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Prueba de Habilidad: Metamorfomagia


Amara Majlis
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Sus lugares favoritos para empezar una prueba de habilidad siempre eran junglas con mucha vegetación, le encantaba pasear con animales, mientras sus alumnos realizaban las diferentes pruebas antes de encontrarse con la puerta de la habilidad. Esta vez se podía decir que había sido un tanto caprichosa al elegir aquel lugar como el inicio de la gran prueba, pero quería comprobar en que usarían la habilidad sus dos alumnas en una situación como la que se estaba viviendo en aquel momento.

 

Todo lo que estuviera por pasar, se podría decir que estaba bajo control, Amara no dejaría que ninguna de las personas que se habían acercado a ella para vincularse con su habilidad de nacimiento le pasara algo. Por lo que antes de dejarlas marchar les sonrió, por las últimas palabras dichas por la jovencita rubia estaba segura que no confiaría en ella, pero lo había hecho con sus otros alumnos así que debía hacerlo con ellas también.

 

—Estoy segura que conocen este lugar, así que seré un tanto osada al pedirles lo siguiente, dejen frente a mi todo lo innecesario. —se les quedo mirando como quien espera que dejen sus anillos, sus varitas, sus amuletos, los otros anillos de las habilidades adquiridas sin tener que pedirles que cosas dejar. —Esta es una prueba, por lo que nunca estarán en grave peligro. ¿Me entienden?

 

En lo que ellas dejaban sus pertenencias, ella elaboró 2 anillos exactamente iguales al que ella tenía en su dedo índice, en platino, sólo que sin el diamante característico del de ella como Arcana. Al momento de que ellas dejaron todo lo que no era necesario, les entrego un anillo a cada una.

 

—Ese anillo es un enlace de comunicación entre ustedes y yo, no podré ir detrás de ustedes, pero siéntanse seguras que estaré ahí para cuando lo requieran.

 

Dicho lo siguiente las dejo continuar por aquella gran jungla de asfalto. Su primer reto lo encontrarían a varios metros de ahí, con la caída del estatuto secreto de la magia, las calles del Londres mágico se había hecho una con las calles del Londres no mágico. Lo que significaba más enfrentamientos entre magos y muggles, dejando como resultado varios niños que sin importar si eran magos o muggles crecerían sin padres. El primer reto era sencillo, era tratar de hacer algo que ayudara a aquellos niños a ver lo que estaban viviendo de una forma más llevadera, era más que obvio decir que debían hacer uso de la metamorfomagia para lograrlo.

 

El siguiente reto vendría cuando aquellos niños se vieran como eso, como niños, no como magos o muggles y tratarán de juntos llevar con paz y armonía lo que estaba pasando. Ese segundo reto, sería tratar de llegar hasta el Ministro Black y tratar de hacerlo entrar en razón, aunque no era necesario encontrarse realmente con él, el chiste de la prueba era ver que tan bien se les daba cambiar forma cuando se necesitaba. Ya que para acercarse al Primer Ministro, tendrían que parecerse a gente de su confianza.

 

Para cuando ambas brujas lograrán llegar hasta la puerta que las separaría de Aaron Black Yaxley, cuando las cruzarán no se encontrarían con el joven mago, sino con la propia Arcana, eso era la señal de que estaban a un paso de lograr su vinculación con el anillo de la habilidad.

 

@@Xell Vladimir Potter Black

@@Hayame Snape Potter Black.

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Londres

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Algo había cambiado.

 

Podía notarlo, algo en el aura de la Arcana había cambiado y no estaba segura de si era porque esta vez si se trataba de la Arcana... o era algo más; sus ojos rojos dejaron escapar un breve destello rojizo mientras trataba de analizar lo que estaba ocurriendo y mientras que escuchaba las palabras de quien tenía delante y dejaba ver un aura un poco más relajada... y que le producía mucho menos recelo que cuando estaban en los mismos terrenos

 

Quizá era que estaban a punto de salir de aquel aprendizaje o realmente algo había cambiado, pero no podía decirlo con seguridad

 

Pero de todas maneras... era la hora de las pruebas

 

Una vez que comenzó a pedir que dejaran las cosas, como si fuera algo a lo que tenía costumbre la bruja comenzó a retirarse lo que llevaba mágico y extra, incluyendo algunas baratijas de los libros que a veces cargaba con ella por si acaso; recordaba que en otras ocasiones le habían pedido cosas similares, así que introdujo todo en su pequeña bolsa expandible y lo colocó donde pudiese encontrarlas después.

