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||《 ● Von Alexandros Fortress ● 》|| (MM B: 114152)


Balderik Von Alexandros
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Había contado un poco el mago Aleman de la historia de la familia a su hija, pero enfocándose mas en aquel pariente que querían revivir los fantasmas de la mansión. Alexia Persefone Von Alexandros habia sido una mujer bruja cruel y ambiciosa, siempre detestando a los muggles pero viendo en ellos a sirvientes potenciales, cosa que era lo que se conoce como esclavos. Había fundado la bruja el credo de los Templarios, una secta religiosa a dios, que mas que nada ambicionaba poder que culto a una religión.

 

 

Tras hacer de la familia Von Alexandros un brazo militar mágico, Alexia falleció en batalla por defender Acre en tierra santa, de los sarracenos pero mas que nada por la magia de los hechiceros musulmanes, que le impidieron huir. No sin antes dejar tres reliquias que en realidad eran Horrocruxes haciendo asi una historia tan popular como el mundo en si; una espada, un escudo y una copa. Tiempo despues seria conocía aquella copa incluso por los muggles como el santo Grial. El nombre de la copa solo era un error que habia pasado por persona a persona y de generación en generación por los años. Los templarios no buscaban el santo Grial, eso era el error, si no la copa de Alexia que tenia dones meramente mágicos y que le devolvería la vida.

 

 

Todo esto lo conocía por los libros de la historia familiar, ahora su hija le reprochaba si no tenia hermanos o tios que tuvieran descendencia, la verdad era que Kraven tampoco lo sabia. Su padre nunca la había dicho nada y su madre Mery era una tumba al respecto de eso.

 

 

--No hay mas parientes, no los hay hija, y si los tuviera nunca hubiera recurrido a ti, dañarte es lo ultimo que haría en la vida. -- Entonces sin siquiera poder terminar de hablar el castaño escucho un crack muy bajo detrás del mago, era nada mas y nada menos que su elfo domestico Cadmus. Pero algo no andaba bien, pues empuñaba una varita y sus ojos tenían un color rojo sangre, se veia diferente a lo que solía ser el elfo. Con un movimiento rápido y fugaz de la varita del elfo, se escucho un chillido de dolor por parte de su hija Alexia Jayden que yacia doblada de rodillas en el suelo. En la confusión de segundos noto que su antebrazo y muñeca sangraban abundantemente. Cadmus habia atacado a su hija y ella por le reprochaba a él, sin haber visto a su atacante.

 

 

El cuerpo de ella permanecia inerte en el suelo, inconsiente a la mirada del Von Alexandros que se volvia rapidamente con varita levantada en contra de su elfo, de su sirviente mas fiel. -- ¡¿Pero que demonios has hecho!?-- Le gritó Kraven sumamente furioso con él.

 

--El elfo no tiene idea de lo que esta haciendo, este cuerpecito es tan asqueroso para poseerlo, en realidad corremos contra el reloj por lo que tuve que intervenir con tu hija--La voz que provenia del elfo era de otra persona, no era pausada como el habitual elfo si no mas sombría de un hombre. --He tenido que hacer uso de otro de mis planes, convoque a toda la sangre femenina de la familia Von Alexandros ademas de tu hija Kraven-- Decía la voz proveniente del elfo domestico Cadmus.

 

--¡¿Quien demonios eres?!, como has poseído a mi elfo y... ¿A que te refieres con toda la sangre femenina que queda?-- Decía en tono preocupado el castaño pero desea que no fuera lo qie estaba imaginando.

