido a causa del fuego enviado por Matt. Solo un antebrazo algo chamuscado, pues sus compañeros son rápidos. De todas formas, eso no evita que éste le muestre los dientes a Matt antes de volverse hacia la espesura cuando los aullidos empiezan a llegar, próximos y amenazantes. Algunos de los que fueron aturdidos por el párroco y Matt empiezan a reaccionar, pues sus cuerpos tienen cierta resistencia a ese tipo de magia.

 

—Esos, no son como nosotros —masculló entonces, dando una cabezada hacia la espesura para referirse a los licántropos que se aproximaban desde allí. Lo sabía porque sus compañeros le habían informado sobre una clase de conexión o dependencia mental, todavía no estaban seguros de cuál, que esos seres compartían y que ellos siendo licántropos jamás habían experimentado. No estaba segura, de si se trataba de especies diferentes o algo que había sido modificado de forma externa. Así que tienen que ser cuidadosos en la forma en cómo los aborden porque podrían golpear más fuerte y con mayor destreza, si algunos llegaran a escapar—. Déjanoslos —los ojos de Mel brillan y suelta una carcajada. Sus caninos resaltan en la sonrisa que corona la expresión salvaje que estira sus rasgos. Sus compañeros parecen contagiados por esa energía electrizante que parece cargar el ambiente y a ellos al unísono— nosotros nos encargamos. Tómalo como una disculpa.

 

Mel vuelve a aullar y esta vez, sus compañeros aúllan con ella. No ha perdido los estribos aún, sabe que tiene que verlo desde una perspectiva humana también; alza la varita y las cabezas de los que la acompañan se cubren con casboburbujas, aunque ninguno de los licántropos salvo ella misma lo lleva. Cuando los licántropos transformados empiezan a correr hacia ellos en manada, sus compañeros se adelantan. Garras y colmillos desgarran la carne, la sangre empieza a manar y Mel sujeta el frasco que cuelga de su cuello. No se habían mantenido ociosos, tan solo ocupando espacio y hablando de cosas ya pasadas en la sala de estar del castillo. Habían trazado un plan. Así que, tal cual fuera entendido en el plan, las disputas se desplazan hacia los flancos mientras Mel empieza a esparcir el contenido del frasco y enciende una hoguera en el extremo más próximo, de la que mana un perfume denso que se va esparciendo por el patio trasero. Las semillas de hielo cubren toda la superficie poco más allá de la hoguera de una gruesa capa de hielo y, con la movilidad mermada, en ocasiones incluso con sus pies atrapados en dicha capa de hielo, Mel solo tiene que esperar antes de que empiecen a caer como moscas a causa de la humareda densa, cargada con el humo de los pétalos de pensamiento.

 

Después, es el proceso de separar a sus compañeros de los cautivos que echa a las mazmorras, para darles los antídotos y ponerlos a descansar. Todavía tiene muchas preguntas y está segura que los Evans de la familia también pero eso tendrán que averiguarlo cuando decidan qué harán con los prisioneros. Sabe que es peligroso hacerles preguntas por varios motivos, por lo que los deja en las celdas sin ninguna luz, al menos de momento.

 

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Lo que acababa de presenciar era terrorífico y ahora empezaba a sentirse culpable de básicamente haber quedado paralizado por todo ese accionar. Desde la imponente muralla de fuego que Matt había materializado, hasta aquel ciclón de la mano de Melrose, semejante despliegue de poderes no había hecho más que hacer sentir a Rory un completo novato de la magia.

 

Sus hechizos de aturdimiento que solían ser de las pocas cosas de las que se sentía orgulloso ahora se veían como un chiste al lado de eso. Aun así, no queriendo darse por vencido, comenzó a elevar una plegaria, justo cuando Melrose ha señalado las diferencias entre los licántropos que tenía a su lado y los que estaban más allá del cerco de árboles del castillo. Matt había indicado que podían defenderse mejor dentro del Castillo, pero tal vez no sea tan descabellado dejar que Melrose intente primero lidiar con el problema.

 

— ¿No te parece que ella podrá manejar mejor que nosotros este asunto? Ella realmente, no solo los ve como una amenaza, sino como si fueran, su verdadero prójimo.

 

E incluso Rory, en su propio fuero interno, no podía más que aceptar que no era nada sencillo no ver con una mezcla de conmiseración y temor a esa manada de criaturas furiosas, y tener que aceptar, con humildad, que ellos también eran hijos de Dios (aun cuando en esos momentos la violencia mostrada lo pusiera en duda) con los mismos mandatos, derechos y oportunidades que el todopoderoso ofrecía a sus creaciones.