 

-Podemos seguir juntas... o es necesario que nos separemos para esta prueba? -inquirió ya que en las otras pruebas había tenido de todas maneras una conexión con su sobrina y comenzaba a ponerse algo nerviosa de pensar en ya no tenerla a un lado

 

Le dirigió una mirada de animos y al mismo tiempo de dudas a la sacerdotisa rubia pero sabiendo que la chica era todavía más propensa a los nervios que ella misma, le guiñó un ojo a manera de darle animos

 

Aceptó el anillo que le brindaba la arcana y lo colocó en su dedo, el mismo que usase durante sus pruebas en los demás libros

 

Lo observó por unos momentos para después, asentir suavemente a lo que había dicho quien les guiaba en aquellos momentos, extrañándole de nuevo que tuviese tanta disposición para ayudarlas cuando no parecía haberlo hecho durante todo aquel tiempo; le observó con atención, entrecerrando los ojos como si en todo aquello se oliese una trampa

 

Qué era lo que pretendía?

 

Porqué había cambiado tanto su espíritu como su actitud de forma tan... repentina, que comenzaba a dudar de sus propios sentidos?

 

No iba a cuestionar a quien tenía delante, pero tampoco le dejaría de vigilar

 

-Muy bien entonces -asintió con gesto serio conforme entendía que tendrían que tener cuidado ya que, como se habían estado previniendo, aquello era ahora mucho más peligroso que antes. Dió un suspiro profundo antes de ver de reojo a su sobrina y asentir antes de comenzar a caminar despacio y con cuidado, observandose a la distancia ya un barullo bastante fuerte al respecto. Era evidente que debido a la situación actual y a lo que había estado pasando, muchos iban a estar vueltos locos al respecto

Entornó levemente los ojos, haciendo lo posible para pasar desapercibida y no llamar demasiado la atención

 

No les habían dado instrucciones, nuevamente, así que tendrían que adivinar lo que estaban intentando probarles a las dos mujeres. Definitivamente, iba a tener que comenzar a pensar seriamente en tomar esas lecciones de Legeremancia porque eso de estarle adivinando los pensamientos a los arcanos...

 

-Va... esto ya se está volviendo una costumbre -gimió cerrando los ojos mientras andaba al lado de Xell y entonces, comenzó a cambiar su forma de manera momentánea para envejecer: arrugas en el rostro, cabello blanco que con las manos comenzó a acomodarse en una cebolla floja que no daba tanta alarma ni llamaba la atención a ninguno de los dos bandos mientras que sacaba una pequeña esfera de cristal de su capa, del tamaño de una pelota de baseball y la agitaba suavemente -que bueno que llevé adivinación... esto debería de darnos una pista de lo que quiere la Arcana...

 

Dijo entornando suavemente los ojos mientras que la bruma empezaba a girar en su interior... hasta mostrar algunos pequeños que parecían encogerse en las sombras, cubriéndose las cabezas mientras balbuceaban cosas que evidentemente no se escuchaban en la esfera

 

-Hmm... a tí que te parece? -dijo mostrándole aquello a Xell, la ventaja de las sacerdotisas era que estas tenían una conexión bastante fuerte con el mundo espiritual por lo que su nivel de comprensión solía sobrepasar al de los seres como ella

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@Xell Vladimir

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Londres siempre me había parecido una ciudad muy bonita. Sus edificios elegantes, los espacios verdes, el río cruzando la ciudad... La que tenía delante no era la urbe que yo recordaba. Aunque la tía Haya parecía estar contenta por haber pasado al nivel de la prueba, a mí me parecía bien extraño que empezáramos justo en las calles cuando se había desatado el caos en Inglaterra, con la caída del Secreto.