 

--Primero me llamo Asmodeus Von Alexandros, soy un fantasma que poseyo este cuerpo asqueroso por unos minutos, segundo encontré a otra Von Alexandros mujer que vive en el mundo y que no conoces, despues me hice pasar por ti y le envie una nota a tu amada, Alessandra Ashryver Delacour, tengo entendido que lleva en su vientre gemelos ¿no? Y uno de los bebes es mujer asi que la hice venir con urgencia aqui no tardara en llegar...--

 

 

 

 

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Editado por Kraven Von Alexandros

 

 

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La joven revisó otra vez la carta que traía entre sus delicados dedos. ¿Podría ser posible? Se supone que la familia paterna de su madre estaba extinta o algo así, cómo era posible que su detective mágico logrará ubicar en Alemania la mansión de la familia. Estaba convencida de que había una equivocación, pero aquel sueño extraño había sido el origen de la búsqueda. Algo o alguien, una fuerza más grande que ella quería que Lyanna vaya a esa mansión.


Los Friedrich nunca habían mencionado nada de sus padres, tal vez por el simple hecho de que no los conocían y que solo criaban a una niña adoptada como muchas otras parejas de magos. Lyanna solo tenía los nombres de sus padres, y aquel viejo relicario de oro que portaba en su interior una foto del Romanov y otra, de la sin duda hermosa, Von Alexandros.


Terminó su vaso de whisky escosés y dejó el dinero muggle en la mesa. Con la delicadeza que la caracterizaba, guardó la carta en su bolso y salió del local. Le costó poco encontar un callejón vacío en el cual pudo colocarse su túnica de terciopelo negro. La carta decía claramente que en las últimas compras de su madre se encontraba una joya, que cumplía la función de traslador a un lugar específico. La platinada rodó los ojos cuando por fin reveló que el traslador, era el mismo relicario que portaba en su cuello desde los siete años. Se aferró a este con fuerza, y cerró los ojos.


Podía sentir cómo se movía el mundo a su alrededor. Cuando sintió tierra firme volvió a abrir los ojos, y se encontró frente a unas inmensas puertas. Una sonrisa se coló en sus labios de color rojo intenso. Una parte de ella sabía que había llegado a la mansión a la que siempre había pertenecido. Se mordió suavemente el labio inferior y bufo moviendo un rizo platinado que le caía sobre los ojos. No estaba nerviosa, pero las presentaciones no eran su parte favorita de nada.


Llevó su mano en forma de puño a la puerta y dio tres suaves golpes. Retrocedió dos pasos y acomodó su largo vestido negro que dejaba lucir sus curvas de manera prominente pero delicada. Una suave brisa hacía ondear su larga cascada de ondas platinadas que caían por su espalda. Esperó a ser recibida.

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Alessandra descansaba en su cama en la Mansión Delacour, desde que su vientre creció de manera acelerada se la había pasado encerrada en su cuarto al cuidado de sus elfos, aquello la tenía muy preocupada siendo que su padre era un licántropo, había confiado que tendría un embarazo tranquilo sin complicaciones por nueve meses pero se había equivocado por completo más aún que se acercaba su cumpleaños veinticinco, no faltaba mucho para que algo malo le sucediera y muriera.

 

Abrió los ojos sobresaltada, no eran muy buenos pensamientos para una mujer embarazada pero no era eso lo que la despertó sino su hija Jayden, algo dentro suyo, o quizás de Asami, se agitó ansioso de ver a la pequeña Delacour malherida, con cuidado se fue levantando de la cama, su vientre de siete meses parecía un globo que le impedía ver bien donde caminaba, pero debía saber dónde estaba su hija.

 

-Mar!- llamó a su elfina.

 

-Ama- saludo la criatura haciendo una reverencia -le ha llegado una carta del señor Kraven- le aviso la elfina tendiendole un sobre con la pulcra letra del padre de sus hijos.

 

-​Gracias pero no te he llamado para eso, sabes algo de mi hija Jayden?- le preguntó desdoblando la nota para leer las simples palabras que estaban escritas en negro.

 

-La amita nos avisó que iría a ver a su padre- le comentó la elfina a su ama.

 

-Entiendo, gracias...retírate por favor- le dijo pensativa.