 

La solución ideada por Melrose, no obstante, lo sorprendió no solo por la ingeniosa forma de usar la magia uzza, sino porque consiguiese neutralizarlos con los mínimos daños posibles. La tarea de separar los cuerpos y administrar la poción no resultó sencilla, pero siendo cuatro personas en la labor, concluyeron más pronto de lo esperado y restaba saber el de qué manera podían aprovechar a los prisioneros para averiguar los orígenas del asunto.

 

No obstante, pronto todas las miradas se desvían a P-ko que fatigada, y con un semblante preocupado, informa que Helen enfrenta un nuevo contingente delante de la casa.

 

— Mel, déjalo esta vez a nosotros. Yo utilizaré eso que hiciste, los pétalos de pensamiento.

 

¡Que decidido había sonado! Aunque en realidad, solo tuviera la décima parte de esa determinación, encomedándose a San Judas Tadeo, Rory avanzó al frontis. Por fortuna, el grupo era más pequeño que el anterior que habían enfrentado, así que tras girarse y comprobar que la elfina y el agente se encontraban con él, expandió el perfume concentrado de los pétalos del pensamiento. Poseyendo los licántropos un olfato más sensible, el efecto resultó más rápido de lo esperado, y las criaturas comenzaron a caer una a una.

 

Tocaba encargarse de esos cuerpos ahora, con los mismos cuidados que los otros habían recibido, pero además, reparar las ventanas e incluso la puerta que había sido arrancada de sus goznes por la turba. Por el momento tenían el tiempo para hacerlo ¿pero les alcanzaría esa tregua?

 

@@Syrius McGonagall @ @@Helen Evans

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Matt Ironwood.

Castillo Evans McGonagall.

 

Asintió en silencio mientras se obligaba a contenerse, no estaba para nada acostumbrado a dejar que los demás se encargaran de una situación y quedar relegado como un mero espectador, pero aun así aceptó. Observó cómo el grupo de Melrose se lanzaba al encuentro de la manada intrusa y se encontraban bajo la luz de la luna llena en los lindes del terreno familiar, los aullidos y gruñidos llenaron el aire nocturno mientras los licántropos se atacaban entre sí en un violento enfrentamiento que desde su posición no lograba vislumbrar del todo. Pero el mago dejó de intentar entender la escaramuza para fijar su atención en la figura de Melrose, la bruja se mantuvo aparte de sus compañeros y se apresuró a encender una hoguera, hipnóticamente siguió los movimientos de la mujer ansioso por entender que era lo que estaba haciendo.


Arrojó unas pequeñas semillas en el terreno y tras unos segundos se nada suceder un manto de hielo comenzó a extenderse en todas direcciones desde allí donde las semillas reposan, la capa de hielo tomaba la forma del relieve irregular por el cual avanzaba hasta llegar donde los beligerantes se enfrentaban. Los gruñidos se sorpresa se extendieron por el grupo mientras la capa de hielo comenzaba a subir por sus extremidades inmovilizarlos en el lugar, el hielo no discrimina tanto aliados como enemigos se veían sujetos al suelo.


El Ironwood regresó su atención hacia Melrose esperando su siguiente movimiento, pero en su lugar una espesa humareda apenas dejaba traslucir el perfil de la bruja. La columna de humo empujada por el viento cruzó en segundos la distancia que la separaba del grupo atrapado por el hielo y los distintos individuos comenzaron a caer como moscas ¿Inconscientes? El castaño creía que si.


Una vez se dio la orden de avanzar el ojiazul comenzó a colaborar con la tarea de separar a los licántropos aliados de los enemigos, llevar a las mazmorras del castillo a los últimos y darles antídotos a los primeros. Según Melrose su grupo y el ajeno no eran lo mismo, pero para los ojos de Matt no veía diferencia alguna entre los licántropos, aun así continúo con la tarea habría tiempo para las preguntas más adelante.


Quizás un poco más adelante de lo que imaginaba, la aparición de P-ko informando que otro grupo de licántropos atacaba la fachada delantera del castillo y que Helen (así que era allí donde había ido) se encontraba sola defendiendola movilizó al grupo al otro lado del castillo. Una vez más el castaño se vio dejado a un segundo plano lo que acentuó más su incomodidad. ¿Acaso se habrían enterado que aquella mañana fue disparado? ¿Que hacía hasta solo unos momentos se encontraba débil en la cama? Si creían aquello estaban muy equivocados, se encontraba más que fuerte y capaz de ayudar, pero una vez mas obligó a tragarse todos esos pensamientos y observar como Rory tomaba control de la situación con una técnica similar a la de Melrose.


Una vez el grupo de licántropos cayó inconsciente y asegurarse de que Helen se encontraba bien prosiguió con la tarea de llevar a los atacantes a las mazmorras… 16 prisioneros, doce del fondo y cuatro de adelante… no sería fácil tratar con todos una vez despertaran.