 

No me parecía que la Arcana estuviera jugando limpio. Aunque no sabía cuáles eran sus pretensiones, abandonarnos en medio de una particular guerra no parecía que fuera lo más adecuado. No dije ni pío pues era más importante avanzar y conseguir llegar hasta el final que no parecer una protestona. ¿Había dicho antes que no me gustaba la Arcana? Así que ojeé con cuidado, eso de que nunca estaríamos en grave peligro implicaba que sí estaríamos en algo de peligro.

 

- Así que dejemos ahí lo innecesario.

 

Lo hice. Es decir, lo que yo consideraba innecesario puede que no fuera exactamente lo mismo que ella así que me aferré a esa idea y miré mis bolsillo. ¿Necesitaría dinero muggle? ¿Y aquella tableta de chocolate? No, seguro que no, ni tampoco los pañolitos de papel o el brillo de labios. Tampoco serían necesarios los libros de sacerdocio que había sacado de la Librería para leer cuando llegaran a casa, ni el peluche de juguete de mi hermano Akira ni las instrucciones mágicas para hacer un biberón, pues siempre quería ayudar a los primos Matt y Helike a cuidar de su niña. Fui sacando todo lo que encontraba en mis bolsillos, viendo que la tiita Hayame no era tan precavida como yo y dejaba cosas valiosísimas allá. Al final, sólo me quedé con la varita y los anillos de los libros de los Uzza que tenía. Me encogí de hombros un poquito con un mohín divertido.

 

- ¿Qué...? Para mí son necesarias. Igual que tú, para mí eres necesaria así que vamos juntas - le dije, cuando me ofrecía ir juntas o separadas.

 

Tomé el anillo y me lo puse, sin echarle una ojeada. ¿Por qué me caía mal la Arcana? Por todo lo hecho, o mejor dicho, por lo no hecho.¿Qué nos sintiéramos seguras porque ella iba a cuidarnos?

 

- ¡Já! - fue algo feo pero la dejé atrás. - No la creo, tiita. Parece demasiado amable.

 

No hablé en un rato, pensativa, algo enfadada. Después miré a la tía, me paré en seco y observé a la viejita que estaba a mi lado. Miré por encima de mi hombro. ¿Dónde había dejado a la tía Hayame? Sólo reconocí que era ella cuando su voz salió de aquellos labios arrugados y en la manos con falanges atrofiadas por la artrosis sujetaba una bola de Adivinación.

 

- ¡Oh, tía Hayame! ¡Me has confundido totalmente!

 

Me esforcé en mirar aquella bola. La Adivinación siempre me había parecido un arte demasiado impreciso. Pero vi niños, jugando a balón volea, otros pateando una lata. Otros cuchicheaban.

 

- ¿Esta bola de cristal no tiene audio, tiita? - Salió una voz dulce, algo chillona, muy infantil. Mientras hablaba con ella, mi cuerpo se había encogido y me había hecho chiquita, sólo en edad pues seguía siendo alta, rubita y con pecas, muchas pecas. Debía tener unos 11 años. - ¿O debo llamarte abuelita?

 

Sonreí un poco y disimulé, usando la varita para que la ropa me quedara justa. Había hecho bien en traer conmigo la varita. Era necesaria, por supuesto.

 

- Creo que los niños son importantes y como nieta y abuela nos podremos acercar a elos, ¿Lo crees también, tii... abuelita?

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Londres

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Los ojos de la anciana brillaron con intensidad

 

Esa preciosa e inteligentisima sobrina suya. No necesitaba decirle nada y ella de inmediato podía entender cualquier cosa y acoplarse como un guante a una mano fina; cuando llegasen a casa le iba a presumir a todos y no se iba a cansar de decirle todo el tiempo a Sagitas la increíble bruja que estaba creciendo delante de sus ojos como alguien que ya ella respetaba desde antes pero que ahora, tenía la oportunidad de seguir viendo como avanzaba

El orgullo que sentía por ella, no tenía palabras precisas

-De hecho... es la mejor idea de todas -le sonrió con gesto de ancianita amable a la ahora pequeña niña mientras le colocaba una mano en la cabeza -encontremos unos cuantos pequeños que luzcan con necesidad de calma... seguramente y en todo este caos, no van a entender ni una sola idea del porqué la gente se está atacando entre ella aunque...