 

Porque había ido su hija a ver al Von Alexandros, pensó y más aún porque Kraven la citaba a ella también, la carta no resultaba nada mas que solo su deseo de verla, la ultima vez que se habían visto fue con su vientre pequeño, se preguntó cómo tomaría la noticia al verla tan embarazada. Tomando aire se inclinó de la punta de su cama para ponerse de pie, caminó hasta su armario y tomo un vestido suelto negro, al menos con eso disimulaba un poco su estado de gestación, era simple pero indicado para ir a visitar a otras personas, se coloco unas sandalias planas plateadas y se recogió su cabello rubio en un moño alto, tomó su varita para crear un portal para ir a donde estaba viviendo el castaño.

 

Frio, es lo primero que sintio al llegar, no se había percatado el cambio de clima y lamentaba no haber tomado un saco o algo mas abrigador pero ya era tarde, solo avanzó por el bonito jardín hasta la puerta donde se topó con una joven de cabellos rubios platino, Alessandra se sintio gorda y fea en comparación al cuerpo delgado de la muchacha, se ruborizó preguntandose si era alguna novia de Kraven.

 

-Hola, disculpa llevas mucho esperando?...por cierto me llamo Alessandra Delacour- se presentó a la muchacha con una sonrisa.

 

 

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@@Lyanna Friedrich

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Lyanna sonrió gentilmente cuando notó que una joven rubia se acercaba a ella siguiendo el sendero de entrada a la mansión. La mirada se le iluminó cuando descubrió que estaba embarazada de varios meses. Estaba acostumbrada a ver panzas por su trabajo pero no podía controlar la ternura que le ocasionaban.


La Friedrich extrañaba su panza, y solía preguntarse si alguna vez iba a poder volver a tener una. Negó sutilmente intentando alejar todos esos pensamientos de su mente, cada vez que pensaba en eso, la felicidad terminaba transformándose en el dolor de la pérdida, y no quería tener que sobrellevar eso ahora, debía ser lo más fuerte posible, y ya habían pasado algunos años desde que Nikolai había muerto en sus brazos.


- Un gusto, Lyanna.- respondió suavemente - no, la verdad es que recién llego.-

La peliblanca vaciló unos segundos y luego preguntó

- Tú, ¿Vives aquí?- tal vez aquella muchacha recién llegada podría ayudarla.




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Editado por Lyanna Friedrich

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Con la furia en sus ojos y con un movimiento de la varita del Von Alexandros, el elfo domestico quedo desarmado pero con una sonrisa en su rostro. Kraven lo había desarmado para procurar que no la siguiera hiriendo. Rápidamente tomó la varita que el elfo había hurtado y la rompió en dos pedazos. De igual manera con rapidez se acerco a su hija para auxiliarla, pero sabia que la magia de la mansión y los fantasmas de sus antepasados no le dejarían llevársela a San Mungo o algún otro lugar. Su hija yacía inconsiente desangrandose de la muñeca, el castaño con lo que podía hacer con su varita devolvía la sangre perdida a su hija. Pero era claro que volvería a salir apesar de hacer hechizos de magia para cerrar la herida, pero había sido hecha por algún maleficio.

 

-- Es inutil lo que intentas hacer, ademas esta muy cerca de llegar el otro miembro femenino de esta familia -- Decía aquella voz proveniente del elfo.

 

 

--¡¿Para que deseas tanta sangre?! Creí que con la ayuda de mi hija reviviria Alexia-- Dijo Kraven sorprendido mirando de reojo la herida de su hija, pero que había parado de momento ella seguía inconsiente.

 

-- Mientras mas sangre sea usada, mayor será el poder con el que revivira Alexia Von Alexandros. -- Comenzó a reír maleficamente por lo bajo el elfo poseído y Kraven lo supo de inmediato, si habría que ser nescesario morirían las mujeres de la familia. Había creado Alexia un lazo mágico desde tiempos inmemorables con su sangre, al nace cada miembro estaba ligado a ella, ahora lo entendía claramente el castaño.

 

 

El ambiente cambio de pronto en la mansion, como algunas sombras se movían hacia la entrada aunque no lo pareciera. De pronto se escucharon algunos toquidos en la puerta principal.