Sus pasos resonaron contra el suelo empedrado de uno de los largos pasillos cavernosos de las mazmorras del castillo mientras cerraba con cuidado la reja pesada y lustrosa de la celda donde acaba de dejar a un prisionero y se volvió hacia las tres brujas que lo acompañaban. Las llamas de las antorchas que colgaban de las paredes iluminaban en un juego de luces rojizas y sombras los rostros cansados de los defensores del castillo.


-¿Que vamos hacer cuando despierte? - señaló con la cabeza a la celda que tenía detrás donde tres prisioneros yacían en el suelo. -Ya nos superan en números y si seguimos recibiendo ataques no se si podremos seguir dejándolos en las mazmorras - dijo Matt antes de volverse hacia la escocesa.


Melrose parecía ser las más entendida en el tema -Tú dijiste que ellos no son como ustedes ¿Que quisiste decir con eso? No notó diferencia alguna al menos en apariencia ¿No son licántropos? - le parecía poco probable pero tampoco es que americano fuera un experto.


-Debemos reforzar las medidas de seguridad el castillo - no podían seguir perdiendo el tiempo, afuera se estaba desarrollando una guerra y acaban de recibir un muestra de que nadie se encontraba ajeno a la misma.

 

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Mientras más se acercaban más claro me quedaba de que el impedimenta no sería de utilidad si pretendía salir con vida de aquel enredo, así que imitando a Matt conjuré un muro de fuego alrededor de los licántropos. Sabía que aquello solamente los enfurecería más, pero no me animaba a atacarlos de ninguna otra forma, primero había que considerar que me superaban en número y segundo, la imagen de Melrose en el jardín... al frente de todos ellos ¿Cómo podría estar segura de no estar atacando a un... amigo? Ni siquiera estaba muy segura de que era lo que pasaba ¿Cómo podría atacar a matar a alguien que, en realidad, no me había atacado?

 

<<por ahora>> - pensé en el momento en que veía como la muralla de fuego se extinguía y ellos avanzaban más agresivos de lo que ya estaban. Los aullidos me erizaban el pelo y me sentía impotente en ese momento. Pero de pronto, como si hubieran salido de la nada Rory y Matt aparecieron, en cuestión de segundos Rory se había hecho cargo del problema ¿Es qué me había convertido en una completa inútil en todo el tiempo que no estuve? Sacudí la cabeza, no era momento de preguntarme cosas, sino de ayudar, así que eso hice, llevando a los licántropos que me indicaban a las mazmorras y encerrándolos incoscientes ahí... hasta que despertaran y se dieran cuenta de dónde estaban.

 

- ¿Qué no son como ustedes? - repetí lo que decía Matt - Te refieres a un tema de creencias o... ¿A algún tipo de poder... que ellos tengan?

 

- Creo que Matt tiene razón - seguí - debemos reforzar el castillo, y aunque parezcan minucias, reparar ventanas y puertas para luego reforzar las entradas creo que debería ser el primer paso, mientras tengamos tiempo.

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  • 1 mes más tarde...

Por fin había salido de la estación de radio en la que trabajaba y se dirige caminando tranquilo por las calles de Londres. El chico vestía, como siempre, pantalones de mezclilla ligeramente entallados, una camisa de algodón color blanco, zapatos deportivos de color blanco y una chamarra de mezclilla atada a la cintura. Recorre las calles en estado levemente febril (puesto que dentro de poco sería luna llena y Danny había pasado ese detalle totalmente por alto.

 

Había pensado en pasar por una librería para adquirir una novela que moría por leer desde hacía meses, pero se daba cuenta de que su estado no se lo permitiría. Se sentía verdaderamente decaído, su cabeza le dolía tanto que creía que se le partiría a la mitad, así que sigue caminando hasta que llega a un pequeño parque en donde decide sentarse a descansar después de descolgarse la mochila que llevaba colgada al hombro.

 

—No soporto más...

 

Pronuncia en voz medianamente alta, lo cual habría sido muy contraproducente si alguien le hubiese escuchado pero por suerte el parque estaba vacío. Muchas personas sabían el incierto peligro que podían correr por las noches y esa era la razón por la que se resguardaban. Danny de pronto recuerda casi de golpe el día que era y palidece. Jamás había estado en la calle las noches de luna llena, y sabía que no alcanzaría a llegar a la mansión para ser encerrado en las mazmorras.

 

—Rayos...

 

Cierra los ojos y se recuesta en la banca, su mochila descansaba en el suelo al lado de su cabeza. Solo era cuestión de tiempo y el chico lo sabía, por esa razón se sentía aterrado, tan asustado que estaba a punto de llorar debido a su personalidad un tanto infantil. El temor de lastimar a alguien también le parecía un martirio, jamás había sucedido antes y no quería que ese día fuera la primera vez, pero lamentablemente no se sentía seguro.

 

 

 

@

Editado por Danny Lestrange
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