 

Comenzó a andar imitando los movimientos de las ancianas mientras que acariciaba la cabeza de la niña a su lado con gesto pensativo

-Ya no es tan raro... las guerras, me refiero

 

Dijo emitiendo un largo suspiro mientras sacaba de las profundidades de su capa un viejo bastón para apoyarse; al menos, tenía que complementar lo mejor posible el disfraz, cierto?

 

-Hoy en día todo el mundo se pelea por todo, se agreden, se patean y tratan de lastimarse como si con ello fueran a ganar algo en la vida -volvió a suspirar con cansancio -pareciera que el reirse de otra persona al moverse en términos diferentes les da una clase de estatus y el hacerle daño, los alimentara durante la vida... como espíritus oscuros, ya sabes...

 

Sonrió con amabilidad a la pequeña

 

-Quizá sea una prueba pero espero que al menos de alguna forma, esto haga la diferencia para alguno de esos pequeños -le volvió a sonreír antes de detenerse y señalar hacia un punto -mira...

 

Debajo de lo que parecía ser un intento de tortuga hecha con tubos de colores chuecos un pequeño grupo de niños se agazapaba con caras de pánico; la anciana que en realidad era la vampiro se encaminó hacia ese sitio con la niña que tenía a su lado, esperando que aquellos pequeñitos se sintiesen más cómodos como lo había señalado Xell, ante la presencia de dos personas que eran más familiares

 

-Hola... -intentó decir con el tono más amable que podía aunque era bastante difícil -parece que tienen un poco de hambre... cariño, tienes algo que puedas compartir con estos pequeñitos?... creo que necesitan un poco de azúcar... -le guiñó el ojo

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Amara había tomado el aspecto de una pequeña niña que jugaba al otro lado de la acera en la que las brujas que eran sus alumnas se encontraban. Al parecer había olvidado decirles que era lo que debían hacer en aquel lugar, así que estuvo a nada de acercarse para explicarles la situación, justo antes de tomar la iniciativa ambas brujas se habían encargado de descubrirlo, así que las dejó continuar y avanzó en paralelo mirando los cambios que estas hacían para poder acercarse a los niños, quienes al no tener los ojos puestos en ellas mientras cambiaban empezaron a confiar en ellas.

La Arcana desde su aspecto infantil les dedicó una sonrisa, mientras se acercaba a los niños para seguir jugando con ellos, tenía una pelota en las manos que boto cerca de un grupo de niños. Cuando Hayame y Xell lograran conseguir la atención de todos los infantes, ella misma se encargaría de hacerles llegar el pergamino con lo siguiente que debían hacer antes de enfrentarse a la puerta de la habilidad.

Como todo grupo de niños, habían de los que confiaban cuando alguien se les acercaba con un dulce, pero siempre había otros que preferían estar lejos de aquellos que parecían ir con buenas intenciones, y después de lo que estaba sucediendo en aquel lugar, las cosas no parecían ser tan sencillas para aquel par de mujeres. El grupo de niños que no confiaban en personas amables eran los que habían crecido con padres muggles, quienes los habían educado en no aceptar obsequios de gente desconocida, Majlis hizo una mueca al notar aquel dolor tan grande que sentían cada uno de los niños que ahí se encontraban.

Al parecer, Black no se había puesto a dimensionar el daño que había hecho con sus decisiones, sólo esperaba que las Potter Black lograran que la vida de todos aquellos chicos mejorara con el paso de los días.
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Londres

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La bruja pelirroja en forma de anciana sonreía con suavidad mientras permanecía agachada y esperaba a que su sobrina interactuara un poco más con los pequeños; la Snape podía ser todo lo oscura que deseara pero siempre había tenido debilidad por los niños pequeños y era por eso que había peleado por su propio hijo mayor con uñas y dientes hasta tenerlo nuevamente de regreso en casa

 

Y ahora que veía a todos aquellos pequeños, se daba cuenta de que si tuviera el poder se los llevaría pero no podía

 

No mientras aquello fuese una prueba y no mientras que no supiese si realmente estos tenian padres o no...