Ahora no solo tendría que proteger a su hija, si no a la joven desconocida que acababa de llegar, sin contar que Alessandra estaba de camino hacia la mansión. Había intentado todo para deshacerse de ellos antes de acceder a la sangre de su hija, erradicar este culto extraño que le tenían a la fundadora. Kraven había pasado el tiempo esperanzado en destruir el horrocrux que era el escudo de metal de la familia, pero para solo descubrir que alguien en el pasado lo había hecho. La espada estaba claro que había sido destruida, su misma historia lo decia, la famosa espada inglesa Excalibur era nada mas que un horrocrux creado por Alexia para la orden del Temple, quedando así solo la copa que había sido nombrada como el santo Grial y transformada en una esfera de cristal aparentando otra cosa. Si destruía la copa entonces destruía a Alexia para siempre y con ella los fantasmas malévolos de la mansión.

 

 

--Adelante pasen señoritas, bienvenidas a la mansión Von Alexandros, el amo Asmodeus les esta esperando... -- Dijo su elfo domestico Cadmus con su voz normal.

 

La puerta habia sido abierta por el elfo domestico poseido, Kraven corrió rapidamente hacia la puerta para evitar que aquella persona que había llegado entrara, pero había sido tarde. Una joven de cabellos rubios platinados estaba de pie en la entrada y no solo ella si no también... Alessandra.

 

 

Su mayor temor se había vuelto realidad, no lo podía creer, ¿En verdad había creido la mentira de venir hasta aquí por una nota en su nombre?. Kraven les miro horrorizado, todo ante la idea de que fueran hacerles algún daño. Con tan solo con un par de pasos dentro de los terrenos de la mansión con ello las chicas estaban condenadas sin poder salir de allí por ningún medio.

 

-- ¡No debiste entrar a este lugar! ¡Corres peligro Alessandra! ¡Y tu también chica! -- Dijo Kraven con tono preocupado hacia la rubia embarazada y la joven desconocida aun, sin siquiera presentarse Kraven le había hablado a la chica. El elfo cayó al suelo inconsiente de pronto, una sombra salia de su cuerpo en forma de un hombre, sin rostro solo la negrura de su ser. Era Asmodeus Von Alexandros y la sombra era mas nitida y obscura que las demás que se movían por el techo de la mansión.

 

-- Bienvenida Lyanna veo que mi voz te trajo hasta mi... Por si no lo sabes la sangre de una Von Alexandros corre por tus venas, de igual manera Alessandra, bienvenida a la mansión Von Alexandros, veo que trajiste a otra Von Alexandros contigo ¿Verdad? -- Y comenzó a reír la sombra tan estruendosamente que calaba en los oidos, Kraven intento tomar a las mujeres y sacarlas de allí pero tres sombras entraron en su ser impidiendole moverse. Ahora su mente trabaja a mil por hora buscando algún plan para sacar de alli a las tres mujeres con vida.

 

 

 

 

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Alessandra asintió con la cabeza a las palabras de Lyanna, le resultaba un nombre muy bonito pero no le sonaba de ningún lado, pestañeó sorprendida que le preguntara aquello, la curiosidad hizo que se acercara más para poder hablar mejor.

 

-​No, no vivo aquí pero vive mi no....un amigo- estaba apunto de decir novio!! no podía creerlo, la relación que tenía con el castaño era muy extraña y nunca habían usado una palabra para ellos a pesar de ser padres por segunda vez. -Que raro, ni siquiera un elfo te atendió?- le preguntó.

 

Era raro que Cadmus no hubiera atendido ya, aquel elfo era la sombra de Kraven y siempre estaba al pendiente de todo, volvio a tocar por si las dudas porque por dentro se escuchaban ruidos, aquello le dio un mal presentimiento, jayden estaba ahí dentro, haciendo Dios sabe que, frunció el labio disgustada en el momento que se abrió la puerta un olor a sangre la golpeo y no solo eso sino que los gemelos comenzaron a inquietarse.

 

<<No ahora>> pensó llevándose ambas manos a su vientre.

 

El elfo les invito a entrar mencionando a un tal Asmodeus, los gemelos seguían moviéndose con disgusto, la verdad queria pasar para descansar un poco, su vientre estaba tenso y quería ver a Jayden, por lo que estaba por dar el primer paso cuando la figura de Kraven llegó a la puerta impidiéndole el paso.

 

-¿Dónde está Jayden?- le exigió saber sin si quiera saludarle.

 

Pero los gritos del Von Alexandros y el elfo cayendo inconsciente al suelo la horrorizo, más al ver una sombra tomar una forma gaseosa sobre la pobre criatura mientras hablaba y se dirigía a Lyanna para después hablarle a ella, sus mejillas se tiñeron de rojo y sus manos viajaron a su vientre donde los gemelos seguían inquietos moviéndose.

 

-​DÓNDE ESTÁ MI HIJA JAYDEN!!?- exigio sin moverse de donde estaba pero esta vez no a Kraven sino a aquella sombra.

 

No se iría sin su hija, si debía matar a todos los que llevaban el apellido Von Alexandros para acabar con esa locura lo haría, Jayden era completamente inocente de lo que sea que tuvieran en la cabeza la familia de su padre.

 

-Espero por el bien de vuestra familia que no le hayan hecho nada malo o lo lamentaran, en cuanto a MIS hijos no es de vuestra incumbencia asi que diganme donde esta mi Jayden, ahora-

 

 

 

 

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Le sorprendió que la rubia le dijera que era extraño que nadie la haya recibido aún. <<Dónde te estás metiendo Lyanna, esto es todo un grandísimo error>> realizó una respiración profunda para calmar sus pensamientos, pero la canceriana estaba segura de que la inseguridad se le notaba en las expresiones del rostro.


Cuando la puerta se abrió el vaho de sangre lo invadió todo. <<Que diablos pasa en este lugar?>> se preguntó a sus adentros la platinada. Más le extraño que el elfo doméstico hablara como si nada ocurriera. Las dos rubias ingresaron a la mansión e inmediatamente tras de sí la pesada puerta volvió a cerrarse. Un joven castaño llegó gritando que debían irse, pero la puerta parecía sellada, y Lyanna debía admitir que el terror comenzaba a invadirla, más no le hizo caso hasta que la voz de su sueño volvió a resonar diciéndole que era una Von Alexandros acompañada de una amenaza a los hijos de Alessandra y una risa escalofriantes.


¿Quién era tan diabólico como para amenazar a una niña que todavía no había nacido? Lyanna frunció el ceño y se adentro en la mansión por más de que el castaño la frenase, había algo que la obligaba a ingresar. Pero todo eso desapareció cuando observo a la joven tirada en el piso con la muñeca perdiendo sangre. Corrió hasta ella, intentó despertarla

-niña, niña despierta- con unos sutiles movimientos, tomándola por el hombro, pero no funcionó. Desanudo de su bolso un pañuelo y se lo colocó a la joven en la herida haciendo presión para evitar que la sangre siga fluyendo.

-soy médica, puedo salvarla pero necesito un botiquín ¡YA!- grito esperando que los que conocían a la casa se muevan rápido. La presión funcionaba pero cuando la sangre comenzó a mermar una fuerza despidió a Lyanna por los aires alejándola del cuerpo de la joven y produciendo que la sangre comience a brotar de nuevo.


La platinada cayó a unos cinco metros de distancia de la muchacha que seguía en el piso. Con una queja de dolor se incorpora sobre si.

-¿qué rayos pasa aquí?- preguntó sin dirigirse a nadie en particular.



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Editado por Lyanna Friedrich

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El cuerpo del castaño estaba paralizado completamente, aquellas sombras solo le habian impedido moverse, mas no poseyendolo como a su elfo Cadmus. Debía ser cuestión de poder y la única sombra de los antiguos miembros de la familia en hacer eso había sido Asmodeus. La reacción furibunda de su amada contra el fantasma le habia provocado terror ya que no quería que dañara a la rubia. Intento moverse para protegerlas ya que la chica de nombre Lyanna también corria peligro.