 

-Necesitan comer pequeños... después de todo, necesitan las energías para que podamos construir una guarida para todos los niños, cierto? -les sugirió guiñándoles un ojo y luego haciendo lo mismo discretamente para la Vladimir -miren, vamos a colocar un hechizo mágico alrededor de este terreno...

 

La señora en forma de abuelita se sentó en el piso y comenzó a hablar como había visto que los muggles lo hacían cuando les contaban a sus hijos sobre hechizos mágicos que en realidad, solo eran garabatos en papel; pro había visto a muchos niños que realmente creían en el poder de esos dibujos así que ella misma hizo uno en la tierra, más que nada por aquellos crecidos muggles

 

Los niños magos podía notar, que levantaban los ojos con exasperación y otros reían divertidos al pensar que ella en su disfraz no sabía de lo que hablaba

 

-Vamos a poner estos dibujos muy antiguos de las hadas alrededor de este parque... y de esa manera las cosas malas no entrarán aquí y solo los niños de buenos corazones y almas podrán pasar para divertirse sin estar en peligro -siguió diciendo con su tono de voz de ancianita muggle que abría las manos y los ojos como si fingiese sorpresa -qué dicen?... ustedes son buenos niños con buenos corazones?... porque si no, la magia antigua de las hadas no va a funcionar...

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Me alegró saber que la tía pensaba igual que yo. No sabíamos qué teníamos que hacer pero tenía que estar relacionado con aquellos niños. Era triste verlos así, solos, sin nadie que los cuidara. Porque no se veían adultos en la zona del parque.

 

- ¿Cómo crees que afectó a los muggles el desvelar el secreto, tiita? - Preguntaba muy flojito, antes de acercarnos a ellos. Sabía cómo afectaba a los mágicos pero ahora estaba en el otro lado, junto a los niños muggles. Hasta podía ser una valiosa lección.

 

Iba de la mano de la tía, ahora abuelita, cuadno nos acercamos a ellos. Era muy lista, quería romper el hielo con dulces. Sonreí de la forma más amable que pude y me imaginé mi cara de niña, con pecas, rubita y ojos azules, mirando a los niños. ¿Cómo me verían ellos?

 

- Sí, abuelita. Tengo caramelos aún en los bolsillos. Pero... ¿Querréis dulces? Tengo pan con chocolate.

 

Me senté al lado de la tía Hayame. Realmente parecía una abuela y se comportaba como ella. He de decir que hacer de niña no era ningún mérito pues la familia me decía que aún era muy niña. Ser una viejecita dulce era un verdadero reto pues se comportaba como una de ellas, cuando ella nunca sería vieja, no por edad que creo que tiene como mil años al ser vampiro, pero precisamente por ser uno, nunca sería vieja ni tendría artrosis en las rodillas ni le dolerían las caderas, las rodillas o los dedos. ¡Lo hacía a las mil maravillas! ¡Siempre he dicho qeu la tía Hayame es una bella persona bajo ese papel de mala que a veces nos quiere dar a entender!

 

- Tengo pan y chocolate. No está tierno pero se puede comer...

 

Saqué una tableta de chocolate de mis bolsillos. Curiosamente, esa era una de las cosas no imprescindibles que había dejado en ellos, no sé como pensé que podría necesitarlo. No fue con la varita porque sé que con la Ley de Gamp es imposible crear comida, así que supongo que por eso lo dejé en ellos, porque sabría que nunca podría conseguir algo de comer si me entraba hambre.

 

- Tomar, unas pastillas y un poco de pan. - Repartí entre varios chicos. Algunos me miraban con recelo pero supongo que el hambre podría más en algunas ocasiones que cualquier recelo social aprendido desde niños. Menos mal que la tía y yo éramos buenas y no queríamos aprovecharnos de ellos. Al principio costó que confiaran en nosotras pero, después, con el olor a chocolate de los que comían, todos se acercaron, hasta los más cautelosos. La única que no llegó a comer nada era una niñita que tenía una pelota en las manos.

 

- ¿Tú no quieres? Está bueno.

 

Me senté en el suelo y varios niños se sentaron a mi alrededor. Parecíamos un grupo de esos que comparten en una colonia, la comida junto a un fuego, tal como lo había visto en algunos filmes, sólo que allá no teníamos hoguera ni estábamos en un bosque. Aquello era una plazoleta entre las calles de Londres. Ahora escuchábamos a la Abuelita Hayame, contándonos cuentos. Yo me los creía. Sabía que no eran ciertos pero había tanta magia en ellos que me los creía.

 

- Hacer caso a mi abuelita y correr la voz entre todos los niños: este espacio es nuestro, para jugar, no para pelearse, aquí siempre estaréis a salvo mientras esos dibujitos de las hadas estén ahí, vigilando. ¿A qué todos somos buenos ninos?

 

Hasta yo me convencía de que yo también lo era. Niña, quiero decir; buena lo sabía de siempre. Por eso era de la Orden del Fénix, para poder defender a todos y estos niños eran los primeros a los que proteger.

 

- Tía... ¿Ponemos Repellum en las imágenes o...?

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Londres

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La bruja escuchó por lo bajo a su sobrina que se notaba que se preocupaba por aquellos pequeños niños y compuso un gesto pensativo al tiempo que se sacudía un poco la ropa con las manos temblorosas, para luego, comenzar a sacar unos papeles con dibujos; pretendía esconder la varita para poder hacer una verdadera protección en el pequeño parque y aludirlo a los "dibujos mágicos de las hadas"

Dejó escapar un suspiro profundo

-Pues linda... imaginate que toda la vida has estado rodeada de cuentos mágicos, soñando con encontrar un hada, que te concedan un deseo o en tú misma poder hacer eso con poderes... y que de repente te enteres que todo eso es real... -su voz sonaba cascada y bajita, arrugada pero con un timbre que podía identificarse a la pelirroja -pero no puedes ser parte porque te dicen que ellos son especiales y tú no... y además, ves como los adultos empiezan a matarse los unos a los otros

Observó por unos momentos a los niños y les tendió algunos papeles para que con entusiasmo, ellos mismos los colocasen alrededor

-Debe de ser terrible enterarte un día de que tus sueños son reales pero no puedes formar parte de ellos

Se había sentado haciendo amago de las dificultades para hacerlo ya que los más ancianos, a menos que fueran ejercitados, no solían hacer ese tipo de actividades; un movimiento en las rodillas y pudo escuchar crujir los meniscos. Se aguantó de sonreír, solamente tenía que saber dónde estaban las pequeñas bolsas de aire que se formaban y con ello, ya tenía un crujido bastante particular

-Hija... ayuda a tu abuela porque tengo que levantarme de nuevo. Vamos a poner esos dibujos mágicos con ellos! -dijo sonriendo entre las arrugas como si le entusiasmase mucho el asunto y le tendió la mano a la pequeña

Le simpatizaba en cierta forma pensar, que Xell podía tomar aquella figura cuando todos en casa siempre la veían con aquella expresión y esos gestos tan naturales en ella; era una jovencita de lo más vivaz y encantadora y en aquellos momentos su figura de niña no le desentonaba en lo absoluto, lo cuál hacía que para los niños fuese todavía más fácil confiar en ella

Tenía que admitir que envidiaba esa habilidad de su sobrina, el poder ser tan limpia y pura que los niños, que eran los más inocentes en todo aquello confiaban en ella inmediatamente

 

Asintió un poco y luego, pareció pensar

-Muggle Repellum para los muggles y un Fidelio para los magos... les pasamos una palabra clave a los niños que solo entiendan ellos para que la repartan entre los mismos y podríamos aplicarles esa maldición que se empezó a enseñar desde que la usara Granger -dijo pensativa -esa donde si revelas los secretos se te marca en la cara?... así ningún niño querrá traicionar a los demás

Le sugirió a su sobrina sonriéndole con cariño mientras pretendía que a duras penas se levantaba para ayudar con los dibujos mágicos

-Y... de ahí bien podríamos ir a ver al causante de todo esto -frunció el ceño y un destello rojo apareció en su mirada -me encantaría decirle unas dos o tres cosas al nuevo Ministro, de ser posible con el puño y la bota...