--Kraven ya veo quién es la persona que manda en la relación entre ustedes dos, bueno Alessandra tu hija esta allí tirada... Esta entregando su sangre para revivir a mi esposa Alexia, siendo una Von Alexandros debería considerarlo un honor...--Decía la voz riendo ligeramente pero se notaba que la altaneria de la Delacour le había molestado así que Kraven intentaba con todo su ser moverse para protegerla pero era en vano, todo lo que había hecho lo era.

--La familia ha sobrevivido a la extinción por imperios, dictadores y magos de todas nacionalidades creo que sobreviviremos a ti Alessandra-Le miro de forma arrogante la sombra de Asmodeus. -- En cuanto a ti Lyanna, veo que el estar en tus sueños y mi voz te pudieron atraer hasta aqui, en tus venas corre la sangre de Alexia Von Alexandros, estas atada por ello con el destino, así que es hora que cumplas con ello Decía la sombra y Kraven noto como Lyanna corría alado de Jayden.

Llególa rubia platino hasta su hija el cual agradeció enormente el castaño, gritaba que nescesitaba ayuda y un botiquín para eso. Usaba sus manos para hacer presión en las heridas y así evitar que Jayden se desangrara, pero de la nada una onda mágica la hizo volar cayendo a unos metros. Los fantasmas se movían por el techo como aves enloquecidas.


--No importa que seas sanadora o medica, eso no detendrá al destino...--Le dijo Asmodeus a Lyanna



--¡Maldito! ¡Dejala en paz! como puedes decirlo a la ligera, son tu familia, ¿matarás a tu familia?-- Dijo Kraven tratando con todas sus fuerzas el poder moverse, Alessandra con su enorme vientre era vulnerable, y Lyanna era el siguiente objetivo de Asmodeus puesto que Jayden se desangraba y yacía inconsciente en el suelo.

Cuando nada podia salir peor en el suelo donde estaba Jayden se formaba un circulo blanco, como si fuera una luz con diferentes signos por todos lados, el ambiente se tornaba mas frio apesar de que afuera el clima en Munich, Alemania era gélido. La luz se desvanecía alrededor dejando obscuro el lugar pero aun se distinguía formas. Jayden ahora estaba en el centro con la sangre formándose signos alrededor.

--Esta llegando, por fin, después de Jayden seguirás tu Lyanna. --Dijo Asmodeus creándose mas una forma de una persona que antes.

--¿Quien esta llegando? --Preguntó Kraven pero conocía en el fondo la respuesta.

--Alexia Von Alexandros--Dijo Asmodeus.





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Alessandra estaba enloquecida ante las palabras del ente, sus lágrimas caían caliente por su rostro mientras veía como Lyanna trataba de ayudar a Jayden, su Jayden, a quien habían secuestrado cuando nació para volver días después a sus brazos nuevamente, quien enfrentó a su lado todas las penurias de sus relaciones, uno de sus pilares más importante en su alocada vida.

 

<<-Obsistens->> pensó, alrededor de su hija se creó un cerco luminoso de color azul que era indestructible e inmune a cualquier ataque de Asmodeus.

 

Le dolía el corazón al pensar en su hija muerta pero sus habilidades de Nigromante la traería de regreso aunque tuviera que dar su vida en el proceso, miro con odio a aquel antepasado de la familia.

 

-Pudieron haber sobrevivido a todos ellos pero nunca se enfrentaron a una madre dispuesta a proteger su hija- le reto mirándolo con repudio.