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Así que era eso... Arrugué la nariz y me imaginé siendo muy niñita con la nariz respingona, haciendo el gesto de enfado. Eso provocó lo contrario, la risa que, a su vez, contagió al resto de los niños. Pronto formamos un coro de risas infantiles aunque muchos no supiéramos de qué nos reíamos. Sólo éramos un grupo de niños rieéndonos juntos, comiendo chocolate y pan. Sentí un cosquilleo en las orejas y mucho calor. ¿La metamorfomagia tenía fecha de caducidad?

 

- Todos somos especiales, todos somos niños - casi me había olvidado que yo no lo era. - Los niños están llenos de magia en sus sueños.

 

Como una nieta obediente, ayudé a la yaya a levantarse y a poner las protecciones en la línde de aquel lugar para que los niños siempre estuvieran protegidos. Hasta parecía que estarían libres de dementores, con tanto chocolate como estábamos comiendo.

 

- ¿Por qué quieres ver al causante de...? ¡¡Ooooohh!! Te refieres a...

 

Me ruboricé. No sé si una niñita tan chiquita se puede poner roja como un tomate pero yo lo hice.

 

- Tíaaa, que no te oigan los niños, no se puede amenazar al Primer Ministro con... puños y botas... - Me sonrojé de nuevo y reí por lo bajo. - Se le besa, boba.

 

Caminé saltando hacia los niños. Me daba algo de pena alejarme de ellos, parecían tan felices en aquel momento...

 

- Nos vamos ya pero volveremos en algún momento.

 

- ¿Con más chocolate? - preguntó uno mocosillo chiquito. Me inspiró mucha ternura.

 

- Sí, con más chocolate. Tenemos que irnos.

 

Me despedí entre abrazos y besos manchados de chocolate que me hicieron reír aún más. No me iría nunca, nunca, nunca... Pero me acerqué, al final, a la tía.

 

- Bueno, es una auténtica locura pero...¿Cómo nos acercamos para recriminarle lo que ha hecho? - Y mientras caminábamos, volvía a ser Xell, tan joven pero tan niña como siempre.

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Londres

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Habían conseguido dejar todas las protecciones necesarias para los niños o al menos, mientras iba hablando la bruja se sentía aliviada de ver que de alguna manera, aquellos pequeños se habían olvidado de que había diferencias entre niños muggles y los mágicos; parecían estar aliviados y felices con el solo hecho de saber que podían estar en paz y que tendrían un lugar donde pudieran ser ellos mismos sin preocuparse de las guerras

-Bueno... esa no es la parte complicada en realidad...

Dijo dándole un último vistazo a aquel dibujo que había pretendido que contenía magia de hadas; sonrió levemente pensando en sus pequeños niños, le llevaría ese a ellos para quizá algún día, contarles la historia de lo que había acontecido en aquellos momentos

Pero eso sería para después

-La parte divertida será el colarnos a las oficinas de Aaron -resopló para luego verla de reojo -pero va... que también lo tenemos un poco fácil, sabes?

Sonrió con malicia

-Ya tengo una idea pero de inicio... solo seamos Xell y Hayame, solo haz lo que te diga cuando sea el momento... mientras tanto, actúa con normalidad, entendido?

Le había susurrado a su sobrina llevándose un dedo a los labios conforme su aspecto cambiaba para volver a ser la misma bruja pelirroja de siempre

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Ministerio de Magia

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-Ya tenía tiempo sin verla, señorita Snape... señorita Vladimir...