 

Tomó con fuerza su varita de Vid, su única pertenencia de su padre aparte de sus recuerdos, observó el caos del lugar a través de sus lágrimas, la sangre de su hija brillaba pero no iba a dejar que llegara tan lejos, se quitó su anillo de compromiso, la piedra era un zafiro que Kamra le había regalado cuando se comprometieron pero nadie sabía que podía abrirse, mientras estaban todos muy ocupados gritando saco unas Semillas de Hielo de su interior y las arrojó al charco de sangre que lo congeló enseguida.

 

-Lamento informarte que ni tu o tu esposa podrán llevar a cabo su cometido- habló con los dientes apretados.

 

Acaba de congelar la sangre de su niña y quizás a ella tambien pero pronto, se dijo, pronto la traería de nuevo a su lado. Se acercó a Kraven con algo de dificultad, estaba tensa y sus hijos lo sabían, le dolía tanto como si la estuvieran cortando con una cuchilla por dentro.

 

-Saca a Lyanna, no debe acercarse a ella...Jayden...Jayden- tomó aire, sentía su garganta seca y le dolía hablar de la adolescente -mientras este congelada no podra hacer nada, el hechizo que le lance la protege- le aviso.

 

-Pero Lyanna no está protegida e ira contra ella- susurro -sabes si no tiene algún horrocrux?

 

 

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Lyanna yacía aún sentanda en el piso. El golpe había sido duro y parecía que todo a su alrededor giraba sin sentido.

-¿que diablos es lo que quieres? ¿Mi sangre?- grito la rubia a Asmodeus. La mansión se oscureció y solo quedó la luz de los encantamientos que la Friedrich desconocía y que se producían alrededor del cuerpo de Jeyden que todavía estaba en el suelo con una hemorragia latente. El ente repetía una y otra vez "ya está llegando" lo que hacía que a la rubia se le pusiera la piel de gallina y tuviera sucesivos escalofríos.

 

-¿quién es Alexia? Y por qué desea regresar a costa de la única familia que tiene?- era evidente que cada vez entendía menos a los magos. Los muggles eran más simples, y menos malvados, al contrario, los magos eran capaz de todo con solo demostrar su poder. Se creían superiores y exclamaban alegres cuando su magia se imponía sobre otros. Los ancestros eran los peores. Magos tan poderosos que con su magia podían guardar un pedazo de su alma y así, asegurarse la eternidad. Lyanna había leído sobre horrocrux una idea sin duda siniestra.

 

Un aro azul comenzó a cerrarse en torno a Jayden, al ver que quien lo provocaba era su madre, la joven rubia se tranquilizó un poco. Uno menos a quien salvar. Aunque la voz había sido muy clara y la que seguía era ella. Lyanna se arrinconó en la pared más cercana y retiró su varita de la manga del vestido, poniéndola en alto. Eso le generó una sonora risa a Asmodeus.

- ¿Crees que con eso vas a frenarnos? ¿ Tú y tu magia de recién graduada?- el tono del espíritu era jocoso y eso empezó a generar miedo pero a la vez enojo en la Von Alexandros.

 

Lyanna levantó la vista y observó como la joven pareja se susurraba entre ellos. Recién los conocía, y una parte de ella le advertía, que si había que salvar a alguien primero, no estaría su nombre encabezando la lista. Era la extraña en esa mansión, es decir, era de quién menos se sentiría la pérdida.

-¿Que es lo que quieres? ¿Mi sangre?- volvió a preguntar la rubia, aunque no sabía muy bien dónde se dirigía. -Muy bien, estoy segura que voluntaria vale más que exigida, ¿no?. Tienes solo dos litros. Después de eso te quedas sin, y el trato es que dejes a la embarazada en paz.- La joven sabía que negociar con un espíritu maligno no era algo que se pudiera hacer. Pero por lo menos así se aseguraría de no desangrarse. Sacó de su bolsillo un caramelo y se lo llevó a la boca para que la presión no baje.

 

Se puso de pie, ayudada con la pared. La caída le había torcido el tobillo derecho y los zapatos de tacón no ayudaban a aliviar el dolor. Con delicadeza llevó la varita a su muñeca

- ¿dónde la quieres?-

 

 

 

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