El guardia pasaba aquel detector depeligros alrededor de ambas brujas mientras que la vampiro dejaba escapar un fuerte resoplido de fastidio alzando los brazos hacia los lados con gesto de incomodidad

-Bueno... hasta esta situación ha tenido a todo el Departamento de Accidentes corriendo de un lado a otro... no es como que si el nuevo decreto no fuera un impulso para los que gustan de hacer cosas raras en las calles, para tomar vuelo

Resopló nuevamente la pelirroja apartandose un mechón de cabello rojizo a lo que el guardia se encogió de hombros un poco

Claro

Ambas brujas ya eran miembros del Ministerio por lo que su ingreso a este no tenía realmente ningún drama por delante; si acaso algunos otros magos y brujas las veían con preocupación porque eran bastante conscientes de que cuando se presentaban los locos de aquella sección del ministerio... bueno...

No era como que sucediesen puras cosas buenas

-Pasen... y por favor, no rompan nada esta vez -suplicó el guardia con un tono tan resignado que era evidente que dudaba de que pudieran hacer aquello; la Snape se giró mientras se alejaba con su sobrina y alzó ambos pulgares con una sonrisa enorme mientras cerraba los ojos, casi riéndose de las expresiones del pobre

-Seguro Reginald!... tú también cuídate!

Se despidió la mujer para después, darse la vuelta y aprovechar un resquicio entre todo el mundo para estirar a su sobrina y separar un elevador vacío; este comenzó a hacer su trayecto hacia el piso donde se encontraba el pasillo del Ministro y mientras sucedía aquello, le dió unas palmaditas en el hombro a Xell

-Cambia tu forma a Sagitas

Le dijo con un gesto más serio mientras que ella alzaba la barbilla y comenzaba a concentrarse; aquella transformación le estaba costando bastante, mucho más de lo que había esperado pero es que... cómo podías tan sencillamente pesar de ser tú a convertirte en Lucrezia??... tan solo por la mirada de su sobrina era evidente que le había dado un susto de muerte y la bruja le vió de lado

-Vamos, tan mal me veo? -sonrió con algo de diversión -espero no haberle fallado mucho pero seamos sinceras, no sería raro ver a Lucrezia y a Sagitas juntas mientras van a la oficina del Ministro. No se me ocurren otras dos personas que pudieran ser vistas juntas y yendo al mismo sitio con la seguridad de que serían recibidas

Suspiró pesadamente mientras rogaba que Xell hubiese podido hacer su transformación. O quizá había elegido a alguien más?

Realmente ya no volteó para darse por enterada, solamente quería ir a ver a esa persona porque...

No tenía ni idea, quizá era el don de la Videncia?... Xell y ella lo tenían y quizá ese era el fuerte presentimiento que la había arrastrado a llevar a su sobrina hasta aquel sitio y de esa manera; sin voltear a ver, había tomado la mano de la sacerdotisa y había caminado tan rápido y tan elegantemente como sus piernas se lo permitían... los Medici hacían eso, no?

Aunque no creía que Lucrezia tomaría la mano de Sagitas, seguramente las dos se cortarían los brazos antes que verse de esa manera

Pero la cabeza le estaba latiendo...

La puerta del Ministro de Magia

No lo pensó, tan solo había abierto la puerta sorprendiéndose de pillarla abierta y por mera reacción había levantado un brazo para cubrirse los ojos puesto que no esperaba ver una luz fuerte; en su mente lo que tendría que haber visto era lo normal y quizá una oficina cambiada ahora que tenían a un nuevo ministro pero...

No esperaba verse en una habitación completamente distinta a la que tenía que ser

Y mucho menos, esperaba casi darse de bruces en contra de la Arcana que parecía extrañamente divertida con todo aquello

-Pero en nombre de Merlín... qué significa esto? -cuestionó la bruja con aspecto de Lucrezia ahora frunciendo el ceño con nerviosismo -qué hace usted... mas bien... dónde diablos estamos? -preguntó comenzando a ver en todas direcciones con el corazón latiendo fuertemente contra su pecho

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